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Jaques Derrida

y el
Deconstructivismo
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• Rodolfo-J. Rodríguez Rodríguez
E-mail:
• rodolfor@cariari.ucr.ac.cr

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• Jacques Derrida Safar
• (15 de julio de 1930 - 8 de octubre de 2004).
francés nacido en Argelia, considerado uno de los
más influyentes pensadores y filósofos
contemporáneos.
• Fue el primero en desarrollar el método de
pensamiento conocido como deconstrucción,
planteado en el trabajo de Martin Heidegger.

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Valerio Adami: Derrida. 2003
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Derrida con Borges en la casa de este último,
en Buenos Aires en 1985
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Gadamer y Derrida. Paris
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Habermas y Derridá
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La deconstrucción

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El discurso
deconstructuvista
identifica la incapacidad
de la filosofía de
establecer un piso
estable.
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La deconstrucción es un
tipo de pensamiento que
crítica, analiza, y revisa
fuertemente las palabras
y sus conceptos.
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Derrida en su "Carta a un amigo
japonés", explica que con la palabra
"deconstrucción“, intentaba traducir y
reapropiar para sus propios fines los
términos heideggerianos
Destruktion (Destrucción) y Abbau
(Construcción) usando una palabra
francesa, cuyos variados usos parecían
consistentes con sus intenciones.
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El texto y la textualidad
Los mismos textos se
deconstruyen.
La deconstrucción está inscrita en
la textualidad como su ruina y al
mismo tiempo como su principio.
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No obstante, debe tomarse
en cuenta que la
Deconstrucción derridadiana
no es postmoderna porque
no pretende a la inversa de
la filosofía de Deluze, olvidar
inocentemente la tradición.
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La deconstrucción de Derridá
más bien intenta una
anámnesis de lo inmemorial,
dicho de otro modo, de aquello
cuya tradición es el olvido.
Trabaja con la memoria de la
que se sustrae inevitablemente
a toda empresa de
rememoración.
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La deconstrucción trastorna
la dialéctica, es decir, del
discurso y de la lectura que
quieren el dominio sin
reservas del sentido y de la
significación, el dominio de
lo que sucede al
pensamiento.
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Derrida traduce y recupera por cuenta
propia la noción de deconstrucción;
entiende que la significación de un
texto dado (ensayo, novela, artículo
de periódico) es el resultado de la
diferencia entre las palabras
empleadas, ya que no la referencia a
las cosas que ellas representan.
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Se trata de una diferencia
activa, que trabaja en creux
cada sentido de cada uno de
los vocablos que ella opone,
de una manera análoga a la
significación diferencial
saussuriana en lingüística.
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Para marcar el carácter
activo de esta
diferencia (en lugar del
carácter pasivo de la
diferencia relativa a un
juicio contingente del
sujeto).
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Derrida sugiere el
término de
“différance”,
“diferancia”, suerte de
palabra baúl que
combina diferencia y
participio presente del
verbo diferir.
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En otras palabras, las
diferentes significaciones
de un texto pueden ser
descubiertas
descomponiendo la
estructura del lenguaje
dentro del cual está
redactado.
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La deconstrucción puede tener
todo el aire de un psicoanálisis de
la filosofía, pero no lo es, en
absoluto.
Lo que afirma Freud sobre la
inhibición no es lo que nos va a
ayudar a comprender la represión
metafísica de la escritura, más
bien al contrario
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Todos los conceptos
de Freud pertenecen
a la historia de la
metafísica y por tanto
al logocentrismo.
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Desde luego, dichos conceptos
se despliegan en un discurso
(una sintaxis, un trabajo)
original, que no puede reducirse
por completo a la
conceptualidad que se pretende
desplazar, pero Freud, al
menos, no refleja la necesidad
de ese trabajo y ese
desplazamiento.
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El análisis deconstruccionista de
los textos ha puesto de manifiesto
que en todo texto hay un
desplazamiento de los elementos
semánticos en los que se funda la
propuesta de sentido que hace.
Esa organización privilegia un
elemento central y deja al margen
otros.
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Esta oposición centro /
periferia puede ser invertida y
se puede deconstruir el texto
colocando en el centro el lugar
secundario y alejando del
centro el principal.
Con ello se pone de relieve que
la centralidad o presencialidad
expuesta, era en cierto modo,
inigenua, desequilibrada, un
simulacro.
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El deconstruccionismo no pretende
reequlibrar los textos volviéndolos a
escribir de nuevo.
No sería posible y de hecho alteraría sus
propiedades textuales, el resultado sería
otro texto diferente.
El desplazamiento entre la
presencia y de la ausencia, permite
superar el círculo hermenéutico que parte
de la suposición de que los textos están
centrados, demostrándose precisamente lo
contrario.
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La deconstrucción de la causalidad
que hiciera Nietzsche pone de relieve
que en la relación de pinchar y sentir
dolor, la aparente causa y
consecuencia, es percibida por el que
sufre la punción de otra forma, pues
siente dolor sabe que le han punzado,
con lo cual la causa para él es el dolor
y la consecuencia que obtiene es
saber que ha sido pinchado.
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Deconstruccionismo
en
Imágenes

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El 16 de septiembre
R. Magritte

Esta es una propuesta de arte deconstruccionista que


ha desplazado de su lugar determinadas realidades y
ha establecido otros centros.
La Luna creciente parece un fruto del árbol,
instaurando una nueva relación inopinada y sugerente,
donde se ha dejado a un lado el tamaño y la ubicación
realRodolfo-J.
de los objetos.
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Deconstrucción de ceremonia matrimonial
La Novia (él): George Goulbourme
El novio (ella): Alfreda Morrison
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Velazquez: Las Meninas. S. XVII
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Picaso: Las Meninas (Pintura deconstructiva de la de Velazquez)
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Caravaggio: La Conversion en el camino a Damasco
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Snezana Petrovic
Deconstrucción de la pintura:
Conversión de San Pablo de Caravaggio
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Artemisia Gentileschi
Judith decapitando a Holofernes 1621. Florencia
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Snezana Petrovic
Deconstrucción de la pintura:
Judith decapitando a Holofernes de Artemisia Gentileschi
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Edward Hopper: Chop Suey.1929
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Deconstrucción de Chop Suey de Hopper
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Terminología deconstrucionista

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Falologocentrismo
Muestra la estrecha solidaridad que
existe entre «la erección del logos
paterno (el discurso, el nombre
propio dinástico, rey, ley, voz, yo,
velo del yo-la-verdad-hablo, etc.) y
del falo “como significante
privilegiado”»..
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Falocentrismo:
La diferencia sexual
pensada a partir
de la primacía
simbólica del falo.

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Imaginario
Falocéntrico
Imágenes
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• Escultura antigua de Falo
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• Aegyptiaca / Egipto
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• Babylonia: 1800 ac
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.
Esta hebilla del cinturón estaba inspirada por la ilustración de
Aubrey Beardsley: Los Embajadores de
Lacedaemonian

Expresiones ideográficas del falo

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Mural de Mercurio en Pompeya.
Expresiones ideográficas del falo

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• Figura Inca
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• Figura precolombina
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• Templo indio con formas fálicas (Khajuraho)
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Diversas imágenes
Tratado erótico-filosófico indio Kamasutra.
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En el Kama Sutra En el Kama Sutra
se clasifican tres tipos se clasifican tres tipos de
Lingam o Falos: Yonis o Vaginas:
El Liebre, El Toro y El Cierva, Yegua,
Caballo Elefanta
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Pintura japonesa, resaltando el papel del falo
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Jean Charles Gervaise de Latouche. S.XVIII
El falocentrsimo y la Modernidad
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Pene flácido y erecto
El falo: pene erecto
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Salvador Dalí: El gran masturbador. 1929
Entre lo blando y lo duro
Óleo realizado después de conocer a Gala
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El Falocentrismo: Identifica la masculinidad y el poder
En este contexto, socialmente los varones adquieren un mayor
estatus dependiendo de las dimensiones y funcionalidad de un
pene erecto, mostrándose como gran preñador o en su defecto
como un gran proveedor
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Importancia social y religiosa de la Circuncisión: ¿Ficción?
¿Son los individuos circuncisos menos activos sexualmente?
¿Son los individuos circuncisos menos propensos a enfermedades?
La Importancia social del prepucio se ha manifestado de diversas maneras
entre culturas tan disímiles como los judíos y los mayas.
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La simbología y el imaginario del falo depende en
gran medida de las dimensiones del glande
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Miguel Angel: El crepúsculo 1525. Florencia
La tradición clásica entre los griegos y el renacimiento,
típicamente mostró desnudos masculinos, pero sin erección
¿Oculta esto un temor compulsivo de la varonilidad occidental a
ser observado erecto?
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Salvador Dalí:
“Joven Virgen Autosodomizada
por su Propia Castidad”
Simbología fálica
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Arte fino
Wilson

La felación (del latín fellatio)


Es una forma de sexo oral que consiste en chupar o lamer el pene
y el escroto con la boca, la lengua y los labios.
En el imaginario falocéntrico, es un símbolo de
poder en la diferenciación sexual, pensada a
partir de la primacía simbólica del falo.
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Marisa
(Gay Art)
Matthew
Stradling:

Matthew Stradling: Marisa (Gay Art del siglo XX)


¿El Falo: muestra una diferencia de género o de sexo?
¿Lo femenino falizado o lo fálico feminizado?
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Spring
(Gay Art)
Matthew Stradling:

¿El falo símbolo de masculinidad o de poder?


¿Qué no es la imagen falo?
¿Qué oculta o reprime el imaginario fálico?
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¿Qué es lo ausente en el imaginario y los
discursos falocéntricos?
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El Clítoris femenino, es ocultado, olvidado,
eludido del discurso falocéntrico
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El falocentrismo psicoanalítico
En 1923 en su artículo:
La organización genital infantil,
Freud afirma que en el desenlace de la
sexualidad infantil “no hay un primado genital,
sino un primado del falo”.
En Sobre las transposiciones de la pulsión, en
particular del erotismo anal de 1917
Expone la idea de que el falo pueda desplazarse
de un significante a otro, en las equivalencias
simbólicas entre pene-hijo-regalo-dinero.
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El falocentrismo psicoanalítico
Cuando Freud se refiere a la
percepción de los órganos genitales
por parte del varón o de la niña,
remite a una captación imaginaria
que no es suficiente para explicar la
primacía fálica en la primera
expresión psicológica de la
diferencia entre los sexos.
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El falocentrismo psicoanalítico
Es decir que la percepción de la diferencia
sexual anatómica no basta para que el niño
y la niña ingresen a la fase fálica.
Para que el órgano masculino tenga un
papel importante en esta fase se requiere
que se lo haya simbolizado como falo y sólo
así el niño teme su pérdida y la niña
quiere tenerlo.
Es en el orden simbólico donde se
inauguran todas las significaciones del
tener o no tener que recaen sobre el
cuerpo.
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El falocentrismo psicoanalítico
Jacques Lacan, en 1958, en su texto La significación del
falo, afirma que el falo no es una fantasía, ni es tampoco
un objeto y menos aún es el órgano, pene o clítoris.
Lacan distingue el falo imaginario del falo simbólico.
El primero es la designación en la teoría de la imagen
por la cual el sujeto se representa a sí mismo como no
faltándole nada, es lo que completa la falta.
Por su parte, el falo simbólico no es una imagen sino el
significante de la falta, por ello puede ser sustituido por
otra cosa que lo represente.
Se lo puede tener, perder, dar, recibir... es sustituible.
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El discurso falocentrista del
psicoanálisis, pone en el centro al falo
y muy en la periferia al clítoris, en
centro al varón y muy en la periferia a
la niña
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El falocentrismo psicoanalítico
En el discurso psicoanalítico que el niño trata de
salvar su miembro sexual y la niña tiene un juicio
de inferioridad por su mutilado
¿Porqué Freud al plantear el Complejo de
envidia de pene en las niñas y de castración en
los niños da primacía a tener falo y al sentimiento
de inferioridad por no tenerlo?
¿Porqué Freud propone que el orgasmo
clitorídeo como imitación del orgasmo
masculino?.
De hecho, sugiere abandonarlo y cambiarlo por
orgasmos uterino.
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Ocultación falocentrica del clítoris
El falocentrismo ha conllevado a un
desconocimiento y ocultamiento de la anatomía
y funciones del clítoris, inclusive entre las
mujeres.
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El temor falocéntrico a la sexualidad femenina y en
particular al símbolo del clítoris, ha llevado a la
mutilación de clítoris por razones culturales

En todo el mundo Escisión del Escisión del


entre 100 y 140 clítoris,
clítoris, de los
millones de niñas y tejidos adyacentes
prepucio y (labios menores) y
mujeres han
padecido esta labios menores también de los
labios mayores
mutilación
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En las huellas de las prácticas falocéntricas agresivas
de reprensión, ocultamiento y mutiliación de los
órganos sexuales femeninos, se halla manifesto
como ausencia en la presencia, el temor reprimido
masculino a la sexualidad femenina.
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Logocentrismo

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Logocentrismo
Palabra inventada por Derrida para
describir el sistema metafísico que acepta
la escritura como secundaria, o
suplementaria al habla.
Derrida no esta de acuerdo con esto.
Dice que la escritura, que se acepta en el
logocentrismo como la imitación del habla
puede expresar ideas más perfectamente
que el habla, de esta manera socavando la
relación jerárquica.
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Logocentrismo
El logocentrismo pensado desde la lógica binaria

hace patente en el pensamiento platónico

(sensible / inteligible, opinión / conocimiento,

engaño / verdad), la escritura se halla del lado

oscuro y engañoso de la tabla, en la medida en

que representa una materialización de la voz.

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Logocentrismo
Frente a la importancia concedida a la
presencia en todo el logocentrismo,
Derrida indica la necesidad de la ausencia
y la diferencia: para que exista
significación, la presencia del significado
ha de estar “diferida”.
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Logofonocentrismo

Señala la relación necesariamente

inmediata y natural del pensamiento

(logos unido a la verdad y al sentido) con

la voz (foné que dice el sentido).

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El fonocentrismo
Está indicando que en la historia del
pensamiento existe un privilegio concedido
a la voz frente a la escritura.
La voz ha sido considerada como una expresión
directa del lenguaje, en la misma medida, la
escritura ha sido signada con el estigma de lo
derivado y de la materialidad.

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“Se presiente desde ya que el fonocentrismo se
confunde con la determinación historial del sentido
del ser en general como presencia, con todas las
sub-determinaciones que dependen de esta forma
general y que organizan en ella su sistema y su
encadenamiento historial (presencia de la cosa para
la mirada como eidos, presencia como
substancia/esencía/existencia [ousía] presencia
temporal como punta [stigme] del ahora o del
instante [nun], presencia en sí del cogito,
conciencia, subjetividad, co-presencia del otro y de
sí mismo, ínter-subjetividad como fenómeno
intencional del ego, etc.). El logocentrismo sería, por
lo tanto, solidario de la determinación del ser del
ente como presencia. “
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En la medida en que dicho logocentrismo
no está totalmente ausente del
pensamiento heideggeriano, lo mantiene
quizá dentro de esta época de la onto-
teología, dentro de esta filosofía de la
presencia, es decir de la filosofía. Lo cual
significaría tal vez que no se sale de la
época cuya clausura puede esbozarse. Los
movimientos de la pertenencia o de la no-
pertenencia a la época son muy sutiles, las
ilusiones son muy fáciles en este sentido
como para que se pueda resolver aquí en
definitiva.
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Así la época del logos rebaja la
escritura, pensada como mediación
de mediación y caída en la
exterioridad del sentido. A esta
época pertenecería la diferencia
entre significado y significante o, al
menos, la extraña distancia de su
“paralelismo” y la exterioridad, por
reducida que sea, del uno al otro.
Esta pertenencia está organizada y
jerarquizada en una historia.
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La diferencia entre significado y
significante pertenece de manera
profunda e implícita a la totalidad
de la extensa época que abarca la
historia de la metafísica, y de una
manera más explícita y
sistemáticamente articulada a la
época más limitada del
creacionismo y del infinitismo
cristiano cuando éstos se apropian
de los recursos de la
conceptualidad griega.
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Esta pertenencia es esencial
e irreductible: no se puede
conservar la utilidad o la
“verdad científica” de la
oposición estoica, y luego
medieval, entre signans y
signatum sin traer también a
sí todas sus raíces
metafísico-teológicas.
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A estas raíces no sólo pertenece -y
esto ya es mucho- la distinción entre lo
sensible y lo inteligible con todo lo que
ella domina, a saber, la metafísica en
su totalidad. Y esta distinción es
aceptada en general como algo
sobreentendido por los lingüistas y
semiólogos más atentos, por los
mismos que piensan que la
cientificidad de su trabajo comienza
donde termina la metafísica.
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Pero a estas raíces metafísico-teológicas
se vinculan muchos otros sedimentos
ocultos. La “ciencia” semiológica o, más
limitadamente, lingüística, no puede
mantener la diferencia entre significante y
significado -la idea misma de signo- sin la
diferencia entre lo sensible y lo aquí
inteligible, por cierto, pero tampoco sin
conservar al mismo tiempo, más profunda e
implícitamente, la referencia a un
significado que pudo “tener lugar”, en su
inteligibilidad, antes de toda expulsión hacia
la exterioridad del aquí abajo sensible.
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En tanto cara de inteligibilidad pura
aquél remite a un logos absoluto al
cual está inmediatamente unido.
Ese logos absoluto era en la
teología medieval una subjetividad
creadora infinita: la cara inteligible
del signo permanece dada vuelta
hacia el lado del verbo y de la cara
de Dios.
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No se trata naturalmente de “rechazar” esas
nociones: son necesarias y, al menos en la
actualidad y para nosotros, nada es pensable sin
ellas. Se trata ante todo de poner en evidencia la
solidaridad sistemática e histórica de conceptos y
de gestos de pensamiento que muchas veces se
cree poder separar inocentemente. El signo y la
divinidad tienen el mismo lugar y el mismo
momento de nacimiento. La época del signo es
esencialmente teológica. Tal vez nunca termine.
Sin embargo, su clausura histórica está
esbozada.
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Différance (Diferancia)
Palabra inventada por Derrida que se
refiere a los dos significados simultáneos
del verbo francés diferer.
Este verbo corresponde al verbo español
diferir: «dilatar, retardar o suspender la
ejecución de una cosa; distinguirse una
cosa de otra o ser diferente y de distintas o
contrarias cualidades». (Diccionario RAE,
primera edición, 1992).

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Différance (Diferancia)
A cualquier palabra que se busque en el
diccionario se le puede aplicar différance.
En contra de la metafísica de la presencia, la
deconstrucción tiene este (no) concepto, en
tanto no es ni una palabra ni un concepto,
denominando la no-coincidencia del
significado, tanto sincrónicamente (differs)
como diacrónicamente defers.
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Différance (Diferancia)
Todo concepto está por derecho y
esencialmente inscrito en una cadena
o en un sistema en el interior del
cual remite al otro, a los otros
conceptos, por un juego
sistemático de diferencias.
Un juego tal, la différance, ya no es
entonces simplemente un concepto,
sino la posibilidad de la conceptualidad,
del proceso y del sistema conceptuales
en general.
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Différance (Diferancia)
La différance, que no es un
concepto, no es una mera
palabra, es decir, lo que se
representa como una unidad
tranquila y presente,
autorreferente, de un concepto
y una fonía.
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Différance (Diferancia)
La différance es lo que hace, que el movimiento de la
significación no sea posible más que si cada elemento
llamado «presente», que aparece en la escena de la
presencia, se relaciona con otra cosa, guardando en sí
la marca [marque] del elemento pasado y dejándose ya
hundir por la marca [marque] de su relación con el
elemento futuro, no relacionándose la marca [trace]
menos con lo que se llama el futuro que con lo que se
llama el pasado, y constituyendo lo que se llama el
presente por esta misma relación con lo que no es él:
no es absolutamente, es decir, ni siquiera un pasado o
un futuro como presentes modificados
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Différance (Diferancia)
La palabra différance puede también servir para otros
usos: inicialmente porque señala no sólo la actividad
de la diferencia «originaria», sino también el rodeo
temporalizador del diferir; sobre todo porque a pesar
de relaciones de afinidad muy profunda que la
diferancia así escrita mantiene con el discurso
hegeliano, tal como debe ser leído, puede en un cierto
punto no romper con él, lo que no tiene ningún tipo de
sentido ni de oportunidad, sino operar en él una
especie de desplazamiento a la vez ínfimo y radical
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El rastro, la huella, las huellas
La idea de différance también trae con él la
idea de rastro. Un rastro es eso que un
signo differs/defers de….
Es la parte ausente de la presencia del
signo.
En otros términos, a través del acto de
différance, un signo deja atrás un rastro, lo
cual es todo aquello que se ha quedado
después que todo lo presente ha sido
considerado.
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El rastro, la huella, las huellas
Según Derrida, "el propio rastro no existe"
(Derrida 1976, a las 167)", porque es auto-
desrastrante.
Es decir, "donde este se presenta, adviene su
borramiento" .
Porque todos los significantes que se aceptaron
como el presente en el pensamiento Occidental,
necesariamente contendrán los rastros del otro
(ausente) significante, los significantes ni
pueden ser totalmente lo presente ni totalmente
lo ausente.
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La huella
La huella es el origen absoluto
del sentido en general.
Lo cual equivale a decir, una vez
más, que no hay origen absoluto
del sentido en general.
La huella es la différance que
abre el aparecer y la significación.
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La huella
Articulando lo viviente sobre lo no-
viviente en general, origen de toda
repetición, origen de la idealidad, ella
no es más ideal que real, más
inteligible que sensible, más una
significación transparente que una
energía opaca, y ningún concepto de
la metafísica puede describirla.
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La huella
Una huella significante determinada, es afirmar
que en el concepto decisivo de diferencia óntico-
ontológica, todo no puede pensarse de un solo
trazo: ente y ser, óntico y ontológico, “óntico-
ontológico” serían, en un estilo original,
derivados respecto de la différance, concepto
económico que de signa la producción del diferir,
en el doble sentido de esta palabra La diferencia
óntico-ontológica y su fundamento (Grund) en la
“trascendencia del Dasein” (Vom Wesen des
Grundes) no serían absolutamente originarios.
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Écriture (Escribir)
En la deconstrucción, la
palabra écriture (traducible
como escribir) se destina para
no referirse sólo a los sistemas
de comunicación gráfica, sino
más bien, a todos los sistemas
habitados por el différance.
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Écriture
La escritura es la que
organiza el juego de
referencias significantes que
hace posible el lenguaje: por
ello, “la escritura incluye al
lenguaje”.
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Écriture
Un término relacionado, el
denomiando archi-écriture, se
refiere al lado positivo de
escribir, o escribiendo como un
último principio, en lugar de
derivado de Logos (el
discurso).
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Écriture
La “archiescritura” aparece
como previa a las
oposiciones de la metafísica:
de allí la “gramatología”
como ciencia del origen
tachado y de la huella no
originaria.
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Écriture
En otros términos, considerando que el Logos
Occidental abarca la escritura, es igualmente
válido ver el archi-écriture como abarcante de
el Logos, y por consiguiente el discurso puede
pensarse de como una forma de escribir:
escribiendo en las olas de aire, o en la
memoria del oyente o dispositivo de grabación,
pero no hay ninguna dominación fundamental
al trabajo.
Esto, como descrito anteriormente, es en
general un elemento de las críticas de Derrida
contra el Falologocentrismo.
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Aporía
Aporía viene del griego Aporía (απορια), es decir lo
A-poros (α - πορος), o lo sin camino, lo no-pasable.
La aporética es una estructura recurrente en el
pensamiento de Derridá.
El hueco entre la coherencia filosófica y lingüística de
un texto, y las contradicciones y paradojas
subversivas que socavan tal coherencia.
Esto lleva a que un texto no pueda ser «decidido», de
esa manera destruyendo el sistema o la estructura
que lo define tradicionalmente.
Derrida ve en esto aquello a lo cual que la filosofía
debe aspirar.

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Metafísico
Palabra usada por Derrida para describir sistemas que
requieren una base fija, un «principio primero» sobre
cual se puede construir una jerarquía de significados.
La interpretación deconstructiva, sostiene que toda la
historia de la filosofía Occidental y su lenguaje y
tradiciones, ha enfatizado el deseo para el acceso
inmediato al significado, y así construir una metafísica u
onto-teología, con base en la actitud de privilegiar la
presencia sobre la ausencia.
Derrida describe su tarea como el interrogatorio o
deconstrucción de esta tendencia metafísica en la
filosofía.
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Lilac-spit
(Gay Art)
Matthew
Stradling

Desiminar (¿Eyacular?)
Derridá metaforiza el concepto de desiminiación con la
pluralidad y repartición diferenciativa de los
significados de un texto.
Es el desplazamiento de los supuestos hermenéuticos
que salvaguardan el privilegio ontológico y semántico
del texto y de la autocracia del autor (fálico) 109
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La diseminación
Es esa «imposible reapropiación
(monocéntrica, paterna, familiar) del
concepto y del esperma», esto es, como lo
que no vuelve al padre, supone un riguroso
desplazamiento de los supuestos
hermenéuticos que salvaguardan el
privilegio ontológico y semántico del texto y
de la autocracia del autor (como padre-
creador y guardián a la vez del sentido único y
verdadero del texto) y legitiman la búsqueda y
garantía del origen como fundamento último de
la razón patriarcal.
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La diseminación
La escritura, entonces,
dispersa la palabra viva, la
disemina con respecto al
padre, ese falo que se erige
significante último de todos
los significados posibles
(falocentrismo).
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La diseminación
La diseminación implicaría el
esparcir hacia nadie, hacia lo
anónimo, las semillas cogidas
quizás al azar del montón
mezclado de todas las semillas
desgranadas y desparramadas
de los frutos recolectados.
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La diseminación
En un último análisis, diseminación
no significa nada, y no puede
reunirse bajo una definición
unificadora…la fuerza y la forma
que produce hace explotar el
horizonte semántico…y describe
una multiplicidad irreducible y
generativa.
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Significado
Significado Significado

Significado Significado
Significante

Significado Significado
Significado

La diseminación: explosión de significados


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Suplemento, carencia
originaria, y envaginación
La palabra suplemento se
toma del filósofo Jean
Jacques Rousseau, que la
definió como “una extra
inesencial añadida a algo
que está completo en su
mismo”.
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Suplemento, carencia
originaria, y envaginación.
De acuerdo con Derrida, el
pensamiento Occidental se
caracteriza por "la lógica de
suplementación", la cual se
fundamenta actualmente en dos
ideas aparentemente
contradictorias.
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Suplemento, carencia
originaria, y envaginación
De una perspectiva, un
suplemento sirve reforzar
la presencia de algo que
ya está completo y
autosuficiente.
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Suplemento, carencia
originaria, y envaginación
Así, escribir es el
suplemento de discurso, Eva
era el suplemento de Adán, y
la masturbación es el
suplemento de "sexo
natural."
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Suplemento, carencia
originaria, y envaginación
Pero simultáneamente, según Derrida,
la idea Occidental del suplemento tiene
dentro, la idea que una cosa que es un
suplemento no puede ser verdadera,
"completa en sí misma".
Si estuviera completo sin el
suplemento, no debe necesitar, o
buscar, el suplemento.
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Suplemento, carencia originaria,
y envaginación
El hecho que una cosa puede
añadirse-a para ser aun más
"presente" o "entera", significa que hay
un agujero (el cual Derrida llamará
“carencia originaria”) y el suplemento
puede llenar ese agujero.
Derrida la denomina como
envaginación
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¿Cuál es la carencia originaria del discurso de
Miguelito?, ¿Cuál es el complemento?
¿Cómo lo envagina Mafalda?, ¿Cómo
complementa su discurso?
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Vagina símbolo de Derridá
de “carencia originaria” que tiene su
complemento, su envaginación.
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Envaginación:
El suplemento temporal de la carencia originaria
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Suplemento, carencia
originaria, y envaginación
De esta perspectiva,
el suplemento no
refuerza algo de la
presencia, sino
subraya su ausencia.
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Suplemento, carencia
originaria, y
envaginación
Así, lo que realmente pasa
durante la suplementación,
es que algo aparece para
completar algo.
El suplemento actúa como
un accesorio externo.
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Suplemento, carencia
originaria, y envaginación
Sin embargo, desde otra
perspectiva, el
suplemento llena también
un agujero dentro del
interior del original de
"algo".
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Suplemento, carencia
originaria, y envaginación
Así, el suplemento
representa una
indeterminación entre
la externalidad y la
interioridad.
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El himen
La palabra himen se refiere a la
interacción entre dentro y fuera
de.
El himen es la membrana de
intersección dónde viene a ser
imposible distinguir si la
membrana está en el interior o el
exterior.
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Himen: diversas formas
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El himen
Y en la ausencia del
himen (como en, una vez
el himen se penetra), la
distinción entre dentro de
y fuera de desaparece.
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Sin himen se relativizan lo exterior y lo interior

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El himen
En cierto modo, así el
himen es ni interior ni
fuera de, y ambos
dentro de y fuera de.
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El himen es ni interior, ni fuera de,
y ambos dentro de y fuera de
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Imposibilidad de decidir
La incapacidad de escoger entre
significados contradictorios.
Derrida cita la palabra «himen», que
representa el matrimonio y la unión
sexual, y al mismo tiempo significa la
membrana que impide esta unión.
Derrida dice que no se puede aceptar
uno de estos significados sin el otro.
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Farmakon
La palabra Farmakon se
refiere al punto
localizado entre lo que
cura y y lo que
envenena.
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Farmakon
Deriva de una palabra griega
antigua, y que fue usada por
Platón en el Fedro y en el Fedón,
la cual tenía un significado
indecidible y qué podría traducirse
para significar cualquier cosa
entre, una droga, una receta, un
hechizo, una medicina, o un
veneno.
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La metáfora
Si la escritura de Derrida es difícil de incluir
en el género «filosófico», es porque parece
practicar la metáfora contra el concepto.
No es que la metáfora sea, en sí, no
filosófica, sino que el concepto de
«metáfora» desplegado por la filosofía
(porque «metáfora» es el nombre de un
concepto filosófico) se manifiesta dándole
un lugar, aunque sea secundario, que
evidentemente no posee en el texto de
Derrida.
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Se puede, a la manera
clásica, ilustrar las
proposiciones
conceptuales mediante
metáforas, pero, en teoría
se debería poder decir lo
que haya que decir en
filosofía sin utilizarlas.
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De ahí, por ejemplo, en
parte, el topos filosófico de
la imperfección de las
lenguas «naturales» y la
necesidad de un lenguaje
más claro y menos ambiguo,
si es preciso una notación
lógica «artificial».
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No es difícil ver por qué una
tradición estructurada en torno al
valor de la presencia desconfía
de la metáfora, que habla de
forma oblicua, aprovecha
connotaciones laterales insinúa
cosas sin decirlas en realidad,
sugiere ideas sin hacerlas
explícitas.
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Esta otra tradición no
sólo reivindica el
derecho a la metáfora,
sino que lleva la
austera tradición
conceptual a su propia
verdad metafórica.
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Ahora bien, existe toda una
tradición que, aun así, desearía
conducir de nuevo la filosofía a su
verdad olvidada en la metáfora.
Es importante no equivocarse aquí,
porque, a menudo, se ha asimilado
al propio Derrida con esta tradición
(«artística»), cuando no pertenece
a ella en absoluto.
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En este sentido, todos los conceptos
filosóficos poseen raíces etimológicas en lo
sensible, y que su empleo como conceptos
no es posible sino a condición de olvidar el
movimiento metafórico que los ha alejado
de su sentido original y de olvidar ese
olvido.
El mundo inteligible de la metafísica no
sería más que una transferencia analógica
del mundo sensible de la física.
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De ese modo, al transcribir una frase
filosófica en su «verdadero» sentido, su
sentido original, se puede, por ejemplo,
transformar la frase «El alma posee a
Dios en la medida en que forma parte
de lo absoluto» en «La inspiración se
posa sobre aquel que brilla en el
arbusto del don que recibe en lo que
está totalmente desligado».
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Esta transcripción da al discurso
filosófico el aire de un mito oriental,
desenmascara la impostura
filosófica de no comprender que su
lógos no es más que un mythos
(«la mitología blanca») entre otros,
por más que intente imponerlo
arbitraria y violentamente como la
Razón misma.
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El discurso filosófico, en su aparente
seriedad, no estaría formado sino por
metáforas olvidadas o usadas, una
patraña especialmente gris y triste,
engañada hasta el punto de
proponerse como la auténtica verdad.
Se ve todo lo tentadora que una lectura
semejante puede ser para una crítica
de la filosofía a partir de las ciencias
humanas o de la literatura.
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Derrida también menciona muy a
menudo la etimología de los
términos que lee o qué emplea;
escribe, por lo menos a veces, en
un lenguaje que aprovecha giros
inadmisibles para la filosofía,
aunque sólo sea porque desafían
cualquier intento de traducirlos,
cuando la filosofía debería ser
absolutamente traducible, en teoría.
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El propósito de Derrida no es criticar la
filosofía por su empleo de las metáforas, ni
criticar a los críticos que hacen esa crítica,
sino, como siempre, mostrar la complicidad
fundamental que une aquí los dos campos.
«La Mythologie blanche» ha desconcertado
a sus lectores porque no se ha prestado
suficiente atención a su estructura
argumentativa: en resumen, no se ha leído
de manera suficientemente filosófica, y ésa
es la matriz de todas las malas lecturas de
Derrida (ya se presenten en su pro o en su
contra).
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Se decide por adelantado, que
él está contra la filosofía, o la
razón, o el sentido, o el
concepto, o Hegel y, por tanto,
no se lee más que lo que puede
acomodarse a esta hipótesis
inicial. Habría que leer a Derrida,
más bien, de manera
ultrafilosófica.
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En realidad, la mayor parte de «La
Mythologie blanche» está afectada de un
«como si» (es decir, una especie de giro
metafórico) producido por un argumento
formal casi al principio: se establece
inmediatamente que no se podría dominar
la filosofía o afirmar su verdad basándose
en la metáfora, pero el resto del ensayo
toma esta ley formal (que volveremos a
establecer dentro de un instante) por una
hipótesis provisional, para mejor rastrear su
destino histórico.
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La retirada de la metáfora
Todo intento de sobrepasar la metafísica
recurriendo al concepto de metáfora
tiene que fracasar, porque dicho
concepto es esencialmente metafísico.
Si se explica toda la filosofía a partir de
este concepto, no se explica toda la
filosofía, porque se retira el concepto de
metáfora del objeto que se explica,
precisamente para explicarlo, por lo que
elude la explicación que parecía permitir.
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La retirada de la metáfora
M. Heidegger en Das Metaphorische gibt es nur
innerhalb der Metaphysik, señaló: “Lo metafórico sólo
se da dentro de la metafísica”
Derrida argumenta lo siguiente
“Lo que Heidegger llama la metafísica corresponde a
una retirada del ser. En consecuencia, la metáfora en
cuanto concepto llamado metafísico corresponde a una
retirada del ser. El discurso metafísico, que produce y
contiene el concepto de metáfora, es él mismo quasi
metafórico con respecto al ser: es, pues, una metáfora
que engloba el concepto estrecho-restringido-estricto de
metáfora que, por sí mismo, no tiene otro sentido que el
estrictamente metafórico.”
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La retirada de la metáfora
Sin embargo, de acuerdo con los
criterios de este tipo de explicación, hay
que admitir que «metáfora» es, en sí
misma, una metáfora (cuyo «verdadero
sentido» sería, por ejemplo,
«transporte»), cosa que no puede
hacerse so pena de privarse de la
explicación que nos habíamos
prometido, al volver a introducir en el
campo que hay que explicar el concepto
que supuestamente debe proporcionar
esa explicación.
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La retirada de la metáfora
«Metáfora», pues, falta en el campo y sobra
en relación con el campo. Suplemento, casi
trascendental.
Ya no hay metáfora. Y si aceptamos que la
idea de la huella hace imposible la pretensión
de sustraer así un concepto solo, sin que
arrastre a otros detrás (el concepto de
concepto, por ejemplo), vemos que todo
intento de este género debe ser vano.
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La retirada de la metáfora
Es también la razón de que las ciencias
humanas corran siempre el peligro de
encontrarse más con el estorbo de la
metafísica que de cualquier filosofía, pero
es, al mismo tiempo, el double bind
constitutivo de la filosofía, que no se deja
comprender por otra cosa que no sea ella
misma pero que no puede comprenderse por
sí sola, puesto que no es más que el esfuerzo
de hacerlo.
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El nombre propio
El nombre propio debería garantizar una
cierta conexión entre lenguaje y mundo,
en la medida en que debería designar a
un individuo concreto, sin ambigüedad,
sin necesidad de pasar por los circuitos
de la significación. Incluso si aceptamos
que la lengua está compuesta de
diferencias y, por tanto, de huellas,
parece que el nombre propio que forma
parte del lenguaje, señala directamente
al individuo al que da nombre.
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Esta posibilidad de designación con
nombre propio tiene que ser el
verdadero prototipo del lenguaje y,
como tal, puede determinar el telos
de este último: por complicadas que
se hayan vuelto nuestras
necesidades en materia de lenguaje,
el ideal regulador puede y debe
seguir siendo el de dar nombre
propio, incluso a la verdad misma,
en última instancia
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Lo que denominamos
«nombre propio» es, pues,
siempre impropio, y el acto
de nombramiento que se
desearía como origen y
prototipo del lenguaje
supone la escritura en el
sentido amplio que da a tal
palabra Derrida.
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El acto de nombrar violenta la presunta
unidad que se supone que debe respetar,
da existencia y la retira al mismo tiempo, el
nombre propio borra el propio que anuncia,
se rompe o se anula, es la oportunidad de
la lengua, destruida inmediatamente:
nombrar desnombra, el nombre propio
despoja, desapropia, expropia en lo que se
llamará finalmente abismo de lo propio o de
lo único; y si se quiere designar ese
«origen» con el nombre de Dios, el mejor
nombre propio, el más propio, se arrastra a
Dios en la violencia de la diferencia, se le
convierte en el nombre de quien me
desposee de mí mismo, el nombre de la
confusión originaria de los nombres, Babel,
Locuras.
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La firma
Mi nombre propio me sobrevive. Después
de mi muerte, aún se me podrá nombrar,
hablar de mí. Como todo signo, incluido
«yo», el nombre propio incluye la.
posibilidad necesaria de poder funcionar en
mi ausencia, de despegarse de su portador;
y, de acuerdo con la lógica que ya hemos
experimentado, se debe poder llevar esa
ausencia a un absoluto que denominamos
muerte.
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Se dirá por consiguiente, que,
incluso estando yo vivo, mi
nombre señala mi muerte.
Es ya portador de la muerte de
su portador.
Es ya el nombre de un muerto la
memoria anticipada de una
desaparición
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La señal que me identifica, que me hace
ser yo y no otro, me desapropia
inmediatamente al anunciar mi muerte y al
separarse a priori del mismo yo que ella
constituye o garantiza.
Romeo no es el portador separable del
nombre «Romeo» más que en la medida en
que así se ve desnombrado.
La firma, y eso es precisamente lo que la
distingue del nombre propio en general,
intenta recuperar lo propio de lo que se ha
visto desapropiar rápidamente en el
nombre.
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Tímpano

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Friedrich Nietzsche (1844-1900)
Filósofo, poeta y filólogo alemán, cuyo
pensamiento está considerado como uno de los
más radicales, ricos y sugerentes del siglo XX.
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Friedrich Nietzsche (1844-1900)
Su obra: “Así habló Zaratustra” (1884), narra los
discursos que Zaratustra pronuncia entre los hombres
para anunciar su nueva doctrina. Cada una de las
partes relata sucesivos “descensos” que Zaratustra
realiza desde su retiro en la montaña para relatar a los
hombres su nuevo pensamiento.
Zaratustra es una figura simbólica de la nueva filosofía
que el autor pretendía desarrollar, y Nietzsche se
denomina a sí mismo el “poeta de Zaratustra”.
En ella expuso algunas de las tesis fundamentales de
su pensamiento más maduro, como: La muerte de Dios,
La Voluntad de Poder, El Eterno retorno y el
Superhombre
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J. Derrida: Tímpano
La filosofía siempre se ha
atenido a esto: pensar su otro.
Su otro: lo que limita y de lo que
deriva en su esencia su
definición, su producción.
Pensar su otro: viene a ser sólo
relevar (aufheben) aquello de lo
que ella deriva, a no abrir la
marcha de su método más que
para pasar el límite?
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¿O bien el límite,
oblicuamente, por
sorpresa, reserva
todavía un golpe más
al saber filosófico?
Límite/pasaje.
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¿Es una artimaña que no sea razón para
impedir a la filosofía hablar una vez más de
sí misma, prestar sus categorías al logos
del otro, fingiendo sin tardanza, sobre la
página doméstica de su propio tímpano
(siempre el tambor amortiguado,
tympanon, tela tendida, sostenida para
recibir los golpes, para amortiguar las
impresiones, para hacer resonar los tipos
[typoi], para equilibrar las presiones que
golpean del typtein, entre el adentro y el
afuera) una percusión heterogénea?
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¿Podemos penetrar violentamente su
campo de escucha sin que al punto,
fingiendo incluso la ventaja, la filosofía,
si escuchamos lo que se dice de ella, si
decodificamos el enunciado, lo haga
resonar en ella, se apropie de su
emisión, se lo comunique familiarmente
entre el oído interno y el oído medio,
según la vía de una trompa o de una
ventana interior, sea redonda u oval? .
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Dicho de otro modo,
¿se puede hacer
estallar el tímpano de
un filósofo y continuar
haciéndose oír por
él?
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Filosofar con un martillo.
Zaratustra comienza por
preguntarse si será necesario
estallarles, romperles los oídos
(Murz man ihnen erst die
Ohren zerschlagen), a golpes
de címbalos o de tímpanos,
instrumentos, siempre, de
alguna dionisiada. Para
enseñarles también a «oír con
los ojos».
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Para transformar efectivamente,
prácticamente, lo que se
describe (timpaniza*), será
preciso todavía ser oído en él y
desde este momento someterse
a la ley del martillo interior?.
*Tympaniser tiene una doble significación:
«criticar», «anunciar a bombo y platillo», que
aquí se aúna con el recuerdo «sonoro» de
«tímpano», como elemento auditivo
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Si tomamos el relevo del martillo
interior, nos arriesgamos entonces
a dejar participar al discurso más
ruidoso en la economía más
serena, menos perturbada, mejor
servida, de la ironía filosófica.
Es decir, ejemplos no faltan hoy de
este tamborileo metafísico, que al
aceptar este riesgo no se arriesga
nada.
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El martillo, es sabido, pertenece a la
cadena de los huesecillos, con el yunque
y el estribo.
Se aplica a la superficie interna de la
membrana del tímpano.
Su papel es siempre de mediación y de
comunicación: transmite las vibraciones
sonoras a la cadena de los huesecillos
luego al oído interno. Bichat le había
reconocido otra función paradójica.
Este huesecillo protegería al tímpano al
actuar sobre él: «Sin él el tímpano sería
El martillo dolorosamente afectado en las
vibraciones provocadas por sonidos
demasiado potentes.»
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El martillo puede, pues,
amortiguar los golpes,
ensordecerlos en el umbral
del oído interno, éste -el
laberinto- comprende un
vestíbulo, canales
semicirculares, un caracol
(con sus dos barandas), o sea
dos órganos de equilibrio y un
órgano de audición.
Penetraremos acaso más
lejos. Basta con notar por el
momento el papel del oído
medio: tiende a igualar la
resistencia acústica del aire y
la de los líquidos laberínticos,
a equilibrar las presiones
El martillo internas y las presiones
externas.
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Ciertamente, salvo si se escribe
esta relación siguiendo el modo
de una no-relación del cual sería
simultáneamente u
oblicuamente demostrado -
sobre la superficie filosófica del
discurso- que ningún filosofema
habrá nunca sido aderezado
para doblegársele o traducirlo.
Esto no se puede escribir sino
según una deformación del
tímpano filosófico.
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Sabemos que la membrana del tímpano,
tabique delgado y transparente, que separa
el conducto auricular del oído medio (la
caja), está tendido oblicuamente (loxôs).
Oblicuamente de arriba abajo, de afuera
adentro y de adelante atrás.
No es, pues, perpendicular al eje del
conducto.
Uno de los efectos de esta oblicuidad es
aumentar la superficie de impresión y, por
tanto, la capacidad de vibración.
Se ha observado, en particular en los
pájaros, que la finura del oído está en
relación directa con la oblicuidad del
tímpano.
El tímpano bizquea.
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Tímpano, Membrana timpánica
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Consecuencia: dislocar el oído
filosófico, hacer trabajar el loxôs en
el logos, es evitar la contestación
frontal y simétrica, la oposición en
todas las formas de la anti-,
inscribir en todos los casos el
antismo y el cambio, la denegación
doméstica, en una forma
completamente distinta de
emboscada, de lokhos, de
maniobra textual.
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¿Se puede tratar de la filosofía
(la metafísica, incluso la onto-
teología) sin dejarse ya dictar,
con esta pretensión de unidad y
unicidad, la totalidad inatacable
e imperial de un orden?
¿Si hay márgenes, hay todavía
una filosofía, la filosofía?
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No hay respuesta, pues.
Quizá ni siquiera una pregunta, a fin de cuentas.
La correspondencia copulante, la
oposición pregunta/respuesta está ya
alojada en una estructura, envuelta en el
hueco de un oído donde nosotros
queremos ir a ver.
Saber cómo se ha hecho, cómo se ha formado,
cómo funciona.
Y si el tímpano es un límite, se trataría quizá
menos de desplazar este límite determinado que
de trabajar en el concepto de límite y en el límite
del concepto.
De hacerla salir en varios golpes de sus casillas.
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¿Pero qué es una casilla (significado: para
hacer razonar en todos los sentidos)?
Así pues, ¿a qué pregunta de derecho
fiarse si el límite en general, y no sólo aquel
del que se cree es una cosa muy particular
entre otras, el tímpano, es estructuralmente
oblicuo?
¿Si no hay límite en general? ¿forma
derecha y regular del límite?
Como todo limus, el limes, camino de
través, significa lo oblicuo.
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Pero se trata
incansablemente del oído, de
este órgano distinto,
diferenciado, articulado, que
produce el efecto de
proximidad, de propiedad
absoluta, el borrarse
idealizante de la diferencia
orgánica.
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Es un órgano cuya
estructura (y la sutura
que lo sujeta a la
garganta) produce la
engañifa tranquilizadora
de la indiferencia
orgánica.
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Basta con olvidarlo -y
para ello con abrigarse
como en la más familiar
morada- para clamar
contra el fin de los
órganos, de los otros.
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Pero se trata
incansablemente del
oído. No sólo de la
pared abrigada del
tímpano, sino del
conducto vestibular.
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Pero se trata
incansablemente del
oído. No sólo de la
pared abrigada del
tímpano, sino del
conducto vestibular.
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Podremos todavía considerar,
por supuesto, para
tranquilizarnos que el «vértigo
laberíntico» es el nombre de una
enfermedad bien conocida y
bien determinada, el problema
local de un órgano particular.
Esto es - otro tímpano.
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¿Cuál es la resistencia específica
del discurso filosófico a la
deconstrucción?
Es el dominio infinito que parece
asegurarle la instancia del ser (y de
lo) propio; ello le permite interiorizar
todo límite como algo que es como
siendo el suyo propio.
Excederlo al mismo tiempo y así
guardarlo en sí.
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Ahora bien, en su dominio
y su discurso sobre el
dominio (pues el dominio
es una significación que
todavía le debemos), el
poder filosófico parece
siempre combinar dos
tipos.
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Por una parte una
jerarquía: las ciencias
particulares y las
ontologías regionales son
subordinadas a la
ontología general luego a
la ontología fundamental .
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Desde este punto de vista, todas
las preguntas que solicitan el ser y
lo propio descomponen el orden
que somete los campos
determinados de la ciencia, sus
objetos formales o materiales
(lógica y matemática o semántica,
lingüística, retórica, ciencia de la
literatura, economía política,
psicoanálisis, etc.), a la jurisdicción
filosófica.
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Son previas con derecho a la
constitución, en estos
dominios (que no son
simplemente dominios,
regiones circunscritas,
delimitadas y asignadas del
afuera y de más arriba), de
un discurso teórico riguroso,
sistemático y consecuente.
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Son previas con derecho a la
constitución, en estos
dominios (que no son
simplemente dominios,
regiones circunscritas,
delimitadas y asignadas del
afuera y de más arriba), de
un discurso teórico riguroso,
sistemático y consecuente.
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Por otra parte, una envoltura: el todo
está implicado, en el modo
especulativo de la reflexión y de la
expresión, en cada parte.
Homogéneo, concéntrico, circulando
indefinidamente, el movimiento del todo
se nota en las determinaciones
parciales del sistema o de la
enciclopedia, sin que el status de esta
observación y la partición de la parte
den lugar a una deformación general
del espacio.
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La filosofía, acaso, no ha
podido nunca razonar sobre
esta multiplicidad, al estar
ella misma situada, inscrita,
comprendida en ella. Habrá
buscado sin duda la regla
tranquilizadora y derecha, la
norma de esta polisemia.
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Se habrá preguntado si un tímpano es
natural o construido, si no se vuelve
siempre a la unidad de una tela tendida,
bordeada, encuadrada, que vigila sus
márgenes como un espacio virgen,
homogéneo y negativo, dejando fuera su
afuera, sin marca, sin oposición, sin
determinación, preparado como la materia,
la matriz, la khôra, a recibir y a repercutir
los tipos, esta interpretación habrá sido
verdadera, la historia misma de la verdad
tal como en suma es un poco contada en
este libro.
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Pero lo que sin duda no
puede presentarse en el
espacio de esta verdad, lo
que no puede dejarse oír o
leer, o ver, aunque fuera en
el «triángulo luminoso» o el
oculus del tímpano, es que
esto, un tímpano, estalle o se
injerte.
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Tímpano
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Y esto, de cualquier manera que
se escriba, resiste a los
conceptos de máquina o de
naturaleza, de corte o de
cuerpo, a la metafísica de la
castración tanto como a su revés
parecido, la denegación de los
rousseauismos modernos en su
vulgaridad tan académica.
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Definimos una
palabra a través de lo
que no es
(como difiere/es diferente de
otras palabras) que ayuda a
delimitar las posibilidades del
significado.
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Ejemplo:
Si digo que estoy pensando en un animal, hay muchas
posibilidades, puede ser cualquier animal, pero
inicialmente se descuentan las plantas, los minerales
etc.
Si luego digo que este animal tiene cuatro patas, ya
eliminamos pájaros, peces etc.
Y así seguimos hasta que, a través de un sistema de
diferencias llegamos limitar las posibilidades hasta
averiguar el animal.
Pero la posibilidad de significado se difiere (se
suspende) ya que todas las palabras se definen a
través de otras palabras, que también necesitan
definición, etc.
Quiere decir, sabemos qué animal es, pero no porque
tenga un significado sino porque hemos eliminado
todos los significados diferidos que no es.
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Los sistemas jerárquicos basados en
un «principio primero»
(En el sentido que no se pueden
reducir más) pueden ser derrotados
porque lo que pensamos que es un
principio primero es solamente el
producto de un sistema de
significación, no una verdad absoluta.
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Por ejemplo: Se podría decir que «blanco» es un principio
primero, porque creemos saber exactamente lo que es
«blanco», y parece ser irreducible.
Pero en realidad, solo podemos definir «blanco» a través de lo
que no es.
Es «blanco» porque no es «negro».
Pensamos que «blanco» es una realidad absoluta porque el
sistema en que vivimos le da valor a «blanco», es decir, tiene
su posición en la jerarquía simbólica de nuestra sociedad.
Pero según los deconstruccionistas, la identidad de «blanco»
depende totalmente de «negro». No podemos definir «blanco»
sin «negro».
La diferencia entre «blanco» y «negro» existe antes que la
identidad de «blanco», entonces, es la diferencia el principio
primero, no la identidad.
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• Los principios generalmente se definen a través de lo que
excluyen
• Entonces, caben bajo el nombre de oposiciones binarias.
• Por ejemplo
• hombre sobre mujer
• día sobre noche
• realidad sobre fantasía
• razón sobre sentimiento
• habla sobre escritura
• presencia sobre ausencia
• identidad sobre diferencia
• lleno sobre vacío
• significado sobre insignificante
• mando sobre sumisión
• vida sobre muerte

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Derrida argumenta en “De la Gramatología”
(1976), que en cada casi, las palabras en la
primera columna tienen mayor valor en
nuestra sociedad, y por eso las definimos
como verdad, originales, auténticas y
superiores, mientras las palabras en la
segunda columna son consideradas un
suplemento, un elemento de importancia
secundaria, derivadas, o incluso
“parasitarias”.
Estas oposiciones binarias, o “jearquías
violentas”, y otras de este tipo, deben ser
reconstruidas.
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Derrida
y las
artes visuales
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Vincent Van Gogh: Autoretrato con oreja cortada
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Vincent Van Gogh: Habitación
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Vincent Van Gogh: Campo de olivos
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Cuando vemos un cuadro de Van
Gogh, el modo en que la obra está
impregnada del cuerpo de Van Gogh.
Existe una innegable provocación que
podemos identificar en lo que Van
Gogh ha pintado y firmado, y que es
tanto más violenta e innegable por
cuanto éste no se halla presente.
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Eso significa que el cuerpo mismo de
Van Gogh que impregna sus obras
está lo más violentamente implicado e
inserto en el momento de pintar porque
no está presente durante el acto,
porque el cuerpo mismo se escinde o,
digamos, se rompe por la no presencia,
por la imposibilidad de identificarse
consigo mismo, de ser simplemente
Van Gogh
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Y así, lo que yo llamaría el cuerpo -me
alegro de hablar sobre el cuerpo desde
este punto de vista- no es una
presencia.
El cuerpo es, cómo decirlo, una
experiencia en el sentido de la palabra
más móvil [voyageur].
Es una experiencia de contexto, de
disociación, de dislocaciones.
Veo a un Van Gogh dislocado, a
alguien que se disloca al realizar algo.
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Me refiero a Van Gogh en términos de firma -y no hablo
de firma en el sentido de que aparezca añadido su
nombre, sino en el sentido de que él firma mientras
pinta-, y mi relación con la firma de Van Gogh es algo
extremadamente violento tanto para él como para mí,
porque también arrastra a mi propio cuerpo -supongo
que cuando usted habla del cuerpo se refiere también
al suyo propio- y a algo extremadamente ineluctable,
innegable y apasionado.
Estoy entregado al cuerpo de Van Gogh como él
estaba, arrebatado por la experiencia.
Incluso más entregado, porque ninguno de aquellos
cuerpos está presente.
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La presencia significaría la muerte.
Si la presencia fuera posible, en el sentido pleno
de un ser que es ahí donde está, que se aparece
pleno ahí donde está, si esto fuera posible, no
existirían ni Van Gogh ni la obra de Van Gogh ni
la experiencia que nosotros podamos tener de su
obra.
Si todas estas experiencias, obras o firmas son
posibles, se debe al hecho de que la presencia
no ha logrado estar ahí y aparecer convocada
plenamente ahí.
O, si quiere, el tener lugar, el «estar ahí», sólo
existe a partir de esta obra hecha de trazos que
se disloca a sí misma.
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Deconstrucción y Latinoamérica

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Como se puede deducir de lo expuesto
acerca de la estrategia de la
desconstrucción, ésta se orienta hacia
un desenmascaramiento del
pensamiento occidental, los ideales
metafísicos tradicionales y la violencia
que han ejercido a lo largo de la
historia.
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La deconstrucción interviene
desestabilizando el discurso de la
razón y el progreso introduciéndose en
su falta de fundamento último, ya que
la Deconstrucción debe “confrontar
todo orden instituido con la radical
contingencia de sus fundamentos, no
para hallar su sin sentido originario sino
para traspasarlo y acceder a la
instancia en la cual el sentido y el sin
sentido se entrelazan”
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La deconstrucción desenmascara las
oposición Hegemónico-subalterno,
señala su estructura jerárquica
violenta, y la invierte.
La lleva a la experiencia de la
indecidibilidad al revelar que la
posibilidad del ejercicio del poder es a
la vez la condición de su imposibilidad.

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Ernesto Laclau escribe acerca de la
oposición poder-libertad: “aquello que
limita la libertad –el poder- es
también lo que la hace posible. (...)
Esto significa que una sociedad
totalmente libre –de la cual el poder
hubiera sido eliminado- y una que
fuera enteramente no-libre son
conceptos equivalentes”.
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