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DERRIDA: LA ESTRATEGIA DE LA

DECONSTRUCCIÓN.

Hemos de entender el término deconstrucción como “una estrategia


deconstructora”, mediante la cual se propone ‘desenmascarar el
constructo de la metafísica occidental’ a través de un proceso de des-
sedimentación.

- De ahí se sigue que “los textos de nuesta cultura deban


leerse como síntomas de algo”, de algo que no está presente
pero que condiciona enormemente nuestro pensamiento.

- Esta lectura sintomática de la historia del pensamiento, sitúa


al discurso de Derrida “en los límites del pensamiento
filosófico”, en los “márgenes de la filosofía”: sólo situándose
en este ámbito es posible acceder a ‘una nueva forma de
pensamiento’ opuesta a la razón occidental logocéntrica.

- Ahora bien, la deconstrucción “no puede ser entendida


como un tránsito desde un interior a un exterior”: ‘la
transgresión del ámbito de la filosofía se decide en los
márgenes de la clausura’; pues exceder el discurso filosófico
no puede significar salir del mismo, en la medida en que el
afuera pertenece a las categorías del adentro.

- Además, “es imposible hablar contra el orden de la


razón”: ‘la revolución crítica contra la razón sólo puede
hacerse desde ella misma’, y es por ello que es preciso
servirse de ‘una estrategia que permita deconstruir la propia
filosofía’ (piensa la genealogía de sus conceptos ‘desde un
interior, pero también desde un cierto exterior’ en el que
dilucidar las represiones interesadas).

I. Qué es la deconstrucción.

Al utilizar el ‘término deconstrucción’, “Derrida se sitúa en una


clara línea filosófica” que recoge el ‘legado de la crítica destructiva de los
valores de Nietzsche’ y traducía la ‘posición destructiva de Heidegger
frente a la metafísica occidental’.

- “Nietzsche”: con su método genealógico y su crítica al


lenguaje conceptual, ‘articula una estrategia que trata de

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desenmascarar las contradicciones inherentes a la cultura
occidental’, asentada sobre los pilares platónicos. Más allá
de Dios y los valores absolutos, están ‘las diferencias
olvidadas y la multiplicidad’.

- “Heidegger”: se propuso la ‘destrucción de la historia de la


ontología’. Crea ‘un lenguaje capaz de expresar lo no-dicho
por el lenguaje de la metafísica’, abriendo el acceso a la
manifestabilidad del ser.

- “Derrida quiso ir más allá”: pensó que el término


destrucción era demasiado negativo (connotaciones
nihilistas) y “acuño la deconstrucción”, como ‘una estrategia
que no es negativa ni destructiva’: es una reconstrucción que
conlleva el desmantelamiento de las significaciones que
tienen su fuente en el logos.
“Rehúsa responder a la pregunta qué es la
deconstrucción”: (1) la pregunta por la esencia de las cosas
es algo que la filosofía ha mantenido desde Platón, ‘la
deconstrucción no tiene una naturaleza esencia’; (2) toda
definición trata de acotar y delimitar significados, ‘la
deconstrucción es ante todo diferencia y multiplicidad’.

II. Qué no es la deconstrucción.

1) “No es un análisis ni una crítica”: no es un análisis


porque no finaliza en un origen o elemento simple más
allá del cual no se puede ir (ambos son conceptos
metafísicos, objeto de deconstrucción); no es una crítica
al estilo kantiano, pues la estructura de una crítica así
también ha de ser objeto de deconstrucción.

2) “No es un método”: ‘no se ajusta a códigos ni a


metalenguajes establecidos’, aunque opere desde un
cierto afuera de la filosofía, por lo que la
extrametodicidad es casi uno de sus a priori. Negando
el método, ‘tematiza la indecibilidad’, y se sustrae a la
metafísica de las oposiciones (metódico/extrametódico,
científico/metafísico...).

3) “No es una operación o un acto de un sujeto


individual” que se aplica a un objeto: afirma Derrida
“ello se deconstruye”, la deconstrucción es un

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acontecimiento que no espera la deliberación del sujeto
(‘en el se del deconstruirse’, reside el enigma).

4) “¿Qué es la deconstrucción? ¡Pues nada! ¿Qué no es


la deconstrucción? ¡Pues todo!”: esto no es una
clausura en la nada, sino ‘una apertura a lo otro que
escapa recurrentemente a la razón’.

III. Modalidades estratégicas de la deconstrucción.

Derrida “se sitúa estratégicamente dentro del sistema”, desde


donde caben ‘dos posibles estrategias’:

1) “Salir del sistema y tratar de deconstruirlo”, pero sin


cambiar de terrreno: se trata de ‘repetir lo implícito de
los conceptos fundadores’, utilizando contra el edificio
las piedras disponibles en la casa. ‘Entraña un riesgo’:
se puede producir el efecto contrario, la consolidación
del edificio a deconstruir (Ejemplo: ‘la crítica de
Heidegger’ a la metafísica).

2) “Cambiar de terreno, saliendo del sistema” y


proclamando la ruptura y la diferencia absoluta. Sin
embargo, ‘la simple práctica de la lengua reinstala el
nuevo terreno sobre el viejo suelo’. (Ejemplo: ‘el
superhombre de Nietzsche’).

“Derrida combina ambas estrategias”, solicitando las


estructuras, es decir, removiendo y dislocando el todo.

- “Lleva las estructuras al límite”, de manera que lleguen a


‘manifestar sus propias contradicciones y aporías’. ‘Se trata
de un escudriñar atento’, mediante el cual se acentúan las
fisuras de un edificio aparentemente sólido, el de la
metafísica occidental (desarticulación del sistema
logocéntrico en que se fundamenta nuestra cultura
occidental).

- “No se trata de rechazar directamente los conceptos” de


la tradición metafísica, pues sin ellos nada es pensable.
Además, tales conceptos ‘son indispensables para solicitar la
herencia’ de que forman parte. Es preciso ‘un rodeo
hermenéutico que permita descubrir las fisuras’, a través de

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las cuales se pueda entrever la limitación de los conceptos y
su transgresión.

- “La deconstrucción no sólo produce un afuera de la


filosofía”: toda transgresión debe conservar lo que excede, y
es por ello que ‘la deconstrucción sólo puede consistir en un
desplazamiento de los límites y la clausura del discurso
filosófico’. [Ejemplo: aplicación de la deconstrucción a las
oposiciones binarias que polarizan el pensamiento
metafísico (identidad/diferencia; lenguaje/escritura;
mente/cuerpo...)].

IV. Inversión y desplazamiento de los conceptos.

La estrategia de la deconstrucción “procede por un doble gesto”,


es decir, una fase de inversión y otra de desplazamiento de los conceptos;
de modo que constituye una ‘operación unificada que marca
simultáneamente la diferencia entre sus dos momentos.’.

1) En un primera fase deconstructora, hay que pasar por la llamada


“deconstrucción de inversión”:

- En esta fase, “operamos dentro del sistema y sobre el


terreno” objeto de la deconstrucción. Y es que ‘la operación
de invertir el orden jerárquico de las oposiciones’ no consiste
en renovar el contenido de la jerarquía, sino en transformar
su valor. No estamos ante la supresión de toda jerarquía, sino
ante ‘la transformación de la misma estructura jerárquica’.

2) Segunda fase: “deconstrucción de desplazamiento positivo, de


transgresión”:

- Lo verdaderamente importante es “la irrupción de un


nuevo concepto” que no se atenga el régimen anterior de
oposiciones. Hay que ‘transformar los conceptos desde el
mismo sistema’, mediante estrategias que permitan
desplazarlos y dar lugar a nuevas configuraciones.

V. Transformación de los conceptos.

Si nos detenemos en “aquellos conceptos más representativos de


la tradición filosófica” (por ejemplo, ‘identidad’), podremos observar

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cómo ‘lo negativo en ellos ha terminado siendo absorbido por lo positivo’.
No son átomos conceptuales, sino que “inscriben dentro de sí mismos la
alteridad a la que niegan un valor similar al suyo” propio: luego, ‘la
propiedad de un concepto (ej. identidad) depende de su diferencia respecto
al concepto excluido’ (ej. diferencia).

La estrategia deconstructora “da cuenta de la heterogeneidad


constitutiva de la conceptualidad”, pero sin pretender una superación de
la misma al estilo hegeliano. La deconstrucción “se sirve de conceptos
pertenecientes al sistema metafísico” para designar significados que se
sustraen al discurso metafísico: se trata de ‘indecidibles’, neologismos de
carácter ambigüo que diseminan el contenido semántico de las palabras
(ejemplos: la archiescritura, la differance, la huella).

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