1. Orientado hacia la felicidad 2. Centrado en la virtud de la caridad 3. Jesús como centro y modelo 4. Formación de la persona 5. Hacia bienes objetivos 6. Formación de la connaturalidad 7. Tarea prioritaria de los padres 8. Maduración de la libertad “La misión del educador es pintar en el alma del educando la imagen de Jesús” 332. Cuando hablamos de una educación cristiana, por tanto, entendemos que el maestro educa hacia un proyecto de ser humano en el que habite Jesucristo con el poder transformador de su vida nueva. Hay muchos aspectos en los que se educa y de los que consta el proyecto educativo. Hay V Conferencia General del muchos valores, pero estos valores nunca están solos, Consejo Episcopal Latinoamericano y del siempre forman una constelación ordenada explícita o Caribe (CELAM). implícitamente. Si la ordenación tiene como fundamento y Aparecida, mayo de 2007. término a Cristo, entonces esta educación está recapitulando todo en Cristo y es una verdadera educación cristiana; si no, puede hablar de Cristo, pero corre el riesgo de no ser cristiana. EDUCACIÓN EN VIRTUDES MORALES 48. El alma espiritual e inmortal es el principio de unidad del ser humano, es aquello por lo cual éste existe como un todo — «corpore et anima unus»— en cuanto persona (…) el vínculo de la razón y de la libre voluntad con todas las facultades corpóreas y sensibles. La persona —incluido el cuerpo— está confiada enteramente a sí misma, y es en la unidad de alma y cuerpo donde ella es el sujeto de sus propios actos morales. CARTA ENCÍCLICA VERITATIS SPLENDOR DEL SUMO PONTÍFICE JUAN PABLO II SOBRE ALGUNAS CUESTIONES FUNDAMENTALES DE LA ENSEÑANZA MORAL DE LA IGLESIA EDUCACIÓN EN VIRTUDES MORALES 44. La Iglesia se ha referido a menudo a la doctrina tomista sobre la ley natural, asumiéndola en su enseñanza moral.
48. La persona, mediante la luz de la razón y la ayuda de la
virtud, (…) descubre el valor moral específico de algunos bienes a los que la persona se siente naturalmente inclinada. (…) implica también, intrínsecamente, el respeto de algunos bienes fundamentales, sin el cual se caería en el relativismo y en el arbitrio. 64. el corazón convertido al Señor y al amor del bien es la fuente de los juicios verdaderos de la conciencia. En efecto, para poder «distinguir cuál es la voluntad de Dios: lo bueno, lo agradable, lo perfecto» (Rm 12, 2), sí es necesario el conocimiento de la ley de Dios en general, pero ésta no es suficiente: es indispensable una especie de «connaturalidad» entre el hombre y el verdadero bien. Tal connaturalidad se fundamenta y se desarrolla en las actitudes virtuosas del hombre mismo: la prudencia y las otras virtudes cardinales, y en primer lugar las virtudes teologales de la fe, la esperanza y la caridad. 84. Me parece muy importante recordar que la educación integral de los hijos es «obligación gravísima», a la vez que «derecho primario» de los padres. No es sólo una carga o un peso, sino también un derecho esencial e insustituible que están llamados a defender y que nadie debería pretender quitarles. El Estado ofrece un servicio educativo de manera subsidiaria, acompañando la función indelegable de los padres (…). La escuela no sustituye a los padres sino que los complementa.
DEL SANTO PADRE FRANCISCO SOBRE EL AMOR EN LA FAMILIA 84. Este es un principio básico: «Cualquier otro colaborador en el proceso educativo debe actuar en nombre de los padres, con su consenso y, en cierta medida, incluso por encargo suyo».
85. La Iglesia está llamada a colaborar, con una acción pastoral
adecuada, para que los propios padres puedan cumplir con su misión educativa. (…) quienes han recibido el sacramento del matrimonio se convierten en verdaderos ministros educativos (…).
DEL SANTO PADRE FRANCISCO SOBRE EL AMOR EN LA FAMILIA 7. FORTALECER LA EDUCACIÓN DE LOS HIJOS • ¿Dónde están los hijos? [260-262] • Formación ética de los hijos [263-267] • Valor de la sanción como estímulo [268-270] • Paciente realismo [271-273] • La vida familiar como contexto educativo [274-279] • Sí a la educación sexual [280-286] • Transmitir la fe [287-290]
DEL SANTO PADRE FRANCISCO SOBRE EL AMOR EN LA FAMILIA 7. FORTALECER LA EDUCACIÓN DE LOS HIJOS
• ¿Dónde están los hijos? [260-262]
261. Pero la obsesión no es educativa, y no se puede tener un control de todas las situaciones por las que podría llegar a pasar un hijo. (…) Si un padre está obsesionado por saber dónde está su hijo y por controlar todos sus movimientos, sólo buscará dominar su espacio. De ese modo no lo educará, no lo fortalecerá, no lo preparará para enfrentar los desafíos. 7. FORTALECER LA EDUCACIÓN DE LOS HIJOS
• ¿Dónde están los hijos? [260-262]
261. Lo que interesa sobre todo es generar en el hijo, con mucho amor, procesos de maduración de su libertad, de capacitación, de crecimiento integral, de cultivo de la auténtica autonomía. Sólo así ese hijo tendrá en sí mismo los elementos que necesita para saber defenderse y para actuar con inteligencia y astucia en circunstancias difíciles. 7. FORTALECER LA EDUCACIÓN DE LOS HIJOS
• ¿Dónde están los hijos? [260-262]
261. Entonces la gran cuestión no es dónde está el hijo físicamente, con quién está en este momento, sino dónde está en un sentido existencial, dónde está posicionado desde el punto de vista de sus convicciones, de sus objetivos, de sus deseos, de su proyecto de vida. ¿CÓMO EDUCAR EN VIRTUDES MORALES? I. LA PRÁCTICA (principios intrínsecos) 1. Desde las inclinaciones 2. Desarrollo de los hábitos 3. Noción de “virtud” 1. Desde las inclinaciones Formación ética de los hijos
264. La tarea de los padres incluye una educación de la voluntad y
un desarrollo de hábitos buenos e inclinaciones afectivas a favor del bien. Esto implica que se presenten como deseables comportamientos a aprender e inclinaciones a desarrollar.
DEL SANTO PADRE FRANCISCO SOBRE EL AMOR EN LA FAMILIA 1. Desde las inclinaciones El deber del educador moderno no es talar bosques, sino irrigar desiertos. La defensa adecuada contra los sentimientos falsos es inculcar sentimientos justos. Si no alimentamos la sensibilidad de nuestros alumnos, sólo los convertimos en presa más fácil del propagandista. Pues la hambrienta naturaleza se vengará, y un corazón duro no es protección infalible contra una mente débil.
C. S. Lewis, La abolición del hombre
BENEDICTO XVI - AUDIENCIA GENERAL Miércoles 7 de noviembre de 2012
Debemos por ello sostener que es posible también en
nuestra época, aparentemente tan refractaria a la dimensión trascendente, abrir un camino hacia el auténtico sentido religioso de la vida, que muestra cómo el don de la fe no es absurdo, no es irracional. Sería de gran utilidad, a tal fin, promover una especie de PEDAGOGÍA DEL DESEO, tanto para el camino de quien aún no cree como para quien ya ha recibido el don de la fe. Una pedagogía que comprende al menos dos aspectos: 1) En primer lugar aprender o re-aprender el gusto de las alegrías auténticas de la vida.
No todas las satisfacciones producen en nosotros el
mismo efecto: algunas dejan un rastro positivo, son capaces de pacificar el alma, nos hacen más activos y generosos.
Otras, en cambio, tras la luz inicial, parecen
decepcionar las expectativas que habían suscitado y entonces dejan a su paso amargura, insatisfacción o una sensación de vacío. Educar desde la tierna edad a saborear las alegrías verdaderas, en todos los ámbito de la existencia: • la familia, • la amistad, • la solidaridad con quien sufre, • la renuncia al propio yo para servir al otro, • el amor por el conocimiento, • (el amor) por el arte, • (el amor) por las bellezas de la naturaleza,
significa ejercitar el gusto interior y producir anticuerpos
eficaces contra la banalización y el aplanamiento hoy difundidos. (…) 2) Un segundo aspecto, que lleva el mismo paso del precedente, es no conformarse nunca con lo que se ha alcanzado. Precisamente las alegrías más verdaderas son capaces de liberar en nosotros la sana inquietud que lleva a ser más exigentes — querer un bien más alto, más profundo— y a percibir cada vez con mayor claridad que nada finito puede colmar nuestro corazón. (…) No se trata de sofocar el deseo que existe en el corazón del hombre, sino de liberarlo, para que pueda alcanzar su verdadera altura. Cuando en el deseo se abre la ventana hacia Dios, esto ya es señal de la presencia de la fe en el alma, fe que es una gracia de Dios.