Está en la página 1de 6

Intervención en crisis

Alejandra Cantillo Pérez

Universidad de la costa

Facultad de humanidades y ciencias sociales

Programa de psicología

Barranquilla

2021-1
El presente ensayo aborda de manera integral la implementación e importancia de la

intervención en crisis como práctica fundamental en cuanto a primeros auxilios

psicológicos. Así, resulta prescindible tener en cuenta que dicha crisis aparece en aquellos

momentos en que las situaciones vivenciadas superan la capacidad que poseen las personas

para sobrellevarla, rompiendo entonces con el equilibrio tanto interno como externo de la

persona y produciendo de esta forma una serie de reacciones generalmente desadaptativas

con el medio que les rodea.

El abordaje de la crisis va a variar dependiendo de las características del evento y de

la persona afectada, ya que se manejan diversos modos de intervención posterior al evento

traumático. No obstante, se debe mantener focalizado el objetivo principal de la

intervención en aras de no confundirlo con una sesión terapéutica clínica. Es decir, en la

primera se resalta el hecho prioritario de devolverle el equilibrio que ha perdido la persona

al tratar de ajustarlo nuevamente a un nivel de funcionamiento óptimo que permita un

reitero en su adaptación al medio a través del bienestar mental.

En este orden de ideas, al presentarse este tipo de situaciones en lugares repentinos,

se debe estar preparado para acudir y resguardar a la persona en cualquier ambiente,

aspecto que define en un primer lugar el grado de profesionalismo de quien realiza la

intervención, ya que al igual que una urgencia médica, esta requiere de total atención y

actuación de carácter inmediato, por lo que su duración también se limita a ser en periodos

reducidos de tiempo, debido a que en la medida de lo posible la prioridad se basa en que se

conduzca a un plan de intervención o de mejoría para la persona de manera eficaz.


Al realizarse la intervención en crisis en un área poco convencional y terapéutico, se

ponen en juego diferentes normas bioéticas y deontológicas como la confidencialidad y en

especial la relación asimétrica que pudiera estar establecida entre las partes, esto debido a

que en algunas circunstancias posterior a la crisis el consejo llegue a expresar tristeza o

manifestar emociones frente al suceso ocurrido, incurriendo así a dar un consejo, abrazo o

alguna otra forma de aprecio hacia la situación vivenciada; sin embargo, se debe tener

presente el hecho y grado de vulnerabilidad del paciente durante y posterior a la crisis,

siendo que este tipo de comportamientos puedan denotar confusión en el mismo.

En este sentido, el terapeuta encargado de este tipo de intervenciones debe poseer

además una serie de características inherentes que deberán verse reflejadas al momento de

realizar una intervención de calidad. Es por ello que es primordial que para poder cuidar y

velar por el bienestar mental y psicológico de otra persona, se debe empezar por el

bienestar propio, lo cual se logra en la medida en que cuiden de sí mismos desde la

alimentación, tiempos de calidad, descansos requeridos. De la misma forma, se deben

garantizar colaboraciones interdisciplinares tanto con médicos, enfermeros, psiquiatras,

terapeuta ocupacional y con demás psicólogos, con la finalidad de lograr un encuadre

terapéutico evaluando metas en función de la situación expuesta.

No obstante, se hace la salvedad acerca de la diferencia entre un encuadre

terapéutico exclusivo de la clínica, y uno enfocado a la intervención en momentos de crisis,

ya que se realizan y llevan objetivos distintos desde la manera en que se aborda, tiempos de

duración, ambiente en el cual se realiza, siendo un encuadre terapéutico en intervención en

crisis realizadas en pro de las necesidades del paciente y los recursos que se obtengan, sin
previa preparación del rumbo que tomará o en algunas ocasiones, sin conocimientos

anteriores al suceso ocurrido.

Uno de los aspectos más importantes a resaltar sobre el proceso y el primer contacto

en una intervención, es la estrategia utilizada por el consejero para lograr que el paciente

exponga lo sucedido incluyendo en el relato sus emociones y sentimientos experimentados,

en donde el consejero deberá hacer uso de su habilidad de oyente para atender a las

necesidades puntuales que se derivan, educar, aconsejar y clarificar la situación. Intentando

que este se tranquilice por medio del relato aliviando así las preocupaciones y miedos

inmediatos.

Ahora bien, la intervención en crisis con pacientes menores de edad o niños suele

ser más compleja de abordar, ya que en diversas ocasiones las formas de aliviar estas

preocupaciones ocasionadas por el evento traumático se realizan por medio del habla, y este

tipo de población tiende a rehusarse a hacerlo. Es por ello que el consejero debe poseer

cualidades y tacto a la hora de presentarse este tipo de situaciones, acudiendo entonces a

actividades didácticas y lúdicas con la finalidad de explorar más a profundidad el origen de

la crisis.

Dentro de estas actividades lúdicas encabeza la lista el dibujo, siendo el principal

medio de expresión por el cual los niños extrapolan sus emociones, sentimientos o anhelos,

por lo que el consejero hará todo lo posible por conseguir una historia o un relato a través

de ello, enfocándose en primera instancia en construir una relación de confianza con el

niño, con la finalidad de generar un ambiente agradable y satisfactorio en el cual este se

sienta seguro de expresar sus vulnerabilidades, así que la construcción del rapport supone

una prioridad en este tipo de intervenciones.


Finalmente y a modo de conclusión, los primeros auxilios psicológicos cumplen un

rol fundamental en la preservación el bienestar en las personas que lo requieren, ya sea por

un evento catastrófico, tsunami, terremoto, o la situación pandémica actual por el SARS

CoV2 que afecta a la población mundial produciendo no sólo impactos negativos en el

ámbito económico, sino que por el contrario los confinamientos, muertes excesivas,

pérdidas cercanas, dificultades en la elaboración de un duelo, entre otras variables. Generan

un estado de alerta y crisis en las personas que requieren de atención psicológica prioritaria

que solicitan con la finalidad de obtener una mejoría en sus estados funcionales.

Así mismo, luego de toda valoración por crisis resulta necesario y casi obligatorio

referir al paciente de haberlo necesitado ya que, si bien muchas personas acuden o

requieren de este tipo de intervención por un evento en específico, otras son solo reflejos de

un estado de malestar por alguna enfermedad de base reflejadas o representadas por medio

de crisis, por lo que sí bien todos los pacientes al finalizar la intervención requieren un

instructivo o plan a seguir, se deben tomar las medidas necesarias con el equipo

interdisciplinario. En el caso de los niños puntualmente, este seguimiento o plan de acción

es otorgado a sus acudientes con la finalidad de ser llevados a cabo con satisfacción.

Por último, es necesaria la aclaración en el hecho de que este tipo de intervenciones

no sólo generan malestar en los pacientes específicamente, sino que en algunas ocasiones el

consejero puede verse agobiado mentalmente por las situaciones con las cuales lidió, por lo

que se deberá trabajar constantemente en la relación y dinámicas consigo mismo, debido a

que sí se presenta traumado o agobiado es imposible que pueda ser útil dentro de este tipo

de situaciones.
Referencias

Benveniste, D. (2000). Intervención En Crisis Después De Grandes Desastres. Trópicos:

La Revista del Sociedad Psicoanalítica de Caracas, Vol. I.

También podría gustarte