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Desde tiempos antiguos el hombre ideó la forma de protegerse para salir al campo de
batalla. Los primeros escudos fueron hechos de paja con base de madera, cubiertos
con cuero y con cobre o hierro al centro. Al pasar el tiempo fueron variando los
materiales utilizados para hacerlos de acuerdo al ataque que recibirían.
“Mi escudo está en Dios, que salva a los de *corazón recto.” Salmo 7:10
“El Señor es mi fuerza y mi escudo;
mi corazón en él confía;
de él recibo ayuda.
Mi corazón salta de alegría,
y con cánticos le daré gracias.” Salmo 28:7
“Tú, Señor, eres nuestro escudo;
tú, Santo de Israel, eres nuestro rey.” Salmo 89:18
El Apóstol Pablo en su carta a los Efesios, inspirado por Dios, les exhorta a salir
preparados al mundo día a día con la “Armadura de Dios” siendo el escudo
parte importante de la armadura de todo guerrero. Asi dice la carta en
Efesios 6:16;
“Además de todo esto, tomen el escudo de la fe, con el cual pueden apagar todas las
flechas encendidas del maligno.”
Mas el hecho que se le reconozca a Dios como nuestro “escudo” no se le debe a
David, a Pablo o ninguna persona. Dios mismo se hace llamar nuestro escudo
en Génesis 15:1 cuando le dice a Abram:
«No temas, Abram.
Yo soy tu escudo,
y muy grande será tu recompensa.»
¿Qué fue lo primero que le dijo Dios a Abram? No temas.
Y luego le dijo “Yo soy tu escudo”
¿Qué se puede añadir a eso? Si Dios mismo nos habla a través de ésta palabra y
nos deja saber que Él es nuestro escudo, que no hay nada que temer, solo nos
resta confiar.
¡Esto es música a mis oídos! ¡Cada palabra, cada promesa dada en la Biblia a los
hombres de Dios es una promesa a nuestras vidas como hijos y herederos de las
mismas!
Si volvemos al Salmo 7:10 y ampliamos ese verso con la definición que
tenemos de escudo leería asi;
¡Él es nuestro Escudo! No hay lugar donde estemos más a salvo que detrás de
Él.
y mientras más fuertes sean las armas con las que nos ataquen, mayor es su
resistencia y su poder. ¡Qué bueno es nuestro Dios!
Ahora bien, Dios y Su Palabra son uno. No se puede amar a Dios y no aceptar o
creer Su Palabra. Por eso es que el Apóstol Pablo nos dice que “tomemos el
escudo de la fe”. La fe viene por el oír la Palabra de Dios.
-Dios es nuestro escudo ante los ataques del enemigo a nuestras vidas y
nuestras familias.
Segunda parte
Introducción
Muchas son las necesidades que se pueden presentar a una persona
a lo largo de toda la vida. Muchos son los momentos de necesidad que
pasará de una u otra manera en donde necesitará ayuda para poder
salir del pozo de la desesperación.
Los hijos de Dios no están exentos de esas necesidades, pero al estar
en las manos de Dios se podrán dar cuenta lo que significa ser
protegidos por el Señor. Dios es nuestro escudo y nos guarda de
nuestros enemigos, dándonos la victoria sobre cada circunstancia en
la vida.
Conclusión
No hay Dios como nuestro Dios, quien nos da la victoria en medio de
cualquier situación. Aunque nos encontremos rodeados de enemigos y
no se vea solución ni modo de salir bien librados del ataque, Dios
llegará como poderoso gigante para guardarnos, para ser nuestro
escudo y sacarnos de esa situación para darnos la victoria.
No hay victoria más grande que saber que sin Dios estamos perdidos
y solo por su poder podemos salir bien librados de los ataques del
enemigo.
De esa manera le damos toda la gloria a Dios, sabiendo que la victoria
es solo por medio de su amor y poder sobre nuestra vida.
Solo Dios con nosotros, no necesitamos nada más. Solo Dios con
nosotros, Él es suficiente para levantarnos y llevarnos más allá de lo
que podemos imaginar. A Él sea la gloria para siempre.