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El concepto de genealogía en Foucault

“un poco de silencio, un poco de


tabula rasa de la conciencia, a fin
de que de nuevo haya sitio para lo
nuevo”

F. Nietzsche

Introducción

La presentación del concepto de genealogía en Foucault no es sencilla. Implica


una serie de cuestiones simultáneas, que no se pueden dejar de lado, pero en las
que se hace necesario limitar el desarrollo para no extraviarnos en problemas que
atañen a la filosofía o a la historia.

Es por eso que trataremos de tomar a Foucault, no para realizar un estudio


pormenorizado de su concepción de la genealogía, sino en tanto pensamos que
existen en ella ciertos elementos que ponen a nuestra disposición un modelo para
nuestro propio análisis. En esto sí seremos foucaultianos en cuanto intentaremos,
como él decía, construir a partir de algunas de sus formulaciones una “caja de
herramientas” para nuestro trabajo, desechando otras. Pensar en una “caja de
herramientas” es pensar no en un sistema sino en un instrumento y en que, el
trabajo, no puede hacerse sino poco a poco. Es también una toma de posición, la
de intentar “en vez de legitimar lo que ya se sabe” procurar alentar la empresa que
consiste en tratar de “saber cómo y hasta que punto sería posible pensar otra
cosa”.

El primer problema que se nos presenta es que uno de los textos de Foucault al
que daremos más interés es “La arqueología del saber”, y, aunque su título no lo
indique, es un ensayo que sienta las bases de la genealogía Si nos atenemos a la
formulación de Foucault la genealogía se ocupa también del saber, empero, para
explicar la existencia y la transformación de los saberes hace mayor hincapié en
las relaciones de poder y en la inclusión en dispositivos políticos: en ese sentido
“Vigilar y castigar”, puede considerarse un libro más genealógico y “Las palabras y
las cosas” un libro más arqueológico.

Aunque podemos distinguir que, para Foucault, en la arqueología se trata


meramente del saber mientras que en la genealogía se pone más el acento en las
condiciones políticas e históricas de posibilidad del saber, no es posible hacer una
distinción tajante entre ellas.

“la genealogía es gris; es meticulosa y pacientemente documentalista. Trabaja sobre


sendas embrolladas, garabateadas, muchas veces re-escritas”1.

En nuestro caso, nuestra genealogía se ocupará, (ya veremos el recorte que eso
implica) fundamentalmente de conceptos

“pero en absoluto para trazar la curva lenta de una evolución, sino para reencontrar
las diferentes escenas en las que han jugado diferentes papeles: definir incluso el
punto de su ausencia, el momento en que no han tenido lugar.” 2

La genealogía se opone a toda búsqueda del origen que implique suponer que allí
se encuentra lo precioso o lo esencial. La genealogía entiende el origen más bien
como fuente o procedencia. Allí puede apreciarse el lugar de Nietzsche en la
genealogía de Foucault.

Encontramos en este punto las tres palabras que Nietzsche utiliza para nombrar el
origen:
1
Foucault, M., “Nietzsche, la genealogía, la historia”, en Discurso poder y subjetividad, El cielo por asalto,
Buenos Aires, 1995, pág. 71.
2
Ídem.
1-Ursprung: origen, es muchas veces utilizado de un modo irónico y peyorativo.
Por ejemplo el Wunderursprung, el origen milagroso que busca la metafísica. Esta
utilización es la que prima sobre todo en el prólogo de la Genealogía de la moral. 3

2-Herkunft: es la palabra que Nietzsche prefiere utilizar para referirse al origen. Es


la fuente, es la procedencia, es la pertenencia a un grupo (con frecuencia raza o
grupo social) pero no se trata de encontrar en un individuo los caracteres
genéricos que permitirían incluirlo en un conjunto, sino de percibir las marcas
singulares que pueden entrecruzarse en él y formar una raíz difícil de desenredar.
Se trata en Herkunft de una procedencia que no se utiliza para definir una
semejanza sino para distinguir las marcas diferentes que confluyen en él.

La procedencia permite encontrar bajo el aspecto único de un concepto, la


proliferación de sucesos a través de los cuales se ha formado.

La pregunta de Foucault nos permite ver qué búsqueda del origen es la que la
genealogía rechaza: Rechaza la pretensión de remontar el tiempo para establecer
una continuidad por encima de la dispersión del olvido. Se trata por el contrario de
mantener lo que pasó en la dispersión que le es propia, remover aquello que se
creía inmóvil.

Podríamos decir que el historiador clásico se asemeja al yo, que unifica, da


identidad y coherencia, mientras que el genealogista sería el disociador del yo.

La genealogía se opone a buscar lo que estaba ya dado, una esencia exacta de la


cosa, no hay tal esencia, las cosas se construyen a partir de otras que le eran
extrañas, combate así la idea de que en el comienzo las cosas estaban en su

3
Irónica es la referencia que hace en la “Genealogía” a su primer ejercicio de caligrafía filosófica “en una
edad en que se tiene el corazón dividido en partes iguales entre los juegos infantiles y Dios” se detuvo en la
pregunta sobre qué origen tiene propiamente nuestro bien y nuestro mal, y la solución que dio entonces al
problema: “otorgué a Dios, como es justo, el honor e hice de él el Padre del Mal”, por fortuna dice “aprendí
pronto a separar el prejuicio teológico del prejuicio moral, y no busqué ya el origen del mal por detrás del
mundo”
perfección, que salieron rutilantes de las manos del creador. El comienzo es bajo,
irrisorio: “a las puertas del hombre está el mono”, dice Nietzsche.

Se trata de criticar el origen como lugar de la verdad. Hacer genealogía no es


partir a la búsqueda del origen quitándole valor a la historia, es, por el contrario
ocuparse de las meticulosidades del comienzo.

Así, para la genealogía

“se trata de encontrar bajo el aspecto único de un concepto, la proliferación de


sucesos a través de los cuales (gracias a los que, contra los que) se ha formado...
seguir la filial compleja de la procedencia es […] mantener lo que pasó en la
dispersión que le es propia: es percibir los accidentes, las desviaciones ínfimas –o al
contrario los retornos completos–, los errores, los fallos de apreciación" 4

“La búsqueda de la procedencia no funda, al contrario, remueve aquello que se percibía


inmóvil, fragmenta lo que se pensaba unido; muestra la heterogeneidad de aquello que
se pensaba conforme a sí mismo”5

También Nietzsche se refiere a la Herkunft (procedencia) del historiador clásico, y


critica la demagogia inscripta en su supuesta objetividad:

“no puedo soportar esos seres fatigados y debilitados que se escudan en la sensatez
y aparentan objetividad” 6

3- Entstehung, es el tercer término que Foucault toma de Nietzsche: Entstehung


designa la emergencia, el punto de surgimiento. Es el principio y la ley general de
una parición. La emergencia se produce siempre en un determinado estado de
fuerzas y en este caso, tratándose por ejemplo de la emergencia de un concepto,

4
Ídem, pág. 77.
5
Ídem, pág. 78.
6
Ídem, pág.89. (Genealogía III, 25.)
importa más la escena en que se produce, el lugar de enfrentamiento en el que
aparece. El error aquí sería pensar en un campo cerrado en el que se desarrollaría
una lucha entre adversarios en igualdad de condiciones. Es más bien un no lugar,
los adversarios no pertenecen al mismo espacio.

“Nadie es pues responsable de una emergencia, nadie puede vanagloriarse; ésta se


produce siempre en el intersticio”7

Esta heterogeneidad tampoco es ajena al psicoanálisis. La idea de que los


“adversarios” pueden no encontrarse en el mismo lugar también fue tomada por
Freud cuando planteó que no se puede ajusticiar en ausencia o en efigie.

La genealogía se diferencia de la metafísica. La metafísica

“obliga a creer en el trabajo oscuro de un destino que buscaría manifestarse desde el


primer momento.”8

Esto tiene cierta afinidad con Heidegger. Podemos recordar el modo en que
Heidegger usa el término metafísica. La metafísica privilegia el espacio sobre la
temporalidad y este privilegio conlleva a una represión del proceso histórico.
Heidegger ve la técnica como una fuerza que hace esta represión absoluta. La
metafísica intenta explicar cualquier ente –lo real– desde un principio unitario y
absoluto al partir de que la unidad absoluta es inherente al ser. Los principios del
conocimiento, entonces, son los principios del ser, pensar es igual a ser. Estudiar
el ente en cuanto ente - Aristóteles -, lo que equivale a buscar sus causas
primeras, el ser divino. El dogmatismo de los pensadores cristianos llevó a
plantear un ser unívoco, con esta definición pretende una ciencia de lo universal:
la teología viene exigida por la metafísica como una cuestión interna.

7
Ídem. Pág. 81
8
Ídem.
La genealogía no se opone a la historia, como tantas veces se le reprochó a
Foucault, sino a cierto modo de pensar la historia. Es una crítica del punto de vista
suprahistórico de la historia que tendría por función recoger en una totalidad bien
cerrada la diversidad. Una historia que nos permitiría reconocernos en todas
partes y dar a los desplazamientos pasados la forma de una reconciliación.

“El sentido histórico escapará a la metafísica para convertirse en instrumento de la


genealogía si no se posa sobre ningún absoluto. No debe ser más que esta agudeza
de una mirada que distingue, reparte, dispersa, deja jugar las separaciones y los
márgenes […]”9

En el artículo sobre Nietzsche hay una gran cantidad de citas que ejemplifican
esta historia genealógicamente dirigida que

“no tiene como finalidad reconstruir las raíces de ninguna identidad sino por el
contrario encarnizarse en disiparlas...hacer aparecer todas las discontinuidades que
nos atraviesan".10

Dos cuestiones más son destacadas por Foucault, que para la genealogía se trata
de subvertir la relación entre lo próximo y lo lejano tal como son entendidos por la
historia tradicional. La metafísica mira las lejanías, la historia efectiva no teme
mirar de cerca, no tiene miedo, dice Foucault de mirar bajo, y, en segundo lugar,
que la genealogía no teme ser un saber en perspectiva. Los historiadores buscan
borrar lo que pueda traicionar en su saber, el lugar desde el cual miran, el
momento en el que están, el partido que toman. El sentido histórico, tal como
Nietzsche lo entiende, se sabe perspectiva, y no rechaza el sistema de su propia
injusticia.

9
Ídem, pág. 84.
10
Ídem, pág. 92.
Foucault sabía mejor que nadie que tomó a Nietzsche en función de sus intereses.
Es decir que no se trata aquí estrictamente de las concepciones nietzscheanas
sino, ante todo, de un recorrido que muestra que existen en él elementos que
ponen a su disposición un modelo para el análisis histórico.

La arqueología del saber

Lo que sigue, no tiene pretensiones de resumen o comentario de la “Arqueología


del saber”, más bien, tomando en cuenta algunas consideraciones que se
desprenden de su lectura, intentaremos delinear un segmento de recorrido posible
para nuestra materia, que podemos ya definirla por la negativa diciendo que no es
una historia del psicoanálisis, ni una historia de los conceptos psicoanalíticos en el
sentido clásico. Trataremos de ver en que sentido sí es una historia. Tampoco es
una génesis, y, desde ya, no se trata de la epistemología de una ciencia.

El arqueólogo (el genealogista) para Foucault no es exactamente aquél que


excava en busca de lo que hay debajo y descubre una ciudad bajo otra que la
oculta, sino

“aquél que se desplaza y descubre otra organización de conformidad con otros


repliegues [...] de modo que sería absurdo decir que un estado más antiguo del saber
constituye la base en profundidad de otro estado, dichos estados se entrelazan desde
luego, pero son diferentes”.11

Se parece más al arqueólogo del que hablaba Freud en “Construcciones en


análisis”12 que trabaja no con algo muerto sino con algo que se halla vivo, en lo
que lo esencial está conservado. Para el arqueólogo clásico la reconstrucción es
11
Balbier, E. y otros.: “¿Fuera de la filosofía o en la filosofía?”. Francois Wahl, en Michel Foucault, filósofo,
Barcelona, Gedisa, 1995, pág. 83.
12
Freud, S.: Obras completas, Amorrortu, Buenos aires, 1989, tomo XXIII.
la aspiración y el fin de sus esfuerzos, para Freud, en el caso del analista se trata
sólo de una labor preliminar y Freud duda en llamar a esa labor reconstrucción y
termina llamándola construcción.

Podemos apreciar lo cerca del psicoanálisis que Foucault se mantiene a esta


altura de su obra. De hecho, la arqueología se encuentra explícitamente regida por
el psicoanálisis y es planteada como una empresa de investigación sobre la
constitución histórica de las “ciencias del hombre” en la modernidad, (del mismo
modo que Bachelard se ocupó de las ciencias de la materia y Canguilhem de las
ciencias de la vida) aunque veremos que los principios que la guían son diferentes
de los de la epistemología, puesto que también explícitamente reivindica su
independencia de toda ciencia, no asigna importancia a las cuestiones normativas
y no establece un orden temporal partiendo de una “racionalidad” actual:

“Al neutralizar la cuestión de la cientificidad, la arqueología lleva a cabo una historia de


los saberes en la que ha desaparecido todo rastro de la historia del progreso de la
razón...es una de las grandes ventajas del método arqueológico...concebir las ciencias
del hombre como saberes dejando de lado la cuestión de su carácter
científico...aunque sin abandonar por ello la exigencia de un análisis conceptual,
13
susceptible también él de establecer discontinuidades.”

“La arqueología quiere explicar la producción de un tipo de conocimiento que la


epistemología no puede alcanzar de manera satisfactoria puesto que ese tipo de
conocimiento no es científico.” 14

¿De qué trata la arqueología del saber?

Para hablar de la arqueología del saber es necesario referirse a tres libros que la
precedieron, “La historia de la locura” y “El nacimiento de la clínica”, por un lado, y

13
Id. Pág. 16 "Arqueología y epistemología" Roberto Machado.
14
Id. Pág. 21
“Las palabras y las cosas” por el otro. Dejemos por el momento de lado “El
nacimiento de la clínica” al que Foucault mismo considera metodológicamente
similar a “La historia de la locura”. En “La historia de la locura” dice Foucault:

“ intenté establecer cual era el conocimiento que se podía tener de la enfermedad


mental en una época concreta ...pero en vez de recorrer, como deliberadamente se
solía hacer, exclusivamente la biblioteca de los libros científicos, (decidí) ... consultar
un conjunto de archivos que incluían decretos, normativas registros de hospitales o de
prisiones, actas de jurisprudencias ...emprendí el análisis de un saber cuyo cuerpo
visible no está constituido por el discurso teórico o científico, ni tampoco por la
15
literatura, sino por una práctica cotidiana y reglamentada.”

Para "El nacimiento de la clínica" se trata de aplicar el mismo método a la


medicina clínica, relacionada con disciplinas constituidas o en proceso de
constitución como la biología, la fisiología, la anatomía patológica y por otra parte
con diversas instituciones). Podemos ver que la investigación de "La historia de la
locura" (y "El nacimiento de la clínica") se ocupa entonces de lo que Foucault
denominó en un primer momento, formaciones o prácticas no- discursivas.

En "Las palabras y las cosas" se trata del experimento contrario: neutralizar todo
el aspecto práctico e institucional y contemplar en una época determinada varios
de estos ámbitos de saber (en este caso, las clasificaciones naturales, la
gramática general y el análisis de las riquezas) no sólo se podía definir la
arqueología interna de cada ámbito por separado sino que se percibían de uno a
otro analogías, identidades conjuntos de diferencias que había que
describir...organizaba de una forma coherente toda una región del conocimiento
empírico. En este caso se trata del análisis de una formación discursiva.

“partiendo de un indicio biográfico (la idea de escribirlo se le habría ocurrido a


Foucault en ocasión de la lectura de un texto de Borges, quien cita cierta enciclopedia
china que propone una taxonomía del reino animal en la que entran los elementos

15
Didier Eribon. "Foucault". Ed. Anagrama. Barcelona 1992. Memoria redactada para la candidatura del
Collége de France. Pág. 423.
más heterogéneos) Foucault razona sobre la no necesidad, es decir sobre la
relatividad histórica de sus propios esquemas de pensamiento: solemos reaccionar
con un asombro divertido a lo que no corresponde a nuestros esquemas de
clasificación y consideramos que eso es –impensable-. Este predicado revela un
estado de cosas simple pero fundamental, a saber que nuestro pensamiento se
mueve en función de un orden de símbolos en virtud del cual el mundo se abre de una
manera que es cada vez lingüísticamente y culturalmente específica” 16

“llamamos discurso a ese orden simbólico que permite a todos los miembros que
fueron socializados bajo su autoridad hablar y obrar juntos”17

Tomar la cuestión del orden del discurso nos lleva a otro tema que no voy a
desarrollar que nos remitiría a los mitemas de Lévi- Strauss.

Dicho de otro modo: “En una cultura y en un momento dado nunca hay más que
un campo epistémico (episteme), el cual define las condiciones de posibilidad de
todo saber, ya se trate de aquel que se manifiesta en una teoría, ya se trate de
aquel que anima silenciosamente una práctica” 18

El ejemplo de “Las palabras y las cosas” nos muestra algo más, nos permite ver la
“rareza de los enunciados”, el hecho de que en el nivel de los enunciados “pocas
cosas puedan ser dichas”.

Tenemos entonces dos designaciones, una positiva: formación discursiva y otra


negativa: formación no-discursiva. En la arqueología del saber está planteada
firmemente esta distinción. Por supuesto, Foucault toma en cuenta que los
enunciados determinan medios (prácticas, normas, etc.) y que los medios también
producen enunciados. La Arqueología tiene pues un papel de articulación, plantea
una distinción entre dos tipos de formaciones prácticas que se insertan una en la
otra. En Vigilar y Castigar esto está planteado de un modo algo diferente, la
distinción allí es entre lo visible y lo enunciable.

16
E. Balbier. Pág. 112 Manfred Frank "Sobre el concepto de discurso en Foucault".
17
Idem. Referencia a Las palabras y las cosas pág. 15 versión francesa.
18
M. Foucault "Las palabras y las cosas"
¿Qué es el saber para Foucault?

“La arqueología del saber” es una puntualización: Entre la opinión y el


conocimiento científico, se puede reconocer la existencia de un nivel particular, al
que propone llamar el del saber. Este saber no sólo se encarna en los textos
teóricos o unos instrumentos de experimentación, sino en todo un conjunto de
prácticas y de instituciones; no es no obstante su mero y puro resultado...
comporta en efecto unas reglas que le son propias caracterizando de este modo
su existencia, su funcionamiento y su historia; algunas de estas reglas pertenecen
en exclusiva a un ámbito único, otras son comunes a varios; puede que tal vez
otras sean generales para una época y sus transformaciones ponen en juego
relaciones de causalidad complejas.”19

“Un saber es aquello de que se puede hablar en una práctica discursiva que por
eso se encuentra especificada”. “Es también el espacio en el cual el sujeto puede
tomar posición para hablar de los objetos con los que tiene que ver en su discurso”
y “es también el campo de coordinación y de subordinación en el que los
conceptos aparecen y se transforman”. Y, por fin “un saber se define por
posibilidades de utilización y de apropiación” en virtud de su articulación con otras
prácticas y otros discursos. “En suma, aquí ya no estamos en el campo clásico del
conocimiento, sino que nos encontramos en el territorio que va de la discursividad
a la ciencia”.20

Foucault nos da una idea de ese nuevo tipo de racionalidad que él intenta
formalizar en “La arqueología del saber” tomando como modelo los
desplazamientos y transformaciones de los conceptos tal como son analizados por
G. Canguilhem:

19
Didier Eribon. Ob. Cit. Pág.425.
20
E. Balbier y otros. Ob. cit, pág. 77. “¿Fuera de la filosofía o en la filosofía?”. Francois Wahl.
“la historia de un concepto no es, en todo y por todo, la de su
acendramiento21 progresivo, de su racionalidad sin cesar creciente, de su
gradiente de abstracción, sino la de sus diversos campos de constitución
y de validez, la de sus reglas sucesivas de uso, de los medios teóricos
múltiples donde su elaboración se ha realizado y acabado” 22

Voy a ampliar tomando en cuenta una vez más “La arqueología del saber", la
concepción de la historia que vimos al comienzo.

“La arqueología del saber” parte de la puesta en oposición de dos concepciones


de la historia:

1- En su conceptualización más clásica la historia se organiza alrededor de la


idea de un progreso y presupone cierto grado de continuidad. La historia como
lugar de reposo, de certidumbres, de reconciliación, de sueño tranquilizador.
Una historia referida, en secreto, pero por entero, a la actividad sintética del
sujeto, a la soberanía de la conciencia. Se trata de una historia que se ocupa
de salvar, contra todos los descentramientos, la soberanía del sujeto y las
figuras gemelas de la antropología y el humanismo. 23
2- La otra forma de la historia es aquella que se sirve de las categorías de la
discontinuidad y la diferencia, las nociones de umbral, de ruptura y de
transformación, la descripción de las series y de los límites, el juego de las
determinaciones materiales, de las reglas de práctica, de los sistemas, de las
relaciones rigurosas pero no necesariamente reflexivas. Esta concepción es la
que representan en principio por Marx y Nietzsche, dos operadores del
21
Acendramiento: Depurar en la cendra los metales por la acción del fuego. Purificar.
22
M. Foucault. “La arqueología del saber” Ed. Siglo XXI. México 1990, pág. 6.
23
Ídem; pág. 23. No es cita textual, pero allí se encuentra desarrollada. La crítica ya había sido planteada en
las palabras y las cosas cuando se vaticina la “muerte del hombre” y sobre todo el hombre como un concepto
histórico y construido, perteneciente a un cierto régimen de discursos y no una evidencia intemporal. Por
ejemplo, un concepto tan caro a nuestra sensibilidad como el de “derechos humanos” puede ser encubridor de
lo contrario si se lo considera en términos a-históricos, es decir si se supone un sujeto humano que poseería
derechos naturales y eternos. En verdad bajo ese término se trata de las máximas de un orden establecido. En
esto es solidario con J. Lacan: El sujeto no tiene sustancia ni naturaleza. Y este antihumanismo no implica
ninguna posición cínica. "La muerte del hombre" para él era perfectamente compatible con la rebelión (de un
modo semejante para J. Lacan con la crítica del “american way”) tanto como la defensa de los derechos
humanos resulta serlo con el exterminio de los pueblos. El desarrollo de estos temas nos llevaría a otros textos
de Foucault que exceden este trabajo.
descentramiento también llevado a cabo en este siglo por el psicoanálisis, la
lingüística y la etnología. Marx y Nietzsche han sido rebajados y disfrazados,
se los ha antropologizado y humanizado, es decir, han sido cooptados por la
primera concepción de la historia.24

“La historia no es en sí misma y con pleno derecho memoria: la historia es


cierta manera para una sociedad de dar estatuto y elaboración a una masa de
documentos de la que no se separa”25

La empresa de “La historia de la locura”, “El nacimiento de la clínica” y “Las


palabras y las cosas” se inscribe en este segundo modo de pensar la historia y
es una empresa en la que se revisan los métodos, los límites y los temas
propios de la historia de las ideas. Esta empresa se ha llevado a cabo con
cierto desorden en sus textos anteriores y “La arqueología del saber” es un
intento de dar coherencia a su articulación más general.

En este sentido “La arqueología del saber” es también una crítica de los textos
anteriores. “La arqueología del saber” es menos una explicación conceptual de
lo que ya se ha realizado que la instauración de nuevas bases para ulteriores
investigaciones”26.

La arqueología surge como una investigación histórica sobre “las ciencias del
hombre”

¿Cómo encara Foucault esta investigación? Poniendo el énfasis en la


consideración de los enunciados. Esto hace a la importancia de definir la función
enunciativa para la genealogía.

-¿Qué es la función enunciativa?

24
Ídem, pág. 24 y sbs.
25
Ídem, pág. 10. Habría que ver la distinción documento - monumento. La historia tradicional transformaba
los monumentos del pasado en documentos. Hoy la historia tiende a la arqueología, a la descripción intrínseca
del monumento.
26
E. Balbier y otros. Ob. Cit.. Pág. 16 "Arqueología y Epistemología", Roberto Machado.
Sería muy extenso hacer un análisis de la función enunciativa en Foucault. El
enunciado no es meramente una unidad lingüística. No es una proposición y
tampoco es una frase. La jerarquía de las proposiciones es dejada de lado y
también la lateralidad de las frases. La proposición se define en un contexto lógico
y la frase en un contexto gramatical.27

Un enunciado es una emisión de singularidades que se distribuyen en un espacio.


Pero el enunciado no se confunde con las singularidades que supone. Importan
más las reglas del campo en el que se distribuyen y se reproducen

El enunciado tiene una cierta gravidez modificable, un cierto peso relativo al


campo en el que está colocado. “El enunciado no es una cosa dicha de una vez y
para siempre, aparece con un estatuto, entra en unas tramas, se sitúa en campos
de utilización, se ofrece a traspasos y modificaciones posibles, se integra en
operaciones y en estrategias donde su identidad se mantiene o se pierde”. 28.

El énfasis puesto en las regularidades enunciativas, en lo que Foucault denomina


“formas de regularidad” lo lleva a plantear que “la oposición originalidad -
trivialidad no es pertinente: entre una formulación inicial y la frase que años, siglos
más tarde, la repite más o menos exactamente, la descripción arqueológica no
establece ninguna jerarquía de valor; no establece una diferencia radical. Tan sólo
se trata de establecer la regularidad de los enunciados”

“Cada enunciado es inseparable de los enunciados heterogéneos a los que está


ligado por reglas de transformación. Así, no sólo cada enunciado es inseparable
de una multiplicidad “rara” y regular, sino que cada enunciado es una multiplicidad,
una multiplicidad y no una estructura o un sistema. Topología de los
enunciados...un enunciado, una familia de enunciados, una formación discursiva
se define por un campo de vectores que se distribuyen en un espacio asociado” 29

27
Aunque podamos localizar alguna analogía, la distinción enunciado - enunciación que hace J.
Lacan tampoco nos permite esclarecerlo, (entre otras cosas porque es una distinción
específicamente clínica).
28
Ob. cit., pág. 177.
29
G. Deleuze. “Foucault”. Editorial Paidós. Buenos Aires 1987. Pág. 32.
Un extenso capítulo de la “La arqueología del saber” toma en cuenta las
consideraciones para definir el enunciado y la función enunciativa. Podemos
hacernos una idea de cómo se establecen con un ejemplo: “la afirmación de que la
tierra es redonda o de que las especies evolucionan, no constituye el mismo
enunciado antes y después de Copérnico, antes y después de Darwin; ...se ha
modificado la relación de esas afirmaciones con otras proposiciones. La frase “los
sueños son la realización de deseos” puede ser repetida a través de los siglos y
no será el mismo enunciado en Platón que en Freud”. 30 El enunciado que dice "el
deseo es la esencia del hombre" no es el mismo en Spinoza que en J. Lacan.

Foucault dice explícitamente que “La arqueología no está a la búsqueda de las


invenciones y permanece insensible a ese momento en que por primera vez
alguien ha estado seguro de determinada verdad...lo que busca es poner al día la
regularidad de una práctica discursiva. Enunciados idénticos pueden ser
enunciativamente diferentes”31 Esto, por otra parte, no es más que lo que de modo
brillante plantea Borges en su “Pierre Ménard, autor de 'El Quijote'.” “Hay pues que
distinguir entre “analogía lingüística”, “identidad lógica” y “homogeneidad
enunciativa”32

Así, en torno a un enunciado debemos distinguir un espacio colateral, asociado o


adyacente, formado por otros enunciados que forman parte del mismo grupo. Lo
fundamental es que esas reglas de formación no se dejan reducir a axiomas como
podría ocurrir con las proposiciones, ni a un contexto como ocurre con las frases.
Para que haya enunciado es necesaria la existencia de este campo adyacente.
Pero no se trata aquí de los elementos de situación o de lenguaje que determinan
el sentido de una frase. El campo asociado que hace de una frase o de una serie
de signos un enunciado forma una trama compleja y está constituido por el
conjunto de formulaciones a que el enunciado se refiere (implícitamente o no)...no
hay enunciado que de una manera u otra deje de re actualizar otros. “De manera
general puede decirse que una secuencia de elementos lingüísticos no es un
30
D. Eribon. Ob. cit., pág. 173.
31
M. Foucault. "La arqueología del saber" Ed. S XXI. México 1990. Pág. 244
32
M. Foucault. "La arqueología del saber" Ed. S XXI. México 1990. Pág. 244.
enunciado más que en el caso de que esté inmersa en un campo enunciativo en el
que aparece como un elemento singular”33 “No existe enunciado que no suponga
otros...si se puede hablar de un enunciado es en la medida en que una frase (una
proposición) figura en un punto definido, con una posición determinada, en un
juego enunciativo que la rebasa”.34

Lo habitual es que las proposiciones remitan verticalmente a axiomas de un nivel


superior en un sistema homogéneo. El ejemplo de Sócrates, del axioma “todos los
hombres son mortales”) Muy distinto es el enunciado. Lo que forma un grupo o
una familia de enunciados son reglas de transformación o de variación que
convierten a la familia como tal en un medio de dispersión y de heterogeneidad,
una multiplicidad. (Deleuze no vacila en decir una topología).

Otro espacio que se puede definir es el espacio correlativo, se trata de la relación


del enunciado ya no con otros enunciados, sino con sus sujetos, sus objetos, sus
conceptos.

El enunciado no tiene un correlato del mismo modo en que por ejemplo una
proposición tiene un referente. Está ligado a lo que Foucault denomina un
referencial, un campo de emergencia. La descripción de ese nivel enunciativo no
puede hacerse ni por un análisis formal ni por una investigación semántica. 35

Aquí se plantean nuevas diferencias con las frases o las proposiciones. “Durante
mucho tiempo me he acostado temprano” la frase es la misma, pero el enunciado
no es el mismo según que se relacione con un sujeto cualquiera, o con Proust que
comienza así la Recherche”36

El sujeto, el objeto y el concepto surgen como derivadas del enunciado. (Si para
una frase podemos gramaticalmente definir cual es el sujeto de la enunciación,
para el caso del enunciado, éste posee sus esquemas discursivos propios).

33
Idem, pág. 165.
34
Idem pág. 166.
35
Idem pág. 153.
36
G. Deleuze. "Foucault" Ed. Paidós. Buenos Aires. 1987. Pág. 33
Un tercer espacio es el espacio complementario o de formaciones no discursivas
(instituciones, acontecimientos políticos, prácticas y procesos económicos). Las
relaciones entre estos tres espacios definen una topología.

Sería simplificar las cosas plantear que Foucault no hace más que afinar análisis
muy clásicos basados en el contexto. Pero la novedad de Foucault es otra, lo que
el intenta es demostrar que se puede decir una frase o formular una proposición
sin tener siempre el mismo emplazamiento en el enunciado correspondiente, sin
reproducir las mismas singularidades. Así podemos por un lado localizar las falsas
repeticiones (Cuando Mélanie Klein, por ejemplo, cita textualmente a Freud y dice
otra cosa que Freud). Y por otro podemos descubrir entre formaciones distintas
fenómenos de isomorfismo o de isotopía.

-La crítica de la continuidad

La puesta en juego de los conceptos de discontinuidad, de ruptura, de límites, de


umbral, de serie, de transformación, plantea problemas teóricos. Uno de ellos es el
de liberarse del tema de la continuidad.

La continuidad está sostenida por diversas nociones: la tradición, las influencias


entendidas como proceso causal sin delimitación teórica, la idea de desarrollo, la
idea de evolución que lleva a descubrir en cada comienzo un principio de
coherencia, el esbozo de una unidad futura. Cuidar el método es aceptar, en
principio una población de acontecimientos dispersos, lo que implica poner en
suspenso las unidades inmediatas del libro y la obra (podemos comprender ésta
como la suma de los textos denotados por el signo de un nombre propio).

Poner fuera de juego las continuidades irreflexivas implica también renunciar a dos
temas ligados que se enfrentan: uno el que plantea que para todo discurso, más
allá de todo comienzo hay siempre un origen secreto, tan secreto que no se lo
puede nunca captar en sí mismo, otro el que hace reposar todo discurso
manifiesto en un "ya dicho" que es estrictamente un "jamás dicho". Se cae así en
la búsqueda de un origen que escapa a toda determinación histórica.

1. Se cuestionan entonces las formas previas de la continuidad, las síntesis no


problematizadas. Se trata de sacudir la quietud con que se las acepta,
arrancarlas de su evidencia.
2. Se trata de aislar la instancia del acontecimiento enunciativo, pero no para
diseminar una polvareda de hechos sino para no referirla a operadores de
síntesis puramente psicológicos como podrían ser la intención del autor, la
forma de su intelecto, el rigor de su pensamiento, los temas que lo obsesionan,
el proyecto que atraviesa su existencia. Se trata de relacionar unos
enunciados con otros (incluso si escapan a la conciencia del autor, incluso si
se trata no del mismo autor, incluso si los autores no se conocen entre sí).
3. Aislar el acontecimiento discursivo no para encerrarlo en sí mismo sino para
describir en él y fuera de él juegos de relaciones.

- Las formaciones discursivas

En el caso de que se pudiera describir en cierto número de enunciados un sistema


de dispersión, Foucault propone llamar a ese conjunto una “formación discursiva”,
lo hace ex profeso, para evitar los términos de ciencia, ideología, teoría, etc.

Las reglas de formación son las condiciones de existencia (pero también de


coexistencia, de conservación, de modificación y de desaparición) en una
formación discursiva determinada.

Se trata entonces de describir relaciones entre enunciados. Esos enunciados se


tienen por dependientes (por ejemplo) de la medicina, de la economía política, de
la psicopatología. ¿Qué son ellas sino reagrupaciones retrospectivas por las
cuales las ciencias contemporáneas se hacen una ilusión respecto de su propio
pasado? Del mismo modo que Kafka en el decir de Borges generó sus
precursores.37

Para establecer esas relaciones Foucault formula una serie de hipótesis:

Primera hipótesis: enunciados diferentes constituyen un conjunto si se refieren al


mismo objeto. Esto rápidamente se problematiza puesto que cada uno de esos
enunciados constituye su tema.

Así, la unidad de los discursos sobre la locura no estaría fundada en el objeto


“locura”. Sería el juego de las reglas que hacen posible la aparición de esos
enunciados durante un período determinado, reglas que definen las
transformaciones, la no identidad en el tiempo, la ruptura que se produce en ellas,
la discontinuidad que suspende su permanencia.

Paradójicamente, se trataría de definir una dispersión de esos objetos, captar los


intersticios que los separan, medir las distancias que reinan entre ellos. En otros
términos, formular una ley de repartición.

Segunda hipótesis: definir los enunciados menos que por sus temas por la forma y
el estilo (por ejemplo, para la medicina del siglo XIX, lo visible del cuerpo)

Tercera hipótesis: Poner el énfasis en el sistema de conceptos permanente que en


ellos se encuentran en juego.

Cuarta hipótesis: Identidad y persistencia de los temas.

- La formación de los objetos.

“Las condiciones para que surja un objeto de discurso, las condiciones históricas
para que se pueda “decir de él algo”, y para que varias personas puedan decir de
él cosas diferentes, las condiciones para que se inscriba en un dominio de
parentesco con otros objetos, para que pueda establecer con ellos relaciones de
semejanza, de vecindad, de alejamiento, de diferencia, de transformación, esas
condiciones son numerosas y de importancia. Lo cual quiere decir que no se
37
Borges, J. L. Otras Inquisiciones. “Kafka y sus precursores” Editorial Emecé. Buenos Aires. 1960. Pág.
145 y sbs.
puede hablar en cualquier época de cualquier cosa... el objeto no aguarda en los
limbos el orden que va a liberarlo...Existe en las condiciones positivas de un haz
complejo de relaciones”38

“Cuando se describe la formación de los objetos de un discurso... no se interroga


el sentido atribuido en una época (por ejemplo) a los términos “melancolía” o
“locura sin delirio, ni la oposición de contenido entre “psicosis” y “neurosis”. Y no
porque semejantes análisis se consideren ilegítimos o imposibles; pero no son
pertinentes cuando se trata de saber, por ejemplo, como ha podido la criminalidad
convertirse en objeto del peritaje médico o como la desviación sexual ha podido
perfilarse como un tema posible del discurso psiquiátrico.” 39

“quisiera demostrar que el discurso no es una delgada superficie de contacto o de


enfrentamiento entre una realidad y una lengua, la intrincación de un léxico y de
una experiencia. La Tarea (se refiere específicamente a la de “Las palabras y las
cosas”) consiste en no tratar - en dejar de tratar - los discursos como conjuntos de
signos (de elementos significantes que envían a contenidos o a representaciones)
sino como prácticas que forman sistemáticamente los objetos de que hablan” 40

- La formación de las modalidades enunciativas y la formación de los conceptos.

El discurso es un espacio donde pueden determinarse la dispersión del sujeto y su


discontinuidad consigo mismo.

“La historia de la formación de los conceptos no es piedra a piedra la construcción


de un edificio. ¿Habrá que dejar esa dispersión a la apariencia de su desorden y
ver en ella una serie de sistemas conceptuales cada cual con su organización
propia? ¿No se podría encontrar una ley que diera cuenta de la emergencia
sucesiva o simultánea de conceptos dispares?” 41

Para esto, habría que describir la organización del campo de enunciados en el que
los conceptos aparecen y circulan. Esa organización implica formas de sucesión,

38
Foucault, M. La arqueología del saber, Editorial S XXI. México 1990. Pág. 73
39
Ob. cit., pág. 79
40
Ob. cit., pág. 81.
41
Ob. cit., pág. 91
formas de coexistencia. Por otra parte, lo que permite delimitar un concepto o un
grupo de conceptos son haces de relaciones.

“No se toma como objeto de análisis la arquitectura conceptual de un texto


aislado, de una obra individual o de una ciencia en un momento dado. Se trata de
colocarse a cierta distancia de este juego conceptual manifiesto e intentar
determinar de acuerdo con qué esquemas pueden estar ligados los
enunciados...Estos esquemas permiten describir no las leyes de construcción
interna de los conceptos, no su génesis progresiva e individual en el espíritu de un
hombre, sino su dispersión anónima a través de textos, libros y obras” 42

- La formación de las estrategias.

En el capítulo sobre la formación de las estrategias, Foucault nos dice que es


posible indicar las direcciones de una investigación, a los efectos de este trabajo
tomamos una de las indicaciones de este modo:

“1- Determinar los puntos de difracción posibles del discurso. Estos puntos se
caracterizan en primer lugar como puntos de incompatibilidad... dos tipos de
enunciación... pueden aparecer en la misma formación discursiva sin poder entrar
- so pena de contradicción manifiesta o inconsecuencia - en una sola serie de
enunciados”43

Foucault plantea en el capítulo de observaciones y consecuencias no centralizar la


arqueología en las unidades preestablecidas del libro y la obra, pero esto no
significa no tomarlas en consideración. Significa no hacer de ellas el eje del trabajo
genealógico, las dificultades que esto plantea no son dejadas de lado: "No se trata
de discutir todo valor a esas unidades o de querer prohibir su uso, sino de mostrar
que reclaman, para ser definidas exactamente, una elaboración teórica. Sin
embargo ... ¿se hacía necesario superponer a esas unidades quizá un tanto
inciertas, en efecto, otra categoría de unidades menos visibles, más abstractas e

42
Ob. cit., pág. 98
43
Ob. cit., pág. 108.
indudablemente mucho más problemáticas?...¿por qué proceder a
reagrupamientos tan dudosos en el momento mismo en que se problematizan los
que parecían más evidentes?...¿qué eficacia descriptiva puede concederse a esos
nuevos análisis?”44

Para Foucault los conceptos no están formados "...directamente sobre el fondo


aproximativo, confuso y viviente de las ideas, sino a partir de las formas de
coexistencia entre los enunciados".45

- Arqueología e historia de las ideas.

“no tendré derecho a sentirme tranquilo mientras no me haya liberado de la


“historia de las ideas”, mientras no haya mostrado en lo que se distingue el
análisis arqueológico de sus descripciones”46

“La historia de las ideas es el análisis de los nacimientos sordos, de las


correspondencias lejanas, de las permanencias que se obstinan por debajo de los
cambios aparentes, de las lentas formaciones que se aprovechan de las mil
complicidades ciegas...Génesis, continuidad, totalización: éstos son los grandes
temas de la historia de las ideas, y aquello por medio de lo cual se liga a cierta
forma ahora tradicional de análisis histórico” 47

La descripción arqueológica es abandono de la historia de las ideas, rechazo


sistemático de sus postulados y de sus propósitos.

“La arqueología pretende definir no los pensamientos, las representaciones, las


imágenes, los temas, las obsesiones que se ocultan o se manifiestan en los
discursos sino esos mismos discursos en tanto que prácticas que obedecen a
unas reglas. No trata el discurso como documento...se dirige al discurso a título de
monumento. No es una disciplina interpretativa: no busca “otro discurso” más
escondido. Se niega a ser alegórica...Su problema es, por el contrario definir los
discursos en su especificidad; mostrar en qué el juego de las reglas que ponen en

44
Ob. cit, pág. 117.
45
Ob. cit., pág. 120.
46
Ob. cit., pág. 229.
47
Ob. cit., pág. 232.
obra es irreductible a cualquier otro; seguirlos a lo largo de sus aristas exteriores y
para subrayarlos mejor…La obra no es para ella un recorte pertinente...Define
unos tipos y unas reglas de prácticas discursivas que atraviesan unas obras
individuales. La instancia del sujeto creador, en tanto que razón de ser de una
obra y principio de su unidad le es ajena.

No es nada más y ninguna otra cosa que una reescritura, es decir en la forma
mantenida de la exterioridad, una transformación pautada de lo que ha sido y ha
escrito. No es la vuelta al secreto mismo del origen, es la descripción sistemática
de un discurso objeto.”48

La Arqueología del saber sacará las conclusiones metodológicas y elaborará la


teoría generalizada de los dos elementos de estratificación, lo enunciable y lo
visible, las formaciones discursivas y las formaciones no discursivas, las formas de
expresión y las formas de contenido. No obstante el libro parece dar una primacía
radical al enunciado. Las superficies de visibilidad ya sólo son designadas de una
manera negativa “formaciones no discursivas” situadas en un espacio que sólo es
complementario de un campo de enunciados. Por supuesto que existen relaciones
discursivas entre ambos, pero lo no discursivo no es reducible a un enunciado. El
enunciado tiene la primacía pero se plantea una irreductibilidad entre ambos.

Los enunciados, por otra parte, nunca están ocultos y sin embargo no son
directamente legibles o incluso decibles. Sin ningún esfuerzo podemos localizar
aquí, desde otro ángulo, la figura topológica de la banda de Moebius y una vez

48
Ob. cit., pág. 233 y subsiguientes. Aquí encontramos una afinidad sorprendente con la
concepción lacaniana de la historia. El concepto de historia que maneja Lacan desde los
comienzos de su enseñanza y que queda ilustrado en el caso de M. Balint, que vemos en la
cursada de Escuela Francesa, el paciente de Balint ofrecía un recuento en el que las cosas no iban
juntas. Lacan nos alerta sobre esto. Pero para Lacan el proceso lógico de búsqueda de
contradicciones y establecimiento de consistencia no se limita obviamente al recuerdo del sujeto.
Hacer conexiones y apuntar a los blancos de la historia es siempre y simultáneamente un proceso
de reescritura del pasado.
más entonces la afinidad de estas formulaciones con desarrollos propios del
psicoanálisis.
a en Foucault

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