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F. Nietzsche
Introducción
El primer problema que se nos presenta es que uno de los textos de Foucault al
que daremos más interés es “La arqueología del saber”, y, aunque su título no lo
indique, es un ensayo que sienta las bases de la genealogía Si nos atenemos a la
formulación de Foucault la genealogía se ocupa también del saber, empero, para
explicar la existencia y la transformación de los saberes hace mayor hincapié en
las relaciones de poder y en la inclusión en dispositivos políticos: en ese sentido
“Vigilar y castigar”, puede considerarse un libro más genealógico y “Las palabras y
las cosas” un libro más arqueológico.
En nuestro caso, nuestra genealogía se ocupará, (ya veremos el recorte que eso
implica) fundamentalmente de conceptos
“pero en absoluto para trazar la curva lenta de una evolución, sino para reencontrar
las diferentes escenas en las que han jugado diferentes papeles: definir incluso el
punto de su ausencia, el momento en que no han tenido lugar.” 2
La genealogía se opone a toda búsqueda del origen que implique suponer que allí
se encuentra lo precioso o lo esencial. La genealogía entiende el origen más bien
como fuente o procedencia. Allí puede apreciarse el lugar de Nietzsche en la
genealogía de Foucault.
Encontramos en este punto las tres palabras que Nietzsche utiliza para nombrar el
origen:
1
Foucault, M., “Nietzsche, la genealogía, la historia”, en Discurso poder y subjetividad, El cielo por asalto,
Buenos Aires, 1995, pág. 71.
2
Ídem.
1-Ursprung: origen, es muchas veces utilizado de un modo irónico y peyorativo.
Por ejemplo el Wunderursprung, el origen milagroso que busca la metafísica. Esta
utilización es la que prima sobre todo en el prólogo de la Genealogía de la moral. 3
La pregunta de Foucault nos permite ver qué búsqueda del origen es la que la
genealogía rechaza: Rechaza la pretensión de remontar el tiempo para establecer
una continuidad por encima de la dispersión del olvido. Se trata por el contrario de
mantener lo que pasó en la dispersión que le es propia, remover aquello que se
creía inmóvil.
3
Irónica es la referencia que hace en la “Genealogía” a su primer ejercicio de caligrafía filosófica “en una
edad en que se tiene el corazón dividido en partes iguales entre los juegos infantiles y Dios” se detuvo en la
pregunta sobre qué origen tiene propiamente nuestro bien y nuestro mal, y la solución que dio entonces al
problema: “otorgué a Dios, como es justo, el honor e hice de él el Padre del Mal”, por fortuna dice “aprendí
pronto a separar el prejuicio teológico del prejuicio moral, y no busqué ya el origen del mal por detrás del
mundo”
perfección, que salieron rutilantes de las manos del creador. El comienzo es bajo,
irrisorio: “a las puertas del hombre está el mono”, dice Nietzsche.
“no puedo soportar esos seres fatigados y debilitados que se escudan en la sensatez
y aparentan objetividad” 6
4
Ídem, pág. 77.
5
Ídem, pág. 78.
6
Ídem, pág.89. (Genealogía III, 25.)
importa más la escena en que se produce, el lugar de enfrentamiento en el que
aparece. El error aquí sería pensar en un campo cerrado en el que se desarrollaría
una lucha entre adversarios en igualdad de condiciones. Es más bien un no lugar,
los adversarios no pertenecen al mismo espacio.
Esto tiene cierta afinidad con Heidegger. Podemos recordar el modo en que
Heidegger usa el término metafísica. La metafísica privilegia el espacio sobre la
temporalidad y este privilegio conlleva a una represión del proceso histórico.
Heidegger ve la técnica como una fuerza que hace esta represión absoluta. La
metafísica intenta explicar cualquier ente –lo real– desde un principio unitario y
absoluto al partir de que la unidad absoluta es inherente al ser. Los principios del
conocimiento, entonces, son los principios del ser, pensar es igual a ser. Estudiar
el ente en cuanto ente - Aristóteles -, lo que equivale a buscar sus causas
primeras, el ser divino. El dogmatismo de los pensadores cristianos llevó a
plantear un ser unívoco, con esta definición pretende una ciencia de lo universal:
la teología viene exigida por la metafísica como una cuestión interna.
7
Ídem. Pág. 81
8
Ídem.
La genealogía no se opone a la historia, como tantas veces se le reprochó a
Foucault, sino a cierto modo de pensar la historia. Es una crítica del punto de vista
suprahistórico de la historia que tendría por función recoger en una totalidad bien
cerrada la diversidad. Una historia que nos permitiría reconocernos en todas
partes y dar a los desplazamientos pasados la forma de una reconciliación.
En el artículo sobre Nietzsche hay una gran cantidad de citas que ejemplifican
esta historia genealógicamente dirigida que
“no tiene como finalidad reconstruir las raíces de ninguna identidad sino por el
contrario encarnizarse en disiparlas...hacer aparecer todas las discontinuidades que
nos atraviesan".10
Dos cuestiones más son destacadas por Foucault, que para la genealogía se trata
de subvertir la relación entre lo próximo y lo lejano tal como son entendidos por la
historia tradicional. La metafísica mira las lejanías, la historia efectiva no teme
mirar de cerca, no tiene miedo, dice Foucault de mirar bajo, y, en segundo lugar,
que la genealogía no teme ser un saber en perspectiva. Los historiadores buscan
borrar lo que pueda traicionar en su saber, el lugar desde el cual miran, el
momento en el que están, el partido que toman. El sentido histórico, tal como
Nietzsche lo entiende, se sabe perspectiva, y no rechaza el sistema de su propia
injusticia.
9
Ídem, pág. 84.
10
Ídem, pág. 92.
Foucault sabía mejor que nadie que tomó a Nietzsche en función de sus intereses.
Es decir que no se trata aquí estrictamente de las concepciones nietzscheanas
sino, ante todo, de un recorrido que muestra que existen en él elementos que
ponen a su disposición un modelo para el análisis histórico.
Para hablar de la arqueología del saber es necesario referirse a tres libros que la
precedieron, “La historia de la locura” y “El nacimiento de la clínica”, por un lado, y
13
Id. Pág. 16 "Arqueología y epistemología" Roberto Machado.
14
Id. Pág. 21
“Las palabras y las cosas” por el otro. Dejemos por el momento de lado “El
nacimiento de la clínica” al que Foucault mismo considera metodológicamente
similar a “La historia de la locura”. En “La historia de la locura” dice Foucault:
En "Las palabras y las cosas" se trata del experimento contrario: neutralizar todo
el aspecto práctico e institucional y contemplar en una época determinada varios
de estos ámbitos de saber (en este caso, las clasificaciones naturales, la
gramática general y el análisis de las riquezas) no sólo se podía definir la
arqueología interna de cada ámbito por separado sino que se percibían de uno a
otro analogías, identidades conjuntos de diferencias que había que
describir...organizaba de una forma coherente toda una región del conocimiento
empírico. En este caso se trata del análisis de una formación discursiva.
15
Didier Eribon. "Foucault". Ed. Anagrama. Barcelona 1992. Memoria redactada para la candidatura del
Collége de France. Pág. 423.
más heterogéneos) Foucault razona sobre la no necesidad, es decir sobre la
relatividad histórica de sus propios esquemas de pensamiento: solemos reaccionar
con un asombro divertido a lo que no corresponde a nuestros esquemas de
clasificación y consideramos que eso es –impensable-. Este predicado revela un
estado de cosas simple pero fundamental, a saber que nuestro pensamiento se
mueve en función de un orden de símbolos en virtud del cual el mundo se abre de una
manera que es cada vez lingüísticamente y culturalmente específica” 16
“llamamos discurso a ese orden simbólico que permite a todos los miembros que
fueron socializados bajo su autoridad hablar y obrar juntos”17
Tomar la cuestión del orden del discurso nos lleva a otro tema que no voy a
desarrollar que nos remitiría a los mitemas de Lévi- Strauss.
Dicho de otro modo: “En una cultura y en un momento dado nunca hay más que
un campo epistémico (episteme), el cual define las condiciones de posibilidad de
todo saber, ya se trate de aquel que se manifiesta en una teoría, ya se trate de
aquel que anima silenciosamente una práctica” 18
El ejemplo de “Las palabras y las cosas” nos muestra algo más, nos permite ver la
“rareza de los enunciados”, el hecho de que en el nivel de los enunciados “pocas
cosas puedan ser dichas”.
16
E. Balbier. Pág. 112 Manfred Frank "Sobre el concepto de discurso en Foucault".
17
Idem. Referencia a Las palabras y las cosas pág. 15 versión francesa.
18
M. Foucault "Las palabras y las cosas"
¿Qué es el saber para Foucault?
“Un saber es aquello de que se puede hablar en una práctica discursiva que por
eso se encuentra especificada”. “Es también el espacio en el cual el sujeto puede
tomar posición para hablar de los objetos con los que tiene que ver en su discurso”
y “es también el campo de coordinación y de subordinación en el que los
conceptos aparecen y se transforman”. Y, por fin “un saber se define por
posibilidades de utilización y de apropiación” en virtud de su articulación con otras
prácticas y otros discursos. “En suma, aquí ya no estamos en el campo clásico del
conocimiento, sino que nos encontramos en el territorio que va de la discursividad
a la ciencia”.20
Foucault nos da una idea de ese nuevo tipo de racionalidad que él intenta
formalizar en “La arqueología del saber” tomando como modelo los
desplazamientos y transformaciones de los conceptos tal como son analizados por
G. Canguilhem:
19
Didier Eribon. Ob. Cit. Pág.425.
20
E. Balbier y otros. Ob. cit, pág. 77. “¿Fuera de la filosofía o en la filosofía?”. Francois Wahl.
“la historia de un concepto no es, en todo y por todo, la de su
acendramiento21 progresivo, de su racionalidad sin cesar creciente, de su
gradiente de abstracción, sino la de sus diversos campos de constitución
y de validez, la de sus reglas sucesivas de uso, de los medios teóricos
múltiples donde su elaboración se ha realizado y acabado” 22
Voy a ampliar tomando en cuenta una vez más “La arqueología del saber", la
concepción de la historia que vimos al comienzo.
En este sentido “La arqueología del saber” es también una crítica de los textos
anteriores. “La arqueología del saber” es menos una explicación conceptual de
lo que ya se ha realizado que la instauración de nuevas bases para ulteriores
investigaciones”26.
La arqueología surge como una investigación histórica sobre “las ciencias del
hombre”
24
Ídem, pág. 24 y sbs.
25
Ídem, pág. 10. Habría que ver la distinción documento - monumento. La historia tradicional transformaba
los monumentos del pasado en documentos. Hoy la historia tiende a la arqueología, a la descripción intrínseca
del monumento.
26
E. Balbier y otros. Ob. Cit.. Pág. 16 "Arqueología y Epistemología", Roberto Machado.
Sería muy extenso hacer un análisis de la función enunciativa en Foucault. El
enunciado no es meramente una unidad lingüística. No es una proposición y
tampoco es una frase. La jerarquía de las proposiciones es dejada de lado y
también la lateralidad de las frases. La proposición se define en un contexto lógico
y la frase en un contexto gramatical.27
27
Aunque podamos localizar alguna analogía, la distinción enunciado - enunciación que hace J.
Lacan tampoco nos permite esclarecerlo, (entre otras cosas porque es una distinción
específicamente clínica).
28
Ob. cit., pág. 177.
29
G. Deleuze. “Foucault”. Editorial Paidós. Buenos Aires 1987. Pág. 32.
Un extenso capítulo de la “La arqueología del saber” toma en cuenta las
consideraciones para definir el enunciado y la función enunciativa. Podemos
hacernos una idea de cómo se establecen con un ejemplo: “la afirmación de que la
tierra es redonda o de que las especies evolucionan, no constituye el mismo
enunciado antes y después de Copérnico, antes y después de Darwin; ...se ha
modificado la relación de esas afirmaciones con otras proposiciones. La frase “los
sueños son la realización de deseos” puede ser repetida a través de los siglos y
no será el mismo enunciado en Platón que en Freud”. 30 El enunciado que dice "el
deseo es la esencia del hombre" no es el mismo en Spinoza que en J. Lacan.
El enunciado no tiene un correlato del mismo modo en que por ejemplo una
proposición tiene un referente. Está ligado a lo que Foucault denomina un
referencial, un campo de emergencia. La descripción de ese nivel enunciativo no
puede hacerse ni por un análisis formal ni por una investigación semántica. 35
Aquí se plantean nuevas diferencias con las frases o las proposiciones. “Durante
mucho tiempo me he acostado temprano” la frase es la misma, pero el enunciado
no es el mismo según que se relacione con un sujeto cualquiera, o con Proust que
comienza así la Recherche”36
El sujeto, el objeto y el concepto surgen como derivadas del enunciado. (Si para
una frase podemos gramaticalmente definir cual es el sujeto de la enunciación,
para el caso del enunciado, éste posee sus esquemas discursivos propios).
33
Idem, pág. 165.
34
Idem pág. 166.
35
Idem pág. 153.
36
G. Deleuze. "Foucault" Ed. Paidós. Buenos Aires. 1987. Pág. 33
Un tercer espacio es el espacio complementario o de formaciones no discursivas
(instituciones, acontecimientos políticos, prácticas y procesos económicos). Las
relaciones entre estos tres espacios definen una topología.
Sería simplificar las cosas plantear que Foucault no hace más que afinar análisis
muy clásicos basados en el contexto. Pero la novedad de Foucault es otra, lo que
el intenta es demostrar que se puede decir una frase o formular una proposición
sin tener siempre el mismo emplazamiento en el enunciado correspondiente, sin
reproducir las mismas singularidades. Así podemos por un lado localizar las falsas
repeticiones (Cuando Mélanie Klein, por ejemplo, cita textualmente a Freud y dice
otra cosa que Freud). Y por otro podemos descubrir entre formaciones distintas
fenómenos de isomorfismo o de isotopía.
Poner fuera de juego las continuidades irreflexivas implica también renunciar a dos
temas ligados que se enfrentan: uno el que plantea que para todo discurso, más
allá de todo comienzo hay siempre un origen secreto, tan secreto que no se lo
puede nunca captar en sí mismo, otro el que hace reposar todo discurso
manifiesto en un "ya dicho" que es estrictamente un "jamás dicho". Se cae así en
la búsqueda de un origen que escapa a toda determinación histórica.
Segunda hipótesis: definir los enunciados menos que por sus temas por la forma y
el estilo (por ejemplo, para la medicina del siglo XIX, lo visible del cuerpo)
“Las condiciones para que surja un objeto de discurso, las condiciones históricas
para que se pueda “decir de él algo”, y para que varias personas puedan decir de
él cosas diferentes, las condiciones para que se inscriba en un dominio de
parentesco con otros objetos, para que pueda establecer con ellos relaciones de
semejanza, de vecindad, de alejamiento, de diferencia, de transformación, esas
condiciones son numerosas y de importancia. Lo cual quiere decir que no se
37
Borges, J. L. Otras Inquisiciones. “Kafka y sus precursores” Editorial Emecé. Buenos Aires. 1960. Pág.
145 y sbs.
puede hablar en cualquier época de cualquier cosa... el objeto no aguarda en los
limbos el orden que va a liberarlo...Existe en las condiciones positivas de un haz
complejo de relaciones”38
Para esto, habría que describir la organización del campo de enunciados en el que
los conceptos aparecen y circulan. Esa organización implica formas de sucesión,
38
Foucault, M. La arqueología del saber, Editorial S XXI. México 1990. Pág. 73
39
Ob. cit., pág. 79
40
Ob. cit., pág. 81.
41
Ob. cit., pág. 91
formas de coexistencia. Por otra parte, lo que permite delimitar un concepto o un
grupo de conceptos son haces de relaciones.
“1- Determinar los puntos de difracción posibles del discurso. Estos puntos se
caracterizan en primer lugar como puntos de incompatibilidad... dos tipos de
enunciación... pueden aparecer en la misma formación discursiva sin poder entrar
- so pena de contradicción manifiesta o inconsecuencia - en una sola serie de
enunciados”43
42
Ob. cit., pág. 98
43
Ob. cit., pág. 108.
indudablemente mucho más problemáticas?...¿por qué proceder a
reagrupamientos tan dudosos en el momento mismo en que se problematizan los
que parecían más evidentes?...¿qué eficacia descriptiva puede concederse a esos
nuevos análisis?”44
44
Ob. cit, pág. 117.
45
Ob. cit., pág. 120.
46
Ob. cit., pág. 229.
47
Ob. cit., pág. 232.
obra es irreductible a cualquier otro; seguirlos a lo largo de sus aristas exteriores y
para subrayarlos mejor…La obra no es para ella un recorte pertinente...Define
unos tipos y unas reglas de prácticas discursivas que atraviesan unas obras
individuales. La instancia del sujeto creador, en tanto que razón de ser de una
obra y principio de su unidad le es ajena.
No es nada más y ninguna otra cosa que una reescritura, es decir en la forma
mantenida de la exterioridad, una transformación pautada de lo que ha sido y ha
escrito. No es la vuelta al secreto mismo del origen, es la descripción sistemática
de un discurso objeto.”48
Los enunciados, por otra parte, nunca están ocultos y sin embargo no son
directamente legibles o incluso decibles. Sin ningún esfuerzo podemos localizar
aquí, desde otro ángulo, la figura topológica de la banda de Moebius y una vez
48
Ob. cit., pág. 233 y subsiguientes. Aquí encontramos una afinidad sorprendente con la
concepción lacaniana de la historia. El concepto de historia que maneja Lacan desde los
comienzos de su enseñanza y que queda ilustrado en el caso de M. Balint, que vemos en la
cursada de Escuela Francesa, el paciente de Balint ofrecía un recuento en el que las cosas no iban
juntas. Lacan nos alerta sobre esto. Pero para Lacan el proceso lógico de búsqueda de
contradicciones y establecimiento de consistencia no se limita obviamente al recuerdo del sujeto.
Hacer conexiones y apuntar a los blancos de la historia es siempre y simultáneamente un proceso
de reescritura del pasado.
más entonces la afinidad de estas formulaciones con desarrollos propios del
psicoanálisis.
a en Foucault