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Aquí una antigua foto de mi madre con sus cinco hijos. Las primeras
celebraciones del Día de la Madre se remontan a la antigua Grecia,
donde se le rendían honores a Rea, la madre de los dioses Zeus,
Poseidón y Hades.
El nombre de Rea es de etimología dudosa, se relaciona con el
griego "tierra" y es sufijo procedente del gr. rhéo, fluir , de ahí “flujo”
o “emanación”…..
Los católicos celebran celebraciones para honrar a la Virgen María,
la madre de Jesús. En el santoral católico el 8 de diciembre se
celebra la fiesta de la Inmaculada Concepción, fecha que los
católicos adoptaron para la celebración del Día de la Madre y que
fue trasladada en 1965 del 8 de diciembre al primer domingo de
mayo-
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La fisiognomía en el mundo á rabe tiene una larga tradició n, y en el tratado de Ibn
Arabi esta se mezcla con la contemporá nea traducció n de los textos griegos, que
como ya hemos señ alado, supusieron una gran influencia. Lo primero que nos
llama la atenció n del tratado de Ibn Arabi es su "pensamiento de una personalidad
muy piadosa", estas reflexiones fisiognó micas está n ya que marcadas por la
espiritualidad. Así, Ibn Arabi nos habla de la perspicacia fisiognó mica como un don
con dos vertientes. por un lado, la natural o sapiencial, aquella que nos viene dada
o que se puede aprender mediante el estudio de las normas de esta ciencia, y la
espiritual o divina, aquella que Dios otorga a las personas especiales, para la cual
también se necesita el conocimiento teó rico de la natural, pero ésta queda
trascendida, ya que la espiritual va má s allá de las cosas que vemos. Es curioso
có mo Ibn Arabi nos habla de perspicacia fisiognó mica, y hay que tenerlo muy en
cuenta, ya que de esta manera nos relaciona la fisiognomía con la intuició n, una
intuició n que va innata en el hombre que posee el don de la perspicacia
fisiognó mica, que es otorgada por Dios, y le hace ser capaz de practicar esta ciencia
con sabiduría. Así, la intuició n o perspicacia es la cualidad necesaria para poder ser
un fisionomista total, comprendiendo ambas vertientes, ya que sin intuició n, no se
llegaría a comprender la espiritual, la trascendental.
Segú n Ibn Arabi, cada acto que llevamos a cabo se ve reflejado en el miembro
correspondiente a dicho acto, y por ello el sabio fisionomista puede verlo en las
personas, aunque no haya estado delante en el momento del hecho. Esto está
relacionado con la importancia de la xara en el mundo islá mico, las leyes; Ibn Arabi
nos dice que la belleza no se encuentra en la cercanía o lejanía de Dios, sino en la
legalidad de las acciones, cuyo conocimiento es el objetivo principal para el
fisionomista espiritual: saber quién es Bienaventurado. En resumen, la perspicacia
natural es la que se conoce, a través de la constitució n fisiognó mica y orgá nica, el
cará cter y las virtudes o defectos de la persona, mientras que la verdadera
aportació n de Ibn Arabi es la perspicacia espiritual, que es la luz divina que Dios
otorga al fiel elegido, y aquí encontramos la rama neoplató nica del pensamiento de
nuestro místico, pues diferencia claramente el mundo superior, que es el motor del
otro mundo, el sensible o terrenal. Habla de Dios como la luz a la visió n, una luz
que se enciende en la oscuridad y que nos deja ver má s allá de las cosas, pues
nuestra visió n se encuentra obstaculizada por una serie de barreras, que só lo a
través de la fe y de la ayuda de Dios podemos superar. Gracias a la luz que éste nos
otorga podemos ver lo que hay má s allá del mundo terrenal, que podemos percibir
mediante los sentidos naturales, llegando al mundo superior, al que llegamos,
como digo, mediante la reflexió n y la fe. Las barreras, o velos, que hay que eliminar
para llegar a ver qué hay má s allá del objeto, o del rasgo físico en el caso de la
fisiognomía, son los malos actos o pensamientos. Qué duda cabe que esta
comparació n de Dios con la luz, así como las referencias a los velos y la visió n del
mundo superior, nos remiten al famoso "Mito de la Caverna" plató nico, donde
mediante los sentidos veíamos las sombras del mundo de las Ideas, que se
alcanzaba atravesando los muros de aquella caverna, viendo má s allá de las
sombras. Por otro lado, hay que puntualizar que Ibn Arabi nos dice que, una vez
otorgada la luz, só lo veremos aquello que Dios disponga que veamos, ya que el
entendimiento humano no es capaz de abarcarlo todo, tiene unos límites, pues no
podría llegar nunca al conocimiento ilimitado de Dios. Por ú ltimo, es necesario
señ alar que el místico hace una matizació n con respecto a que la percepció n
fisiognó mica es otorgada por Dios, ya que Sus Nombres Divinos só lo aportarían la
posibilidad de percibir la virtud de ese Nombre, así, al ser dada por Dios, permite
discernir todo36. Es el fisionomista que posee la luz de Dios aquel que realmente
es capaz de llevar a cabo esta ciencia con la dignidad que merece, llegando al fondo
de la cuestió n.
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En la Colegiata de Daroca y bajo el baldaquino apoyado en cuatro columnas salomónicas de mármol negro, se cobija el grupo escultórico de la
Asunción de la Virgen. Sobre unas nubes, que sostienen en equilibrio sobre un solo pié dos ángeles, tiene su asiento la imagen de la Virgen María.
Conjunto que parece un prodigio de equilibrio lleno de fantasía e ingravidez. En el centro de las nubes que sostiene a la Virgen, se abre un óculo, con
cerramiento de concha movible que se utiliza para la exposición de la custodia con la Sagrada Forma.
https://www.facebook.com/photo.php?
fbid=10202577905623791&set=a.1013565254332&type=3&theater
https://es.wikipedia.org/wiki/Archivo:Meoto_Iwa.jpg
Meoto Iwa, las rocas casadas.
https://es.wikipedia.org/wiki/Archivo:Sunrise_of_the_Wedded_Rocks02.jpg
Amanecer en Meoto Iwa.
Meoto Iwa (夫婦岩 Las rocas casadas ) son un par de farallones rocosos en el mar frente a Futami, Mie, Japón. Están unidas por
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un shimenawa (una pesada soga de paja de arroz) y son consideradas sagradas por los fieles del cercano jinja Futami Okitama. En la
creencia Shinto, las rocas representan la unión del creador de kami, Izanagi e Izanami. Las rocas por lo tanto, celebran la unión en
matrimonio del hombre y la mujer. La cuerda, que pesa más de una tonelada, debe ser sustituida varias veces al año en una ceremonia
especial. La roca más grande, que se dice que es masculina, tiene un pequeño torii en su pico.
El mejor momento para ver las rocas es al amanecer durante el verano, cuando el sol parece elevarse entre ellas. El monte Fuji es
visible a lo lejos. En la marea baja, las rocas no son separadas por el agua.
El jinja Okitama está dedicado a la diosa de los alimentos Miketsu. Hay numerosas estatuas de ranas alrededor del santuario. El
santuario y las rocas están cerca del Gran Santuario de Ise, el lugar más importante del sintoísmo.
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Fotos que tomé de la puerta de entrada al Monasterio de Sigena en la en su detalle se aprecia la aldaba en forma de falo con una
concha incluida. Estas aldabas son comunes en las puertas de Aragón, supongo heredadas de la cultura romana.
Efecto apotropaico es un término antropológico para describir un fenómeno cultural que se expresa como mecanismo de defensa
mágico o sobrenatural evidenciado en determinados actos, rituales, objetos o frases formularias, consistente en alejar el mal o
protegerse de él, de los malos espíritus o una acción mágica maligna en particular. El término deriva del verbo griego αποτρέπειν
('apotrépein' = "alejarse") No hay duda de que, al menos entre los siglos II a.C. y II d.C., la imagen del miembro viril se emplea en el
mundo romano, entre otras cosas, como apótrope contra el mal de ojo.
La puerta de entrada es, por tanto, el espacio ritual clave en la protección apotropaica del hogar. evidencias arqueológicas es de la
disposición de iconografía apotropaica en las fachadas de entrada a los edificios y en algunas jambas de puerta, la mayor parte de ellas
fechadas a lo largo del siglo I d.C. Pompeya es un caso excepcional a este respecto.
Hace tiempo leí sobre la identidad de funciones apotropaicas del falo y del escorpión, así en algunas casas se colocaba la imagen de un
escorpión con su cola enervada. En la Columna de Trajano se puede ver en la escena de la Salida de trajano del Puerto de Ancona,
soldados de la Guardia Pretoriana con sus emblemas en forma de escorpión, animales que fueron adoptados como emblema en
tiempos del orador y emperador Tiberio, quizás porque Escorpio era su signo zodiacal. Es conocido a través de su cerámica que
algunos escudos de los soldados griegos portaban escorpiones, avispas o arañas como elementos amenazantes, protectores o
aposemáticos.
La relación entre el falo, el escorpión y el dragón como imagen apotropaica, me ha parecido verla en las aldabas de Aragón, sobre todo
en Alquezar, en la iglesia de Cretas, en el Monasterio de las Agustinas de Mirambel, la casa de mi abuelo en Albarracín y en la puerta
del casino de Huesca.
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Es curioso que tanto en griego como en sá nscrito, las palabras que significan
«hablar» y «brillar» tienen raíces comunes. En españ ol queda como testigos
palabras como «dicho brillante», «ilustració n», «clarificar», «declarar» y
«argumentar».
La palabra "argumento" viene del latín argumentum, compuesto del verbo arguere
(argü ir, dejar en claro) y el sufijo -mentum (-mento = instrumento, medio o
resultado). Este verbo se relaciona con la raíz indoeuropea *arg- (brillar). En la
mitología griega Ἄργος (Argos) era un gigantesco rey, a quien representaban con
cien ojos. De ahí que la palabra argos se refiere a una persona muy vigilante. Segú n
la historia, cuando Hermes mató a Argos, Hera puso sus ojos en la cola de un pavo
real. Así, la “Mujer vestida de Sol”, como la Academia de la lengua, nos clarifica el
sentido de “Mater Dei”.
No existe una ú nica manera de representar a Dios en el monoteísmo
judeocristiano. En el día de la madre nos recuerda que la presencia de lo
«Femenino» en Dios es al mismo tiempo una afirmació n de la propia Escritura y
una evidencia metafísica. La afirmació n de la Escritura es conocida y se encuentra
al comienzo del Génesis (1,27) en el relato de la creació n del hombre: «Dios creó al
hombre a su imagen; a imagen divina lo creó , los creó hombre y mujer»; de donde
se deriva una conclusió n necesaria, que es que, si la polaridad masculino-femenino
constituye la imagen de Dios en el hombre, es que esta polaridad existe en cierto
modo en Dios. Y es ademá s una evidencia metafísica, pues una cosa que existe en la
creació n debe tener necesariamente su prototipo en el Creador, sin lo cual no
existiría.
La dificultad, para la mayoría, de aceptar esta evidencia viene del hecho de que se
considera esta polaridad ú nicamente desde el punto de vista de los sexos, como la
de «macho y hembra», cuando en realidad se refiere ante todo a los géneros, «lo
masculino y lo femenino», los cuales tienen un alcance bien distinto.
La imagen de la Virgen del Pilar que hice y expuse en el taller de Paco Simó n.