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LA EVALUACIÓN COMO PROCESO DE APRENDIZAJE

Introducción

La evaluación cumple funciones muy diversas constituyéndose en uno de


los elementos fundamentales del proceso educativo. La evaluación no es un
elemento separado del proceso educativo ni tiene como función ultima la de
reflejar una calificación, por el contrario la evaluación tiene un carácter
formativo pues informa con frecuencia a los alumnos sobre su progreso o no,
siendo éste el mejor modo de poder corregir a tiempo los errores o dificultades
en el aprendizaje, así como de estimular el esfuerzo realizado.

La evaluación se encuentra presente en la mayoría de las funciones que


realizamos de la vida cotidiana ¿acaso no nos formamos una opinión personal
de todas las actividades que desarrollamos?, pues lo que estamos haciendo no
es otra cosa que emitir un juicio de valor según aquella cosa nos haya gustado
más o menos; igualmente hacemos con las personas con las que nos
relacionamos y así valoramos sus conductas, sus comentarios, su forma de
expresarse, etc.

La evaluación académica es un proceso sistemático y bien estructurado,


ya no se trata de simples opiniones sino que tenemos que ser más rigurosos,
pues se trata de saber qué hemos de evaluar, por qué evaluamos, cual es el
momento apropiado para hacerlo y cómo tenemos que realizar esa evaluación
para que de verdad cumpla su cometido. A través de la evaluación a los
alumnos, estamos valorando también la calidad de la propia actuación docente
y el efecto de ésta en el aprendizaje de los alumnos/as.

La pregunta que nos tenemos que hacer es ¿qué es evaluar?

Tradicionalmente ha sido considerada como el hecho enmarcado en el


proceso educativo que tiene la misión de certificar, a través de una calificación,
el nivel de aprendizaje alcanzado por los alumnos. Hasta aquí hemos
planteado la respuesta a la pregunta sobre el hecho, pero no siempre existe
una concordancia entre la calificación obtenida y el aprendizaje real de los
alumnos/as y esto tiene que hacernos pensar sobre el propio carácter de la
evaluación, pues parece que no basta con calificar, examinar, clasificar o
medir, quizá no representen las acciones principales de la evaluación. Todo el
proceso educativo está enfocado hacia un fin y a él ha de servir, pues
igualmente ocurre con el proceso de evaluación que ha de estar orientado
hacia el mismo fin al que sirve, luego la evaluación es una herramienta que da
respuesta a las necesidades de los alumnos/as y a los profesores/as de ofrecer
una información detallada sobre el desarrollo del proceso educativo; es decir, la
evaluación está al servicio del aprendizaje y es por ello por lo que ayuda a los
alumnos/as a aprender y a ser capaces de valorar su progreso académico y el
desarrollo de sus capacidades personales.

De esta manera, vemos como la actividad de evaluar tiene que ver con
acciones muy diversas, como pueden ser:
• Comprobar si los métodos de enseñanza empleados han sido eficaces
para conseguir los objetivos previstos.
• Diseñar y aplicar los instrumentos apropiados en relación con lo que se
pretende evaluar.
• Valorar tanto el proceso de aprendizaje como el resultado del mismo.
• Ofrecer a los alumnos/as una información clara y precisa sobre el
resultado de su actividad educativa.
• Examinar la propia actividad docente de manera que ésta cumpla con su
finalidad última, mejorando el proceso educativo en su conjunto.

Establecido el concepto desarrollemos la función, la forma y el tiempo; es


decir, ¿qué evaluar, como y cuándo hacerlo?

Para comenzar, lo primero que tenemos que hacer es establecer la


relación entre los objetivos que se pretende alcanzar, los modos de evaluación
más adecuados para valorar los logros de los alumnos/as en el ámbito en que
se va a desarrollar el proceso de aprendizaje y las ocasiones que tenemos para
obtener los datos que son verdaderamente importantes para la evaluación de
ese aprendizaje.

Ya hemos dicho anteriormente que el interés fundamental de la evaluación


es orientar a los alumnos/as sobre el desarrollo de su aprendizaje, de manera
que conozcan los aspectos que verdaderamente han sido ya integrados, las
dificultades que ellos encuentran y la forma en que podrían ser resueltas y las
estrategias más adecuadas para aprender los contenidos propuestos. Para ello
la actuación del profesora/a es fundamental pues:

1. Evalúa los objetivos del aprendizaje: en la práctica no es fácil


seleccionar el método más adecuado de evaluación en cada caso,
corregir siguiendo determinados criterios, realizar las observaciones
precisas para que los alumnos/as conozcan con detalle la calidad de su
trabajo e introducir los cambios necesarios para mejorar la evaluación.
La cuestión que siempre ha de estar muy clara es ¿qué se debe de
evaluar?, pues a partir de los objetivos que se han establecido se
desencadena el proceso de enseñanza – aprendizaje y todas las
acciones que se emprendan deben ir encaminadas hacia esta finalidad,
por lo tanto siempre se han de evaluar los objetivos de aprendizaje
establecidos para ser alcanzados por los alumnos/as ¿qué objetivos han
sido establecidos en una materia determinada?, pues sobre la
evaluación debe englobar aspectos diversos, tanto conceptuales como
procedimentales que se puedan concretar en conductas observables en
los alumnos/as. También ha de ser evaluados los métodos de
enseñanza, la eficacia de las actividades propuestas en el aula, el grado
de participación de los alumnos/as y todos aquellos elementos que
tienen incidencia en el proceso de aprendizaje.
2. Utiliza los métodos adecuados en función de lo que se desea
evaluar: efectivamente los modos de evaluación del aprendizaje de los
alumnos/as son muy diversos, porque no es lo mismo evaluar un
conocimiento, que evaluar el desarrollo de habilidades y destrezas o las
actitudes y valores que ponen de manifiesto los alumnos/as. La
diversidad de elementos a evaluar se traduce en el conocimiento y
aplicación de distintos modos de evaluación, por ello lo que debemos
tener muy claro es la finalidad que perseguimos y la forma de evaluación
más conveniente para valorar el aprendizaje en las distintas áreas y ello
nos lleva a la conclusión de que quizá la clave esté en saber combinar
los distintos modos de evaluación para potenciar las diversas formas en
que, de hecho, aprenden nuestros alumnos/as.
3. Evalúa a los alumnos/as en las situaciones cotidianas en el aula:
evidentemente para que, tanto el profesor como los alumnos, obtengan
la información que necesitan sobre la marcha del aprendizaje no es
absolutamente necesario esperar a las situaciones formales de
evaluación académica ya que el profesor/a sabe crear en la actividad
cotidinana en el aula los espacios que se necesitan para realizar
actividades de evaluación sencillas que pueden ofrecer la información
necesaria para que ver el progreso académico de los alumnos/as a los
distintos niveles. Para nada mejor que utilizar el sistema de preguntar a
los alumnos/as al hilo de la clase, ya que ello permite saber el grado de
seguimiento de la clase, el grado de entendimiento, la capacidad de
atención, las opiniones que vierten los propios alumnos/as sobre el
tema, la relación existente entre los contenidos del aprendizaje en el
aula y la realidad de los alumnos/as, si el procedimiento es o no eficaz,
etc. Tan importe son, para conocer y evaluar el progreso personal de los
alumnos/as, las respuestas obtenidas de las preguntas hechas por el
profesor/a como los contenidos de las respuestas que ellos mismos
puedan dar. También se puede plantear por escrito al final de la clase
una o varias preguntas para conocer el aprovechamiento de los alumnos
en un período muy corto de aprendizaje y de las respuestas obtenidas
desarrollar una posterior explicación de manera que se pueda comentar
y resolver las dificultades más comunes y los aspectos que suscitan
mayor interés. Estas cuestiones en la práctica no llevan demasiado
tiempo y son muy aprovechables para evaluar aspectos del aprendizaje
de los alumnos/as que, quizá quedarían ocultos y que si embargo son
muy esclarecedores de la marcha real del aprendizaje.

Los modos de evaluar inciden sobre los modos de aprender

El criterio que se ha venido manteniendo durante mucho tiempo es que la


misión de los alumnos/as es aprender y la de los profesores/as la de enseñar y
para ello, deben efectuar las oportunas evaluaciones; pues bien yo creo que, a
estas alturas, debe de estar superado, ya que actualmente se apuesta por la
evaluación como función centrada en el aprendizaje de los alumnos/as con la
finalidad de favorecer ese aprendizaje que es la finalidad última y principal.

El sentido de la evaluación en el aula es el descubrimiento de los métodos


más apropiados para que los alumnos aprendan y no la mera calificación de los
trabajos realizados en el aula. Este es el verdadero valor de al evaluación, ya
que los profesores/as pueden favorecer los distintos modos de aprender en
función de las prácticas que efectúa en el aula y que son propuestas por los
profesores/as. Por ejemplo:

• Supongamos que el profesor/a plantea un tipo de evaluación que


conlleva la reproducción lo más literal posible de los contenidos tratados
en el aula, la consecuencia inmediata será que los alumnos tendrán que
esforzarse por aprender los contenidos de memoria, por lo tanto el
objetivo fundamental que se está trabajando en el aula, es la
memorización y en ese sentido es en el que tendrán que trabajar los
alumnos, de tal manera que aquellos que no tengan una gran capacidad
de concentración y de memoria inmediata pues en la práctica irán
quedándose atrás y con capacidad para mantener un proceso de
enseñanza – aprendizaje normalizado pues no llegarán a completarlo.
• Supongamos que lo que el profesor/a plantea como tipo de evaluación
es que los alumnos/as den explicaciones prácticas de los aspectos del
tema tratado, pues naturalmente los alumnos tendrán que buscar las
relaciones existentes entre la teoría contenida en el tema y las
cuestiones prácticas a donde pueden ser aplicadas y llevadas a cabo.
• Si el profesor/a manifiesta de forma explícita la importancia que tienen
determinadas actitudes y hace saber a sus alumnos/as cómo éstas
serán tenidas en cuenta para la oportuna evaluación, éstos cuidarán su
conducta y serán conscientes de los beneficios de desarrollarlas.

Como hemos podido ver el efecto que causa sobre el aprendizaje de los
alumnos/as la función de evaluación depende, de alguna manera, que los
alumnos/as desarrollen unas u otras capacidades.

Diversas con las ventajas de la evaluación formativa, entre las que


podemos distinguir las siguientes:

A) Para el profesor/a

• Le sirve para valorar la eficacia de sus métodos de trabajo: dando


cumplimiento al sentido último de la evaluación en el aula; es
decir, descubrir los métodos más apropiados para que los
alumnos/as aprendan y para ello nada mejor que la evaluación
formativa.
• Comprueba el grado en que se alcanzan los objetivos de
aprendizaje: es una de las funciones principales de toda
evaluación ya que si los objetivos marcados no son alcanzados,
tendría que plantearse las causas que lo impiden y con ello
revisar el proceso de enseñanza – aprendizaje en todos sus
elementos, porque evidentemente los objetivos marcados no son
alcanzados en situaciones normales y en el tiempo previsto.
• Le permite conocer las áreas o contenidos más problemáticos
para los alumnos/as: cuando existe un problema del tipo que sea,
cuanto antes sea detectado, antes podrá ser resuelto y a veces
se da que, alguna área o algunos contenidos concretos, resultan
más difíciles o son más problemáticos para el aprendizaje de
determinados alumnos o grupos de alumnos, quizá el nivel
general esté más bajo de lo inicialmente previsto, quizá el método
de enseñanza – aprendizaje esta fallando, quizá el proceso no se
ajusta al ritmo que los alumnos/as necesitan, en fin pueden ser
muy variadas las circunstancias que lo están dificultando.
• Le permite remediar a tiempo las dificultades de los alumnos/as
en su aprendizaje: todo problema cogido a tiempo y debidamente
orientado, en la práctica deja de ser problema.
• El refuerzo del progreso de los alumnos/as.
• Puede proporcionar la ayuda que cada alumno/a necesita en
función de sus necesidades individuales: una buena evaluación
es aquella que permite conocer y que sean conocidas las
dificultades que cada alumno/a tiene en su proceso de
aprendizaje, por ello la evaluación es individual porque cada caso
no tiene porque ser igual al otro, todos los alumnos/as son iguales
y a la vez distintos.

B) Para los alumnos/as:

• Les permite conocer las dificultades en su aprendizaje y poder


corregirlas a tiempo.
• Conocer aquello que sabe hacer bien y aquello en lo que tiene
cierta dificultad a la hora de aprender.
• Conocer de forma continua e inmediata el progreso que tiene en
su proceso de aprendizaje, haciéndole sentir la satisfacción del
esfuerzo realizado en cada momento.
• Saber en cada momento la realidad de lo que conoce y de lo que
desconoce, conocer su grado de conocimientos.
• Tener la posibilidad de efectuar un entrenamiento previo antes
del examen de manera que puede corregir errores y fallos sin
riesgo alguno.

Conclusión

Evaluamos y somos evaluados constantemente, forma parte de nuestra


vida cotidiana, es una forma de conocer y de ser valorados por otros; es decir,
la evaluación forma parte del proceso de aprendizaje, de todo aprendizaje y de
todo individuo. Conociendo que esto es así, y conociendo las favorables
consecuencias de su utilización en la enseñanza tendría que tener mejor
acogida y valoración, pero quizá no es así, porque tampoco ha sido utilizada
como una manera de formar ya que no siempre se ha tenido en cuenta los
efectos que tiene sobre el alumno/a la función de ser evaluado.
La forma de evaluar y la forma de ser evaluado es fundamental y quizá se
debería dirigir la atención hacia la forma en que se evalúa la actividad
académica, sería muy conveniente ser conscientes de ello para hacer de la
evaluación uno de los motores principales del aprendizaje escolar.

Efectivamente se evalúa para poder aprender, pero es verdad también que


se aprende y se es evaluado por ello lo cual viene a decirnos claramente que
sin evaluación el proceso de aprendizaje no se entendería y que sin un proceso
de aprendizaje la evaluación no existiría.

Bibliografía

Bolívar, A. (1995). La evaluación de valores y actitudes. Madrid: Anaya

Rosales, C. (2000). Evaluar es reflexionar sobre la enseñanza. Madrid: Narcea.

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