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19° domingo tiempo ordinario

Mt 14, 22-33

1. Anotaciones al texto

El texto de hoy se estructura así: 1) Jesús apremia a sus discípulos a subir a la barca y a
“ir delante de él” (vv. 22-23); 2) lo que le sucede a la barca al estar lejos de tierra (v.
24); 3) Jesús va hacia la barca (vv. 25-27); 4) diálogo entre Pedro y Jesús (vv. 28-31); y,
5) los discípulos se postran ante Jesús (vv. 32-33). El texto comienza y termina en
plural. Ello indica que se trata de la comunidad. En medio del texto se desarrolla la
escena de Pedro con Jesús. Se trata de un encuentro entre la comunidad, liderada por
Pedro, con Jesús. El relato tiene la finalidad de reflexionar quién es Jesús y quién es la
comunidad. La narración concluye que Jesús es el Hijo y de Dios y la comunidad es
Jesús, “Hijo de Dios”, en medio de esta.

En la primera escena Jesús toma la iniciativa de obligar a sus discípulos a que suban a la
barca sin él, que vayan delante, mientras él despide a la gente y sube al monte a orar. En
la segunda se describe lo que le sucede a la barca al estar lejos de tierra y sin Jesús
dentro de ella: el viento contrario provoca que esta sea sacudida por las olas. La tercera
parte explicita que Jesús va hacia ellos caminando sobre el mar. Esto provoca una serie
de reacciones entre los discípulos: se turban, dicen que Jesús es un fantasma y gritan. La
palabra de Jesús, “¡ánimo! Soy yo; no teman”, hace cambiar de parecer a Pedro.

La cuarta escena desarrolla el encuentro entre Jesús y Pedro. Resalta en este la petición
de Pedro a Jesús: “Señor, si eres tú, mándame ir hacia ti sobre las aguas”, la respuesta
de Jesús: “ven”, la segunda petición de Pedro: “¡Señor sálvame!, y, la reacción de Jesús
ante petición de auxilio: “hombre de poca fe, ¿por qué dudaste? Según el texto, Jesús
va sobre el mar y Pedro. Ello tiene significados distintos en el texto. Es decir Jesús se
tira al mar, aunque él está por encima del mar, que en aquel entonces simbolizaba lo
extraño, diabólico y pagano; mientras Pedro no quiere mojarse, sino que quiere caminar
sobre las aguas. Éste no ha entendido.

La última parte vuelve al tono comunitario con que comenzó. Jesús y Pedro suben a la
barca, mientras los otros discípulos se postran ante Jesús diciendo: “Verdaderamente
eres Hijo de Dios”. El texto quiere conducir al lector a esta confesión. La comunidad
representada en la barca, no puede ir sin Jesús sino siempre postrarse ante él. La
comunidad fracasa sin Jesús.

En su conjunto, Mateo subraya el carácter eclesiológico del símbolo de la barca,


utilizado para representar a su comunidad. Esta comprende que Jesús les ha enviado
“por delante de él a la otra orilla”. Esta expresión constituye la imagen de la tarea del
grupo; y, la metáfora de la otra orilla contiene lo extraño o novedoso. Sin embargo, esta
tarea de de ir a lo extraño, los discípulos no la pueden realizar ellos solos, por ello Jesús
acude en su ayuda. Ellos no saben entender su presencia y les causa miedo. Pedro quiere
“no mojarse” en la tarea, pero, una vez más, el miedo le “hunde”. Esa situación le hace
gritar: “¡Señor, sálvame!”, posibilitando así la acogida de Jesús. La comunidad de la
barca puede reconocer entonces que Jesús ha estado ahí en todo momento, que las
dificultades conducen a un reconocimiento de su verdadera identidad: “Hijo de Dios”.

2. Sugerencias para la homilía


Mons. Romero hablando de la primera lectura de este domingo afirmó: “Lo que pasó
con Moisés está pasando este domingo con Elías. Dios le dijo a Moisés que se
preparara porque iba a ver el paso de Dios, y Moisés se cubre el rostro porque nadie
puede ver a Dios sin morir, dice la Biblia para significar su trascendencia, su majestad
infinita. Y solo cuando ha pasado de frente Dios, Moisés puede ver la espalda de Dios.
Casi eso es lo que miramos siempre, hermanos. No podemos mirar a Dios. Así como
nadie puede mirar al sol frente a frente, pero miramos los efectos del sol, a Dios
tampoco lo podemos mirar de frente —somos demasiado pequeños, nuestras pupilas
demasiado limitadas—, pero sí podemos ver su espalda, su paso, su rastro. Y es lo que
Elías también en la teofanía de esta mañana, se nos presenta Dios diciéndole: “Sal y
aguarda al Señor, que va a pasar”1. Dios está pasando permanentemente.

- El evangelio de Mateo busca, a partir del capítulo 13, dar respuesta a las interrogantes
que su comunidad tiene respecto a Jesús y a ella misma. Esta comunidad nació como
fruto del rechazo de los judíos religiosos de aquel tiempo. El evangelista aborda dichas
interrogantes en tres escenas eclesiológicas (Mt 14, 22-33; 16, 13-20 y 17, 24-27). El
texto deja en evidencia que la Iglesia es Jesús en medio de la comunidad. Que así como
Jesús salvó la barca de la borrasca del mar de Galilea, así también él salva hoy a la
Iglesia. Él busca su comunidad para salvarla. Pero la Iglesia hoy debe ir con Jesús en
busca de lo novedoso, aunque ello signifique riesgo.

- La escena también enseña acerca de la confianza en la presencia de Jesús en medio de


la comunidad. Esta comunidad es vacilante, dudosa, piensa que Jesús es un fantasma,
sin embargo en medio de esta humanidad nuestra, borrascosa muchas veces, ahí camina
Jesús. La Iglesia debe saber de sus flaquezas. Entres estas: los miedos, no querer
mojarse con los problemas, pretender falsear el mensaje de Jesús. Pero, también la
Iglesia debe saberse enviada a ir delante de Jesús, sabiendo que antes que nosotros, él ya
está presente en cada ser humano.

- Pedro es miedoso, engreído, pero tiene la fortaleza de la humildad. Pide ayuda


(“Señor, sálvame”). En la Iglesia debemos alardear más de nuestras debilidades que de
nuestras fortalezas. Porque sólo la Iglesia que se siente pecadora y débil puede
manifestar la grandeza y fortaleza de la misericordia de Dios.

- El texto sostiene que en la comunidad Jesús siempre será el más importante que todos
nosotros y nosotras. Él se acerca caminando a la barca, mientras los discípulos no lo
entienden. Jesús quiere entusiasmarnos, pero nosotros estamos miedosos. Jesús dice hoy
tres palabras a la comunidad: “ánimo”, “soy yo”, y, “no teman”. Pedro siente el impulso
de caminar sobre las aguas, pero no quiere mojarse. Esta tentación debe ser superada.
Sin embargo, Pedro también es ejemplo de que en medio de las crisis y problemas de la
comunidad eclesial, debemos caminar, no confiados en nosotros mismos sino apoyados
únicamente en Jesús. Debemos gritar: “Señor, sálvanos”. A su vez, al único que
debemos adorar y postrarnos es ante Jesús el Hijo de Dios.

1
Cfr. Óscar A. Romero. Homilías, 13 de agosto de 1978, tomo III, San Salvador 2005, 158.

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