Está en la página 1de 21

EL VIAJE DEL

AUTOCONOCIMIENTO

Guía práctica para conocerte y tomar


las riendas de tu interior

MARIO GARCÍA

E nhorabuena.una persona comprometida con conocerse a sí misma y


tomar las riendas El hecho de que hayas llegado hasta esta guía indica que
eres
de su existencia. Te aseguro que ese es el factor más importante a la hora
de construir una existencia pacífica, feliz y con sentido.
Es probable que hayas intentado de todo para sentirte bien: agradar a
los demás, intentar que te quieran, proyectar una determinada imagen,
aferrarte al éxito laboral, ser respetado en tu entorno social, comprar
posesiones que no necesitas, narcotizarte con el placer y el entretenimiento
pasajeros… Es posible que incluso hayas construido una coraza de persona fría
y distante, solo para esconder tu vulnerabilidad y conseguir que no te hagan
daño. Sin embargo, como ya has comprobado, nada de eso puede hacerte
sentir verdaderamente bien. Quizás pueda ayudarte a anestesiar tu dolor por
un rato, pero las profundidades de tu ser siguen anhelando un cambio. No en
los demás, ni en el mundo que te rodea, sino en ti. Ese es el único cambio que
realmente necesitas.
Sin duda, lo más difícil es abrirnos al cambio. Pero es necesario si
queremos saber quiénes somos verdaderamente y cómo podemos estar en
paz tanto con nosotros mismos como con el mundo que nos rodea.
«No conozco mayor valor que el
necesario para mirar dentro de uno
mismo.»
OSHO

Este documento no pretende ser una fórmula mágica ni una receta


milagrosa. Seguro que ya has leído suficientes claves para ser feliz que han
terminado por ser ineficientes e incluso contraproducentes. Hace mucho
inicié un proceso de búsqueda psicológica, filosófica y espiritual para
encontrarme a mí mismo, entender cómo funciona mi mundo interno y
aprender a gestionarlo. En eso consiste precisamente el apasionante viaje del
autoconocimiento, y es lo que quiero compartir contigo. Sin embargo, no
pretendo ser un gurú, ni un ejemplo a seguir. En esta guía simplemente
comparto contigo información que supuso un antes y un después en mi vida,
esperando de corazón que pueda suponerlo también en la tuya.

Dicho esto, no te creas nada de lo digo por el simple hecho de verlo


escrito. Todo lo que comparto lo he comprobado a través de mi propia
experiencia, Pero lo importante es que tú lo verifiques a través de la tuya.

LAS TRES FASES DE LA


EXISTENCIA HUMANA:
INOCENCIA, IGNORANCIA Y SABIDURÍA
1ª FASE: INOCENCIA
«Quien mira hacia fuera, sueña. Quien
mira hacia dentro, despierta.»

CARL GUSTAV JUNG

Hay dos días verdaderamente importantes en nuestra vida. El primero es el


día en que nacemos. El segundo es el día en el que descubrimos para qué
hemos nacido. Empecemos por el primero…
Un día naciste. Ya tenías dentro de ti, de manera potencial, todo aquello
que te hace ser tú. Eras como una semilla deseando florecer. En ese estado
tan primario de tu vida permanecían ocultos tus talentos, tus valores, tus
pasiones y tu autenticidad. Todo ello constituye tu «esencia» o «verdadero
Yo», es decir, tu auténtica manera de ser.
Sin saber por qué, al salir del plácido vientre de mamá apareciste en un
mundo frío, ruidoso y con demasiada luz. Te encontrabas en un estado de
total vulnerabilidad e indefensión. Tu supervivencia dependía de que otros te
alimentaran, abrigaran, lavaran y protegieran. Fuiste creciendo, pero la
situación no cambió mucho. Aunque ya podías hablar, caminar y manipular
objetos, seguías siendo extremadamente vulnerable. Además, las cosas
parecían irte bien solo cuando te comportabas como tus padres, educadores
y amigos deseaban que te comportaras.
Ante esta sensación de dependencia del mundo externo, tu atención
estaba plenamente en lo de fuera, por lo que terminaste marginando por
completo tu mundo interior, cosechando insatisfacción, frustración,
desorientación y sufrimiento.
A su vez, interiorizabas y te apegabas a los mensajes que los demás te
enviaban acerca quién eres. En función de lo que te dijeran o de cómo te
trataran los demás, terminaste por decirte cosas como: «soy bueno», «soy
obediente», «soy malo», «soy gracioso», «soy aburrido», «no sirvo para los
deportes», «soy rechazable por ser como soy», «tengo que ser de esta forma
para que las cosas vayan bien», «tengo que ser distante», «tengo que gustar
a todos», «tengo que reprimir mi curiosidad y espontaneidad», «las cosas se
hacen de esta manera», etc. Es así como fuiste desconectándote de lo que
verdaderamente eres, para amoldarte a lo que creías que eras o tenías que
ser.
Así, fuiste desarrollando una falsa personalidad -también denominada
«ego»- que nada tiene que ver con lo que verdaderamente eres. Tu esencia
fue quedando sepultada tras la máscara a la que te fuiste aferrando. Y es
bastante probable que, cuantos más años pasaran, más te fueras
desconectando de tu verdadero ser, absorbiendo ciertas creencias, actitudes
y metas del entorno en el que creciste, así como desarrollando ciertos miedos,
limitaciones, dependencias y heridas emocionales.
De esta manera, al no gozar de pensamiento crítico e independiente,
fuiste almacenando mucha información errónea en tu mente, pasando de la
inocencia -ausencia de creencias- a la ignorancia, es decir, a una posición
existencial orquestada por miles de creencias distorsionadas y limitantes
acerca de quién eres y de cómo vivir tu vida.
2ª FASE: IGNORANCIA
«Las verdaderas batallas se libran en el
interior.»

SÓCRATES

En este estado de ignorancia comenzamos a vivir de manera inconsciente, es


decir, no elegimos conscientemente nuestras aspiraciones en la vida ni las
creencias que habitan nuestra mente. Y tampoco sabemos cuáles son
nuestros valores ni para qué estamos en este mundo. Por todo ello,
perpetuamos un estilo de vida incongruente con lo que verdaderamente
somos, lo cual nos lleva a cosechar la insatisfacción vital con la que tan
familiarizados estamos.
Al habernos convencido de que nuestra felicidad depende del mundo
externo -ya sea tener cierto trabajo, una pareja o la aceptación de los
demásnos obcecamos en cambiar justamente aquello que no depende de
nosotros: la realidad externa. Esto no es nada extraño si tenemos en cuenta
que así fue como nos enseñaron a vivir. Sin embargo, al alimentar esta
constante lucha contra la realidad solo conseguimos perpetuar conflicto con
los demás y con la vida, aumentando nuestro nivel de malestar e
insatisfacción.
Lo curioso es que el ser humano está tan bien hecho que la función del
sufrimiento es precisamente hacernos despertar para cambiar la manera en
la que estamos gestionando nuestro mundo interno. Cuando hacemos los
cambios necesarios, el sufrimiento ya no tiene nada más que enseñarnos y se
va.
Así, una parte de nosotros lleva mucho tiempo diciéndonos que
necesitamos un cambio, pero otra se niega a asumirlo porque tiene mucho
miedo. Miedo a lo diferente y a lo desconocido. Miedo a aceptar que no
somos lo que creemos ser. Miedo a tomar las riendas. Miedo a asumir la
responsabilidad. Miedo a la libertad. No obstante, nuestra manera de estar
en el mundo no se ve transformada hasta que nos atrevemos a trascender
nuestros miedos más profundos, dando un giro a la manera torpe y
automatizada en la que hemos aprendido a relacionarnos con nosotros
mismos y con nuestras circunstancias.
Una vez este proceso ha empezado, es completamente imparable. Entre
otras cosas, comenzamos a cuestionar nuestras viejas y erróneas creencias –
como por ejemplo, que nuestra felicidad depende de algo externo-,
sustituyéndolas por otras más sanas, realistas y conscientes –como que
nuestra felicidad depende única y exclusivamente de nosotros mismos-. De
esta manera, vamos cambiando el modo en el que interpretamos la realidad
y, por lo tanto, modificando también los resultados emocionales que
cosechamos.
3ª FASE: SABIDURÍA
«Nada ha cambiado, pero yo he cambiado,
así que todo ha cambiado.»

PROVERBIO HINDÚ

Aunque pasar por la inocencia y la ignorancia es obligatorio, es decir, todos


pasamos por ellas, este tercer estado de consciencia –el de la sabiduría- es
opcional. Llegar a él es muestra del interés que uno tiene por comprenderse
a sí mismo y asumir la responsabilidad de su bienestar interior, no esperando
que sean las circunstancias externas quienes se lo proporcionen. Al fin y al
cabo, si nuestro bienestar depende de algo externo, ¿es realmente nuestro?
En este estado comenzamos a vivir una existencia con sentido,
conectando con un propósito vital consciente y alineado con lo que
verdaderamente somos. Al cambiar nuestro diálogo interior –es decir, lo que
nos decimos acerca de lo que nos sucede-, cambian por completo las
emociones que generamos. Así, dejamos de adoptar el limitante rol de
víctima, pues entendemos que lo que sentimos no depende del mundo
externo, sino de cómo nosotros nos relacionamos con él. Como ya en el siglo
I a.C. decía el filósofo Epicteto: “no nos afecta lo que nos sucede, sino lo que
nos decimos acerca de lo que nos sucede”.
Así, al adentrarnos en la fase de la sabiduría comenzamos a comprender
que el mundo externo no tiene que cambiar para nosotros poder sentirnos
bien, y que buena parte de nuestro sufrimiento procede precisamente de
haber intentado amoldar la realidad a nuestros gustos y preferencias, cosa
que realmente no depende de nosotros y seguramente jamás consigamos. Es
entonces cuando nos centramos en cambiar lo que sí depende de nosotros,
es decir, la actitud que mantenemos frente a nuestras circunstancias.
La principal señal de que hemos crecido es que, aunque nuestras
circunstancias sean las mismas, nuestra manera de responder ante ellas es
diferente. Y paradójicamente, tras este cambio interior no solo comenzamos
a cosechar mejores resultados por dentro, sino también por fuera. Como
bellamente lo expresa el proverbio, “si tú cambias, todo cambia”.
Así, este proceso de autoconocimiento y reinvención personal no se
centra solo en cubrir nuestros déficits, sino también en desarrollar nuestras
fortalezas. De hecho, cuanto más abracemos y potenciemos nuestro
verdadero Yo, más satisfactorio será nuestro proyecto de vida, con lo que
estaremos fabricando por nosotros mismos la felicidad que siempre hemos
buscado fuera.
7 CLAVES PARA DESPERTAR Y
CONSTRUIR UNA VIDA
PLENA

Si has seguido leyendo hasta aquí, significa que sientes verdadera


motivación por conocerte y profundizar en tu mundo interno. ¡Te doy la
bienvenida al club! A continuación voy a compartir contigo 7 claves que, tras
años de investigación y como fruto de mi propio proceso personal,
considero fundamentales para llevar a buen puerto tu
viaje de autoconocimiento:

DESIDENTIFÍCATE DE TU
«EGO» O «FALSO YO».
«No eres la charla que oyes en tu cabeza. Eres el ser
que escucha esa charla.»

JIDDU KRISHNAMURTI
Lo primero es que sepas quién no eres. Los seres humanos construimos un
autoconcepto irreal, fundamentado en la manera en la que aprendemos a
vernos con los años. De alguna manera, es el personaje que aprendemos a
interpretar. Es la persona que “creemos” que somos. Es la historia que nos
contamos acerca de nosotros. Es lo que llamamos nuestro “ego” o “falso Yo”,
es decir, el personaje que aprendemos a interpretar para sentirnos lo más
seguros posible. Nuestro ego busca el bienestar interno en el mundo externo.
Por eso cree ser lo que tiene, se compara constantemente, desea ser aceptado
y amado por los demás, se perturba frente a las críticas, procura mantener
una imagen exitosa y reacciona y sufre cuando los demás no se amoldan a sus
deseos. Nuestro ego es la verdadera causa de nuestro sufrimiento, pues nos
lleva a no aceptar la realidad tal y como es. Y aceptar no quiere decir
resignarse o estar de acuerdo con algo. Tan solo quiere decir poder estar en
paz, sin juzgar ni apegarnos a lo que sucede. Lo cierto es que todo aquello que
no logramos aceptar es lo único que nos hace sufrir. Si quieres encontrar un
bienestar que no dependa del mundo externo, tienes que distanciarte de esa
voz que te susurra que hay algo mal en ti, que aún no eres lo suficientemente
bueno, que la opinión de los demás es importante, que es inadmisible que los
demás sean como son, que aún no tienes todo cuanto necesitas para ser feliz
y que el mundo debería adaptarse a tus preferencias. Todo eso son creencias
del ego, que al no ser capaz de aceptar la realidad, no hace más que luchar
contra ella. De ahí todo el sufrimiento que experimentas cuando te dejas
dominar por él.

ABRAZA TU
«ESENCIA» O «VERDADERO
YO».
«Lo único que falta en tu vida eres tú.»
OSHO
Al ir más allá del ego, somos libres para ser quienes verdaderamente somos.
Entonces podemos abrazar y honrar nuestra “esencia” o “verdadero Yo”, es
decir, ser congruentes con nuestros valores, talentos y pasiones, así como con
nuestra autenticidad como seres humanos únicos e irrepetibles.
Al desligarnos de nuestro ego, comenzamos a experimentar una
dimensión más profunda de nosotros mismos. Es un estado de calma y
regocijo incondicionales, es decir, que no tienen una causa externa. Este
estado forma parte de nuestra verdadera naturaleza. Es, por así decirlo,
nuestra mera presencia. Nuestra vida en estado puro. Y solo podemos sentirla
plenamente cuando no estamos juzgando, condenando o luchando contra la
realidad externa. ¿Cómo conectar con esta dimensión esencial de nosotros
mismos? Sencillamente siente tu presencia. No pienses en ella. Siéntela. Si lo
necesitas, medita durante unos minutos prestando atención únicamente a las
sensaciones de tu cuerpo o a tu propia respiración. No tardarás en tomar
distancia de tu incansable cháchara mental, y sentirás tu presencia de manera
intensa y vibrante.
Entonces, ¿cómo sabemos si estamos viviendo desde el ego o desde
nuestro verdadero Yo? Muy sencillo. Siempre que cosechamos sufrimiento e
insatisfacción estamos viviendo desde el ego, es decir, siendo lo que no
somos, con la incoherencia interior que eso conlleva. Sin embargo, si lo que
cosechamos es paz, armonía y satisfacción, no cabe duda de
que estamos viviendo desde nuestro verdadero Yo.

CONSTRUYE UN
PROYECTO DE VIDA
SATISFACTORIO.
«La felicidad es la simple armonía entre los seres
humanos y las vidas que llevan.»

ALBERT CAMUS
Cuanta más coherencia exista entre lo que “somos” y lo que “hacemos”, más
satisfacción cosecharemos, porque estaremos siendo congruentes con
nuestro verdadero ser. De ahí que cada vez más autores definan la felicidad
como la satisfacción que experimentamos al recorrer nuestro propio sendero
en la vida. ¿Para qué estás aquí? ¿Para qué te ha hecho la vida? ¿Qué puedes
darle al mundo que solo tú puedas darle, o que solo tú puedas dárselo a tu
manera? ¿Cuáles son tus talentos, valores y pasiones? En lo más profundo de
ti, ¿qué sentido deseas dar a tu paso por el mundo? ¿Para qué haces lo que
haces? ¿Para qué vives?
Lo único que falta en tu vida eres tú. Cuando desarrollas tus talentos,
cultivas tus pasiones, eres coherente con tus valores personales y das cabida
a tu autenticidad, estás honrando lo que verdaderamente eres. Es entonces
cuando empiezas a dar sentido a tu existencia y reconectas con el entusiasmo
y la ilusión por vivir. Cuando sientes pasión, es que estás viviendo desde lo
que verdaderamente eres.
Por extensión, también podemos sentir este asombro interior cuando
vivimos el momento presente sin interferencias mentales, con total
aceptación. Es entonces cuando nos maravillamos al contemplar la
naturaleza, las personas que nos rodean o la misma vida que nos envuelve.
Así es como vivimos cuando lo hacemos en íntima conexión con nuestra
verdadera naturaleza, manteniendo a raya nuestro ego.

REPROGRAMA TU
«DIÁLOGO INTERIOR».
«La perturbación emocional no es creada por las situaciones, sino
por la interpretación que hacemos de ellas».
ALBERT ELLIS
Es domingo por la tarde. El equipo azul se enfrenta con el equipo rojo. En el
último minuto del partido, el equipo rojo marca un gol y sale victorioso.
¿Cómo reaccionan los aficionados del equipo rojo? ¿Y los del equipo azul?
Pero… ¿no están viendo el mismo partido? ¿La realidad no es la misma para
todos? Claro que sí. Lo único que cambia son los deseos, aspiraciones e
identificaciones de los aficionados de cada equipo. La realidad es la misma. Lo
que de verdad determina su experiencia interna es lo que ellos hacen con esa
realidad. Nosotros somos la fábrica de nuestras emociones. No las fabrica el
mundo externo, sino lo que nosotros hacemos y nos decimos acerca de él.
Prueba de ello es que, frente a una misma situación, dos personas pueden
generar diferentes emociones. La realidad es la misma, lo único que cambia
es su manera de interpretarla y procesarla. Al ser conscientes de esto,
comprobamos que no es el mundo, sino cómo nosotros nos relacionamos con
él, lo que determina nuestro grado de bienestar o malestar.
¿Qué creencias pueden estar en el origen de tu perturbación? ¿Alguna vez
has pensado algo como “es impermisible que esto suceda”, “no puedo ser
feliz sin una pareja” o “no valgo tanto como los demás”? ¿Qué resultados
emocionales te aporta? ¿Puedes cuestionar esas creencias? ¿Puedes
observarlas con distancia y mirarlas con perspectiva? ¿Puedes
desidentificarte de ellas, viendo que no tienen nada que ver con lo que
verdaderamente eres? ¿Puedes verlas como meras palabras en tu mente a las
que tú decides cuánta atención prestar? ¿Realmente deseas que tengan tanto
poder sobre ti?

DEJA DE BUSCAR FUERA.


«Sé tú el cambio que quieres ver en el mundo.»

MAHATMA GANDHI
Da igual cuánto lo busques fuera, ahí jamás vas a encontrar un bienestar
interior profundo y duradero. Ni en tu pareja, ni en tus amigos, ni en un viaje,
ni en la comodidad material. Nadie encuentra fuera la paz que no tiene
dentro. En todo caso, puedes compartir con los demás el bienestar que tú
hayas creado primero en tu interior.
Nuestro ego cree que necesita algo externo para sentirse bien: el
respeto y la aprobación de los demás, la ”seguridad” de una relación, alcanzar
ciertas metas en la vida... El caso es que cree que necesita que la realidad sea
diferente a como es en este m. Por eso nunca sentimos paz al vivir desde
nuestro ego. Al ser tiranizados por él, pensamos que para sentirnos bien la
realidad ha de adaptarse a nuestros deseos, pero es al revés. Cuanto más nos
obcecamos en que las cosas sean tal y como nosotros pensamos que
“deberían ser”, más nos perturbamos. Como añadidura, los seres humanos
culpamos a lo de fuera de nuestro sufrimiento, adoptando el limitante papel
de víctimas. Nuestro ego se niega a asumir la responsabilidad de nuestro
bienestar. Prefiere culpar al mundo externo de nuestro sufrimiento, pero es
él quien lo está generando. Así, el viaje del autonocimiento no solo nos invita
a dejar de buscar fuera la causa de nuestra felicidad, sino también a no buscar
fuera la causa de nuestro sufrimiento. Lo cierto es que nuestra felicidad
depende únicamente de lo congruentes que seamos con nuestro verdadero
Yo, y nuestra paz interior depende únicamente de que dejemos de perpetuar
nuestra lucha mental con el mundo externo. Y eso son cosas
que dependen exclusivamente de nosotros.

APRENDE A
RELACIONARTE CON TUS
EMOCIONES.
«Los sentimientos vienen y van como las nubes en un cielo
ventoso. La respiración consciente es mi ancla.»
THICH NHAT HANH
No es lo mismo sentir tristeza, ira o miedo que sufrir. El sufrimiento es lo que
ocurre cuando rechazamos nuestras emociones o luchamos contra ellas. Es
entonces cuando nos perturbamos por estar experimentando cierta emoción.
Pero si sencillamente observamos y aceptamos las sensaciones de nuestro
cuerpo, dejando de luchar contra ellas, no hay sufrimiento, tan solo una
sensación a la que llamamos emoción. De ahí las palabras que muchos
atribuyen a Siddharta Gautama Buda: “el dolor es inevitable, el sufrimiento es
opcional”.
Las emociones son señales de alerta de nuestro organismo que solo
pretenden ayudarnos a adaptarnos al medio en el que vivimos. La ira quiere
activarnos para luchar contra una supuesta amenaza. La tristeza quiere que
elaboremos algo que ha sucedido. El miedo quiere que nos protejamos. Y la
alegría quiere que nos acerquemos a aquello que parece ser bueno para
nosotros. Sin embargo, somos nosotros, y no ellas, quienes hemos de decidir
cómo responder frente a nuestras circunstancias. Primero, hemos de
entender que podemos estar fabricando emociones innecesariamente, como
por ejemplo cuando, movidos por nuestro ego, interpretamos como
amenazante algo que no lo es –como la opinión negativa de alguien sobre
nosotros-. Y segundo, hemos de comprender que nuestras emociones nos
incitan a actuar de cierta manera, pero no nos obligan a ello. ¿Puedes
observarlas con distancia? ¿Puedes entender que nosotros no somos la
emoción? ¿Puedes aceptarlas y contemplarlas sin aferrarte a
ellas, observando cómo se desvanecen?

ILUMINA TU «LADO
OSCURO».
«El ser humano se para en su propia sombra
y se pregunta por qué todo está oscuro.»
PROVERBIO ZEN
Una de las claves del autoconocimiento es “iluminar” nuestro lado oscuro, es
decir, hacer conscientes aquellas partes de nosotros mismos que tanto
tiempo llevamos escondiendo y maquillando: nuestros complejos, carencias,
dependencias, exigencias, debilidades, frustraciones, soberbia, inseguridad,
avaricia, etc.
La paradoja es que, cuanto más intentamos disimular y reprimir estas
partes de nosotros mismos –que al final son las principales responsables de
que reaccionemos con perturbación frente a lo que nos sucede-, más intactas
permanecen, condicionando nuestra manera de estar en el mundo. Y al
contrario, cuanta más consciencia tomamos de nuestro lado oscuro, menos
nos domina, pues somos capaces de observarlo con perspectiva y no dejarnos
llevar por él. Por más que lo obviemos, nuestro lado oscuro permanece en
nuestro interior las 24 horas del día y distorsiona nuestra manera de
interpretar la realidad y de responder frente a nuestras circunstancias. Por
eso conviene conocerlo y comprenderlo, para salir de su engaño. Es así como
va perdiendo poder hasta desaparecer. Y la liberación que sentimos entonces
no puede describirse con palabras.
Además, abrazando nuestras sombras también logramos dejar de juzgar
a los demás por las suyas. A eso se refería Carl Jung cuando dijo que "el
conocimiento de tu propia oscuridad es el mejor método para hacer frente a
las tinieblas de los demás".

Me gustaría finalizar esta guía con un cuento que refleja el poder


de conocernos a nosotros mismos y reconectar con nuestra
verdadera naturaleza.

El LEÓN PERDIDO
Una manada de leones paseaba por la sabana cuando se vieron
sorprendidos por una estampida de búfalos. La manada corrió,
pero uno de los leones más pequeños se vio rezagado y terminó por
perderse.
Al día siguiente, un rebaño de ovejas pasó frente a él y, al verlo
tan indefenso, decidieron adoptarlo como uno más. Al ser tan
pequeño, el animal creció convencido de ser una oveja, sin ser
consciente de su verdadera naturaleza. Sin embargo, por más que
intentaba balar y ser como las demás ovejas, solo conseguía emitir
extraños rugidos, y algo en su interior lo llevaba a comportarse de
manera diferente.
Al no encajar, el león se sentía perdido y angustiado. Un día,
un león adulto y feroz apareció por sorpresa y todas las ovejas,
alarmadas, corrieron tanto como pudieron. Sin embargo, el león
que creía ser una oveja, paralizado por el miedo, no supo que
hacer. El león atacante lo observó y se mostró confundido. “¿Qué
haces aquí? ¿Por qué me temes?”, preguntó. “Por favor, ¡no me
comas! Solo soy una oveja indefensa…”, respondió el joven.
El león atacante, sin salir de su asombro, lo llevó frente a una
charca cercana. Allí, el león que creía ser una oveja vio su reflejo en
el agua. Era la primera vez que se veía a sí mismo tal y como era.
Echó un vistazo a su compañero, volvió a mirarse a sí mismo y lo
comprendió todo. Emocionado y entre lágrimas, emitió un
poderoso e imponente rugido. Acababa de comprender quién era
de verdad. Y nunca volvió a sufrir.
En caso de que sientas interés por profundizar más en ti, puedes
seguirme en Facebook e Instagram, donde subo muy a menudo
información sobre el apasionante viaje del autoconocimiento.
También puedes leer los múltiples artículos que tienes en mi
página web.

Facebook: Mario García. Psicología y Autonocimiento.

Instagram: @mariogarciapsic

Web: www.psicologomariogarcia.com
DESEO DE CORAZÓN QUE TU VIAJE
CONTINÚE.
Gracias por estar aquí.
¡Un gran abrazo!

También podría gustarte