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LIBRO SEGUNDO: NATURALEZA DE LA VIRTUD ÉTICA

Capítulo I: La virtud y el hábito

El libro anterior terminó con la descripción de los dos conceptos de virtud: ética (generosidad o
moderación) y dianoética (sabiduría e inteligencia). Para alcanzar las virtudes éticas son necesarias
la costumbre (ethos(1)) y el hábito, mientras que para alcanzar las virtudes dianoéticas se necesita
la inteligencia o el pensamiento.

De este modo, tenemos que las virtudes éticas no se desarrollan en nosotros por naturaleza. En
efecto, estas sólo pueden ser alcanzadas por medio del hábito. La naturaleza no puede cambiarse
por el hábito; por ejemplo, no podemos hacer que una piedra se acostumbre a moverse hacia
arriba por más que la lancemos, ya que su naturaleza es dirigirse hacia abajo.

Toda virtud ética coincide con el hábito o la costumbre de una determinada acción, por ejemplo,
ser moderado sólo se podrá lograr practicando la moderación; ser justo sólo practicando la
justicia; o ser músico practicando la música. Además, la constancia de práctica determinará quien
es bueno o malo en cada actividad, e.g, el mal músico es el que tiene menos práctica que el bueno.

Capítulo II: La moderación

Queda establecido como una primera premisa que la virtud se lleva a cabo por medio de la acción.
Ahora, dicho ejercicio de la virtud debe ser cuidando de las carencias y excesos que están
presentes en la naturaleza. Por ejemplo, quien tiene miedo se vuelve cobarde, quien no teme
absolutamente nada se vuelve temerario, pero quien se enfrenta a los peligros de manera
inteligente es valiente.

Exceso

Justo medio

Exceso
Cobardía

Valentía

Temeridad

La cobardía y la temeridad representan por una parte la destrucción y el incremento de la valentía.

Capítulo III: La virtud y el dolor

Pensemos ahora cómo es posible alcanzar este término medio que se encuentra en algunas
acciones. Si nos abstenemos de los placeres y esto mismo nos da placer (la abstinencia), entonces
podremos decir que somos personas moderadas. Por otra parte, quien se entristece por dicha
abstinencia es una persona intemperante. Lo mismo pasa con las personas que se enfrentan al
peligro y se deleitan con eso, a esos llamaremos valientes; por el contrario, quien teme a los
peligros será el cobarde.

La virtud moral está directamente relacionada con los placeres y los dolores, hacemos lo malo a
causa del placer y nos abstenemos de ellos por causa del dolor que puedan tener posteriormente.

En este punto, Aristóteles concuerda con Platón en que a los niños hay que hacerlos gozar del
placer cuando sea indicado y hacerlos entristecer cuando sea indicado(1). Es de ésta forma en que
las virtudes son placeres en algunos casos y dolores en otros.

La virtud nos ayuda a escoger de manera correcta lo que se debe hacer, lo que no se debe hacer y
cuándo se debe hacer. Para que quede más claro este punto, establezcamos lo que Aristóteles
considera como preferencias y desprecios:

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