Documentos de Académico
Documentos de Profesional
Documentos de Cultura
fuerte
rubor.
En cuanto me calmé un poco, levanté la
hostia.
Había mucha emoción en las personas presentes, pero todo se produjo en una atmósfera de
profunda concentración y viviente participación.
Mientras bajaba mi hostia esparcida de sangre, en la patena vi otras dos grandes hostias,
como la Madre de la Eucaristía dirá más tarde, que se habían rescatado de la profanación y
traídas al taumatúrgico lugar, porque "el obispo, la vidente y los miembros de la comunidad
aman muchísimo a la Eucaristía y además están listos a dar su vida para defenderla".
Después de haber dicho la redacción de la consagración del vino y haber alzado el cáliz,
tomé la patena que contenía la hostia esparcida de sangre consagrada por mí y las otras dos
hostias rescatadas de la profanación y la pasé entre las bancas de la iglesia, de manera que
las personas presentes pudieran verlas de cerca, verificaran la veracidad del hecho, olieran
el aroma que la hostia esparcida de sangre emitió, para dar testimonio en el futuro del gran
milagro Eucarístico ocurrido.
Cuando hacía el "fragmento del pan," la sangre continuó cayendo ante los ojos de las
personas presentes. Aun cuando con pesar tenía que consumir la hostia esparcida de sangre,
como esta prescrito por las normas 113-116 del capítulo 4to. de las instrucciones para la
celebración de la Santa Misa contenidas en el libro de la Misa.
Recibiendo la Sagrada Comunión he disfrutado el dulce sabor de la sangre de Jesús y sentí
un fuerte calor y un intenso aroma que invadió mi ser.
Con este último gran milagro Eucarístico Dios puso su sello sobre todos los milagros
previos que fueron negados por los grandes hombres de la Iglesia, que demandaron saber el
nombre del sacerdote que había consagrado las hostias que Jesús, Nuestra Señora, los
santos y los ángeles trajeron al taumatúrgico lugar, incluso las numerosas hostias que
vertieron sangre.
Como Juan vio la sangre y el agua salir del pecho traspasado de Jesús, yo, obispo ordenado
por Dios, la vidente Marisa Rossi y muchas otras personas vieron la sangre salir de la hostia
consagrada por mi y nosotros podemos repetir con el apóstol: "El que lo vio ha dado
testimonio de ello, y su testimonio es verídico. Él sabe que dice la verdad, para que también
ustedes crean". (Juan 19,37)