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El recorrido de queer
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aspecto sexual, la antropóloga cultural Gayle Rubin retrató la
división entre sociedad respetable y los otros con un diagrama
(el “círculo mágico”, lo llamó) que sitúa en el centro las prácticas
aceptadas (heterosexuales, monógamas…) y fuera las
homosexuales, las promiscuas, las marginadas…
eminentemente queer.
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punto de vista filosófico y práctico. Ahí es precisamente donde
reside su poder”.
Hoy
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rechazo a las “políticas de lo respetable” enraizadas en el
capitalismo neoliberal. “El movimiento gay de masas dice que
merecemos ser aceptados porque somos iguales, excepto en que
nos acostamos con otro tipo de personas. Pero el movimiento
queer sostiene que debemos ser aceptadas porque somos
humanas y porque tenemos razón: el sistema es injusto”. Ella
cree que el uso único de queer no ayudaría a diferenciar entre
orientación sexual e identidad de género —algo que ya
demasiada gente no hace— e invisibiliza todavía más a la
comunidad trans. “Hemos luchado tanto porque esa letra T se
uniera a las otras siglas, ¿y ahora vamos a ser ignoradas porque
algunos piensen que LGTBIQ+ es demasiado largo?”
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Efectivamente, lo queer es esencialmente radical, coinciden
distintos activistas y académicos, y definirse como tal y ser a la
vez políticamente conservador, o misógino, o transfóbico… es,
simplemente, contradictorio. Lo queer “es un movimiento de
disidentes de género y sexuales que resisten frente a las normas
que impone la sociedad heterosexual dominante, atento a los
procesos de normalización y de exclusión internos a la cultura
gay: marginalización de las bolleras, de los cuerpos transexuales
y transgénero, de los inmigrantes, de los trabajadores y
trabajadoras sexuales…”, escribió el filósofo Paul B. Preciado,
autor de Un apartamento en Urano (Anagrama).
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como queer— siente que esta palabra todavía les duele y
desconcierta. “Categóricamente gay”, declaraba el titular de un
artículo de Slate en el que el periodista Jim Farber, que salió del
armario en los setenta, admitía estar perdido en esta era de
fluidez. Farber se pregunta: si casi cualquier persona progresista
puede encontrar la manera de identificarse como queer, ¿qué
significa la palabra exactamente? “Me suena a algo que borrará
la historia homosexual —mi historia— ahogándola en
inclusividad para ampliar su alcance”, reflexiona. “Quizá este
sea un factor inevitable del progreso. Al fin y al cabo, cualquier
movimiento acaba siendo irrelevante si tiene éxito”.