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Qué es ser ‘queer’

Qué es ser ‘queer’ ..................................................................... 1


Nueva York 1990 .................................................................. 1
El recorrido de queer............................................................. 2
Eve Kosofsky Sedgwick ....................................................... 2
Hoy ........................................................................................ 4
Begoña Martínez Pagan ........................................................ 6

Raquel Seco (28-06-19)


7-9 minutos

Nueva York 1990

Un panfleto circuló de mano en mano en la manifestación del


Orgullo de Nueva York de 1990. Rezaba: “Cuando muchas
lesbianas y homosexuales nos despertamos por la mañana, nos
sentimos enfadadxs y asqueadxs, no gay [alegre, en uno de los
significados de la palabra en inglés]. Así que elegimos llamarnos
queer. Es una forma de recordarnos a nosotros mismos cómo nos
percibe el resto del mundo. Es una forma de decirnos que no
tenemos por qué ser personas ingeniosas y encantadoras que
llevan vidas discretas y marginadas en el mundo heterosexual”.
Queer Nation, una organización que luchaba contra la
homofobia y la pandemia del VIH, firmaba el manifiesto, que ha
pasado a la historia como una de las primeras reivindicaciones
de la palabra queer.

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El recorrido de queer

El recorrido de queer hasta aquella explosión de orgullo y


reivindicación fue largo: en el siglo XVI, en inglés el término
significaba raro, peculiar, extraño, y se vinculó al ámbito sexual
desde el siglo XIX, principalmente referido a hombres. Uno de
los primeros documentos al respecto es una carta del marqués de
Queensberry, John Douglas, en 1894, en la que usó queer con
tono peyorativo para insultar a los homosexuales tras descubrir
que su hijo tenía una relación con Oscar Wilde —el escritor
acabó investigado y condenado por “conducta inmoral”, y tuvo
que exiliarse a Francia—. Desde entonces se utilizó como
insulto homófobo. No fue hasta las últimas décadas del siglo XX
cuando el término empezó a ser reivindicado, entre otros, por
Queer Nation, y cruzó fronteras más allá del mundo anglosajón.
Aquel panfleto de 1990 continuaba: “Cuando se usa con otros
gais y lesbianas, [queer] es una forma de proponer que cerremos
filas, y que olvidemos (temporalmente) nuestras diferencias
individuales porque nos enfrentamos a un enemigo común más
insidioso. QUEER puede ser una palabra dura, pero también es
un arma astuta e irónica que podemos robar del homófobo y usar
contra él”.

Eve Kosofsky Sedgwick

Desde entonces, la teoría queer ha tratado de explicar qué es


queer (en español, a veces escrito kuir o cuir), quién, cómo, o
por qué se usa y a qué se refiere. El debate sigue abierto, porque
el término se caracteriza por su fluidez y escapa las etiquetas. La
pensadora Eve Kosofsky Sedgwick lo definió en los noventa
como “una red abierta de posibilidades, lapsos, solapamientos,
ausencias y excesos de significado cuando los elementos que
constituyen el género o la sexualidad no son (o no pueden ser)
forzados a un significado monolítico”. Refiriéndose solo al

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aspecto sexual, la antropóloga cultural Gayle Rubin retrató la
división entre sociedad respetable y los otros con un diagrama
(el “círculo mágico”, lo llamó) que sitúa en el centro las prácticas
aceptadas (heterosexuales, monógamas…) y fuera las
homosexuales, las promiscuas, las marginadas…
eminentemente queer.

'Queer' es un arma astuta e irónica que


podemos robar del homófobo y usar contra
él Manifiesto de Queer Nation (1990)

Pero el término engloba mucho más. Eleri Anona Watson,


fundadora del Queer Studies Network (red de estudios queer) de
la Universidad de Oxford, añade al teléfono: “Lo queer, para mí,
no es definible en absoluto. Es un término indomable, radical,
cambia con el tiempo y nadie se lo puede apropiar, desde el

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punto de vista filosófico y práctico. Ahí es precisamente donde
reside su poder”.

Hoy

Así que el viejo insulto ha mutado y se ha propagado sin parar


en el último siglo y medio, y hoy su uso es común en el mundo
académico y entre jóvenes. Los departamentos de estudios queer
se multiplican en las universidades y, en los medios, actrices,
músicos y otros famosos salen del armario definiéndose no como
homosexuales, sino como queer, y explicando que se sienten
más cómodos con una definición fluida de su sexualidad.
¿Podría seguir creciendo el concepto hasta servir como paraguas
para todas las identidades no heteronormativas? En un ensayo de
la revista The Atlantic el pasado febrero, el periodista Jonathan
Rauch defendía que la letra Q (de queer) engloba “todas” las
minorías sexuales, mientras que LGTBIQ+ (lesbianas, gais,
transexuales, bisexuales, intersexuales y queer) acaba
inevitablemente excluyendo a algún colectivo y, además, resulta
confusa.

No todos están de acuerdo. Hay voces contrarias a usar queer


como etiqueta estándar: subrayan que las siglas, aunque no
representen literalmente cada una de las identidades de género y
orientaciones sexuales, sí lo pretenden, y de ahí que a menudo al
final de la secuencia de letras se incluya un “+”.

Además, quienes rechazan acabar con las siglas apuntan que el


concepto queer está umbilicalmente unido a una subversión
política. “Suelo decir que queer se refiere a no heterosexuales a
quienes les pone el anticapitalismo. No lo digo totalmente en
serio, pero tampoco totalmente en broma”, comenta Florence
Ashley, activista trans y académica en la Universidad McGill de
Montreal. Lo queer, subraya Ashley, tiene que ver con el

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rechazo a las “políticas de lo respetable” enraizadas en el
capitalismo neoliberal. “El movimiento gay de masas dice que
merecemos ser aceptados porque somos iguales, excepto en que
nos acostamos con otro tipo de personas. Pero el movimiento
queer sostiene que debemos ser aceptadas porque somos
humanas y porque tenemos razón: el sistema es injusto”. Ella
cree que el uso único de queer no ayudaría a diferenciar entre
orientación sexual e identidad de género —algo que ya
demasiada gente no hace— e invisibiliza todavía más a la
comunidad trans. “Hemos luchado tanto porque esa letra T se
uniera a las otras siglas, ¿y ahora vamos a ser ignoradas porque
algunos piensen que LGTBIQ+ es demasiado largo?”

Cómic 'Queer. Una historia gráfica'


(Meg-John Barker). EDITORIAL MELUSINA

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Efectivamente, lo queer es esencialmente radical, coinciden
distintos activistas y académicos, y definirse como tal y ser a la
vez políticamente conservador, o misógino, o transfóbico… es,
simplemente, contradictorio. Lo queer “es un movimiento de
disidentes de género y sexuales que resisten frente a las normas
que impone la sociedad heterosexual dominante, atento a los
procesos de normalización y de exclusión internos a la cultura
gay: marginalización de las bolleras, de los cuerpos transexuales
y transgénero, de los inmigrantes, de los trabajadores y
trabajadoras sexuales…”, escribió el filósofo Paul B. Preciado,
autor de Un apartamento en Urano (Anagrama).

Un término indomable, radical, cambia con


el tiempo y nadie se lo puede apropiar. Ahí
es precisamente donde reside su poder.

Eleri Anona Watson,


Universidad de Oxford

Begoña Martínez Pagan

También hay quien teme que, dejando de usar las siglas


LGTBIQ, se borren luchas que deben ser reconocidas. Hay
identidades (mujer o bisexual, por ejemplo) que aglutinan a las
personas para pelear por sus derechos, señala Begoña Martínez-
Pagán, profesora de Literatura Feminista y LGTBIQ+ en la
Universidad de Murcia. “Son categorías inventadas, líneas en la
arena, pero que sean artificiales no implica que la gente no tenga
derecho a reivindicarlas si sienten que les otorga poder. La
diferencia está en si alguien te asigna una categoría desde fuera
para señalarte como otro”.

En los países anglófonos una parte de la comunidad gay —


aquellos que fueron peyorativamente señalados e insultados

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como queer— siente que esta palabra todavía les duele y
desconcierta. “Categóricamente gay”, declaraba el titular de un
artículo de Slate en el que el periodista Jim Farber, que salió del
armario en los setenta, admitía estar perdido en esta era de
fluidez. Farber se pregunta: si casi cualquier persona progresista
puede encontrar la manera de identificarse como queer, ¿qué
significa la palabra exactamente? “Me suena a algo que borrará
la historia homosexual —mi historia— ahogándola en
inclusividad para ampliar su alcance”, reflexiona. “Quizá este
sea un factor inevitable del progreso. Al fin y al cabo, cualquier
movimiento acaba siendo irrelevante si tiene éxito”.

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