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A finales del año 2015 estando bajo la tutela de Hugo Rosales en la cátedra de
composición, escribí una obra en 4 movimientos para cuarteto de saxofones
estrenada por el cuarteto Foris Ensemble integrado (en 2015) por Adrián Sánchez,
Abigaíl Piña, Jason Chávez, y Juan Diego Cruz, todos alumnos de la facultad de
música de la UNAM. Al único que tenía el gusto y placer de conocer era a Adrián
Sánchez, para quien pretendía escribir la obra; en una conversación con él al
respecto de su disponibilidad, gustos, ideas y demás, me mencionó lo bien que se
sentía trabajando con su casi recién formado cuarteto, y sugirió a modo de pregunta:
“¿Por qué no la escribes mejor para el cuarteto?”
Conocí a los demás integrantes del cuarteto, todos músicos dedicados, altamente
profesionales, y “musicalmente compatibles” aunque pertenecientes a distintas
generaciones; además todos ellos estuvieron dispuestos a estrenarlo en el recital
rutinario de final de semestre del maestro Rosales.
Después del estreno, Jason Chávez, el intérprete del saxofón barítono se acercó a
mí, me compartió su gusto por la pieza y me sugirió escribir una obra para saxofón
alto que pudiera presentar en su examen práctico de titulación. Acepté
inmediatamente sin que significara recibir honorarios de su parte aunque el insistiera
varias veces, acordamos entonces que la presentara también en mi concierto de
titulación cuando éste llegara y sería el trueque intelectual-laboral perfecto.
Comencé a escribir la obra para saxofón y piano, pensando que yo podría interpretar
la parte de piano en al menos las dos ocasiones acordadas. Me encontré con un
límite: no me alcanzaban las manos ni los dedos para alcanzar las 3 líneas
melódicas que imaginaba, fue cuando decidí incorporar el bajo eléctrico; la nota más
grave de la pieza es un Si bemol índice 0 en el índice registral internacional o índice
registral científico (1 en el sistema de Helmholtz, usado todavía en México) por lo
que requería un bajo de 5 cuerdas, al que su quinta cuerda habría que bajar medio
tono. Después vino la idea de agregar las percusiones, que jugarían después un
papel primordial en la pieza, tanto musical, conceptual e interpretativamente.
Saxofón Alto
Percusiones
Piano
C. 54 y 55
Durante el tiempo que la obra fue escrita, los sucesos en mi vida personal fueron
de lo más luminoso a lo más obscuro, sin caer en detalles, la creación de esta obra
era parte de un aspecto positivo en mi vida, mientras que los hechos en la vida diaria
privada resultaban difíciles y/o negativos; quería seguir componiendo pero no tenía
ganas de componer. Esta fue la paradoja que me hizo interesarme en el concepto
e intentar llevarlo a la misma música que no evolucionaba aunque el deseo existiera,
debido a mi desidia.
Ningún momento en la pieza pretende ser un reflejo ni una interpretación fiel de las
paradojas emocionales, intelectuales o sociales en las que me vi envuelto; el
escucha es absolutamente libre de interpretar las propias.
Hasta el día de hoy, la paradoja o antilogía representa uno de los roles principales
en la filosofía; una de los ejemplos más famosos es el de las paradojas de Zenón
de Elea (490-430 a.C.), filósofo griego y discípulo de Parménides, planteó 40
paradojas relativas al tiempo, el espacio y el movimiento según Proco, pero se
conservan nueve o diez en la Física de Aristóteles.
1
McKeon, B. (2006) p.1
2
Ib.
3
Ib.
Pero Brian Michael McKeon escribe que “las paradojas de Zenón son falsas”4, ya que
se rompe la paradoja cada vez que un objeto en movimiento alcance y rebase a otro
con movimiento más lento. Siendo esto un problema primordialmente filosófico, las
paradojas son comunes en matemáticas (números imaginarios), en psicología
(amor-odio) y otras ciencias.
4
Id. (2)
5
Id. (17)
6
Ibid.
7
Adorno, T. Sobre la música popular
en toda su amplitud) es más fácil encontrar ejemplos de música digna de
revolucionar ideas y romper o cambiar paradigmas, idea a la que aspira la “ música
verdaderamente buena”8; lo cual no quiere decir que en la música “popular” (también
ampliamente) no existan este tipo de evidencias.
“Ahí tienes las sinfonías más magníficas de Mozart y Bruckner, música por la que pasarías
por fuego, por el otro lado realmente disfrutas a Richard Strauss […] sin embargo ninguno
de éstos tiene el efecto fantástico ante uno como una banda de jazz. […] (Al escuchar jazz)
mi pulso se acelera, la punta mis pies comienzan a golpear el piso asiduamente, mis oídos
se levantan en un esfuerzo por “cachar” todos los puntos finos en la música”9.
Y porque estos dos “mundos” son las más grandes influencias en mi persona, en
Aporías pretendo fusionar ambos con la intención de equilibrarlos y equipararlos en
un resultado musical equilibrado y coherente.
Como recursos que se podrían clasificar como “jazzísticos” hay acordes extendidos,
híbridos, y construidos por 4as o 2as (clústeres), tanto en el piano como en la
armonía general, la improvisación en algún momento en todos los instrumentos
(para el bajo eléctrico esto sucede en la sección F), y el uso de ritmos sincopados
(una de las bases del jazz aunque no exclusivo de este) por ejemplo.
8
Ib.
9
Bolton, J. (2007) p. 26
C. 17-22
C. 267
C. 313-321
Además, la primera parte (A-K) tiene un carácter frenético que se contrapone con
uno tranquilo desde su concepción, pero llegado el momento de concebir toda una
“segunda mitad” (L-T) de la pieza, una idea también paradójica surgió: ¿Qué tal que
el límite de la sensación de frenesí se expande en cuanto experimentamos?, por
ejemplo, cuando cualquiera se siente ansioso y desesperado creyendo que no
puede sentir más de aquello, pero algo puede suceder en todo momento que lo lleve
a descubrir un nuevo nivel de ansiedad y desesperación, o viceversa, la sensación
de placer o plenitud aparente, y descubrir un nuevo placer y tal vez una nueva
concepción de sentirse “pleno”. Luego entonces, si la salida de la primera parte se
siente frenética, la entrada de la segunda tendrá que serlo aún más, y además ser
notoriamente contrastante.
La idea de agregar percusiones surgió durante una clase con el maestro Rosales,
mientras escuchábamos una maqueta de audio de la obra hecha por computadora,
golpeaba levemente el piso y sobre la mesa siguiendo la partitura con los
instrumentos ya escritos, el maestro Rosales tuvo el reflejo de hacer lo mismo y
sugirió que agregara percusiones al ensamble.
Escribí entonces el principio de una parte para bongos, la cual cada que la concebía
o la tocaba cambiaba a modo de variaciones, o dependiendo la perspectiva, a modo
de jazz o percusionista de música popular. Esto derivó en la escritura de patrones
a los que el percusionista debe guiarse y apoyar a guiar al resto de intérpretes. En
las secciones H-K donde el resultado textural debe ser “ambiental”, en total
oposición al primer tema, que debe ser preciso y en más de alguna ocasión al
unísono entre los 4 músicos, surgió la idea de utilizar una red de canicas que fuera
vaciada en un florero de cristal a modo de palo de lluvia; le sugerí la idea al
percusionista con quien decidí estrenar la obra, y como él no tenía un florero ni
canicas, sugirió una pecera y unos puñados de monedas de diferente tamaño,
material y peso.
Mis expectativas fueron superadas, y una vez que los patrones obligados fueron
entendidos no solo por el percusionista, sino por el saxofón, bajo y piano, la libertad
fue absoluta. Decidí dejar sólo los patrones necesarios a la percusión para que el
resultado del ensamble fuera lo más satisfactorio posible. Son mínimamente
requeridos dos distintos timbres, uno agudo y uno grave, y se sugiere el uso de
palo de lluvia o similar para los momentos texturales.
C. 1-10
Por último haré referencia a la limitación que tiene la escritura musical tradicional,
que forma la mayor parte de la composición musical tradicional y las bases de la
contemporánea. Mientras se pidan sonidos afinados o golpes percutidos específicos
la escritura es la mejor (o única) forma de lograr la total comprensión para quien lo
ejecuta, aún si no existe la posibilidad de comunicación con el compositor, la
información es precisa, suficientemente clara y concisa.
“La notación musical es uno de los mayores logros. Permanecer ignorante de esta tradición
lo priva a uno de una participación plena en sociedad que se dice a sí misma occidental”.10
10
Jorgensen, E. cfr. Erickson, D. (2005) p.123
11
Erickson, D. (2005) pp. 36-37
Bibliografía.
Bland, R. (2011) An exploration of the use of jazz and classical music to support focus,
creativity & quality of writing in first grade. New Jersey, William Paterson University.
Erickson, D. (2005) Language, ineffability and paradox in music philosophy. Ottawa, Simon
Fraser University.
McKeon, Brian. (2006) The hobgoblin of little minds: How the psychology of contradiction
explains the cyclic nature of philosophy. New York, State University of New York.