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VIOLENCIA EN
LA ESCUELA
INTRODUCCIÓN
Este trabajo pretende dar una aproximación general a una de las problemáticas más
frecuentes de la realidad educativa actual. La violencia en la escuela preocupa y ocupa a
todos/as los/as integrantes de la comunidad escolar, y por lo tanto tiene resonancia en la
sociedad en su conjunto.
La elección del tema está dada por el alcance que ha tomado la violencia en todas sus
variantes. Particularmente la violencia en la escuela se ha expandido y la sociedad la ha
naturalizado, poniendo en riesgo cualquier intento de una convivencia saludable, y sobre todo,
afectando continuamente el aprendizaje de los estudiantes y la labor docente.
La bibliografía fue elegida con el propósito de obtener una mirada panóptica de este
fenómeno, en el que pretendimos “escuchar la voz” tanto de las/as alumnos/as como de
docentes y psicólogos/as estudiosos del mismo. La variedad de investigaciones encontradas al
abordar este trabajo demuestran el interés creciente que surge de este fenómeno y a su vez
permite elaborar una serie de distinciones que más adelante detallaremos.
Nosotros como estudiantes del profesorado en Historia, nos planteamos la
profundización del tema, para la consecuente reflexión y estudio. Proyectándonos hacia el futuro:
nos encontraremos con esta Escuela problematizada, a la cual intentamos llegar con el
conocimiento pertinente y contextualizado, y con respuestas orientadas a un compromiso ético
con el alumnado y la sociedad. Posicionándonos siempre desde el debate democrático y como
única vía de construcción de una sociedad basada en el respeto.
Origen del término violencia
La palabra violencia viene del adjetivo latino violentus: vis significa fuerza y lentus valor
continuo, es decir “el que continuamente usa la fuerza” verbalizándose en violare, “actuar
violento”. Este significado sugiere que la violencia es un mecanismo, y por tanto no forma parte
de la naturaleza humana, sino que es una elección, un modo de actuar. El comportamiento
agresivo es inherente a la condición humana (condición no naturaleza ya que no es está en
nuestros genes), en un grado primario que conduce algunas veces a la violencia. La agresividad
animal tiene un fin que es el de la supervivencia, mientras que la maldad, que sólo la realiza el
ser humano no tiene ninguna finalidad. Por lo tanto la violencia es un comportamiento que puede
ser adquirido y reproducido socialmente. La violencia puede ser incurrida de forma verbal, física,
psicológica y hasta económicamente.
Esta distinción tiene el propósito de identificar cada fenómeno en particular para poder
diagnosticar, analizar, reflexionar y dar un trato apropiado a estas problemáticas considerando
todo tipo fe factores, tanto institucionales como contextuales.
En las escuelas las manifestaciones más cotidianas son percibidas desde los docentes
como un desorden, inquietud del alumnado, no reconocimiento a la autoridad, agresividad ante
compañeros y docentes, o “mal comportamiento” en general, asociado a su falta de interés en el
aprendizaje. Se suele atribuir la causalidad de esta violencia en las faltas de la familia: ausencia
de hábitos y límites en la educación que viene “desde la casa” y un contexto familiar violento.
Los alumnos tienen una utilización mayor del cuerpo (empujones, golpes) pero también
el uso de expresiones verbales ofensivas. La violencia entre pares suele pasar inadvertida
(burlas, empujones, insultos), y como resultado se naturaliza y a veces se forman “patotas”, en
las que la agresividad los coloca en un lugar de idealización y respeto. A su vez en esta
experiencia surgen valores como la fraternidad, pactos de silencio, el aguante y la protección de
los integrantes del grupo frente a la inseguridad que es percibida en distintos contextos.
La forma más habitual de violencia propiamente dicha que viven los alumnos de las
escuelas por parte de sus compañeros son las amenazas de daño. Aproximadamente uno de
cada diez alumnos del ciclo básico dice haber vivido esta situación en el último año y en el ciclo
superior el porcentaje no supera el 5,9%. En ambos ciclos los golpes o lastimaduras son menos
frecuentes que las amenazas, mientras que el robo con uso de la fuerza es la menos frecuente
de todas estas formas de violencia. Los reportes de victimización disminuyen en el ciclo superior,
tal como muestra el gráfico Nº 9, manteniéndose en ambos ciclos la proporción de reporte de los
distintos tipos de hechos. (Sobre violencia en las escuelas, Relevamiento 2010)
Pero también los alumnos perciben la agresividad el medio que los rodea, edificios en
mal estado, falta de limpieza, gritos de los docentes, etc. Los jóvenes demandan un espacio de
bienestar en lo físico y psicológico. Se genera entonces un ambiente de rebelión y tensión que
posee efectos violentos, independientemente de la intencionalidad de violentar o no.
De esta forma, mientras los adultos ponen el acento en buscar las causas de la violencia
en la escuela en factores ajenos a esta (problemáticas sociales y familia), el alumnado pone en
evidencia las fallas e incapacidades de los adultos.
Percepción de la violencia
Sí percibe violencia dentro del aula, hacia los docentes
8%
Las formas de intervención de las escuelas hoy resultan insuficientes. Los llamados de
atención, redacción de actas, llamados a los padres (que muchas veces no concurren), o en
casos extremos suspensiones, no conducen a una reflexión sobre los actos y la autoridad del
docente se encuentra menoscabada. El rol del Preceptor no cubre las expectativas de docentes
y directivos frente al crecimiento constante de comportamientos de indiferencia frente a las
normas por parte de los alumnos.
Aún así, el relevamiento sobre violencia en las escuelas señala que mediante la
intervención docente en los conflictos, se reduce a la mitad el mal comportamiento. “Las
situaciones de violencia propiamente dicha entre compañeros también se reduce
significativamente cuando hay intervención docente; otro tanto ocurre con los casos en los que
los alumnos dicen haber sufrido violencia por parte de los adultos de la escuela: prácticamente
son inexistentes cuando los docentes están atentos ante los problemas de convivencia”. (Sobre
violencia en las escuelas, Relevamiento 2010)
Conclusión
encuentro y reflexión donde circule un diálogo que permita dar cuenta de las problemáticas
particulares que atentan a la institución, las normativas que rigen deben ser revisadas para
bajo la reglamentación.
Los resultados de este trabajo demuestran una creciente preocupación por parte de las
escuelas, dentro de las cuales, existen distintas miradas sobre la violencia que no fueron tenidas
en cuenta. Creemos que una convivencia saludable es posible, mediante el fortalecimiento de los
lazos sociales y la predisposición a la escucha activa especialmente hacia los jóvenes. Resulta
Más allá de las dificultades la escuela sigue siendo un lugar privilegiado para potenciar
escuela como docentes posicionados desde el respeto por las diferencias y con la intención de
mirar las circunstancias psico-sociales que conducen a la violencia. Creemos que esta posición
nos conducirá a una reconstrucción del valor de aprendizaje que parece estar cada vez menos
Gil Moreno, María del Carmen. Aprender a vivir juntos. Ed. Facultad de
Sapiens.
Diccionario Etimológico.