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Dios es nuestro escudo

Prédica de Hoy: Dios es nuestro escudo


Predica de Hoy Texto Bíblico: “Mas tú, Jehová, eres escudo
alrededor de mí; Mi gloria, y el que levanta mi cabeza.” (Salmos 3:3)

“Él es mi Dios amoroso, mi amparo,


     mi más alto escondite, mi libertador,
mi escudo, en quien me refugio.
     Él es quien pone los pueblos[a] a mis pies.”  Salmo 144:2

El “Escudo” o “Scutum”, término utilizado en latín, es un “arma defensiva que se


lleva embrazada para cubrirse y resguardarse de las armas ofensivas y de otras
agresiones” (Wikipidia). 

Otra definición a escudo es “amparo, defensa, protección, persona o cosa que se


utiliza como protección” (Real Academia Española).

Desde tiempos antiguos el hombre ideó la forma de protegerse para salir al campo de
batalla.  Los primeros escudos fueron hechos de paja con base de madera, cubiertos
con cuero y con cobre o hierro al centro.  Al pasar el tiempo fueron variando los
materiales utilizados para hacerlos de acuerdo al ataque que recibirían.

El rey David usó el término “escudo” para referirse a Dios en


varias ocasiones.

“Mi escudo está en Dios,  que salva a los de *corazón recto.”      Salmo 7:10
“El Señor es mi fuerza y mi escudo;
     mi corazón en él confía;
    de él recibo ayuda.
Mi corazón salta de alegría,
     y con cánticos le daré gracias.”  Salmo 28:7
“Tú, Señor, eres nuestro escudo;
    tú, Santo de Israel, eres nuestro rey.”  Salmo 89:18

El Apóstol Pablo en su carta a los Efesios, inspirado por Dios, les exhorta a salir
preparados al mundo día a día con la “Armadura de Dios” siendo el escudo
parte importante de la armadura de todo guerrero.  Asi dice la carta en
Efesios 6:16;
“Además de todo esto, tomen el escudo de la fe, con el cual pueden apagar todas las
flechas encendidas del maligno.”
Mas el hecho que se le reconozca a Dios como nuestro “escudo” no se le debe a
David, a Pablo o ninguna persona.  Dios mismo se hace llamar nuestro escudo
en Génesis 15:1 cuando le dice a Abram:
 «No temas, Abram.
    Yo soy tu escudo,
     y muy grande será tu recompensa.»
¿Qué fue lo primero que le dijo Dios a Abram?  No temas.
Y luego le dijo “Yo soy tu escudo” 
¿Qué se puede añadir a eso?  Si Dios mismo nos habla a través de ésta palabra y
nos deja saber que Él es nuestro escudo, que no hay nada que temer, solo nos
resta confiar. 
¡Esto es música a mis oídos! ¡Cada palabra, cada promesa dada en la Biblia a los
hombres de Dios es una promesa a nuestras vidas como hijos y herederos de las
mismas!
Si volvemos al Salmo 7:10 y ampliamos ese verso con la definición que
tenemos de escudo leería asi;

“Mi (arma defensiva, mi amparo, mi defensa, mi protección) está en Dios,…”


También tenemos el Salmo 119:114 que dice:

“Tú eres mi escondite y mi escudo;


     en tu palabra he puesto mi esperanza.”
Sustituimos la palabra “escudo” con la definición y leería así;

“Tú eres mi escondite y mi (arma defensiva, mi amparo, mi defensa, mi protección);


en tu palabra he puesto mi esperanza.”
¿Cuantos le dan gloria a Dios por esto? 

¡Él es nuestro Escudo!  No hay lugar donde estemos más a salvo que detrás de
Él. 

No hay nada que nos dañe si nos mantenemos cubiertos por El. 

Nada puede penetrarlo,

nada puede destruirlo

y mientras más fuertes sean las armas con las que nos ataquen, mayor es su
resistencia y su poder. ¡Qué bueno es nuestro Dios! 
Ahora bien, Dios y Su Palabra son uno.  No se puede amar a Dios y no aceptar o
creer Su Palabra.  Por eso es que el Apóstol Pablo nos dice que “tomemos el
escudo de la fe”.  La fe viene por el oír la Palabra de Dios. 

Mientras más conozcamos la Palabra, mas conocemos a Dios y mientras más lo


conocemos más confiados estaremos de su protección y cuidado.

-Dios es nuestro escudo ante los ataques del enemigo a nuestras vidas y
nuestras familias. 

-Dios es nuestro escudo ante los ataques de enfermedades a nuestro


cuerpo. 

-Dios es nuestro escudo ante los ataques de otras personas. 

-Dios es nuestro escudo y nuestra ancla en tiempos “tormentosos”. 

-¡Dios es nuestro escudo, simplemente porque Él mismo lo dice!  ¡Confía en


el Señor!

“Pueblo de Israel, confía en el Señor; él es tu ayuda y tu escudo.  Descendientes de


Aarón, confíen en el Señor; él es su ayuda y escudo.  Los que temen al Señor, confíen
en él; él es su ayuda y escudo.”  Salmo 115:9-11
Dios, el gran Yo Soy, el Alfa y Omega, el Creador, el Primero y el Último te dice
hoy; “Yo soy tu Escudo,

si crees en mí, si me entregas tu vida, si confías en mí; nada ni nadie te


dañará.”

Si no le has rendido tu vida al Señor, es éste el primer paso para recibir su


protección como Su hijo. Te invito a hacer un alto en estos momentos,
analiza tu vida, arrepiéntete de tus pecados y pide a Jesús que entre a tu
corazón y tome control de tu vida.  Tu vida cambiará para siempre.  Es mi
oración que Dios les dé a todos la revelación de su Palabra y los cubra con
su Sangre Preciosa.

Segunda parte
Introducción
Muchas son las necesidades que se pueden presentar a una persona
a lo largo de toda la vida. Muchos son los momentos de necesidad que
pasará de una u otra manera en donde necesitará ayuda para poder
salir del pozo de la desesperación. 
Los hijos de Dios no están exentos de esas necesidades, pero al estar
en las manos de Dios se podrán dar cuenta lo que significa ser
protegidos por el Señor. Dios es nuestro escudo y nos guarda de
nuestros enemigos, dándonos la victoria sobre cada circunstancia en
la vida.

1. Para que no temas (Génesis 15:1)


El temor es un enemigo que ataca a las personas noche y día. El
temor impide que se desarrollen y logren cosas debido a la
imposibilidad de ver más allá de ese temor. El temor es todo lo que se
ve y los pasos que dan no van más allá de una corta distancia. Pero
cuando el temor es removido podemos saltar, podemos correr por las
sendas del Señor para alcanzar la victoria. 
Dios nos libera del temor por medio de la libertad sobre el pecado.
Dios, nuestro escudo nos dice que no temamos a nada, porque de Él
es la victoria y está de nuestro lado.

2. Para socorrernos (Deuteronomio 33:29)


Dios nos socorre de nuestros enemigos. Así podemos ver humillados
a los enemigos por medio del poder de Dios. Así podemos poner los
pies sobre nuestros enemigos por medio de la gloria de Dios en la vida
de sus hijos.
Dios es nuestro escudo y no permite que los enemigos nos dañen,
porque su defensa en nuestra vida no deja penetrar los dardos de
fuego del maligno. Nada puede vencer la protección de nuestro Dios.
El Señor nos socorre, aunque la victoria parezca lejana, al estar en
sus manos estamos seguros.

3. Para todos los que en Él esperan (Salmo 18:30)


Pero Dios es escudo a quienes esperan en Él. Para quienes saben
que la salvación no viene de parte de la multitud de ejércitos, de la
multitud de bienes, no viene de la fuerza sino que viene de Dios. 
Dios quiere que estemos quietos, sabiendo que Él viene a nuestro
socorro. No importa lo que arrecie la batalla, no importa lo grande de
nuestro enemigo ni la multitud de enemigos a nuestro alrededor, solo
debemos esperar en el Señor que Él vendrá en nuestra ayuda y nos
dará la victoria sobre todas las cosas. Por el poder de su gloria Él nos
permitirá ver su gloria sobre nuestros enemigos.
4. Para favorecernos (Salmos 5:12)
El Señor está dentro de nosotros para guardarnos del pecado, pero
también está alrededor nuestro. Dios nos guarda y todo a nuestro
alrededor, porque el amor y misericordia del Señor sobrepasa todo
entendimiento y nos ama con ese amor eterno.
Dios favorece a sus hijos con su protección en cualquier ámbito de la
vida, en la vida personal, en la vida familiar y principalmente en la vida
espiritual. Dios está de nuestro lado y la victoria sobre cualquier cosa
está asegurada, porque Dios pelea por nosotros y podemos estar
tranquilos.

5. Para ayudarnos (Salmos 33:20)


No pretendemos que la ayuda vendrá de alguna parte que no
sabemos. Sabemos que nuestra ayuda viene de Dios y de nadie más.
Nadie puede ayudarnos como nuestro Señor, así que solo a Él le
debemos buscar con todo nuestro corazón. 
Dios se compadece de nuestra vida y esperamos en el Señor.
Esperamos su salvación, aunque el enemigo haya lanzado ya sus
saetas, Dios llegará en el momento justo para que no nos hagan daño.
Ningún daño recibirán los hijos de Dios porque Dios detendrá todo
ataque del maligno.

6. Para apagar los ataques (Efesios 6:16)


Aunque el fuego del maligno llegue cerca, Dios apaga todos esos
ataques y los reduce a nada. Porque el poder de Dios no tiene límites
y su gloria nos rodea. Él es escudo a nuestro alrededor y podemos
andar tranquilos.
Dios es quien nos guarda, Dios nos ha protegido en el pasado y
seguirá guardando a sus hijos de todo mal. Solo nos pide el Señor que
seamos fieles a su palabra, fieles a sus mandamientos para que su
presencia siempre esté con nosotros y nos permita atravesar cualquier
dificultad.

Conclusión
No hay Dios como nuestro Dios, quien nos da la victoria en medio de
cualquier situación. Aunque nos encontremos rodeados de enemigos y
no se vea solución ni modo de salir bien librados del ataque, Dios
llegará como poderoso gigante para guardarnos, para ser nuestro
escudo y sacarnos de esa situación para darnos la victoria.

No hay victoria más grande que saber que sin Dios estamos perdidos
y solo por su poder podemos salir bien librados de los ataques del
enemigo.
De esa manera le damos toda la gloria a Dios, sabiendo que la victoria
es solo por medio de su amor y poder sobre nuestra vida.

No importa lo difícil que se vea la situación, Dios nos librará con


maravillas, haciendo de lo imposible una gran victoria.

Solo Dios con nosotros, no necesitamos nada más. Solo Dios con
nosotros, Él es suficiente para levantarnos y llevarnos más allá de lo
que podemos imaginar. A Él sea la gloria para siempre. 

Dios es nuestro escudo sanador.

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