Está en la página 1de 22

INTRODUCCIÓN

El Derecho se origina por los grupos y fuerzas que de manera desigual

operan en cada sociedad concreta, por tanto; es parte de ella y se relaciona con

los demás factores y productos sociales, (demográficos, políticos, económicos,

culturales entre otros), de tal manera se puede afirmar que existe una conexión

entre los contenidos de las relaciones jurídicas, las diferentes relaciones sociales,

y los factores que las condicionan.

En este sentido las interrelaciones originadas durante los procesos

históricos, marcan el momento de la creación jurídica estatal, a la vez que lo

condicionan; y una vez iniciado se convierte en un elemento relativamente

independiente para regular la sociedad, con lo que se llega a identificar al Derecho

como una realidad autónoma. Algo útil metodológicamente para el estudio

particular de categorías, pero errado en su noción de fenómeno social.

Consecuentemente, el Derecho tiene carácter regulador, fija y consagra lo

obtenido, lo querido y como resultado de tal función se dictan las disposiciones

aseguradoras de las conquistas. Ejemplos múltiples se tienen a través de toda la

historia, luego de las grandes revoluciones, se aprueban Constituciones. Esta

función muestra al Derecho como un fenómeno posterior al hecho, como ente

legitimador jurídico, portador de la validez formal posterior en tanto asiste al

cambio, pero consolidando jurídicamente las modificaciones que en las


costumbres, concepciones e instituciones de la sociedad se vienen produciendo

durante un determinado periodo histórico, las que no tendrían ninguna estabilidad

si no obtienen una consagración jurídica.

Pero tampoco se puede obviar que el Derecho es un fenómeno social y un

elemento de la realidad de ésta y no es sólo normatividad posterior, sino que

constituye también una parte contextual donde se aplica, que a la vez que nace de

la sociedad la condiciona, la moldea. La propia interacción antes enunciada hace

que el Derecho también se manifieste como impulsor de transformaciones y asista

al cambio social estimulándolo, como guía del futuro quehacer o instrumento de

cambio4, lo que le hace aparecer como un fenómeno pre-social5, independiente y

anterior a la realidad, aún sin serlo. Esta posición del Derecho como instrumento

del cambio social ha sido defendida por diversos autores, Rudolf Stamonel, María

José Añón, Roscoe Pound, Julius Stone entre otros.


LOS SUPUESTOS DEL DERECHO

El supuesto jurídico es un hecho abstracto que puede producir un efecto

legal con consecuencias. Las consecuencias legales fijadas por una norma

dependen de la realización de la hipótesis. Los efectos jurídicos que derivan de la

ejecución del supuesto jurídico consisten en creación, transmisión, modificación o

extinción de derechos y obligaciones.

El supuesto jurídico se considera un elemento abstracto, puesto que el

hecho en sí puede realizarse en la práctica o no, aunque la legislación cree que es

factible su concreción. En el caso de que se concrete, se debe ajustar el supuesto

jurídico fijado por la ley con el hecho.

Por ejemplo, en el ámbito del derecho penal se exige que coincida

totalmente. No basta con una simple analogía. Por otra parte, los supuestos

jurídicos son origen de derechos; por ejemplo, al dar a luz un bebé se produce el

hecho que deriva en derechos, como la patria potestad o la baja por maternidad.

En cualquier caso, es necesario que se produzca el supuesto jurídico, la hipótesis

planteada en la legislación, para que se originen las consecuencias establecidas.

La clasificación de los supuestos jurídicos empieza por supuestos jurídicos

simples y complejos, y estos pueden clasificarse en independientes y

dependientes. Los dependientes pueden ser sucesivos y simultáneos.


Son supuestos simples los que se crean bajo una única hipótesis; por el

contrario, los supuestos complejos son el resultado o la consecuencia de varios

hechos o hipótesis.Los supuestos jurídicos complejos pueden ser independientes

si uno de estos es suficiente para que se produzcan las consecuencias jurídicas.

En estos casos, cada uno de los hechos es un título completo que da origen a las

consecuencias por sí mismo, sin necesidad de que concurran otros hechos.

Por otro lado, son supuestos jurídicos dependientes si se consideran como

una parte de un conjunto y, en consecuencia, no tienen fuerza legal de forma

singular para derivar consecuencias jurídicas.

Los supuestos jurídicos dependientes seran simultáneos si es necesaria la

realización, al mismo tiempo, de los hechos jurídicos. En cambio, son supuestos

jurídicos dependientes y sucesivos si los hechos que dan lugar a la consecuencia

jurídica deben realizarse uno detrás de otro; es decir, sucesivamente.

Entre las consecuencias, existe un claro vínculo entre el supuesto jurídico y

las consecuencias jurídicas. Algunos juristas como Helmholtz lo equiparan al

vínculo existente entre causa y efecto en la naturaleza. Toda norma establece que

en supuestos concretos se producen unas consecuencias concretas.

Las consecuencias jurídicas derivadas del supuesto jurídico pueden ser el

nacimiento, la transmisión, la modificación o la extinción de facultades y

obligaciones.
El derecho a la libertad de expresión y el estado de derecho

El derecho a la libertad de expresión es esencial para el desarrollo y

fortalecimiento de la democracia y para el ejercicio pleno de los derechos

humanos. El pleno reconocimiento de la libertad de expresión es una garantía

fundamental para asegurar el Estado de derecho y las instituciones democráticas.

Así ha sido reconocido en numerosas ocasiones por distintos sectores de la

sociedad civil, organizaciones internacionales y por la mayor parte de los Estados.

La Convención Americana sobre Derechos Humanos establece el derecho

a la libertad de expresión en su artículo 13 en los siguientes términos:

1. Toda persona tiene derecho a la libertad de pensamiento y de expresión.

Este derecho comprende la libertad de buscar, recibir y difundir informaciones e

ideas de toda índole, sin consideración de fronteras, ya sea oralmente, por escrito

o en forma impresa o artística, o por cualquier otro procedimiento de su elección.

2. El ejercicio del derecho previsto en el inciso precedente no puede estar

sujeto a previa censura sino a responsabilidades ulteriores, las que deben estar

expresamente fijadas por la ley y ser necesarias para asegurar: el respeto a los

derechos o a reputación de los demás, o la protección de la seguridad nacional, el

orden público, y la salud o la moral públicas.

3. No se puede restringir el derecho de expresión por vías o medios

indirectos, tales como el abuso de controles oficiales o particulares de papel para


periódicos, de frecuencias radioeléctricas, o de enseres y aparatos usados en la

difusión de información o por cualesquiera otros medios encaminados a impedir la

comunicación y la circulación de ideas y opiniones.

4. Los espectáculos públicos pueden ser sometidos por la ley a censura

previa con el exclusivo objeto de regular el acceso a ellos para la protección moral

de la infancia y la adolescencia, sin perjuicio de lo establecido en el inciso 2.

5. Estará prohibida por la ley toda propaganda en favor de la guerra y toda

apología del odio nacional, racial o religioso que constituyan incitaciones a la

violencia o cualquier otra acción ilegal similar contra cualquier persona o grupo de

personas, por ningún motivo, inclusive los de raza, color, religión, idioma u origen

nacional.

6. La protección del derecho a expresar las ideas libremente es

fundamental para la plena vigencia del resto de los derechos: sin libertad de

expresión e información no hay una democracia plena, y sin democracia, la

historia hemisférica ha demostrado que desde el derecho a la vida hasta la

propiedad son puestos seriamente en peligro. Se puede afirmar la directa relación

entre el ejercicio de la libertad de expresión y opinión con la vida democrática de

los pueblos.

La Corte Interamericana ha destacado de manera consistente la

importancia de este derecho al sostener:


La libertad de expresión es una piedra angular en la existencia misma de

una sociedad democrática. Es indispensable para la formación de la opinión

pública. Es también conditio sine qua non para que los partidos políticos, los

sindicatos, las sociedades científicas y culturales, y en general, quien desee influir

sobre la colectividad puedan desarrollarse plenamente. Es, en fin, condición para

que la comunidad, a la hora de ejercer sus opiniones, esté suficientemente

informada. Por ende, es posible afirmar que una sociedad que no está bien

informada no es plenamente libre.

La libertad de expresión comprende el derecho de toda persona a buscar,

recibir y difundir informaciones e ideas de toda índole. De esta manera, este

derecho tiene una doble dimensión tanto individual como social. Sobre el

particular, la Corte ha dicho que esta doble dimensión:

…requiere, por un lado, que nadie sea arbitrariamente menoscabado o impedido

de manifestar su propio pensamiento y representa, por tanto, un derecho colectivo

a recibir cualquier información y a conocer la expresión del pensamiento ajeno.

Convivencia social.

Si entendemos a la realidad social, en su carácter interrelacional con los

factores que en ella se manifiestan; sujetos, instituciones, hechos y diferentes

tipos de situaciones y relaciones, estaríamos observando una concepción de la


sociedad desde un modelo estructural. Como lo plantea Giner: la sociedad como

conjunto constituiría una gran estructura, un sistema compuesto de otras

estructuras o subsistemas. Por estructura, cabe entender lo que él mismo ilustra

como conjunto, relativamente estable, de las interrelaciones de las diversas partes

y la organización o distribución de esas partes según un orden dinámico.

En este punto nos detenemos a describir otros conceptos de sistema,

según diferentes modelos que nos permitan desarrollar una idea de sistema social.

En primer lugar este puede ser entendido según el modelo biológico o de la

organización entre organismos vivos. La sociología en este sentido estudia los

grupos o sistemas humanos, desde grupos reducidos, como puede ser la familia,

pequeñas organizaciones sociales y hasta grandes extensiones de esta. Este

desarrollo lo ha llevado a cabo una corriente funcional16 de la sociología guiada

principalmente por Parsons. Sobre otra concepción de conceptos de sistemas;

recae el sistema entendido como conjunto de elementos en relación17, lo cual es

defendido desde las teorías de sistemas, que defienden que este, se observa

como un complejo de elementos que interactúan y se relacionan, siendo

determinante la relación con el entorno para definir la caracterización del sistema,

ya que se define según lo haga el propio entorno.

A la concepción que antes citábamos, se contrapuso Luhmann con un

concepto de sistema visto como elemento autorreferente18, es decir: que los

sistemas debían ser vistos siempre definidos por su diferencia con el entorno y no
como lo ilustraba Bertalanffy en su estrecha relación con estos, significando

Luhmann que tales sistemas sociales podían crear su propia estructura y los

elementos que se componen dentro de este, y como punto básico: caracterizaría a

la sociedad por la complejidad de las relaciones dentro de esta. Es por ello, que el

objetivo fundamental de su teoría es el de crear una concepción de los sistemas

sociales que tengan como fin reducir tal complejidad.

Nos es imprescindible en este punto fijar algunas ideas que entendemos

esenciales. Pues la primera hace referencia a la representación del Derecho,

como subsistema social complejo, entendiendo a este no solo en sus relaciones

internas, sino en su carácter de subsistema que se relaciona con el sistema social

que lo circunscribe. Y como segunda idea, hacemos referencia a la propia noción

de sistema que hemos ido planteando desde algunas posiciones doctrinales, no

entendiendo el sistema solamente como un conjunto de elementos, sino de

interacciones entre los elementos mismos, en su sentido interactivo y relacional.

Las ideas antes expuestas nos permiten representarnos al Derecho desde

su contextualización en el sistema social, para referirnos a las relaciones que este

tiene con los demás factores dentro de la sociedad, o como lo veníamos

planteando en los términos que hemos utilizado, a las relaciones entre el

subsistema jurídico y los demás subsistemas: económico, político y cultural.


Cabe señalar en un primer análisis, la aproximación innegable que tiene el

Derecho con la economía. Pues, desde una visión económica resulta necesario

contar con las condiciones que en el orden jurídico determinan: el impulso, la

protección y el control evolutivo de los hechos que dentro de las relaciones

económicas se manifiestan; ya que desde la perspectiva jurídica en relación con el

contexto social, loshechos económicos tienen una marcada influencia en la

configuración del Derecho.

Las relaciones sociales y económicas constituyen los elementos que se

encuentran en la base de cualquier problema de orden jurídico, y si el Derecho los

tiene en cuenta como tales, pasa a ser la manera en que la norma se encuentra

con más interacción con la realidad, permitiéndole superar las diferencias entre el

orden jurídico y la realidad social materializada.

En un segundo lugar, hacemos referencia a las relaciones entre en Derecho

y el subsistema político. Este factor social está marcado por la consecución del

alcance de objetivos bien determinados, estableciendo los fines, las metas, las

directivas y los recursos necesarios para alcanzar estos, a lo que pudiéramos

llamar el subsistema de la toma de decisiones.19 Sin embargo el término política

resulta ser ambiguo, lo que nos obliga a acogernos a conceptos dados por

algunos pensadores, para poder llegar a un análisis de la relación existente entre

lo político y lo jurídico.
Si observamos como lo determina González Casanova, este lo

conceptualiza desde una acción Humana que da lugar a una relación social de

doble carácter, pues por un lado tiene carácter de proyecto de decisión de

objetivos, y por otro lado tiene un carácter de finalidad, constituyendo la política: la

acción con el fin de lograr algo, a través de un conjunto de acciones sociales o

desde la sociedad, que son determinadas por la época o por una situación

temporal, históricamente complementada dentro del tejido social, y que pone de

relieve una estructura organizada para las interacciones sociales en forma de

comunidad; a lo que refiere el mismo Casanova que esa comunidad vendría a ser

el Estado y su formación política.

Si partimos del concepto antes planteado para determinar la interrelación

del subsistema político con el jurídico, debemos tener bien en cuenta los aspectos

espacio -temporales y los modelos sociales donde se manifiestan tales

subsistemas. Por una parte, se puede ver como esa interrelación entre lo jurídico y

lo político, se plantea siempre en el nivel de la justificación del poder legítimo; y

por otro lado, se manifiesta tal interacción desde la visión sociológica que abarca

la inserción jurídico- política en un contexto histórico determinado.

Sin dejar de obviar elementos esenciales de las interrelaciones de todos los

subsistemas en su conjunto, en los antes expuesto, (jurídico y lo político) se

destacan variables que responden en gran manera a factores tales como: la

distribución de poder, las formas de dominación, las relaciones entre poder, fuerza
y violencia, los mecanismos de representación, las situaciones de privilegios y los

grupos de presión social.

Para concluir en este sentido, se nos hace imprescindible señalar que

también existe una conexión entre el Derecho y la cultura. Pues, como bien cita

Bulté “Cuando se impone una normativa jurídica sin un fundamento cultural, por

muy justa que sea teóricamente, el resultado no es revolucionario sino,

precisamente, lo opuesto a lo que se dice pretender”.

Ahora bien, de los efectos antes planteados, se puede hablar de un

subsistema de socialización, de mantenimiento de pautas, el nivel de identidad en

la colectividad, el nivel de simbolismo, donde se asienta el recurso de legitimación

y motivación de las conductas sociales. Varias concepciones mantienen, que los

sistemas sociales tienen significado, a partir del hecho de que los hombres están

situados siempre en un universo cultural creados por ellos mismos.

Claro está que la manera de manifestarse el Derecho, regulativo y

esencialmente institucional difiere de las relaciones que se dan en el orden

cultural. Sin embargo esta última ejerce una determinada influencia sobre el

Derecho, que es donde se encuentra la identidad cultural, solo así puede llegar a

tener la norma un carácter eficaz y duradero. Desde esta visión la experiencia

jurídica puede ser entendida como experiencia cultural.


Hasta ahora hemos mostrado que el Derecho, en su concepto, tiene

elementos que lo integran y que a la misma vez, estos le permiten

interrelacionarse en un marco histórico social concreto, identificándose hacia

tendencias políticas y con un contenido múltiple, variable y dinámico. Pudiéndose

entender como factor social que se encuentra interrelacionado con los demás

factores o subsistemas de la sociedad. Llevándonos a plantearnos y a ubicar el

Derecho en cada grupo social atendiendo a una cuestión fundamental: el cambio

social.

Poder y autoridad

En las sociedades humanas siempre hay alguien que manda y gobierna, el

poder es una necesidad social. Según Weber: " el poder es la probabilidad de que

un actor dentro de un sistema social este en posición de realizar su propio deseo,

a pesar de las resistencias". El concepto de poder para Tawney, se centra en la

imposición de la propia voluntad sobre otras personas. Literalmente " el poder se

puede definir como la capacidad de un individuo o grupo de individuos para

modificar la conducta de otros individuos o grupos en la forma deseada y de

impedir que la propia conducta sea modificada en la forma en que no se desea".

En el pensamiento político moderno, el poder ha sido representado de tres

maneras que pueden ser diferenciadas, aunque no resulten, sin embargo,


completamente distintas: El poder entendido como capacidad, El poder fundado

en el consentimiento, y el poder como una característica ineludible de las

relaciones sociales.

El doble elemento del poder.

Un análisis de las relaciones humanas en la historia nos muestra que en el

hombre y en la sociedad anidan dos intereses contrapuestos, son dos tendencias

siempre en juego y en conflicto. Por un lado, está el YO individualista, captativo,

asociable y con frecuencia antisocial, al que no le importan los demás y cuya

ambición sería sentarse sobre los cráneos de los demás. Por otro lado, está el

NOSOTROS, solidario, oblativo, comunitario, que trata de hallar un consentimiento

con los demás para convivir organizadamente y en armonía.

En este escenario conflictivo, el poder es el agente irreemplazable de la

cohesión social, es el encargado de mantener juntos los elementos sociales,

solicitados sin cesar por las fuerzas de la disociación. Ello lo puede hacer el poder

de dos maneras: o por medio de la coacción, o por medio de la persuasión. El

Poder pretende obtener, como sea, la obediencia de la comunidad, con miras al

bien de todos. De lo contrario, el grupo humano se disocia y anarquiza. El grupo

humano (y los individuos que lo componen) debe entonces someterse: o bien por
la fuerza externa de la violencia, o bien por la energía interna de sus propias

convicciones.

Por ello, el poder tiene también las dos caras de Jano, tal como lo

representaba una antigua moneda romana. Por un lado es protestas: fuerza,

capacidad efectiva de hacerse obedecer por todos, aún por los apáticos y

renuentes. Por otro lado es auctoritas: capacidad de mando con título legítimo,

capacidad que tiene el derecho de exigir razonablemente la obediencia de todos,

para el bien común. En brillante síntesis recoge lo anterior el profesor Duverger

cuando dice que todo poder es una mezcla de violencia y de creencias.

El poder es postetas cuando busca afianzarse más sobre la fuerza, la

coacción y la violencia. El poder es auctoritas cuando busca afianzarse más sobre

el consentimiento libre, sobre la razón y el derecho, sobre las creencias. De

ordinario, es una cosa y otra. Hay formas de poder (y sistemas de gobierno) que

acentúan más un aspecto que otro, gobiernan más por la fuerza que por la

persuasión.

Pero el poder es simultáneamente una sola moneda, que tiene cara y sello:

fuerza y autoridad, capacidad física de mando y capacidad ético-jurídica de

mando. Como dice Friedrich, todas las situaciones de poder contienen a la vez

fuerza (coacción) y consentimiento (razón), pero en proporciones muy variables. El

poder basado únicamente en la fuerza (coacción) y el poder basado únicamente


en el consentimiento, constituye un límite o extremo irreal que no existe que no

existe.

Mi opinión al respecto es que, en relación con lo anterior, se puede hablar

de un doble concepto de poder. Hay un concepto corpóreo, cuando se identifica el

poder con fuerza. El poder se concibe entonces como algo "sustantivo" o

"corpóreo", como una sustancia material, que se le añade a la sociedad desde

fuera, algo que se posee, que se puede acrecentar y del que se puede ser

desposeído también. Se acercan a este tipo de concepto del Poder político, un

Hobbes, un Spinoza, y los defensores de los totalitarismos (nacional-socialista,

fascista, comunista).

b) Hay un concepto relacionista, cuando se identifica poder con autoridad.

El poder se concibe entonces como algo que surge del seno mismo de la

sociedad, como un vínculo entre gobernantes y gobernados, que asegura la

cohesión social del grupo nacional. Se acercan a este tipo de concepto de poder

político quienes defienden las democracias.

Para Duverger, el poder no es un simple hecho material: está vinculado a

las ideas, creencias y representaciones colectivas. Lo que los hombres piensan

del poder es uno de los fundamentos esenciales del mismo. Poder político y

fuerza. Se afirma, con frecuencia, que quien tiene la fuerza (física o moral), tiene
el poder. Pero la fuerza no siempre equivale al poder. Puede haber grupos

guerrilleros que tienen fuerza de armas, y sin embargo no tienen poder político.

Tienen una fuerza ilegítima, con la esperanza de que algún día, por el camino de

la revolución armada, puedan llegar a adueñarse del poder del Estado.

Tienen armas, pero no tienen el poder. Grupos de ciudadanos, en

ocasiones, intentan forzar al gobierno para influir en sus decisiones políticas, y

realizan para ello huelgas o paros violentos; no obstante, el poder político rara vez

atiende peticiones con tales procedimientos. El ejército y la policía -que son los

brazos armados de la suprema autoridad política del país- tienen toda la fuerza de

las armas. Sin embargo, de ordinario, no son cuerpos deliberantes en las

cuestiones políticas, ni inclinan todos los días la balanza de las decisiones del

poder del Estado.

El que tiene la fuerza no siempre tiene el poder. El que tiene el poder, sí

tiene siempre a su disposición la fuerza para constreñir (moral y aun físicamente)

a los ciudadanos a obedecer las leyes e instituciones de la nación.Poder político y

autoridad. Tampoco son sinónimos poder y autoridad (auctoritas). De ella se habló

ya antes. Autoridad significa jerarquía, superioridad razonable y legítima, liderazgo

(leadership) dentro de una comunidad. Hay quienes tienen autoridad por sus

cualidades personales (líderes espirituales, intelectuales, sindicalistas, hombres de

ciencia y letras, comunicadores y editorialistas.).


Hay quienes tienen autoridad en la sociedad debido al cargo que

desempeñan (autoridades civiles, militares y eclesiásticas). Puede existir autoridad

sin poder político, y suele darse gran autoridad con poco poder político (en

general, las autoridades educativas, académicas y universitarias). Pero también

excepcionalmente puede darse el caso inverso: alguien quien detente el poder sin

autoridad. Piénsese en el caso del dictador que retiene un poder ilegítimo, sin

ninguna autoridad moral ni jurídica, en lo interno del país y en lo internacional,

hasta que es obligado a deponer el mando por un movimiento popular que logra

un éxito rotundo. Pero de ordinario, la autoridad acompaña y debe acompañar al

poder. Cabe distinguir tres tipos de poder:

Poder político, quien lo detenta posee los medios de coacción física en

forma legítima. Poder económico, caracterizado por la posesión de bienes y

riquezas, y poder ideológico: basado sobre el control de los medios de persuasión,

lo que permite actuar o influenciar sobre el pensamiento de los demás.

En cuanto a la forma como quién detenta el poder entiende la posibilidad de

dejarlo en algún momento, BURDEAU lo clasifica en:

Poder Abierto: "Es aquel que admite el pluralismo de las aspiraciones

colectivas y se adapta constantemente a las modificaciones que se suscitan en los

deseos de la colectividad." Este es el poder típico de una democracia, donde la


crítica es tolerada, y la alternancia en el poder es la principal base de evitar el

abuso, la corrupción y sometimiento de unos a otros.

Poder Cerrado: "es aquel que unas vez instaurado sobre la base de una

representación de la sociedad, que es inmutable, se cristaliza, escapando "en

adelante a toda revisión porque la forma en que se ejerce la potestad estatal hace

que esta potestad sea monopolizada por la fuerza política que se erige en dueña

del Estado." Este es el Poder típico de las dictaduras en todas sus formas, ya sean

civiles o militares, en donde quienes detentan los poder harán todo lo que sea

necesario para perpetuarse en él.

En cuanto a su concentración el Poder se puede clasificar en:

Poder Centralizado: Es aquel en el que el Poder está monopolizado por una

sola persona, la misma que, naturalmente delega alguna de sus funciones en

otras personas ante la imposibilidad de realizarlas todas, pero el TITULAR del

Poder es una sola. En la medida que lo desee o necesite variará su decisión sobre

la delegación realizada.

Poder Descentralizado: Es aquel en el que el Poder se sustenta en

autoridades de distinto origen, que responden a su propia base; que no dependen

en cuanto a sus competencias, de lo que señale la autoridad central. Cada nivel

de la autoridad, puede hacer u ordenar hacer una serie de cosas y tomar diversas

decisiones y hacerlas cumplir con su propia fuerza en caso de incumplimiento. Al


depender de distintas autoridades el poder central ejerce menos presión sobre los

gobernados.
CONCLUSIÓN

El supuesto jurídico es un hecho abstracto que puede producir un efecto

legal con consecuencias. Las consecuencias legales fijadas por una norma

dependen de la realización de la hipótesis. Los efectos jurídicos que derivan de la

ejecución del supuesto jurídico consisten en creación, transmisión, modificación o

extinción de derechos y obligaciones.

Toda persona tiene derecho a la libertad de pensamiento y de expresión.

Este derecho comprende la libertad de buscar, recibir y difundir informaciones e

ideas de toda índole, sin consideración de fronteras, ya sea oralmente, por escrito

o en forma impresa o artística, o por cualquier otro procedimiento de su elección.

Si entendemos a la realidad social, en su carácter interrelacional con los

factores que en ella se manifiestan; sujetos, instituciones, hechos y diferentes

tipos de situaciones y relaciones, estaríamos observando una concepción de la

sociedad desde un modelo estructural. Como lo plantea Giner: la sociedad como

conjunto constituiría una gran estructura, un sistema compuesto de otras

estructuras o subsistemas. Por estructura, cabe entender lo que él mismo ilustra

como conjunto, relativamente estable, de las interrelaciones de las diversas partes

y la organización o distribución de esas partes según un orden dinámico.


BIBLIOGRAFÍA

 Hilda (2013) Supuesto Jurídico. Derecho.laguia2000.com

 Carlos Velasco. Supuesto Jurídico. Leyderecho.org

 Garcia (2010). Conceptos Jurídicos fundamentales. universidad-

derecho.over-blog

 Alberto Velez. Supuestos y Hechos Jurídicos. Revista Opinión Jurídica.

 Definición legal. Supuestos Jurídicos. Definionlegal.blogspot.com

 Prieto Valdés, Martha: Cuba, 1901-1976: Criterios doctrinales acerca de la

interpretación del Derecho. En Matilla Correa, A.-coordinador: Historia del

Derecho en Cuba, Primera edición, Editorial Ciencias Sociales, la Habana

2009, p.190.

También podría gustarte