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LECTURA

DESARROLLO TERRITORIALY BIOECONOMÍA - OPORTUNIDADES*


Marcelo Regúnaga y Eduardo Trigo

La visión de la bioeconomía brinda interesantes alternativas para el desarrollo territorial


del país, en virtud de que se promueven nuevos equilibrios en materia de ocupación,
incremento del ingreso y diversificación de la matriz productiva y energética para las
distintas regiones, a partir del procesamiento y agregado de valor a la producción de
biomasa en los territorios en que se obtiene la producción primaria.
A continuación se describen los principales conceptos y antecedentes que fundamentan
tal afirmación.
i) El desarrollo territorial resulta del aprovechamiento más intenso y efectivo de los
recursos biológicos de cada zona, mediante diversas actividades que incrementan la
producción de biomasa, la procesan y le agregan valor cerca de su lugar de producción;
de este modo se limitan los costos de transporte del producto primario, mejorando la
competitividad de todo el proceso productivo y comercial. Esta estrategia contempla no
sólo la producción y procesamiento de la producción primaria principal, sino también la
utilización de recursos que previamente eran considerados desechos o con aplicaciones
de bajo valor que, gracias a los nuevos desarrollos científico-tecnológicos, son
transformados en biorrefinerías en insumos para la producción de energía u otros
bioproductos con valor agregado.
ii) Con este nuevo enfoque de economía circular parte de la oferta de biomasa, como es
el caso de los residuos y desechos urbanos y de los procesos agroindustriales vinculados
a la producción animal y vegetal, que previamente eran un problema, dado que
generaban costos de transporte y de deposición e impactos ambientales negativos,
actualmente se transforman en recursos energéticos valiosos y en otros insumos para la
producción, tales como los fertilizantes y otros bioinsumos. Los avances mencionados
permiten atender mejor a las aspiraciones de la sociedad por comportamientos más
responsables y comprometidos con el desarrollo sostenible; pero al mismo tiempo
permiten generar nuevas oportunidades para valorizar la contribución de los sectores
tradicionales asociados a los recursos naturales, tales como la agricultura, la ganadería y
la actividad forestal.
iii) La estrategia de agregado de valor local a la producción primaria permite también
viabilizar producciones agropecuarias y agroindustriales en zonas alejadas de los
puertos3 y de los grandes centros urbanos, tanto para el consumo local (por ejemplo
transformar los granos y forrajes en carne y leche en zonas deficitarias), como para la
exportación de productos de mayor valor unitario que los granos y otros forrajes.

Son destacables los casos de viabilización de la producción de maíz y otros


granos en el NOA y en el Centro Oeste de la Región Pampeana para la
producción de energía y subproductos alimenticios concentrados destinados a
la producción intensiva de carne y lácteos.
iv) Otro de los aportes fundamentales de la nueva estrategia de desarrollo bioeconómico
es la diversificación de la matriz energética, sustituyendo energías fósiles por energías
renovables. La producción local de bioenergías no sólo contribuye al desarrollo territorial,
al agregar valor a la producción de biomasa de cada región, sino que además da
respuesta al problema de las áreas geográficas que se encuentran aisladas
energéticamente, por problemas de infraestructura o de escala; la generación de
bioenergías en zonas de limitada o costosa disponibilidad permite reducir las pérdidas
económicas asociadas a los cortes de energía que se registran en algunas regiones, o
bien da lugar al desarrollo de nuevas producciones agroindustriales electro-intensivas. v)
v) El desarrollo territorial resultante de la estrategia bioeconómica tiene impactos
importantes en la mejora de las condiciones de vida en las zonas rurales, como
consecuencia de diversos factores. En primer lugar se genera una densificación
económica en los territorios, que da lugar a la creación de empleos de calidad y que exige
el desarrollo de la infraestructura económica (caminos, FFCC, comunicaciones, etc.) y
social (educación, salud). Complementariamente, la generación local de energía permite
el acceso a precios competitivos a ese servicio básico en áreas rurales y pueblos del
interior distantes de los centros urbanos, contribuyendo al uso de equipos eficientes, el
acceso a internet y a otros servicios que mejoran la calidad de vida de esas comunidades.
Asimismo, el procesamiento de los residuos y desperdicios locales genera impactos
ambientales positivos al reducir los riesgos de contaminaciones de las aguas y los suelos
en sus áreas de influencia, además de sus sinergias agregadas en relación al cambio
climático. Finalmente, en algunas regiones la disponibilidad de energía eléctrica potencia
los desarrollos locales basados en la biodiversidad, las culturas locales, el eco-turismo,
etc.
Para promover una transición exitosa hacia una visión del desarrollo económico-social
basada en la bioeconomía es necesario contar con marcos institucionales y políticas
públicas que incentiven y regulen las decisiones de todos los actores sociales, en
cuantoal uso de los recursos, las inversiones, la producción y el consumo. A continuación
se describen brevemente los principales aspectos estratégicos a considerar.

Mecanismos de gobernanza y participación social


La bioeconomía cambia el papel de los recursos naturales, el capital y el trabajo en los
procesos productivos, así como el rol de los nuevos conocimientos; y cómo se generan y
distribuyen los beneficios entre las distintas actividades. Nuevos insumos y nuevos
procesos y formas de interacción de lo productivo con el medio ambiente replantean
elpanorama en cuanto a ventajas comparativas y competitividad entre localidades,
productos, actores, sectores, e incluso países. Ello implica que se considere
indispensable disponer de un nuevo marco institucional que integre y armonice los
distintos dominios de política involucrados (recursos naturales, ambiente, agricultura,
desarrollo rural, educación, ciencia y tecnología, trabajo, producción, salud, etc.), en
función de las nuevas dimensiones y perspectivas que plantea la bioeconomía. Los
cambios hacia estrategias de desarrollo bio-basadas modifican los balances establecidos
previamente dentro de la sociedad (local, regional, nacional, internacional) respecto de los
patrones de acceso y uso de los recursos y de muchos otros aspectos del status quo
existente. La diversificación en el uso de los recursos de biomasa con distintos destinos
(alimentos, energía, bio-materiales) puede dar lugar a potenciales conflictos, que deben
ser anticipados por los mecanismos orientadores de dichos procesos; y dado que la
sostenibilidad económica, social y ambiental no es una condición intrínseca de la
bioeconomía, la nueva institucionalidad debe promover el desarrollo económico y social
basado en la bioeconomía y al mismo tiempo evitar que la mayor presión sobre los
recursos resulte en esquemas no-sostenibles.
En este sentido, es necesaria una mejor comprensión de su significado, dimensiones y
potencial para la comunidad en su conjunto; y se requieren procesos claros de
participación social para la toma de decisiones, que aparecen como un desafío ineludible
para identificar y manejar las ventajas y desventajas emergentes entre lasactividades
viejas y nuevas, entre las diferentes escalas de aplicación, y entre el corto y el largo plazo.
Una activa y madura participación de la comunidad y de sus principales actores requerirá
la mejora en la capacitación a todo nivel, desde la educación primaria en adelante;
programas de extensión, de promoción de las capacidades empresariales y de las
organizaciones privadas; y procesos de comunicación social y de articulación público-
privada en todos los niveles, especialmente en las instancias locales. Las políticas
públicas para la promoción de la bioeconomía El desarrollo de esta nueva visión requiere
contar un conjunto de políticas e instrumentos que permitan integrar las diferentes
dimensiones involucradas: desde la capacitación de los recursos humanos y la
priorización de la ciencia, tecnología e innovación, hasta las políticas industriales,
comerciales y de consumo, pasando por las vinculadas a los recursos naturales y el
medio ambiente, la orientación de las inversiones públicas en infraestructura, así como la
reformulación de los incentivos para redirigir la toma de decisiones privadas, el
financiamiento y el cambio de las regulaciones que ordenan las actividades específicas. A
continuación se hace una breve referencia a los principales aspectos.
Una nueva base de recursos humanos y su participación social. La transición exitosa
hacia la bio-economía va a requerir de un esfuerzo intenso en el desarrollo de los
recursos humanos; y, además, contemplar mejores mecanismos para la participación
social. Los procesos bio-basados requieren no solamente de una nueva base tecnológica,
y consecuentemente un reordenamiento de las habilidades científicas para I+D, sino
también que los productores y demás actores del sistema productivo y de servicios sean
capaces de manejar los nuevos procesos, que por lo general son mucho más intensivos
en conocimiento que los enfoques convencionales. Las orientaciones de la agricultura
intensiva y eco-eficiente y el eco-turismo son buenos ejemplos de estas tendencias, en
donde la innovación tecnológica exitosa y el conocimiento de los recursos naturales y la
biodiversidad dependen tanto de la sofisticación de las capacidades en ciencias
biológicas, como de los recursos humanos a nivel de la producción (agricultores,
comunidades locales y servicios de extensión), que puedan entender y manejar las
dinámicas intrínsecas de los procesos biológicos.
Todo ello destaca la necesidad de contar con una base sólida de recursos humanos
capacitados o recapacitados en las respectivas disciplinas y niveles educativos para cada
sector estratégico. En este sentido debe notarse que muchas de las nuevas actividades
asociadas a la bioeconomía no han sido contempladas en los programas actuales de
formación profesional, por lo que estas circunstancias merecen una atención especial; en
este aspecto el desafío de innovación educativa es muy grande y por ende tiene una alta
prioridad.

Ciencia, tecnología e innovación.


Se ha destacado que se trata de componentes centrales de la estrategia de transición
hacia la bioeconomía. Frente al creciente convencimiento de que es imprescindible
reducir los impactos ambientales negativos de las estrategias productivas de la revolución
industrial, la bioeconomía le ofrece a las sociedades modernas la alternativa de senderos
productivos que evolucionan hacia el “producir más con menos” y con menores emisiones
de gases de efecto invernadero; es decir sociedades que hacen un uso inteligente de
todos sus recursos, pivoteando en el uso intensivo del conocimiento para el
aprovechamiento eficiente de la biomasa en el marco de una economía circular. Estos
procesos, sin embargo, están aún en vías de maduración. Pero afortunadamente todavía
queda mucho potencial por aprovechar dentro de las tecnologías convencionales, lo cual
debería explotarse más efectivamente, dentro de un escenario que podría caracterizarse
como de “hibridación” tecnológica, donde los conceptos tradicionales y las nuevas
tecnologías se entrelazan para permitir la construcción de senderos productivos más
amigables desde el punto de vista ambiental, que no sacrifican niveles de productividad y
utilizan en mayor medida toda la producción de biomasa, incluyendo los residuos.
En este marco tres aspectos aparecen como prioritarios en términos de las políticas de
ciencia, tecnología e innovación. El primero se refiere al fortalecimiento de las
capacidades en las áreas vinculadas al desarrollo de la bioeconomía, incluyendo no
solamente las referidas a la biología – espacio donde Argentina tiene una larga y
reconocida trayectoria – sino también las interfaces de ésta con otras ramas de la ciencia,
como la química, la nanotecnología, la ciencia de procesamiento de datos, las tecnologías
de información y las ingenierías. Un segundo aspecto se refiere a la priorización de las
actividades de I+D hacia esquemas más claramente definidos en función de objetivos de
transformación y sus impactos potenciales. El tercer aspecto a considerar son los
mecanismos que hacen a la rápida transferencia de los resultados de las actividades de
investigación y desarrollo a los sectores productivos.

Desarrollo de nuevos mercados.


Los objetivos e instrumentos de políticas necesitan, asimismo, reflejar el ciclo de vida de
la bioeconomía y las características novedosas de sus bienes y servicios. Las políticas y
mercados convencionales evolucionan a partir de puestas en escena de bienes y
servicios “maduros”, mientras que en muchos de los casos de la bioeconomía los
productos y servicios son “emergentes” y sus mercados están en sus primeras etapas de
desarrollo; y en algunos casos, tales como la energía, requieren el desarrollo de la
infraestructura y regulaciones para su inserción en los mercados específicos.
En virtud de lo señalado, no sólo se requieren políticas de incentivos para atraer y orientar
las inversiones en el sector, inclusive a nivel de la I+D para contemplar proyectos que
lleguen hasta la comercialización de los nuevos productos y el desarrollo de sus
mercados (e instrumentos de sostenibilidad para asegurar el correcto uso de los recursos
involucrados); sino que también son necesarias otras medidas destinadas a viabilizar su
comercialización o bien su diferenciación con nuevos estándares y sistemas de
certificación, que permitan su clara segmentación en los mercados y faciliten la
participación proactiva de los consumidores en el desarrollo de los nuevos mercados.
Instrumentos tales como los sellos y los sistemas de etiquetado, así como otros
instrumentos tales como las compras públicas son alternativas a evaluar, como apoyo al
desarrollo de los mercados locales en los sectores identificados como estratégicos.
Incentivos a la inversión. Muchos de los desarrollos productivos asociados al agregado de
valor a la biomasa en los respectivos territorios implican la producción de nuevos bienes y
servicios que contribuyen a aumentar los ingresos y generar empleo local, así como
contribuir a la sostenibilidad y a reducir los impactos del crecimiento en el cambio
climático. Teniendo en cuenta sus contribuciones potenciales a los objetivos de desarrollo
económico y social sostenible en las distintas regiones, se entiende que es necesario el
diseño de diversos instrumentos de apoyo técnico, fiscal y financiero que promuevan las
inversiones contemplando su carácter novedoso, sus ciclos de maduración, sus impactos
positivos en materia ambiental y la conveniencia de la participación de empresas locales
medianas y pequeñas.
En virtud de lo señalado, se considera que los instrumentos de asistencia técnica,
financieros y fiscales que integran los programas específicos de las diferentes
dependencias del Gobierno Nacional (agroindustria, industria, ciencia y tecnología,
ambiente, energía, trabajo, etc.) y de las Provincias deben priorizar los proyectos de
inversión y diversificación de la producción destinados al procesamiento y agregado de
valor local a la producción de la biomasa, brindando condiciones preferenciales a las
PYMES. Un componente esencial en este sentido es la necesidad de contar con
programas de financiamiento de mediano y largo plazo, que contemplen adecuadamente
sus ciclos de maduración, hasta el logro de su posicionamiento comercial. Asimismo se
considera conveniente que los proyectos que tienen impactos ambientales positivos sean
priorizados para recibir los incentivos fiscales y regulatorios que disponen las respectivas
áreas del Gobierno Nacional y de las Provincias que cuentan con tales instrumentos (por
ejemplo para promover la generación y distribución de energías renovables, la
forestación, la aplicación de Buenas Prácticas Agropecuarias, la irrigación, etc.).

Marcos regulatorios.
La bioeconomía implica cambios en las formas usuales en que se hacen las cosas.
Cambios en el tipo de recursos que se emplean y en la forma en que se los utiliza;
cambios en los comportamientos y en las tecnologías, productos y mercados
establecidos. En la actualidad los bienes y servicios tradicionales son tomados como el
“patrón del mercado” y están incorporados en los marcos legales y regulatorios que
losordenan y promueven. Algunos componentes de la bioeconomía podrán – y de hecho
lo están haciendo – desarrollarse al amparo de estos marcos; pero, en la medida en que
los procesos se profundizan y, en muchos casos, para que ello sea posible, se requieren
nuevos marcos regulatorios que reflejen las especificidades, el potencial, las
oportunidades y el tipo de riesgos y conflictos emergentes de los nuevos enfoques y
formas de organización de la economía. Por ello será necesario abordar un conjunto de
nuevas regulaciones, que reflejen la naturaleza de esos desafíos y faciliten el
aprovechamiento seguro de las nuevas oportunidades.
El ámbito de nuevos espacios a considerar es amplio e incluye a las normativas referidas
al ordenamiento territorial y el uso responsable de los recursos naturales; las regulaciones
en materia producción, distribución y consumo de bioenergías con el propósito de
incrementar su participación local y nacional en la matriz energética; los nuevos
estándares y sistemas de certificación de los bioproductos para su diferenciación y
valorización; las regulaciones en relación a la deposición de envases y otros residuos,
destinadas a reducir los riesgos de la contaminación y mitigar sus impactos en el
calentamiento global; los mecanismos para el aseguramiento de la bioseguridad y para la
protección de la propiedad intelectual de los nuevos desarrollos, de manera de promover
las inversiones en I+D.

Infraestructura.
La migración de patrones productivos basados en los enfoques convencionales hacia
nuevas formas de aprovechamiento de la biomasa, no sólo demanda ajustes en las
tecnologías y procesos, sino también en el tipo de inversiones requeridas y en su
despliegue territorial y logístico de los insumos y productos. En distintas partes del texto
de este documento se ha hecho referencia a que la biomasa “viaja mal” por lo que su
procesamiento debe realizarse en las zonas de producción, lo que constituye un factor
que redefine el papel de las economías regionales en el futuro desarrollo económico y
social del país, al mismo tiempo que permite reducir los impactos del transporte de
mercaderías de bajo valor unitario en la emisión de gases de efecto invernadero; esa
característica afecta además las dinámicas de creación de empleo y con ello las formas
de asentamiento de la población en el territorio, densificando sus actividades y
requerimientos de servicios en las respectivas localidades y provincias. Las deficiencias
en la infraestructura en las zonas de producción de la biomasa se hacen críticas.
Una estrategia para el desarrollo de la bioeconomía tiene que incluir, por consiguiente, la
solución de los déficits en cuanto a infraestructura social y económica que enfrentan la
mayor parte de las regiones del país, especialmente las más alejadas de los grandes
centros urbanos, de manera de que puedan ser parte activa de los nuevos esquemas
productivos a los que se ha hecho referencia en los capítulos previos. Ello implica un
replanteo de las prioridades para la asignación de los presupuestos nacionales y
provinciales destinados a comunicaciones, salud, educación y los distintos medios de
transporte, para contemplar esta nueva visión del desarrollo sostenible del país.

Desarrollos actuales en distintas regiones y sus posibilidades de expansión


Argentina cuenta con valiosos antecedentes de desarrollo de lo biológico “tradicional”, que
durante las últimas tres décadas han permitido aumentar sustancialmente la producción
de granos y de otros commodities primarios y su procesamiento industrial de primera
transformación para la elaboración de aceites, harinas, carnes, lácteos y otros alimentos.
En algunas de las cadenas mencionadas Argentina ha logrado un liderazgo destacable en
el comercio internacional, habiendo desarrollado sistemas de producción primaria
altamente eficientes y sustentables ambientalmente, así como industrias procesadoras
modernas y de escala suficiente como para competir satisfactoriamente en la provisión
mundial de alimentos y biocombustibles. Dicho proceso no está agotado y el potencial de
crecimiento es muy elevado, si se implementa una estrategia bioeconómica que genere
un entorno económico y comercial que lo dinamice y que contribuya a la intensificación, a
la diversificación productiva y al agregado de valor a dichas producciones.
Asimismo debe notarse que durante la última década se han generado además nuevos
desarrollos bioeconómicos que han permitido generar empleo, agregar valor y hacer
contribuciones ambientales relevantes en las distintas regiones, promovidos por diversos
factores inductores:
 La diversificación y agregado de valor a los commodities;
 Los incentivos para diversificar la matriz energética y la producción local de
 bioenergías;
 Las sinergias productivas asociadas a la generación de bioenergías y
 alimentos.
 Las regulaciones ambientales;
 Las innovaciones tecno-productivas.

Dichas iniciativas, que por el momento tienen limitado desarrollo territorial y productivo en
relación al valor potencial que se puede generar en las biorefinerías y en las nuevas redes
de valor resultantes, constituyen antecedentes muy valiosos para identificar algunos de
los senderos tecno-productivos que pueden dar lugar a una nueva estrategia de desarrollo
económico y social de cada una de las regiones basada en la bioeconomía.
El relevamiento realizado en el marco del presente estudio ha permitido identificar un
amplio espectro de casos de modelos de negocios implementados por diversas empresas
o asociaciones empresarias en las distintas regiones, que han sido impulsados por
algunos de los inductores mencionados previamente.
Los resultados positivos en materia de diversificación de la producción, aumento de los
ingresos locales, generación de empleo, mejora de las condiciones de vida y en las
condiciones ambientales, permiten afirmar que existe un amplio espectro de alternativas
plausibles para el desarrollo territorial en las distintas regiones de Argentina. Dichas
alternativas están asociadas a las condiciones agroecológicas, económicas y
socioculturales de cada una de las regiones.

*Extraído de “Bioeconomía, desarrollo territorial y agricultura familiar” (2019) FAO

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