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Autobiografía Escolar Sin Análisis 2
Autobiografía Escolar Sin Análisis 2
De repente, debo hacer una mirada hacia mi pasado para recorrer algunas
experiencias de mi trayectoria escolar. Debo reconocer que al principio me
costó, porque hay muchas o quizás no tantas que realmente sean
significativas.
Elijo estos tres momentos. Probablemente me deciden los recuerdos que aún,
después de tanto tiempo, siguen generando sentimientos. Empecemos.
Dulce niñez
Sonrío al recordar mi paso por la escuela primaria, ¡son tan lindos los
recuerdos de esa etapa! Lo primero en lo que pienso es en el hermosísimo
grupo de compañeros y compañeras que tenía, nos llevábamos muy bien
todos, ya que, al vivir en un pueblo pequeño, nuestros padres se conocían
mucho y hasta algunos de ellos eran amigos; por ejemplo, mi mamá era amiga
de la mamá de mi mejor amiga en ese momento, e incluso trabajaban juntas,
entonces compartíamos mucho más allá de la escuela.
En referencia a la escuela puedo decir que era acogedora, el patio para jugar
era grande, las aulas siempre decoradas con láminas o guirnaldas y en relación
a las maestras la mayoría eran dulces; se comportaban como las típicas
maestras-mamá que nos daban un abrazo y nos brindaban un poco más de
atención en esos días en los que quedarse en la escuela no resultaba nada
fácil. Cursando cuarto grado, recuerdo una situación en particular; resulta que a
nuestra seño se le ocurrió ponernos una cinta en la boca a todos para evitar
que habláramos en la prueba, de matemática si mal no recuerdo, nada común,
por cierto, pero puedo decir que más de uno de mis compañeros salió llorando
ese día de la escuela y fueron varios los padres que luego se acercaron al
establecimiento a quejarse ante la situación atípica que había llevado a cabo la
maestra a la hora de tomar examen. En mi caso, llegué a mi casa y lo conté
como algo nuevo que había pasado en el aula, no me dio miedo, pero si sentí
incomodidad y nervios ante la situación, pero hoy a decir verdad la recuerdo
con mucha gracia.
Por esas cosas de la vida, y de los adultos, cuando debí cursar tercer año de la
secundaria, me mudé a vivir a Villa de Soto con mi papá y su pareja, y por
consiguiente, cambié de escuela; antes de esto vivía en San Carlos Minas con
mi mamá y mis dos hermanos. Este sí que fue el gran cambio en mi vida; por
un lado, tenía que adaptarme a mi nueva familia, a su forma de vivir y sus
costumbres y por el otro, a una nueva escuela.
A pesar de esto, al pasar los días ya todo fue mejorando, había entablado
amistad con algunas compañeras, y algunas de ellas hoy siguen siendo mis
amigas, conocía a todos los profesores y directivos, me estaba adaptando a la
exigencia de los contenidos, y podía ver que la enseñanza era más exigente y
mucho más complejo lo que tenía que estudiar en la nueva escuela que en la
anterior, incluso las especialidades eran muy distintas. La escuela de San
Carlos, el Ipem 109 Jerónimo Luis de Cabrera, tenía como especialidad
Turismo, y en el José Manuel Estrada, en ese momento, era Contabilidad.
Sin dudas, moviliza el recordar y traer a la memoria estos momentos que con el
correr del tiempo no estaban vigentes, pero también puedo decir que muy fue
gratificante volver atrás y revivir estas hermosas experiencias significativas.