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EL GRUPO DE RANAS

Mientras un grupo de ranas viajaba por el bosque, dos de ellas cayeron en un pozo
profundo. Cuando las otras ranas se amontonaron alrededor del pozo y vieron lo
profundo que era, les dijeron a las dos ranas que ya no había esperanza para ellas.
Sin embargo, las dos ranas decidieron ignorar lo que los otros estaban diciendo e
intentaron salir del pozo.
A pesar de sus esfuerzos, el grupo de ranas en la cima de la fosa seguía diciendo que
debían rendirse. Que nunca lo lograrían.
Eventualmente, una de las ranas prestó atención a lo que los demás decían y se
rindió, cayendo muerta. La otra rana continuó saltando tan fuerte como pudo. Una
vez más, la multitud de ranas le gritó para que parara el dolor y muriera.
Sin embargo saltó aún más fuerte y finalmente logró salir. Cuando salió, las otras
ranas le dijeron: "¿No nos has oído?"
Entonces se dieron cuenta que era sorda y que todo el tiempo pensó que la estaban
animando para que saliera.
- La moraleja de la historia: Las palabras de la gente pueden tener un gran efecto
en la vida de los demás. Piensa en lo que dices antes de que las palabras salgan de tu
boca. Podrían ser la diferencia entre la vida y la muerte.
AMOR
Un pescador una vez atrapó un salmón. Al ver su extraordinario tamaño, exclamó:
"¡Qué pez tan maravilloso! ¡Se lo llevaré al rey! Le encanta el salmón fresco.
El pobre pez se consoló pensando: "Todavía puedo tener algo de esperanza. Después
de todo el rey ama a los animales"
El humilde pescador llevó su presa a la propiedad del rey, y el guardia a la entrada le
preguntó: "¿Qué hay allí?
"Un salmón", contestó el pescador, orgulloso.
"Genial", dijo el guardia. "Al barón le encanta el salmón fresco."
El pez dedujo que había razones para tener esperanza... si el rey ama a los salmones,
podría dejarlo en libertad.
Una vez dentro del palacio, y aunque el pez apenas podía respirar, seguía siendo
optimista. Después de todo, el rey ama el salmón, pensó.
El pescado fue llevado a la cocina, y todos los cocineros comentaron lo mucho que
le gustaba el salmón al barón. El pescado fue puesto sobre la mesa y cuando el rey
entró, ordenó: "Corta la cola, la cabeza y abre el salmón."
Con su último aliento de vida, el pez gritó desesperado: "¿Por qué mientes? Si
realmente me amas, cuida de mí, déjame vivir. No te gusta el salmón, te gustas a ti
mismo.
EL OBSTÁCULO EN EL CAMINO
Hace muchos años, un rey mandó colocar una enorme piedra en uno de los
principales caminos del reino. Luego se escondió detrás de ella y miró para ver si
alguien podía mover el inmenso obstáculo.
Algunos de los comerciantes y cortesanos más ricos del reino pasaron por allí y
simplemente la rodearon.
Mucha gente culpaba al Rey por no mantener los caminos despejados, pero ninguno
de ellos hizo nada para quitar la piedra.
Entonces llegó un campesino que llevaba una carga de verduras. Al acercarse a la
roca, dejó su carga y trató de sacar la piedra del camino. Después de mucho
esfuerzo, finalmente tuvo éxito.
Después recoger sus verduras, se dio cuenta de que había un bolso en el piso donde
había estado la piedra.
El bolso contenía muchas monedas de oro y una carta del Rey explicando que el oro
era para la persona que pueda despejar la vía.
La moraleja de la historia: Cada obstáculo que encontramos en la vida nos da la
oportunidad de mejorar nuestra situación personal. Mientras los perezosos se quejan,
los demás están creando oportunidades a través de sus corazones bondadosos,
generosos y llenos de voluntad de hacer las cosas.
EL ECO
Un hijo y su padre caminaban por las montañas, cuando, de repente, el niño cayó, se
hizo una herida y grito: "¡Aaahhh!" Para su sorpresa, oyó́ repetirse su voz desde
algún lugar en la montaña: ¡Aaahhh!"
Curioso, gritó: "¿Quién eres tú?" Y recibió́ como respuesta: "¿Quién eres tú?"
Enojado por la contestación, gritó: "¡Cobarde!"
Y recibió́ como respuesta: "¡Cobarde!"
Entonces, miró a su padre y le preguntó, "¿Qué está pasando?"
El padre sonrió́ y le dijo: "Hijo, presta atención." Y le gritó a la montaña: "¡Te
admiro!"
La voz contestó: "¡Te admiro!"
Otra vez, el hombre gritó: "¡Tú eres un campeón!" Y la voz respondió́ : "¡Tú eres un
campeón!"
El muchacho seguía sin entender. Entonces, el padre le explicó: "La gente lo llama
eco, pero realmente es vida, porque te devuelve cualquier cosa que dices o haces”.
Y agregó: “Nuestra vida es simplemente un reflejo de nuestras acciones. Esta
relación se aplica a todo, en todos los aspectos de la vida. La vida te devolverá́ todo
lo que le des. Porque tu vida no es una coincidencia. Es un reflejo de ti.”
EL SABIO Y EL ESCORPIÓN

“Había una vez un sabio monje que paseaba junto a su discípulo en las orilla de un
río. Durante su caminar, vio como un escorpión había caído al agua y se estaba
ahogando, y tomó la decisión de salvarlo sacándolo del agua. Pero una vez en su
mano, el animal le picó.
El dolor hizo que el monje soltara al escorpión, que volvió a caer al agua. El sabio
volvió a intentar sacarlo, pero de nuevo el animal le picó provocando que le dejara
caer. Ello ocurrió una tercera vez. El discípulo del monje, preocupado, le preguntó
por qué continuaba haciéndolo si el animal siempre le picaba.
El monje, sonriendo, le respondió que la naturaleza del escorpión es la de picar,
mientras que la de él no era otra que la de ayudar. Dicho esto el monje tomó una
hoja y, con su ayuda, consiguió sacar al escorpión del agua y salvarlo sin sufrir su
picadura. “
Otro cuento procedente de la India, en esta ocasión nos explica que no debemos
luchar contra nuestra naturaleza por mucho que otros nos dañan. Hay que tomar
precauciones, pero no debemos dejar de ser quienes somos ni actuar en contra de lo
que somos.
TÚ GOBIERNAS TU MENTE, NO TU MENTE A TI

“Érase una vez un estudiante de zen que se lamentaba de que no podía meditar, ya
que sus pensamientos se lo impedían. Este le dijo a su maestro que sus pensamientos
y las imágenes que generaba no le dejaban meditar, y que aun cuando se iban unos
instantes al poco volvían con mayor fuerza, no dejándoles en paz. Su maestro le
indicó que esto sólo dependía de sí mismo, y que dejara de cavilar.
Pero el estudiante siguió indicando que los pensamientos le confundían y no le
dejaban meditar en paz, y que cada vez que procuraba concentrarse le aparecían
pensamientos y reflexiones de manera continuada, a menudo poco útiles e
irrelevantes.
A esto el maestro le propuso que cogiera una cuchara y la sostuviera en la mano,
mientras se sentaba e intentaba meditar. El alumno obedeció, hasta que de pronto el
maestro le indicó que dejara la cuchara. El alumno lo hizo, dejándola caer al suelo.
Miró a su maestro, confuso, y este le preguntó que quién agarraba a quién, si él a la
cuchara o la cuchara a él.”
Este breve cuento parte de la filosofía zen y tiene origen en el budismo. En él se nos
hace reflexionar sobre nuestros propios pensamientos, y el hecho de que debemos
ser nosotros quienes tengamos el control sobre ellos y no a la inversa.

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