Está en la página 1de 1

“Bienvenidos a la nave del misterio”.

Ahora es un misterio lo que os espera. Abandonáis lo conocido para adentraros en nuevas


experiencias, las que os aguardan en la Universidad, en los Ciclos Formativos, en el mundo
laboral… Nuevos compañeros, nuevos profesores, nuevos retos en vuestra vida. Pronto no
seremos más que un recuerdo porque el día a día se nos impone y nos impulsa a mirar hacia el
mañana abandonando poco a poco nuestro pasado. Es un misterio el que os aguarda, pero no
os preocupéis porque no es más que otro misterio más en vuestras vidas rodeadas de misterio.
¿Qué os deparará el futuro? Yo os lo diré, os aguarda la mayor aventura jamás soñada… o
quizás no. Lo importante, lo que quiero que recordéis, es que eso dependerá de vosotros.

Aprended del pasado sin que os limite, porque no hay otro horizonte que el infinito. Pensad en
el futuro lo justo para orientar el timón de vuestra vida, pero vivid el presente porque es lo
único que tenéis. Construís en el presente. El pasado no lo podéis cambiar, el futuro es incierto
y mudará con vuestras decisiones y vuestros actos. Vivid el presente.

Vivid con pasión cada instante. Ese es el secreto de la gran aventura. Poned pasión en lo que
hacéis, en lo que vivís, porque las emociones son la medida de la realidad que vivimos. No hay
vida aburrida, sino personas aburridas. Bien está pensar en los resultados, pero recordad que
lo importante es disfrutar el camino, porque es el esfuerzo del camino el que nos transforma.
Sed buenos estudiantes, pero sed también buenos hijos, buenos amigos, buenos enamorados,
comprometidos con la realidad y con la vida. Que no sea vuestra vida eso que se os “pasa
mientras planificáis el futuro”, no os olvidéis de ser felices.

Algún año nos cruzaremos por la calle y no os reconoceré. Habréis cambiado y un cuerpo de
adulto habitará esa cara de adolescente-niño hoy con corbata o pajarita, o con tacones. Me
diréis: “Usted fue mi profesor”. Os responderé: “Y, ¿me has perdonado?”. O lo que es peor,
“Usted fue mi maestro”. Maestro es una palabra demasiado grande, significa el
reconocimiento de que algo nuestro ha quedado en vuestro interior, quizás solo la semilla de
una sonrisa, pero que sois capaces de reconocerlo y de apreciarlo. Entonces sabré que en
parte sois también culpa mía, culpa nuestra.

Pocas cosas hay tan difíciles como las despedidas. Sé que nos lleváis con vosotros y que
añoraréis estos años y estas aulas. También sé que nunca volverá a ser igual. Pero creedme si
os digo que algo de vosotros queda en nosotros, y no solo en el recuerdo, también en nuestro
corazón. El vínculo entre el maestro y el discípulo va más allá del tiempo y la distancia. Eso
también lo sabréis, yo ya lo sé.

Por lo demás, si es difícil para nosotros… Quered a vuestros padres porque no hay acto más
difícil ni más generoso que abrir la mano con el reconocimiento de que sois adultos. Ellos
quisieran preservaros del dolor y de la amargura siempre, porque os quieren. Pero hay un
momento, ese momento, en que deben realizar el mayor acto de sacrificio y generosidad que
se le pide al ser humano: dejar que los hijos vivan su libertad. Tened paciencia con ellos y
queredlos mucho. Buscad un pacto entre vuestra impaciencia y sus miedos para mantener la
unión más allá de las circunstancias.

Gracias, en fin, por soportarme, por soportarnos –la palabra “soportar” comienza con “sopor”,
con el “sueño”, ¡cuántos misterios se esconden tras las palabras, ¿verdad? -; gracias, por
ayudarnos a crecer también como personas, nunca he tenido mejores maestros que mis
alumnos. Un abrazo y hasta siempre.

También podría gustarte