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El interés del hombre por la verdad

Por: Emmanuel Martínez Sáenz

En la filosofía, todo filósofo en sus reflexiones ha buscado llegar, o al menos


acercarse, a la verdad. Esta búsqueda es consecuencia de una inclinación connatural al
hombre a conocer la verdad. Por ello, este texto versará sobre: el interés del hombre por
la verdad. Para esto, primero se analizará el término interés y luego el de verdad.
Seguidamente se desarrollará el interés del hombre por la verdad. Y, por último, a modo
de apéndice, también, se tratará sobre el interés del hombre por comunicar la verdad.

Antes de abordar el tema del interés por la verdad, es necesario esclarecer el


término “interés”. Lo primero a tener en cuenta es la definición de la palabra interés.
Ella es una actividad anímica de los seres racionales que causan una inclinación hacia
algo. Se afirma su exclusividad a los seres raciones porque “(…) en sí mismo el interés,
además de ser inteligible, implica una actividad intelectiva y tiene de esta manera un
carácter intelectivo”[1]. En cambio, en los seres irracionales sólo se le aplica este
término de manera metafórica, ya que sus “intereses” tienen un matiz puramente
sensitivo. Otro aspecto importante del interés es que es un acto de todo el sujeto y no
sólo de sus facultades intelectivas. No es la inteligencia la que tiene interés por algo, ni
tampoco la voluntad; sino, es a todo el sujeto, con todas sus facultades.

Ahora conviene centrarnos en el término "verdad”, para así ampliar un poco el


panorama. Primero se ha distinguir la verdad ontológica, lógica y práctica. La verdad
ontológica hace referencia a la inteligibilidad de todo ente; es decir, la capacidad del
ente de ser conocido por un intelecto. La verdad lógica hace referencia a la adecuación
del sujeto cognoscente al sujeto cognoscible (cabe agregar que este tipo de verdad
presupone la verdad lógica). La verdad práctica consiste en la adecuación de la razón
práctica con el apetito recto; en otras palabras, la conformación con las virtudes
morales. En este texto cuando se habla de interés por la verdad, se refiere a estos tres
tipos de verdad.

Después de haber examinado los términos “interés” y “verdad” corresponde


ahora unirlos y examinarlos. El interés del hombre por la verdad es una inclinación
natural fundada en el entendimiento de la persona. Por esto, Aristóteles afirmó que
todos los hombres tienden por naturaleza a conocer. En este afán del hombre por
conocer, el ser humano busca sólo aquello que se le presenta como bueno y verdadero.
Una prueba de ello es la aversión del hombre hacia lo falso, hacia lo erróneo. Por ello,
“(…) una innata tendencia humana a conocer la verdad se pone de manifiesto en el
análisis de la conciencia del error”[2].  En este sentido, San Agustín expreso lo
siguiente: “He conocido a muchos hombres que querían engañar, pero a ninguno que
quisiera ser engañado”.

Por otro parte, el hombre, también, posee un interés por comunicar la verdad,
pues el bien, y, por tanto, la verdad, metafísicamente hablando, tiende por naturaleza a
ser expansivo, a ser comunicable. Fue Pseudo Dionisio quien aseguró: bonum est
diffusivum sui, lo bueno de suyo es difusivo. Esto manifiesta un carácter intersubjetivo
de la verdad, puesto que ella es manifestada a otro de su misma condición. Ante esta
realidad, surge la pregunta: ¿Existe algún tipo de verdad que no pueda ser comunicada?
Frente a tal pregunta se debe recordar que todo ente es inteligible, por lo tanto, toda la
realidad es cognoscible. Si esto es así significa que sí se puede comunicarla, pues puede
ser captada por el intelecto; y así como es captada puede ser dada a otro. Llegado a este
punto, es importante señalar que la verdad al ser transmitida no sólo se sirve del
lenguaje o de la pluma, también se puede usar otros medios. Las verdades éticas, por
ejemplo, pueden ser transmitidas a través de la vida misma, con aquellos
comportamientos buenos y dignos de imitar.

En resumen, para hablar del interés por la verdad se debe examinar cada término
por separado. El interés es una inclinación propia de los seres racionales, pues necesita
de las facultades intelectivas. La verdad puede ser vista desde tres perspectivas
diferentes, desde la metafísica, desde la lógica y desde la moral. Por otro lado, el interés
por la verdad es una inclinación innata en el hombre y ello se manifiesta en la aversión
del hombre hacia lo erróneo. Asimismo, el hombre posee, también, un interés por
comunicar la verdad, puesto que aquello que es bueno, y por tanto verdadero, es
difusivo.

[1] MILLÁN-PUELLES A., El interés por la verdad, Madrid, Rialp, 1997, pág. 24.
[2] MILLÁN-PUELLES A., El interés por la verdad, Madrid, Rialp, 1997, pág.72.

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