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TALLER ENRIQUECIMIENTO ESP DR Yezid
TALLER ENRIQUECIMIENTO ESP DR Yezid
CONTROL DE JURISPRUDENCIA
ALUMNOS:
1. ________________________________________________________________________________
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4. ________________________________________________________________________________
5. ________________________________________________________________________________
1. Con base en los argumentos elevados por el defensor en cuanto a la inexistencia del
delito de lavado de activos se deberá fijar una posición respecto de los predicamentos
expuestos por la sala penal de la Corte Suprema de Justicia, para mantener su tipicidad y,
de paso, desestimar la violación directa por operaciones de cambio.
2. Fijar una posición en lo que concierne a la carga dinámica de la prueba de acuerdo con la
línea jurisprudencial que para estos delitos viene asumiendo la sala penal de la Corte
Suprema de Justicia.
Magistrado Ponente
Dr. SIGIFREDO ESPINOSA PÉREZ
Aprobado Acta No. 85
VISTOS
Por tales hechos, la Fiscalía Décima de la Unidad para la Extinción del Derecho de
Dominio y contra el Lavado de Activos, abrió investigación penal contra M.M.G.G., a
quien fue escuchada en indagatoria y se le resolvió situación jurídica con medida de
aseguramiento de detención preventiva sin excarcelación, como posible autora del delito de
lavado de activos.
El conocimiento del juicio estuvo a cargo del Juzgado Octavo Penal del Circuito
Especializado de Bogotá, despacho que mediante sentencia del 26 de diciembre de 2003,
absolvió a la procesada M.M.G.G. del delito de enriquecimiento ilícito de particulares y la
condenó como autora del punible de lavado de activos a la pena principal de seis (6) años
de prisión y a la accesoria de interdicción de derechos y funciones públicas por el mismo
término.
Según el actor, los juzgadores violaron los artículos 232, 233 y 238 de la Ley 600 de
2000 al suponer el origen ilícito de las divisas para concluir erróneamente que la procesada
incurrió en el delito de lavado de activos.
Sostiene que en este caso particular no existe prueba que permita inferir la génesis
ilícita de las divisas incautadas, por tanto, al carecer de esta, no podía estructurarse uno de
los elementos esenciales del delito.
Agrega que sobre el origen de las divisas los falladores se basaron en meras
suposiciones, pues no existe un solo elemento de juicio que permita inferir que el dinero
incautado proviene de alguno de los ilícitos contemplados en el artículo 323 de la Ley 599
de 2000, por lo que permanece incólume la presunción de inocencia de la procesada
M.M.G.G..
Sostiene que aunque la Fiscalía quiso encontrar la prueba incriminatoria y por ende envío
exhortos mediante carta rogatoria indagando sobre el origen del dinero encontrado a
M.M.G.G. GÓMEZ, estas cartas nunca fueron contestadas, ni tampoco hubo insistencia en
ello por parte del Fiscal instructor, por lo que el juzgador “no tuvo otro camino que
suponer la existencia de la prueba para sustentar el fallo condenatorio en contra de mi
prohijada”, llegando por tal camino a la violación indirecta de la ley que se denuncia.
Aduce que el error es trascendente, porque se violó el artículo 232 del Código de
Procedimiento Penal (Ley 600 de 2000) al construir la sentencia sin una prueba válida y
legalmente aportada, pues de haberse valorado debidamente el proceso, se hubiera
arribado a la conclusión de la atipicidad de la conducta delictiva.
Al amparo de la causal primera del artículo 207 del Código de Procedimiento Penal
de 2000 (Ley 600), éste sujeto procesal formula dos cargos del siguiente orden:
De allí colige el Fiscal recurrente que el ingreso de dólares al territorio nacional por
parte de la procesada GÓMEZ tiene el carácter de “operación de cambio” y, por ende, se
ajusta a la previsión del inciso 4º del artículo 323 del Código Penal para que opere el
aumento de pena, de una tercera parte a la mitad, por lo que de conformidad con el artículo
60 del Código Penal, el ámbito punitivo debió fijarse entre un mínimo de 8 años y un
máximo de 22 años y 6 meses de prisión.
Por lo tanto, concluye, frente a un hecho que el Tribunal reconoció como probado,
esto es, el ingreso de divisas al territorio nacional, se dejó de aplicar el inciso 4º del artículo
323 del Código Penal en lo que respecta a la pena que se debió aplicar a M.M.G.G., motivo
por el cual la sentencia debe ser casada por la Corte para que en sede de instancia fije la
pena por el delito de Lavado de Activos a partir de un mínimo de 8 años de prisión.
El Tribunal reconoció que los dólares fueron hallados dentro de unas películas
fotográficas que llevaba consigo la señora M.M.G.G. cuando fue capturada. Sobre este
hecho hay unánime aceptación por todos los sujetos procesales y las autoridades que
participaron en el proceso.
Recuerda que el inciso primero del artículo 762 del Código Civil establece que la
posesión es la tenencia de la cosa con ánimo de señor o dueño, mientras que su inciso
segundo prevé que el poseedor es reputado dueño, mientras otra persona no justifique serlo.
Advierte que es posible que esos dos delitos concursen por las siguientes razones:
c) Los artículos 323 y 327 del Estatuto Punitivo contienen la cláusula “por esa sola
conducta”, que de modo expreso autoriza cualquier hipótesis de concurso, para que pueda
sancionarse la obtención del incremento patrimonial derivado de actividades delictivas
constitutivo de Enriquecimiento Ilícito de Particulares, y su movilización, resguardo y
ocultamiento, que configura el Lavado de Activos.
d) Ninguna de las dos figuras delictivas exige sujeto activo calificado, luego el
agente de ambas puede ser la misma persona, porque nada impide que quien resguarde,
transporte y custodie bienes provenientes de las actividades a que se refiere el artículo 323
del Código Penal, entre ellas el Enriquecimiento Ilícito de Particulares, sea el que de
manera directa o indirecta obtenga incremento patrimonial no justificado derivado de una u
otra manera de actividades delictivas.
e) Para hablar de Lavado de Activos, los bienes necesariamente deben tener origen
en una actividad al margen de la ley, sin que ésta pierda autonomía jurídica o quede
subsumida en el lavado.
f) Una cosa es la acción de ingresar al país un bien de origen ilícito, ocultarlo o
transportarlo, y otra su origen, sobre el cual en este caso la procesada dio explicaciones
inadmisibles. Esos dos hechos no se pueden subsumir en una sola norma, porque, además,
el Enriquecimiento ilícito no sólo atenta contra el orden económico, sino contra la moral
social por expresa disposición constitucional.
3. Alegato de la Fiscalía
Dentro del traslado a los no recurrentes, el mismo Fiscal Décimo Seccional presenta
escrito para oponerse a la pretensión del defensor de la enjuiciada, en el cual esgrime las
siguientes razones:
Además de estimar que la demanda no cumple con los requisitos formales del
artículo 212 de la Ley 600 de 2000, el Fiscal considera que el recurso de casación no está
llamado a prosperar porque en la sentencia de primera instancia se hizo destacada
referencia a las normas cuya vulneración denunció el defensor en lo atinente a las pruebas
necesarias para condenar y al tratarse del blanqueo de capitales se estudiaron aquellas que
sirvieron de fundamento, según lo acredita con los textos del fallo que transcribe.
Por esa razón, la Corte no debe casar la sentencia recurrida por el defensor de la
acusada.
CONSIDERACIONES DE LA SALA
Igualmente, dentro del traslado dispuesto para los “no recurrentes”, la misma
Fiscalía presentó alegatos oponiéndose a la demanda de casación que dentro de la
oportunidad legal presentó el defensor de la procesada en busca de su absolución.
Se reiteró así la tesis de que lavar activos es una conducta punible autónoma y no
subordinada:
“El lavado de activos, tal como el género de conductas a las que se refiere el
artículo 323, es comportamiento autónomo4 y su imputación no depende de la
demostración, mediante declaración judicial en firme, sino de la mera inferencia
judicial al interior del proceso, bien en sede de imputación, en sede de acusación o
en sede de juzgamiento que fundamente la existencia de la(s) conducta(s) punible(s)
tenidas como referente en el tipo de lavado de activos”5.
Y se agregó que:
Bajo esa lógica, en el presente caso, para tipificar el delito de lavado de activos, bastaba
entonces la demostración de que el sujeto activo de la conducta ocultó o encubrió “la verdadera
naturaleza, origen, ubicación, destino, movimiento o derecho sobre tales bienes”, sin necesidad
de acreditar con una decisión judicial en firme el delito de donde provenían los recursos ilícitos,
pues la actividad ilegal subyacente sólo requiere de una inferencia lógica que la fundamente,
tal como se expuso en el aludido precedente del 28 de noviembre de 2007:
“…demostrar el amparo legal del capital que ostenta o administra, etc., es cuestión
a la que está obligado el tenedor en todo momento; y cuando no demuestra ese
amparo legítimo es dable inferir, con la certeza argumentativa que exige el
ordenamiento jurídico penal, que la actividad ilegal consiste en “…encubrir la
verdadera naturaleza, origen, ubicación, destino, movimiento o derecho sobre tales
bienes”, de manera que por esa vía se estructura la tipicidad y el juicio de reproche
a la conducta de quien se dedica a lavar activos.
“(…)
“Se insiste: la imputación por lavado de activos es autónoma e independiente de
cualquier otra conducta punible y para fundamentar la imputación y la sentencia
basta que se acredite la existencia de la conducta punible subyacente a título de
mera inferencia por la libertad probatoria que marca el sistema penal
colombiano”.
En el presente caso, los Juzgadores se valieron de prueba indirecta para deducir que
el dinero transportado por la procesada M.M.G.G. tenía su origen en una actividad ilícita.
Fue así como partiendo de un hecho indicador debidamente probado, a saber las propias
explicaciones de la procesada en torno a la forma como recibió la encomienda de traer
desde España las películas fotográficas de manos de un completo extraño, como el señalado
Narciso Romero, pues apenas lo había conocido en el lobby de un hotel, encargo al que
accedió a pesar de que como auxiliar de vuelo de la aerolínea Avianca había recibido
suficiente instrucción para detectar situaciones irregulares en esa clase de encomiendas, las
cuales por demás tenía prohibido recibir, circunstancia a la que se agregó la actitud
temerosa que asumió una vez fueron descubiertos los rollos fotográficos en su equipaje,
datos que aunados a la omisión de declarar el dinero ante las autoridades aeroportuarias, le
permitieron al juzgador deducir que la procesada sabía de la ilícita procedencia del capital.
Para los jueces de instancia los hechos indicadores apuntaban al conocimiento que
tenía M.M.G.G. sobre el origen delictivo de las divisas que portaba, dejando entrever una
regla de la experiencia según la cual quien es consciente de la legalidad de su
comportamiento no oculta su materialidad ni ofrece explicaciones ayunas de verdad,
razonamiento que encuentra válido la Sala y que tampoco cuestiona el demandante.
Ya en la parte motiva, en los únicos apartes en los cuales se hace alusión a las
operaciones de cambio, son los siguientes, destacados con acierto por el Delegado:
“La omisión de declarar de (sic) las divisas, también generó el inicio de un trámite
cambiario de carácter sancionatorio, dentro del cual M.M.G.G. está expuesta a las
multas previstas por el Decreto 1074 de 1999, equivalentes a un 30% del total –
USD $32.160- que puede reducirse en caso de allanamiento a 19.5% -USD
$20.904-. Prefirió exponerse a tamaña sanción o a la pérdida total del dinero por
cualquier eventualidad, un robo o un accidente, que declarar a las autoridades la
6
C. S. de J., Sala de Casación Penal, Sent. de 7 de abril de 2006, Rad. 25.131.
7
C. S. de J., Sala de Casación Penal, Sent. de 24-04-03 y 29-10-03, Rad. 17.346 y 19.138.
8
C. S. de J., Sala de Casación Penal, Sent. de Única instancia de 23-09-03, Rad. 16.320.
tenencia y transporte de tal suma; reflejo de su conocimiento sobre el origen
delictivo
”Lo que lleva a descartar el origen lícito, porque si así fuera cuál es la razón para
correr tales riesgos si bastaba con acudir a un banco o a un establecimiento
especializado a transferir el dinero, donde con una tarifa muy razonable se
precavían todas esas eventualidades. Solamente para transportar lo que tiene
origen en la actividad delictiva se asumen semejantes riesgo y costos.
“(…)
“Consideración que sirve para reforzar el conocimiento que tenía M.M.G.G. de la
actividad delictiva desplegada por ella y del beneficio que obtenía. Tan
considerable suma, representativa de un incremento patrimonial injustificado y de
origen delictivo -enriquecimiento ilícito de particulares-, la transportó para
ingresarla al tráfico económico nacional -lavado de activos-, en contravención de
drásticas disposiciones cambiarias, laborales y penales, con la asunción de graves
consecuencias en los tres ámbitos. Una vez estuviera el dinero en Colombia era
mucho más difícil seguirle el rastro por parte de las autoridades, su ingreso por la
aduana era un momento crítico.”
Texto del cual surge con diáfana claridad, como se reconoció en el antecedente
citado, que la regulación contenida en el citado artículo 4° de la Ley 9ª de 1991 en sus
literales a), b), d) y e), acerca de las diferentes categorías de operaciones cambiarias allí
establecidas dicen relación con “transacciones, negocios jurídicos, u operaciones
encaminadas a introducir las divisas al mercado legal”, por lo que el mero transporte de
divisas no puede ser considerada como una operación cambiaria10.
De otro lado, tiene razón el Delegado cuando reseña que el tema de la operatividad
del inciso 4º del artículo 323 se planteó por primera vez en forma clara e inequívoca en la
sustentación del recurso de apelación interpuesto por el Fiscal contra la sentencia de
primera instancia, oportunidad en la cual el recurrente citó el precepto de modo específico,
trajo a colación las disposiciones de orden cambiario y explicó las razones por las cuales, a
su modo de ver, la conducta delictual de la procesada constitutiva de lavado de activos fue
realizada por medio de operaciones de cambio.
9
Radicado No. 24.041
10
Ibídem
Aunque el demandante se equivoca en la enunciación del error que atribuye al
fallador por la vía del error de derecho por falso juicio de identidad, quedó claro, sin
embargo, que su discurso se contrae a sostener el desconocimiento de la presunción
regulada por el artículo 762 del Código Civil, porque, en su criterio, acreditado que
M.M.G.G. llevaba consigo y de manera subrepticia la moneda extranjera, es decir, era la
poseedora, debía presumirse, por tanto, que era su propietaria, pese a lo cual los juzgadores
se abstuvieron de darle esa calidad para absolverla del delito de enriquecimiento ilícito.
Antes de abordar el punto propuesto por el demandante, considera la Sala necesario
rememorar que la Constitución Política y la ley amparan la presunción de inocencia de
quien es sometido a la incriminación penal, postulado que se constituye en regla básica
sobre la carga de la prueba, tal y como aparece consagrado en numerosos tratados
internacionales de derechos humanos11.
11
Artículo 11 de la Declaración Universal de los Derechos Humanos de 1948, artículo 8-2
de la Convención Americana sobre Derechos Humanos y artículo 14-2 del Pacto
Internacional de Derechos Civiles y Políticos.
principio del in dubio pro reo, según el cual toda duda debe resolverse en favor del
acusado12.
“La Corte observa, en primer lugar, que en el presente caso está probado que el
señor Cantoral Benavides fue exhibido ante los medios de comunicación, vestido
con un traje infamante, como autor del delito de traición a la patria, cuando aún no
había sido legalmente procesado ni condenado (supra párr. 63.i.).
"..Toda persona inculpada del delito tiene derecho a que se presuma su inocencia
mientras no se establezca legalmente su culpabilidad...".
Igualmente la Ley 600 de 2000, que regula este trámite, preceptúa en su artículo 7º
que:
"Toda persona se presume inocente y debe ser tratada como tal mientras no se
produzca una sentencia condenatoria definitiva sobre su responsabilidad penal. En
las actuaciones penales toda duda debe resolverse a favor del procesado...".
12
Corte Constitucional, sentencia C- 774 de 2001
13
Asunto Cantoral Benavides contra Perú.
Ahora bien, en términos generales la responsabilidad es el deber de asumir las
consecuencias de un acto o hecho. No obstante, debe reconocerse que ella tiene diferentes
implicaciones sustanciales y procesales según la disciplina del derecho de que se trate, pues
es evidente, por ejemplo, que la responsabilidad penal tiene unas características que la
distinguen de la civil. En la primera, la persona que comete la conducta punible es la que
debe recibir la sanción establecida en la ley y no otro sujeto. En cambio, en la
responsabilidad civil, por ser exclusivamente patrimonial, nada impide que la asuma otro,
pues lo que se persigue es la indemnización por el daño causado.
La presunción de que trata el artículo 762 del Código Civil, según la cual, “[E]l
poseedor es reputado dueño, mientras otra persona no justifique serlo”, es de carácter legal
en la medida en que: i) no se funda en una situación científica incuestionable, y ii) admite
prueba en contrario, pues aunque el hecho de la posesión hace presumir el derecho de
propiedad, ello será mientras no se demuestre que el derecho lo tiene otro, y siempre y
cuando esa posesión se ejerza con ánimo de señor y dueño.
14
La temática ha sido estudiada en varias oportunidades por esta Sala de la Corte, al
punto que existe una línea jurisprudencial clara al respecto, destacándose como hito la
Sentencia del 2 de abril de 2001, dentro del radicado No. 14.536.
Ello porque, en un plano eminentemente lógico y racional de lo que la evidencia
enseña, si se tiene por probado y no se discute que efectivamente se materializó un delito de
enriquecimiento ilícito, en cuanto a su tipicidad, lo natural es colegir que esa conducta fue
ejecutada por la persona que es sorprendida, repetimos, en flagrancia, con pleno dominio y
disposición respecto del objeto material sobre el cual recae la ilicitud.
Así, en el caso examinado, estando claro que la Fiscalía demostró que la procesada
tenía consigo el objeto material del delito, bajo su férula de protección y dominio, emerge
absurdo demandar del ente estatal la demostración de que ese dinero no pertenecía a
ninguna otra persona, por la razón lógica elemental que se trata de una prueba negativa de
imposible acceso para el órgano acusador, quien, de aceptarse la hipótesis, debería iniciar
una labor imposible de descarte con todos y cada uno de los ciudadanos del mundo para
verificar que singularmente ninguno de ellos posee esa calidad.
Para el caso, ninguna respuesta efectiva podía esperar el ente acusador de la carta
rogatoria enviada a las autoridades judiciales españolas, cuando de ella se pedía
individualizar a alguien que apenas se conocía como Narciso Romero, por lo demás nombre
común en la Península Ibérica.
De otro lado, no puede pasar por alto la Sala que para fundamentar la absolución de
M.M.G.G., el juzgador construyó, además, una presunta regla de la experiencia según la
cual, por lo general, quienes sirven de correos para el transporte de las divisas son usados
por terceros como instrumentos para su ingreso al país y posterior incorporación al torrente
económico, por lo que los ejecutores del transporte no son los dueños de las mismas.
“Así las cosas, como lo ha dicho la Corte, en pertinente cita de la Delegada, las
reglas de la experiencia corresponden al postulado "siempre o casi siempre que se
presenta A, entonces sucede B", motivo por el cual es posible efectuar pronósticos,
referidos a predecir el acontecer que sobrevendrá a la ocurrencia de una causa
específica (prospección), y diagnósticos, predicables de la posibilidad de establecer
a partir de la observación de un suceso final su causa eficiente (retrospección).
“En este orden de ideas, la variable argumental propuesta por el casacionista, vale
decir: "el que generalmente miente en parte generalmente miente en todo", no es
admisible ni válida como regla de experiencia, en razón a que no se ha
determinado su vocación de reiteración y universalidad, por un lado, y por el otro,
porque la práctica judicial enseña lo contrario, esto es, que no necesariamente el
contenido íntegro de lo expresado por el testigo es siempre, y ni siquiera casi
siempre, mendaz, cuando se descubre la falacia en alguno de sus apartados"16.
Con base en ese criterio, la máxima expuesta en este caso, carece de universalidad
porque más que una regla de la experiencia es la inferencia particular del juez respecto de
un hecho específico, sin posibilidad de aplicación a todos, porque habrá casos donde el
dueño de las divisas personalmente ejecuta su transporte.
Véase cómo, perfectamente, dentro de los mismos parámetros de los que se valió el
juzgador, puede con la misma indeterminación elaborarse una regla de la experiencia
contraria, vale decir, que precisamente por ser el titular del dinero mal habido, siempre o
casi siempre, es su propietario quien directamente se encarga de transportarlo hacia el lugar
donde se disfrutará.
Y esta última es la razón por la cual es posible el concurso entre ambos ilícitos
-Enriquecimiento Ilícito de Particulares y Lavado de Activos-, pues se trata de conductas
autónomas e independientes, siempre y cuando se acredite en grado de certeza los
elementos estructurales de cada uno de ellos, lo cual como se deduce de las anteriores
consideraciones, ha quedado consolidado en este caso.
16
Sentencia del 11 de abril de 2007, Radicado 23593
17
Radicado No. 23.174.
18
Ibídem
Apenas para recabar en el punto, obsérvese cómo ambas conductas afectan de
manera autónoma e independiente el bien jurídico tutelado y entre ellas no existe una
relación de dependiente o necesidad, pues, para que se cubran en su totalidad los
ingredientes de la una, no se requiere de ninguno de los ingredientes de la otra.
Con base en esas razones, la Sala casará el fallo demandado, para condenar a la
procesada M.M.G.G. también como autora responsable del delito de enriquecimiento
ilícito de particulares.
"El que con una sola acción u omisión o con varias acciones u omisiones infrinja
varias disposiciones de la ley penal o varias veces la misma disposición, quedará
sometido a la que establezca la pena más grave según su naturaleza, aumentada
hasta en otro tanto, sin que fuere superior a la suma aritmética de las que
correspondan a las respectivas conductas punibles debidamente dosificadas cada
una de ellas".
La sanción para el delito de lavado de activos fue fijada en las instancias en 6 años
de prisión y multa por el equivalente a 500 salarios mínimos legales vigentes.
Para tasar la pena por el delito de enriquecimiento ilícito, respetando los parámetros
generales señalados en las instancias, encuentra la Sala que la pena a imponer ascendería
también a 6 años de prisión, considerando que contra la procesada no se dedujeron
circunstancias de mayor punibilidad en la resolución de acusación, por lo que la misma
debe determinarse dentro del cuarto mínimo de movilidad, que oscila entre 6 y 7 años de
prisión.
RESUELVE