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Cuenta que hace muchísimos años existieron en las tierras del Kollasuyo dos ricos y

poderosos soberanos. Uno era Illimani, gobernaba el norte y tenía un hijo: Astro
Rojo, nacido bajo el símbolo de una estrella roja. El otro era Illampu, dueño del
sur y los Yungas. También tenía un hijo: Rayo de Oro, llamado así por una estrella
dorada que apareció el día que nació.Ambos monarcas, al igual que sus hijos, habían
nacido bajo el augurio de sus respectivas estrellas, cuyo esplendor aumentaba con
la prosperidad de los dos imperios.Pasó el tiempo, sin que nada pasara, hasta que
un día ambos soberanos comenzaron a sentir envidia por el esplendor de las
estrellas. Como su brillo era el reflejo de la dicha y poder de un mortal, Illampu
decidió acabar con Illimani y le declaró la guerra.Ambos pueblos combatieron todo
un día hasta que los dos monarcas quedaron heridos de muerte. Antes de morir
obligaron a sus hijos, Astro Rojo y Rayo de Oro, a jurar venganza. A los dos
príncipes no les quedó otra que acatar la voluntad de sus padres y tuvieron que
enfrentarse.Como sucedió con Illampu e Illimani, sus hijos quedaron heridos de
muerte. Pero, los nobles príncipes, en lugar de pedir venganza, se dieron un abrazo
como muestra de perdón.Cuentan que en ese momento se escuchó un gran estruendo y
que de la tierra salió la figura de una mujer. Era la Pachamama quien, molesta con
los monarcas, hizo caer del cielo sus dos estrellas que fueron a dar contra las
rocas de los Andes, convirtiéndolas en dos masas inertes y opacas sin más brillo
que la blancura de su nieve.Conmovida por la actitud de los príncipes, les dijo que
una vez muertos la luz de sus estrellas, rojo y amarillo, se convertiría en el
símbolo de un pueblo que más tarde viviría en esas tierras y tomaría para su
bandera esos dos colores y el verde de la esperanza.Pasó mucho tiempo y sobre esas
tierras desiertas y desoladas se encontraban el Illampu y el Illimani, las dos más
altas montañas que hoy conocemos. Con el deshiele de sus nieves, lograron
fecundizar la tierra que guardaba la tumba de los dos príncipes, donde brotó una
verde y enmarañada planta que cuando llegó la primavera se cubrió de color rojo y
amarillo, formando una linda tricolor con el verde de las hojas. Siglos después,
como lo había anunciado la Pachamama, surgió un pueblo que tomó esa flor y esos
colores como sus símbolos. Sí amiguitos, ese pueblo es nuestra patria y esa flor es
la Kantuta que florece en las breñas de los Andes.

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