Pastor Hernández hace 6 horas Bosquejos Biblicos Deje un comentario 3 Vistas
III. Tenemos que ser luminares en el mundo en
medio de un mundo malo (Juan 18:36) El reino del Señor no es de este mundo, por lo tanto no servimos a este mundo sino al Señor. Por eso el mundo no está conforme con lo que procede de Dios, porque el reino de Dios no se compara con lo que en este mundo obtenemos. Ciertamente vivimos en este mundo pero no somos de Él ni le servimos. a. Que no teme a Dios (1 Juan 4:18) El mundo no teme a Dios, pero le temen a la muerte pues no saben qué esperar. El mundo no teme a Dios pero no quiere ir a condenación, pero la palabra de Dios es clara y si nos constituimos amigos del mundo somos enemigos de Dios. b. Que nos aborrece (Juan 17:14) El mundo aborrece a los hijos de Dios, porque no les servimos, porque no seguimos la corriente que los lleva a la perdición. Es mejor obedecer a Dios que a un mundo que lleva a la muerte. El mundo desprecia a Dios y aborrece a todos aquellos que son hijos del Altísimo porque vamos contra la corriente de maldad que impera en las naciones. c. Lleno de aflicciones (Juan 16:33) El Señor nos advierte que en el mundo tendremos aflicciones. Este mundo es contrario a todo lo que viene de Dios y nosotros, los cristianos, venimos de parte del Señor para hablar lo que es verdad, la palabra de Dios. Por lo tanto el mundo trata de estorbar a todo lo que tiene que ver con el Señor. IV. Nosotros somos los luminares en el mundo (Mateo 5:14) Los hijos de Dios debemos servirle con todo nuestro ser. Debemos ser hallados irreprensibles delante del Señor, porque este mundo de maldad tratará de desviarnos de los caminos del señor. Pero la gloria es del Señor quien nos da la fortaleza para servirle con autoridad y ser luz a las naciones. Ese contraste entre la oscuridad del mundo y la luz de Dios en nuestra vida resulta en la gloria del Señor. Porque no es nuestra luz que brilla, es el Señor en nosotros que resplandece. Moisés no brillaba con luz propia, sino que por estar en la presencia de Dios su gloria se le pegaba a él. Somos esa luz que resplandece, que debe ponerse en lo alto para alumbrar en medio de la oscuridad. Somos la luz del mundo, en este mundo de maldad debemos brillar con la luz de Dios para que su nombre sea glorificado. Conclusión Con la ayuda de Dios y con una determinación total en serle fiel y obedecer sus mandamientos podemos ser esa luz que el mundo de maldad necesita. Porque el mundo necesita la luz de Dios, debemos estar dispuestos a ser usados por nuestro Padre para que, con sencillez de corazón, llevemos su gloria a las naciones. Regresemos a nuestro lugar, y seamos los luminares de Dios en el mundo.