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Toma de Málaga
Toma de Málaga
La Toma de Málaga por Isabel y Fernando fue un duro asedio que duró casi
cuatro meses, en los que el hambre, la sed, el dolor y la muerte bailaron un
trágico y apretado tango.
Mas, la conquista de Málaga no fue un hecho aislado del conflicto que entre
musulmanes y cristianos se jugaba desde ocho siglos atrás, sino un eslabón de la
cadena final de acontecimientos reconquistadores que los Reyes Católicos
diseñaron para expulsar a los musulmanes de la península Ibérica desde su
invasión en el año 711. Por otra parte, fue un eslabón, pero no uno más sino uno
importantísimo por el peso geopolítico del enclave en el entorno del
Mediterráneo de su tiempo.
Los pasos reconquistadores se pueden ver por campañas o por años, pues en
general de realizaban en la primavera y verano de cada año.
La gran importancia de Málaga estribaba tanto en aspectos internos, pues los más
resistentes y duros militares nazaríes estaban en Gibralfaro, como que desde la
perspectiva del Mediterráneo, los turcos de Bayceto se planteaban ayudar al reino
nazrí de Granada a través de Málaga. Incluso había cierta disposición a que
Bayceto se aliase inconcebiblemente con su mortal enemigo, los fatimíes de
Egipto.
La alcazaba cuenta con entradas en recodo, murallas muy altas sobre riscos y
triple anillos concéntricos de murallas interiores. Así como en el punto más alto
el Castillo de Gibralfaro con defensas de gran fortaleza, con murallas altísimas y
en zig-zag.
Málaga, además de ser la segunda ciudad del reino nazarí en importancia, refugio
de reyes destronados y de los más feroces guerreros del Reino de Granada,
pensemos que en Gibralfaro se encontraba el jefe militar de la plaza “el Zegrí”
protegido por su corte de guerreros negros “los Gomeres”, era el más importante
puerto comercial del oeste del Mediterráneo. Puerto de transacciones de
bidireccionales con el resto del Mediterráneo incluyendo el próximo oriente.
La batalla se preparaba con todo cuidado, sería un acción bélica más moderna
que medieval, en el sentido de utilizar lo más tecnológico de la artillería con
apoyo por mar de la Armada al mando de Arriarán y con la caballería cristiana y
la infantería para el asalto final. Los servicios de información, es decir, los
espías de la época transmitieron los movimientos del ejército cristiano a Málaga
y a Vélez. Ambas se encontraban sin su Señor, “el Zagal”. Pues en aquellos
momentos se vivía una gran tensión en Granada, donde se había llegado a una
situación inconcebible, había dos reyes, uno habitaba en la Alhambra “el Zagal”
y otro, Boabdil, en el Albaicín.
Tres días tardaron las huestes de Fernando en llegar a Vélez Málaga; hicieron
noche el Jueves Santo en el nombrado río Yeguas, el Vieres Santo lo hicieron en
Archidona y el Lunes de Pascua amanecieron en Vélez.
Las noticias que a Málaga llegaban de Vélez era inquietantes. Tres personajes de
especial relevancia vivían en Málaga entonces: en Gibralfaro el durísimo Zegrí,
en la Medina Alí Dordoux y en la Alcazaba su alcaide Aben Comissa. Estos dos
últimos representantes de la vida palaciega y comercial de la ciudad eran
hombres listos, flexibles que se embarcaron en una maniobra inteligente,
negociar con “el Católico”. Así, viajaron a Vélez a entrevistarse con el rey
Fernando para pactar una rendición honrosa y favorable a los intereses de ambas
partes.
El desastre fue total para “el Zagal”, pues alertado el rey Fernando y su
formidable ejército, le esperaba y el factor sorpresa no fue tal; siendo desbaratada
la intentona de Abd Allah. El sobrino díscolo, como era de esperar, en efecto
aprovechó su ocasión, entrando en la Alhambra para usurpar el trono que había
ya usurpado previamente a su padre, el rey Muley Hacem.
Los túneles fueron descubiertos por los sitiados y comenzaron a horadar por la
parte contraria hasta que una vez se encontraron bajo tierra frente a frente se
enzarzaron en una terrible carnicería subterránea.
Los Reyes Católicos ubicaron sus dos reales, el del rey y de la reina, en dos
colinas que cercaban la ciudad, una en la Trinidad y otra en la Victoria.
Otras ayudas que intentaron los musulmanes fueron también deshechas, así en
Guadix un morabito tunecino exaltado llamado Ibrahim al-Guerví, logró que
unos 400 seguidores, viejos gomeres y otros se les uniesen y por lugares
apartados acercase a las posiciones el Marqués de Cádiz. Murió la mitad de ellos
y apresada la otra mitad incluido el Guerví. Éste pidió ver al rey. Fue llevado a la
tienda y el rey dormía. En la antesala se encontraban don Álvaro de Portugal y la
Marquesa de Moya, los confundió y los agredió con su alfanje, siendo reducido
por la guardia
.
Tras la rendición, el
comendador de León, don Pedro de Toledo, capellán y limosnero regio, recibió
la orden de recibir la ciudad y tomar las medidas para la entrada triunfal de los
Reyes Católicos.
Tras dejar todas las tareas realizadas y encomendadas a hombres de su confianza,
los Reyes Católicos levantaron el Real y se marcharon a Córdoba, a su Cuartel
General, para preparar la siguiente campaña, la que les llevaría a conquistar en
1488 Vera, Vélez Blanco y Vélez Rubio y en el año siguiente 1489 Guadix,
Baza y Almería.
“El Zegrí”