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14/5/2021 Facultad de Ciencias Sociales - Modernidad, Posmodernidad y Ciencia Álvaro Flores y Fiorella Mattaini

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Modernidad, Posmodernidad y Ciencia Álvaro


Flores y Fiorella Mattaini

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Álvaro Flores y Fiorella Mattaini. Docentes Escuela Superior Ciencias de la Salud. UNICEN

Año 2013.

Resumen: El presente artículo intenta situar las condiciones de producción de subjetividad y de


conocimiento en la modernidad y la posmodernidad. El problema de la ciencia y la medicina
respecto de la actualidad y en el contexto de los debates bioéticos.

Palabras Clave: modernidad, posmodernidad, ciencia, cuerpo, subjetividad, conocimiento,


derechos humanos, bioética.

Abstract: This article attempts to place the conditions of production of subjectivity and
knowledge in modernity and postmodernity. The problem of science and medicine regarding
the present and in the context of Bioethical debates.

Keywords: modernity, postmodernism, science, body, subjectivity, knowledge, human rights,


bioethics.

Modernidad/ Modernidad líquida/ Posmodernidad

La época actual ha recibido múltiples nombres, que aluden al énfasis en que cada rama
teórica, disciplina e incluso cada autor, ha optado por referirse según donde crea que está la
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característica principal o más signi cativa para denominarla. Aquí tomaremos solo dos de
esos términos. Uno quizás porque es el que más popularidad ha obtenido, bien simple y que
alude a que es una época que adviene luego de la modernidad, estamos hablando del término
POSMODERNIDAD. El otro, en realidad, sostiene la idea de que seguimos en la MODERNIDAD,
en tanto considera que las características principales y principios que ella enarboló persisten, y
que solo ha cambiado la consistencia (modernidad líquida, modernidad tardía o modernidad
re exiva).

Mientras que el período que va desde la Revolución Francesa (con la que se inauguran algunos
de los principios insignia de la modernidad: Fraternidad, Igualdad y Libertad) junto con la
Revolución Industrial (momento en que estos principios se cristalizan y toman su forma casi
de nitiva, impulsados por los reclamos obreros en función al aumento en la desigualdad social
y la precarización de las condiciones de vida) y hasta aproximadamente la Segunda Guerra
Mundial, se sostenía una solidez e incluso rigidez en sus instituciones principales (Estado,
Iglesia, Escuela, Familia), donde todos sabían qué tenían que hacer, qué esperar del otro y el
circuito que debían recorrer en la vida, la llamada MODERNIDAD LÍQUIDA implica justamente la
dilatación de estas instituciones y la relación entre ellas. El individuo librado a su suerte, pero
cada vez más atado a la necesidad de consumir por parte de un sistema que le impone reglas,
se vuelve cada vez más individualista. Si hoy nos jamos, los productos tecnológicos[1] no son
compartibles, la racionalidad de fondo es vender (segmentando al mercado en su unidad más
pequeña, el individuo). Aunque la promesa es estar conectado, siempre lo es a distancia. Por
ejemplo hay televisores inteligentes que permiten, mientras se ve televisión, estar en las redes
sociales, entonces, nos dicen que así estaremos más conectados con nuestros amigos, pero
no nos dicen que estaremos más absortos en la pantalla y más desconectados de quien
tenemos al lado. En esto radica una de las principales características de la posmodernidad: el
predominio de sistemas abstractos que tercerizan la experiencia cotidiana. Con esto aludimos
a fenómenos comunes en nuestra vida posmoderna, como cuando establecemos relaciones
con otras personas por medio de internet. Un medio técnico (en este caso las computadoras e
internet, pero también pueden ser los teléfonos móviles, y otras tecnologías de la
comunicación) se establece como el soporte para vincularnos con el otro. Pero esta
vinculación no se realiza en un tiempo y lugar comunes, cara a cara; por el contrario, la
experiencia se realiza en un espacio sin lugar[2] y en tiempos diferentes (ej: cuando chateamos
con alguien que vive en un lugar con otro uso horario, o uno deja un mensaje en un momento
que el otro no está, y este lo prosigue en otra hora, armando un sistema diferido, pero siempre
presente).

 Esquematizando un poco este recuadro permite visualizar de algún modo las características
de una época y la otra.

MODERNIDAD POSMODERNIDAD

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·         Estado Nación, Escuela, Familia ·         Mercado

·         Tiempo encadenado, sólido ·         Instante, reemplazo, uidez.

·         Territorios Naciones ·         Islas, conexiones WEB, tecnologías de la comunicación,

Globalización.
·         Cuerpo Máquina, Biológico, Orgánico, Fuerza de trabajo.

·         Cuerpo Super cie, Imagen, Transformable.


·         Subjetividad integrada, Identidad

·         Subjetividad desmembrada, vínculos líquidos, por


·         Vínculos sólidos, duración en el tiempo.
instante.
·         Ciudadano
·         Consumidor
·         Verdad absoluta. Imperativos categóricos.
·         Verdad como construcción discursiva socio-histórica.
·         Modelo cientí co positivista. Certeza y jeza.
·         Modelo cientí co basado en la incertidumbre, sistemas

abiertos y complejos.

Quisiéramos aclarar que de ningún modo esto es exhaustivo, y que podríamos hacer este
contrapunto con mil dimensiones de nuestra existencia, pasando por los sentimientos
preponderantes, las enfermedades físicas y psíquicas, la iglesia, la ciencia, la escuela, el
deporte, el trabajo, etc.

La modernidad ha estado caracterizada por la idea de que la Razón del hombre permitiría el
desarrollo de la especie humana en su mejor potencialidad, se basaba en la idea de justicia e
igualdad. En este sentido los Estados Nacionales cumplían la función de regular y ordenar el
conjunto de las relaciones sociales, construyendo de este modo un tipo subjetivo que es el
ciudadano, esto implica un sujeto que se concibe con derechos y obligaciones para con la
sociedad, entendiendo las serie de pasos o recorridos que hacer para crecer, con ando en que
las instituciones son garantía de que ese recorrido sea fructuoso, solo debe trabajar y estudiar
con esfuerzo y respetando las normas sociales. La ciencia es el elemento clave del progreso,
donde se construye un método cientí co que persigue la “objetividad”, buscando las reglas de
funcionamiento del universo, la verdad, tomando como paradigma la naturaleza con un modelo
mecánico, momento de los grandes relatos que pretenden abarcar la totalidad de la existencia
del hombre.

Tomando la razón como paradigma e instrumento de crecimiento, el cuerpo se transforma en


un envase, su valor está en la industria donde la fuerza de trabajo ocupa un lugar principal. De
este modo, y junto con Descartes se escinde mente/cuerpo, en un sentido diverso al que tenía
en la Edad Media, el cuerpo deja de ser el continente del alma y el lugar del pecado, para ser, a
través del trabajo cognoscente de la mente, fuente de verdad y donde encontrar la lógica del
funcionamiento, de allí surgirán múltiples metáforas que se trasladaran a todas las disciplinas
y que recorrerán los últimos siglos. De este modo comienzan a crearse muchas disciplinas
para estudiar la experiencia humana. Persiguiendo el paradigma cientí co, el esquema con el

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que se piensa es naturalista y biologicista, concibiendo que la garantía está en que es la


naturaleza humana, liberada, por la razón, del oscurantismo religioso, la que permitirá llegar a
la verdad de las cosas y llevar al hombre hasta el in nito. Es así prácticamente hasta el siglo
XX, donde empiezan a aparecer formas e ideas diferentes, en un tiempo de guerras y cambios
en lo socio-político que a mediados- nes de siglo darán origen a la posmodernidad, o
capitalismo tardío o modernidad líquida.

Si bien hubo diversos autores que criticaban el status quo de la sociedad moderna, algunos
poniendo de relieve que la producción del mundo no era una cuestión natural, sino estructuras,
o superestructuras culturales, sociales y económicas[3], persistía en ellos una lógica de
progresismo, incluso concibiendo este momento histórico como dando origen a otro más
justo.

Sin embargo eso aun no ha ocurrido y nos encontramos con una desrealización[4] (Lewkowicz)
de los estados-nación, esto signi ca que aquellas instituciones que regulaban la vida y le
otorgaban un sentido, pierden la potencia justamente para eso, comienza la era del sin sentido,
de un estar perdido, abrumado por los múltiples estímulos que provienen del mundo, en
ocasiones no pudiendo decodi car el mensaje, recibiendo un sentido cerrado que apunta al
“consuma ya, satisfacción garantizada”, pero que en cuanto se adquiere o compra ese objeto
aparece en algún medio de difusión la última versión, esta sí, que garantizara la satisfacción.
Quien comienza a ser el articulador, o donador de sentido de la vida contemporánea es el
mercado con los Mass Media, pero estos no proponen en su esquema un vínculo entre los
consumidores, sino de cada consumidor con el objeto que provee el mercado. Vínculos
unilaterales, transitorios, espontáneos, acotados, utilitarios (la lógica del zapping).

Lo que en algún momento de mediados de siglo pasado signi co la liberación (podríamos citar
muchos movimientos: feministas, gays, hippismo, etc.), y efectivamente lo fue, no estamos con
esto desmereciendo lo que tuvieron de potentes esos reclamos, hoy es la deriva absoluta,
angustia existencial, insatisfacción permanente, búsqueda incansable sin saber a quién
reprocharle, porque el mercado no responde, entonces se le reclama al kiosquero, médico,
psicólogo, cajero por lo que anda mal, o no hace efecto. En el libro “Un mundo feliz” de Aldous
Huxley, se relata como en una sociedad que ordena y exige la felicidad, quien no puede o no
quiere someterse, sufre profundamente por no poder pertenecer, buscando a su vez el
reconocimiento, lo que conlleva una intensa desdicha. De esta manera podemos sumar a las
características de la posmodernidad antes mencionadas (resaltando la idea de mercado) la de
generar permanentes contradicciones: el pasaje de roles, de ciudadano a individuo[5] libre pero
cada vez más atado al consumo; los Premios Nobel de la Paz que autorizan bombardeos; una
ciencia que puede llegar a la luna pero que no cura enfermedades, las croni ca y saca rédito de
esto; un sistema productivo que es capaz de producir mercancías a escalas planetarias pero
que se nutre de la miseria y destrucción de los ecosistemas; un sistema que condena las

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adicciones pero las demanda; un mundo donde se amplían las posibilidades y también los
riesgos.

Es así que el tiempo en la posmodernidad es del instante, por sustitución. Lewkowicz plantea
que en la modernidad a un tiempo 1, le sucedía un 2, y un 3, mientras que en la posmodernidad
siempre es tiempo 1, que se actualiza borrando sin rastro lo que estaba antes, cualquiera
puede imaginar escenas constantes de lo cotidiano que ejempli quen esto, piensen en todas
aquellas mas invisibles pero que persiguen la misma lógica.

De este modo, se crea una subjetividad consumidora, que no construye una historia e
identidad por re-signi cación o construcción experiencial de lo vivido, sino que está en la
búsqueda constante de conexiones que le garanticen algo de esa felicidad perdida, que se cree
que alguna vez se tuvo. El individuo posmoderno encuentra placer no ya cuando tiene un
objeto, lo posee. Su sentido no radica en su utilidad o funcionalidad: el placer ha sido
modelado y condicionado al acto mismo de comprar. Esto da lugar a fenómenos como los que
podemos ver cuando la gente que compra compulsivamente, volviendo a comprar sin haber
abierto los paquetes de la compra anterior. O al consumo abstracto: las personas que no tienen
posibilidad de acceder a los bienes que el sistema impone como deseables, los consume por
medio de la visión a través de internet o circulando por supermercados y vidrieras sin comprar
materialmente nada pero observándolos una y otra vez.

El cuerpo dentro de este esquema tiene dos puntos, por un lado representa ese límite y ese
contenido sufriente, aquello que estorba, molesta. Por otro lado, es la carta de presentación, es
aquello que nos nombra y es por estos dos sentidos que asistimos a una suerte de
transformación constante del cuerpo, en su dimensión de imagen-super cie, sobre él se hacen
múltiples modi caciones, aun a costa de daños en el interior del mismo. Es así como vemos la
cantidad de ofertas en cirugías plásticas para hombres y mujeres, bajo la premisa de “Siempre
joven”, tiranía de la imagen perfecta, inmóvil, siempre agradable y con una sonrisa,
acompasando esto, la cantidad de publicidades ofreciendo productos mesías para detener el
tiempo, congelarlo, o la obsesión en los gimnasios y las dietas cero calorías.

En los tiempos de la modernidad, el cuerpo enfermaba en términos biológicos, y la mente


enfermaba por motivos psicológicos, aunque se concebían patologías mixtas, se podía
determinar con cierta claridad si el fenómeno corporal causaba el psíquico o a la inversa. Hoy
vemos que los médicos cada vez más reciben consultas sobre afecciones que más tarde o
más temprano revelan necesitar de un espacio terapéutico, por la implicancia psíquica de la
misma, y cada vez más los psicólogos recibimos pacientes por afecciones que se ligan al
cuerpo, que por las tradicionales enfermedades psíquicas. [6]

Solo una última aclaración, lo que hasta aquí se ha marcado como dos épocas separadas,
sucedidas cronológicamente una a la otra, no es más que un modo de recortar lo propio de

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cada una y lo que es preponderante en distintos tiempos históricos, pero hoy día subsisten
modos de la modernidad en la posmodernidad, incluso de la edad media. Que el estado-nación
esté en crisis y haya perdido potencia, o que el tipo subjetivo preponderante sea el consumidor
no signi ca que ya no haya ciudadanos. Incluso más, en el mundo globalizado, persisten tantas
formas diversas como naturalezas-cultura, tribus-pueblo (Najmanovich, 2009) existan, cada
una armando su propio hacer, construyendo un tipo subjetivo.

¿Y que pasó con la ciencia?

Siguiendo los desarrollos de Esther Díaz (2005), en su libro Posmodernidad, sostendremos que
el método cientí co y el modelo reinante de ciencia en la modernidad empieza a sufrir también
algunos embates, que empujan a que esta también se acerque a un cambio de paradigma, solo
que no deja sus núcleos duros y se percibe un escenario en donde por un lado se sigue
sosteniendo el ideal de verdad absoluta en algunas disciplinas, pero empezando a ser
reemplazado por la verdad de la técnica. La verdad de la técnica es ahora la capacidad de que
algo funcione, que sea posible en términos técnicos, lo que organiza el universo cientí co, le da
validez y de ese modo determina la verdad o no. En pocas palabras, algo se establece como
verdad solo porque es factible de realizarse técnicamente y no porque se posea el
conocimiento y la re exión (cientí ca y ética) sobre sus alcances y limitaciones.

Con los cambios sociopolíticos, pero también cientí cos de mediados de siglo XX, la ciencia
empieza a encontrarse con contradicciones y a perder potencia su discurso abarcador, entra en
crisis “el gran relato pierde credibilidad […]. Se conmueven leyes inmutables y deterministas
sobre las que la ciencia pretendió apoyarse, por una parte, y se deteriora su imagen de
salvadora absoluta de la sociedad, por la otra”. (ibid).

Pero este resquebrajamiento y crisis, introduce un movimiento que pretende restablecer el


orden que tenía la ciencia, virando, o apoyándose en la técnica, la tecnología como el nuevo
método cientí co que representa validez. “La técnica ocupa hoy el lugar que antes ocupaban
los grandes relatos, pero en otro sentido. Esos relatos intentaban legitimar según una legalidad
universal. En cambio, la técnica legitima “de hecho”, mediante la e ciencia” (Diaz, 2005 PAGINA
25).  Es decir que si funciona y es e caz, entonces es verdadero, tiene legitimidad cientí ca.

Habiéndose tornado el eje de la ciencia en la técnica, implicando esto una dependencia


económica de las investigaciones en función de lo que los inversores consideran rentable y
necesario en ese momento y para su economía, tomaremos la pregunta que se hace Esther
Diaz y que retomaremos en relación a otros temas en futuros textos. “La pretendida neutralidad
ética de la ciencia, defendida hoy por el desfalleciente neopositivismo y sus impotentes
defensores actuales (racionalistas y lósofos analíticos), se enfrenta a la siguiente disyuntiva:
¿Ciencia libre, al servicio de una investigación comprometida únicamente con la búsqueda de
la verdad, o ciencia dependiente de las inversiones económico-tecnológicas?”(Diaz, 2005

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PAGINA 19). Esta argumentación adolece de plantear una disyuntiva que hace parecer obvia la
respuesta, y que lejos de permitir pensar una alternativa ética y saludable, lo que propone es un
punto de vista que ya pereció, y que corresponde a la modernidad, o un punto de vista
posmoderno que cada vez se instala mas en la ciencia, la situación del mundo y de la ciencia
requieren otra respuesta, más ética, más local, menos utópica, menos tecnológica.

Bibliogra a.

Augé, M., (1992). Los no lugares. Ed. Gedisa.

Bauman, Z., (2000). Modernidad Liquida. Ed. Fondo de cultura económica.

De Certeau, M., (2000). La invención de lo cotidiano I. Nueva edición por Luce Giard. México.

Diaz, E., (2005). Posmodernidad. Biblos.

Fernández, A. M., (2008). Pensar los cuerpos: mas de un problema y Biopoliticas y potencias de
los cuerpos. En Lógicas Colectivas. Ed. Biblos. 2008.

Guiddens, A., (1995). Modernidad e identidad del Yo. Ed. Península.

Lewkowicz, I. El concepto de subjetividad. www.estudiolwz.com.ar

Lewkowicz, I. Subjetividad contemporánea: entre el consumo y la adicción.


www.estudiolwz.com.ar

Najmanovich D. El cuerpo del conocimiento, el conocimiento del cuerpo. (En cuadernos de


campo 7. Mayo 2009).

[1]             En general, todos los productos disponibles en el mercado. Desde ropa hasta
artículos electrónicos. Una muestra de esto es el teléfono, que pasó de comunicar lugares,
instituciones, familias a comunicar personas, individuos  (teléfono móvil). Otro ejemplo
práctico lo constituye el automóvil, ahora vendido para ser utilizado individualmente, que ha
desplazado al transporte público de pasajeros y la computadora personal.

[2]             Se puede ver esta distinción entre espacio y lugar en Augé (1992) y Certeau (1990).

[3]             Karl Marx, wilheim reich, cornelius castoriadis, Sigmund Freud.

[4]             Lewkowicz, Ignacio. Subjetividad Contemporánea: entre el consumo y la adicción.


www.estudiolwz.com

[5]             La individuación consta en transformar a la identidad como algo natural, “dado” que
hay que hacer, realizar, una actividad. Ver en Bauman, 2000.

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[6]             Quisiéramos  aclarar el nivel de simpli cación en donde no estamos marcando con la
precisión necesaria estas cuestiones, en parte porque requeriría de otra extensión, pero a su
vez porque está escrito para poder pensar algunas cuestiones y no se espera se tenga un
extenso conocimiento ni de la psicología ni de los modos de esta de entender la experiencia
humana.

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