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Este documento resume el tratado "De Amicitia" de Cicerón. En él, Lelio discute la amistad y la virtud estoica con otros personajes como Fanio y Escévola. Lelio argumenta que la amistad solo puede existir entre personas virtuosas y que, aunque la muerte de un amigo sea dolorosa, los sabios la afrontan con estoicismo. Define la amistad como un acuerdo total en lo divino y humano unido al afecto. Aunque el recuerdo no sea eterno, es la mejor forma de inmortal
Este documento resume el tratado "De Amicitia" de Cicerón. En él, Lelio discute la amistad y la virtud estoica con otros personajes como Fanio y Escévola. Lelio argumenta que la amistad solo puede existir entre personas virtuosas y que, aunque la muerte de un amigo sea dolorosa, los sabios la afrontan con estoicismo. Define la amistad como un acuerdo total en lo divino y humano unido al afecto. Aunque el recuerdo no sea eterno, es la mejor forma de inmortal
Este documento resume el tratado "De Amicitia" de Cicerón. En él, Lelio discute la amistad y la virtud estoica con otros personajes como Fanio y Escévola. Lelio argumenta que la amistad solo puede existir entre personas virtuosas y que, aunque la muerte de un amigo sea dolorosa, los sabios la afrontan con estoicismo. Define la amistad como un acuerdo total en lo divino y humano unido al afecto. Aunque el recuerdo no sea eterno, es la mejor forma de inmortal
“Grabé en mi memoria las ideas de aquella conversación” (I.3. p.116).
“Querría yo que alejaras un poco de mí tu pensamiento y que pensaras que quien habla es Lelio” (I. 5. P.117). “al leerla, te reconocerás a ti mismo” (I.5. p. 117). Fanio sobre Lelio: “La sabiduría que consideran hay en ti es la de pensar que todos tus bienes los llevas dentro y la de considerar cualquier circunstancia humana inferior a la virtud” (II. 7. P. 118). El sabio es estoico, la virtud no es algo material, se lleva dentro y las circunstancias que nos acaecen son cosas externas al ser humano. Escévola sobre cómo Lelio soporta la muerte de Africano: “[…] tú sobrellevas con moderación el dolor que te ha producido la muerte de un hombre extraordinario y, además, tu mejor amigo, pero que no hubieras podido dejar de conmoverte ni hbuiera sido propio de tu sensibildiad humana; que el que faltaras estas Nonas a nuestra reunión fue debido a la salud, eso les respondo, no a la tristez” (II. 8. P. 119). La tristeza, incluso del mejor amigo, debe soportarse con estoicismo. No debe afectar nuestro deber político ni social. Puede, efectivamente, conmover, pero eso no implica la parálisis ni el abandono de las tareas. Es el deber por encima de la emoción. Lelio: “ni yo debí dejar que me indisposición me apartara de ese deber que siempre cumplí cuando estaba bien de salud ni creo que a un hombre firme ninguna contingencia le deba hacer abandonar su deber” (II. 8. p. 119). Lelio tiene algo de escéptico: “porque o no ha habido ningpun sabio, que es lo que me inclino a creer” (II. 9. p. 119). Lelio no es sabio porque, efectivamente, se deja afectar por la muerte de Escipión: “No hay duda de que estoy afectado, privado de un amigo de una calidad que, me parece, nunca tendrá ningún otro, o, por lo menos, puedo asegurar que no la ha tenido ninguno antes. Pero no necesito medicina, yo solo me consuelo y mi máximo consuelo es no incurrir en el error que suele angustiar a muchos cuando mueren sus amigso: yo no creo que a Escipión le haya sucedido ningún mal; si ha sucedido algún mal, me ha sucedido a mí; pero claro, sentir angustia profunda por las desgracias personales no es propio de quien quiere a un amigo, sino de quien se quiere a sí mismo” (III. 10-11. p. 120-121). Cita esencial en el que hay varios que deshilvanar. El primero es que la muerte no es un mal en sí mismo y no es un mal para la persona que ha perdido la vida. La persona afectada es aquella que quiso a la persona muerta, la que está viva para sentir la angustia y el dolor de su pérdida. Sin embargo, Lelio aclara que para una persona sabia la muerte de otra persona es, de nuevo, un problema externo, que no atañe a la persona en su interior. En ese sentido, la muerte tampoco es un mal que le haya sucedido al amigo y sentir angustia por esa desgracia es algo egoísta. Egoísta porque no reconoce todo lo bueno que su amigo vivió y logró. AL hacerlo, no hace honra a la verdadera memoria que hay que tener sobre el otro, sino que empaña el panorama con su dolor personal. Lelio sobre el alma: “Tampoco estoy de acuerdo con los que recientemente han empezado a defender que las almas perecen al mismo tiempo que los cuerpos y que todo el conjunto es destruido por la muerte” (IV. 13. p. 122). Lelio en contra de la opinión de los epicúreos, pues para él el alma no muere con el cuerpo, sino que ésta es inmortal. Citando a Platón: “[…]las almas de los hombres son divinas y que cuando salen del cuerpo, se les abre su vuelta al cielo completamente libre de obstáculos para los mejores y los más justos” (IV. 13. p. 123). Incluso si la muerte fuera el final del alma: “incluso si fuera verdad que la muerte de los cuerpots y la de las almas es la misma muerte y que no queda ningún sentido, igual que no se produce en la muerte ningún bien, tampoco se produce ningún mal, pues una vez perdido el sentido, pasa lo mismo que si no se hubiera nacido: pero, sin embargo, no ´solo nosotros nos alegramos de que él naciera, sino también esta ciudad, que mientras exista, dará testimonio de su alegría” (IV. 14. p. 124). Dos puntos importantes: así el alma no fuera inmortal, esto no implica que deba verse la muerte como un mal, porque se pierde todo y se vuelve a un estado como el de antes de nacer, en el que no hay dolor ni tampoco plenitud, es sólo un estado neutro. Segundo punto: es necesario alegrarse por los logros en vida y dar testimonios de aquellos actos. Es la memoria el vehículo de inmortalidad más allá del cuerpo, es la tarea del recuerdo hacer que el alma del muerto trascienda. “gozo del recuerdo de nuestra amistad de tal forma que em parece que he vivido feliz porque he vivido con Escipión” (IV. 15. p. 124)- Sin embargo, el recuerdo no es eterno: “Así que no me agrada esa fama de sabiduría que Fanio ha recordado, falsa, evidentemente, tanto como la esperanza de que sea eterno el recuerdo de nuestra amistad; eso me emociona particularmente porque apenas se mencionan tres o cuatro parejas de amigos en todos los tiempos” (IV. 15. p.124). [Se supone que hasta aquí la primera parte del tratado] Segunda parte según la editora: Para hablar de la amistad hay que haber tenido práctica, haber tenido amigos: “La tarea es grande y necesita una práctica no pequeña” (V. 17. p. 125). “Yo tan sólo puedo aniamros a atenponer la amistad a cualquier otra cosa: no hay nada tan conforme a la naturaleza y tan conveniente a cualquier situación, sea favorable o desfavorable” (V. 17. p. 125). Esencial: en este punto Lelio afirma que no nada tan conveniente y tan conforme a la naturaleza que poner a la amistad sobre todas las coas, sean favorables o desfavorables. Sobre la amistad: “es que no puede haberla sino entre las personas de bien” (V. 18. p. 125). Para Lelio “una persona de bien” no es la idea radical del estoico, que la persona de bien es el sabio, un sabio claramente inalcanzable: “Dicen ellos que no puede ser persona de bien sino el sabio. Puede que sea así, pero se refieren a una sabiduría que ningún mortal ha logrado hasta ahora; nosotros, en cambio, debemos esperar lo que es habitual en la vida cotidiana, no lo que se imagina o lo que se desea” (V. 18. p. 126). Características de los hombres buenos o los hombres de bien: “Los que se comportan y viven dando pruebas de su lealtad, integridad, equidad y generosidad, ni arrogancia, y son constantes, como lo fueron los que acabo de nombrar, consideremos que esos hombres son buenos, como se les consideró, y así han de ser llamados, porque sigue, según las posibilidades del hombre, a la naturaleza, que es la mejor guía de un recto vivir” (V. 19. P. 126). Taxonomía de la amistad y aclaraciones: “[…]los ciudadanos son preferidos a los extranjeros, los parientes, a los ajenos: la amistad con estos últimos [ajenos] la produjo la propia naturaleza, pero ésa no tiene suficiente solidez. La amistad aventaja al parentesco en que del parentesco puede desaparecer el afecto, pero de la amistad no puede, pues, si desaparece el cariño, deja de existir el nombre de amistad, mientras que el de parentesco permanece. De donde mejor se entiende cuán grande es la fuerza de la amistad es de lo siguiente: de la infinita capacidad social del género humano, configurada por la propia naturaleza, la amistad se reduce y constriñe de tal modo que limita la relación de afecto a dos personas o poco más” (V. 19-20. P. 126-127). Fragmento con mucho contenido: 1. Es preferible las amistades con las personas de la misma sociedad. 2. Dentro de esa sociedad, es preferible la amistad con los parientes, que con las personas ajenas. La amistad con personas ajenas nace de la propia naturaleza, y puede llegar a ser más intensa, pero no deja de ser más frágil, ya que se la amistad entre personas no familiares cesa, se acaba todo vínculo. En cambio, cuando la amistad entre familiares cesa, los vínculos de parentesco no desaparecen. 3. La amistad es una fuerza enorme, pero se suele reducir a pocas personas. Qué es la amistad: “la amistad no es otra cosa que un acuerdo pleno en todas las cosas divinas y humanas en combinación con el afecto y el cariño: no sé si puede hbaer algo mejor que le haya sido dado al hombre por los dioses inmortales, excepción hecha de la sabiduría” (VI. 20. P. 127): La amistad es una mezcla: por un lado está un acuerdo pleno, en el que se está de acuerdo sobre las cosas divinas y también de las humanas. Sin embargo, esto debe ir acompañado de afecto y cariño. La amistad lo más bueno de la vida, casi como la sabiduría. “En cambio, quienes ponen el sumo bien en la virutd, esos sí que actúan correctamente: esta misma virtud es la que engendra y retiene la amistad; sin virtud la amistad no puede existir en modo alguno. Entendamos la virtud como es habitual en la vida y en nuestra conversación cotidiana; no la midamos como hacen algunos sabios, por la magnificencia de las palabras, y contemos como hombres buenos a los que son tenidos por tales” (VI. 21. P. 127-128). La amistad es producto de la virtud. Pero hay que entender la virtud, de nuevo, no como los estoicos, sino de una modo más cotidiano, medido por las acciones y no por las grandes palabras. La amistad ese uno de los mayores vienes d ela vida, porque trae afecto mutuo, trae la confianza de hablar las cosas como si se tuviera una conversación íntima con uno mismo. Bienes como la rkqueza, el poder, el respeto, los honores, los elogios y la salud son bienes individuales y algunos de estos se encuentran también en la amistad (IV. 22). Hay amistades vulgares y mediocres, pero hay amistades “verdaderas y perfectas”: “En efecto, la amistad hace más espléndidas las situaciones favorables, y las adversas, al compartirlas y comunicarlas, más livianas” (IV. 22. P. 128). La amistad se usa tanto como el agua y el fuego. La mayor ventaja de la amistad: “la que supera sin duda a todas es que hace brillar la buena esperanza en el porvenir y no tolera que se debiliten los ánimos o que decaigan: el que mira a un verdadero amigo, mira, por así decir, un modelo de sí mismo. Por eso, están presentes incluso los ausentes, los pobres se vuelven ricos, se fortalecen los débiles e cinluso, lo que resulta más difícil de decir, viven la muertos; tanta es la estima, el recuerdo y la añoranza que les sigue de parte de sus amigos. De ahí que la muerte de aquéllos parezca feliz y de éstos, digna de encomio” (VII. 23. p. 129). “Si se elimina de la naturaleza el lazo del afecto, no podría mantenerse ni la casa ni la ciudad; no permanece ni siquiera la agricultura” (VII. 23. P. 129). Influencia de Empédocles. “Así, si alguna vez el deber para con los amigos requiere asumir o compartir peligros, ¿quién cumple con él sin recibir los más grandes elogios?” (VII. 24. p. 130). De dónde procede el deseo de amistad: 1. “procede de una debilidad o una carencia, de forma que al dar y recibir favores, uno recibe del otro lo que no es capaz de lograr por sí mismo y a la inversa, o si siendo ésta una característica de la amistad, hay otra anterior, más hermosa, ofrecida por la propia naturaleza” (VIII. 26. 131). 2. Otra característica mejor, más hermosa, más importante que la utilidad, ofrecida por la propia naturaleza: el amor. “En la amistad, en cambio, no hay nada fingido, nada simulado, y lo que hay, sea lo que sea, es auténtico y voluntario. Por eso me parece preferible la idea de que la amistad surge de la naturaleza, antes que de una carencia, de la implicación del espíritu con un sentmiento de amor, antes que de una reflexión acerca de cuánto beneficio a proporcionar” (VIII. 27. p. 132). “No hay nada más amable que la virtud ni nada que impulse más a querer, porque esa virtud y bondad hacen que amemos de alguna forma incluso a los que no hemos visto nunca” (VIII. 28. 132). La virtud es aquello que nos puede mover al amor incluso si no conocemos a las personas. Detrás de esa afirmación de que nos atrae la bondad y es aquella fuerza tan fuerte como el amor. “Pues si la fuerza de la probidad [honradez] es tan grande que la amamos no sólo en los que nunca hemos visto, sino incluso – y esto es más llamativo – en el enemigo, ¿qué tiene de particular que los hombres se conmuevan cuando perciben la bondad y la virtud de aquellos con los que puede relacionarse” (IX. 29. 133). A través de la probidad o la honradez podemos amar al otro, incluso al enemigo; es decir que podemos reconocer la virtud incluso en las personas con las que no podemos relacionarnos. Para alimetar y hacer crecer el amor: “[…] el amor se afianza cuando se reciben favores, cuando se percibe el interés del otro y cuando se añade el trato cotidiano” (IX. 29. 133). Las personas que tiene mucha virtud, las personas que son sabias, estásn acorazadas y no necesitan nada de uno. Por tanto: “¿Tenía necesidad de mí Africano? En absoluto, por dios, ni yo de él tampoco, pero yo lo quise por admiración de su virtud, y él a mí, tal vez por la opinión que tenía de mi manera de ser. El trato hizo aumentar la estima. Aunque son muchas y grandes las ventajas que se logran del afecto, no es esperarlas la causa que lo produce. Efectimvanete, cuando hacemos favores y somos generosos, no lo hacemos para para exigir agradecimiento, como tampcoo cobramos intereses por un favor, sino que estamos inclinados a la generosidad por naturaleza; de la misma forma, no nos inclinamos a la amistad por la esperanza de pago, sino que creemos que hay que buscarla porque todo su fruto está en el propio amor” (IX.31-32. 134). La amistad tiene su base en el desintereés. Nos mueve el amor por la amistad en si mismas, no inclinamos a la bondad y generosidad por naturaleza, por la virtud que nos define. No esperamos nada a cambio de ella. Uno admira al otro y de ahí nace ese placer de la amistad, la inclinación. “[…] el sentimiento de amar y el afecto que surge de la benevolecnia los crea la naturaleza cuando se manifiesta la honestidad. Los que la buscan, se reúnen se acercan más para gozar del trato de la persona a la que han empezado a querer, para igualarse en el afecto, para inclinarse más a hacer favores que a reclamarlos: esto representa una honesta rivalidad entre ellos. Así también se recibirán grandísimas vnejtas de la amistad y su origen será más profundo y verdadero procediendo de la naturaleza de una debilidad. Está claro que si fuera la utilidad la que aglutinara las amistades, cuando desapareciera ésta se disolverían; pero como la naturaleza no puede cambiar, los amigos verdaderos son eternos. Ya véis cuál es el origen de la amistad, a menos que queráis añadir algo a esto” (IX. 32. 134-135). Lelio: “él [Escipión] decía que n o hay nada más difícil que mantener la amistad hasta el último día de vida” (X. 33. 135). La estación va pasando por distintas pruebas a lo largo de la vida, a lo largo de las etapas de la vida, del crecimiento. La mayor causa para acabar una relación de amistad. “EL mayor desencuentro, y muchas veces justo, nace en el momento en el que se le pide a un amigo algo que no está bien, por ejemplo, colaborar en una pasión o ayudar en una injusticia. Si rehúsan, aunque sea correcto que lo hagan, son acusados de estar abandonando las reglas de la amistad por aquellos a los que no están dispuestos a plegarse; por su parte, lo que se atreven a pedir cualquier cosa a un amigo, en su petición incluyen la prmesa de que ellos harían absolutamente todo por el amigo. La queja de éstos [sic] no sólo suele acabar con amistades inveteradas, sino que también suele agrandar odios eternos. Muchas cosas como éstas amenazan la amistad como si del hado se tratara, de forma que, según él, escapar a todas no es sólo cuestión de inteligencia, sino también de suerte” (X. 35. 136). “En consecuencia, ésta es la ley que sanciona la amistad: ni se debe pedir nada vergonzoso, ni concederlo si se le pide a uno. Pues esa fea excusa y absolutamente incapceptable en todo tipo de faltas y, particularmente en las que se cometen contra el Estado, reconocer que se han cometido por un amigo” (XII. 40. 138). Leyes de la amistad: “[…] la primera ley de amistad que hay que sancionar es ésta: podemos pedir a los amigos cosas honetas y hacerlos por ellos sin necesidad de que nos las pida, con el máximo interés y sin asomo de duda; debemos también atrevernos a dar consejo libremente. En la amistad ha de valorarse la autoridad de los amigos que saben aconsejar, y debe ofrecerse para amonestar abiertamente e incluso agriamente, si hace falta, y se la debe obedecer cuando se ofrece” (XIII. 44. 140- 141). Crítica a la idea estoica o griega de extiparse de las amistades: “En consecuenai, es propio de una mente bien formada alegrarse de las cosas buenas y sufrir por las contrarias. Por ello, si al sabio le sobreviene dolor del alma, que le sobreviene seguro, a menos que pensemos que se ha extirpado de ella toda sensibilidad humana, ¿por qué vamos a elminar de raíz la amistad para no asumir por ella molestia alguna? Pues, si prescindimos de la capacidad que tiene el alma de conmoverse, ¿qué diferencia hay, no digo ya entre el hombre y los animales, sino entre el hombre y un tronco o una piedra o cosas por el estilo? Así que no hay que escuchar a los que pretenden que la virtud es dura y de hierro, porque es tierna y moldeable en muchas situaciones de la vida y también en la amistad, de forma que se desborda, como si dijéramos, en las buenas circunstancias de un amigo y se contrae en las desfavorables. Por eso, la angustia que hay que aceptar de vez en cuando por un amigo no pesa tanto como para erradicar la amistad de la vida, como tampoco se repudia la virtud porque proporcione algunos sinsabores y molestias” (XIII. 48. 142-14). “Y si a esto se añade, y puede añadirse con total razón, que no hay nada que atraiga y arrastre tanto hacia uno mismo como la semejanza atrae a la los buenos y los atraen hacia sí mismos como si estuvieran unidos por un parentesco natural. Efectivamente, no hay nada que más atraiga a sus semejantes, nada más ávido de ellos que la naturaleza” (XIV. 50. 143). “También me parece que los que fingen amistades por conveniencia, deshacen el núcleo más amable de la amistad, pues lo que satisface no es tanto el provecho logrado por mediación de un amigo como el porpio amor del amigo” (XIV. 51. 144). “no es la amis la que sigue al provecho, sino el provecho a la amistad” (XIV. 51. 144). “En efecto, no sólo es ciega la Fortuna, sino que muchas veces vuelve ciegos a los que abraza” (XV. 54. 145). “[…]la posesión de una amistad estable y segura está siempre en poder de uno; de esta forma, aunque permanecieran aquellos bienes que son casi regalos de la fortuna, no pueden hacer agradable la vida si está vacía y desierta de amigos” (XV. 55. 146). Tres opiniones que Lelio no comparte: 1. “debemos sentir hacia los amigos el mismo afecto que haci nosotros mismos” (XVI. 56. 146). Falsa porque nosotros a veces hacemos más cosas por ellos que por nosotros mismos. 2, “nuestro cariño hacia los amigos debe responder de forma iugal y equitativa al suyo para con nosotros” (XVI. 56. 146). Esto es reducir la amistad a cálculos; la amistad no es tacaña ni mira si a veces se da un poco menos o un poco más. 3. “uno es valorado por los amigos en la misma medida en que se valore a uno mismo” (XVI. 57. 146). La que más odia Lelio. Hay que esforzarse siempre por levanta al amigo y hacerlo sentir mejor (59. 147). La crítica que le hace la tradcutora a la rectitud de Cicerón como se ve en 61: “si por casualidad hay que apoyar deseos d elos amigos que son menos justos, en los que se pone en juego su libertad o su reputación, habrá que apartarse algo del recto camino, sin que siga la deshonra extrema en la amistad, es posible un cierto grado de tolerancia, pero no hay que descuidar la reputación ni conviene considerar que es un arma mediocre para cualquier empresa la simpatiaía de los ciudadanos, que también esuna vergüenza conseguir con adulación y complacencia. La virtud a la que sigue el afecto no hay que repudiarla en absoluto” (XVII. 61. 148). Elegir amigos: “Por lo tanto, hay que elegir a los que sean firmes, estables y constantes: este tipo escasea mucho. Así que la amistad va por delante del juicio sobre ella y elmenia la posibilidad de experimentar. Es prudente, en consecuencia, sujetar el ímpetu del cariño, como se sujeta un carro, que se usa una vez que se han probado los caballos; pues, igual las amistades, deben usarse una vez que se ha puesto a prueba de alguna forma el comportamiento de los amigos” (XVII. 62-62.149). Las amistades se ponen a prueba (denso). La lealtad como fundamente central: “El fundamenteo de esa estabilidad y constancia que buscamos en la amistad es la lealtad. Nada es estable si es desleal” (XVIII. 65. 150). Además: “conviene elegir un carácter simple, sociable, comprensivo, esto es, que se conmueva por las mismas cosas que uno: todo esto pertenece a la lealtad” (XVIII. 65. 150) El hombre bueno es igual al hombre sabio y sus características se destacan en la amistad: “Así es, en la amistad, el hombre bueno, que peude decirse que es lo mismo que el sabio, suele tener estos dos rasgos: primero, no hacer nada fingido o simulado, pues es más porpio de una personas sincerar incluso odiar abiertamente que ocultar lo que piensa delante del otro; segundo, no sólo rechazar las críticas al amigo proferidas por cualquiera, sino también evitar él mismo las suspiacacias, pensanso siempre que su amigo ha hecho algo mal” (XVIII. 65. 151). “igual que los vinos que tiene solrea, las amistades deben ser cuanto más viejas, más sabrosas” (XIX. 67. 152). “Pero lo más importante de la amistad es que iguala al que está arriba y al que está abajo” (XIX. 69. 152). “en la amistad, los que sobresalen deben someterse y los inferiores, elevarse en alguna medida. Pues hay quienes hacen molesta su amistad creyendo que se les desprecia, y esto rara vez sucede excepto a aquellos que se consideran a si mismo despreciables” (XX. 72. 154). La amistad no es de gustos: “Las amistades han de juzgarse cuando se ha robustecido y reafirmado el carácter y la edad: no porque en la infancia uno fuera aficionado a la caza o al juego de pelota ha de considerar cercanos a los que quiso entonces porque tenían los mismo gustos que él” (XX. 74. 154). Lelio habla de amistades de los sabios y amistades del común. “y no hay nada más feo que estar en guerra con alguien con quien se ha vivido en amistad” (XXI. 77. 156). “Por eso, primeor hay que ocuparse de que no se produzcan discordias entre los amigos, pero si tal cosa sucede, es preferible que parezca que se ha extinguido la amistad a que se ha sofocado de golpe” (XXI. 78. 156). Para prevenir todo: “no empezar a entablar amistad demasiado deprisa y no hacerse amigo de los que no lo merecen” (XXI. 78. 157). “Son dignos de amistad aquellos que tienen dentro de sí la causa por la que se les quiere” (XXI. 79. 157). “De todos modos, la mayoría no reconoce nada bueno en las cosas humanas excepto lo que da provecho, y de los amigos, prefieren a aquellos de los que esperan obtener el máximo rendimiento, como del ganado. De esta forma se ven privados de la amistad más hermosa y más natural, la que se desea por ella misma, y no pueden contemplar en ellos cómo es y hasta dónde llega la esencia de la amistad” (XXI. 79-80. 157). “cuánto más estará en la naturaleza del hombre, que se ama a sí mismo y busca con otro con el que poder mezclar su alma y formar cas un solo ser a partir de dos” (XXI. 81. 158). “Lo justo es, primero, ser uno un hombre de bien y, después, buscar a otro semejante a uno” (XXII. 82. 158). “priva a la amistad de sus mejores galas el que elimina el respeto” (XXII. 82. 158). “la amistad nos ha sido dad por la naturaleza como ayuda para las virtudes, no como compañera de vicios, para que, ya que la virutd sola no puede alcanzar las más altas cimas, las alcane unida y asociada a la amistad” (XXII. 83. 158). “Es esta asociación, digo, la que contiene todo lo que los hombres juzgan que vale la pena buscar, la hosnetidad, la gloria, la paz de espírut y la alegría; así que la felicidad de la vida se produce cuando se dan estas cosas, y sin ellas no puede haberla” (XXII.83- 84.159). “sin amistad no hay vida, si es que se quiere llevar una vida digna de un hombre” (XXIII. 86. 160). “Sólo ha de soportarse una ofensa: la que está destinada a mantener la utilidad en la amistad y la lealtad.” (XXIV. 88. 161). “la máxima culpa se encuentra en aquel que desprecia la verdad y llega a engañar por adulación” (XXIV. 89-90. 162). “Por consiguiente, es propio de la verdadera amistad reprender y ser reprendido y hacer lo un con libertad, pero sin aspereza, y recibir lo otro con paicencia y sin rechazo; igualmente, hay que considerar que no hay peste mayor entre los amigos que la adulación, el halago y la lisonja” (XXV. 91. 163). “Por lo tanto, no hay amistad alguna cuando uno no quiere óir la verdad y el otro está preparado para mentir” (XXVI. 98. 166). “La virtud […] es la que concilia amistades y además las conserva, pues en ella está la armonía de las cosas, en ella se encuentra la estabilidad, en ella, la constancia; cuando se manifiesta y muestra su luz y ve y reconoce la misma luz en otra persona, se mueve hacia ella y recibe, a su amor, pues ambas palabras proceden de ‘amar’” (XVII. 100. 167). “Amar, por otro lado, no es más que querer al que se ama sin pretender llenar ninguna carencia, sin buscar ninguna utilidad, aunque ésta florece por sí misma a partir de la amistad incluso si no se la ha perseguido” (XVII. 100-101. 167). “y si yo me viera completamente privado de ellos [los recuerdos], mi eedad me proporcionaría un enorme consuelo, pues, evidentemente, ya no puedo permanecer en esa añoranza por mucho tiempo: todo sentimiento breve es tolerables, incluso el más intenso” (XXVII. 104. 169). Con cicerón por los caminos zigzagguantes de la amistad – Migul Rodríguez- Pantoja: “y no se olvide que para él la amistad es cosa, aunque no exclusiva, de sabios” (434). “Cicerón considera, pues, la amistad como una unión entre lo intelectual y lo afectivo, cada uno de ellos con una dobe vertiente expresada de forma quiástica: respecto a los eres y entidades superiores, en relación a los cuales el afecto es una inclinación […], y respecto a los más próximos, en relación a los cuales el afecto implica voluntad” (438). “Introduction” de Philip Freeman en How to be a Friend. An Ancient Guide to True Friendship: “Some Romans had viewed friendship in mostly practical terms, as a relationship between people for mutual advantage. Cicero doesn’t deny that such friendships are important, but he reaches beyond the utilitarian to praise a deeper kind of friendship in which two people find in each other another self who doesn’t seek profit or advantage from the other person” (ix). De amicitia en Roma: la tradición ciceroniana – Laura Corso de Estrada. “Ahora bien, si Escipión retornó ad caelum la muerte no es un mal, sino el premio a la vida de un justo. Por tanto, en De amicitia, como en el locus antecedente del De republica VI – en un contexto platónico – se afirma que la vida supra-mundana sólo conviene a quienes han vivido en la virtud” (145). Maurice Blanchot – La amistad: “En vano pretendemos mantener, con nuestras palabras, con nuestros escritos, lo que se ausenta; en vano le ofrecemos el señuelo de nuestros recuerdos y una cierta figura nueva, la dicha de permanecer en la luz, la vida prolongada con una apariencia verídica” (264). “No pretendemos más que llenar un vacío, no soportamos el dolor: la afirmación de ese vacío” (264). “La amistad, esa relación sin dependecia, sin episodio y donde, no obstante, cabe toda sencillez de la vida, pasa por el reconocimiento de la extrañeza común que no nos permite hablar de nuestros amigos, sinsólo hablarles, no hacer de ellos un tema de conversación (o de artículos), sino el movimiento del acuerdo del que, hablándonos, resernva, incluso en la mayor familiaridad, la distancia infinita, esa separación fundamental a part de la cual lo que se separa se convierte en relación” (266). “Podemos, en una palabra, recordar. Pero el pensamiento sabe que uno no recuerda: sin memoria, sin pensamiento, lucha ya invisible done todo recae en la indiferencia. Ahí radica su profundo dolor. Es preciso que acompañe a la amistad en el olvido” (267).