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EDUCACIÓN Y CORTESÍA
M.M. Dominicas
Federación de la Inmaculada
PRESENTACIÓN
Hay que saber aplicar estas normas, con madurez y buen sentido y
aunque las circunstancias varíen y la confianza permita cierta relajación,
“los buenos modales deben ir con la persona, no con la situación, pues
las personas educadas lo son siempre, porque éstos forman parte del
ser, no solo del estar, y de ese modo se convierten en algo natural”
TRATO
«Es mejor ser que parecer, pero lo perfecto es ser como se debe y parecer como se es»
(274).
I- En la convivencia
1) Normas generales:
1 Intentar ser siempre la hermana que procura dar sin hacer
ruido ni que desea correspondencia con la que se está a
gusto.
2 Atender con preferente solicitud, bondad, dulzura y
comprensión a las hermanas mayores y enfermas o a las
que sufren por cualquier causa.
3 Ser respetuosas de las diferencias
4 Valorar siempre el servicio que nos prestan.
5 Saber dialogar e interesarnos por los demás.
6 Ser sencillas y suaves al pedir un favor y si alguien nos lo
pide, hacerlo sin vacilar o
excusarnos delicadamente cuando no se pueda complacer.
7 Buscar siempre complacer el deseo y la necesidad de las
hermanas y, en algunos casos,
hasta un capricho, siempre y cuando no sea contrario a la
obediencia.
8 Devolver con prontitud y en buen estado los objetos
prestados y hacerlo entregándolos
en propia mano, en vez de decir: «cógelo tú», «abre aquel
armario», «búscalo», etc.
9 Evitar estrépitos, como el golpear de sillas, puertas, o de
cualquier otro objeto y pedir excusas si se han hecho por
inadvertencia.
10 Disculpar con facilidad y amabilidad las faltas involuntarias.
11 Ser puntual y no hacer esperar a los demás ni llegar con
retraso a los actos comunitarios
o citas. Ante un imprevisto, avisar que se llegará tarde.
12 No cansarse de decir: “gracias”, “perdón”, “disculpa”, “por
favor”….
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2) Gestos:
Pequeños gestos de amabilidad, ayuda y servicialidad hacen
enteder que el otro es valioso para uno, por ejemplo:
-recoger algo que se le ha caído a otra persona
-dejar paso
-tomar un objeto a la que va cargada
-mirar el lado positivo de las cosas
3) Modo de dialogar:
La afabilidad también se exterioriza en lo que decimos y en el
modo como lo decimos. Lo que decimos refleja lo que llevamos
en el corazón.
1. Lo primero es el respeto mutuo, a la persona y a las ideas.
Hay que tratar de comprender, poniéndonos en el lugar y
en la situación del otro, aunque esto no signifique aceptar o
estar de acuerdo con su postura.
2. Hay que saber escuchar y dejar hablar, aunque creamos
saber ya lo que nos van a preguntar o a decir. En ese caso
podemos asentir afirmativamente con la cabeza.
3. Hay que pensar antes de hablar y tener la debida prudencia
en las palabras.
4. Si nos interrumpen estando nosotras hablando, hemos de
cortar lo que estamos
diciendo para atender.
5. Hay que usar un tono de voz moderado. Los gritos y
nerviosismos no favorecen el clima de serenidad y calma
necesario para el diálogo.
6. Hay que ser delicadas al exponer algo distinto o desaprobar
algo que se está comentando. Ante la disconformidad
conviene expresarse del siguiente modo: «Tengo entendido
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II- En la recreación
1) Normas generales:
1. Al comienzo de la recreación, es un gesto de delicadeza
guardar los lugares mejores para las hermanas mayores y
colocar sillas libres para las que, por su oficio, llegan tarde.
2. No se deben llevar a la recreación objetos indecorosos o su-
cios, aun para limpiarlos o trabajar en ellos.
3. Con las visitas hay que ser corteses y prestarles el interés y la
atención debida.
4. No hay que cruzar la conversación. Para ello, conviene a
veces cambiarse de lugar, dando una explicación amable.
5. Cuando tres están hablando, es incorrecto ponerse a hablar
dos entre sí, prescindiendo de la tercera. Aunque la índole
de la conversación pida que dos intervengan principal-
mente, siempre es posible dirigirse de cuando en cuando a la
otra hermana y hacerla participar.
6. No es educado hablar largamente de sí misma, de la
propia familia, amistades, intereses, o de las propias penas o
enfermedades.
7. Nunca hay que criticar a quien está ausente y cuando se
alaba a alguien, no se han de resaltar defectos o notas
negativas de esa persona por parte de las que escuchan.
8. Se deben evitar las discusiones o cualquier viso de
murmuración, cambiando con habilidad la conversación.
9. El descontento o el mal humor no hay que dejarlo traslucir.
10. La risa y la sonrisa entre nosotras debe ser signo de
comunión. No debemos sonreír ni ceder al mal ni al error.
Si nos encontramos con personas que desconocen el motivo
de nuestra risa, conviene evitarla, a no ser que se dé una
explicación.
2) Medios de comunicación:
Ante los muchos requerimientos y novedades que se presentan
a través de los medios de comunicación, el agobio de lo
instantáneo y la incapacidad de saber esperar, es preciso
discernir bien el lugar que ellos ocupan en nuestras recreaciones.
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III- En el trabajo
IV- En el locutorio
Los que nos visitan deben recibir de nosotras la grata impresión que
cabe esperar de quien vive en trato habitual con el Señor. Se trata de
conjugar la cercanía y acogida creando un espacio humano y cristiano
"agradable" que favorezca el encuentro mutuo y con Dios. Recordemos
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que «Todos los hombres, por irreligiosos que sean, saben cómo debe ser el religioso, y
reclaman que lo sea» (1.506).
V- En la comunicación
2) En el texto escrito:
VII- Huéspedes
Para las huéspedes que llegan a nuestro monasterio, es muy útil tener
en cuenta:
a) Recibirlas con muestras evidentes de satisfacción y no
preguntarles cuanto tiempo van a estar entre nosotras.
b) Llevarlas a saludar al Señor en la Capilla.
c) Invitarlas a tomar algo, fresco o caliente, según la estación.
d) Acompañarlas a la habitación e informarse si les falta algo y
guiarlas en los primeros días
a las diversas dependencias.
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II
MODALES
«Las deficiencias que nos son más propias son las que menos
solemos ver» (281).
VIII- En la Capilla
Mc. 9,33-35
Lc. 14,7-11
I Cor. 13,5 y II Cor. 6,3
I Pe. 1,15-16
Regla: 4,15.16 / 5,17 a 22
III
ASEO Y ORDEN
1) En el monasterio
En todo hemos de cuidar que los demás encuentren las cosas como
desearíamos nosotros encontrarlas.
2) En lo personal
CONCLUSIÓN
«Son necesarias normas que abran cauces a la vida, pero sin reducirla indebidamente
a sus estrecheces. Los cauces para el río, no el río para los cauces» (n. 747).