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Antes de que la pandemia llegara a chile, yo era un músico bajista, tocaba en pegas

y matrimonios, profesor de bajo eléctrico particular con cuatro alumnos y dos


proyectos entre manos. Todo iba bien, tenía el fuego encendido desde octubre, iba a
marchar regularmente, solo o acompañado, por lo general era solo ya que así se
podía escapar más fácilmente, aprendí harto en las marchas, compartí con personas
que la tenían super clara, que ya habían vivido esto en el golpe y que tenían una
perspectiva más clara de la realidad. Yo iba a marchar porque ví un canal para
expresar la rabia, y porque, en el movimiento, compartí con gente que no conocía
pero que en ese momento éramos como hermanos y hermanas. Nunca había sentido este
real sentido (en el sentir del ser) de comunidad, de colectividad, de ser una masa
pensante. Un encapuchado x, pero que se veía tenía sus 50 años, me decía que la
mejor manera de hacer revolución, en vez de solo estar en la primera linea, era
educar y cultivar las mentes de tu entorno, para gestar nuevas formas de
organización y participación comunitaria, ya que este rito de juntarse todos los
viernes ,en plaza dignidad y llenar la alameda, y en distintas partes de la ciudad,
fue algo espontáneo y sin una organización directa con la gente que asistía, era un
sentir en común, ritualizado en el acto de estar presente en el lugar, sentir la
rabia, y saber que toda la gente a tu alrededor siente esta rabia, desde su
individualidad, y la expresa en gritos, cánticos, pancartas, batucadas, pasacalles
y carnavalitos.
Hoy siendo las 6 am, me preparo para ir al trabajo, la pandemia hizo que tuviera
que cambiar de pega, a una pega nada que ver con la música, pero que sirve para
parar la olla, ya que con el toque de queda y la cuarentena murió toda "vida
nocturna" y con ella se fueron todas los trabajos que salieran como músico. De
camino, uso waze para revisar donde están los controles policiales y esquivarlos, y
uso spotify para escuchar música y escuchar podcast respecto al circo político
actual en chile. Pensar que todos estos dispositivos emplazaron a la radio, hace
que el concepto de transformación esté presente en el cotidiano. Ahora en pandemia
se vive una realidad mucho mas individual, mas segregada, se nos prohibe reunirnos
en masa (aunque claro, el trabajo no cuenta para el poder economico) lo cual anula
el espacio de participación comunitaria, lo cual pone en jaque el descubrir, el
pensar y el saber real, vividos en la experiencia real de aprendizaje. Hay veces
que estando en el trabajo, me conecto a la clase de armonía aplicada del Christian,
desde el celular, para no perder asistencia, o a veces veo maestros de distintos
paises, que se reunen en una misma videollamada y tocan juntos, en su
individualidad solamente, y no paro de pensar que hacer esto de las clases de
música online via zoom, es un intento de revivir la ritualidad de la música, pero
desde la individualidad. Personalmente, creo que esto es un artificio, ya que no
hay posibilidad real de experimentar la ritualidad de la música sin la
convocatoria, la participación, la integración, de personas y seres.
La comunidad real vive del mitos, no de los acontecimientos y hechos, sucedidos en
un espacio y tiempo determinados, llamados, historia, por parte de una sociedad
determinada. Esta idea de individualidad historica de los seres, aniquila la idea
de improvisación real espontanea, porque se despoja de la idea de estar presente en
un lugar para experimentar un suceso o acontecimiento, apoyandose en la idea del
registro o fonograma, como reemplazo de la experiencia, para validar tal
conocimiento, y darle el mismo valor que tiene el conocimiento empírico.

Todas las obras artísticas, sea cual sea su índole, son colectivas, aunque fuesen
obras de individuos, ya que estos individuos, cuando "crearon" estas obras, estaban
viviendo la colectividad, el Mitos que viven los grupos humanos, fuera del espacio
tiempo de la historia, son dos cosas aparte.

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