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“La imagen didáctica: iconografía de los héroes y los hechos gloriosos 1810-1910-2010”-Roberto

Amigo.

En la Argentina, en el inicio del género, se produce un desarrollo autónomo de la representación


histórica por la tardía escritura de textos históricos canónicos, aspecto que para el Centenario ya
está solucionado por la aparición de las obras de Bartolomé Mitre y de Vicente F. López.

Esto favoreció la consolidación de la imagen histórica como imagen didáctica, en sus diversos
soportes visuales, y estableció el aspecto educativo de la imagen como prioritario sobre los
aspectos estilísticos y genéricos. La imagen histórica quedó atada a su visualidad de manual
escolar y este proceso es retroactivo alcanzando a las imágenes producidas con anterioridad cuya
recepción quedará determinada por la escolaridad. La representación histórica es por definición
objetiva, ilustrativa y de interpretación lineal.

De los santos a los héroes: 1810

Uno de los escasos artistas tardo-coloniales activos en Bs As durante los primeros años
republicanos es el correntino Manuel Pablo Núñez de Ibarra (1782-1862) un grabador formado en
el horizonte cultural legado por las misiones en la región. Este artista se dedica a grabar planchas
de imágenes religiosas de devoción popular como Santa Rita, vencedora de los imposibles, y San
Telmo, patrón de los navegantes. Poco después el artista tiene devoción por la revolución y puede
calificarse de un exponente menor de la ilustración católica rioplatense. Entre los proyectos de
Núñez de Ibarra se encuentran el de establecer una fábrica de matrices de imprenta. Su ocupación
principal es el dibujo. Manuel Belgrano, impulsor de la enseñanza del dibujo, elogió el empeño
patriótico del grabador porque sus conocimientos son útiles “para formar hombres”.

A los primeros emblemas de bandera y escudo debían sumarse un retrato heroico significativo y
para ello los triunfos sanmartinianos en Chacabuco y Maipú eran una buena oportunidad. De
modo que la Asamblea decretó hacer un retrato de José de San Martín que tuviera a cada lado el
genio de la libertad y de la victoria. Los cuadros serían distribuidos a cada una de las capitales y
ciudades subalternas del estado y debían colocarse en las salas capitulares.

La imagen heroica tenía sus raíces en la iconografía napoleónica, que también había influido en la
propia metrópoli española. Núñez de Ibarra propuso hacer una lámina de San Martín en un retrato
a cuerpo entero ecuestre, dejando de lado los símbolos que complicarían el cuadro. De este modo
se puede afirmar una perduración de los modos de representar tardo-coloniales en la primera
iconografía patriótica. Es decir, un modelo dieciochesco español combinado con la iconografía
napoleónica que estaba presente en el imaginario de las élites letradas más que en el oficio de los
escasos artistas locales. Otras obras de Núñez de Ibarra fueron los retratos de Manuel Belgrano
de 1819 y 1820, el retrato de Rivadavia y la estampa de la devoción popular correntina, la Virgen
de Itaí fechada en 1845.

La pintura y la ilustración histórica: 1910

El centenario de la revolución de Mayo está influenciado por La restauración nacionalista, una


obra de Ricardo Rojas a pedido del Ministerio de Justicia e Instrucción pública sobre la enseñanza
de la historia. Según este nacionalismo historicista, éste debía ser integrador de la sociedad
mediante la creación de una conciencia histórica. El programa estaría dirigido a la escuela como
“hogar de la ciudadanía” y en particular a la enseñanza primaria. La forma de relato de la historia
sería la biografía y su visualidad el retrato heroico. De este modo se reproduce el mecanismo de la
pintura religiosa como sostén del sermón y la lectura bíblica.

Entre los manuales escolares destaca el escrito por Carlos Imhoff y Ricardo Levene con el título La
historia argentina de los niños en cuadros y en su prólogo Joaquín V. González señala el valor de la
imagen diciendo “los niños se grabarán estos dibujos con sentido patriótico con mayor fuerza
didáctica que en la literatura”. Otras imágenes históricas aparecían en magazines y revistas
ilustradas como la Vida Moderna, donde entre 1909 y 1910 el artista Fortuny hacía efemérides con
ilustraciones históricas.

También la Comisión Nacional del Centenario mandó a hacer una edición de quince láminas de la
serie Mapa Histórico de la República Argentina (1810-1816) para uso de las escuelas. Para el
Centenario había un acuerdo intelectual en la necesidad de la imagen para fijar en el niño el
sentimiento patrio, en el poder de las imágenes para que ese sentimiento se tornase inalterable: la
imagen de los hechos virtuosos generaría ciudadanos virtuosos.

Si había en el espacio del aula manuales ilustrados y láminas, es en el acto escolar mediante la
representación teatral donde los conceptos patrióticos se incorporan físicamente, siempre en
relación con una ilustración previa que daba sentido a lo representado.

Para el Centenario la imagen histórica se produce para el aula pero también para expandirse en el
espacio público bajo la función de entretener e instruir. De allí surge una política pública asociada
con iniciativas particulares como la proyección de espectáculos cinematográficos alusivos a los
sucesos históricos en celebración. También durante el centenario se desarrollaron formas visuales
decimonónicas, los denominados panoramas. Entre ellos se realizó el panorama de La batalla de
Maipú y un panorama de El paso de los andes por el ejército libertador al mando de San Martín.

Asimismo la Comisión Nacional del Centenario imprimió miles de tarjetas postales para repartir
durante los festejos. La iconografía de los próceres y los símbolos patrios se extendió de las aulas
escolares al espacio urbano. También hubo una distribución de retratos de próceres.

Por otra parte, los comercios y sus vidrieras se llenaron de motivos patrióticos inundando las calles
de la ciudad con una ornamentación adecuada a la celebración del Centenario. Finalmente se
llamó a un concurso nacional de cuadros históricos en los cuales se debía retratar a la Primera
Junta, otro debía ser de costumbres nacionales y otro sobre la época de la independencia. El
concurso estuvo plagado de irregularidades y el jurado tuvo poca legitimidad, recibiendo
innumerables críticas.

Algunos de los cuadros que participaron en el concurso dieron forma, por su vasta difusión
escolar, al imaginario histórico de los argentinos. Esta era la política instrumental de las élites para
homogeneizar a los hijos de la inmigración y generar una participación activa en el proceso de
construcción de la identidad nacional dirigida desde el estado.

Bicentenario: 2010

Aunque el autor argumenta que uno de los rasgos distintivos del Bicentenario es la carencia de
imagen, se puede observar por el mapping realizado sobre el Cabildo de Bs As el 25 de mayo de
2010 que se hace un recorrido histórico a partir de las invasiones inglesas, resaltando la
resistencia de la plebe de Bs As a las mismas. Luego aparecen algunos próceres como Mariano
Moreno, Saavedra, Manuel Belgrano, San Martín, Rosas pero el recorrido no se centra en ellos
como figuras de bronce sino en los procesos históricos desde una perspectiva revisionista. En estas
imágenes se hace alusión a las masas populares y a la década infame de 1930, el surgimiento del
peronismo y las figuras de Perón y Evita hasta llegar al golpe de 1955. También se hace referencia
a la resistencia a las posteriores dictaduras militares, apareciendo las figuras de Agustín Tosco y
Rodolfo Walsh. Posteriormente aparece el golpe de 1976 y la figura de Martínez de Hoz, la
búsqueda de las Madres de Plaza de Mayo por los desaparecidos y la posterior guerra de Malvinas
con la imagen de Galtieri. Posteriormente aparecen la figura de Alfonsín como símbolo de retorno
a la democracia y el Nunca Más como el inicio de los juicios a la Junta Militar. Pasan por los
distintos gobiernos democráticos haciendo también hincapié en las privatizaciones menemistas, el
atentado a la Amia y la crisis de 2001 para cerrar con imágenes de los distintos presidentes
progresistas de América Latina.

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