Está en la página 1de 4

Claire Bishop la lluvia torrencial.

Un mes después, escritores y artistas Dadá


simularon un juicio a Maurice Barrès -escritor anarquista con-
Introducción // El espectador como productor vertido en nacional socialista- en el cual los miembros del pú-
blico eran invitados a formar parte del jurado. André Breton
acuñó el término “Infiernos Artificiales” para describir esta
El punto de partida para la selección de textos de este nueva concepción de eventos Dadá que salieron de los salones
libro no es la activación del espectador individual en la instala- de los cabarets para tomar las calles3. En el otro extremo de
ción y el arte “interactivo” sino la dimensión social de la par- estas prácticas colaborativas -con una figura de autor todavía
ticipación. La trayectoria de la primera ha sido bien ensayada muy presente- estaban los espectáculos masivos soviéticos que
en otros lugares: la explosión de las nuevas tecnologías y el subsumieron el individualismo dentro de las exposiciones pro-
quiebre del medium-specific art en 1960 proporcionaron nume- pagandísticas de la colectividad. El asalto al Palacio de Invierno
rosas oportunidades de involucrar físicamente al espectador (1920), por ejemplo, se llevó a cabo en el tercer aniversario de
en la obra de arte2. Menos familiar es la historia de aquellas la Revolución de Octubre e involucró a más de 8.000 perfor-
prácticas artísticas que, desde la década de 1960, se apropia- mers en la re-estatización de los acontecimientos trascenden-
ron de las formas sociales como un modo de acercar el arte a tales que llevaron a los bolcheviques a la victoria4. El fervor
la vida cotidiana: experiencias intangibles como bailar samba colectivo de estos espectáculos teatrales fue aparejado por la
(Hélio Oiticica) o funk (Adrian Piper); tomar cerveza (Tom nueva música proletaria como el caso de las Hooter Symphonies:
Marioni); debatir sobre filosofía (Ian Wilson) o política (Jo- celebraciones de sonido maquinal (sirenas de fábrica, motores,
seph Beuys), organizar una venta de garage (Martha Rosler); turbinas, sirenas, etc.) llevadas a cabo por cientos de partici-
administrar un café (Allen Ruppersberg; Daniel Spoerri; Gor- pantes, dirigidas mediante señas desde los tejados.5 Estos dos
don Matta-Clark), un hotel (Alighiero Boetti; Ruppersberg) o enfoques siguen siendo vistos a lo largo de las múltiples ins-
una agencia de viajes (Christo and Jeanne-Claude). Aunque tancias de arte participativo que se desarrollan a su paso: una
la documentación fotográfica de estos proyectos implica una tradición autoral que busca provocar a los participantes, y un
relación con el performance art, difieren en intentar colapsar la linaje con ausencia de autor que apunta a abrazar la creativi-
distinción entre intérprete y audiencia, profesional y amateur, dad colectiva. Uno es disruptivo e intervencionista, el otro es
producción y recepción. Ponen el énfasis en la colaboración y facilitador y constructivo. En ambos casos, la participación se
en la dimensión colectiva de la experiencia social. vuelve cada vez más inextricable del compromiso político.
Estos proyectos socialmente orientados anticipan mu- Uno de los primeros textos que aborda teóricamente el
chos desarrollos artísticos que proliferaron desde la década de estatus político de la participación data de 1934 y fue escrito
1990, pero que también forman parte de una trayectoria his- por el teórico alemán de izquierda Walter Benjamin. Allí el au-
tórica más extensa. Los antecedentes más importantes del arte tor argumenta que cuando juzgamos una obra con implicancia
participativo tuvieron lugar alrededor de 1920. La etapa Dadá política no deberíamos prestar atención a la ideología del artis-
de París en abril de 1921 consistió en una serie de manifesta-
3
ciones que buscaban involucrar al público de la ciudad, siendo Ver: André Breton, ‘Artificial Hells, Inauguration of the “1921 Dada Season”’ (1921), 139: ‘Ciertamente, los
eventos Dadá buscan algo más que escandalizar. El escándalo, con toda su fuerza (puede ser fácilmente rastreado desde
la más destacada una excursión a la Iglesia de Saint Julien le Baudelaire hasta el presente) sería insuficiente para provocar el deleite que uno podría esperar de un infierno artificial.
También se debería tener en cuenta el extraño placer obtenido al “salir a la calle” o “mantener el equilibrio”, por así
Pauvre que atrajo a más de un centenar de personas a pesar de decirlo [...] Al unir el pensamiento con el gesto, Dadá ha abandonado el reino de las sombras para aventurarse en terreno
firme”.
2 Por ejemplo: Germano Celant, Ambiente/Arte: dal Futurismo alla Body Art (Venice: Edizioni La Biennale di 4 Para una reseña crítica detallada ver: Frantisek Deak, Russian Mass Spectacles, Drama Review, vol. 19, no. 2,
Venezia, 1977. Based on Ambiente/Arte exhibition, 1976 Venice Biennale); Nicholas de Oliviera, et al., Installation Art June 1975, 7–22.
in the New Millenium (London: Thames and Hudson, 2003); Claire Bishop, Installation Art: A Critical History (London: 5 Para una explicación de primera mano de estos eventos ver: The Mind and Face of Bolshevism (London and
Tate Publishing, 2005). New York: Putnams and Sons Ltd, 1929) 184.
2 3
ta sino a la posición que la obra ocupa en las relaciones de pro- co, la mayoría del arte contemporáneo es producido de mane-
ducción de su época. Refiriéndose directamente al ejemplo de ra colectiva (incluso cuando su autoría usualmente se mantiene
la Rusia Soviética, Benjamin sostuvo que el arte debería pro- estrictamente individual); la participación es utilizada por los
porcionar un modelo que permita a los espectadores involu- negocios como una herramienta para mejorar la eficiencia y
crarse e intervenir activamente en el proceso de producción de la moral de la fuerza laboral, así como también resulta omni-
la obra. “Este aparato será mejor mientras más consumidores presente en los medios masivos en forma de realities8. Como
pueda convertir en productores, es decir, mientras más lectores medio artístico, entonces, puede argumentarse que la partici-
o espectadores sean convertidos en colaboradores.”6 A modo pación no es, intrínsecamente, más política u oposicional que
de ejemplo cita la sección de cartas de un periódico, pero su cualquier otra.
ideal se encuentra en las obras de teatro de su contemporáneo, A pesar de este contexto cambiante, podemos, sin em-
el dramaturgo alemán Bertolt Brecht. Como explica Benjamin, bargo, llamar la atención sobre la continuidad entre el impulso
el teatro brechtiano abandona las tramas largas y complejas en participativo de los sesenta y la actualidad. Con recurrencia, los
favor de “situaciones” que interrumpen la narrativa por medio pedidos por un arte participativo tienden a ser aliados de una o
de elementos perturbadores, como puede serlo una canción. de todas las siguientes agendas. La primera concierne al deseo
Mediante esta técnica de montaje y yuxtaposición, la audiencia de crear un sujeto activo, uno que será fortalecido por la expe-
es llevada a romper su identificación con los protagonistas y riencia de la participación física o simbólica. Se espera que los
es incitada a tomar una distancia crítica. Más que presentar la recién emancipados sujetos participantes se encuentren a sí mis-
ilusión del acto sobre el escenario y llenar a la audiencia con mos con la capacidad de determinar su propia realidad social y
sentimientos, el teatro brechtiano obliga al espectador a tomar política. Una estética de la participación por lo tanto deriva su
una posición hacia esta acción. legitimidad de la (deseada) relación causal entre la experiencia
Para los estándares actuales, muchos podrían argumen- de una obra de arte y la voluntad colectivo/individual. El se-
tar que el modelo brechtiano ofrece un modo relativamente gundo argumento concierne a la autoría. El gesto de ceder par-
pasivo de espectador, ya que se basa en elevar la conciencia te o todo el control autoral es convencionalmente visto como
mediante el distanciamiento del pensamiento crítico. Por con- más igualitario y democrático que la creación de una obra por
traste, un paradigma de involucramiento físico -tomando la un único artista, mientras la creación colectiva parece brindar
idea del Teatro de la Crueldad de Artaud, entre otros- buscó re- los beneficios estéticos de mayor riesgo y falta de predictibili-
ducir la distancia entre actores y espectadores7. Este énfasis en dad. Se entiende entonces que la creatividad colectiva produce
la proximidad fue crucial para una miríada de desarrollos en y emerge de un modelo social más positivo y no-jerárquico. El
el teatro de vanguardia de los sesentas, y tuvo sus turbulencias tercer asunto se refiere a la crisis percibida en la responsabili-
paralelas en las artes visuales y la pedagogía. Dentro de este dad comunal y colectiva. Esta preocupación es más aguda des-
marco de referencia, el involucrarse físicamente es considera- de la caída del comunismo, aunque comienza en la tradición
do un precursor esencial al cambio social. Hoy esta ecuación del pensamiento marxista que indica los efectos alienantes y
sigue persistiendo, pero sus términos son quizás menos con- aislantes del capitalismo. Uno de los mayores ímpetus detrás
vincentes. La idea de la presencia colectiva ha sido -para bien o del arte participativo ha sido entonces la restauración del vín-
para mal- escrutinizada por numerosos filósofos; a nivel técni- 8 A nivel político, la participación se considera cada vez más como un medio privilegiado para las políticas de
6 Walter Benjamin, The Author as Producer, en Benjamin, Selected Writings, vol. 2, part 2, 1931–34 (Cambrid- financiamiento social de los gobiernos Británicos y de la Unión Europea que buscan crear una impresión de inclusión
ge, Massachusetts: Harvard University Press, 2003) 777. social. Ver: François Matarasso, Use or Ornament? The Social Impact of Participation in the Arts (London: Comedia,
7 El director y dramaturgo francés Antonin Artaud desarrollo el término teatro de la crueldad a fines de 1930. 1997). En Gran Bretaña, el informe de Matarasso ha sido fundamental para la formulación del Nuevo Fondo de Traba-
Lo usó para denotar un tipo de teatro ritualista que apunta -por medio de métodos técnicos (sonidos, luces, gestos)- a jo para las Artes. Para una crítica convincente de sus afirmaciones, ver: Paola Merli, Evaluating the Social Impact of
expresar emociones intensas para desensibilizar a la audiencia para que puedan enfrentarse a ellos mismos. Ver: Artaud, Participation in Arts Activities: A Critical Review of François Matarasso’s Use or Ornament?, International Journal of
Theatre and Its Double (Londres: Calder and Boyar, 1970). Cultural Policy, vol. 8, no. 1, 2002, 107–18.
4 5
culo social mediante una elaboración colectiva de significados. una colección de ensayos teóricos que ha catalizado el debate
Estas tres preocupaciones -activación, autoría, comuni- alrededor del estado de la participación contemporánea. En
dad- son las motivaciones más frecuentemente citadas por casi paralelo con este debate -y agregándole quizás un sentido po-
todos los intentos artísticos de incentivar la participación den- tencialmente político no abordado en el trabajo de Bourriaud-,
tro del arte desde los sesentas. Resulta significativo que ellas una generación posterior de artistas ha comenzado a involu-
aparezcan en la obra de Guy Debord, co-fundador del Situacio- crarse más directamente con grupos sociales específicos y a
nismo Internacional, ya que, sin dudas, es en contra del trasfon- intervenir críticamente en formas participativas del entreteni-
do de su crítica al capitalismo “espectacular” que los debates miento en los medios masivos.11 Los textos en este libro han
sobre la participación tienden a situarse. El espectáculo -en sido seleccionados con el desarrollo de este trabajo en mente.
tanto relación social entre personas mediadas por imágenes- El objetivo ha sido proveer un linaje histórico y teórico del
es pacificante y divisivo, uniéndonos únicamente a través de la arte social-colaborativo reciente, presentando una variedad de
separación entre unos y otros: posturas que permitirán a estudiantes e investigadores pensar
de manera más amplia sobre demandas e implicaciones del
La especialización de los espectáculos masivos constituye
mandato artístico a la participación.
[...] el epicentro de la separación y no-comunicación.9
* * *
El espectáculo es por definición inmune a la actividad huma-
na, inaccesible para cualquier revisión o corrección prevista. Es lo
Se podrían haber incorporado muchos textos fuera de la
opuesto al diálogo. [...] Es el sol que nunca se pone en el imperio
disciplina de la Historia del Arte a esta antología. Particular-
de la pasividad moderna.10
mente, textos que dirigen su atención a la historia de la partici-
pación en el teatro, la arquitectura y la pedagogía12. Queda por
Si el espectáculo denota un modo de pasividad y sub- hacer un importante trabajo para conectar estas historias con
yugación que detiene y previene la determinación de la pro- la participación dentro del arte visual. Ranciere, en su ensayo
pia realidad, entonces es precisamente por ello que Debord “El espectador emancipado” (2004), comienza a realizar esta
propone la construcción de “situaciones” como un mandato tarea, trazando vínculos entre la historia del teatro y la educa-
a actuar. Éstas, argumentaba, eran una conclusión lógica del ción, cuestionando teorías que comparan el espectáculo con la
teatro brechtiano, pero con una diferencia importante: im- pasividad.13 Argumenta que lo opuesto de “activo” y “pasivo”
plican que la función de la audiencia desaparezca completa- está cargado de presupuestos sobre mirar y saber, ver y actuar,
mente dentro de la nueva categoría de viveur (aquel que vive). apariencia y realidad. Esto se debe a que el binomio activo/
Más que despertar la conciencia crítica, como en el modelo pasivo siempre divide a la sociedad entre los que tienen capa-
brechtiano, las “situaciones construidas” intentan producir cidad y los que no tienen.14 Como tal, esto es una alegoría de
nuevas relaciones sociales y por lo tanto nuevas realidades.
La idea de “situaciones construidas” se mantiene como 11 Por ejemplo: The Great Exchange (2000) de Matthieu Laurette, un programa de televisión en el que el público
un importante punto de referencia para los artistas contempo- intercambia bienes que disminuyen su valor progresivamente semana a semana, y The Return of the Real (2005) de Phil
Collins, que incluyó una conferencia de prensa para las estrellas de un reality show turco.
ráneos que trabajan con eventos en vivo y con personas como 12 Ver por ejemplo Paolo Freire, Pedagogy of the Oppressed (London: Penguin, 1970), Augusto Boal, Theatre of
material privilegiado. Esto, por ejemplo, es frecuentemente ci- the Oppressed (London: Pluto Press, 1979), Oskar Hansen, Toward Open Form (Warsaw: Foksal Gallery Foundation/
Warsaw Academy of Fine Arts Museum, 2005).
tado por Nicolas Bourriaud en su Estética relacional (1998), 13 Jacques Rancière, “The Emancipated Spectator”, conferencia inédita, Frankfurt, 2004, http://theater.kein.org/
14 Sea esto una forma de despreciar al espectador porque no hace nada mientras los artistas en el escenario hacen
9 Guy Debord, citado en Tom McDonough, ed., Guy Debord and the Situationist International (Cambridge, algo o, al contrario, afirmar que aquellos que actúan son inferiores que aquellos que pueden mirar, contemplar ideas y
Massachusetts: The MIT Press, 2002) 143. tomar distancia crítica en el mundo. Puede haber cambios entre las dos posturas pero su estructura sigue siendo la mis-
10 Guy Debord, Society of the Spectacle (1967) (New York: Zone Books, 1997) 17. ma. Ver: Rancière, ‘The Emancipated Spectator’.
6 7
la desigualdad. Trazando analogías con la historia de la educa-
ción, Ranciere argumenta que la emancipación debería ser más
bien la presuposición de la igualdad: asumir que todos tienen
la misma capacidad intelectual para responder a un libro, a
una interpretación o a una obra de arte. En lugar de suprimir
el objeto de la mediación en favor de una inmediatez comu-
nitaria, Ranciere argumenta que esto debería ser un tercer tér-
mino crucial al que ambas partes se refieren e interpretan. La
distancia que esto impone, afirma, no es tan mala como para
ser abolida, dado que es la condición de cualquier tipo de co-
municación:
Ser espectador no significa transformar el rol pasivo en rol acti-
vo. Esta es nuestra situación normal. Aprendemos y enseñamos,
actuamos y sabemos como espectadores que conectan lo que ven
con lo que han visto y dicho, hecho y soñado. No hay un medio
privilegiado ya que no hay un punto de partida privilegiado.
Al apelar al espectador como intérprete activo, Rancière in-
sinúa que la política de la participación no se encuentra en
la interpretación anti-espectacular de lo comunitario o en la
afirmación de que la mera actividad física corresponde a la
emancipación, sino en poner a trabajar la idea de que todos
somos igualmente capaces de inventar nuestras propias inter-
pretaciones.15 Sin la conexión a un medio artístico privilegiado,
este principio no dividiría al público en activo y pasivo, capaz
o incapaz; nos invitaría, en cambio, a apropiarnos de las obras
por nuestra propia cuenta y a hacer uso de formas que sus au-
tores nunca soñaron.

15 Un argumento similar para el consumo como creatividad es presentado por Michel de Certeau en The Practice
of Everyday Life (1980). Variaciones literarias de la idea pueden ser encontradas en Roland Barthes’‘Death of the Au-
thor’ (1968) y en ‘From Work to Text’ (1971), y en la idea de “contrafirma” de Jacques Derrida: Paragraph, vol. 27, no.
2, Julio 2004, 7–42.

8 9

También podría gustarte