Está en la página 1de 5

A veces Tito está Ya se cansó de jugar

cerca…
… pero otras veces se
va.
Se va lejos, lejos, lejos
Porque se quiere
escapar.
Anita sale a buscarlo:
Tito, Tito ¿Dónde
estás)
¿Estas detrás de esa
hoja?
¿O debajo del cajón?
¿O encima de la
hamaca?
¿O dentro del fuentón?
Anita sigue buscando:
¿Tito, Tito donde
estas?
Tito esta acá
adelante…
Había una vez una niña. Se llamaba Celeste y
aunque tenia 5 años se veía mas chiquita que
un bebe
Celeste era apenas mas alta que un sapo y un
poco mas baja que una maceta.
Pesaba lo mismo que una botella de leche y
entraba con juguetes y todo en cualquier cesto
de pan.
La cama de Celeste tenía el tamaño de una
cartuchera, las sabanas eran pañuelos y la
almohada una esponja de baño.
Sus amigos no eran muchos: Jugaba con los
pájaros a veces con las mariposas andaba a
caballo sobre el lomo de su gato y trepaba a los
caparazones de la tortuga como si escalara
montaña.
Celeste – Le decía su mamá si comieras una
banana, una manzana y una pera después del
desayuno, te pondrías mas grande enseguida. Y
Celeste comía las tres frutas cada mañana.
Pero quedaba tan bajita como siempre.
Celeste le decía su papa-, si hicieras mucha
gimnasia y saltaras como un resorte y le
jugaras carreras a las hormigas y fueras a la
pileta a nadar todos los días te pondrías más
alta enseguida.
Y Feliz corría, saltando y nadando por las
tardes, pero quedaba tan chiquita como
siempre. O sea, más alta que un sapo, pero
más baja que una maceta.
A Niña no le gustaba que su hermana y su papa
se preocupaba por ella: Tenían tanto miedo de
perderla que, para sacarla de la casa a la calle
la llevaban encerrada en el puño de una mano.
La abuela pensaba que a Celeste había que
darle mas sopa. El abuelo más carne con pure
de zapallo, batata y zanahoria, y la tía, más
pescado con papas fritas.
Un día los padres de celeste tuvieron una gran
idea: Llevarla a la nena a un jardín de infantes.
Apenas entraron, hablaron con la maestra y se
fueron.
Ella es celeste dijo la maestra. Y todos los niños
como las niñas de la escuela tuvieron que abrir
mucho los ojos para poder ver a esa
compañera del tamaño de un sapo o ratón.
Cuando salieron al patio a jugar en el arenero
en la calecita, los toboganes y las hamacas, se
olvidaron de Celeste y estuvieron a punto de
aplastarla más de una vez.
Pero celeste estaba tan contenta de estar con
otros niños que aprendió a gritar para hacerse
ver. Y tanto grito para que no la aplasten que la
boca le empezó a crecer. Tras la boca se le
agrando la cara.
El cuello se le ensancho para sostener esa
nueva cabeza y bajo el cuello le creció el torso
después del torso las piernas y enseguidita los
pies. Así fue como en poco tiempo Celeste
cambio su tamaño.
Pero no a sus amigos: Ahora los pájaros
descansan en sus hombros. Los sapos le llegan
a los pies y los ratones también.

También podría gustarte