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FACULTAD DE JURISPRUDENCIA
IBARRA-ECUADOR
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DESARROLLO
Para desarrollar su teoría comienza realizando una exposición de los sobre el poder del
castigo con el poder del rey. Los delitos cometidos durante este tiempo en los años 80, se
interpretan como el irrespeto al poder entregado al rey. En respuesta, exhibiciones
públicas de tortura y ejecuciones afianzaron públicamente que el rey tiene derecho a
gobernar y castigar, en esta dinámica, se pudo transformar bajo la vista de la sociedad que
espectaba el suplicio, al “delincuente” convertirse en héroe, pues era quien a pesar del
temor a las consecuencias mortales de cometer actos en contra del poder, lo hacían en un
acto de rebeldía, sumado al dramático derecho del condenado a hablar antes de la pena
de muerte, y tiene la oportunidad de lamentar sus crímenes, además de aprovechar esta
ocasión para hablar ante el trono y sus verdugos. Después de años de estas prácticas, la
sociedad comenzó a protestar en contra las ejecuciones públicas, pero la tortura continuó,
sin embargo esta continuó, y la sociedad comenzó pronto a exigir un tipo de castigo en el
cual el delincuente no perdiera la vida, o por lo menos no se lo tortura, este sentido
popular, llevo pronto a generar la idea de privar de la libertad al delincuente, y se convierte
en la principal forma de castigo, pues era un derecho o recurso del cual gozan todas las
personas, sin distinción de su poder adquisitivo, pues las penas pecuniarias afectan más a
los pobres que a los ricos, pero la privación de libertad trae el mismo grado de malestar a
todos.
Las prisiones no son solo lugares para privar de libertad, sino que deben ser lugares donde
el delincuente reciba disciplina; de esta forma, se intentan reformar a los criminales y
prepararlos para su oficio después de la liberación, de esta forma se cree que es poco
probable que vuelvan a delinquir; el propósito es obligar al prisionero a tener que vivir y
trabajar bajo una estricta disciplina, pero en su accionar que tenía como método el militar
en la cual se premiaba el comportamiento adecuado y se castigaba su falta, en muchas
ocasiones no eran más que síntomas de abuso correccional.
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Foucault menciona en varias ocasiones que obedecer a las instituciones es el objetivo de
la supervisión. Se impone una disciplina forzada continua a los criminales para socavar
su voluntad y, por lo tanto, controlar el poder.
Las cárceles no pueden dejar de producir criminales, porque este movimiento es impuesto
a los presos. Si se los aísla en celdas o realiza trabajos inútiles con el único afán de que
tengan un oficio, pero con el que no pueden desarrollarse en el mercado laboral. Esto
sucede porque las personas no se consideran individuos sociales. Las restricciones de
violencia a los presos producirán más criminales. La ley debe usarse para enseñar a
respetarla, pero todo su funcionamiento se lleva a cabo en forma de abuso de poder. El
poder arbitrario del poder ejecutivo y sus políticas penales.
En resumen, Foucault cree que el sistema penitenciario no está diseñado para reducir el
delito al castigar a los criminales y disuadir a otros. El sistema penitenciario criminalizó
a la clase baja y la subordinó a la clase alta. En este sistema los presos son efectivamente
encarcelados mediante el aislamiento y el control económico, es decir, los miembros más
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dinámicos de la clase baja; mantiene que la supervisión hace que las clases bajas sean
más turbulentas, política y socialmente inofensivo. Esta proliferación ha despertado la
lucha de todos los miembros de la sociedad, las personas, ya sea por peleas o porque se
resisten a la disciplina social, pueden ser marcadas como delincuentes, lo que puede hacer
que los individuos pierdan su identidad y para el autor, perder la identidad bajo la
disciplina nacional es un crimen real.