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Max Weber. «La decadencia de la cultura antigua. Sus causas sociales».

(Publicado en el
periódico alemán La Verdad en 1896, aunque probablemente escrito antes de 1892). (La
Revista de Occidente lo publicó en 1926).

*El Imperio romano no se derrumbó principalmente por causas exteriores. La invasión de


los bárbaros acentuó una evolución que iba pendiente abajo desde mucho tiempo atrás.
Tampoco desapareció la cultura antigua inmediatamente después de caer el Imperio romano
de Occidente, pero el Imperio romano sobrevivió varios siglos al apogeo de su cultura.
Tampoco se producen, como resultado de la invasión, condiciones completamente nuevas
en el antiguo solar del Imperio.

*El crepúsculo de la cultura antigua se explica por varios factores y circunstancias. En


primer lugar, el despotismo tuvo que ahogar psíquicamente al hombre antiguo. El lujo y la
inmoralidad de los círculos sociales más elevados son sobre todo síntomas. La
emancipación de la mujer romana y la ruptura del sólido vínculo matrimonial entre las
clases dominantes, disolvieron en gran medida las bases de la sociedad. Sin embargo, el
ocaso de la cultura antigua coincide con el restablecimiento de la familia en las capas
inferiores de la población.

*Ya Plinio el Viejo advirtió: Latifundia perdidere Italiam. Es decir, los grandes señores de
la tierra perdieron a Roma.

*La decadencia del Imperio coincide con el reclutamiento cada vez mayor del Ejército
dentro de sí mismo.

*La cultura antigua era esencialmente ciudadana, y la economía una economía también
urbana. Originariamente, la ciudad antigua descansa en el cambio de los productos de la
industria urbana con los frutos de la franja agrícola circundante. Hay sin duda un comercio
internacional, pero tiene poca importancia cuantitativa. La cultura antigua de Europa es una
cultura litoral, así como su historia es la de sus ciudades costeras.

*En la Europa antigua no existía un comercio interior como en la Edad Media. El comercio
de cambio se reducía a una delgada capa de artículos de gran valor. Únicamente constituían
el objeto de un constante comercio los metales preciosos, las telas ricas, el ámbar, algunos
hierros y la cerámica. Objetos de lujo que por su alto precio podían soportar el coste de su
transporte. Este comercio de bienes suntuarios es para una minoría privilegiada.

*En la Antigüedad, el supuesto necesario para el aumento de la prosperidad comercial es la


creciente diferenciación de las fortunas. La cultura antigua es una cultura de esclavos. El
progreso descansa en la creciente división del trabajo. La disminución creciente del trabajo
libre y del comercio de géneros se explica por la limitación del progreso técnico de la
cultura antigua: los hombres son baratos, como mano de obra esclava, debido a las guerras
incesantes. Se produjo un estancamiento de la industria libre.

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*En la EM se desarrolla de modo creciente la división del trabajo libre dentro del recinto de
la economía urbana sobre la base de la producción de encargo para clientes y el mercado
local, naciendo así el tráfico exterior y la división interlocal de la producción, del mismo
modo que asistimos a una evolución de la economía nacional.

*En la Antigüedad es distinto. En ese periodo la evolución del comercio internacional corre
paralela a la acumulación de trabajo servil en la gran tenencia de esclavos. Cuanto más
progresaba el repertorio de necesidades de las capas superiores, de los propietarios de
hombres, y con ella la evolución extensiva del tráfico, tanto más perdí a el comercio en
intensidad. En la Antigüedad, el comercio internacional fomenta los oiken (unidad
económica doméstica).

*El secreto de la fuerza expansiva de Roma se encuentra en que el hijo del ciudadano
terrateniente que no hereda de su padre, pelea en los ejércitos para poseer tierras propias y
adquirir la plena ciudadanía. Con la conquista ultramarina se termina esta situación;
entonces lo que se impone no es ya el interés colonizador de los campesinos, sino el interés
de la explotación de las provincias por la aristocracia. La reacción contra el movimiento de
los Graco decide la victoria del trabajo de esclavos en la economía rural. Paulatinamente, el
centro de gravedad de la población del Imperio se trasladó al interior. Por tanto, el
propietario de esclavos se convirtió en el soporte económico de la cultura antigua, y la
organización del trabajo de esclavos constituye la infraestructura imprescindible de la
sociedad romana. El tipo del gran terrateniente romano es el del hombre que vive en la
ciudad, practica la política, y quiere recibir rentas en dinero. De ahí que la gestión de sus
bienes esté en manos de siervos inspectores (villici).

*La administración de estas grandes propiedades tenía sus particularidades. Las tierras
destinadas a la producción de trigo para fabricar pan, se arrendaban en parte a colonos, es
decir, a labradores de parcelas, que quedaban como restos supervivientes de la agricultura
libre, oprimida, expulsada por la gran propiedad. Pero este colono no es desde el principio
un arrendatario libre, independiente, un empresario rural. El señor pone los instrumentos; el
villicus (siervo inspector) interviene la explotación. En cambio, la producción para la venta
por «gestión propia», comprende, sobre todo, los productos de precio alto, que abastecían la
exigente mesa de la clase alta (aceite, vino, hortalizas, ganadería, aves de corral), cultivos
que hicieron retroceder la siembra de granos a las tierras menos fértiles ocupadas por los
colonos.

*La vida del esclavo era, normalmente, una vida de cuartel. Trabajo disciplinado a estilo
militar. El esclavo conscripto (esclavo-soldado) no tiene ni propiedad ni familia. Sólo el
villicus vive en habitación aparte con una mujer en matrimonio esclavo (contubernium). El
villicus posee un peculio, cabezas de ganado que pastan en las dehesas del señor. La gran
masa de los esclavos no tiene peculio ni una relación sexual monogámica. El comercio
sexual es una especie de prostitución intervenida, con premios concedidos a las esclavas
para la cría de sus hijos. Ya que el cuartel de esclavos no podía reproducirse por sí mismo,
dependía de la compra constante de esclavos. De ahí la importancia del mercado de
esclavos. De hecho, la explotación agrícola dependía del acarreo regular de hombres al
mercado de esclavos. En el momento en que falló este abastecimiento, llegamos al punto
crítico en la evolución de la cultura antigua.

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*La primera fecha en que debe datarse la decadencia de la cultura y el poderío de Roma es
el 9 d. C. (batalla de Teutoburgo). Lo decisivo de esta batalla perdida por Roma fue la
suspensión de la guerra de conquista en el Rhin por Tiberio, que tuvo su imitación en el
Danubio con el abandono de la Dacia por Adriano. Esta contracción de la tendencia
expansiva del Imperio, así como la pacificación interior, redujo el aprovisionamiento
regular del mercado de esclavos. Ya bajo Tiberio puede hablarse de una aguda crisis de
mano de obra. Aún más importante fue el proceso lento pero constante de la imposibilidad
de que la producción progresara sobre la base de los cuarteles de esclavos. El
encarecimiento de la adquisición de esclavos, conduce a la mejora de la técnica mediante la
educación de trabajadores escogidos. Después de las últimas guerras ofensivas del siglo II,
auténticas cacerías de esclavos, se llega al fin y las grandes plantaciones tuvieron que
reducirse a sus esclavos sin peculio y sin mujer.

*Frente a los esclavos romanos que viven en el cuartel comunista, en la época carolingia los
servus viven en los mansus servilis, es decir, la tierra prestada por el señor, como pequeños
labradores sujetos a la prestación personal en las sernas (porciones de tierra de
sembradura). El siervo ha sido devuelto a la familia, y con la familia se presenta la
propiedad personal. La importancia de esta evolución, lenta pero segura, fue profundísima.
Se trata de un fuerte proceso de transformación en las capas inferiores de la población: la
familia y la propiedad personal les son restituidas. Este proceso coincide, además, con el
vigoroso desarrollo del Cristianismo.

*Mientras el esclavo se elevaba socialmente a la condición de labrador sujeto a la serna, el


colono descendía la de labrador vasallo, a medida que su relación con el señor tomaba el
carácter de una relación de trabajo. Al principio era la renta que pagaba el asunto que
principalmente importaba a su señor, aunque también hacía prestaciones en la hacienda
señorial. Este cambio económico en la situación del colono, trae consigo un cambio
jurídico.

*A comienzos del Imperio, la organización administrativa de Roma descansaba sobre el


municipium. El territorio estaba organizado en comunidades urbanas que ofrecían los
grados más diversos de dependencia política con el Estado, extendiéndose la forma
jurídico-administrativa del municipio por todo el Imperio. La ciudad es el distrito
administrativo más inferior. En el transcurso del Imperio se intenta con éxito sustraer las
grandes propiedades rurales a la dependencia de las comunidades urbanas. A medida que el
centro de gravedad del Imperio se traslada al interior, tanto más pesan los intereses de los
grandes terratenientes en la política del Estado. Los caminos para la vinculación jurídica del
colono a la gleba, se fueron allanando. El colono terminó convirtiéndose en un siervo de la
gleba, atado de por vida a la circunscripción señorial, y, por tanto, bajo el señorío del
propietario. La organización en clases o estados había empezado a sustituir la antigua y
sencilla oposición de libre y esclavo. La evolución de la sociedad feudal estaba ya en el
ambiente de los últimos tiempos de Roma.

*Al final del Imperio, ya podemos detectar el tipo de feudo medieval en los señoríos. En
ellos existen las dos categorías de campesinos obligados a la serna: los siervos (servi), con
obligaciones no tasadas, y los libres (coloni, tributari), con sus personas sujetas a

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prestaciones determinadas en dinero, en especie y a prestaciones corporales bien definidas.
Ahora bien, producir para la venta en las condiciones comerciales de la Antigüedad, por
medio del trabajo prestado, era imposible. Para la producción comercial era supuesto
imprescindible el cuartel disciplinado de esclavos. Pero en las tierras interiores, donde los
siervos vivían desparramados en caseríos, tuvo que cesar la producción para la venta y
romperse finalmente los sutiles hilos del comercio. El último gran escritor agrario, Paladio
(siglo IV), recomienda organizar las explotaciones de modo que el trabajo de la finca cubra
todas las necesidades, se sustente a sí mismo y pueda prescindir de las compras exteriores.
La economía del señor cubría sus necesidades de un modo natural. La finalidad económica
predominante es satisfacer las necesidades del señor por medio del trabajo. Las grandes
propiedades se desligan del mercado de la ciudad. Multitud de pequeñas y medianas
ciudades pierden el suelo nutricio de su economía, esto es, el intercambio de géneros y de
trabajo con el campo circundante. Al final de Roma, la decadencia de las ciudades por este
hecho es una realidad. Pero también influye en la decadencia de las ciudades la política
financiera del Estado. A medida que aumentan las necesidades financieras (sostenimiento
del Ejército), se convierte el fisco en un sistema de economía natural, que cubre sus
necesidades en la menor medida posible en el mercado y en la mayor medida posible por
sus propios medios. Pero de este modo se impide la formación del dinero. Este sistema
impedía la formación de capitales privados y de una burguesía semejante a la moderna. La
evolución de esta finanza natural, que se alimentaba a sí misma, fue en aumento a medida
que el Imperio dejó de ir siendo un conglomerado de ciudades que explotaban el campo
circundante y cuyo centro estaba en las ciudades costeras, para convertirse en un Estado
cuyo centro de gravedad se traslada a las comarcas interiores que viven de su economía
natural. El cada vez más escaso tráfico comercial no permitía cubrir con dinero las enormes
necesidades del Estado. El factor económico natural aumentó hasta la hipertrofia. Los
productos industriales necesarios para la Administración, cada vez más dejaban de
adquirirse en el mercado o por contrata, imponiéndose el suministro en especie a los
industriales de la ciudad. Las cantidades recaudadas en especie, eran también
desembolsadas en especie por el fisco en sus gastos. De este modo, se pretendieron cubrir
las dos partidas principales de gasto, el Ejército y la burocracia, con pagos en especie. Pero
aquí la economía natural encontraba sus límites. Los sueldos de los empleados públicos
bajo Diocleciano son, en su mayoría, en especie. Sin embargo, las necesidades de
numerario eran imprescindibles para pagar al Ejército y a parte de la Administración.

*Con sus fronteras amenazadas, un Imperio de tierra adentro, necesita un ejército


permanente. Con la falta de obreros producida por la contracción del mercado de esclavos,
el reclutamiento constituyó para la agricultura una carga ruinosa, que ésta intentó evitar por
todos los medios. El mozo sujeto al servicio militar, huía de la ciudad al campo e ingresaba
en el colonado; porque el possesor, ante la falta de obreros, estaba interesado en sustraerle
la recluta. Los últimos Césares tuvieron que luchar contra esta huida. Después de Adriano,
desaparece la mezcla de los contingentes, y para ahorro de gastos se intenta reclutar los
ejércitos en el distrito de su residencia. Este es el prenuncio más temprano de la caída del
Imperio. Es decir, el Ejército se procrea a sí mismo en proporción cada vez mayor. De la
misma manera que el esclavo acuartelado, célibe, es sustituido por el labrador que vive en
el seno de la familia, así también el soldado célibe, el verdadero soldado de campamento, es
sustituido por el soldado profesional por herencia, que vive casado en matrimonio militar.

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*La defensa de las fronteras mediante el sistema de foedus entra de lleno en la economía
natural: se conceden tierras a los bárbaros a cambio del servicio de las armas. Este sistema
predecesor del feudo es creciente. O sea, el Ejército, señor del Imperio, se va transformando
en una tropa de bárbaros, cada vez más desligado con los nativos del país. De otra parte,
están también las dificultades para las levas de reclutas romanos y los impuestos en dinero
que abrumaban a la población.

*La caída del Imperio fue la consecuencia de la desaparición gradual del comercio y del
crecimiento de la economía natural. Tan sólo significó el desmontaje del aparato
administrativo, es decir, de la superestructura política de un régimen de economía
monetaria, que ya no concordaba con la infraestructura económica que vivía en un régimen
de economía natural [aquí se aprecia muy bien la influencia de Marx en este temprano
estudio de Max Weber].

*En la época carolingia ha desaparecido la ciudad como concepto jurídico y administrativo.


Los grandes señoríos sustentan la cultura y a los monasterios. Los señores terratenientes se
convierten en funcionarios políticos. La cultura se ha hecho campesina. La familia y la
propiedad privada fueron restituidas a la gran masa de los siervos, y estos se elevaron
lentamente desde la situación de «instrumento parlante» a la condición de hombre, y su
vida familiar fue rodeada por el cristianismo triunfante de fuertes garantías morales. Ya las
leyes de protección al campesino, dictadas a fines del Imperio, reconocían la cohesión de la
familia en medida no vista hasta entonces. No puede negarse que, simultáneamente, una
gran parte de la población cayó en la servidumbre y la refinada aristocracia antigua
descendió a la barbarie. La base de economía natural, que la hipertrofia del trabajo servil
había dado a la evolución cultural antigua, cundía cada vez más, a medida que la propiedad
en esclavos diferenciaba los capitales y había obligado a todo el edificio, comercial en su
origen, a tomar la forma que correspondía a su estructura tendiente al feudalismo, en cuanto
al centro de gravedad político se trasladó del litoral al interior y se agotó la provisión de
hombres. Así desapareció la envoltura, ya muy delgada, de la cultura antigua, y la vida
espiritual de Occidente se sumió en larga noche. Pero su caída recuerda a aquel gigante del
mito helénico que recobraba nuevas fuerzas cuando tocaba el seno de la madre tierra.
Ciertamente hubiera parecido extraño a los viejos clásicos el mundo en torno si uno de ellos
hubiera despertado de sus pergaminos en la época carolingia y contemplado el mundo
desde una ventana del convento: el olor a estiércol le hubiera dado en la cara. Pero los
viejos clásicos dormían entonces, como la cultura, el sueño invernal en el seno de una vida
económica que se había vuelto campesina. Sólo más tarde, cuando sobre la base de la
división libre del trabajo y del tráfico volvió a revivir la ciudad en la Edad Media, cuando el
tránsito a la economía nacional preparó la libertad burguesa, cuando quedó rota la sujeción
a las autoridades exteriores e interiores de la época feudal, sólo entonces el viejo gigante se
incorporó, dotado de nueva fuerza, y elevó el legado espiritual de la antigüedad a la luz de
la moderna cultura burguesa.

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