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I.

A en dispositivos electrónicos

1. Antecedentes del problema:


La tecnología, a través de los años, ha adquirido un papel
importante en la manera como la humanidad realiza sus tareas
cotidianas, en otras palabras, si se analiza, en los últimos cien años
todas las sociedades desarrolladas y envía de desarrollo han tenido
que hacer frente a una revolución tecnológica en los diferentes
sectores primarios, secundarios y terciarios. El origen de esta
revolución es el aprovechamiento y el deseo de conseguir
totalmente ventajas sobre los competidores de cada sector. Las
nuevas tecnologías inteligentes contribuyen a la esfera de cambios
de la revolución tecnológica, a tal punto, que está obligando al
cambio de paradigmas en el uso de teorías tradicionales de cómo
se deben hacer las cosas dentro de las empresas, para empezar ya
no es la misma eficiencia y eficacia que puede generar una teoría
tradicional de mercadeo o administración, a la eficiencia y eficacia
que puede generar una herramienta de inteligencia artificial en
estas áreas. Por tal motivo, si la globalización del desarrollo
tecnológico en el mundo está creciendo exponencialmente, existen
muchas organizaciones en el sector empresarial que están
obteniendo grandes ventajas y beneficios sobre las empresas que
no están al tanto o no buscan abrirse a las nuevas formas de usar
estas tecnologías por conformarse con procesos o ideas
tradicionales de cómo debe funcionar una organización.
"¿Cómo crear sistemas de inteligencia artificial potentes que hagan
lo que nosotros queremos, sin errores y sin ser hackeados? ¿Cómo
conseguir prosperidad a través de la automatización mientras se
mantienen los recursos y los objetivos de los seres humanos?
¿Cómo actualizar la legislación de la inteligencia artificial para que
sea más eficaz y más justa y tenga en cuenta sus riesgos? ¿Con qué
valores debe alinearse la IA y cuál debería ser su estatus legal y
ético?".

Es precisamente el desarrollo legislativo -que respondería a


cuestiones éticas- uno de los asuntos que más preocupa ahora a
quienes trabajan -piensan- la inteligencia artificial; signo de que
éste es el momento histórico en el que verdaderamente los
humanos ponemos a prueba nuestra esencia como tal. "La
tecnología no tiene ética, pero la humanidad depende de ella",
apunta Leonhard. "Sí", disiente Vita-More, "la tecnología sí tiene
ética, es un producto, pero también un paso evolutivo o un proceso
que permite repensarlo todo".

Justificación:
Se va a convertir en una inteligencia sensible y sapiente, lo que se
conoce como inteligencia artificial general (IAG), algo mucho más
sofisticado que lo que ahora llamamos inteligencia artificial, o la
que ahora usamos. La IAG es una superinteligencia y será capaz de
programarse a sí misma. El ser humano ha sido hasta ahora la
forma más inteligente que la humanidad ha conocido, así que el
reto que hoy se encara es otra forma de inteligencia altamente
superior en sus habilidades en comparación con el cerebro
humano. Esto es un desafío si su programación no es ética o
amable, pero también es una oportunidad porque sin la IAG la
humanidad no sobrevivirá. En algún momento seremos aniquilados
por una fuerza natural o por nuestra propia falta de inteligencia a la
hora de desarrollar una estrategia que resuelva nuestros
problemas.
En el informe Artificial Intelligence in the Real World de 2017, el
75% de los más de 200 ejecutivos de negocios encuestados dijeron
que (I.A.) se implementará de manera activa en sus empresas en los
próximos tres años, el 27% dice que la introducción de inteligencia
artificial a las empresas mejorará la toma de decisiones; el 26% cree
que mejorará el servicio al cliente, el 29% dice que mejorará la
eficiencia operativa; y el 17% dijo que aumentará los ingresos por
ventas. En total, el 79% de los 200 ejecutivos encuestados
alrededor del mundo creen que la inteligencia artificial hará su
trabajo más fácil y más eficiente.
también, la UE. Unas semanas después del encuentro californiano,
el 27 de enero de 2017, tres eurodiputados presentaban a la
Comisión Europea una serie de "recomendaciones sobre normas de
Derecho civil sobre robótica". Éstas incluyen afirmaciones como
que "existe la posibilidad de que, a largo plazo, la inteligencia
artificial llegue a superar la capacidad intelectual", que "el potencial
de empoderamiento que encierra el recurso a la robótica se ve
matizado por una serie de tensiones o posibles riesgos y que debe
ser evaluado detenidamente a la luz de la seguridad y la salud
humanas; la libertad, la integridad y la dignidad, la
autodeterminación y la no discriminación, y la protección de datos
personales".

Antecedentes:
Enero de 2017 en California (EEUU). En el inmaculado
centro de conferencias de la ciudad costera de Asilomar,
más de un centenar de expertos en inteligencia artificial (IA)
de distintos lugares del globo están reunidos bajo una
premisa aparentemente sencilla: analizar e indexar de qué
forma ésta es beneficiosa para el ser humano. Los
profesionales invitados -algunos de ellos desfilarán por éste
y otros reportajes-, que cubren áreas diversas, tienen tres
días por delante para debatir cómo ha de desarrollarse la IA,
podría decirse que en el futuro. Pero éste, más que nunca,
es sinónimo de ya, aquí y ahora.

Porque hay algo en lo que convergen intelectuales


divergentes alrededor del mundo: la base sobre la que se
asentará la inteligencia artificial, y también lo que supondrá
para la humanidad, se está gestando mientras usted lee
este especial. Lo afirma, por ejemplo, el futurista alemán
Gerd Leonhard, autor de un libro cuyo título no deja lugar a
dudas: La tecnología contra la humanidad, el choque entre
el hombre y la máquina: "Hoy es el momento en que
construimos nuestro futuro y este hoy es el mayor reto al
que se ha enfrentado el género humano hasta el momento,
la posibilidad de una especie de superhombre que se
convierte en Dios no tiene precedentes",
Hipótesis:
Leonhard se sitúa en el lado de la trinchera que defiende que la
relación que tenemos con la tecnología debe, por lo menos,
pensarse. Pero no es un alarmista. "Creo que a veces reaccionamos
de forma exagerada ante los posibles peligros, y no podemos
adentrarnos en el futuro con miedo. Debemos ser cautos, pero
abiertos al progreso", argumenta. Pero es él también quien afirma
que "el exponencial desarrollo tecnológico, y su tremendo
potencial, es una oportunidad que trae consigo nuevas y tremendas
responsabilidades", él quien sostiene que "la avalancha de cambios
tecnológicos puede reformar la esencia de la humanidad y también
todo aspecto de nuestro planeta", él quien cree que "la tecnología
no es lo que buscamos sino cómo lo buscamos".

Afirmaciones que le sitúan a años luz de, por ejemplo, Natasha


Vita-More, una de las líderes del transhumanismo, movimiento que
defiende precisamente abrazar la tecnología. Llamémoslo sinergia.
O simbiosis. Al igual que Leonhard, esta especialista en la deriva
humano-tecnológica cree que 2018 es un año crucial en lo que
respecta a la IA. Aunque Vita-More, profesora en la Universidad de
Tecnología Avanzada (Arizona, EEUU) y autora del ensayo El lector
transhumanista, no cree que exista un debate de extremos entre
humanistas (Leonhard sería uno de ellos) y transhumanistas. "No
hay polémica porque ambos valoramos la conciencia humana. La
única excepción es que nosotros apoyamos la evolución humana y
ellos su estancamiento". ¿Cómo saber, en mitad de la carrera
tecnológica, smartphone en mano, en qué vértice se encuentra
uno? Atendiendo, por ejemplo, a las preguntas que se hacían los
expertos aquel fin de semana en California.

Objetivos:
La posibilidad de convertirse en un superhombre, casi un dios, no
tiene precedentes. Es verdad que a veces reaccionamos de manera
exagerada a los peligros potenciales. No podemos entrar en el
futuro desde el miedo. Debemos ser cautelosos pero abiertos al
progreso. Cualquier tecnología poderosa precisa de regulación para
hacerla beneficiosa para todo el mundo y, por el momento, ni la
inteligencia artificial ni el big data tienen ninguna regulación. Es el
momento de ponernos de acuerdo sobre de qué y cómo debemos
protegernos. Tecnología no es lo que buscamos sino cómo
buscamos. Si queremos un mejor futuro, democrático y
beneficioso, debemos colaborar más entre todos, porque la
tecnología no es creadora. No hay apps para conseguir
democracia.
Leonhard del filósofo alemán Martin Heidegger y uno de sus
conceptos fundamentales, el Dasein o ser ahí (Da, existencia, sein,
ahí) y se pregunta: "¿Cuándo la inteligencia artificial gobierne la
nube y exista un cerebro global, podrá éste comprender el
Dasein?". ¿Podrán las máquinas algún día entender lo que significa
ser humano? ¿Y cómo debe el género humano relacionarse con las
máquinas, los robots, cualquier dispositivo gobernado por una
inteligencia artificial? Hasta el momento, las reacciones son
desmedidas. Por ejemplo, en octubre del año pasado, durante la
feria Arts Electonica Festival, celebrada en Austria, un robot sexual
llamado Samantha, creado por una empresa española, Synthea
Amatus, tuvo que ser retirado después de que los asistentes a la
feria lo destrozaran de tanto usarlo. "Se comportaban con ella
como bárbaros. Se agolpaban para sobar sus pechos, piernas y
brazos. Le rompieron dos dedos", relató entonces al digital
británico Metro el creador de este robot sexual, el barcelonés Sergi
Santos.

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