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Moreno - Romanos. Just Dios, Just H
Moreno - Romanos. Just Dios, Just H
LA JUSTICIA DE DIOS
Y LA JUSTICIA DEL HOMBRE
Formación bíblica
CEPAG 48
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LA JUSTICIA DE DIOS
Y LA JUSTICIA DEL HOMBRE
CEPAG
Asunción
2000
4
Portada
Roma: Vía Appia
(por aquí llegó Pablo a la capital del Imperio Romano)
© Ramón Moreno
CEPAG
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Asunción - Paraguay
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INTRODUCCIÓN
Después de haber publicado el contenido de la carta a los Gálatas en esta
Colección de "FORMACIÓN BÍBLICA" (n.46), quiero ofrecer el mensaje
de la carta cumbre de Pablo: la Carta a los Romanos.
En ella presenta San Pablo el núcleo de lo que él llama el EVANGELIO
DE DIOS, que no es otra cosa que la persona de Jesús, su Hijo, "nacido
según la carne de la estirpe de David, constituido Hijo de Dios en poder,
según el Espíritu de santidad, desde la resurrección de entre los muertos,
JESÚS CRISTO NUESTRO SEÑOR" (Rom 1,3-4).
La carta a los Gálatas había sido un "manifiesto", "EL GRAN
MANIFIESTO DE LA LIBERTAD CRISTIANA", una explosión de su
espíritu dirigida a los fieles de una comunidad que se estaba desviando del
auténtico Evangelio de Dios, predicado por Pablo, a otro evangelio que no
era la "fuerza de Dios" desplegada en Cristo para "justificación de todo
creyente en él", sino la vuelta a la Ley de Moisés y a la circuncisión judía
como el camino de justificación ante Dios, valedero incluso para los que
habían entrado en la Iglesia de Jesucristo por el Bautismo en su nombre. En
este "evangelio" Jesucristo venía a ocupar un lugar secundario añadido a los
preceptos de la Ley de Moisés que seguían siendo el presupuesto absoluto
para la justificación del hombre.
A pesar de esa carta, la opinión de la comunidad cristiana primitiva,
constituida en gran parte por judíos, seguía dividida en torno a la figura de
Pablo y su teología. Por eso, cuando da por concluida su misión en Asia
Menor y el oriente europeo y comienza a pensar en el occidente de Europa,
concretamente, España, se decide a escribir una larga y reposada carta que
fundamente toda su interpretación del Evangelio a propósito del tema
fundamental de la justificación del hombre ante Dios, una "síntesis" de toda
su predicación.
La escribe en la ciudad de Corinto cuando está preparando su viaje a
Roma después de pasar por Jerusalén para llevar a los cristianos de esa
ciudad el fruto de la gran colecta organizada por él para socorrerlos en su
pobreza, tal como le habían ordenado en el concilio de Jerusalén. Esa
colecta tenía para Pablo la intención de fortalecer los vínculos de unión
entre sus comunidades de origen pagano con la comunidad madre de
Jerusalén.
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LOS ORÍGENES DE LA
COMUNIDAD CRISTIANA DE ROMA
Suetonio. A este "Chrestos" hay que identificarlo con Cristo y los alborotos
surgidos en la comunidad judía, serían las frecuentes disputas dentro de sus
sinagogas, muy numerosas en Roma, en torno a la relevancia de la persona
de Jesús: unos lo reconocían como el Mesías (Cristo) prometido por los
profetas, otros lo rechazaban como a un blasfemo.
De esto podemos deducir que los primeros cristianos de Roma eran
judíos de la diáspora (grecoparlantes) que, con motivo de la dispersión
ocurrida después del martirio de Esteban, estaban llevando el cristianismo
por las ciudades del Imperio.
Estos cristianos, a pesar de ser judíos, admitían en sus comunidades (que
se reunían en las casas particulares) a los paganos aficionados por la
religión judía (los "temerosos de Dios") los cuales, aceptando a Jesús como
el Mesías, eran bautizados en su nombre, sin exigírseles la circuncisión
judía. Así se formó una comunidad compuesta de judíos y paganos
convertidos al cristianismo.
Al ser expulsados los judíos por el edicto de Claudio, la comunidad
quedó constituida principalmente por estos cristianos de origen pagano.
Pero al regresar los judíos a la ciudad después de la expulsión, los
judeocristianos volvieron a formar parte de la comunidad cristiana de
Roma, que ya en su mayoría era de origen pagano.
Ésta es la comunidad a la que dirige Pablo su carta.
Ante el hecho del origen anónimo de esta comunidad cristiana de Roma,
comenta Karl Barth las siguientes palabras de Pablo al comienzo de su
carta: "Ante todo doy gracias a mi Dios por medio de Jesús el Mesías,
porque en el mundo entero se habla de vuestra fe"(Rom 1,8) de la siguiente
manera:
Por todo esto, no es de extrañar el deseo grande que tenía Pablo por
visitar esa comunidad y la emoción que sentía cuando veía llegada la hora
de hacerlo:
CONTENIDO DE LA CARTA
PRIMERA PARTE:
JESÚS (3,21-26)
Pero ahora, fuera de la Ley, se ha manifestado la justicia
de Dios atestiguada por la Ley y los profetas, justicia de
Dios mediante (su) fidelidad en Jesucristo para todos los
que creen...
Revelación: por qué Dios fue tan paciente con la humanidad y con los
pecados de su pueblo elegido. Iba manifestándonos su forma propia de ser
justo: amor fiel, amor incondicional, amor que perdona y no se agota, amor
que encuentra su fuente en entregarse gratuitamente, amor que redime. Ahí
lo tenéis:
ABRAHÁN (capítulo 4)
¿Qué diremos, pues, de Abraham, nuestro padre según la
carne?. En efecto, si Abraham fue justificado por las obras,
tenía motivo de gloriarse, pero no ante Dios. Pues ¿qué
dice la Escritura?: "Abraham creyó en Dios, y (esto)le fue
contado como justicia"
RECAPITULACIÓN (capítulo 5)
Justificados por la fe, tenemos paz delante de Dios gracias
a nuestro señor Jesucristo, mediante el cual tenemos el
acceso a esta gracia en la que nos encontramos y nos
gloriamos en la esperanza de la gloria de Dios...
su Hijo para que muriera por nosotros, ha sido un puro fruto de su amor
"De tal manera amó Dios al mundo...".
Así se ha mostrado la "justicia" de Dios: de una manera muy distinta de
la "justicia" que se estila entre los hombres. Una justicia misericordiosa
fundada en su fidelidad a la promesa de salvación dirigida a Abraham y su
descendencia que, por parte del hombre, no requería otra disposición que la
Fe, una Fe como la que tuvo Abraham, el padre de todos los creyentes, al
creer en Dios por encima de toda apariencia "como el que da vida donde no
la hay". Por eso la fe de Abraham tiene su correspondencia en los que
creemos en el Dios que resucitó a Jesús, el cual fue entregado por nuestros
pecados y fue resucitado para nuestra justificación.
Seguidamente nos da Pablo una visión grandiosa de la historia de la
humanidad basándola en la acción e influjo de las dos cabezas o
representantes de ella: Adán para la humanidad caída en el pecado y la
muerte, Cristo para la humanidad redimida de esos dos grandes enemigos
del hombre: el pecado y su consecuencia la muerte.
En los versículos 12 al 21 de este capítulo Pablo presenta los frutos
traídos a la humanidad por estos dos representantes de ella: Adán y Cristo.
Por Adán entra el pecado en el mundo. Éste es personalizado como un
dinamismo negativo que domina al género humano y conduce a la muerte
total, eterna, del hombre (la muerte biológica aparece como un signo de la
muerte final y eterna). Esta situación de dominio del pecado en el hombre
implica una imposibilidad de acercarse a Dios, una fuerza que, en
connivencia con la "carne" débil del hombre y su "concupiscencia"
despertada por ese pecado, induce al hombre a pecar personalmente,
desobedeciendo la voluntad de Dios, lo cual crea una atmósfera de maldad
que dificulta el acceso a Dios. Todo esto es fruto del pecado original de
Adán que consistió en la desobediencia al mandato de Dios.
Por Cristo llega a la humanidad la Gracia, un dinamismo positivo que
domina mucho más que el pecado y conduce a la vida en sentido pleno de
Vida Eterna. Este don de Cristo es fruto de su obediencia a Dios, su Padre,
por la que reparó la desobediencia de Adán:
RESPUESTA A LA OBJECIÓN
DE LOS "JUDAIZANTES":
"PERMANEZCAMOS EN EL PECADO
PARA QUE LA GRACIA ABUNDE"..."
El Bautismo
Los que morimos al pecado, ¿cómo seguiremos viviendo en él? ¿Es que
ignoráis que cuantos fuimos bautizados en Cristo Jesús fuimos bautizados
en su muerte?. Fuimos sepultados con él en el Bautismo para participar de
su muerte, para que, así como Cristo fue resucitado de entre los muertos
por la gloria del Padre, así también nosotros caminemos en novedad de
vida...
la siguiente manera:
Sobre este tema del fruto del Bautismo en la justificación del hombre,
podemos leer en la Declaración Conjunta:
El oficio de la Ley
Como contraste a este Don recibido gratuitamente en el Bautismo, Pablo
va a exponer ahora el papel de la Ley de Moisés en la historia de la
salvación. Ya lo hizo de una manera apasionada en su carta a los Gálatas,
dirigida contra los mismos adversarios que ahora tiene delante.
Pero lo va a hacer de un modo más reposado y equilibrado, destacando
también la parte positiva de la Ley.
Ya había dicho al comienzo de su carta que con este su evangelio no
destruía la Ley, sino que le daba su verdadero sentido (ver 3,31).
En primer lugar, demuestra que ya no estamos bajo el dominio de la Ley
judía y lo va a hacer con un argumento sacado de la jurisprudencia griega:
Esta última afirmación: para dar frutos para Dios es muy atrevida, ya
que supone que, cuando el hombre está sometido al poder de la Ley, no
puede dar esos frutos buenos para Dios. Lo va a probar de la siguiente
manera:
Pablo le atribuye a la Ley un papel bien triste: "excita" las pasiones que
nos llevan al pecado. Ella no es pecado ciertamente, pero, en cierta manera,
me hace pecar descubriéndome que la acción que estoy realizando, al ir
contra ella, es pecado:
Ésta era la promesa anunciada por los profetas para los tiempos
mesiánicos: una Alianza Nueva en respuesta de gracia a la infidelidad
reiterada de Israel. Ya que la Ley de Moisés fue incapaz de convertir y
transformar la rebeldía del pueblo, Dios anuncia otra Alianza:
En la carta a los Gálatas había expresado Pablo los efectos de estos dos
principios, la carne y el Espíritu, de la siguiente manera:
Frente a esta realidad triste del hombre que se deja llevar por el principio
de la carne, se destaca la situación del cristiano santificado en el Bautismo:
"Para ser glorificados con él". Aquí está la meta final de esta obra del
Espíritu en el hombre: la glorificación de nuestros cuerpos mediante la
resurrección. Este efecto supremo de la justificación lo tenemos todavía "en
esperanza":
CONCLUSIÓN
Toda esta exposición de la obra salvadora de Dios realizada en Cristo le
hace concluir a Pablo con esta hermosa Buena Noticia:
SEGUNDA PARTE:
EL PROBLEMA TEOLÓGICO
DE LA INCREDULIDAD DE LOS JUDÍOS
La comunidad de Roma estaba formada por cristianos de origen pagano
y también de origen judío. El problema de la incredulidad de la mayor
parte del pueblo judío al Evangelio de Cristo afectaba hondamente a los
judíos de la Iglesia y también y de un modo especialísimo al mismo Pablo.
¿Habría fallado la fidelidad de Dios que eligió al pueblo de Israel como a
su pueblo con el cual estableció un pacto inquebrantable de protección?.
Ésta era una objeción seria que se le presentaba al evangelio predicado por
Pablo dirigido especialmente a los gentiles, ya que la mayoría de los judíos
de su tiempo lo habían rechazado. "¿Acaso la incredulidad de ellos (los
judíos) negará la fidelidad de Dios?" (Romanos 3,3)
Obligatoriamente, después de haber descrito la obra salvadora de Dios,
del Dios de Israel, para con todos los hombres en Cristo, tiene Pablo que
responder a la objeción que se seguía contra la fidelidad de este Dios, al
permitir la aparente exclusión de la mayoría del pueblo israelita de esta
salvación traída por Jesús.
Lo hace en los capítulos 9 al 11 que son un verdadero tratado teológico
sobre los judíos dirigido a la comunidad cristiana de Roma compuesta por
antiguos paganos gentiles y judíos. Como la mayoría eran gentiles, existía
el peligro de que éstos despreciaran a los judíos por haber rechazado y dado
muerte a Jesús y haberse opuesto duramente a la predicación de Pablo y los
demás Apóstoles cristianos.
El judío Pablo comienza con una grandiosa confesión del aprecio que
siente por su pueblo, cuya exclusión del Evangelio siente en el alma:
"Doy testimonio, dice Pablo, que tienen celo de Dios, pero no según
conocimiento, porque desconociendo la justicia que viene de Dios y
apoyándose en la propia, no alcanzaron la justificación ante Dios; porque
Cristo es el fin de la Ley"
Si confiesas con tu boca que Jesús es Señor y crees en tu corazón que Dios
lo resucitó de entre los muertos, serás salvado
Lo único que le queda al lector de esta carta es reconocer que toda esta
actuación maravillosamente salvadora realizada por Dios en el hombre y en
el universo, viene solamente de él, se realiza solamente por medio de él y
se proyecta solamente hacia él, es decir, a su gloria: ¡"A él la gloria por
los siglos de los siglos!". Aquí deja Pablo un espacio en silencio para que el
lector responda lleno de fe y confianza: ¡¡AMEN!!
Con estos capítulos dedicados al problema de la apostasía de Israel ha
llevado Pablo a su culmen su enseñanza acerca de la Justicia de Dios
revelada en el Evangelio. Ha sido una fuerza salvadora, que no ha podido
detener la maldad del hombre.
Israel, con su dureza ante Dios manifestada muchas veces en la Biblia, es
un ejemplo que se puede ver repetido en la historia de los demás pueblos. Y
la respuesta misericordiosa de Dios con su pueblo, también manifestada
numerosas veces en la Biblia y de un modo especial en estas páginas de
Pablo, nos enseña la manera original y paradójica de actuar de la justicia de
Dios. Todo esto nos ayuda a despertar nuestra confianza en los destinos de
una humanidad que sigue caminando por los derroteros del mal.
La justificación de los impíos y la salvación de los enemigos, realizada
mediante la redención obrada por Dios en Cristo, se convierte, como una
buena noticia, en el fundamento último de toda la historia de la humanidad.
Si, como consecuencia de los pecados de todos, se debería despertar la
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En cuanto a la actitud que los cristianos debemos tener con los judíos,
estamos de acuerdo con el comentario que el mencionado ULRICH
WILCKENS hace a este pasaje:
"Si los gentiles consideraran la actual exclusión de Israel de la salvación
como estado definitivo y miraran por encima del hombro a los judíos como
éstos a aquéllos, esa postura les acarrearía la exclusión de la salvación...
Como para los judíos no existe autovanagloria alguna como privilegiados
histórico-salvíficamente frente a los gentiles, así tampoco puede existir
ahora autovanagloria similar de los gentiles frente a los judíos. Por
consiguiente, ¡ay de toda pretensión de exclusividad histórico-salvífica de
una comunidad compuesta por cristianos de la gentilidad que considere en
ella a los hermanos judíos sólo como pura minoría étnica y a la sinagoga
fuera de ella como no-pueblo, como ésta a los gentiles! ¡Ay de una Iglesia
antijudía que se considere a sí misma, en el lugar de Israel y frente a Israel,
exclusivamente como el nuevo pueblo de Dios y se comporte como tal!!"
"Como para los pueblos no hay salvación, sino mediante el Dios de
Israel, así la Iglesia, compuesta por todos los pueblos, no puede alabar la
salvación recibida, sin ver al Israel renitente como perteneciente a esta
salvación y, por consiguiente, a su comunión. Como la comunidad de
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Jesús ponía como ejemplo a los niños que se contentan con toda
simplicidad con el puesto que se les ofrece. Pablo enseña a cada uno a
contentarse con el puesto que tiene dentro de la comunidad y compara a
ésta a un cuerpo donde cada miembro se ha de contentar y cumplir con el
oficio que le corresponde:
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Podemos decir que con la obra de Cristo, tal como la expresa aquí Pablo,
ha comenzado en la tierra un nuevo tipo de relaciones humanas, muy
superiores a todas las leyes y códigos de justicia promulgados
anteriormente. Ha comenzado la CIVILIZACIÓN DEL AMOR.
Los cristianos están llamados a una auténtica revolución social, pero
teniendo en cuenta que esta revolución no va a ser una anarquía destructora
de toda institución humana. Pablo va a respetar toda institución humana
querida por Dios, ya sea en la sociedad doméstica familiar, ya sea en la
sociedad civil.
Hablando de esta última les dirá a los cristianos de Roma:
estén sujetos allí a las autoridades superiores, añadiendo que no sea solo
por temor, sino por conciencia, por el motivo que les ha expuesto: "porque
no hay autoridad que no provenga de Dios". De aquí se deduce que en el
caso de que la autoridad humana ordene algo en contra de Dios, no sólo no
le han de obedecer, sino que se han de oponer a sus órdenes por aquello
que afirmaban los Apóstoles ante los tribunales judíos que les prohibían
hablar de Jesús: "Hay que obedecer a Dios antes que a los hombres"
(Hechos 4,19).
Esta obediencia hay que llevarla, incluso, a pagar los impuestos y a
cumplir con todos los deberes sociales:
armas de la luz
FINAL DE LA CARTA
RESUMEN Y REFLEXIONES
Hemos titulado este sencillo comentario a la carta a los Romanos: "LA
JUSTICIA DE DIOS Y LA JUSTICIA DEL HOMBRE".
Creemos sinceramente que Pablo nos ha ilustrado magistralmente sobre
ambos temas.
La Justicia de Dios ha aparecido a lo largo de su carta, no como una
justicia vindicativa al estilo humano, sino como una Justicia
misericordiosa que ha tenido su más genuina manifestación en el
acontecimiento cumbre de la historia de la salvación, cuando Dios entrega
a su Hijo a la humanidad pecadora, para que todo el que crea en él, no
perezca, sino que obtenga la Vida Eterna.
Esta original justicia se ha manifestado haciendo que ese Hijo suyo que
"no conocía pecado, se hiciera pecado por nosotros para que nosotros
llegáramos a ser Justicia de Dios en él".
Y, como consecuencia de esto, la Justicia del hombre, herido por el
pecado, no se realizará de otra manera que recibiendo por la Fe la
Justicia que Jesús confiere mediante el Espíritu derramado en los
creyentes en él. Este Espíritu les hace hombres nuevos que no obran ya
según los apetitos egoístas de la carne, sino según el fruto genuino de ese
Espíritu que no es otro que el amor, resumen y cumplimiento de todos los
preceptos de la Ley de Dios. Las relaciones de este "hombre nuevo" con
los demás hombres no se agotan en una simple medida de justicia
"conmutativa" de dar a cada uno lo que se le debe, sino que sobre este
presupuesto ("dad a cada uno lo que se le debe: a quien impuesto,
impuesto... a quien respeto, respeto"), ha de llegar al extremo de "vencer el
mal con el bien" con un amor que va más allá de lo debido, hasta crear la
CIVILIZACIÓN DEL AMOR, donde cada hombre le da culto a Dios
buscando "lo bueno, lo agradable, lo perfecto" en todas las
manifestaciones de su vida, no sólo en el terreno personal, sino en el
familiar y social: "con nadie tengáis otra deuda que la del mutuo amor".
En nuestro pueblo, religioso y cristiano, se necesita urgentemente
enseñar estos temas. En primer lugar, manifestar la verdadera justicia de
Dios que se ha manifestado en Jesucristo.
A veces la religiosidad popular tiene ideas falsas sobre la justicia de Dios,
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Índice
INTRODUCCIÓN 4
LOS ORÍGENES DE LA COMUNIDAD CRISTIANA DE ROMA 8
CONTENIDO DE LA CARTA 11
PRIMERA PARTE:
LA JUSTIFICACIÓN DEL HOMBRE ANTE
DIOS, SEGÚN EL EVANGELIO 12
TESIS NUCLEAR 12
LA HUMANIDAD SIN SALIDA 16
JESÚS 19
ABRAHAN 22
RECAPITULACIÓN 25
SEGUNDA PARTE:
EL PROBLEMA TEOLÓGICO DE LA INCREDULIDAD
DE LOS JUDÍOS 39
RESUMEN Y REFLEXIONES 56