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Entrevista Lowen
Entrevista Lowen
*
Traducción realizada por Luis Gonçalvez.
estaba tan fascinado con él, que esta fascinación continuó a lo largo del curso.
Reich ponía mucho énfasis sobre la sexualidad como uno de los factores
principales de la personalidad, pero esto no se desarrolló en el curso. Cuando el
mismo terminó estaba convencido de que Reich tenía mucho para ofrecerme. Y
entonces continué mi contacto con él. Reich hablaba sobre sus ideas, ideas
sexuales, y de su deseo de llevar estas ideas sexuales a las personas de EEUU.
Le ayudé a hacer algunos contactos para promoverlas pero no se pudieron
desarrollar. En ese tiempo aumentó mi apreciación de la dedicación de Reich al
bienestar humano y su claro entendimiento del asunto. Al final no había nada
desarrollado, y dos años después de finalizado el curso, continuaba muy
próximo a Reich y él entonces me dijo: “Lowen, si Ud. está interesado en este
trabajo tiene que hacer terapia conmigo”. Comencé la terapia con Reich en
1942 e hice terapia por tres años.
Dr. Lowen, ¿podría hablar un poco más sobre las ideas de Reich
y como éstas influyeron en su trabajo?
Sí. Déjeme describirle la primera sesión de terapia que tuve con Reich en
1942. Me pidió que me acostara en el diván. Yo estaba desnudo y él me dice:
“Lowen, respire”. Respirar es un aspecto fundamental de la Terapia Reichiana.
Esto surgió de una experiencia que tuvo como psicoanalista, al observar que
uno de los pacientes que estaba analizando recostado en el diván (con Reich
sentado detrás de él), paró su asociación libre. Percibiendo que el paciente
había parado de respirar, y en vez de incentivar la continuación de la
comunicación a través de la palabra, Reich le dice: “Ud. está conteniendo su
respiración”. Cuando la persona comenzó a respirar profundamente, varias
emociones surgieron: se entristeció, comenzó a llorar, etc. Reich percibió que el
mecanismo de represión tenía que ver con la respiración contenida. Si Ud.
quiere hacer salir al paciente de ese estado de represión, hágalo conciente de
donde esto ocurrió en su infancia, y la mejor forma de hacerlo es animar al
paciente a respirar profundamente. Me acosté en el diván y Reich me dijo:
“Lowen, respire”, y yo respiré. Después de algunos minutos él me dijo: “Ud. no
está respirando” y yo le dije “Claro que estoy respirando”. Y él me dice: “Su
pecho no se está moviendo”. Cuando comencé a profundizar la respiración mi
pecho comenzó a moverse. Cuando respiraba más profundamente él me decía:
“Lowen, abra bien los ojos”. Hice lo que me pedía. No se cómo, sin percibir lo
que eso significaba para mí, di un grito que surgió de dentro de mí. Repetí la
experiencia y grité nuevamente. Y fue el fin de la primera sesión. En las
posteriores sesiones nos concentramos solamente en la respiración. Lo que
Reich entendía por respirar no era solamente hacer ejercicios respiratorios, sino
permitirse respirar espontáneamente para que se produzcan reacciones
involuntarias en el cuerpo. Respirar es involuntario: “lo que tenga que suceder,
déjelo suceder; entréguese a su cuerpo” , es lo que puedo decir hoy. Muchas
cosas interesantes sucedieron en aquel proceso. Tuve el sentimiento de que
estaba acostado en una cama mirando para arriba y viendo una imagen. En las
próximas sesiones este sentimiento se volvió cada vez más fuerte y un día,
mirando para arriba, vi la imagen del rostro de mi madre. Cuando vi aquella
imagen me sentí como un bebé llorando en su cochecito, tal vez con nueve
meses. Mi madre estaba haciendo las tareas de la casa y estaba molesta
porque yo estaba llorando. Ella vino y cuando vi esa expresión de molestia,
paré de llorar y me congelé. Aquel grito que di, en mi primera sesión con Reich,
era el grito que no di cuando tenía mueve meses, y mi madre me asustó
terriblemente. Fue una experiencia magnífica. Me mostró la potencia de
trabajar con el cuerpo. Luego, en el nivel corporal, sucedieron otras cosas
maravillosas. Tuve una experiencia en donde mi cuerpo comenzó a moverse
involuntariamente y quedé boca abajo, golpeando en la cama; todo sin
premeditar. Vi el rostro de mi padre y percibí que estaba pegándole a él,
porque le estaba retribuyendo sus golpes. Mi terapia con Reich continuó en esa
línea por aproximadamente dos años y medio, tres años. Al comienzo iba tres
veces por semana. Al final de todo esto sucedieron otras cosas. Hubo una
situación transferencial en donde sufro un colapso y comienzo a llorar
profundamente, contándole a Reich cuanto estaba buscando la figura de mi
padre. De aquel momento en adelante mi cuerpo se tornó más vivo, estaba casi
100% vivo, y experimenté sentimientos de alegría como nunca había tenido
antes. Al mismo tiempo la respiración se volvió más libre para la entrega. Las
ondas pasaban por mi cuerpo, mi pelvis se movía espontáneamente para
adelante en la espiración y para atrás en la inspiración, lo que me traía
sentimientos corporales agradables, sentimientos de alegría. Yo sabía que ese
era mi lugar. Terminé mi terapia con Reich en 1945 y entonces sabía que
quería ser un Terapeuta Reichiano. Estaba planeando ir a una escuela de
medicina en Suiza para recibirme y trabajar con más autoridad. En ese
momento Reich estaba trabajando con Análisis del Carácter.
Creo que las personas que están familiarizadas con el trabajo de Reich
saben que, en su juventud, era un político muy activo. Él fue miembro del
Partido Comunista. Creía que había mucha injusticia social y que la existencia
de la riqueza era la base de la causa de la neurosis. Reich quedó desilusionado
con el Partido Comunista cuando ellos no apoyaron su creencia de que los
asuntos sexuales eran más importantes que los asuntos económicos y terminó
abandonando el Partido Comunista. Pero Reich era un hombre con una
comprensión muy profunda del problema humano, es decir, de que el hombre
está fuera de contacto con su propia naturaleza. La única cosa que no era
buena es que él no sabía como llevar al hombre de vuelta a su naturaleza. E
intentando conseguir esto a través de sus ideas sobre energías especiales,
como el orgón, Reich confundió el problema básico, que es que el hombre está
fuera de contacto con su propia naturaleza, porque está en su cabeza y no en
su cuerpo. Así de simple. Cuando digo que está en su cabeza, quiero decir que
el hombre cree que todo lo que piensa es verdadero. La ciencia viene de los
hombres, de la comprensión intelectual del universo, basada en sus
experiencias, pero esto no tiene ninguna conexión con lo que las personas
sienten. Y esto tiene algo errado allí. Si nosotros, como parte del universo, no
podemos sentir lo que el universo realmente representa para nosotros, no va a
haber ninguna investigación científica que nos lleve a tomar contacto con la
verdad del universo, con nuestra propia verdad. Reich le dio mucha importancia
a la idea de que había descubierto la energía básica de la vida que él llamó
orgón. Él pensaba que, por el simple hecho de que las personas aceptaran esa
energía, la vida de ellas cambiaría. Y eso es muy ingenuo. Creo que todo el
abordaje de Reich es muy ingenuo a la luz de los problemas actuales. Insisto, el
problema es que el hombre está separado de la naturaleza, está separado de
su propio cuerpo, está separado de la comprensión de los procesos del
universo. Usted no puede probar ninguna de esas cosas desde una visión
científica. La Bioenergética está más allá de la ciencia, así como la propia vida y
el universo están más allá de la ciencia. La ciencia puede ver apenas algunos
aspectos de la vida: sus aspectos mecánicos. Por ejemplo, no existe ningún
instrumento científico, no existe nada en la medicina, que nos permita medir
cuánto amor una persona posee. Eso no existe. Los científicos, los médicos ni
siquiera entienden lo que es el amor. No hay nada en la ciencia que nos diga lo
que el sol hace por el alma humana. El error de Reich fue no quedarse
profundamente conectado con los problemas humanos básicos, con las
necesidades humanas. Lo que falla en esta cultura y hace que sea tan difícil
hacer terapia hoy, es que las personas están separadas de los sentimientos de
su propio cuerpo, separadas de sus sentimientos de la tierra, separadas del
universo. Estamos tan ocupados haciendo, haciendo cosas, haciendo dinero,
viviendo rápidamente, que estamos fuera de contacto con la realidad, con la
realidad de la propia vida, que es la realidad de lo que nosotros sentimos. Y
cuando paramos de sentir paramos de vivir. Si paramos de sentir, no hay amor
en nosotros, estamos en nuestra cabeza. La Bioenergética, por lo menos para
mí, representa el modo de ayudar a las personas a volver a sus propios
sentimientos como seres humanos, como una parte de la vida, como una parte
del universo, como una parte de la naturaleza, y no la idea egotista e insana de
que nosotros somos superiores a la naturaleza y podemos controlarla. Creo que
esas ideas egotistas del hombre nos llevan a la destrucción. La Bioenergética
coloca su fe en el proceso que está más allá de la mente humana, que el
hombre nunca entenderá. Como el hombre nunca va a poder entender al amor,
lo que es la vida a través de su intelecto, jamás entenderá cómo somos una
parte del todo que está a nuestro alrededor.