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CAPITULO I

EL PROBLEMA

Este capítulo refiere el planteamiento del problema, la definición de

los objetivos generales y específicos que se buscan cumplir durante el

desarrollo de la investigación, la justificación que soporta el estudio y la

delimitación de la investigación.

1. Planteamiento del problema

A nivel mundial, sectores tanto públicos como privados, hoy día muestran

un creciente interés por la gestión empresarial, sus consecuencias sociales y

medioambientales, sin descuidar la continua preocupación por el desarrollo de

procesos y actividades, que permitan mejorar la competitividad en aras de

mejorar la calidad, innovar los productos, servicios, captar nuevos mercados y

por ende, reducir los costos de producción y comercialización. Organismos

internacionales como la Organización de las Naciones Unidas (ONU), la

Organización Internacional del Trabajo (OIT) y la Comisión Europea, han jugado

un papel fundamental al dirigir iniciativas con la finalidad de impulsar la creación

de un marco para la responsabilidad social de las empresas.

En este sentido, en los últimos años han surgido diferentes iniciativas

mundiales que han impulsado la incorporación de la Responsabilidad Social

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en la estrategia empresarial. Diferentes instituciones y organizaciones,

formadas por multitud de estados, han desarrollado iniciativas para promover

y fomentar el comportamiento socialmente responsable de las empresas,

que incluyen una serie de recomendaciones y normas, que aunque no son

de obligado cumplimiento, incorporan un compromiso por parte de los

estados adheridos, para fomentar un desempeño responsable y ético en el

entramado mundo empresarial de sus respectivos países.

Cabe señalar que, mediante estas acciones mundiales, se busca

uniformidad de principios, actuaciones e indicadores de responsabilidad

social de la labor de las empresas en este ámbito, que les permitan ser

reconocidas no sólo en el entorno más cercano de la empresa sino también

en el ámbito internacional.

Es relevante mencionar, las especificaciones contenidas en el Pacto

Mundial de las Naciones Unidas en el año 2000, que comprende un código

de conducta para las empresas multinacionales y trasnacionales, cuyas

propuestas incluyen, entre otros, los aspectos sobre derechos humanos,

laborales, ecológicos, así como, la Declaración Tripartita de la Organización

Internacional del Trabajo sobre las empresas multinacionales y la política

social.

Estas iniciativas mundiales de impulso a la responsabilidad social, por

parte de organizaciones y sectores claves, han llevado a la Comisión Europea

(2007) a definirla como "la integración voluntaria por parte de las empresas,

de las preocupaciones sociales y medioambientales en sus operaciones


comerciales y sus relaciones con sus interlocutores", creando un marco para

el futuro, en donde las empresas serán conscientes de la contribución al

desarrollo sostenible, favoreciendo el crecimiento económico y el aumento de

su competitividad, al tiempo que garantizaran la protección del medio

ambiente y fomentaran su responsabilidad social.

Carroll (1994, citado por Díaz, 2002), presenta una pirámide de la

responsabilidad social, señalando las responsabilidades en el siguiente

orden: filantrópicas (ser un buen ciudadano: dedicar recursos a la

comunidad, mejorar la calidad de vida); éticas (obligación de hacer lo que

está bien y es justo, evitar el daño); legales (obedecer la ley: jugar según las

reglas del juego); y en la base de la pirámide ubica las responsabilidades

económicas (generar beneficios: base sobre la que descansan el resto de

responsabilidades).

En términos generales, que las empresas procuren el logro de los

objetivos sociales, depende de diversos factores, entre ellos, valores

personales del personal, el tamaño de la empresa, las actividades realizadas

en sus procesos de producción, capacidad de invertir en los programas

sociales, la estructura de su industria y las consecuencias que puedan

derivarse de su acción u omisión, servicio a la comunidad, sentido de

solidaridad y preocupación por el bienestar colectivo. Esto significa, que no

solo debe ocuparse de su competitividad y crecimiento económico, sino

también del bienestar y desarrollo de la sociedad y comunidades donde se

desenvuelve.
Para Bestratén y Pujol (2004), la responsabilidad social de la

empresa, también denominada responsabilidad social corporativa es un

término que hace referencia al conjunto de obligaciones y compromisos,

legales y éticos, tanto nacionales como internacionales, que se derivan de

los impactos que la actividad de las organizaciones producen en el ámbito

social, laboral, medioambiental y de los derechos humanos.

De acuerdo a lo expuesto por los autores antes mencionados, la

actividad empresarial va asociada implícitamente a los beneficios sociales

que aporta, ya sea de manera expresa y voluntaria o indirecta. Hoy día, las

empresas son cada vez más conscientes de la necesidad de incorporar las

preocupaciones sociales, laborales, medioambientales y de derechos

humanos, como parte de su estrategia de competitividad como negocio.

Según Fernández (2005), la responsabilidad social de las empresas

“constituye un elemento condicionante, y también podría decirse que integrante

de la estrategia empresarial, tanto a nivel corporativo como de negocio”.

Sin embargo, algunos gerentes y administradores de empresas, adoptan

la responsabilidad social como una obligación y aseguran que solamente tienen

compromisos con los accionistas (dueños) de la compañía.

Por lo tanto, piensan que su única responsabilidad consiste en atender

los intereses de los accionistas, dirigiendo la empresa hacia la consecución de

beneficios, frente a lo cual la contribución a la sociedad es a través del pago de

los impuestos al gobierno, el cual determina legalmente cómo deben

aprovecharse.
Los gerentes, según Friedman (1977, citado por Narváez, 2005), al

adoptar este concepto consideran que la sociedad desarrolla empresas para

lograr propósitos especiales en la producción de bienes y servicios, teniendo

solo una responsabilidad social, consistente en utilizar recursos, así como,

dedicarse a las actividades diseñadas para aumentar sus beneficios,

siempre y cuando permanezcan dentro de las reglas del juego, lo cual

significa dedicarse a la competencia libre, abierta, sin engaños ni fraudes.

En este sentido, como complemento a los planteamientos señalados

anteriormente, reseña Davis (1973, p. 313, referido por Senior, 2005) que una

empresa no actúa de manera socialmente responsable, si solo se cumple con

los requerimiento mínimos que marca la ley. Al respecto, la responsabilidad

social va más lejos, pues es la aceptación de las obligaciones sociales de

una empresa más allá de lo que requiere la ley.

Esta cobertura sobre el estudio sobre la responsabilidad social de las

empresas no queda cerrada sin la explicación de la competitividad,

considerando que el objeto de la presente investigación establece que la

responsabilidad social del sector petroquímico venezolano es el soporte ético

para el mantenimiento e incremento de su competitividad, término que ha

adquirido relevada importancia en los últimos años, por la apertura de los

mercados y la aceleración de los cambios tecnológicos del mundo

globalizado.

La competitividad dentro del ejercicio ético, proyecta diferentes

significados, según los puntos de vista adoptados, pero la acepción que


mejor encaja, dentro de la naturaleza de esta investigación es aquella

referida al enfoque estratégico.

En este sentido, ser competitivo, desde este punto, sugiere la

capacidad y disposición de una organización para adaptarse e influir en su

entorno, así como para solventar los desafíos funcionales que ello implique.

Es la posibilidad de sintonizarse con una realidad de tal manera, de poder

afianzar sus fortalezas y controlar sus debilidades internas, así como

aprovechar las oportunidades y controlar las amenazas externas.

Lo anterior lleva a señalar a la competitividad como la capacidad de

una organización para mantener sistemáticamente ventajas comparativas

que le permitan alcanzar, sostener y mejorar una determinada posición en el

entorno socioeconómico, como la habilidad en el manejo y uso de los

recursos, conocimientos y atributos de los que dispone, asimismo las

carencias de sus competidores, las cuales hacen posible la obtención de

rendimientos superiores.

La competitividad no es producto de una casualidad ni surge

espontáneamente; se logra a través de un largo proceso de aprendizaje y

negociación por grupos colectivos que configuran la dinámica organizativa,

como accionistas, empleados, acreedores, clientes, proveedores,

competidores, compradores y consumidores, gobierno, comunidades y la

sociedad en general, que realizan actividades de análisis y decisiones

formales dentro de un marco de planificación estratégica, cuya función es


sistematizar y coordinar los esfuerzos de las unidades organizativas a fin de

maximizar la eficiencia global.

Estas actividades de análisis de la gestión empresarial, agrupadas en

estrategias, denominadas por Porter (1998, citado por Ferrer, 2005), como

“Cadena de Valor”, son una forma menos costosa y diferenciada de sus

rivales, de descomponer una empresa en sus partes constitutivas, buscando

identificar fuentes de ventajas competitivas en aquellas actividades

generadoras de valor, referidas a la producción, comercialización, entrega y

servicio postventa y las relacionadas con los recursos humanos, tecnología,

funciones generales de infraestructura e insumos comprados, que resultan

de apoyo a otras actividades.

Aunado a las actividades indicadas por Porter (1998, citado por

Ferrer, 2005), hoy día las empresas grandes, medianas y pequeñas, están

concientes que para seguir siendo competitivas, deben tomar en cuenta la

responsabilidad social, cumpliendo con las expectativas de los

inversionistas, consumidores, compradores, socios empresariales y

comunidades; concebida como una tarea continua y a largo plazo, con un

verdadero reto de convertir la responsabilidad social en una ventaja

competitiva, mediante el cuidado de clientes, productos, ambiente y

respuesta a las necesidades de las comunidades en las que operan.

Por su parte Guerrero (2001), señala que la empresa, además de ser

una célula económica es una célula social, formada por y para personas, las

cuales se encuentran insertas dentro de la sociedad, de quien mucho recibe


y no puede permanecer ajena a ella, por lo que sus fines económicos no

deben contravenir su función social.

Para este autor, las principales razones para invertir en la comunidad

adyacentes a sus bases de operación, tienen que ver con las inquietudes de

cada empresa y sus propios motivos, pero existen tres indicadores los cuales

son: invertir es parte de su responsabilidad como empresa; apoyo a su

comunidad es una inversión sólida a largo plazo; y al coparticipar con la

comunidad se obtienen beneficios inmediatos y a largo plazo.

Al respecto, la empresa con responsabilidad social no sólo se

preocupa por el cumplimiento de sus metas de producción de bienes,

prestación de servicios y obtención de ganancias para los accionistas, sino

también busca el desarrollo, crecimiento y mejoramiento de la calidad de vida

de empleados y familiares, así como la gestión integradora entre los

aspectos económicos, sociales y políticos que contribuyen al progreso y

prosperidad de los habitantes de las comunidades aledañas.

La responsabilidad social, en el corto plazo, será un elemento

distintivo y la principal ventaja competitiva, que brindará mejores

oportunidades de negocio, proyección y reconocimiento de la comunidad y

del mercado, para el desarrollo de una cultura emergente, donde no sólo se

cuenten con empresas que busquen la generación de riquezas para sí

mismas y sus organizaciones, sino que posean un arraigo social,

comprometidas con la sociedad en general y con las comunidades donde

están insertas.
En este sentido, Castell (1999), menciona que se requerirán

empresas para colaborar con los esfuerzos locales, regionales y nacionales

en la generación de nuevos empleos, que enriquezcan las economías de las

regiones donde están ubicadas; más aún, a través de su influencia y

participación en el entorno, tienen el reto de apoyar la evolución moral y ética

de la sociedad, como parte de su responsabilidad social; como lo afirma

Cortina (2004), una empresa ética y con responsabilidad social siempre es

competitiva y posibilita su permanencia en el mercado a largo plazo, con un

beneficio suficiente para lograr su perdurabilidad, que merece credibilidad

porque genera confianza.

En Venezuela, la Corporación Petroquímica de Venezuela

(PEQUIVEN) ha asumido el compromiso prioritario de llevar adelante una

política de integración y activa atención a los intereses y necesidades de las

comunidades donde opera, manteniéndose en línea con los planes

nacionales del gobierno.

Así mismo, programas para contribuir con el desarrollo social integral

del país, mediante la promoción y consolidación de un desarrollo social

endógeno rentable en todo el territorio nacional. Por contar con una elevada

competitividad, tiene un gran aporte al comercio exterior y un elevado grado

de potencialidad para el desarrollo del país.

Razón esta que le ha conllevado a elaborar un Plan de Negocios 2006-

2013, donde define y conceptualiza cuatro grandes objetivos estratégicos

relacionados con el desarrollo permanente y sustentable, el


desarrollo científico y tecnológico, el desarrollo endógeno petroquímico y el

desarrollo social del entorno.

Según PEQUIVEN (2006), las líneas de acción enfatizan el fundamento

para enfocar la actuación de la empresa, priorizando el desarrollo de lo

social, pues una de sus responsabilidades es la de contribuir con la

erradicación de la pobreza, aumentar el empleo y mejorar la calidad de vida

de los venezolanos.

Al respecto, Ramírez (2005), manifiesta que la industria petrolera en

su conjunto, debe convertirse en un agente, un actor vivo, dinámico, de lo

que son los planes de desarrollo y diversificación de la economía nacional,

adelantando e impulsando el desarrollo del gas, la petroquímica, la

industrialización de los hidrocarburos aguas abajo y todo lo relacionado con

la democratización de la actividad económica, a través del impulso del

desarrollo endógeno, el cooperativismo y el apoyo a la pequeña y mediana

industria.

El sector químico y petroquímico del país, es hoy en día uno de los

segmentos más importantes y diversos de la industria manufacturera a nivel

mundial, con una gran cantidad de cadenas de producción e innumerables

productos, que llegan a contabilizarse más de 70.000 diferentes.

Este sector industrial, según PEQUIVEN (2008), se caracteriza por la

variedad y complejidad de las operaciones industriales o procesos de

producción; por el alto nivel tecnológico de sus procesos y por el continuo

grado de innovación que mantiene para reducir costos, optimizar sus


procesos productivos y desarrollar nuevos productos. Esta industria posee

un gran efecto multiplicador de puestos de trabajo, ya que por cada empleo

en el sector petroquímico secundario se generan ocho (08) empleos en el

sector petroquímico intermedio y catorce (14) en la industria manufacturera.

En Venezuela, el empleo en este sector ha tenido un crecimiento sostenido

del personal de técnicos e ingenieros, específicamente. Los primeros pasos

para el desarrollo de la industria petroquímica en Venezuela se iniciaron en

1953, cuando se creó la Petroquímica Nacional, adscrita al Ministerio de

Minas e Hidrocarburos, con la finalidad de industrializar el gas natural y

algunos derivados del petróleo. En 1956 la Petroquímica Nacional se

convierte en el Instituto Venezolano de Petroquímica (IVP), el cual en

1977 se transforma en la empresa Petroquímica de Venezuela, S.A.

(PEQUIVEN), pasando más tarde a ser filial de Petróleos de Venezuela

(PEQUIVEN, 2008).

En el año 2005, mediante decreto presidencial, PEQUIVEN se

convirtió en la Corporación Petroquímica de Venezuela, adscrita al Ministerio

de Energía y Petróleo, con la visión de ser la corporación capaz de

transformar a Venezuela en potencia petroquímica mundial e impulsar las

industrias transformadoras del plástico, así como al sector agroindustrial y

de productos químicos industriales y, en consecuencia, incrementar las

fuentes del empleo del país en 700 mil nuevos puestos de trabajo

Venezuela posee tres complejos petroquímicos: Ana María Campos

(Antiguo El Tablazo, Zulia), Morón (Carabobo) y Jose, (Anzoátegui); además


de una planta de productos aromáticos en El Palito; un Terminal portuario en

la ciudad de Borburata (Carabobo) y una mina de roca fosfática, materia

prima para producir fertilizantes.

Adicionalmente, PEQUIVEN y las empresas mixtas, ofrecen al

mercado más de 40 productos, los cuales, por sus características y usos, se

dividen en tres grandes grupos: Olefinas y plásticos, Fertilizantes y Productos

industriales.

En consonancia con la realidad actual, el interés mundial,

latinoamericano y nacional, consciente de la responsabilidad social con el

país, la empresa petroquímica nacional propicia la creación de empresas

mixtas y empresas de producción social (EPS), estimula el desarrollo

agrícola e industrial de las cadenas productivas y promueve el equilibrio

social con alta sensibilidad comunitaria y ecológica.

Una de las políticas que soporta la acción de PEQUIVEN con

respecto a la Responsabilidad Social, es la de apoyar la generación de

centros de producción en las comunidades aledañas y convertirlos en polos

de desarrollo endógeno petroquímico; mediante la creación de un fondo de

apoyo equivalente al diez por ciento (10%) de las utilidades generadas en el

año, para ser utilizado en la ejecución de proyectos de carácter nacional en

materia social, tales como, el Campo Industrial Ana María Campos

(CIAMCA) y la Escuela de Polímeros Ana María Campos (PEQUIVEN,

2006).
En consecuencia, como parte de su política de convertirse en una

potencia petroquímica y mantenerse competitiva en el mercado nacional y

mundial, el Plan de Negocios 2006-2013, contempla una inversión total

estimada de 12.000 millones de dólares para la consecución de las siguientes

metas:

- Aumento de la capacidad instalada (de 11, 5 MMTA a 32 MMTA);

- Aumento de los ingresos por ventas (MM$1.200 a MM$12.000);

- Incremento del uso de gas natural (de 450 a 1.350 MMPCD);

- Consolidación de los desarrollos del Complejo Petroquímico Jose;

- Modernización del Complejo Morón; ampliación del Complejo Ana

María Campos (antiguo El Tablazo)

- Y desarrollo de tres nuevos Complejos Petroquímicos: Paraguaná,

Puerto Nutrias y San Joaquín de Navay (PEQUIVEN, 2007).

Sin embargo, a pesar de existir un plan sobre la visión corporativa de

PEQUIVEN, se observan debilidades en las estrategias de la gestión,

orientadas a inducir y fortalecer la capacidad del potencial propia de las

comunidades; así mismo, los proyectos son seleccionados sin criterios de

factibilidad y disponibilidad de recursos, su ejecución pocas veces se rige por

convenios de cooperación o por procedimientos internos de PEQUIVEN

adecuados al caso; por otro lado, los habitantes y miembros de las

municipalidades alegan que no participan en la definición de los proyectos ni

en áreas prioritarias afines para su desarrollo.


Igualmente, en conversaciones informales sostenidas con los

trabajadores y trabajadoras de la Corporación Petroquímica Venezolana, se

advierte tanto la falta de promoción como de realización de charlas de

sensibilización e inducción a gerentes, personal operativo y personal

administrativo del concepto de responsabilidad social, que busque

internalizar este concepto, como un elemento fundamental de la estrategia

corporativa, valorándolo como una oportunidad de generar mayor

competitividad y desarrollo sostenible.

Además, las actividades de responsabilidad social realizadas son

vistas, pocas veces, como un medio de generar mayor competitividad para la

empresa, por lo cual el costo no es medido, no se cuantifica ni se hace

control y seguimiento periódico al retorno de las inversiones de los

programas sociales.

Aunado a esto, no existen indicadores de gestión para la medición

social, que permitan la identificación, implantación y seguimiento de acciones

correctivas, así como elaboración y divulgación de informes de análisis de

resultados sobre el progreso de la responsabilidad social y su relación con la

competitividad de PEQUIVEN.

Las razones anteriores llevaron a plantear la realización de la presente

investigación para estudiar el grado de efectividad de los programas de

responsabilidad social, incorporados en los planes estratégicos de la

industria petroquímica venezolana y su relación con la competitividad de este

sector.
1.1. Formulación del problema

Sobre la base de la situación descrita se formula el problema, a través

de la siguiente pregunta:

¿De que manera la responsabilidad social soporta la

competitividad en el sector petroquímico venezolano?

De las cuales se desprenden las siguientes interrogantes en su

sistematización:

¿Cuáles son los programas de responsabilidad social que impulsa el

sector petroquímico venezolano?

¿Cuáles son los elementos de responsabilidad social incorporados

en la filosofía de gestión corporativa del sector petroquímico

venezolano?

¿Cuál es el grado de percepción de las comunidades adyacentes

a los complejos petroquímicos sobre las acciones de responsabilidad

social que realiza el sector petroquímico venezolano?

¿Cómo son los factores de la competitividad que impulsan los

programas de responsabilidad social del sector petroquímico

venezolano?

¿Que lineamientos estratégicos deberían formularse para orientar

la generación de acciones socialmente responsables, como soporte para

mejorar la competitividad del sector petroquímico venezolano?


2. Objetivos de la investigación

2.1. Objetivo general

Analizar las acciones de responsabilidad social que impulsa el sector

petroquímico venezolano como soporte de su competitividad.

2.2. Objetivos específicos

Identificar los programas de responsabilidad social que impulsa el

sector petroquímico venezolano.

Determinar los elementos de responsabilidad social incorporados en la

filosofía de gestión corporativa del sector petroquímico venezolano.

Determinar el grado de percepción de las comunidades adyacentes a

los complejos petroquímicos sobre las acciones de responsabilidad social

que realiza el sector petroquímico venezolano.

Analizar los factores de la competitividad que se fortalecen a través de

la acción social desarrollada por el sector petroquímico venezolano.

Formular lineamientos estratégicos orientados a la generación de

acciones socialmente responsables, como soporte de la competitividad del

sector petroquímico venezolano.

3. Justificación de la investigación

El sector petroquímico venezolano, reviste una relevante importancia en

el ámbito nacional, por ser una de las industrias básicas, que puede
apalancar el crecimiento y progreso que tanto requiere el país, en pro de un

desarrollo social, justo y equilibrado, con miras a un crecimiento económico

sustentable y sostenido, que mejore la calidad de vida de los venezolanos y

venezolanas. Importancia que se ha acrecentado por los lineamientos del

gobierno nacional, de convertir a Venezuela en una potencia petroquímica

mundial.

Dentro de este contexto, el éxito de la gestión del sector petroquímico

venezolano, depende de su efectividad para manejar los cambios

presentados en el ambiente competitivo y de la capacidad para desarrollar

proyectos de manera estratégica y corporativa con responsabilidad social,

para superar la alienación e inequidad, producto de la pérdida progresiva del

compromiso con las instituciones y colectivo social donde se encuentra

enclavada.

El campo de las ciencias gerenciales se enriquece con nuevos hallazgos

efectivos e irrefutables, que profundizan las actividades administrativas y

directivas del quehacer del sector petroquímico venezolano, ya que sobre éste

particular, actuarán personas con desempeño gerencial, responsables de dirigir

las actividades de carácter social, en quienes se busca despertar el entusiasmo

de articular la visión compartida de los objetivos estratégicos del plan

petroquímico 2006-2013. Contribución que puede ser criticada, rebatida o

apoyada y por tanto mejorada o perfeccionada, pero en todo caso, constituye el

punto de partida para la motivación, promoción de nuevas investigaciones

relacionadas con el área del discernimiento y conocimiento gerencial.


Desde el punto de vista científico, la investigación deriva nuevos

conocimientos relacionados con la responsabilidad social y la competitividad,

produciendo aportes novedosos al conocimiento científico y contribuyendo al

estado del arte en esta temática, por lo que pueden servir de base a otros

estudios que contemplen algunas de las variables estudiadas.

En general, facilitará el diseño de organizaciones competitivas y

responsables socialmente, por presentar aportes de teorías relacionadas con

la responsabilidad social y la competitividad, encontrándose explicaciones

internas y externas que determinan la relación de estas dos variables en el

sector petroquímico venezolano.

Metodológicamente, ofrece procedimientos verificados que servirán de

base como fuente de información y marco de referencia, para otras

investigaciones académicas relacionadas al desarrollo de estudios similares.

Así mismo, los instrumentos de recolección de datos válidos y confiables,

contentivos de una serie de preguntas que pretenden obtener información

sobre la competitividad y la responsabilidad social del sector petroquímico

venezolano, pueden servir de orientación para otras

investigaciones relacionadas con las variables y orientar la consecución de

los objetivos y su posterior análisis, los cuales pudieran ser utilizados en

otros estudios con idénticas variables.

Desde el punto de vista práctico, formula lineamientos estratégicos

que orientan el desarrollo de acciones responsables, como punto de partida

para mejorar e incrementar la competitividad y servir de guía para la acción


del sector petroquímico venezolano, en la adopción de medidas creativas

para el desarrollo endógeno petroquímico y desarrollo social del entorno,

mediante el aporte de recursos a los proyectos sociales y el involucramiento

de las comunidades adyacentes a los complejos petroquímicos.

Así mismo, se justifica desde el punto de vista institucional, porque

beneficia a los diferentes complejos petroquímicos del país, determinando si las

políticas de la petroquímica venezolana están dirigidas a lograr su desarrollo

sustentable, manteniendo e incrementando su competitividad; garantizando una

contribución más acorde con las exigencias de las comunidades adyacentes y

sociedad en general, en relación al ámbito de su influencia, sobre la base de su

misión “Producir y comercializar con eficiencia y calidad productos químicos y

petroquímicos, en armonía con el ambiente y su entorno, garantizando la

atención prioritaria a la demanda nacional, con el fin de impulsar el desarrollo

económico y social de Venezuela” (PEQUIVEN, 2008).

4. Delimitación de la investigación

La investigación se enmarcó bajo la línea de investigación de gerencia

en las organizaciones, por cuanto se abordaron temas concernientes a la

responsabilidad social y la competitividad, según lo establecido por el Centro de

Investigación de Ciencias Administrativas y Gerenciales (CICAG) de la

Universidad Rafael Belloso Chacin (URBE). Fue desarrollada en los tres

complejos petroquímicos (Ana María Campos, Morón y Jose), pertenecientes a

la industria petroquímica venezolana y sus comunidades adyacentes. Tuvo una


duración de dos (02) años, durante el periodo comprendido desde septiembre

2006 y noviembre 2008.

La sustentación teórica para soportar lo relacionado con la variable de

estudio “Responsabilidad Social”, se realizó considerando los aportes de

autores como Davis (1960, citado por Fernández, 2005); Carroll (1994, citado

por Díaz, 2002); De la Cuesta (2002); Friedman (1977) y Theodore Levitt

(1975, citados por Ferrer, 2002) y Narváez (2005); Fernández (2005);

Guédez (2006); y organizaciones internacionales, como la Comisión de la

Comunidad Europea (2001), la Organización Internacional del Trabajo

(2007), y el Instituto ETHOS de Empresas y Responsabilidad Social (2007),

entre otras.

Por su parte, la competitividad se estudió con base en lo establecido

por Stoner, Freeman y Gilbert (1996); Cortina (1998); Porter (1998, 1999,

2006); Enright y otros (1994, citados por Ferrer, 2002); Guerrero (2001);

Benavides (2002); y Ohmae (2005), entre otros autores.

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