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Jauretche y Latinoamérica

Emmanuel Bonforti

Miembro del grupo de pensadores nacionales, Arturo Jauretche es reconocido por obras
como Manual de zonceras argentinas o Medio pelo en la sociedad argentina, donde de
forma audaz denuncia mecanismos autodenigratorios que se naturalizan y dañan el
sentir nacional, criticando desde la cultura la superestructura cultural influenciada y
creada por el liberalismo.

Pero encasillar a Jauretche únicamente como pensador nacional nos privaría de sus
aportes respecto de la realidad y la historia latinoamericana. Es que el pensamiento
nacional surge de la misma raíz que el pensamiento latinoamericano, y emerge para dar
cuenta de una serie de fenómenos sociales, culturales, históricos y económicos
comparables. Ambos nacen en un contexto de resistencia cultural y permiten una lectura
diferente a las construidas por las oligarquías portuarias del continente que habían
cimentado su dominación ideológica a través de sistemas pedagógicos funcionales a las
metrópolis europeas luego de los procesos independentistas.

El hombre de Lincoln parte de la idea de que nuestros países son semicoloniales que
significa que a diferencia del esquema clásico de dominación colonial donde un país
ocupa militarmente a otro, en Nuestra América la presencia extranjera está dada por la
influencia de los imperios capitalistas, sobre todo Inglaterra, en la estructura económica
de nuestros países. Luego de un pacto con las oligarquías portuarias, su rol fue el de
administrar política y económicamente la semicolonia y construir la superestructura
cultural.

Generalmente, cuando se reflexiona acerca de los pensadores nacionales o


latinoamericanos surge la idea de que se dedican simplemente a divulgar el ideario
revisionista. Muy por el contrario, esta matriz de pensamiento presenta una marcada
preocupación por el futuro, de ahí su carácter estratégico, con lo cual queda al
descubierto cómo algunas de las inquietudes de Don Arturo sigan vigentes.

En el prólogo a Geopolítica de la cuenca del Plata del uruguayo Alberto Methol Ferre
(1967), Jauretche pone en evidencia su inquietud por la cuenca del Plata, la cual surge a
partir de la influencia cultural que recibe de pensadores como Luis Alberto de Herrera,
hombre del Partido Blanco Oriental a quien ve como capaz de denunciar la influencia
histórica del imperialismo en Uruguay, y del argentino Manuel Ugarte, de quien
recuperará la noción de Patria Grande. Así, Jauretche englobaba a toda la América
Hispánica.

La denuncia al imperialismo y la toma de posición permanente por la idea de Patria


Grande hacen de Jauretche un pensador Latinoamericano. Don Arturo convoca a
recuperar la mirada geopolítica sanmartiniana: para él la geopolítica antagónica a la
sanmartiniana fue la del binomio Rivadavia-Mitre la cual se orientó de forma Atlántica
hacia Europa debilitando el contacto con la línea del Pacífico que al fin al cabo es la que
nos vinculaba con Nuestra América.

Aquí encuentra la clave de nuestra historia y la de los países periféricos: la situación


semicolonial nos obligó como habitantes latinoamericanos a subordinarnos a la política
inglesa de ser meros intermediarios de productos, debilitando las posibilidades de
establecer un mercado único a nivel continental. Buena parte del análisis de Jauretche
acerca de la situación semicolonial continental apunta a la tragedia de los procesos
posindependentistas. La unidad continental se sostenía sobre una misma idioma desde el
Rio Bravo hasta Tierra del Fuego, un mismo pasado, pero quedaba debilitada a la hora
de pensar en la unificación económica y la idea de un mercado único, en esta debilidad
se montó la diplomacia británica y las oligarquías portuarias.

En términos históricos, Jauretche decidió continuar el legado de Ugarte y a través de un


esquema binario estableció una división entre Patria Chica y Patria Grande. La Patria
Grande incluía a la Banda Oriental, el Alto Perú y Paraguay. Mientras que la Patria
Chica estaba conformada por los hombres vinculados a los intereses portuarios y a los
negocios comerciales con Gran Bretaña. Con este binomio, Jauretche describe cómo la
lógica de tabla rasa de las elites implicaba crear Europa en América mediante la
importación acrítica de categorías ajenas.

En su concepción latinoamericanista, Jauretche denuncia la mentalidad colonial de las


oligarquías que concebía a todo lo autóctono como bárbaro, ese desprecio hacia nuestra
cultura terminó siendo durante años un poderoso somnífero que facilitó la denigración
de nuestra historia, ponderando nuestras debilidades antes que nuestras fortalezas.
Jauretche refuerza este precepto denunciando a los medios de comunicación, como por
ejemplo, denunció el vínculo de la Sociedad Interamericna de Prensa -SIP- con los
sectores económicamente más concentrados de nuestras sociedades consolidados a
través de grandes trust y monopolios que generaron un manejo discrecional de las
noticias, alterando la realidad latinoamericana y reforzando el sentimiento
autodenigratorio hacia lo autóctono.

Usualmente, a los autores nacionales y latinoamericanos se los acusa de ser nostálgicos


de un pasado lejano, lo que no sucede con Jauretche ya que considera imposible la
restauración de los antiguos límites del Virreinato del Río de La Plata, sino que debe
generarse condiciones que favorezcan la integración económica. Así, plantea avanzar
hacia una política con más realismo latinoamericano y superar las miradas de los
ideólogos municipales que durante años habían favorecido la separación
latinoamericana.

Por el otro lado, cabe destacar su mirada de futuro, evidente en la manera que tiene por
momentos de anticiparse a sus tiempos: plantea la necesidad en Ejército y Política de
crear un Bloque Sur Sudamericano, constituido por Brasil, Argentina, Uruguay,
Paraguay, Bolivia y Chile, en pos de la integración económica y cultural, aspectos
centrales en su obra, conocedor de las potencialidades en términos de recursos naturales
y la ubicación geopolítica privilegiada de estos países.
Pensar en el Jauretche latinoamericano, es pensar la historia a través de la revisión de la
historia, recuperar la visión geopolítica sanmartiniana, la gesta de Artigas ante tres
imperios, reflexionar sobre los procesos de fragmentación operados por Inglaterra que
tuvieron su corolario en la guerra de la Triple Infamia. También implica pensar en una
batalla cultural que sigue vigente y e inconclusa, pero sobre todo pensar en el Jauretche
latinoamericano nos permite pensar en el futuro, sobre la necesidad de robustecer la
unidad latinoamericana en su dimensión económica, para afrontar parte de la eterna
lucha que marcó nuestra historia liberalismo o proteccionismo.

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