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CELEBRACIÓN DEL 50º ANIVERSARIO DE

MATRIMONIO
(BODAS DE ORO)

RITOS INICIALES

A la hora convenida, el sacerdote, revestido de alba, estola y casulla del color litúrgico que
corresponde a la Misa que se celebra, se dirige, junto con los ayudantes, a la puerta de la iglesia,
recibe a los esposos y los saluda amablemente, haciéndoles saber que la Iglesia comparte su alegría.
Puede usarse agua bendita.

Recepción en la puerta del templo


El sacerdote introduce la aspersión con las siguientes palabras u otras semejantes:
Hermanos, bienvenidos a esta celebración que a todos nos llena de alegría. Recordemos nuestro
Bautismo, agradezcamos a Dios este don de su amor.

(Un momento de silencio)


Agradecimiento a Dios por el don del Bautismo.

Después, todos agradecen a Dios por el don del Bautismo. El sacerdote dice:
-Bendito seas Dios, Padre todopoderoso, que en tu amor inefable nos has hecho hijos tuyos por
medio del Bautismo.
R. Bendito seas por siempre Señor.
-Bendito seas Dios, Hijo único, Jesucristo, que por el Bautismo nos has perdonado todos nuestros
pecados y nos has hecho partícipes de tu vida divina.
R. Bendito seas por siempre Señor.
-Bendito seas Dios, Espíritu Santo Consolador, que por el Bautismo nos has hecho miembros de la
Iglesia y templos vivos de la Santísima Trinidad.
R. Bendito seas por siempre Señor.

Aspersión. A continuación el sacerdote se signa primero con el agua bendita y después rocía con
ella a los presentes diciendo:
-Rocíanos, Señor, con el agua de tu misericordia y purifícanos de todos nuestros pecados.
Enseguida, el sacerdote invita a los presentes a iniciar la procesión hacia el altar, diciendo:
-Vayamos con alegría al encuentro del Señor.
R. Amén.

Se hace la procesión hacia el altar. Preceden los ayudantes, sigue el sacerdote, después los
esposos, a los que según las costumbres locales, pueden acompañar honoríficamente, por lo menos,
los hijos, hasta el lugar que se les tiene preparado. Mientras, se entona el canto de entrada o se toca
festivamente el órgano u otro instrumento. El canto de entrada o la música deben expresar la fe de
la Iglesia y ser adecuados al rito del Matrimonio. Todos deben cuidar que esta procesión tenga un
verdadero carácter litúrgico y se evite la apariencia de cualquier otra cosa.

CANTO DE ENTRADA
Antífona de entrada Ef 5, 19-20

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Canten y alaben al Señor con todo su corazón, dando gracias siempre y por todas las cosas a Dios
Padre, en nombre de nuestro Señor Jesucristo.
El sacerdote se acerca al altar, lo saluda con una inclinación profunda y lo venera con un beso.
Después va a la sede.

SALUDO
Entonces hace la señal de la cruz y saluda a los presentes, utilizando una de las fórmulas que
propone el Misal Romano.
Luego se dirige brevemente a los esposos y a los presentes, para disponerlos a la celebración del
Matrimonio, con estas palabras u otras semejantes:
En el nombre del Padre, y del Hijo, y del Espíritu Santo.
R. Amén.
El Señor esté con ustedes.
R. Y con tu espíritu.

Queridos hermanos:
Llenos de alegría, nos hemos reunido en el nombre del Señor para esta celebración, acompañando a
N. y N. en el día en que se disponen a conmemorar el TRIGESIMO NOVENO aniversario de
matrimonio.
Para ellos este momento es de singular importancia. Por eso, acompañémoslos con nuestro cariño,
amistad y oración fraterna. Escucharemos atentamente con ellos la palabra que Dios nos va a dirigir
hoy. Después, como Iglesia, invocaremos a Dios Padre, unidos a su Hijo Jesucristo, Señor nuestro, para
que acoja complacido a estos hijos suyos, los siga bendiciendo y les conceda continuar viviendo
unidos.

Se omite el acto penitencial. Se dice el himno del Gloria a Dios, excepto en Adviento y
Cuaresma

Oración colecta
Dios Padre todopoderoso,
mira con bondad a estos esposos N. y N.
que [rodeados de los hijos
que engendraron para la vida y la fe]
recuerdan con gratitud
el día que bendijiste las primicias de su amor,
y concédeles, por las buenas obras
de su larga vida en común,
vivir llenos de tu amor y de tu paz
el resto de sus días.
Por nuestro Señor Jesucristo…
R. Amén.

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LITURGIA DE LA PALABRA

Monición sobre las lecturas


Tobías y Sara son modelos de creyentes que educan a sus hijos desde el Matrimonio, desde el
primer momento, se ponen bajo la protección de Dios. Se diría que el Salmo 111 puede referirse
perfectamente a Tobías. El que ama al Señor tendrá prosperidad y seguridad en su vida familiar. El
que se entrega de todo corazón a Dios, cumpliendo con fidelidad sus mandamientos, vivirá feliz y
será bendecido por Dios con dones y carismas. La caridad ha de ser el reflejo de la esperanza del
obrar de acuerdo a lo mandado por la ley de Dios como única preocupación del cristiano.

PRIMERA LECTURA

Del Libro de Tobías 4, 1-12


Aquel día, se acordó Tobit del dinero que había dejado en depósito a Gabael, en Ragués de Media, y
se dijo para sí: «Yo, ya estoy deseando morirme. Así que voy a llamar a mi hijo Tobías y le voy a
hablar de este dinero antes de morirme.» llamó, pues, Tobit a su hijo, que se presentó ante él. Tobit
dijo:
«Cuando yo muera, me darás una digna sepultura; honra a tu madre y no le des un disgusto en todos
los días de su vida; haz lo que le agrade y no le causes tristeza por ningún motivo. Acuérdate, hijo, de
que ella pasó muchos trabajos por ti cuando te llevaba en su seno. Y cuando ella muera, sepúltala junto
a mí, en el mismo sepulcro.
«Acuérdate, hijo, del Señor todos los días y no quieras pecar ni transgredir sus mandamientos;
practica la justicia todos los días de tu vida y no andes por caminos de injusticia, pues si te portas según
verdad, tendrás éxito en todas tus cosas como todos los que practican la injusticia.
«Haz limosna con tus bienes; y al hacerlo, que tu ojo no tenga rencilla. No vuelvas la cara ante
ningún pobre y Dios no apartará de ti su cara. Regula tu limosna según la abundancia de tus bienes. Si
tienes poco, da conforme a ese poco, pero nunca temas dar limosna, porque así te atesoras una buena
reserva para el día de la necesidad. Porque la limosna libra de la muerte e impide caer en las tinieblas.
Don valioso es la limosna para cuantos la practican en presencia del Altísimo.
«Guárdate, hijo de toda impureza y, sobre todo, toma mujer del linaje de tus padres; no tomes mujer
extraña que no pertenezca a la tribu de tu padre, porque somos descendientes de profetas. Recuerda,
hijo, que desde siempre nuestros padres Noé, Abraham, Isaac y Jacob tomaron mujeres de entre sus
hermanos y fueron bendecidos en sus hijos, de modo que su estirpe poseerá la tierra en herencia».
Palabra de Dios.

SALMO RESPONSORIAL Del Salmo 111

R. Dichosos los que aman de corazón los mandamientos del Señor


Dichosos los que temen al Señor
y aman de corazón sus mandamientos;
poderosos serán sus descendientes,
Dios bendice a los hijos de los buenos. R.
Fortuna y bienestar habrá en su casa,
siempre actuarán conforme a la justicia.
Quien es justo, clemente y compasivo,
Como una luz en las tinieblas brilla. R.

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Quienes, compadecidos, prestan
y llevan sus negocios rectamente,
jambas se desviarán,
vivirá su recuerdo para siempre. R.
No temerán malas noticias,
puesto que en el Señor viven confiados.
Firme está y sin temor su corazón,
Pues vencidos verán a sus contrarios. R.

Al pobre dan limosna,


obran siempre conforme a la justicia;
Su frente se alzará llena de gloria. R.

SEGUNDA LECTURA

De la primera carta del apóstol san Pablo a los corintios 13, 1-13; 12, 31a
Aunque hablara las lenguas de los hombres y de los ángeles, si no tengo caridad, soy como bronce
que suena o címbalo que retiñe. Aunque tuviera el don de profecía, y conociera todos los misterios y
toda la ciencia; aunque tuviera plenitud de fe como para trasladar montañas, si no tengo caridad, nada
soy. Aunque repartiera todos mis bienes, y entregara mi cuerpo a las llamas, si no tengo caridad, nada
me aprovecha.
La caridad es paciente y bondadosa; la caridad no es envidiosa, no es jactanciosa, ni orgullosa; es
decorosa; no busca su interés; no se irrita; no toma en cuenta el mal; no se alegra de la injusticia; se
alegra con la verdad. Todo lo excusa. Todo lo cree. Todo lo espera. Todo lo soporta.
La caridad no acabará nunca; en cambio, desaparecerán las profecías, cesarán las lenguas y
desaparecerá la ciencia. En realidad, nuestra ciencia es parcial, y parcial nuestra profecía; pero, cuando
venga lo perfecto, desaparecerá lo parcial. Cuando yo era nuño, razonaba como niño; pero, al hacerme
hombre, dejé todas las cosas de niño. Ahora vemos como en un espejo, de forma borrosa; pero entonces
veremos cara a cara. Ahora conozco de un modo parcial, pero entonces conoceré tal como soy
conocido.
Ahora subsisten la fe, la esperanza y la caridad, estas tres realidades. Pero la mayor de todas ellas es
la caridad. ¡Aspirad a los carismas superiores! Palabra de Dios

ACLAMACIÓN ANTES DEL EVANGELIO 1 Jn 4, 12


R. Aleluya, aleluya.
Si nos amamos los unos a los otros,
Dios permanece en nosotros
y su amor ha llegado en nosotros a su plenitud.
R. Aleluya.

EVANGELIO

Del santo Evangelio según san Mateo


6, 25-34
En aquel tiempo, Jesús dijo a sus discípulos: “No se preocupen por su vida, pensando qué comerán o
con qué se vestirán. ¿Acaso no vale más la vida que el alimento, y el cuerpo más que el vestido? Miren
las aves del cielo, que ni siembran, ni cosechan, ni guardan en graneros y, sin embargo, el Padre
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celestial las alimenta. ¿Acaso no valen ustedes más que ellas? ¿Quién de ustedes, a fuerza de
preocuparse, puede prologar su vida siquiera un momento?
¿Y por qué se preocupan del vestido? Miren cómo crecen los lirios del campo, que no trabajan ni
hilan. Pues bien, yo les aseguro que ni Salomón, en el esplendor de su gloria, se vestía como uno de
ellos. Y si Dios viste así a la hierba del campo, que hoy florece y mañana es echada al horno, ¿no hará
mucho más por ustedes, hombre de poca fe?
No se inquieten, pues, pensando: ¿Qué comeremos o qué beberemos o con qué nos vestiremos? Los
que no conocen a Dios se desviven por todas estas cosas; pero el Padre celestial ya sabe que ustedes
tienen necesidad de ellas. Por consiguiente, busquen primero el Reino de Dios y su justicia, y todas
estas cosas se les darán por añadidura. No se preocupen por el día de mañana, porque el día de mañana
traerá ya sus propias preocupaciones. A cada día le bastan sus propios problemas”. Palabra del Señor

Después de la lectura del Evangelio, el sacerdote, basándose en el texto sagrado, debe exponer
en la homilía el misterio y la gracia de la vida matrimonial cristiana, teniendo en cuenta las diversas
circunstancias de las personas.

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LITURGIA DEL MATRIMONIO

Renovación del compromiso matrimonial


El celebrante invita a los esposos a que renueven ante Dios el propósito de vivir santamente en el
Matrimonio, con estas palabras u otras semejantes:

Al celebrar el día en que, por medio del sacramento de Matrimonio, unieron sus vidas con un
vínculo indisoluble, ahora quieren renovar ante Dios las promesas que mutuamente se hicieron
entonces.
Para que la gracia divina confirme estas promesas, ante esta comunidad, dirijan su oración al Señor.

Y todos oran en silencio. Luego, los esposos dicen:

Esposo: Bendito seas, Señor, Dios nuestro,


porque ha sido un regalo tuyo
recibir a N. como esposa.

Esposa: Bendito seas, Señor, Dios nuestro,


porque ha sido un regalo tuyo
recibir a N. como esposo.

Ambos: Bendito seas, Señor, Dios nuestro,


porque nos has asistido amorosamente
en las alegrías y en las penas de nuestra vida.
Te pedimos que nos ayudes
a guardar fielmente nuestro amor mutuo
para que seamos testigos fieles
de la alianza que has establecido con los hombres.

Sacerdote: El Señor los guarde todos los días de su vida.


Que él sea para ustedes consuelo en la adversidad,
compañero en la prosperidad
y derrame copiosamente sus bendiciones
sobre todo lo suyo.
Por Jesucristo, nuestro Señor.

R. Amén.

Bendición de los anillos


Si los esposos presentan los anillos de su Matrimonio, el celebrante dice esta oración:
Acrecienta y santifica, Señor
el amor de tus hijos [N. y N.]
y, pues se entregaron mutuamente estos anillos
en señal de fidelidad
haz que progresen en la gracia del sacramento.
Por Jesucristo, nuestro Señor.
R. Amén.

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Si se bendicen anillos nuevos, el celebrante dice esta oración:
Bendice y santifica, Señor,
el amor de tus hijos [N. y N.]
y, ya que estos anillos
representan para ellos un signo de su fidelidad,
haz que también les recuerden su mutuo amor
y la gracia del sacramento.
Por Jesucristo, nuestro Señor.
R. Amén.

O bien:
Bendice † y santifica, Señor,
el amor de tus hijos [N. y N.],
y que estos anillos, signo de fidelidad,
les recuerden su promesa de amor mutuo.
Por Jesucristo, nuestro Señor.
R. Amén.

Oración universal
Sigue la oración universal, en la forma acostumbrada en la celebración de la Misa, o bien la
plegaria común que aquí se propone:

Invoquemos la misericordia de Dios,


Padre todopoderoso,
que en su providente designio
quiso que la historia de la salvación
quedara significada en el amor,
la fidelidad [y la fecundidad] conyugal.
Después de cada petición diremos:
R. Renueva, Señor, la fidelidad de tus hijos.

Padre santo, que eres fiel,


y que pides y premias la observancia de tu alianza,
llena de tus bendiciones a estos hijos tuyos,
que recuerdan el aniversario quincuagésimo
de su Matrimonio. Oremos. R.

Tú que con el Hijo y el Espíritu Santo


gozas eternamente de la plena unidad de vida
y comunión de amor,
haz que estos hijos tuyos
recuerden siempre la alianza de amor
que contrajeron en el Matrimonio
y la guarden con toda fidelidad. Oremos. R.

Tú que, en tu providencia,
dispones de tal modo los acontecimientos de la vida humana
y que llevas a tus fieles a participar del misterio de Cristo,
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haz que estos hijos tuyos,
aceptando serenamente las alegrías y las penas,
se sigan esforzando por unirse a Cristo y vivir para él. Oremos. R.
Tú quisiste que la unión matrimonial
fuera figura de la vida cristiana,
haz que todos los esposos
sean testigos en el mundo
del misterio del amor de tu Hijo. Oremos. R.

Invocación de los santos


Si el sacerdote lo juzga conveniente, en los formularios de la oración universal, terminadas las
peticiones y antes de la oración conclusiva, puede invocar a los santos, en particular aquellos que
llevaron vida matrimonial, como se indica a continuación.

Ahora, en comunión con la Iglesia del cielo, invoquemos la intercesión de los santos.

Santa María, Madre de Dios, Ruega por nosotros


Santa María, Madre de la iglesia, Ruega por nosotros
Santa María, Reina de la familia, Ruega por nosotros
San José, esposo de María, Ruega por nosotros

Santos Ángeles de Dios, Rueguen por nosotros

Santos Joaquín y santa Ana, Rueguen por nosotros


Santos Zacarías e Isabel, Rueguen por nosotros
San Juan Bautista, Ruega por nosotros
San Pedro y san Pablo, Rueguen por nosotros
Santos Apóstoles y Evangelistas, Rueguen por nosotros
Santos Mártires de Cristo, Rueguen por nosotros

Santa Aquila y santa Priscila, Rueguen por nosotros


Santa Mónica, Ruega por nosotros
San Paulino de Nola, Ruega por nosotros
Santa Brígida, Ruega por nosotros
Santa Francisca Romana Ruega por nosotros
Santa Rita de Casia, Ruega por nosotros
Santo Tomás Moro, Ruega por nosotros
San Juan Diego, Ruega por nosotros
Santa Juana Francisca de Chantal, Ruega por nosotros
San Manuel Morales, Ruega por nosotros
Santa Juana Beretta Molla, Ruega por nosotros

San N. [Patrono del esposo], Ruega por nosotros


Santa N. [Patrona de la esposa], Ruega por nosotros
San/santa N. [Patrono/a de la
iglesia, ciudad o pueblo], Ruega por nosotros
Todos los santos y santas de Dios, Rueguen por nosotros

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A continuación, el celebrante dice esta plegaria:

Señor, Dios nuestro,


en cuyos mandatos encuentra la familia
su auténtico y seguro fundamento,
atiende a las súplicas de tus hijos
y concédeles que,
siguiendo los ejemplos de la Sagrada Familia,
te alaben eternamente,
llenos de alegría, en tu casa.
Por Jesucristo, nuestro Señor.
R. Amén.

Después, si las rúbricas lo prescriben, se dice el Credo.

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LITURGIA EUCARÍSTICA

En el momento de la prestación de los dones, los esposos, según las circunstancias, pueden llevar
el pan, el vino y el agua al altar.

Oración sobre las ofrendas


Acepta, Señor,
el sacrificio que vamos a ofrecerte,
para darte gracias por estos cincuenta años
de mutua fidelidad conyugal de N. y N.,
y pedirte que les concedas
vivir cada vez más unidos
y gozar de tu paz.
Por Jesucristo, nuestro Señor.

Prefacio
V. El Señor esté con ustedes.
R. Y con tu espíritu.

V. Levantemos el corazón.
R. Lo tenemos levantado hacia el Señor.

V. Demos gracias al Señor, nuestro Dios.


R. Es justo y necesario.

En verdad es justo y necesario,


es nuestro deber y salvación
darte gracias siempre y en todo lugar,
Señor, Padre santo,
Dios todopoderoso y eterno.

Porque dignificaste tanto al ser humano,


creado por bondad tuya,
que en la unión del hombre y la mujer
has dejado la imagen verdadera de tu amor.

Y al que por amor creaste,


no cesas de llamarlo a la vida del amor,
a fin de hacerlo participe de la eternidad del tuyo.

Así, el misterio del santo matrimonio,


al mismo tiempo que significa tu amor divino,
consagra el amor humano,
por Cristo, Señor nuestro.

Por él, con los ángeles y los santos,


Cantamos sin cesar el himno de tu gloria:

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Santo, Santo, Santo es el Señor, Dios del universo.
Llenos están el cielo y la tierra de tu gloria.
Hosanna en el cielo.
Bendito el que viene en nombre del Señor.
Hosanna en el cielo.

Plegaria eucarística III


Santo eres en verdad, Padre, y con razón te alaban todas tus creaturas, ya que por Jesucristo, tu
Hijo, Señor nuestro, con la fuerza del Espíritu Santo, das vida y santificas todo, y consagras a tu
pueblo sin cesar, para que ofrezca en tu honor un sacrificio sin mancha desde donde sale el sol hasta
el ocaso.
Por eso, Padre, te suplicamos que santifiques por el mismo Espíritu estos dones que hemos
separado para ti, de manera que se conviertan en el Cuerpo y la Sangre de Jesucristo, Hijo tuyo y
Señor nuestro, que nos mandó celebrar estos misterios.
Porque Él mismo, la noche en que iba a ser entregado, tomó pan, y dando gracias te bendijo, lo
partió y lo dio a sus discípulos, diciendo:

“Tomen y coman todos de él, porque esto es mi Cuerpo, que será entregado por ustedes”.

Del mismo modo, acabada la cena, tomo el cáliz, dando gracias te bendijo, y lo pasó a sus
discípulos, diciendo:

“Tomen y beban todos de él, porque este es el cáliz de mi Sangre, Sangre de la alianza
nueva y eterna, que será derramada por ustedes y por muchos para el perdón de los pecados.
Hagan esto en conmemoración mía”.

Luego se dice una de las siguientes fórmulas:

Éste es el sacramento de nuestra fe.


Anunciamos tu muerte, proclamamos tu resurrección. ¡Ven, Señor Jesús!
Así, pues, Padre, al celebrar ahora el memorial de la pasión salvadora de tu Hijo, de su admirable
resurrección y ascensión al Cielo, mientras esperamos su venida gloriosa, te ofrecemos, en esta
acción de gracias, el sacrificio vivo y santo.
Dirige tu mirada sobre la ofrenda de tu Iglesia, y reconoce en ella la Víctima por cuya
inmolación quisiste devolvernos tu amistad, para que, fortalecidos con el Cuerpo y la Sangre de tu
Hijo, y llenos de su Espíritu Santo, formemos en Cristo un solo cuerpo y un solo espíritu.
Qué Él nos transforme en ofrenda permanente, para que gocemos de tu heredad junto con tus
elegidos: con María, la Virgen Madre de Dios, los apóstoles y los mártires (san N.: santo del día o
patrono), y todos los santos, por cuya intercesión confiamos obtener tu ayuda.
Te pedimos, Padre, que esta Víctima de reconciliación traiga la paz y la salvación al mundo
entero. Confirma en la fe y en la caridad a tu Iglesia, peregrina en la tierra a tu servidor, el Papa N.,
a nuestro Obispo N., al orden episcopal, a los presbíteros y diáconos, y a todo el pueblo redimido
por ti.
Ayuda a tus hijos N. y N., que en Cristo hoy han renovado su alianza matrimonial al lado de su
familia, Iglesia doméstica y sacramento de tu amor, y concédeles que la gracia de este día continúe
a lo largo de toda su vida.
Atiende los deseos y súplicas de esta familia que has congregado en tu presencia.

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Reúne en torno a ti, Padre misericordioso, a todos tus hijos dispersos por el mundo. A nuestros
hermanos difuntos (N.) y a cuantos murieron en tu amistad recíbelos en tu reino, donde esperamos
gozar todos juntos de la plenitud eterna de tu gloria, por Cristo, Señor nuestro, por quien concedes
al mundo todos los bienes.
Por Cristo, con Él y en Él, a ti, Dios Padre omnipotente, en la unidad del Espíritu Santo, todo
honor y toda gloria por los siglos de los siglos.
R. Amén.

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RITO DE LA COMUNIÓN

Padre nuestro

Fieles a la recomendación del Salvador y siguiendo su divina enseñanza, nos atrevemos a decir:
Padre nuestro, que estás en el Cielo, santificado sea tu nombre; venga a nosotros tu reino;
hágase tu voluntad en la tierra como en el Cielo. Danos hoy nuestro pan de cada día; persona
nuestra ofensas como también nosotros perdonamos a los que nos ofenden; no nos dejes caer
en la tentación, y líbranos del mal.

Después del Padrenuestro se omiten el embolismo Líbranos, Señor, y el celebrante, vuelto hacia
los esposos, con las manos extendidas, dice:

Embolismo de la plegaria eucarística


Te alabamos y te bendecimos,
Dios nuestro, creador de todas las cosas,
que al principio creaste al hombre y a la mujer
para que formaran una unidad de vida y de amor;
también te damos gracias,
porque te dignaste bendecir la unión familiar
de tus hijos N. y N.,
para que fueran imagen de la unión de Cristo con su Iglesia;
tú que los has mantenido unidos por el amor
en sus penas y alegrías,
míralos hoy con bondad;
renueva constantemente su alianza nupcial,
acrecienta su amor, fortalece entre ellos el vínculo de la paz,
para que junto con su corona de hijos que los rodea
gocen siempre de tu bendición.
Por Jesucristo, nuestro Señor.

Todos responden:
Amén

Señor Jesucristo, que dijiste a tus apóstoles: “La paz les dejo, mi paz le doy”, no tengas en cuenta
nuestros pecados, sino la fe de tu Iglesia, y conforme a tu palabra, concédenos la paz y la unidad. Tú
que vives y reinas por los siglos de los siglos.
R. Amén.
La paz del Señor esté siempre con ustedes.
R. Y con tu espíritu.
Dense fraternamente la paz.

Después de La paz del Señor, según las circunstancias y de acuerdo con las costumbres del lugar,
los esposos y todos intercambian un signo de paz y caridad, en la forma adecuada.

Fracción del pan


Se canta o se dice:
Cordero de Dios, que quitas el pecado del mundo,
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R. Ten piedad de nosotros.
Cordero de Dios, que quitas el pecado del mundo,
R. Ten piedad de nosotros.
Cordero de Dios, que quitas el pecado del mundo,
R. Danos la paz.

El sacerdote, con las manos juntas, dice en secreto:


Señor Jesucristo, Hijo de Dios vivo, que por voluntad del Padre, cooperando el Espíritu Santo, diste
con tu muerte la vida al mundo, líbrame, por la recepción de tu Cuerpo y de tu Sangre, de todas mis
culpas y de todo mal. Concédeme cumplir siempre tus mandamientos y jamás permitas que me separa
de ti.

El sacerdote hace genuflexión, presenta el pan consagrado y el cáliz, diciendo:


Éste es el Cordero de Dios, que quita el pecado del mundo. Dichosos los invitados a la cena del
Señor.

Y, juntamente con el pueblo, añade:


Señor, no soy digno de que entres en mi casa, pero una palabra tuya bastará para sanarme.

Los esposos pueden comulgar bajo las dos especies.

Antífona de la comunión Sal 137, 1


Te damos gracias de todo corazón, porque cuando te invocamos, Señor, nos escuchaste.

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RITO DE CONCLUSIÓN

Oración después de la comunión


Tú, que nos has permitido participar
del Cuerpo y de la Sangre de tu Hijo,
guarda, Señor, a estos esposos N. y N.
en tu santa amistad a fin de que,
llenos de días y de buenas obras,
sean admitidos por ti al banquete del cielo.
Por Jesucristo, nuestro Señor.

Al final de la Misa el sacerdote bendice a los esposos del modo acostumbrado o con una fórmula
solemne, por ejemplo, de la siguiente manera:

El diácono invita a los presentes a recibir la bendición, con estas palabras u otras semejantes:
Inclínense para recibir la bendición.

El sacerdote, con las manos extendidas sobre los esposos, dice:


[N. y N.], Dios, padre todopoderoso, les conceda su paz.
R. Amén.

El Hijo Unigénito de Dios los acompañe en sus alegrías y en sus penas.


R. Amén.

El Espíritu Santo llene sus corazones con su amor.


R. Amén.

Finalmente bendice a todos lo presentes, añadiendo:


Y a todos ustedes, que están aquí presente,
los bendiga Dios todopoderoso,
Padre, Hijo † y Espíritu Santo.
R. Amén.

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