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Esquema
Introducción
Conclusiones
0
El recuerdo del Inca
La hegemonía cultural del estado incaico en el ritual del Purucaya
Introducción
1
1. De Inca a dios: el Purucaya a través del Tahuantinsuyo
Ahora bien, el proceso del Purucaya nos lanza hoy en día algunas incógnitas para su
investigación: la duración de la ceremonia es debatible, debido a que una fuente arroja
un número de meses, y la otra, un número distinto –las revisaremos más adelante–; al
parecer, el Purucaya oscilaba entre uno y cinco meses de duración.2 Para que el ritual se
lleve a cabo, como se ha mencionado en el párrafo anterior, se tenía que cumplir un año
después de la muerte del último Inca Se daba inicio con la salida de hombres y mujeres,
llorando, vestidos de adornos y armas del Inca difunto y con los rostros pintados,
durante los primeros quince días. Luego, tras un largo recorrido, en el que, además, los
súbditos “hablaban” con el Inca difunto y le pedían que “enví[e] buenos temporales y
les quit[e] enfermedades y todo mal que les viniese”, llegaban por fin al Cusco, donde,
en la plaza central, se bailaba una coreografía especial que escenificaba la guerra. A
continuación, se llevaba a cabo una guerra ritual entre Hanan Cusco y Hurin Cusco, en
la que siempre se imponían los primeros. Finalmente, se procedía a sacrificar animales
(en su mayoría, camélidos) y alrededor de 1000 niños y niñas. 3 Como se puede apreciar,
era una fiesta con todo un gran aparato simbólico.
Fueron solo dos los cronistas españoles que mencionaron al Purucaya, Juan de Betanzos
y Sarmiento de Gamboa. El primero tiene descripciones más detalladas y le da una
importancia mayor a la ceremonia que Sarmiento, debido a que esta fiesta está presente
en varios episodios del libro de Betanzos. Se debe resaltar también que las discrepancias
1
Hernández, 2012, p. 140.
2
Dato a partir de la comparación de las crónicas de Juan de Betanzos [1551] y Sarmiento de Gamboa
[1572].
3
Betanzos en Kaulicke, 2016, pp. 28-29.
2
principales entre ambos radicaban en el número de veces que se llevó a cabo el ritual,
cuánto duraba este y a quiénes exactamente fueron dirigidos.
En primer lugar, para Betanzos, el primer Inca homenajeado en la primera fiesta que se
celebró fue Pachacuti4, por ende, se entiende que –aunque no se menciona de manera
explícita– el que se encargó de realizar la ceremonia fue Tupac Yupanqui, su hijo, quien
es llamado en la crónica de Betanzos como Topa Ynga Yupangue. Para este cronista, la
fiesta tenía un mes de duración y, aparte de Pachacuti, hubo otros homenajeados: Mama
Ocllo, esposa de Tupac Yupanqui, Huayna Capac e, incluso, Manco Inca, aunque este
último escapa del marco temporal de este estudio.5 No obstante a las narraciones de
Betanzos, no es la única versión que enumera a las fiestas del Purucaya y a quienes las
recibieron.
4
Pachacuti es llamado por Betanzos como Ynga Yupangue.
5
Betanzos, 2015 [1551], pp. 263-322.
6
Sarmiento, 1988 [1572], p. 95.
3
se hiziesen tantas ceremonias y se disfracazen en tantos vestidos [sic]…”. 7 Más allá de
la polémica en torno a su duración u otras aristas, el Purucaya significaba una
ceremonia imperial sumamente importante para la cultura y la sociedad incaica, pues se
celebraba también la conversión del difunto en una divinidad, la transición de Inca a
dios.
Dicha pregunta no puede responderse solo citando a las fuentes primarias, pero es un
vacío que nos debe ayudar a reflexionar. Si el Inca ya era considerado el hijo del Sol,
pero en el Purucaya se celebraba su conversión en divinidad, era porque esta ceremonia
significaba la consolidación del Inca como dios, dado que ya había abandonado el
mundo terrenal. No es lo mismo tener a un gobernante divino que administra el estado
en los hechos concretos que observarlo como una momia, que si bien aún cumplía
funciones en los ritos, su papel como soberano político del Tahuantinsuyo solo quedaba
en el recuerdo. Más adelante se revisará el rol del difunto en este rito.
Por otro lado, los incas no fueron los únicos que tuvieron ceremonias después de la
muerte de su gobernante. Por ejemplo, en la sociedad nahua, los mexicas celebraban un
ritual llamado Quitonaltia una vez que fallecía un gran señor, o sea un Tlatoani. Se
llevaba a cabo cuatro días después de su muerte, los familiares lloraban y cantaban y
eran sacrificados una cantidad considerable de esclavos, cualidad muy repetida en
Mesoamérica. Los ritos funerarios continuaban casi durante un año y en el lapso de todo
7
Betanzos, 2015 [1551], p. 263.
8
Ossio, 2016, pp. 23-29.
4
este tiempo los sacrificios humanos continuaban.9 En el caso del Purucaya se puede
apreciar que los sacrificios humanos no eran el factor fundamental de la fiesta, pero sí
otros componentes que se analizarán en el siguiente capítulo.
Lo primero que se debe abordar en este capítulo, para poder profundizar el análisis en el
caso andino, es repasar en qué consiste la “hegemonía”. Pues bien, este concepto fue
desarrollado por el teórico marxista italiano Antonio Gramsci y radica, básicamente, en
la capacidad de las élites para ejercer su poder hacia las clases subalternas, por medio de
la estructura (economía y relaciones productivas) y la superestructura (las normas
jurídicas y la cultura), con el objetivo de dirigir la sociedad en torno y a fin a sus
intereses; es decir, no es suficiente la violencia o la coerción para que las clases
dominantes controlen a los dominados, sino también se necesita la ayuda de todo un
aparato cultural que ayude a “normalizar” esa dominación.10 No obstante, es un aspecto
concreto del concepto de hegemonía el que nos interesa para este estudio.
9
Véase “La muerte del Tlatoani, costumbres funerarias en el México antiguo”. Estudios de cultura
Náhuatl. México D.F., N° 27, pp. 90-92.
10
Gramsci, 1987, p. 24; 1990, pp. 351-353.
11
Ibíd, 1987, p. 21.
5
acá los grupos de poder no buscan “ciudadanos”, sino poblaciones sometidas que, en
varios casos, son resistentes a la conversión ideológica, como fue la dominación de los
reinos aimaras para el caso andino. El segundo, la hegemonía viral, es más visible
cuando conquistadores y súbditos llegan a compartir una ideología jerárquica. Kolata
divide a esta última hegemonía en dos: viral estratégica, la cual se manifiesta cuando la
élite estatal crea condiciones políticas y culturales explícitas para transformar la
conciencia histórica, resultado de ello es que los pobladores subyugados comparten la
ideología de los dominantes; y, por otro lado, la hegemonía viral idiomática se expresa
en la sociedad a través de actos, fenómenos sociales, símbolos u objetos, pero que no
son generados por la élite, sino que se visibilizan de manera implícita en las
colectividades, como el ayllu en los Andes (un “hecho social total”).12
Pero para determinar el tipo de hegemonía en la fiesta del Purucaya, debemos analizar
primero si esta ceremonia tuvo algún fin provechoso para la élite incaica y, por
supuesto, examinar cuál fue ese rol de la élite en los funerales. Al parecer, el Purucaya
coincidió con un evento económico relevante en el imperio, y qué más importante que
la agricultura. Para Tom Zuidema, el Purucaya manifiesta un acto cultural y político en
torno a la agricultura: no solo se celebraba la fiesta un año después de la muerte del Inca
difunto y tenía una duración de 4 meses por el simple hecho que Pachacuti lo haya
ordenado, sino porque esta concluía todo un ciclo de cosechas, durante los últimos
cuatro meses de un año agrícola.13 No se puede confirmar esta hipótesis completamente
si buscamos la respuesta inmediata en las fuentes, pero al ser el imperio incaico una
sociedad basada, sobre todo, en la agricultura, no es para nada un postulado
descabellado.
Por otra parte, se debe revisar el rol de la élite incaica en este rito, pero no sin antes
verificar, de manera general, cómo se componía esta élite. El Inca, de hecho, no
gobernaba solo, sino que tenía todo un aparato estatal, todo un conjunto de familias
reales y nobles relacionadas por parentesco: las panacas. Estas, parafraseando a María
Rostworowski, se formaban con los descendientes del Inca reinante, pero se excluía al
próximo heredero que asumía el poder, quien a su vez formaba su propia panaca. La
misión principal de estos grupos de la realeza incaica era conservar la momia del
monarca fallecido y guardar el recuerdo de sus hazañas. Esta tradición del
12
Véase Ancient Inca, Kolata, 2013.
13
Zuidema, 2010, p. 255.
6
mantenimiento de la memoria era fundamental, debido a que el Tahuantinsuyo era un
pueblo sin escritura.14 En definitiva, las panacas no solo eran la simple composición de
las familias reales del imperio, sino que cumplían un rol de difusores políticos del Inca
fundador de su linaje.
También las panacas tenían que llevar a cabo una tarea de difusión histórica acerca del
Inca fundador de su linaje real para poder legitimar su estatus. En los rituales funerarios,
las momias de los soberanos difuntos jugaban un rol político elemental: el sustento de
las panacas como grupo social en el poder dependía de su capacidad de conservar
adecuadamente la momia y asegurar la participación de esta en diversas festividades
cusqueñas.15 Como se puede apreciar, el Inca difunto todavía seguía cumpliendo
papeles políticos en el imperio, a través de los rituales, pero era su panaca la que tenía
que encargarse de ejecutar esa participación y preservar el recuerdo del Inca en la
memoria colectiva.
La fiesta del Purucaya no fue la excepción a todo este mecanismo social, pues dicho
ritual funerario era, justamente, dedicado al soberano difunto, concretamente a la momia
del Inca un año después de su muerte. En ese sentido, el papel de la panaca del Inca
homenajeado en cada Purucaya fue crucial para la debida ejecución del ritual y para, a
través del mismo, divulgar y transmitir el recuerdo del Inca; se aprecia, entonces, un
trabajo ideológico explícito por parte de las élites, tanto del hijo del difunto –en ese
entonces el Inca reinante– como de la panaca, con un fin político: legitimar su posición
social y enaltecer la imagen y el recuerdo del emperador.
Retomemos ahora las descripciones de la fiesta por la pluma de los cronistas. Juan de
Betanzos narra detalladamente cómo Huayna Capac le dedicó la ceremonia del
Purucaya a su madre Mama Ocllo, quien fue, dicho sea de paso, la única mujer en
recibir este ritual según las fuentes:
“…mandó que toda su gente entrase ansimismo llorando, como él, la muerte de
su madre. Y luego otro día despuésde aver llegado, mandó quese aderecasen los
señores y señoras del Cuzco, que quería que se comencase a hazer la fiesta del
purucaya por su madre; y luego se puso por obra. En la qual fiesta mandó
Guaina Capac que saliesen ciertas mujeres hilando oro fino con usos de oro y
14
Rostworowski, 2007, p. 134.
15
Hernández, 2012, p. 26.
7
ruecas de oro que imitasen a su madre quando le dava voluntad de hilar algo
[sic]…”.16
¿Por qué la necesidad de que esta tristeza de los familiares de los gobernantes muertos
sea un sentir público, un sentimiento compartido por los pobladores a través de una
ceremonia? Porque, precisamente, no era solo para demostrarle a sus súbditos que
estaban llorando por su familiar querido, sino también porque el estado incaico
necesitaba legitimar su poder a través de una manifestación cultural, donde se
homenajeó al gobernante, un año después de su muerte, y donde la panaca de este
difunto debía demostrar la calidad de su estatus y legitimar su poder a través del
adecuado mantenimiento de la momia y el debido manejo y preparación del Purucaya.
La hegemonía cultural del estado incaico se evidenciaba en la ejecución de este rito.
Conclusiones
Además, y de manera más específica, podemos concluir que el Purucaya fue una fiesta
política y religiosa del estado incaico que evidenciaba una hegemonía cultural
estratégica hacia sus pobladores, una hegemonía ejercida del sector dominante a los
subordinados. Se sostiene, en esta investigación, que fue una hegemonía viral
estratégica y no de otro tipo dado que este ritual fue creado, organizado y llevado a cabo
por la élite estatal del Tahuantinsuyo con el fin de compartir y normalizar su ideología
16
Betanzos, 2015 [1551], p. 308.
8
dominante con los grupos subalternos; es decir, el estado incaico buscaba reafirmar su
hegemonía cultural con los dominados de manera explícita, a través de una celebración
a un Inca.
9
Bibliografía
Fuentes primarias:
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2015 [1551] Juan de Betanzos y el Tahuantinsuyo: nueva edición de la Suma y
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GAMBOA, Sarmiento de
Fuentes secundarias:
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1990 “Cuadernos de la cárcel”. Escritos políticos (1917-1933). Buenos Aires:
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huaca: la religión del poder y el poder de la religión en el mundo andino
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PUCP.
ROSTWOROWSKY, María
2007 Estructuras andinas del poder: ideología política y religiosa. Lima: IEP.
ZUIDEMA, Tom
2010 El calendario inca: tiempo y espacio en la organización ritual del Cuzco:
la idea del pasado. Lima: PUCP.
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