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Algunas de las variables que se pueden incluir aquí son las siguientes:
psicopatología de los padres (alcoholismo, drogadicción, conducta antisocial,
depresión de la madre), familias desestructuradas (pérdida de uno de los padres,
conflictos graves de pareja), estilos educativos (falta de supervisión, utilización
excesiva de medios punitivos, mala calidad de las relaciones).
Por otro lado, está el estilo educativo de los padres. Generalmente, detrás de estos
problemas de conducta hay un estilo educativo parental demasiado permisivo.
Papás a los que les cuesta hacer cumplir las normas, que tienen dificultades para
manejar los retos y desafíos de los niños o que sucumben a menudo a las
peticiones de los niños “por no oírles”. Los niños tienen una capacidad especial para
llevar la perseverancia a su máxima expresión, y lo difícil es mantenernos firmes y
ser más constantes aún que ellos.
Hay que tener en cuenta también si existe algún otro problema que pueda estar
influyendo en la conducta del niño. Por ejemplo, los niños con TDHA, en un alto
porcentaje, presentan problemas de conducta. Los niños depresivos también
pueden exhibir este tipo de comportamientos, ya que la depresión en niños no tiene
los mismos síntomas que en el adulto.
Por otro lado, una baja autoestima o inseguridad pueden expresarse de esta
manera, así como problemas con sus relaciones: sufrir bullying en el colegio, celos
de algún hermanito, necesidad de más atención por parte de los padres. A veces,
estas malas conductas son la manera en que los niños expresan la rabia que
sienten por otras cosas que están sucediendo en su vida y sobre las que no tienen
control. Es importante pedir ayuda de un profesional si se sospecha que el menor
pueda presentar cualquiera de estos problema.
Los padres que advierten síntomas de trastorno del comportamiento en sus hijos
pequeños o adolescentes deberán acudir a un profesional para procurar una
evaluación y un tratamiento lo más precoz posible, decisión clave para prevenir la
aparición e incidencia de problemas en el futuro.
Causas
Para la mayoría de los bebés y niños, el lenguaje se desarrolla de manera natural
comenzando en el nacimiento. Para desarrollar el lenguaje, un niño debe ser capaz
de oír, ver, entender y recordar. Los niños también deben tener la capacidad física
para formar el discurso.
Hasta 1 de cada 20 niños tiene síntomas de un trastorno del lenguaje. Cuando la
causa se desconoce, se denomina trastorno del desarrollo del lenguaje.
Los problemas con las habilidades lingüísticas receptivas comienzan generalmente
antes de los 4 años de edad. Algunos trastornos del lenguaje mixtos son
ocasionados por una lesión cerebral. Estas afecciones algunas veces se
diagnostican de manera errónea como trastornos del desarrollo.
Los trastornos del lenguaje pueden ocurrir en niños con otros problemas del
desarrollo, trastornos del espectro autista, pérdida de la audición y dificultades de
aprendizaje. Un trastorno del lenguaje también puede ser causado por daño al
sistema nervioso central, el cual se denomina afasia.
Los trastornos del lenguaje en raras ocasiones son causados por falta de
inteligencia.
Los trastornos del lenguaje son diferentes al retraso en el lenguaje. Con este último,
el niño desarrolla el habla y el lenguaje de la misma manera que otros niños, pero
posteriormente. En los trastornos del lenguaje, el habla y el lenguaje no se
desarrollan normalmente. El niño puede tener algunas habilidades del lenguaje,
pero no otras. O la manera como estas habilidades se desarrollan será diferente de
lo usual.
Síntomas
Un niño con trastorno del lenguaje puede tener uno o dos de los síntomas de la lista
de abajo o muchos de los síntomas. Pueden ir de leves a graves.
a. Los niños con un trastorno del lenguaje receptivo tienen dificultad para
entender el lenguaje. Ellos pueden tener:
Dificultad para entender lo que otras personas han dicho
Problemas para seguir instrucciones que se les dicen
Problemas para organizar sus pensamientos
b. Los niños con un trastorno del lenguaje expresivo tienen problemas con el
uso del lenguaje para expresar lo que están pensando o necesitan. Estos niños
pueden:
Tener dificultad para juntar las palabras en oraciones o sus oraciones
pueden ser simples y cortas y el orden de las palabras puede estar errado
Tener dificultad para encontrar las palabras correctas al hablar y con
frecuencia usar muletillas como "um"
Tener un vocabulario que está por debajo del nivel de otros niños de
la misma edad
Dejar palabras por fuera de las oraciones al hablar
Usar ciertas frases una y otra vez, y repetir (eco) partes o todas las
preguntas
Emplear tiempos (pasado, presente, futuro) inadecuadamente
Este genio de la Física no aprendió a hablar hasta los tres años, aunque hay
quienes dicen que no fue hasta los cinco años, y durante su infancia era muy
introvertido y se mantenía alejado del resto de los niños de su edad.
Cuando Albert era aún pequeño, de acuerdo alas investigaciones,, sus
padres Hermann y Pauline temieron que el pequeño Albert tuviese alguna
deficiencia pues tardó más de lo normal en empezar a hablar. Y es que Einstein era
un niño vergonzoso, de pocas palabras y, quizá, con un desarrollo intelectual más
lento de lo normal.
En una de sus publicaciones Einstein manifestó: “confieso que he tenido cierta
dificultad para expresarme, ya que no empezé a hablar hasta los 3 años. ¿Un poco
tarde no? Todos creían que poseía algún problema y cuándo salía a la calle todo el
mundo le decía a mi madre :
- ¿ Qué le pasa a tu hijo? ¿ Por qué con esa edad aún no habla?
Mi madre siempre le respondía lo mismo, le decía :
- Dejenlo, tiene tiempo de empezar a hablar, ya aprenderá.
Muchas de las personas cercanas a mi se preguntaban si sería tonto o era
simplemente que yo no quería hablar.
TEA
El TEA (Trastorno del Espectro Autista) es un trastorno del neurodesarrollo que
empieza a manifestarse alrededor de los dos a 3 primeros años del niño y se
extiende durante el resto de su ciclo vital. Las áreas más afectadas son las
capacidades de interacción social y comunicativa y la regulación flexible de sus
pensamientos y conductas.
• Para abordar correctamente el autismo en el aula y lograr una buena inclusión del
alumno con TEA en las dinámicas de clase, es necesario que el docente respete,
valore y comprenda las necesidades de dicho alumnado; que se implique en el
trabajo del equipo experto y se muestre flexible en su labor pedagógica, con el
único fin de cubrir todas las necesidades del alumno.
La estructuración del entorno para que sea predecible por parte del alumno
y se sienta seguro emocionalmente. La creación de rutinas, así como el diseño de
una agenda con pictogramas, fotos o dibujos ayudarán al niño autista a anticiparse
y comprender la secuencia de las acciones que requiere una tarea; también, a la
identificación de las emociones propias y de los iguales.
Lograr la atención del alumno antes de comenzar a interactuar con él o ella.
• Apoyar el lenguaje con gestos.
• Estimular al niño a prestar atención a los sonidos, las voces y los objetos.
• Utilizar un lenguaje sencillo con frases cortas: sólo dar información relevante y
necesaria.
El uso de apoyos visuales para facilitar las enseñanzas (historietas, cómics
y vídeos) para mejorar la comprensión por parte del alumno de las situaciones
sociales e impulsar la imitación de conductas adecuadas.
En las fichas de trabajo del alumno también se debe incluir la secuencia de
tareas, paso a paso, con claridad y dibujos de apoyo.
Por último, se aconseja crear un “círculo de amigos” del entorno al alumno
con TEA: un grupo de compañeros que interactúen y le guíen en los entornos más
abiertos (el patio, el comedor escolar o durante los cambios de clase).