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PRIMER PARCIAL
ESTRUCTURA ECONÓMICA MUNDIAL
TEMA 1
EL COMERCIO INTERNACIONAL
1. LOS HECHOS
Los productos primarios (excepto los productos de las industrias extractivas, p. e. combustibles)
han ido perdiendo peso en el total de las exportaciones mundiales, mientras que las manufac-
turas han ido ganándolo.
El comercio acentúa la competencia en los diferentes mercados, lo que obliga a las empresas
de cada país a reducir costes y precios, y a modificar con frecuencia las funciones de produc-
ción para incorporar nuevas tecnologías que afecten positivamente a costes y calidades.
Acuerdo multifibras: sistema negociado hasta ahora al margen del GATT que regula las impor-
taciones de productos y manufacturas textiles.
En 1947 se firmó el “Acuerdo General sobre Aranceles Aduaneros y Comercio” (GATT) para re-
ducir de forma multilateral la protección de sus mercados. El GATT no es una organización inter-
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nacional, sino un acuerdo intergubernamental, el cual aplica tres principios básicos para tratar
de eliminar las barreras al comercio:
El comercio internacional beneficia mucho más a los países desarrollados que a los no desarro-
llados; los aumentos de renta a escala mundial dan lugar a una demanda creciente de bienes
manufacturados y decreciente de productos primarios.
Las ventajas comparativas cambian al variar los recursos disponibles en cada país en especial
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el capital y la técnica.
La revolución informática hizo cambiar, desde mediados de los años 60, el panorama: los mer-
cados de capital empezaron a abarcar el mundo entero con centros de decisión muy separa-
dos entre sí. Las ventajas comparativas han experimentado cambios veloces y sustanciales, lo
que ha dado lugar a modificaciones importantes en los flujos comerciales, p. e. cuotas de ex-
portación de manufacturas de algunos países asiáticos. El cambio de ventajas comparativas
afecta al bienestar de las sociedades, puesto que el comercio afecta a la producción, la renta
y el empleo.
La importancia creciente del comercio internacional de servicios hace aparecer nuevos pro-
blemas de considerable envergadura
El comercio de servicios nunca había creado excesivos problemas; hasta la Ronda de Uruguay
del GATT (1986) no se había planteado la necesidad de incluirlo en las normas del Acuerdo. P.
e. los títulos académicos, pues la libertad de prestación internacional de servicios choca con los
intereses corporativos de los profesionales liberales de muchos países, lo que da lugar a presio-
nes proteccionistas de múltiple alcance.
EEUU desea que los mercados se liberalicen totalmente; la UE pone todo tipo de trabas al libre
intercambio, porque teme que su industria pueda ser barrida en sus propios mercados.
4. LA AMENAZA PROTECCIONISTA
Estos argumentos son empleados en el mundo desarrollado porque los grandes mercados
abiertos se encuentran en la OCDE, y porque los países subdesarrollados mantienen armazones
proteccionistas sin tener previamente que justificarlos.
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Las raíces del nuevo proteccionismo
Las fórmulas de protección no arancelaria soslayan de una u otra forma los acuerdos del GATT
para evitar reclamaciones, p. e. se aplican a determinados productos y afectan sólo a deter-
minados países.
Los efectos inmediatos se concentran sobre el sector protegido: la producción nacional, la ren-
ta y empleo aumentará. El consumo disminuirá, porque toda protección entraña un aumento
de los precios interiores por falta de competencia.
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5. LA RONDA URUGUAY
En la Ronda Uruguay (1986-1993) han concluido 3 vectores que representan la compleja situa-
ción por la que actualmente atraviesa el comercio internacional: las tendencias protectoras
generalizadas, la complejidad de los intercambios y la necesidad de mantener un sistema de
comercio, cuya desaparición podría producir un caos mundial. Todos los pactos acordados en
la ronda deberán ser refrendados por los 123 países intervinientes.
a) Todos los gobiernos son conscientes de los peligros que encierra la protección: bloquear
la cada vez más agudizada división internacional del trabajo constituiría un juego de su-
ma negativa, en el que todos saldrían perdiendo.
b) Por la inversión, tanto la efectuada por las grandes empresas multinacionales como por la
que emana de empresas nacionales, a la búsqueda de economías de escala. Ningún
gobierno quiere bloquear la inversión internacional.
c) Las diferencias de costes laborales van a acentuar en el futuro la fragmentación en los
procesos productivos, lo que reducirá las trabas al comercio acelerando la integración.
d) La necesidad de apoyar la transformación económica en países de la antigua órbita so-
viética, y aprovechar el dinamismo demostrado por la economía china. El bloque OCDE
tenderá a buscar un enderezamiento de tales economías.
Economías en transición: son, para los organismos internacionales, y especialmente para el FMI,
los antiguos países del Este europeo regidos entonces por gobiernos comunistas: URSS y países
satélites. Su paso de la planificación al mercado los convierte en economías de transición.
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TEMA 2
LA INTEGRACIÓN ECONÓMICA
1. LOS HECHOS
1. El Acuerdo de Libre Comercio de América del Norte (NAFTA), que firmado en 1992 pretende
constituir una zona de librecambio entre Canadá, EEUU y México.
2. El Mercado Común del Sur (MERCOSUR), desde 1991 pretende unir a Argentina, Brasil, Para-
guay y Uruguay.
3. El Mercado Común Europeo (MCE), desde 1958, formado por Alemania, Luxemburgo, Bélgi-
ca, Francia, Italia y Holanda. En 1992 el proyecto inicial se transformó en la Unión Europea
(UE). A su lado coexiste todavía la Asociación Europea de Librecambio (EFTA), zona de li-
brecambio formada en 1960 por G. B., Austria, Dinamarca, Noruega, Portugal, Suecia y
Suiza.
En 1992 ha surgido el Espacio Económico Europeo, en virtud del cual la UE y EFTA se comprometen
a crear una zona de librecambio conjunta, para productos industriales con elementos de integra-
ción adicional.
¿Qué es la integración económica? Consiste en eliminar de manera progresiva las fronteras eco-
nómicas de un país. Integración negativa: supone eliminar los obstáculos que separan las eco-
nomías, p. e. suprimir aranceles. Integración positiva: entrañan mecanismos de cooperación, p. e.
armonizar políticas macroeconómicas.
Razones de la integración
1. Ampliar los mercados, lo que permite una mayor división del trabajo en el seno del espacio
integrado y una mejor asignación de recursos reales y financieros.
2. Aumentar la competencia en el conjunto integrado, así la inversión se acelera y provoca
una revitalización.
3. Políticamente, las Comunidades Europeas se crearon para tratar de poner fin a los continuos
enfrentamientos y reforzar la zona frente a la amenaza soviética.
4. La NAFTA pretende facilitar el desarrollo mexicano para frenar la continua corriente emigra-
toria hacia EEUU y dar entrada al poderoso sector de servicios americano.
5. Se aumenta el peso político internacional del espacio integrado, en lugar de los países
miembros por separado.
Formas de integración
Las etapas no presentan perfiles nítidos. Existe un código de la integración en virtud del cual o
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bien el proceso se interrumpe porque algunos miembros son incapaces de soportar los costes que
entraña, o bien el proceso continúa en busca de una fase superior. El paso de un estadio a otro
ha de ser entendido y refrendado por una mayoría de los ciudadanos (1992 Tratado de Maastri-
cht, dando paso a la Unión Europea).
Inconvenientes de la integración
Los ganadores serán generalmente los sectores o empresas más competitivas del espacio
integrado, cuya diferencia se basará en los bajos costes salariales o la ventaja tecnológica.
La transmisión del ciclo es más rápida, y acentúa las crestas y valles de la actividad produc-
tiva, situación que planteará dificultades adicionales a las políticas económicas de los paí-
ses miembros.
Las políticas económicas nacionales tropezarán con más restricciones, porque se exigirá
una mayor armonización. El país más fuerte terminará por imponer sus criterios en determi-
nadas políticas.
El crecimiento tiende a polarizarse y la integración acentuará los desequilibrios regionales y
las disparidades sociales.
Habrá cesiones importantes de soberanía, lo que despertará reacciones nacionalistas y
complicará el proceso.
Los beneficios aparecerán a largo plazo, pero los costes a corto plazo.
Efectos de la integración
La Unión Aduanera crea comercio cuando la demanda de un bien pasa de un productor menos
eficaz a uno más eficaz por la desaparición de trabas. La desviación de comercio es el proceso al
revés, cuando la producción a menor coste pasa al productor de mayor coste. Es característico
la desaparición total de las barreras al comercio y la aparición de un único arancel exterior co-
mún.
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Pérdida de la política cambiaria, en tanto que instrumento de ajuste externo.
Pérdida de soberanía monetaria, al eliminar los impulsos autónomos que cada gobierno ha-
ce descansar en la política monetaria y al obligar a escoger un único grado de restricción-
expansión.
Fricciones sociales al utilizar una única moneda emitida por el banco central común.
3. LA INTEGRACIÓN EUROPEA
Es un proceso que se ha ido realizando por etapas, tanto en su dimensión horizontal (número de
miembros) como en la vertical (grado de integración de las economías).
No todos los gobiernos conciben la integración del mismo modo, especialmente en las fases últi-
mas, los ciclos económicos debilitan o impulsan la voluntad integradora, algunos acontecimientos
políticos resaltan las diferencias entre sus miembros y la falta de cohesión de sus políticas.
En 1957 se firma el Tratado de Roma, que da vida a la Comunidad Económica Europea (CEE):
a) Crear entre los 6 firmantes un Mercado Común, e. d., una unión aduanera acompañada de
4 libertades: de circulación de bienes, servicios, personas y capitales.
b) Establecer una serie de políticas comunes: agrícola, de competencia y de transportes.
c) Coordinar las políticas económicas y las legislaciones con miras de acentuar el proceso de
integración.
Los objetivos primeros del Tratado fueron parcialmente alcanzados, sin que a mediados de los 80
los mercados se hubieran integrado adecuadamente, y sobre todo a partir de la crisis iniciada por
los vendavales energéticos de los 70.
Los problemas se iniciaron con la quiebra del sistema de Bretton Woods de paridades semifijas a
partir de 1971, y el paso al sistema de tipos flotantes.
Seis miembros de la CEE decidieron en 1972 mantener un margen de fluctuación de sus monedas
de ± 2,25 %, comprometiéndose los bancos centrales a intervenir en los mercados de cambios
para defender esos márgenes (la serpiente en el túnel). Para reforzar esa cooperación se creó en
1973 el Fondo Europeo de Cooperación Económica.
Pero de 1972 a 1978 se produjeron siete abandonos del mecanismo por la divergencia de las
economías, sobre todo las de Alemania y Francia, y los fuertes desequilibrios de balanza comercial
de algunos miembros.
En 1977 el Consejo de Europa decidió articular un nuevo sistema monetario europeo que redujera
la volatilidad de los cambios y preparase el camino para la unión monetaria, que consistía en fijar
tipos centrales de cambio y admitir oscilaciones de ± 2,25 % a las monedas.
El Sistema Monetario Europeo funcionó relativamente bien hasta mediados de 1992, pese a las
doce realineaciones efectuadas hasta entonces: la convergencia de las tasas de inflación y los
perfeccionamientos del mecanismo de cambios permitieron una cierta estabilidad de las mone-
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das.
El SME acosado por la plena libertad de movimientos de capital (que magnificó los movimientos
especulativos), por la divergencia nominal de algunas economías (España e Italia) y por la inesta-
bilidad experimentada por Alemania tras la reunificación, dejó de funcionar. En agosto de 1993, y
tras un año de continuas turbulencias cambiarias, los doce decidieron ensanchar los márgenes de
fluctuación hasta el ± 15%, lo que de hecho significa un régimen de flotación administrada.
Tras una serie de reuniones de 1982 a 1985, el Consejo Europeo solicitó a la Comisión que redacta-
ra un informe (Libro Blanco) que contuviera las medidas necesarias (son 300) para transformar los
12 mercados de la Comunidad en un inmenso mercado único de 320 Millones de consumidores.
La fecha límite para alcanzar ese mercado quedaba fijada en el 31.12.92 y las tres grandes líneas
de acción debían ser:
El Consejo de Milán en 1985 aprobó las propuestas del Libro Blanco que se plasmaron en el Acta
Única en 1986, y que tras los refrendos necesarios, entró en vigor en julio de 1987.
El Acta Única supone una modificación del Tratado de Roma: se persigue crear un espacio interior
único, etapa intermedia hacia la Unión Económica y Monetaria (UEM), procurando evitar las ex-
cesivas disparidades regionales y modificando el funcionamiento de los órganos políticos euro-
peos para agilizar el proceso y dotarlo de mayor legitimidad democrática.
La unión monetaria supone la convertibilidad total e irreversible de las monedas, la plena liberali-
zación de los movimientos de capital, la integración de los mercados financieros y la fijación irre-
vocable de los tipos de cambio para dar paso a la moneda única.
La 5ª etapa: Maastricht
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Se prevé que en un futuro la Unión tenga una voz única en asuntos internacionales y la coopera-
ción en materias de justicia e interior.
El Consejo de Ministros efectuará el examen para analizar si cada miembro cumple las condicio-
nes necesarias para la adopción de una moneda única, p. e. la inflación no deberá superar el
año anterior en 1,5% el índice medio de los 3 estados más estables, la deuda pública no debe
superar el 60% del PIB, el déficit de las AAPP no debe superar el 3% del PIB. Los estados miembros
que no cumplan las condiciones se llamarán “estados miembros acogidos a una excepción”, y
cada dos años como mínimo o a petición propia se evaluará su situación para una eventual in-
corporación.
En cuanto se fije la fecha de la tercera fase, el Consejo Europeo nombrará el Comité Ejecutivo del
Banco Central Europeo (BCE), que liquidará el Instituto Monetario Europeo. Se creará el Sistema
Europeo de Bancos Centrales (SEBC), compuesto por el BCE y los bancos centrales, y cuyo objeti-
vo principal será mantener la estabilidad de precios (crecimiento sin inflación o con muy baja
inflación).
El BCE debe garantizar que se cumplan las funciones encomendadas al SEBC, e. d., definir y eje-
cutar la política monetaria única de la Comunidad, intervenir en los mercados de divisas para
mantener el tipo de cambio de la moneda comunitaria, poseer y gestionar la reservas oficiales de
divisas de los miembros y promover el buen funcionamiento de los sistemas de pagos.
Desde la entrada en vigor de la 3ª fase, el Consejo de Ministros por unanimidad de los miembros y
previa consulta al BCE fijará los tipos de conversión al que quedarán irrevocablemente unidas las
monedas y el tipo fijo al que el ECU sustituirá a dichas monedas. En la UEM la política monetaria
será única con objetivo básico de estabilidad de precios, al tiempo que la política fiscal seguirá
siendo prerrogativa de los Estados miembros.
Un punto oscuro: la fijación del cambio ECU-terceras monedas es competencia del Consejo de
Ministros, que puede no ser compatible con la estabilidad de precios buscada.
Aunque el Tratado de Maastricht establece ciertas normas presupuestarias, la política fiscal de-
penderá de cada país, una competencia que, sin duda planteará problemas de amplio alcance
una vez creada la UEM.
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4. EL COMPÁS DE ESPERA
El Tratado de Maastricht ha sido refrendado por todos los gobiernos, y la 2ª etapa de la UEM ha
comenzado en 1994, pero el conjunto del proyecto está en compás de espera:
a) Los referéndumes danés y francés de 1992 y las dificultades del refrendo inglés, han puesto
de manifiesto que gobiernos y sociedades no contemplan de la misma manera el proyecto.
De no lograrse una mayor aceptación política, es difícil que la 3ª etapa pueda iniciarse.
b) El arco de bóveda de la Unión Monetaria, el SME, quedó resquebrajado en 1993, cuando
tras un año de grandes tensiones cambiarias hubo que ampliar las bandas de fluctuación a
± 15%, lo que de hecho, es un sistema de cambios flotantes.
c) La Comunidad ha padecido desde 1991 a 1993 una profunda recesión, aunada a un incre-
mento rápido de la tasa de paro. En estas condiciones la voluntad política de afrontar los
costes de la UEM se retrae. La recuperación iniciada en 1994 ayudará a fomentar el interés
por la integración.
No alcanzar la UEM plantearía graves problemas, pues no seguir adelante en el proceso puede
significar la marcha atrás:
5. EL HORIZONTE DE LA INTEGRACIÓN
Convergencia nominal: aproximación de los niveles de inflación, tipos de interés y déficit públi-
cos entre distintas economías.
Política fiscal: decisiones relativas a los niveles de gasto público y de ingresos fiscales. Corres-
ponden a los gobiernos y quedan reflejadas en los presupuestos.
Política monetaria: decisiones sobre la cantidad de dinero existente en una economía, al tipo
de interés y a las condiciones crediticias. Corresponden a los bancos centrales.
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TEMA 3
1. CONCEPTOS FUNDAMENTALES
Desde los individuos a las multinacionales, existen múltiples razones por las que los agentes eco-
nómicos necesitan los mercados financieros:
2. LOS EUROMERCADOS
Características y funciones
I. La expansión de las operaciones realizadas por los off-shore, que son los pequeños territorios
en los que se realizan con extremada facilidad transacciones bancarias gracias a la exis-
tencia de normas fiscales, cambiarias y bancarias favorables: Nassau, Cayman, Singapur y
Hong-Kong.
II. Los efectos de las dos crisis energéticas y la enorme transferencia de renta a que dan lugar;
los países exportadores de petróleo se encuentran con grandes excedentes de divisas que
depositan en euromercados, que son reciclados hacia los países importadores tanto desa-
rrollados como subdesarrollados.
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III. La quiebra del sistema monetario internacional de Bretton Woods, que desde 1973 llevará a
la flotación de las monedas y a contar con un amplio mercado libre para diversificar las re-
servas.
• Los préstamos sindicados. Sindicar un préstamo consiste en dividirlo entre varios prestamis-
tas. Es el producto que mejor se ajusta a sumas elevadas y largos períodos de amortización
para financiar a prestatarios públicos o grandes empresas. Presenta dos importantes venta-
jas: diversifica riesgos de los intermediarios, y enlaza el mercado monetario con el de capita-
les a través del procedimiento roll-over.
Existe un director (gerente) o varios directores que son el banco o bancos, que determina
las condiciones de la operación y sindica el préstamo. La operación se formaliza más fácil-
mente cuanto mayor sea el compromiso de financiación del director, porque mayor será la
confianza de los demás bancos participantes en el buen fin del préstamo. La cláusula mul-
tidivisa da derecho al prestatario a elegir la divisa para cada uno de los períodos. Los prés-
tamos sindicados cuentan con un mercado secundario, a través del cual los bancos pres-
tamistas procuran modificar la composición de su cartera de préstamos sindicados en difi-
cultades, para que su impacto sobre la cuenta de resultados sea el mínimo posible.
• Los eurobonos. Son instrumentos representativos de deuda a medio y largo plazo, con ven-
cimiento superior a un año, o bien títulos que se colocan simultáneamente en al menos dos
mercados distintos. Están menos regulados que cualquiera de los nacionales, lo que permite
explicar la atracción para los inversores: se trata de títulos al portador en su mayoría y están
libres de impuestos. Permiten conservar por tanto el anonimato. Pueden ser a tipo fijo o va-
riable, bonos convertibles (por acciones de la entidad emisora), bonos con warrants (puede
elegirse entre adquirir acciones del emisor o vender por separado los warrants) y bonos de
cupón cero (no existe interés explícito, la rentabilidad viene dada por la diferencia entre el
valor de amortización y de emisión). Existe una amplia gama de emisores de eurobonos: los
organismos internacionales, p. e. el Banco Mundial, que prefiere diversificar sus fuentes de fi-
nanciación y las monedas en las que se endeuda. Los eurobonos han alcanzado las cifras
ya conocidas por contar con un gran mercado secundario que les confiere una gran liqui-
dez y que goza de enorme transparencia.
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Los activos financieros se crean a través de los mercados primarios o de emisión: cuando una
empresa necesita capital puede obtenerlo ampliando su capital social o apelando al mercado
de obligaciones. Los mercados primarios están integrados por los intermediarios financieros: serán
los bancos o las cajas de ahorro los que llevarán a efecto el grueso de la colocación porque su
red de oficinas lo facilitará.
Muchas empresas de base accionarial no cotizan en bolsa porque los accionistas prefieren repar-
tir derechos y responsabilidades entre ellos, sin dar paso a inversores desconocidos. La no cotiza-
ción permite proteger a las empresas de las fluctuaciones, a veces violentas, de los mercados de
valores, pero limita sus posibilidades de financiación al tiempo que resta liquidez a las acciones.
Las empresas norteamericanas cotizan en bolsa porque utilizan menos el crédito bancario y por-
que los bancos comerciales no pueden por ley participar en su capital. Las europeas no partici-
pan tanto en las bolsas pues utilizan más el crédito bancario y están vinculadas accionarialmente
a los bancos.
Otorgar liquidez. La amplitud de una bolsa corre pareja con la variedad de activos financie-
ros que en ella se negocia; la profundidad de una bolsa con el número de títulos que son
objeto de la transacción.
Valorar. Son termómetros de la vida empresarial. La cotización bursátil determinará también
el valor patrimonial de una empresa y sus posibilidades de ampliar capital.
Informar. En ellas confluyen un sinnúmero de expectativas, descuentan los acontecimientos
económicos y políticos de diversas economías. Cuando la confianza en las posibilidades
económicas se refuerza, las cotizaciones bursátiles se mueven al alza.
Valor teórico. Se deduce del balance de la empresa, y es igual al patrimonio neto dividido
por el número de acciones. La cotización bursátil no suele reflejar este valor.
Valor actualizado de los dividendos esperados y de las plusvalías posibles por parte del ac-
cionista.
PER (price earning ratio). Relación entre precio y beneficio, que se calcula dividiendo su co-
tización en un momento dado por el beneficio neto obtenido por ese título en los 12 últimos
meses. Si el PER esperado es bajo la acción se apreciará y viceversa.
El riesgo de un activo puede medirse por su dispersión respecto de su rendimiento medio. Existe un
riesgo de mercado, pues hay problemas que afectan a todos los mercados de valores: un cho-
que externo por el precio del petróleo, o un acontecimiento político de amplias repercusiones.
Las teorías de selección de carteras parten de una proposición simple: la diversificación de carte-
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ras permite eliminar el riesgo propio de cada activo, buscando la mejor relación rentabilidad-
riesgo. Los riesgos se pueden compensar entre sí, pero no el riesgo de mercado o sistemático.
Con inflación ascendente las bolsas suelen bajar, porque anuncia un cambio de política moneta-
ria y el aumento de tipos de interés.
Al elevarse los tipos de interés se eleva la rentabilidad de los activos sin riesgos y se enfriará la eco-
nomía y los beneficios de las empresas con los consecuentes menores dividendos.
Las bolsas reflejan anticipaciones por tanto el movimiento de los índices bursátiles se adelantará al
cambio del ciclo. En un mundo globalizado, la capacidad de contagio de la tendencias bursáti-
les es elevada.
Se dice que un mercado es eficiente cuando todos los inversores disponen de toda la información
necesaria para adoptar decisiones, y por tanto cuando las cotizaciones de los títulos reflejan ya
esa información (puede ser débil, fuerte o semifuerte). En casi todas las bolsas domina la eficien-
cia débil, las fluctuaciones no son previsibles.
Los efectos tamaño y enero son regularidades empíricas que parecen cumplirse en muchas bol-
sas: el efecto tamaño postula que las empresas pequeñas son más rentables que las grandes,
mientras que el efecto enero parece poner de manifiesto que la rentabilidad de ese mes es ma-
yor que la de cualquier otro.
La compraventa de las acciones no se realiza directamente, sino que pasa siempre a través de
intermediarios especializados.
Actualmente los rasgos distintivos son la internacionalización gradual, la importancia de las ope-
raciones extrabursátiles, el predominio del mercado continuo y la tendencia a la integración su-
pranacional.
Cada vez es mayor el número de empresas que solicitan ser admitidas a cotización en bolsas ex-
tranjeras por el prestigio que da, las acciones gozan de mayor liquidez al ser negociadas en varios
mercados, se abren oportunidades nuevas de captar capital, pues los mercados primarios se ve-
rán respaldados por la mayor amplitud de los secundarios. La base accionarial se amplía y diversi-
fica.
Las bolsas de la UE son las que presentan el mayor índice de internacionalización. Cuanto más
unificados están los mercados mayor es la diversificación de capital de las empresas y mayor la
necesidad de cotizar en varias bolsas.
Cotizar en bolsa requiere cumplir una serie de requisitos que no están al alcance de muchas py-
mes, por lo que han aparecido mercados secundarios con menores exigencias que permiten a
buen número de empresas negociar sus acciones, contar con una fuente adicional de financia-
ción y preparar su entrada a bolsa.
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bolsas, que para expandirse necesitan reducir costes y ampliar sus tiempos de contratación.
La competencia irá ampliando cada vez más los mercados continuos, que en la UE tenderán a
unificarse en un único mercado pese a las diferencias actuales en procedimientos de negocia-
ción y liquidación. La directiva sobre servicios de inversión que entró en vigor a finales de 1995
permitirá que las sociedades de bolsa de los países de la Unión puedan operar en cualquier bolsa
miembro.
Para construir un índice se requiere previamente seleccionar los valores de la muestra, ponderarlos
para evitar que la fluctuación de un título de escasa importancia produzca un gran efecto, y de-
cidir qué tipo de índice se emplea.
Dow Jones (NY) con base 100 en 1887, incluye los 30 valores industriales más importantes, no aplica
ponderaciones y es una media aritmética simple.
IGBM (Madrid) con base 100 en 1985, incluye 107 valores ponderados por su capitalización y es
una media Laspeyres (aritmética ponderada por el año base).
Los índices reseñados son todos índices largos (miden la variación de los precios desde un año
base y se computan a lo largo de una serie de años) e índices continuos, dado que se calculan a
lo largo de las sesiones.
Las alzas o bajas diarias se miden por puntos de índice, de forma que su valoración dependerá
del año base del que se parta, p. e. una caída de 30 puntos del Dow Jones es leve, pero la misma
caída en Madrid sería alarmante.
Los derivados son contratos bilaterales, cuyo valor dependerá del valor de un activo ya existente,
de un interés predeterminado o de un índice, y se emplean para cubrir riesgos o especular. Dentro
o fuera de la jurisdicción nacional.
Los swaps son acuerdos privados, en virtud de los cuales las partes se comprometen a intercam-
biar flujos financieros futuros, de conformidad a una fórmula preestablecida. Se trata de aprove-
char las ventajas comparativas de otra empresa y ofrecer las propias. Puede haber swaps de in-
tereses (plain-vanilla) o swaps de divisas.
Un plain-vanilla corresponde siempre a una permuta de intereses en dólares con principal no infe-
rior a 50 millones y duración de 5 a 10 años.
No hay mercados organizados para los swaps, se trata de un mercado internacional que funciona
muy descentralizado y que hasta el momento no tiene reglamentación alguna. El International
Swap Dealers Association (ISDA) es el único organismo internacional para estos contratos, pero no
tiene ninguna atribución legal.
Los swaps, que pueden instrumentarse con todo tipo de refinamientos y complejidades, tienen
como función principal la transferencia de riesgos y como ventaja principal la flexibilidad.
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Futuros financieros
Los futuros financieros son contratos que se apoyan en activos financieros ya existentes. La dife-
rencia entre un futuro sobre divisas y una compraventa a plazo de divisas es que cualquier agente
económico puede comprar divisas a plazo en un banco; el futuro sobre divisas es un contrato
normalizado que ha de negociarse en bolsa, p. e. la London International Financial Futures Ex-
change. Hay futuros de divisas, futuros de tipos de interés y futuros de índices de bolsa.
También la función principal de los futuros financieros es la transferencia de riesgos. No hay que
desembolsar el importe completo, sino una proporción del mismo, entre un 2% y 5% en renta fija,
en renta variable la proporción es mayor.
Opciones
Las opciones pueden negociarse tanto en mercados organizados como directamente en mer-
cados no organizados (over the counter). Las opciones también transfieren riesgos, pero es igual-
mente posible especular a la búsqueda de beneficios. Las opciones que mayor incremento han
experimentado son las opciones sobre índices de Bolsa.
A las ventajas se contraponen los riesgos, clasificados en riesgos de mercado (variación del precio
del activo subyacente), riesgos crediticios (incumplimiento de la otra parte), riesgos operativos
(fallos de los mecanismos, errores humanos o decisiones erróneas) y riesgos legales (cuando la
otra parte no está facultada para hacer frente al contrato).
Los swaps son instrumentos negociados en mercados no organizados (OTC) y han experimentado
el incremento mayor. La mucha mayor flexibilidad de estos mercados, no sujetos a regulaciones,
les permite una evolución técnica más rápida, al tiempo que ofrece operaciones a la medida del
cliente.
Desde mediados de los 70 los mercados de capital se han desenvuelto en un marco general ca-
racterizado por la volatilidad de tipos de cambio y de interés y por la globalización de los merca-
dos financieros.
La volatilidad de tipos de cambios deriva de la ruptura del sistema de Bretton Woods; en los años
80 las principales monedas sufrieron variaciones del 1% al día, 5% al mes y 20% al año.
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El riesgo sistémico es la posibilidad de que el desmoronamiento de una empresa de un mercado,
o de cualquiera de los circuitos financieros ligados a los instrumentos derivados, se extienda de
forma general a otras empresas, segmentos de mercado o circuitos financieros.
Puede, en casos extremos, causar crisis sistémicas que impidan que los sistemas financieros na-
cionales o el internacional en su conjunto puedan cumplir con alguna de sus tres funciones bási-
cas: facilitar créditos, canalizar los pagos y valorar los activos financieros.
Los derivados pueden plantear problemas de riesgo sistémico por la complejidad y volumen que
han alcanzado, por la concentración de las transacciones (en 1991 los 8 mayores bancos ameri-
canos participaban en un 86%), porque los mecanismos prudenciales a los que se deben someter
los intermediaros financieros son más débiles (muchos de ellos ni lo son), porque la innovación
tecnológica es tan rápida que los riesgos legales se hacen imprevisibles, y porque al tratarse de
instrumentos enlazados globalmente la capacidad de transmisión de cualquier perturbación es
mucho más intensa.
Desde mediados de los 80 el Banco de Basilea ha venido señalando los peligros que encierran los
mercados de derivados y la necesidad de dotarlos de mayor transparencia y de buscar la forma
de desactivar el riesgo sistémico.
Análisis fundamental: técnica de análisis según la cual la cotización de las acciones reflejan las
características básicas de la empresa, en especial su gestión y los rendimientos obtenidos y el en-
torno en el que se mueve.
Chartismo: técnica de análisis según la cual las cotizaciones tienden a repetirse y que, por tanto,
la secuencia histórica permite adelantar la evolución futura.
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TEMA 4
LA TECNOLOGÍA
1. LA IMPORTANCIA DE LA TÉCNICA
No tiene consumo rival, porque cuando un agente económico emplea una determinada
tecnología para producir un bien o servicio no impide que otros hagan lo mismo.
No es excluyente, porque los propietarios de la tecnología no pueden, salvo excepciones,
conseguir que otros agentes dejen de utilizar esa técnica, aunque no se les haya autori-
zado a hacerlo.
Esa condición no excluyente produce fugas técnicas, porque las empresas pueden ad-
quirir la información generada por otras sin comprarla, y porque los propietarios de esa in-
formación no cuentan con medios legales eficaces para impedirlo.
2. EL TECNOGLOBALISMO
A impulsos de la unificación de las economías (por intermedio del comercio, de los movimientos
de integración y de la capilaridad de los mercados de capital) puede observarse que la crea-
ción, transmisión y difusión de las tecnologías es cada vez más internacional (tecnoglobalismo).
Éste tiene tres significados:
Salvo en el caso de EEUU y Japón, la proporción de patentes extranjeras es superior a las nacio-
nales. La penetración extranjera de tecnología tiende a ser mayor cuanto menor es el desarrollo
tecnológico del país.
21
La colaboración tecnológica internacional
Cada vez es mayor el número de países que comparten los conocimientos técnicos por la co-
laboración de científicos de distinta nacionalidad y otras veces por la vía de las propias empre-
sas. La colaboración entre científicos tiende a acrecentarse, porque la especialización así lo
requiere y las actuales capacidades informáticas lo facilitan.
Entre EEUU, Japón y Europa occidental existen notables diferencias sectoriales de capacidad
tecnológica pese a que las vías de transmisión llevan mucho tiempo abiertas.
22
Una explicación hace referencia al sistema nacional de innovación, e. d., a “las instituciones
nacionales, sus fórmulas incentivadoras y sus capacidades, por cuanto determinan el ritmo y
dirección de la absorción tecnológica de un país”.
Las instituciones que enmarcan este sistema en cualquier país son: las empresas que invierten
en innovación, las universidades o instituciones similares, las instituciones públicas y privadas
dedicadas a la educación general y a la FP, y los gobiernos, pues financian, promueven y regu-
lan el cambio tecnológico.
La transmisión de tecnología no ha sido uniforme: ha sido profunda en los países OCDE, ha al-
canzado niveles considerables en los nuevos países industrializados y no ha llegado a una parte
del mundo en desarrollo.
23
...
24
TEMA 5
1. LOS HECHOS
El indicador empleado para medir el nivel de vida es el PIB per cápita, que presenta varios in-
convenientes:
• Los tipos de cambio utilizados son en dólares, lo que puede desdibujar la comparabilidad de
las cifras.
• Los registros estadísticos de muchos países en desarrollo son rudimentarios y valoran inade-
cuadamente el producto total.
• Los niveles de vida dependen de los precios internos, muy diferentes de unos a otros países.
• El producto per cápita mide el valor de los bienes y servicios finales de que dispone el ciu-
dadano medio, pero sin explicitar si contribuyen o no al bienestar de la sociedad, p. e. cuen-
tan lo mismo la educación que las armas.
• El producto per cápita no nos dice nada acerca de la distribución de la renta.
De la evolución del PIB real per cápita se desprenden las siguientes conclusiones:
1. Ha crecido en todos los grupos de 1950-1992, lo que indica una elevación generalizada
del nivel de vida.
2. La distancia respecto a los países industriales se ha agrandado en el hemisferio occiden-
tal, Oriente Medio y África, dónde disminuye el PIB desde principios de los años 80.
3. El mayor dinamismo corresponde a los países asiáticos, que han superado a los latinoa-
mericanos, y que de mantener la tendencia superarán en dos décadas a los países indus-
trializados.
4. Oriente Medio, que en buena parte recibió un impulso de la primera crisis del petróleo, es
también área en declive, aunque parece haberse recuperado desde mediados de la
década anterior.
El crecimiento del producto total depende del aumento de la productividad del factor trabajo,
y ésta a su vez del aumento de la inversión: si aumenta el stock de capital de la economía, la
productividad del trabajo se elevará, produciéndose el crecimiento de la oferta de bienes y
servicios (= neoclásicos, a mayores tasas de ahorro países más ricos).
25
pece.
Crecimiento: se trata de singularizar los resortes que impulsan una economía desarrollada, e. d.
industrializada.
Desarrollo: lo que importa es identificar las vías que permiten soltar los frenos del subdesarrollo y
encontrar una senda de crecimiento autosostenido.
El objetivo de ambos conceptos es el mismo, pero los problemas son mucho más profundos en
el caso de los países en desarrollo.
Para superar el estadio de subdesarrollo hay que dar respuesta a estos problemas:
1. La escasez de capital en sociedades con nivel de subsistencia, por lo que se busca ahorro
en el exterior a través de organismos internacionales o la vía privada.
2. La trampa del crecimiento empobrecedor.
3. El bajo nivel de industrialización: todos los países desarrollados son industrializados, los
productores de petróleo son países ricos, pero no son desarrollados porque no están in-
dustrializados. Una vez resuelto el problema del capital hay que decidirse por la industriali-
zación hacia dentro o hacia fuera; en el primer caso se protege de la competencia exte-
rior, pero plantea enormes problemas de eficacia productiva; en el segundo caso puede
hacerse uso de las ventajas comparativas, pero hay que soportar la competencia de paí-
ses desarrollados.
4. La falta de integración en los mercados mundiales: las posibilidades de crecimiento son
muy débiles, porque el peso específico como oferente o demandante será inapreciable.
Salvo que cuente con un recurso básico importante, p. e. el petróleo, su importancia co-
mo fuente productiva declinará sin remedio, pues los productos sintéticos permiten susti-
tuir muchos de los recursos naturales.
5. El ritmo de crecimiento demográfico: lograr que el producto per cápita experimente un
crecimiento continuo durante largos períodos, es tarea tanto más difícil cuanto más veloz
sea el crecimiento de la población.
Los contados éxitos demuestran la dificultad; los niveles de vida se han elevado en términos de
bienes y servicios disponibles de forma generalizada, pero son pocos los países que han logrado
incorporarse al grupo de los países desarrollados.
a) La inflación es una rémora para el desarrollo por varias razones: comprime la productivi-
dad porque impide el cálculo económico y emborrona las expectativas, canaliza las me-
jores energías sociales hacia la búsqueda de fórmulas para protegerse de ella, siempre
beneficia a los más ricos y perjudica a los más pobres con el consiguiente proceso de
concentración de renta y riqueza.
b) El olvido de las funciones de los precios, que si se controlan, el resultado será el desabas-
tecimiento porque las empresas no pueden trasladar sus aumentos de costes al producto
final, y aparecerán mercados negros, porque la demanda insatisfecha creará mercados
paralelos con beneficios extraordinarios. Si los bienes y servicios básicos reciben subven-
ciones públicas, los resultados serán aún peores: la demanda se dilatará artificialmente,
las funciones de producción se alterarán para hacerse intensivas, el cálculo económico
se emborronará y el Tesoro Público tendrá que hacer frente a un gasto incontrolable.
26
c) El tipo de cambio, por cuanto determina el nivel de precios relativos de un país. En los paí-
ses en desarrollo la moneda no es convertible y la cotización muchas veces depende de
decisiones administrativas. Se mantiene sobrevaluado para moderar la inflación y crear
sensación de estabilidad, pero las consecuencias son que el déficit exterior se agranda
por la pérdida de competitividad, la reserva de divisas se agota con rapidez, muchas
empresas no pueden competir y desaparecen.
Un país en desarrollo debe apelar al ahorro externo para aumentar su inversión; ese capital
adicional debe acelerar la tasa de expansión del país deudor, elevar su renta y su tasa de aho-
rro, y permitir con el tiempo la operación de la devolución de la deuda.
La secuencia descrita requiere tres condiciones: que el ahorro exterior sea invertido producti-
vamente, que se mantenga el crecimiento internacional y que el ritmo del crecimiento sea
superior al interés medio de los préstamos recibidos. Generar un superávit de cuenta corriente
requiere aumentar las exportaciones de bienes y servicios, que se dificultará si los mercados se
estancan o contraen.
1. Hasta la primera crisis del petróleo. Los flujos de capital hacia los países en desarrollo so-
lían materializarse en ayudas oficiales, créditos comerciales e inversión directa exterior. El
Club de París, creado en 1956 a raíz de las dificultades en Argentina, es un foro de nego-
ciación de carácter privado, presidido por un alto funcionario del Tesoro francés, en el
que se reúnen los representantes del gobierno que incumple sus compromisos y los de los
países acreedores.
2. La primera crisis del petróleo (1973) supone una alteración radical de la situación, porque
los países en desarrollo no exportadores se encontraron con enormes déficit de cuenta
corriente por el petróleo. La apetencia de los países en desarrollo por obtener nuevo ca-
pital corrió pareja con la necesidad de muchos bancos occidentales de invertir los recur-
sos procedentes de los países exportadores de petróleo.
3. La segunda crisis del petróleo (1979) llevó a los grandes países industrializados a adoptar
políticas estabilizadoras de signo contractivo, lo que provocó un aumento de los tipos de
interés y una caída de las cotizaciones de los productos básicos. En 1982 Méjico anunció
su incapacidad para atender sus compromisos internacionales.
27
El problema de la deuda ha tenido tres soluciones distintas:
I. Hasta 1985 privó el enfoque convencional, basado en la financiación y el ajuste. El FMI fa-
cilitaba créditos con condicionalidad a los países con problemas, y vigilaba el cumpli-
miento de los planes de ajuste. Los gobiernos reestructuraban las obligaciones públicas a
través del Club de París.
II. De 1985 a 1989 con el Plan Baker se abren dos nuevas vías: mediante un incremento del
riesgo de un 2,5% anual durante 3 años de carácter privado, y financiación adicional del
Banco Mundial y bancos regionales de desarrollo. Ni la financiación buscada se consi-
guió, ni los deudores cumplieron sus obligaciones.
III. Desde 1989 a través del Plan Brady se ha tratado de reducir la carga de la deuda, man-
teniendo las líneas anteriores.
Los problemas de la deuda no se han resuelto, pero sí aliviado, porque la corriente de recursos
ha aumentado, los mercados secundarios de deuda amortiguan los impactos negativos de la
misma, y para algunos países la carga relativa ha disminuido. La deuda total, pese a todos los
mecanismos arbitrados no para de crecer en términos absolutos. Para algunos países la carga
del servicio de la deuda, se ha aligerado, e. d., lo que significa el pago de intereses y amortiza-
ción del principal de los préstamos.
También han ayudado los programas de estabilización emprendidos por muchos países en
desarrollo, el dinamismo asiático y la recesión sufrida por los países industriales, que animó la
inversión en países en desarrollo.
Es de notar el tirón experimentado por los préstamos privados y por la inversión. El grueso se ha
dirigido a América Latina, Asia y la ex-Europa del Este. Los denominados países de bajos ingre-
sos (casi toda África, parte de Asia y Oriente Medio, excepto China) han visto estancarse o re-
ducirse las entradas de capital.
El peligro es hoy mucho menor, porque los bancos privados han tenido tiempo para sanear sus
balances, los organismos financieros internacionales han podido aumentar la financiación en
términos concesionales, las reducciones de la deuda han aliviado su carga, y porque varios
grandes deudores han puesto en marcha planes de ajuste adecuados.
5. EL CRECIMIENTO EMPOBRECEDOR
Si el precio de los bienes exportados se reduce frente al de los importados (si la RRI empeora) es
posible que el producto y la renta reales se contraigan en lugar de crecer, en cuyo caso esta-
remos ante un crecimiento empobrecedor.
Los precios reales en términos medios vienen experimentando un caída ininterrumpida, porque
algunos productos básicos han sido desplazados por productos sintéticos, la innovación técnica
reduce la cantidad de factores requeridos por unidad de producto, determinados productos se
comportan como bienes inferiores y su demanda crece menos que la renta mundial, la de-
manda principal es de los países desarrollados con producción industrial mundial declinante
desde los 70 y el colapso de los países del Este, grandes importadores de productos básicos.
28
Un país a corto plazo puede utilizar políticas de cobertura que protejan las cotizaciones de sus
productos, y mediante adquisición de activos exteriores en épocas de bonanza compensar las
pérdidas inherentes a los períodos de bajos precios. A largo plazo, la solución consiste en diversi-
ficar la oferta exportable.
En sus primeras etapas, la industria debe ser protegida para permitir que se fortalezca, y una vez
desarrollada la protección desaparecerá.
La industrialización hacia adentro parece contar con una serie de ventajas: se reserva el mer-
cado interior, que irá creciendo conforme se consolide el esfuerzo industrializador; por medio de
la industrialización se puede diversificar la oferta exportable, y soslayar los problemas que plan-
tea la caída de las cotizaciones internacionales de los productos básicos; se evitan los proble-
mas del difícil acceso a los mercados industriales de los países desarrollados; la política comer-
cial de otros países tiene menos impacto sobre el proceso de desarrollo del país.
La sustitución de importaciones suele comenzar por los bienes más simples, los de consumo du-
radero (vestido, menaje). Se trata de bienes intensivos en trabajo, tecnología simple, con um-
bral de rentabilidad bajo y que no requieren canales de distribución complejos.
El desarrollo español de los años 60 debe mucho a la proximidad geográfica con los países más
industrializados de Europa, las dificultades de muchos países africanos tiene bastante que ver
con su alejamiento de los grandes centros dinámicos.
Muchos gobiernos de los países en desarrollo han estigmatizado la inversión extranjera por en-
tender que generaban economías de enclave aisladas del resto del país, por considerar que la
succión de beneficios superaba a la aportación de capital, por temor a que el poder de la
empresa extranjera pudiera interferir en las decisiones políticas de los gobiernos. Tales reservas
no son infundadas, pero no deben hacer olvidar los aspectos positivos de la inversión: la FBCF
aumenta, se facilita la difusión de tecnología, se intensifica el aprendizaje y se acerca la eco-
nomía del país a los grandes mercados.
29
Para la inversión extranjera es necesario que las normas que la regulan no sean excesivamente
restrictivas, porque sino las inversiones tenderán a ser de carácter temporal y especulativo.
Los recursos pueden proceder de un país, de un organismo multilateral o de una empresa y las
condiciones financieras incluir elementos concesionales o no.
La financiación pública para el desarrollo disminuye en los últimos años, porque sus valores ab-
solutos tienden a disminuir y porque aumentan las aportaciones privadas. Pero la financiación
privada acude a los más desarrollados o a los más grandes como China, India o Indonesia, por
lo que los demás dependen casi completamente de la financiación pública.
El Fondo Monetario Internacional (FMI) trata de solucionar los problemas que se reflejan en el
sector exterior para permitir una corrección más pausada de los mismos.
La condicionalidad del FMI es objeto de duras críticas por parte de los países en desarrollo, que
reflejan un hecho cierto: que todo programa de reforma implica un coste social y político, y
que deben ser atendidos en lo que atañe a la duración del período de ajuste y a la adapta-
ción del programa a las necesidades del país, pero difícilmente pueden desfigurar la razón de
ser de la condicionalidad: que las condiciones impuestas son necesarias, tanto para reembolsar
los recursos utilizados como para situar a la economía receptora en una senda de desarrollo
más estable.
Se entiende por ayuda al desarrollo a una serie de fondos que cumplen varias condiciones:
Existen tres opiniones: la ayuda es útil, pero hay que aumentarla y transformarla (casi todos los
organismos internacionales); la ayuda apenas sirve a los países en desarrollo, ya que atiende
principalmente a los intereses de los propios donantes (economistas y sociólogos, dado que sólo
30
se puede importar bienes y servicios del país donante); la ayuda no vale para nada.
1. La pobreza generalizada.
2. La inestabilidad política. Las fórmulas democráticas se transforman con facilidad en dic-
taduras encubiertas o explícitas.
3. El crecimiento demográfico desbordado.
4. Los procesos migratorios y desplazamientos de la población en general, que provoca
emigraciones difíciles.
5. La fuga de cerebros.
6. Los problemas medioambientales.
7. La baja pulsación económica. Sin la expansión de estos mercados, en los que existen
enormes demandas potenciales, la capacidad de crecimiento del conjunto mundial será
más reducida.
31
...
32
TEMA 6
LA VOLATILIDAD CAMBIARIA
1. CONCEPTOS FUNDAMENTALES
El tipo de cambio
Denominamos tipo de cambio al precio de una moneda en términos de otras monedas. Las varia-
ciones del tipo de cambio son fuente de beneficios y pérdidas continuas que otorgan a los mer-
cados de divisas una importancia extraordinaria, ya que su evolución determina los precios relati-
vos de bienes, servicios y activos financieros, e influye sobre el comercio y los movimientos de ca-
pital internacionales.
1. No existen mercados físicos en los que se reúnen compradores y vendedores, sino que los
cambios de divisas se producen en los mercados interbancarios.
2. Los principales agentes son:
Los bancos comerciales, que intervienen para cumplir órdenes de sus clientes y obtener
beneficios directamente a través del arbitraje: compra y venta simultánea de divisas ha-
ciendo uso de las discrepancias existentes en los distintos mercados. Las comunicaciones
modernas reducen cada vez más las posibilidades de arbitraje, porque la transparencia
de los mercados iguala las cotizaciones con rapidez;
Los bancos centrales intervienen poco y suele ser para corregir las oscilaciones no
deseadas de la cotización de su moneda y para tratar de mantenerla dentro de los
márgenes deseados.
Las multinacionales para efectuar distintas transacciones, p. e. pagar a sus proveedores
situados en otros países, efectuar operaciones de cobertura para proteger el valor de sus
activos en otras divisas y evitar los riesgos de una apreciación de las divisas en que se
endeudan.
Los inversores institucionales que acumulan los ahorros privados y gestionan fondos de
pensiones, de inversión, seguros de vida, por razones de diversificación.
3. El “mercado mundial”. La importancia de los participantes, la libertad de movimientos de
capital, la homogeneidad de la mercancía (dólar), la rapidez de las comunicaciones mo-
dernas y la peculiaridad de la contratación (generalmente verbal) hacen que los distintos
mercados de divisas formen parte de un único mercado mundial, en el que las transaccio-
nes han alcanzado unos 880.000 millones de $ diarios a principios de 1993.
4. Los segmentos fundamentales y los de más rápido crecimiento son los swaps, futuros y op-
ciones.
33
tará la demanda de dólares para adquirir bienes, servicios o activos financieros americanos
y producirá una depreciación de la peseta con respecto al dólar.
2. Cuentan los diferenciales de interés, especialmente a corto plazo. Si en España los intereses
son más altos, el capital americano se desplazará a España en busca de mayor rentabili-
dad y la peseta se apreciará frente al dólar. La teoría de paridad de intereses de Keynes
afirma que las diferencias de intereses hacen que el capital acuda donde sean más altos,
lo que implica una apreciación inmediata de su tipo de cambio al contado (compra de la
moneda) y una depreciación de su cambio futuro (se venderá para realizar beneficios).
3. Responde a los ritmos de crecimiento de los distintos países: si la renta en EEUU crece a ma-
yor ritmo que en España, la demanda americana de bienes españoles aumentará más rá-
pido que la española por productos americanos.
4. Las expectativas: el rebrote inflacionista en cualquier país producirá la venta de su moneda
ante la posibilidad de que se deprecie, lo que acelerará esa tendencia. También la inesta-
bilidad política influirá en la cotización, y elevará la del dólar por tratarse de la moneda re-
fugio por excelencia. La modificación de expectativas desencadenará además operacio-
nes de cobertura y especulación que acentuarán la volatilidad de los mercados de divisas.
5. Los controles públicos: las barreras comerciales tienden a reducirse y el control de cambios
es mínimo o inexistente.
Puede ocurrir que un conjunto de países pacten entre sí que sus tipos de cambio, salvo circuns-
tancias excepcionales, mantengan siempre idéntica paridad con un ligero margen de oscilacio-
nes, determinando un cambio fijo entre sus monedas.
Ventajas de los cambios flexibles: la independencia de la política monetaria, simetría en las obli-
gaciones internacionales y su condición de estabilizadores automáticos.
Uno de los argumentos más utilizados por los defensores de los cambios flexibles es la capacidad
de corregir con rapidez el efecto de un cambio en las condiciones económicas. Ej.: reducción de
la demanda externa con la consiguiente caída de la renta y empleo y aparición del déficit co-
mercial. Un sistema de cambios fijos impondrá una penosa deflación que reduzca costes relativos
y restaure los niveles de demanda externa. En un sistema de cambios flexibles la corrección se
efectuará a través del tipo de cambio, se depreciará la moneda lo que al acrecentar la competi-
tividad producirá un tirón de demanda externa.
34
Los defensores de los tipos fijos afirman que obligan a los gobiernos a aceptar una mayor discipli-
na en sus políticas monetarias y fiscales, pues tendrán que defender el cambio acordado.
Con cambios flotantes, cuando una moneda muestre debilidad, los especuladores la atacarán
con lo que caerá en la espiral depreciación-inflación difícil de corregir.
Los cambios fijos impulsan el comercio y la inversión, porque reducen las incertidumbres asocia-
das a la inestabilidad cambiaria; los empresarios pueden calcular los costes y beneficios, y los in-
versores la rentabilidad.
El punto de partida
En 1944 se firmaron en Bretton Woods los acuerdos que daban vida al Fondo Monetario Interna-
cional (FMI) y al Banco Mundial.
Sobre el FMI descansaría un sistema de cambios fijos con los siguientes compromisos: todas las
monedas debían ser convertibles y mantener a través del fondo una paridad fija con el dólar. El
margen de fluctuación alrededor de la paridad central sería del ± 1%. Podría haber reajustes de
paridades en casos de “desequilibrios fundamentales” de balanza de pagos (aunque no describe
éstos desequilibrios). Para cubrir los posibles desequilibrios no fundamentales de balanza de pagos,
cuya corrección debía efectuarse vía renta, el FMI nutrido por las cuotas de los miembros, pondría
a disposición de éstos una serie de recursos.
La condición fundamental era la estabilidad del dólar, pues sin ella la construcción entera se ven-
dría abajo, porque los bancos centrales de los demás países lo convertirían en oro.
Los países con superávit no tendrían obligación de corregir su desequilibrio exterior, p. e. expan-
diendo su ritmo de crecimiento. EEUU no se veía compelida a corregir sus desequilibrios, pues al ser
el país de moneda de reserva se podría financiar con su propia moneda.
En el fondo, el sistema de Bretton Woods refleja la idea de una armonía de intereses entre todos
los países y de la posibilidad de maximizar la renta mundial mediante la liberalización de los flujos
de comercio y pagos y la pronta convertibilidad de las monedas, con independencia de las polí-
ticas seguidas por los distintos países.
I. Los miembros participaban con una cuota del 25% en oro y el resto en moneda nacional
según las principales magnitudes del país, lo que determinaba su capacidad de voto y girar
contra los recursos del organismo.
II. Condicionalidad del FMI y del BIRF: son las obligaciones que deben cumplir en ciertas oca-
siones los receptores de fondos, y que tienen como objeto sanear la economía del prestata-
rio, eliminando su déficit exterior a través de políticas monetarias y fiscales.
III. En el caso de desequilibrios fundamentales, los países debían devaluar sus monedas. Una
devauación de hasta el 10% requería informar sólo al FMI; por encima del 10% se necesitaba
la aprobación del mismo.
El diseño final del FMI no respondió a los deseos británicos (Keynes) de dar vida a un banco mun-
dial que creara su propia moneda y obligase a compartir responsabilidades, sino a las intenciones
35
americanas (White) de dar vida a un fondo de estabilización de cambios que evitase el caos de
los años 30 con su cadena de devaluaciones competitivas.
Tanto para sostener la expansión de los intercambios, como para facilitar las intervenciones de los
bancos centrales, en un sistema de paridades fijas resultaba necesario un crecimiento adecuado
de las reservas internacionales, que se componían de oro y dólares.
El dilema de Triffin afirma que cuando los pasivos exteriores americanos se hubieran hecho dema-
siado abundantes, los bancos centrales de los otros países empezarían a convertir dólares en oro,
lo que al reducir aceleradamente las reservas de oro americanas socavaría los fundamentos del
mecanismo y lo haría saltar en pedazos. Esta situación no podía ser además resuelta por la deva-
luación del dólar, pues todo el edificio monetario mundial se asentaba sobre esa relación fija, y el
temor de los bancos centrales podía acelerar las ventas.
Otra debilidad era el problema de ajuste: la resistencia de los países a practicar políticas necesa-
rias para mantener la cotización exterior de una moneda, la simetría entre países excedentarios y
deficitarios, y la desigualdad entre el país con moneda de reserva y el resto de ellos.
La cotización de una moneda depende de la situación de sus cuentas exteriores. Un objetivo que
en los años de posguerra se fue abandonando en favor de los objetivos internos. El resultado fue
que muchos países mantuvieron durante mucho tiempo desequilibrios exteriores que hubieran
tenido que ser calificados de fundamentales para haber dado lugar a una devaluación.
El sistema de paridades fijas de Bretton Woods nunca dejó de dar problemas, pero fue a partir de
1960 cuando se inicia el período más crítico, cuando los déficit de balanza de pagos americanos
comienzan a resquebrajarlo.
En 1960 se producen compras especulativas de oro con marcos adquiridos con dólares, por lo
que la onza alcanza los 40 $ y obliga al gobierno a intervenir para mantener los 35 $. Se crea un
“pool de oro” para intervenir en estos casos, que dura hasta 1968 cuando las intervenciones resul-
tan demasiado caras.
A lo largo de los 60 se producen múltiples conversiones de dólares por oro por diversos países, lo
que acentúa el problema de confianza. Al final de la década, el grado de cobertura de los pasi-
vos exteriores americanos fue negativo.
Las crisis sucesivas de la libra esterlina, la otra moneda de reserva, se debían a la sobrevaluación
decidida por el Gobierno para que mantuviese su condición de moneda internacional. En 1967
decide devaluar su moneda, lo que ponía de manifiesto que monedas de reserva se podían de-
valuar, y concentraba sobre el dólar los ataques especulativos.
En ésta década se produjo de nuevo una costosísima intervención por el pool de oro; el estallido
francés de mayo de 1968 hizo que el franco se devaluara y el marco se revaluó en 1969 gracias a
los excedentes comerciales.
Hacia finales de 1970 se prevé otra turbulencia, en parte por el gran déficit de la balanza de pa-
gos americana y los bajos tipos de interés que mantienen para impulsar la actividad económica,
que contrastan con los altos en Europa para contrarrestar la inflación. Hay una venta masiva de
dólares contra monedas europeas en busca de rentabilidad.
36
La quiebra del mecanismo de paridades fijas
En agosto de 1971 el gobierno de Nixon publica tres medidas que anuncian el fin del sistema:
En mayo de 1973 el Grupo de los 10 decide la flotación generalizada de las monedas, que se con-
sagra en 1976, cuando ya la 1ª crisis del petróleo y los rápidos movimientos de capital de ella deri-
vados habían hecho imposible tanto el retorno a las paridades fijas como la reforma inmediata
del sistema. A partir de ese momento, la libertad sustituye a la disciplina.
Los países de la CEE crearon a partir de 1979 una zona de estabilidad monetaria, el Sistema Mo-
netario Europeo, que implica la relación fija de monedas entre sí y la flotación respecto al dólar.
Acuerdo del Plaza (1985): la fuerte apreciación del dólar hacía temer a los demás países la
aparición de restricciones a la importación del lado americano. Se acordó intervenir conjun-
tamente en los mercados de divisas para depreciar el dólar.
Acuerdo del Louvre (1987): estabilizar las cotizaciones alrededor del nivel existente, un nivel
acorde al comportamiento de los respectivos países. De ahí nace el acuerdo sobre zonas
objetivo (target zones) de las cotizaciones, nunca publicado.
Desde entonces los principales países no se comprometen a coordinar sus políticas para estabili-
zar los cambios, pues es enormemente complicado compatibilizar objetivos internos y externos.
Mientras tanto, el FMI ha quedado limitado a la imprecisa tarea de supervisar, aunque ésta se
encuentra muy limitada, sobre todo en las grandes economías.
Para la CEE el sistema de paridades fijas ha sido siempre un objetivo primordial por varias razones:
a) En mercados abiertos, los cambios de valor de las monedas producen un impacto mucho
mayor sobre el comercio e inversión.
b) La PAC es común, las devaluaciones o apreciaciones modifican las monedas nacionales y
los precios de garantía percibidos por los agricultores.
c) La CEE siempre ha aspirado a la integración monetaria.
d) Puede aumentar el peso (monetario o fiscal), de la CEE en los mercados mundiales.
En 1972 se firmó el Acuerdo de Basilea, por el que los países miembros se comprometían a reducir
37
sus márgenes de fluctuación bilateral a ± 2,25% con paridad frente al dólar (“serpiente en el tú-
nel”). Para ello, los bancos centrales de la CEE se comprometían a intervenir en los mercados de
divisas y se creaba en 1973 el Fondo Europeo de Cooperación Monetario (FECOM) destinado a
reforzar la solidaridad financiera entre los miembros. En un clima marcado por la inflación y eco-
nomías comunitarias claramente divergentes era muy difícil que el mecanismo pudiera tener éxi-
to.
En Bremen en 1978 los países miembros deciden poner en pié un nuevo mecanismo que logre una
zona de estabilidad monetaria y permita impulsar la integración europea. Ese mecanismo fue
apoyado por Alemania (Helmut Schmidt, para no revaluar continuamente el marco) y Francia
(Giscard d'Estaing, para estabilizar su economía), para marcar diferencias frente a EEUU: es el Sis-
tema Monetario Europeo, que comenzó su andadura en mayo de 1979.
La moneda común surge de la aspiración de tener una sola unidad de cuenta, moneda de
pago y depósito de valor. Es una cesta que toma en cuenta el peso de las economías co-
munitarias y que desde Maastricht permanece invariable. Todos los países de la Comunidad
participan en el ECU, acepten o no el participar en el mecanismo de tipos de cambio, que
tiene carácter voluntario. El valor del ECU en términos de una moneda varía diariamente,
por lo que permite establecer una parrilla de paridades y actuar como indicador de diver-
gencia.
El mecanismo de cambios: la Comisión de las Comunidades Europeas calcula a diario el va-
lor del mercado en ECU y lo publica en el DOCE. A la diferencia en % del tipo-pivote del
ECU, expresado en una moneda cualquiera y su valor de mercado, se le denomina “indi-
cador de divergencia”, y su función consiste en identificar a la moneda que está causando
alguna turbulencia, siendo la que más se aleja de su tipo-pivote.
Si una moneda alcanza su apreciación máxima (+ 2,25%) la otra no podrá separarse de su
tipo central hacia abajo, porque la separación máxima ya se ha alcanzado.
Para mantener la cotización dentro de las bandas los gobiernos intervienen: si lo hacen an-
tes de alcanzar el margen es una intervención intramarginal, si es en el límite es una inter-
vención marginal. Desde los Acuerdos de Nyborg (1987) se busca la cooperación de los
bancos centrales: generalmente cuando una moneda se devalúa el banco central de la
moneda fuerte compra en su mercado la débil, y el banco central de la débil vende de la
fuerte.
Las facilidades crediticias: el FECOM es el depositario del 20% de las reservas de oro y dóla-
res de los miembros, que en contrapartida reciben ECUS, aunque siguen siendo dueños de
los fondos. Llegado el caso, cada banco central miembro debe conceder al que se lo pida
el montante ilimitado en un plazo de 45 días. La financiación a corto plazo debe emplearse
para déficits de balanza de pagos. La capacidad de endeudamiento de los países comuni-
tarios a través de éstas facilidades crediticias es superior a la que podían obtener del FMI y
permite intervenir con mayor contundencia y rapidez en apoyo de sus monedas.
Hasta hoy, el SME ha contado con dos períodos: de 1979 hasta mediados de 1992, y desde enton-
ces hasta hoy. En el primer período tuvo 12 realineaciones, pero cumplió dos grandes objetivos:
Las razones principales por las que el mecanismo funcionó fue por la convergencia de las tasas de
38
inflación y la voluntad mostrada por los gobernantes. Tuvo el coste de que la condición de mo-
neda clave del marco alemán obligaba a los demás países a una política de crecimiento eco-
nómico lento.
La segunda etapa desde mediados del 1992 a la actualidad empezó con una fuerte convulsión
por el ataque contra una serie de monedas, que además de obligar a cuantiosas intervenciones,
dio lugar al abandono del mecanismo de la libra y la lira, y a la devaluación de la peseta y el es-
cudo. Todo ello llevó a la decisión de ampliar las bandas de fluctuación a ±15%, lo que supone
incrementar el riesgo especulativo, y de hecho es el paso a un sistema de cambios flotantes.
El detonante de la perturbación en este caso fue el dólar: al ver que la Reserva Federal no pen-
saba subir los intereses, el marco se vio continuamente presionado a revaluaciones. Se aprecia
también frente a las monedas del SME y tensa el mecanismo, aunque las bandas sean más am-
plias, sobre todo frente a las monedas más débiles, p. e. la peseta.
Actualmente (1995) el SME sigue en estado letárgico, pues mantiene los márgenes de ± 15%, la
libra y la lira no se han incorporado y el dracma nunca ha entrado. No ha habido intento por par-
te de la Comisión para su posible recomposición. En buena medida, la difícil situación por la que
pasan las economías de los países miembros con bajas tasas de crecimiento y altas de desem-
pleo hacen que estos sean objetivos primordiales.
La larga crisis del SME y la desnaturalización desde agosto de 1993 permite extraer las siguientes
conclusiones:
I. Que los mercados no pierden de vista las variables fundamentales de las distintas econo-
mías, aunque no reaccionen durante largos períodos.
II. Que la credibilidad de la parrilla de paridades, que depende de la adecuación entre tipos
de cambio y marcha de las economías y de la decisión de los bancos centrales de mante-
nerlo, constituyen un tenue soporte. La pérdida de credibilidad asociada al rechazo inespe-
rado de Maastricht fue el disparador de la ruptura del SME.
III. Que existen límites a la intervención de los gobiernos en defensa de la parrilla de paridades,
porque las intervenciones son masivas y la política monetaria se puede ver muy afectada.
El mecanismo de cambios del SME tendrá que ser recompuesto en un futuro no muy lejano, pues-
to que los tipos semifijos constituyen la fase previa y necesaria de la unión monetaria. La conver-
39
gencia y la consolidación de políticas económicas necesarias para conseguirlo tendrán que
constituir la base del nuevo sistema.
Los grandes inconvenientes de los cambios flexibles son una rémora que debería ser evitada:
a) Su volatilidad a corto plazo, pues tiende a frenar los flujos de comercio e inversión al embo-
rronar las expectativas de los agentes económicos. Las incertidumbres aumentan exponen-
cialmente, porque el precio básico sobre el que se apoya toda predicción, el de la mone-
da, fluctúa libremente. Aunque esas oscilaciones se puedan cubrir, aumentan mucho los
costes de transacción, no todas las contingencias se pueden cubrir, y no pueden evitar el
efecto fundamental de la volatilidad: la modificación de las pautas de demanda interna-
cionales.
b) La desviación del tipo de cambio real de su nivel de equilibrio durante largos períodos, que
afectará a la economía en al menos dos aspectos: la producción y el empleo, y las presio-
nes proteccionistas. Con una moneda sobrevaluada, muchas empresas reducirán su pro-
ductividad y las multinacionales fabricarán en otros países (desindustrialización). Un efecto
derivado de la sobrevaloración es la aparición de medidas proteccionistas, pues al reducir-
se la competitividad se reduce la demanda externa y aumenta la competencia interna.
c) La indisciplina y falta de coordinación de políticas macroeconómicas.
El sistema de Bretton Woods creado para un mundo económico dominado por EEUU, no resistió el
cambio de panorama mundial económico ni la falta de estabilidad del dólar, ni hubiera podido
resistir las oleadas de capital generadas por las dos crisis energéticas.
Las convulsiones experimentadas por el SME en 1992-1993 son prueba palpable de que aún den-
tro de una zona mucho más integrada, el mecanismo de cambios puede saltar por los aires si la
convergencia no se mantiene y se intensifica.
Depreciación: disminución del valor internacional de una moneda en los mercados de divisas.
Devaluación: reducción del valor internacional de una moneda por el gobierno del país.
40
TEMA 7
1. LOS HECHOS
2. ¿CÓMO HA SUCEDIDO?
Esa transición demográfica no ha tenido lugar en la mayoría de los países en desarrollo, aunque
se han reducido las tasas de mortalidad, siendo similar la de India a la de Alemania, debido al
uso de las técnicas sanitarias procedentes del mundo desarrollado.
Las tasas de natalidad del mundo en desarrollo duplican aún a las de los países desarrollados,
en parte, porque los métodos modernos de control de natalidad son poco conocidos o están
prohibidos.
Las tendencias difícilmente se modificarán por la inercia que encierra toda pauta demográfica:
cuando la tasa de natalidad es baja, el número de mujeres en edad fértil es reducido. Hay que
aceptar las proyecciones: que la población de las regiones desarrolladas apenas crecerá des-
de ahora al 2025, y que el fuerte crecimiento demográfico tendrá lugar en las regiones menos
desarrolladas.
En los próximos años, en el área OCDE el número de personas de 65 o más aumentará respecto
a la población total, y la base activa sobre la que descansa este grupo será cada vez menor,
elevando la tasa de dependencia, lo que anuncia problemas:
41
a) Los derivados de los obstáculos al crecimiento: la mayor experiencia de la población
puede quedar anulada por la rapidez del cambio tecnológico, la movilidad laboral dis-
minuye con los años, lo que da lugar a una peor asignación de recursos humanos, sobre
todo en mercados tan cambiantes como los actuales. La tasa global de ahorro de las
economías se incrementa por la propensión a ahorrar de estos grupos, pero a principios
del siglo próximo la situación se invertirá, pues los jubilados habrán de desahorrar para
subsistir. Mercados de crecimiento lento en muchos campos de actividad, lo que crea
expectativas borrosas y menor inversión, sobre todo en mercados de bienes, menor ca-
pacidad para asumir riesgos.
b) El mayor gasto social, dado el envejecimiento de la población en salud y pensiones, con
la consiguiente disminución de gastos para los jóvenes en educación. Ello tampoco po-
tenciará la capacidad de crecimiento de la economía, porque no irá destinado a per-
feccionar el capital humano.
c) Contracción de la base de la población activa: los países europeos son a la vez los que su-
fren el mayor paro, y los que deben hacer frente a mayores cargas sociales.
La OCDE va a tener que atajar por tres vías: reducir las tasas de desempleo, aumentar la tasa
de actividad (lo que supone necesariamente alargar la edad de jubilación) y recortar los pro-
gramas sociales públicos.
a) Alimenticio, sobre todo en las edades más tempranas. Tiene una doble causa: la merma
de capacidad agrícola y el rápido incremento demográfico. La producción alimenticia
no depende sólo de los recursos existentes en tierra y mares, depende muy en especial
del estado de la técnica, que hasta ha demostrado que puede romper el maleficio.
b) El desempleo, que tiene muy difícil valoración porque las cifras de paro son inconsistentes.
Los registros estadísticos no son fiables, el desempleo encubierto es muy elevado. Hay que
suponer que el paro es mucho más elevado de lo que pone en las estadísticas, pues de
no ser así, los norteamericanos emigrarían a México en busca de trabajo. Es el caldo de
cultivo para que aumente la delincuencia y la inestabilidad política.
42
Las razones de los movimientos migratorios
Las diferencias del nivel de vida: todos los países desarrollados cuentan con servicios asis-
tenciales muy superiores a los de los países en desarrollo, lo que merma los temores a la
enfermedad o el desamparo. Buscan mejores condiciones de vida y horizontes personales
más amplios.
La cercanía del mundo industrializado: la televisión muestra la existencia de los dos mun-
dos, a los países desarrollados unos países desolados, y viceversa. Los transportes son mu-
cho más accesibles.
Los distintos ritmos demográficos: el habitante de la zona demográfica desbordada per-
cibe que es posible emigrar a países donde la presión humana es mucho menor, por lo
que espera que sus hijos tengan mejor oportunidad, pues se habrán integrado.
La razón de entrada: el trabajador inmigrante es menos costoso que el nacional, y no tie-
ne protección sindical, si encima es ilegal es aún más barato.
Efectos positivos:
El emigrante está más dispuesto a cambiar el lugar de trabajo, con lo que la asignación
de recursos laborales mejorará.
El emigrante está dispuesto a aceptar sueldos menores, lo que reducirá los costes de pro-
ducción y mejorará la capacidad de competencia de las empresas.
El que cuenta con trabajo estable aporta cotizaciones a la seguridad social.
Efectos negativos:
Los efectos positivos tomarán cuerpo a largo plazo, mientras que los negativos lo harán de in-
mediato.
La emigración produce un choque cultural, que será menor cuanto más próximas se encuen-
tren las culturas. La actitud del emigrante tiene dos vertientes: desea asimilar la cultura recepto-
ra, o un sentimiento de segregación. Esta última multiplicará los problemas, pues exigirán pres-
taciones sociales diferenciadas, p. e. escuelas propias, partidos políticos, aparición de ghetos.
43
Esto crea en la población autóctona una sensación de pérdida de identidad propia que será
fuente de inacabables tensiones políticas.
Para los gobernantes de los países en desarrollo, la emigración es una válvula de escape que
atenúa sus problemas internos, pues reduce el desempleo y genera ingresos por transferencias
que refuerzan sus cuentas exteriores.
Para los gobernantes de los países receptores, la emigración constituye una fuente permanen-
te de problemas, externos e internos: las barreras impuestas serán mal recibidas por los países
de emigración, deberá hacer frente a los ilegales, se desencadenarán tensiones internas a ve-
ces muy violentas.
44
TEMA 8
1. IMPORTANCIA DE LA ENERGÍA
El hilo conductor del progreso económico es la energía: el uso generalizado de la energía eléc-
trica no sólo aumentó la versatilidad de las fuentes energéticas, sino que dio un gran impulso a
los niveles de vida de las sociedades occidentales. Hacia finales del siglo pasado se comienza
a utilizar un nuevo combustible fósil: el petróleo y después la energía nuclear.
Energía y desarrollo mantienen una estrecha relación: de 1875 a 1991 el consumo energético
mundial casi se ha quintuplicado. Pero la energía presenta cinco problemas:
Los combustibles fósiles no renovables (carbón, petróleo y gas) suponen todavía más del
80% de la producción total (33% petróleo); también más del 80% del consumo se apoya
en los combustibles fósiles (33% petróleo).
De 1973 a 1991 la producción mundial aumentó casi un 50%, dándose los mayores incre-
mentos en el gas natural y la energía nuclear. El consumo aumenta un 40% advirtiéndose
los crecimientos más rápidos en el gas natural y energía nuclear.
La OCDE es una zona deficitaria en energía, mientras que los “países de economía plani-
ficada” mantienen un cierto equilibrio energético y el resto del mundo mantiene un supe-
rávit. Las tres grandes áreas desarrolladas del mundo (EEUU, Japón y la CEE) son deficita-
rias en energía y deben importar una proporción sustancial de su consumo; el conjunto
de países de la OPEP es la gran zona excedentaria de energía.
b) La limitación de los recursos energéticos. Más del 80% de la producción mundial de ener-
gía primaria procede de combustibles fósiles, e. d., de fuentes no renovables y con reser-
vas limitadas. De éstos, sólo el carbón ofrece reservas amplias y dispersas: suficientes para
permitir más de 100 años de consumo a los niveles actuales. El petróleo y el gas natural
muestran reservas limitadas y concentradas.
Las reservas son las cantidades de materias primas energéticas que en cada momento
cumplen esas condiciones; al resto de las materias primas conocidas se las denomina re-
cursos. P. e. el aumento de precios de petróleo en 1973 hizo que los yacimientos petrolífe-
ros del Mar del Norte dejasen de ser recursos para convertirse en reservas. El concepto de
reserva cambia dependiendo del estado de la técnica y de la tensión de los mercados.
45
La realidad actual es que las reservas estimadas de hidrocarburos son finitas y están con-
centradas en los países de la OPEP (77% del petróleo y 40% del gas).
Desde finales de 1985, cuando los precios del barril del petróleo pasaron de 26 a 15 $, el
mundo ha vuelto a una era de energía barata: por razones sociales, productivas y comer-
ciales, los precios finales de la energía están subsidiados de un 30% a 50% en muchas
economías intermedias, y en la mayor parte de los países subdesarrollados. Los gobiernos
no quieren reducir el nivel de vida de su población, ni encarecer los costes de produc-
ción, aplicar precios reales a la energía les supondría perder la ventaja comparativa de
parte de su oferta exportable. Los bajos precios de la energía la limitan, al frenar el desa-
rrollo de energías alternativas.
c) El petróleo como problema. El petróleo es el combustible fósil sobre el que gira la vida
moderna, no sólo por ser la fuente más fácil de extraer y transportar, sino porque gran par-
te del tejido industrial y del nivel de vida depende de los derivados del petróleo. Se em-
pezó a usar alrededor de los años 20, y en el futuro próximo desaparecerá como combus-
tible y se utilizará sólo como materia prima.
I. Del cártel de las 7 hermanas al cártel de la OPEP. El uso generalizado en los años 20
del petróleo y las abultadas cifras que alcanzaban las transacciones, desataron una
seria lucha entre las principales compañías, hasta el Acuerdo de Achnacarry en
1928 con la cartelización del mercado: suponía el reparto de los mercados entre las
siete compañías más grandes, y la aplicación de un único precio, el correspondien-
te al Golfo de Méjico.
El dominio de las grandes compañías se mantuvo durante mucho tiempo. Los pre-
cios sobre los que giraban los beneficios de los países productores fueron reducidos
un 10% (15% debido a un exceso de oferta en 1960, lo que dio lugar al nacimiento
de la Organización de Países Exportadores de Petróleo (OPEP) con dos objetivos:
Regular el mercado de petróleo, de forma que sirva a los intereses de los paí-
ses productores y no de los consumidores.
Obtener precios rentables para los productores, dado que en muchos de ellos
constituye la única fuente de riqueza.
En 1960 la OPEP produce el 42% del total mundial y posee el 73% de las reservas. Su
posición se va a ver favorecida por el continuo incremento del consumo mundial
de petróleo. En 1970 Gadafi, al mando del gobierno libio, presiona a las empresas
concesionarias para que reduzcan su producción con el objeto de elevar los pre-
cios de petróleo (ruptura del oleoducto Tapline). A finales de ese año, la OPEP deci-
de participar activamente en la fijación de precios. El precio se duplica de 1970 a
1973 y los mercados advierten por primera vez la importancia de la OPEP.
46
En diciembre de 1978 la OPEP decide un aumento escalonado del 14%: los consu-
midores intentaron adelantar sus compras para evitar las subidas, y los productores
procuraron retrasar las ventas. En 1981 el barril costaba 36$ (1973: 3,75$). La OPEP
parecía haber alcanzado todos sus objetivos.
A corto plazo la demanda es muy rígida: es escaso el ahorro energético que puede
lograrse en la producción, porque no se puede variar fácilmente la estructura pro-
ductiva (no es posible reemplazar los derivados del petróleo por otros combustibles).
Sin embargo, a largo plazo la demanda se hace más elástica, porque la estructura
productiva varía y se torna menos dependiente de la energía, los usos energéticos
se alteran para dar paso a energías alternativas.
La rigidez a corto plazo de petróleo permitió a la OPEP imponer una política de pre-
cios altos y crecientes a partir de 1973, y facilitó el segundo estallido de la crisis de
1979. El juego de las elasticidades desde los años 80 debilitaría progresivamente el
poder de la organización y facilitaría el vuelco del mercado a finales de 1985.
47
IV. El debilitamiento de la OPEP. Todo cártel desencadena las fuerzas que, antes o des-
pués, lo cuartearán. El aumento de las elasticidades terminó por reducir la deman-
da de petróleo, y el aumento de la eficiencia energética hizo que en los países in-
dustriales disminuyese el consumo de energía por unidad producida. La demanda
energética se diversificó para hacer uso mucho mayor del carbón y de la energía
nuclear. Los precios alcanzados rentabilizaron yacimientos de costosa extracción e
impulsaron la exploración y aparición de nuevas bolsas de petróleo en G. B., Norue-
ga, México y China.
V. ¿Ha desaparecido el peligro de otra crisis petrolífera? Desde 1986 los precios se han
mantenido relativamente constantes. En 1990, durante la guerra del Golfo, los pre-
cios oscilaron alrededor de 40$ barril por los temores que la producción de Arabia
Saudí pudiera quedar afectada ante una posible invasión de Irak, que la oferta de
los otros países no pudiera compensar la kuwaití (temores que desaparecieron al
comprobarse que la oferta era suficiente y el precio del crudo volvió a su normali-
dad). La evolución de los precios es el síntoma de una normalización de los merca-
dos, que se apoya en 3 circunstancias:
48
la actuación solidaria de los mercados, que no suele funcionar demasiado bien.
d) La demanda futura de energía. El consumo energético per cápita actual es muy dispar,
porque los niveles de desarrollo también lo son. En términos medios, un chino o un indio
consumen 20 veces menos energía que un norteamericano o un canadiense, y 9 veces
menos que un europeo.
El mundo consume una cantidad determinada de energía: 8,7 GTEP de 1990. En el con-
sumo inciden una serie de variables fundamentales, p. e. el ritmo de crecimiento de las
zonas, su evolución demográfica, el ahorro y la eficiencia energética, la mejora de la
tecnología y de los mecanismos institucionales.
Las hipótesis de la demanda de energía en el año 2020 son optimistas, porque parten de
unas tasas de crecimiento económico que difícilmente se sostendrán; se parte de una re-
ducción que nunca se ha dado en la historia; se considera que la transferencia de tecno-
logía se efectuará fácilmente y el mejor funcionamiento de los mercados energéticos.
Aún admitiendo ese menor crecimiento en la demanda, la oferta prevista plantea una se-
rie de incógnitas: el petróleo sigue representando el 25% de la oferta; el gas natural pasa
a ser un elemento clave, pero requiere grandes inversiones para su explotación y trans-
porte; la energía nuclear supone doblar la producción de 1990, al margen de los recelos
que esta energía despierta en muchos segmentos sociales.
2. Lluvia ácida: por la quema de combustibles fósiles se producen óxidos de azufre y ni-
trógeno que transforman la lluvia en ácida, capaz de destruir bosques, acabar con
lagos y desertizar grandes superficies.
3. Contaminación del aire: a causa de las emisiones de los vehículos y cinturones indus-
triales que perjudican gravemente la salud.
Las medidas hasta ahora adoptadas son escasas, porque las prioridades son otras, son
costosas y se requieren actuaciones conjuntas de varios países, pues la contaminación es
transfronteriza y sus efectos terminan por hacerse sentir de forma encadenada a escala
mundial.
49
aproximado de la población mundial actual, consume un 45% de la energía primaria.
3. UN PORVENIR BORROSO
Se anticipa un aumento de precios de la energía, sin que sea fácil determinar cuándo. Los
acontecimientos políticos tienen sustancial influencia en los mercados energéticos (las dos crisis
de los 70 fueron provocadas por la guerra árabe-israelí de 1973 y la revolución irana de 1979).
La inestabilidad política en ciertas zonas se acrecienta; los países árabes siguen amenazados
por el fundamentalismo, y la Confederación de Estados Independientes es una continua fuente
de conflictos.
50
SEGUNDO PARCIAL
ESTRUCTURA ECONÓMICA DE ESPAÑA
TEMA 1
Desde el Antiguo Régimen hasta la segunda mitad de la década de los años sesenta, la eco-
nomía y la sociedad española estuvieron estancadas. La inestabilidad política de los distintos
regímenes hasta la guerra civil no permitió que en el país tuviese éxito ningún intento de esta-
blecer una economía de mercado moderna.
A partir del año 1975, la primera crisis del petróleo se manifiesta en España con toda su dureza
dificultando la transición política hacia un régimen democrático. En 1977 con los Pactos de la
Moncloa se hace frente a los problemas económicos de un modo serio, global y consensuado.
En los años 80 se produce la plena incorporación de la economía española a su contexto euro-
peo, destacando su adhesión en 1986 a la CEE como miembro de pleno derecho.
En este periodo la productividad de la industria y los servicios era mayor que en la agricultura. El
auge de estos dos sectores induce, por medio de mayores salarios, a un proceso de urbaniza-
ción de la sociedad española y a un importante ensanchamiento del mercado, pero también a
un cambio en los esquemas tradicionales de consumo, que ahora se dirigen hacia bienes supe-
riores: se demandan más bienes de uso duradero y productos ganaderos y agrícolas de mayor
calidad. El problema era que la oferta nacional no podía satisfacer la demanda.
El proceso de sustitución de importaciones trajo consigo una gran necesidad de importar mate-
rias primas e ímputs intermedios. Por otro lado, el sistema económico producía para el mercado
interior y sólo subsidiariamente para exportar: la consecuencia fue que en junio de 1959 falta-
ban divisas para realizar las importaciones imprescindibles, y la economía española estaba al
borde del colapso.
Con todo, esta primera ola de industrialización fue la premisa imprescindible que permitió la
transformación tecnológica que tuvo lugar en los años sesenta en España, basada en una ge-
51
neración de bienes de equipo de sencillo diseño y en una protección comercial intensa. La
crisis de 1958-59 dio lugar a la operación estabilizadora, y supuso el fin de la política autárquica.
El denominado Plan de Estabilización perseguía un doble objetivo:
El Plan de Estabilización consistió en un conjunto de medidas de tipo fiscal y monetario. Las pri-
meras iban encaminadas a incrementar los ingresos públicos (incremento de los precios de la
gasolina, tabaco... y se limitaron los gastos de la Administración). Entre las medidas de tipo mo-
netario cabe destacar la fijación de un techo al crédito de la banca y el aumento de los tipos
de redescuento, con lo que se pretendía desacelerar el crecimiento de la oferta monetaria.
Por lo que respecta al sector exterior, se estableció la obligatoriedad de hacer un depósito pre-
vio para poder importar, se unificó el tipo de cambio de la peseta (antes con varias paridades),
y se permitió una cierta liberalización de las importaciones.
A finales de 1960 se inicia un fuerte proceso de crecimiento. Este proceso encuentra su explica-
ción en siete factores:
La década de los 60 ha sido denominada por algunos autores como la década del desarrollis-
mo, para significar el gran crecimiento económico de este periodo: el PIB crece a un ritmo
anual medio del 7%. Pero la existencias de enormes pasivos impiden que pueda considerarse
como plenamente desarrollada. Las rigideces que imponía a la economía el sistema político
español de entonces impedían el autentico desarrollo.
52
El sistema productivo en los años 60 sufrió notables transformaciones:
Los ímputs intermedios variaron su peso relativo en los distintos sectores, incrementándose en la
agricultura, que se estaba modernizando y aumentando por ello su productividad. Por el con-
trario, estos ímputs descendían en la industria pesada e intermedia. Por su parte, los cambios
tecnológicos fueron especialmente intensos en los sectores energéticos, químico y de la cons-
trucción.
La reforma del mercado financiero no propiciaba una política monetaria activa para controlar
la cantidad de dinero, creando un status quo bancario cerrado para la banca extranjera.
Por su parte, el sistema fiscal padeció falta de adaptación a la situación, favoreciendo la gene-
ralización de la evasión y desatendiendo la necesidad de ofrecer bienes y servicios públicos a
una sociedad cada vez más urbana e industrializada.
Finalmente, el mercado del trabajo, controlado por el sindicato único, estaba muy intervenido
por el sistema político, por lo que le daba una gran rigidez con el objeto de evitar protestas
sociales. Por otro lado, la economía española entre 1959-1974 no fue capaz de crear suficiente
empleo, debido a que la aplicación de la tecnología era ahorradora de mano de obra, y la
demanda varió en su estructura hacia bienes que había que importar. La década de los 60 es
la de la emigración española a Europa para buscar empleo.
Así pues, el crecimiento económico no supuso el pleno desarrollo del país, ya que las institucio-
nes políticas y económicas no permitieron un cambio estructural, creándose una serie de debi-
lidades estructurales que agravarían la crisis de los años 70 en España. Los profesores Fuentes y
Requeijo han identificado las cuatro debilidades principales:
53
ros. Además, el proceso industrializador de esta década se apoyó fuertemente en la tec-
nología importada, con un gran aumento de los pagos al exterior por “royalties”.
4. El sector exterior, con un persistente déficit comercial en la balanza de pagos.
A las cuatro debilidades hay que añadir los rasgos estructurales del sistema económico espa-
ñol:
Estas características limitaban la expansión del sistema, lo que supuso un problema de grave-
dad durante los años de la crisis de los 70.
54
TEMA 2
La crisis del petróleo de los años 70 afectó a todo el mundo desarrollado, produciendo una im-
portante recesión en sus índices de crecimiento económico. Sin embargo, aquellos países que
tenían una economía más flexible fueron capaces de adaptarse mejor y con mayor rapidez a
las nuevas circunstancias y con menor costo.
España no disponía de una economía capaz de tener unos reflejos inmediatos ante la crisis, y
las rigideces impidieron que se diera una rápida respuesta al problema. Además, las autorida-
des económicas hicieron un diagnóstico erróneo de la situación al pensar que se trataba de
algo coyuntural y por ello menos grave. Los hechos demostraron que no fue así, y a los efectos
de la crisis se añadieron factores propios que la ahondarían.
En España, durante 1970-73 el saldo de la balanza de pagos fue favorable, produciéndose una
gran acumulación de reservas. Todo ello se reflejó en la economía: el consumo creció a unas
tasas anuales del 8% y la inversión lo hizo entre el 14% y el 16%, conduciendo todo ello a que la
inflación alcanzara dos dígitos.
En cuanto al sector exterior, la crisis de los 70 produjo un cambio radical en la relación real de
intercambio de los productos industriales frente a las materias primas, y sobre todo frente al
petróleo. En la economía española este efecto hizo que la relación real de intercambio dismi-
nuyera entre un 20% y un 25%, el IPC se situó en 1976 en el 19,8%, y el déficit de la balanza co-
mercial se disparó por los costes de la importación de crudo petrolíferos. La consecuencia fue
una pérdida de renta enorme y un gran incremento de los precios.
55
La crisis industrial en España, además, se centró especialmente en los sectores de mayor peso
en la economía española: construcción, astilleros, empresas metalúrgicas y la siderurgia.
2. Política económica permisiva (enero 1976 – julio 1977). Esta política fue fruto de la subor-
dinación de los asuntos económicos a los políticos. En plena Transición política, el Go-
bierno estaba más pendiente de un cambio pacífico que de solventar los problemas
económicos. Esta etapa se caracteriza por el mantenimiento de los precios de la energía,
aplicación de políticas monetarias y fiscales expansivas, y la continua sobreindiciación de
los salarios. Además, buscando el fomento de las exportaciones, se devaluó la peseta
frente al dólar en febrero de 1976. En esta etapa de olvido económico crecieron la infla-
ción, el déficit en la balanza de pagos por cuenta corriente y el paro.
Tras las primeras elecciones democráticas en junio de 1977, el Gobierno inicia contactos para
lograr un acuerdo entre las principales fuerzas políticas y sindicales, a fin de abordar la deterio-
rada situación económica, que había llegado a constituir un verdadero problema político que,
de no resolverse, podía llegar a afectar la estabilidad de la democracia en el país. El consenso
en el terreno económico se consiguió, y en octubre de 1977, se firmaron los que pasaron a ser
conocidos como “Pactos de la Moncloa”, que constaban básicamente de dos puntos:
• Por un lado, el reconocimiento por parte de los agentes sociales de sus responsabilidades
en la lucha contra la crisis, y, consecuentemente, en su disposición para hacer los sacrifi-
cios necesarios.
• Por otro lado, se requería que las fuerzas políticas renunciaran a su deseo de imponer su
ideología para afrontar el problema, aceptando los resultados de la negociación y el
consenso.
Esta política de ajuste a la crisis estaba basada en unas medidas de saneamiento, encamina-
56
das a reducir la inflación y mejorar el equilibrio exterior, y unas medidas de reforma tendentes a
repartir con equidad los costes de la crisis, a iniciar la reestructuración productiva de los secto-
res diseñados por la crisis, y a instaurar un sistema de economía de mercado semejante al de
los países occidentales.
Lanuela política de saneamiento estaba integrada por las siguientes medidas de política eco-
nómica:
57
unos importantes superavits.
El éxito, sin embargo, no fue completo, ya que empeoró la tasa de paro y se incrementó de
forma importante el déficit público. Además, el consenso se rompió pronto. Hasta las elecciones
legislativas de 1982 ocurrieron algunos hechos importantes. En 1979 se produjo la segunda crisis
del petróleo, que actuó agravando los problemas económicos españoles. Por otro lado, la de-
bilidad del gobierno le dificultaba el emprender los ajustes necesarios. También cayeron las
tasas de ahorro y la de inversión.
No obstante, la evolución del PIB en los años 1978-1982 muestra un estancamiento en su creci-
miento, llegando algún año a ser negativo. No se volvería a crecer a un buen ritmo hasta 1986,
ya con el Gobierno del PSOE.
58
TEMA 3
1. EL DINAMISMO RECUPERADO
En este epígrafe se hará referencia a los años 1982-1990, años en los que correspondió al equi-
po de economistas del PSOE aplicar su política económica. Dicho periodo, que comenzó con
notables problemas económicos, variará su signo hacia la mitad de la década de los 80,
abriéndose una etapa de renovado crecimiento de la economía española.
La cartera de economía, que recayó en Miguel Boyer, marcó su clara prioridad por controlar la
inflación. Para ello, marcó una política monetaria restrictiva y fomentó la moderación salarial.
En cuanto al sector exterior, se llevó a cabo una devaluación de la peseta frente al dólar, con
lo que se pretendía afrontar el grave deterioro de la balanza comercial.
La política de ajuste
El año 1982 comenzó con una moderada expansión que se estancó en el segundo trimestre,
acabando el año con un saldo desalentador: alto nivel de inflación, cuyo diferencial con la
CEE era de 6 puntos, un déficit público que rozaba el billón de pesetas, y el PIB sólo crecía el
1,4%. Además, algunos agentes económicos presentaban recelos hacia un gobierno de iz-
quierdas cuya actuación disparase el crecimiento del déficit público. Sin embargo, esto no se
produjo. Con ligeras variantes, la política económica socialista apenas varió de la que se venía
practicando, en especial en todo lo referente a la preocupación por los equilibrios básicos.
El año 1983 fue el año de la reconversión industrial, imprescindible para sacar al sector industrial
de la atonía en que se encontraba y que no le auguraba un buen porvenir. Se requirieron
grandes sacrificios por parte de los trabajadores y notables esfuerzos presupuestarios para evitar
grandes traumas sociales, pero en 1984, se dio el proceso más doloroso de la reconversión, fina-
lizando de modo bastante satisfactorio. Sin embargo, sólo a partir de ese año el ahorro nacio-
nal fue capaz de financiar la formación bruta de capital.
La utilización por el gobierno del presupuesto del Estado para tratar de evitar fuertes traumas
durante la fase más dura de la política de ajuste implicó la necesidad de incrementar la presión
fiscal y el déficit público, el cual se financió de un modo no inflacionista, mediante la emisión
de deuda pública en todas sus modalidades.
La política monetaria, el instrumento más utilizado por los gobiernos socialistas para combatir la
inflación, junto con la moderación salarial aceptada por los sindicatos, tuvieron el efecto de
estancar el crecimiento de la demanda interna hasta 1985, y sólo el sector exterior evitó una
excesiva contracción de la actividad económica española en aquellos años.
59
1987 a alcanzar los 3 millones de parados, año que marcó la inflexión en el empleo que empe-
zó a disminuir lentamente en 1988. En España, la evolución del desempleo responde a la propia
evolución de la crisis. Las dificultades de la industria y las duras medidas de la reconversión lo
incrementaron aún más. Por el contrario, la recuperación económica supuso la sustitución (co-
mo en los 60) de trabajo por capital.
La salida de la crisis económica en España estuvo muy influida por la recuperación internacio-
nal, y por la confianza que dio a los agentes económicos nacionales y extranjeros la incorpora-
ción de España a la CEE el 1 de enero de 1986, lo cual puede considerarse como una línea divi-
soria entre los años de ajuste y los de la recuperación del crecimiento del PIB.
Los indicadores económicos de los años 1986 y 1987 fueron los mejores de la década, la infla-
ción bajaba sus tasas de crecimiento de una forma rápida, el déficit público se reducía, y el PIB
crecía a tasas del 4,6% y 5,6% respectivamente. Sin embargo, la entrada en la CEE supuso que
la balanza comercial no energética pasara de un superávit de unos 450.000 millones de pesetas
a un déficit similar. El desarme arancelario empezó a producir efectos de creación y desviación
de comercio que llevaron a un déficit aún no controlado en 1990.
El año 1986 fue también el del comienzo del gran auge inversor en la bolsa, a la que empezó a
llegar gran cantidad de dinero del exterior. La bolsa, hasta entonces poco conectada con los
mercados financieros, se incorporó, como toda la economía española, a la economía mundial.
Esto, positivo en sí mismo, trajo como consecuencia que el “crash” bursátil de octubre de 1987
en Nueva York afectase con grandes bajas a las bolsas españolas, y a través del sector finan-
ciero afectó al resto de los sectores de la economía. La ralentización de la economía mundial
hizo también más lento el crecimiento de la economía española en los años posteriores, y en los
años 1988-89 pareció que la inflación volvía a escapársele de las manos al gobierno.
El año 1988, sin embargo, fue de grandes ganancias empresariales y bancarias. Estos buenos
resultados tuvieron como consecuencia que, al ser superado el potencial productivo por la
creciente presión de la demanda, el resurgimiento de desequilibrios económicos: la inflación
volvió a crecer y el déficit comercial se aceleró. Para atajar esta situación, Carlos Solchaga
recurrió otra vez a las medidas restrictivas. En 1989 se recortaron los presupuestos para disminuir
el gasto público, a las entidades financieras se les limitó el volumen de créditos que podían
otorgar, y se obstaculizó el endeudamiento de bancos y empresas del exterior. Aunque algo se
consiguió con estas medidas, no se logró alcanzar el enfriamiento previsto, pues las razones de
la dificultad en la contención del crecimiento descontrolado estaba en la demanda interna.
Durante 1990, las medidas restrictivas para controlar la demanda siguieron actuando con bue-
nos resultados, como reconoció el informe de la OCDE sobre la economía española. El informe
coincidía en buena medida con el análisis, diagnóstico y políticas a aplicar con el Gobierno,
señalando algunas conclusiones de interés que describían la economía española de 1990: se
destacaba que las medidas para flexibilizar el mercado laboral, junto con el crecimiento eco-
nómico continuado, habían actuado permitiendo un notable incremento del empleo y el des-
censo del paro. También se consiguió estabilizar el crecimiento de la tasa de inflación y el dete-
rioro de la balanza por cuenta corriente, en la cual se podía apreciar tendencias al aumento
de las exportaciones y una desaceleración de las importaciones. Así mismo, continuaba el im-
portante flujo de entrada de capitales extranjeros que financiaban el déficit exterior.
60
TEMA 4
0. INTRODUCCIÓN
Todo proceso de integración implica dos tipos de efectos económicos: efectos estáticos o rela-
tivos al comercio, y efectos dinámicos que implican a toda la economía del nuevo miembro.
Tras los diez primeros años, los efectos dinámicos han sido los más importantes impulsando a la
economía española hacia mayores niveles de desarrollo. En lo referido a los efectos estáticos, el
comercio con los otros estados miembros se ha intensificado.
Respecto a los efectos dinámicos, en general el saldo del periodo arroja incrementos conside-
rables en la producción, lo que nos permitiría afirmar que los efectos dinámicos sobre la eco-
nomía española han sido bastante positivos. La evolución por sectores ha sido la siguiente:
• Productos energéticos. La producción crece año tras año a lo largo del periodo, lo que
implica que existe una demanda de energía sostenida que realizan los otros sectores pro-
ductivos y las economías domésticas.
61
En líneas generales, habría que destacar que:
1. Las rentas salariales y las procedentes de los beneficios se equiparan bastante en su dis-
tribución del producto nacional, siendo un factor importante de apoyo a la estabilidad
social.
2. La economía española se terciariza a marchas forzadas, en parte a costa del sector in-
dustrial, el cual comienza el periodo de 1986 con un nivel de masa salarial semejante al
de beneficios brutos.
Respecto a los efectos estáticos, un resultado inmediato que experimentó nuestro comercio
exterior fue que la balanza comercial se vio alterada sustancialmente, pues se pasó de un su-
perávit a un déficit considerablemente mayor que los tradicionales. Si analizamos este déficit, se
puede observar que fue causado por un incremento, aunque disparejo, de las importaciones y
las exportaciones.
Respecto a la evolución de la calidad de vida de los españoles tras la adhesión, siendo “ciu-
dadanos europeos”, los indicadores más representativos son la Renta Nacional Neta Disponible
(RNND) y algunos de los principales servicios que presta el Estado.
La evolución positiva de la RNND muestra que es más sensible a las variaciones en la coyuntura
económica internacional que al hecho de la adhesión. Nuestra incorporación a la CEE coinci-
de con una fase expansiva del ciclo económico, y esta bonanza económica es aprovechada
por España, haciendo pensar que la incorporación a la CEE ha permitido a la economía espa-
ñola aprovechar más el ciclo expansivo internacional que si no se hubiera producido la misma,
y ello ha beneficiado notablemente al ciudadano.
Dado que donde nos hemos integrado es un grupo de países promotores del libre comercio y
de la competitividad en los mercados, cabe pensar que estos principios están favoreciendo a
aquella parte de nuestro sistema productivo más dinámico y eficaz, eliminando las produccio-
nes marginales o no competitivas que pudieron surgir y pervivir al cobijo de una economía cor-
porativizada, heredera del anterior régimen político.
62
Los datos que la Contabilidad Nacional nos proporciona ponen de manifiesto que en la déca-
da pasada se ha producido una evolución de nuestra actividad económica, cuyo resultado ha
sido un gran salto hacia delante, tanto cuantitativa como cualitativamente.
El marco en el que se ha ido desarrollando nuestra economía durante estos años ha sido el
abandono de la tradicionales características de capitalismo corporativo para modernizarse y
aceptar la competencia.
La adhesión a la CEE ha supuesto para España una verdadera transición económica, y como
en el caso de la transición política, los cambios han tenido que hacerse con el sistema anterior
funcionando. El resultado puede calificarse de bastante positivo. Los indicadores muestran un
notable crecimiento económico y una importante mejora en la calidad de vida de los españo-
les.
Los reajustes más traumáticos ha sido en los sectores agrario y pesquero. Hay que destacar, no
obstante, que ambos sectores padecían en alguna medida problemas estructurales, las más de
las veces debidos al abandono que tradicionalmente sufrieron por parte de las autoridades
económicas españolas.
Los efectos en la industria y en los servicios han sido contradictorios. Al incrementarse la pro-
ducción, y con ella los beneficios y los salarios, el resultado final desde el punto de vista de la
competitividad es que se ha perdido gran parte de la ventaja anterior por los menores costes.
Sin embargo, al partirse de niveles relativos muy bajos, ha mejorado el poder adquisitivo de los
españoles con el correspondiente efecto positivo sobre la producción.
La apertura de la economía española tras la adhesión nos ha hecho también más sensibles a
la coyuntura internacional, permitiéndonos aprovechar mejor las fases alcistas del ciclo y su-
perar conjuntamente con nuestros socios comunitarios las fases depresivas, lo que supone que
se haga con un menor coste que de hacerlo aisladamente.
Se ha transitado durante estos años por todo un ciclo económico, con una fase alcista, con su
cima en los años 1987-89, y con una fase depresiva que tocó fondo en 1993. El año 1996 toda-
vía es una fase de recuperación, lenta, pero aún así la calidad de vida del ciudadano español
es mejor que antes de la adhesión.
5. ESPAÑA Y EL EURO
El IPC armonizado no debe sobrepasar en más de 1,1 puntos el valor medio de las tasas
de inflación de los tres Estados con menos cifras.
El déficit público no debía superar el 3% del PIB.
La deuda pública no debería ser inferior al 60% del PIB.
Los tipos de interés para Bonos del Estado a largo plazo no podía sobrepasar en un 2% al
del promedio de los tres Estados con menor inflación.
El tipo de cambio debía permanecer estable y dentro del SME al menos en los dos años
previos.
A comienzos de 1998 España presentó a la CEE unas cifras del ejercicio de 1997 bastante satis-
factorias. Así, pues, España se incorpora el 1 de enero de 1999 a la UEM, hacia la moneda euro-
pea.
63
Más allá de los objetivos antes descritos, habrá que cumplir el Pacto de Estabilidad y Crecimien-
to que se aprobó en la Cumbre de Ámsterdam en junio de 1997, y que implica seguir luchando
contra los desequilibrios macroeconómicos y cumplir el Programa de Convergencia (1997-2000)
presentado por España a la CEE, el cual fue aprobado.
64
ANEXO I
• El PIB por ramas de actividad. De su análisis podemos deducir cómo es la economía es-
pañola y cómo ha evolucionado la aportación de los sectores económicos del PIB.
• Distribución de la población española por sectores. Así destacaremos cuál o cuáles son
las ramas de actividad económica más dinámicas, donde el volumen de empleo es
más importante.
• Cuánto se ha conseguido abrir la economía, a fin de compararlo con las economías de
nuestro entorno.
La estructura del PIB en los años 80 nos indica que España se homologa con los países industria-
les desarrollados, en los que el sector primario aporta poco a la economía nacional, y son los
sectores secundario y terciario los que la sustentan.
Al analizar la Encuesta de Población Activa (EPA) podemos apreciar que ésta se distribuye de
acuerdo con la importancia de los sectores económicos comentados anteriormente. En 1989,
casi la mitad de la población activa estaba en el sector servicios, la industria y la construcción
suponían algo menos de la tercera parte del total, y la agricultura sólo representa el 11,9%. La
población activa no clasificable era del 7,8%.
La rama de los servicios de producción ha llegado a ser, también en España, in imput funda-
mental de las actividades industriales. Los servicios técnicos, jurídicos, de financiación o de ad-
ministración y gestión están siendo capaces de crear gran cantidad de nuevos empleos, en un
momento, además, en que la rama tradicional del sector servicios en España (el turismo) pare-
ce que se estanca.
65
...
66
ANEXO II
Tras las ratificaciones correspondientes, el 1 de enero de 1958 la Europa de los Seis se pone en
marcha hacia una integración económica, tras de la cual aparece un mal definido horizonte
de integración política. El proceso se inicia en un clima de expansión generalizada y de cre-
ciente libertad de comercio y pagos, situación que contrasta notablemente con la realidad
española (ésta demuestra palpablemente su incapacidad para financiar sus necesidades mí-
nimas de importación). El Plan de Estabilización puesto en práctica a mediados de ese año, y
concretado fundamentalmente en el Decreto-Ley de Ordenación Económica del 21 de julio de
1959, va a tratar de adecuar aunque sea limitadamente, el funcionamiento de la economía
española al de las europeas occidentales.
A comienzos de 1962 el Gobierno español, a través del Ministerio de Asuntos Exteriores, envió
una carta al Consejo de Ministros de la CEE solicitando la apertura de negociaciones para es-
tablecer “una asociación susceptible de llegar en su día a la plena integración”. Esa carta no
recibió respuesta alguna, lo que, evidentemente, ponía de manifiesto que los deseos españoles
no tenían cabida en una comunidad de países democráticos por razones inequívocamente
políticas. En 1967 el Consejo de Ministros Comunitario aprobó un proyecto de mandato para
que la Comisión negociase con España un acuerdo comercial preferencial.
Al cabo de largas negociaciones, en las que se advertían dos posturas distintas (la de España y
la de la Comunidad) llegó la firma del Acuerdo Preferencial de 1970, cuyos rasgos fundamenta-
les son, de forma muy resumida, los siguientes:
Sector industrial: la CEE se comprometía a una rebaja lineal del 60% que se materializaría
en dos años; por parte española, las reducciones, incluidas en las listas que abarcaban,
aproximadamente el 75% del arancel, oscilaban entre el 25% y el 60%, y debían efectuar-
se de manera progresiva a lo largo de seis años.
Sector agrícola: las concesiones mutuas fueron más limitadas. Sólo los cítricos, por lo que
atañe a las exportaciones españolas, obtuvieron ventajas arancelarias de cierta impor-
tancia. Por parte española, los compromisos más importantes se referían a las compras de
determinados productos lácteos y algunas rebajas de derechos para importaciones no li-
beradas. El acuerdo estaba previsto para una duración mínima de seis años en su primera
etapa.
Transcurridos dos años, la ampliación de la CEE a tres nuevos miembros (Dinamarca, Irlanda, y
Reino Unido) planteó la necesidad de renegociar el Acuerdo de 1970. Esta ampliación de la
Comunidad implicaba, entre otras cosas, que el Reino Unido debería aplicar a las importacio-
nes de terceros países todos los elementos propios de la PAC (elevados derechos de aduana,
precios de referencia, prélèvemets, etc...), y, por el contrario, los productos franceses e italianos
podían dirigirse a Gran Bretaña sin obstáculos.
Esta variación de las condiciones del mercado perjudicaba notablemente a España, cuyo co-
mercio de productos agrícolas con el Reino Unido era muy importante. Además, los acuerdos
que se estaban concluyendo entre la CEE y la EFTA para establecer en Europa una zona de
libre comercio industrial iban a debilitar la posición de las exportaciones españolas también en
ese terreno.
67
Ampliar el Acuerdo Preferencial de 1970 a los tres nuevos países, con una aceptación re-
cíproca por parte de la CEE.
Aceptar que la CEE nos incluyera en su política global mediterránea, que por entonces
empezaba a prepararse, y que nos hubiera reportado grandes beneficios en el terreno
agrícola.
Ingresar en la EFTA para aprovechar la zona de libre comercio industrial y no perder posi-
ciones.
Firmar un protocolo adicional que demorara la inmediatez un año más.
Cerrada la vía de la EFTA con la oposición por motivos políticos de Suecia y Noruega, sólo la
última solución parecía posible. No obstante, la Comunidad propuso un reajuste técnico que no
era sino una mera transposición del Acuerdo del 70 a las relaciones de España y la Comunidad
de los Nueve; la parte española no la aceptó, y propuso una salida al problema del vacío jurídi-
co que se produciría en enero de 1973. Tal solución se presentó en octubre del 72 en una nota
verbal que contenía una propuesta de Protocolo adicional al Acuerdo de 1970. En él se prorro-
gaba, durante 1973, la situación previa, y se emplearía el año para negociar un nuevo Acuerdo
que entrara en vigor el 1 de enero de 1974. La idea central de este nuevo tratado debía ser la
creación de una zona de librecambio.
Para comprender las razones de tipo económico para la solicitud de la adhesión, hay que
atender a la importancia del comercio desde tres ángulos: su volumen, su diversificación, su
grado de especialización.
La cobertura comercial aumenta continuamente desde los años 60, alcanzándose la cobertura
plena en los años 80. Todo ello significa que la CEE es nuestro primer suministrador y cliente, y
que, desde ese intercambio, se deducen claras ventajas para la economía española que, has-
ta ahora, ha demostrado su capacidad para competir en mercados cada vez menos protegi-
dos.
Aunque la información más difundida pueda hacernos creer que el comercio entre la CEE y
España es un trueque de productos industriales por agrícolas, importamos productos industriales
y exportamos también, fundamentalmente, productos industriales. Lo cual significa que las posi-
bilidades de comercio mutuo son muy amplias, ya que la demanda de productos industriales
presenta una elasticidad-renta mucho mayor que la de los productos agrícolas.
Las explotaciones españolas, con defectos estructurales muy acusados y productividades infe-
riores a las comunitarias, deben ir experimentando transformaciones para poder subsistir en un
mercado único. E igual sucede con la industria, puesto que también aquí las diferencias en par-
68
tida eran importantes. En términos generales, el coste de la mano de obra española era inferior
al de la media de la Comunidad, pero también su productividad era menor. Por esas razones se
preveía que en la industria ligera, con procesos generalmente intensos en mano de obra, las
empresas españolas podrían competir sin dificultades y obtener cuotas crecientes de mercado
comunitario, mientras que a la industria pesada y los sectores de tecnología punta la progresiva
reducción de las barreras iba a plantear problemas de considerable envergadura. Tanto es así,
que de no haberse producido modificaciones en nuestra organización productiva hubiera sido
difícil saber si la suma algebraica de los efectos comerciales saldaría positiva o negativamente
para la economía española.
Tratan de los modos en que una de las partes debe adherirse a las normas comunitarias,
al denominado “caquis communautaire”. Esto hace que el centro de la negociación lo
constituya la definición de períodos transitorios o derogaciones temporales, mediante las
cuales bien el país candidato o bien la propia Comunidad pretenden conseguir que la in-
tegración no produzca consecuencias perjudiciales para sectores concretos, o para el
conjunto de la economía de los países que la negocian. Esta aparente simplicidad es, pa-
radójicamente, una de las mayores dificultades de la negociación, ya que establece,
desde el inicio de la misma, una asimetría que sitúa en inferioridad al país candidato. Esta
presión psicológica sobre los negociadores en un país de impulsos nacionalistas como Es-
paña, y con una opinión pública sensible a lo que se perciben como humillaciones del
orgullo nacional, ha sido uno de los rasgos distintivos del proceso negociador.
A estas dificultades de procedimiento, hay que añadir las propias de lo que se negocia y de la
estrategia que se emplea.
Unión Aduanera. Eliminación de los derechos arancelarios entre las dos partes para todos
los productos industriales, y para la aproximación de aranceles a la Tarifa Exterior Común
(TEC) frente a terceros. Se fijó un periodo transitorio de siete años.
69
tableciendo una transición específica para los productos sensibles con diferencias fun-
damentales (ej. frutas y hortalizas, 10 años). Por parte de España, se imponen restricciones
cuantitativas a las importaciones de productos lácteos, carne de vacuno y trigo blanco
panificable, que van desapareciendo a medida que avanza el periodo transitorio.
En términos generales, el Tratado de Adhesión establecía un periodo de siete años para que
España adaptase su economía a las normas existentes en la Comunidad, a la que deseaba
incorporarse plenamente. Este tiempo parece que ha sido suficiente para que, sin brusqueda-
des, la economía española se homogenice con la comunitaria.
Según Pedro Solbes (1989), refiriéndose al capítulo de comercio exterior, “puede decirse que el
sistema de transición pactado ha sido satisfactorio, sin que haya sido necesario recurrir a medi-
das excepcionales”. Sólo se ha empleado la cláusula de salvaguarda en el sector del porcino,
que ha debido ser protegido en España, y por el contrario se ampliaron los contingentes previs-
tos de productos pesqueros y agrícolas.
70
ANEXO III
Por tanto, el objetivo es tratar de conseguir los niveles de eficiencia economía de estas socie-
dades, reduciendo las desigualdades que padecemos con respecto a ellas, y también las que
existen entre áreas territoriales dentro de nuestro país.
Por tanto, la política regional no puede ser fundamentalmente asistencial, sino que debe orien-
tarse (con apoyos compensatorios o incentivadores temporales, si es preciso) a asegurar un
modo de articulación de los factores productivos que permita la continuidad en la mejora a
partir del propio potencial productivo. En este sentido, se habla de desarrollo endógeno, en el
sentido de que las medidas de política adoptadas en un espacio económico concreto contri-
buyan a dinamizar su actividad, de manera que el grado de utilización de los recursos (natura-
les y humanos, así como de capital acumulado) sea mayor, y también lo sea el nivel tecnológi-
co incorporado a la organización de la producción.
Por otro lado, la política regional debe estar diseñada por medio de un conjunto de instrumen-
tos que puedan impulsar coordinadamente el mejor aprovechamiento del potencial endógeno
de desarrollo. Para que estos instrumentos actúen con éxito sería fundamental conseguir que al
menos los agentes económicos públicos actúen ordenadamente para el logro de los objetivos
fijados, lo que implica la programación de las actuaciones de las distintas administraciones y su
coordinación, y conseguir interesar y vincular a los agentes privados a la política regional em-
prendida. Para ello deben estar bien articulados los canales de información que comuniquen al
sector privado con el público.
71
El período 1960-73
Desde la óptica regional, el crecimiento económico trajo consigo una mayor concentración
geográfica de la producción, del empleo y de la población. La producción se concentra en
zonas que ya en 1960 eran de las más desarrolladas, como Cataluña, el País Vasco o Madrid.
El tipo de crecimiento de esta etapa suponía una importante creación de empleo, ya que se
basó en la expansión de la construcción, los servicios y de empresas industriales de tamaño
medio con una relación capital-trabajo no muy elevada.
Una pieza clave para explicar el mapa económico regional español en este periodo es el
desarrollo del sector servicios. La costa levantina y el sur del país experimenta, en estos años, un
gran auge del turismo, principalmente europeo, que hace crecer enormemente el sector servi-
cios y la construcción.
Por último, el crecimiento económico trajo consigo la disminución, en términos de renta por
habitante, de las diferencias interregionales. La razón principal estuvo en las migraciones desde
regiones atrasadas a otras zonas más desarrolladas.
a) Los cambios en el mapa económico-regional. En esta etapa la política regional fue rele-
gada en España a un papel secundario, ya que para afrontar la crisis se instrumentaron
fundamentalmente políticas de ámbito nacional y sectorial. Varias fueron las razones:
Los desequilibrios que trajo consigo la crisis (inflación, paro y déficit público) precisan
actuaciones a nivel macroeconómico.
La reconversión industrial se encaró de un modo sectorial global.
En esta época predominan las acciones a corto plazo, y existió una gran desconfianza
en la planificación económica.
Es una época de ajuste entre las competencias de las Comunidades Autónomas y la
Administración Central.
72
más bajas. Las diferencias entre provincias dentro de una región fueron también impor-
tantes. Los ejes de expansión económica se sitúan en la línea costera mediterránea,
zonas todas éstas con tasas de crecimiento elevadas. En sentido contrario, la cornisa
cantábrica sufre un fuerte impacto con bajas tasas de crecimiento.
2. Cambios demográficos. La población española también sufrió variaciones, disminu-
yendo la tasa de crecimiento medio anual. La crisis económica detuvo los movimien-
tos migratorios hacia el exterior, y limitó mucho los interiores. En las ciudades españolas
más grandes la población experimentó una dispersión por el área metropolitana.
3. Se detuvo el proceso de convergencia del PIB por habitante en el período 1793-85, en
buena medida por la disminución de las migraciones.
4. Generalización del desempleo y compartimentación de la demanda de trabajo a cau-
sa de la crisis. Los mercados de trabajo sufrieron cambios importantes: aparece el em-
pleo sumergido, se forman bolsas de desempleo estructural en las empresas que antes
emitían mano de obras, se compartimentaliza la demanda de trabajo, habiendo un
fuerte excedente de mano de obra sin cualificar y demanda de mano de obra cualifi-
cada...
5. El ajuste sectorial tiene a nivel regional un efecto desigual. La crisis implicó un ajuste por
el lado de la oferta ante la alteración de los precios relativos y la disminución y modifi-
cación de la demanda. El Efecto neto total (ENT) es la diferencia entre la variación en
el VAB realmente acaecida en una región, y al que se hubiera producido de acuerdo
con la tasa media nacional.
6. Cambios en el sentido de las inversiones. Las inversiones en ampliaciones coinciden
con las zonas de industrialización antigua, pero las nuevas se dispersan más.
1. Las inversiones públicas han sido utilizadas tradicionalmente como un instrumento pa-
ra promover el crecimiento de la economía, y sólo a partir de los años 80 se ha em-
pleado con fines redistributivos. Sus limitaciones más importantes derivaron de no estar
insertas en una estrategia de política regional que las coordine con otros instrumentos,
a fin de obtener una actuación consistente. Además, surgieron problemas de compe-
tencias con las Autonomías, dificultando aún más su éxito. Las inversiones fueron de ca-
rácter disperso, puntual y de pequeña dimensión.
3. Los incentivos regionales, cuyo objetivo es modificar las decisiones de invertir a favor
de las áreas desfavorecidas. Los mecanismos para lograrlo son los incentivos fiscales y
financieros, como subvenciones, bonificaciones fiscales, bonificaciones en tipos de in-
terés o créditos oficiales preferentes. Las limitaciones de este instrumento, como de los
anteriores, es la carencia de una estrategia general. La mera existencia de una política
de incentivos no garantiza que se atraigan recursos hacia regiones atrasadas, y esto es
lo que ha venido sucediendo en España.
73
Como resumen, podemos decir que en el período 1973-85 se experimentan importantes
cambios en el mapa económico regional español como consecuencia del impacto de la
crisis, y que una política regional bastante débil no fue capaz de evitar que los desequili-
brios regionales aumenten.
Por tanto, el PDR analiza, define y programa las actuaciones coordinadas de los diferentes nive-
les de autoridades en el tema, es decir, la CEE, el Gobierno del Estado miembro y el Gobierno
regional.
En lo referente a los instrumentos empleados, son los mismos que ya existían. Sin embargo, ha
cobrado una mayor importancia la inversión en infraestructura. La experiencia europea, e in-
cluso la española reciente, señala que los incentivos regionales sólo alcanzan su plena eficacia
cuando existe un cierto nivel de desarrollo económico, en el que los mercados regionales y
locales están perfectamente articulados y existe una infraestructura suficiente. Por esta razón,
hay que proseguir en el esfuerzo de crear infraestructuras.
Por último, en 1989 el FEDER (Fondo para el Desarrollo Económico Regional), junto con los demás
fondos estructurales, son reformados por un nuevo reglamento marco de todos ellos, y nuevos
reglamentos para cada uno. Es de destacar, en cuanto al reglamento marco, la fijación de los
activos de actuación, que son:
74
Acelerar la adaptación de las estructuras agrarias.
Fomentar el desarrollo de las zonas rurales.
75
...
76
ANEXO IV
El principal mercado para las exportaciones españolas la constituye la CEE, pues ésta es el
“mercado natural” al que se dirigen principalmente las empresas españolas. Sin embargo, en
1996 las exportaciones españolas a países no comunitarios crecieron más, y ello se debió a la
ralentización de las principales economías europeas y a la depreciación de la peseta frente al
dólar, lo cual abarató el comercio con países terceros fuera de la CEE. A pesar de ello, hubo
algunos retrocesos en países como Japón o en la zona del Magreb.
Desde hace años, la CEE es también nuestro principal suministrador. A nuestro ingreso, en 1986,
el volumen total de importaciones procedentes de la CEE representaba el 50,2% del total de
importaciones españolas. Sin embargo, en 1996 el crecimiento de nuestras importaciones se
había moderado. La razón habría que buscarla en la demanda interna, insuficiente para tirar
más de las compras del extranjero.
La cuenta de capital, que contiene las transferencias de capital, así como las enajenaciones de
activos inmateriales no producidos, es también positiva en el año que estamos considerando, a
causa de las transferencias de la CEE.
Finalmente, la balanza financiera, que refleja la financiación del exterior de la economía espa-
ñola o la financiación española exterior, se suele saldar con un signo negativo para España, lo
que significa que se produce una entrada de capitales que financian a la economía española.
77
...
78
ANEXO V
Introducción
La crisis económica de la primera mitad de la década de los 90 puso en tela de juicio la posibi-
lidad de mantener el Estado del Bienestar en toda Europa Occidental. Los problemas para su
mantenimiento eran, prácticamente, comunes para todos los Estados de la CEE, y las medidas
aplicadas, su reforma y reajuste, también. Posteriormente, cuando la economía salió de la crisis
en la segunda mitad de la década, la mayoría de los gobiernos europeos han seguido inten-
tando corregir los problemas estructurales y de financiación que han puesto en peligro los sis-
temas de protección social.
España, aún cuando llegó tarde al Estado del Bienestar, ha tenido que acometer una serie de
reformas semejantes a las de sus socios comunitarios con el fin de poder financiar un cierto nivel
de servicios sociales. De todas maneras, la solución a los problemas permanentes que presenta
la existencia del Estado del Bienestar no es probable que se produzca en un solo Estado de la
Unión, sino que será en una instancia Supranacional donde, con la colaboración de todos, se
pueda afrontar con éxito la cuestión.
El Estado del Bienestar supone la intervención de los poderes públicos en la vida económica y
social del país a fin de corregir las deficiencias de funcionamiento del mercado, desarrollando
una labor de redistribución de recursos y creando un sistema legal de protección del ciuda-
dano ante los graves problemas sociales que se originan en nuestras sociedades.
La necesidad de intervención del Estado es aceptada por la práctica totalidad de los agentes
sociales y políticos, ya sean liberales o socialdemócratas (Bismarck, informe Henry Beveridge).
Este relativo consenso puede deberse a las restricciones de tipo histórico y geográfico, que ha-
cen que el mercado en Europa sea un mal redistribuidor de la riqueza y que sus imperfecciones
hagan precisa la intervención correctora del Estado. Pero esto no ocurre en las sociedades
nuevas, donde se da una auténtica igualdad de oportunidades en los mercados.
Las cuestiones a resolver son cómo intervenir y cuánto. La respuesta a la primera pregunta ya la
ofrecía el Informe Beveridge, con un plan general de protección social en el que se contempla
la sanidad, el desempleo y las jubilaciones. Las relaciones entre los agentes sociales, unas veces
con acuerdos y otras con conflictos más o menos fuertes, han marcado los límites del cuánto se
debe intervenir.
El nivel de protección social actual en los países europeos es el fruto de luchas sociales y de la
negociación del movimiento sindical a lo largo del presente siglo y finales del pasado.
La mayoría de países europeos fueron disponiendo de una legislación social a medida que
avanzaba el siglo XX, acelerándose su implantación a partir de la II Guerra Mundial, tanto con
gobiernos de izquierdas como de derechas. La socialdemocracia europea, al acceder después
de la guerra a los gobiernos, emprendió la tarea de perfeccionar e incrementar la protección
de los trabajadores y dotar de un cuarto elemento al naciente Estado del Bienestar: la extensión
de la educación entre los ciudadanos como factor favorecedor de la igualdad de oportunida-
des.
79
La generalización de la Seguridad Social y de un determinado nivel de enseñanza gratuita y
obligatoria, así como el fomento y la subvención de la enseñanza superior, han hecho que Eu-
ropa tenga hoy una calidad de vida de las más altas del mundo y la más extendida al conjunto
de la sociedad. Esta circunstancia se ha dado, además de por la voluntad política y por la de-
manda de los ciudadanos, porque se ha dispuesto de recursos para financiar su coste gracias a
las altas tasas de crecimiento económico que ha tenido Europa en las décadas posteriores a la
II Guerra Mundial, lo que ha permitido a los gobiernos disponer de los necesarios recursos públi-
cos.
La primera década de los noventa fue un periodo de crisis económica para los países euro-
peos, y aunque no es la primera que se produce, sí tuvo unas características singulares, desta-
cando la aparición de voces entre los sectores más conservadores que cuestionaban el con-
senso sobre la existencia del Estado de Bienestar, quizás por no existir un contrapeso político
fuerte, como era el caso de la antigua URSS, que actuaba como moderadora del liberalismo
más radical.
El mantenimiento de los Estados del Bienestar sufre los efectos de esta crisis de las economías
europeas de los años 90, y los gobiernos deben revisar los objetivos actuales del sistema de pro-
tección social y reconsiderar seriamente su financiación.
La preocupación por salir de la crisis con el menor coste social posible es algo de lo que la UE
no es ajena, y por ello la Comisión presidida por Jacques Delors encargó la realización de estu-
dios al respecto. El informe conocido como Libro blanco de crecimiento, competitividad y em-
pleo se publicó en diciembre de 1993, y quiere ser un elemento de reflexión sobre las bases pa-
ra un desarrollo sostenido en las economías europeas a fin de hacer frente a la competencia
mundial. Ésta búsqueda de competitividad debe tener en cuenta que las sociedades europeas
no son las asiáticas, y por eso el preámbulo señala que el trabajo se ha de considerar como
factor de integración social e igualdad de oportunidades, teniendo en cuenta las exigencias de
la economía y la creación de empleo. Europa no puede renunciar a su tradición para orientali-
zarse.
El Libro blanco señala algunas orientaciones sobre como deben ser las economías europeas
del siglo XXI, si la UE quiere mantener su posición preeminente en el mundo:
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be dirigirse hacia una sociedad de la información, basada en las nuevas tecnologías in-
formáticas y audiovisuales.
La economía del próximo siglo debe ser solidaria. En el plano comunitario, el Acta Única
llegó para reequilibrar el desarrollo del gran mercado mediante políticas comunes de
acompañamiento, en concepto de cohesión económica y social.
1. Solidaridad entre los que tienen trabajo y los que no lo tienen. Los beneficios que se ga-
nen al incrementar la productividad se destinen a nuevas inversiones para crear empleo.
2. Solidaridad entre generaciones, luchando por mantener e incrementar en el futuro la
cantidad de trabajo que produce riqueza y financia los sistemas de protección social.
3. Solidaridad entre regiones ricas y regiones pobres por medio de políticas redistributivas.
4. Solidaridad para combatir la exclusión social. Política global de apoyo que vaya desde la
formación profesional a la vivienda, a fin de lograr la reinserción social.
En definitiva, la sociedad europea del futuro debe mantener unos mínimos de solidaridad que
actúen como contrapeso corrector de la necesaria búsqueda de una mayor competitividad
económica.
3. EL PROBLEMA DE LA FINANCIACIÓN
Los déficits públicos de los Doce son en la actualidad muy abultados y difíciles de contener,
agravando el problema de que una subida de los impuestos existentes debilitaría la recupera-
ción económica y dañaría la competitividad europea en los mercados mundiales. La Comisión
de la CEE sugiere trasladar parte de las cargas fiscales del trabajo a otros factores de la pro-
ducción o al consumo.
La resolución del problema financiero, verdadera espada de Damocles sobre los Estados del
Bienestar europeos, pasa por una reforma impositiva en profundidad. Impuestos nuevos o in-
crementados sobre la contaminación del medio ambiente, sobre el consumo de energía, sobre
las inversiones especulativas y el aumento de los tipos normales del IVA, podrían ser un com-
plemento de los sistemas fiscales actuales, aliviando los déficits presupuestarios europeos. Inclu-
so, si fuera posible, se podrían reducir las cotizaciones sociales que encarecen el factor trabajo
en la UE y dificultan la competencia con países que practican el “dumping” social.
81
La colaboración entre los Estados de la Unión y con las instituciones comunitarias es, probable-
mente, la forma menos costosa, en términos económicos y sociales, para afrontar la necesaria
reforma de los sistemas de protección social y de su financiación.
82
TEMA 5
1. INTRODUCCIÓN
Para muchos autores, la cuestión agraria ha constituido históricamente uno de los problemas
fundamentales de España. Al margen de consideraciones climáticas, fundamentales en el sec-
tor, la agricultura española se ha mantenido atrasada hasta décadas recientes, obstaculizando
el necesario proceso de modernización e industrialización de la economía nacional. Las expli-
caciones de este atraso son de diversa índole, y no solo de tipo económico. Tal vez el aspecto
que más destaca sobre los demás haya sido la preeminencia socioeconómica de la ganadería
lanar sobre las actividades agrícolas a partir del siglo XV: la famosa MESTA, que tuvo una impor-
tante influencia económica y política, y no solo determinó en sus rasgos generales la estructura
productiva y comercial del campo español, sino que terminó por construir el principal freno al
desarrollo de la agricultura y la economía, arrasando literalmente con los campos y cultivos del
país.
La agricultura española salió de la Guerra Civil en unas condiciones catastróficas. Las colectivi-
zaciones del periodo republicano fueron desmanteladas, y la oscuridad secular volvió a pre-
dominar en el país. En 1950 la sociedad española seguía siendo básicamente rural y desarticu-
lada a todos los niveles, y además la autarquía franquista impidió aprovechar las condiciones
internacionales de la posguerra.
Sin embargo, a partir de 1959, y sobre todo con los Planes de Desarrollo de la década de los 60,
la situación dará un vuelco importante, tanto a nivel general como en la agricultura en particu-
lar. La modernización tiene su gran exponente, en los incrementos de la productividad agrícola.
La PFA se había duplicado en el periodo 1964-1997.
Hay que destacar que dicho proceso de modernización ha tenido un carácter inducido, subor-
dinado a la dinámica de los demás procesos productivos, registrando transformaciones estruc-
turales pero casi siempre como resultado de factores exógenos insertos en una lógica más am-
plia, en la mayoría de los casos desvinculada o incluso contraria a las necesidades de la propia
agricultura. Esto no ha dejado de estar relacionado con la pérdida de peso relativo de la agri-
cultura respecto al conjunto de la actividad económica del país. Este proceso de desagricultu-
rización no es contradictorio con una mejora y modernización de la propia actividad agrícola.
Se observan cambios en:
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1. El proceso de urbanización: la emigración del campo a la ciudad es el fenómeno que
explica la disminución progresiva del empleo agrario. Esto ha motivado alzas en los sala-
rios agrícolas, lo que conlleva una mayor capitalización y mecanización de las explota-
ciones, y por tanto, sumado a la disminución de la sobrepoblación agraria, uno de los in-
crementos de la productividad agraria más importantes de Europa. Esta disminución de la
población ocupada en el sector alcanzó en el caso español un ritmo vertiginoso. Debe-
mos tener presente que esta rápida modernización, reflejada en los crecientes niveles de
capitalización, no fue una opción ni elegida ni planificada, y por tanto las problemáticas
microeconómicas quedaron soslayadas. Por otro lado, se producto un cambio en los pa-
trones de consumo alimentario a causa de los aumentos en los niveles de renta media de
los españoles.
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En el contexto europeo se evidenciaba una clara diferenciación entre las agriculturas del norte
y del sur. En términos de eficiencia, todas las regiones españolas estaban por debajo de los
niveles medios comunitarios. En cuanto a los niveles de productividad aparente, solo Cataluña
y Navarra estaban por encima de la media.
En este marco, la adhesión a la CEE fue especialmente difícil en el capítulo agrícola. En este
periodo la CEE se encontraba inmersa en las discusiones sobre la reforma de la PAC, y por otro
lado el ciclo de expansión presupuestaria en materia agrícola se había terminado.
El objetivo comunitario en la negociación era plantear una adhesión por etapas. La negativa
española, que se apoyaba en el carácter de las negociaciones de adhesiones anteriores, llevó
a la adopción de una solución de compromiso: aplicación de una transición clásica para la
mayor parte de las ramas y transiciones específicas más prolongadas para las frutas, las hortali-
zas y las materias grasas vegetales.
Al tratar la evolución del sector tras la adhesión, se pueden distinguir varios periodos:
De 1986 a 1988 se confirmaron las buenas expectativas, pues nuestra agricultura se bene-
fició de los mecanismos de garantía de la PAC. Aumentó la inversión y también el grado
de endeudamiento.
A partir de 1988 empieza a desvanecerse la euforia. Por ejemplo, el sector lácteo entró en
una grave crisis al relajarse los mecanismos de control de las importaciones y al continuar
aumentando la producción nacional no competitiva, lo cual llevó al hundimiento de los
precios. En la agricultura continental empezaron a manifestarse los efectos derivados de
las restricciones y el endurecimiento del régimen de intervención, así como la congela-
ción de los precios institucionales. Las recurrentes sequías después de 1990 aún complica-
ron más la situación.
La reforma de la PAC se inicia en 1992 con la Reforma de MacSharry. Diversos son los problemas
que afectaban a la PAC y que justificaban su puesta en cuestión, entre los más importantes se
encuentran:
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La respuesta de porqué se llegó a este desequilibrio presupuestario habría que buscarla en los
crecientes desajustes existentes en una demanda estancada, afectada por la reducida elasti-
cidad-renta de la demanda de productos alimenticios en los países desarrollados.
1. Una gradual sustitución de la protección vía precios por ayudas directas a la renta, que
en la práctica se ha convertido en un sistema de ayudas compensatorio por el descenso
de los precios vinculado indirectamente a la producción a través de la superficie y el
censo ganadero.
2. Una política de desarrollo rural integrado como eje vertebrador de la dimensión socioes-
tructural de la PAC, que pretende el establecimiento de fondos públicos para el mante-
nimiento de servicios medioambientales por parte de la población rural y la promoción
de una diversificación productiva en actividades como el turismo rural, la artesanía...
Aún con las expectativas que generó dicha reforma, las cosas han cambiado muy poco. El
sistema de ayudas directas ha reproducido la situación anterior, y el grueso del gasto agrícola
se ha concentrado en la sección Garantía, que, al poseer en su instrumentación una relación
directa con la producción y la productividad, continúa reproduciendo las dinámicas perversas
del pasado.
Además, hay que tener en cuenta que la Reforma ha afectado especialmente a los productos
continentales y no a los mediterráneos, lo cual ha agudizado la asimetría entre ambas agricul-
turas.
Por todo ello, la Reforma de la PAC está teniendo un impacto negativo en la necesaria reestruc-
turación de nuestra agricultura, en particular en la extensiva continental. Este sistema de ayu-
das beneficia y consolida la existencia de una agricultura no profesional, mientras que las ayu-
das funcionan como una especie de subsidio al subempleo agrario para pequeños agricultores
a tiempo parcial o jubilados, similar al PER en Andalucía y Extremadura.
Repercusiones sobre los intercambios agrícolas entre España y la UEM. Con la introduc-
ción del Euro no se podrá recurrir al tipo de cambio para mejorar la competitividad de
nuestros productos.
La abolición del régimen agromonetario. Dicha abolición implicará la imposibilidad de in-
crementar, gracias a las fluctuaciones monetarias, la cuantía de ayudas en pesetas, y por
tanto elevar de esta manera las rentas agrarias.
Repercusiones en la competitividad de nuestros mercados agrarios por la entrada en vi-
gor de la UEM y los paulatinos esfuerzos de liberalización del comercio agrario mundial,
que conduce a la aparición de excedentes agrarios no exportables.
El control de las finanzas públicas por parte de los Estados Europeos, el cual puede tener
serias implicaciones en la financiación de programas nacionales de ayuda al sector agra-
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rio (mantenimiento de subsidios agrarios, financiación de regadíos…).
La puesta en cuestión del tratamiento privilegiado que la PAC tiene en el presupuesto
comunitario, debido al objetivo de la cohesión económica y social. En este término, la
PAC debería funcionar más en términos de territorio y no hacerlo en los de producción
agraria, haciendo hincapié en factores estructurales de carácter integrado y medioam-
biental.
La necesidad de la utilización más en profundidad del principio de subsidiariedad apro-
bado en Maastricht.
87
...
88
ÍNDICE
1. El comercio mundial 1
2. La integración económica 7
4. La tecnología 21
6. La volatilidad cambiaria 33
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