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5º domingo de pascua

Jn 15, 1-8

1. Anotaciones al texto

El texto está ubicado en el contexto de los discursos de despedida de Jesús (Jn 13, 1 – 17,
36). En estos, él expone a sus discípulos su testamento, es decir, cómo él quiere que sus
discípulos sean reconocidos en el mundo. El texto de Jn 15, 1-8 es una explicación amplia
de lo que Jesús dijo a Pedro durante el lavatorio de los pies: “si no te lavo no tienes parte
conmigo” (Jn 13, 8). Tener parte con Jesús no es un acto puntual, sino duradero; de ahí las
invitaciones del texto: “permanecer en mí” y “dar frutos”.

Esta referencia a dar frutos introduce la exhortación a permanecer en el amor de Jesús (Jn
15, 9-17). El gesto del lavatorio de los pies y el mandamiento del amor (Jn 13, 1). Dicho
gesto y mandamiento son puestos en práctica en Jn 13, 4-5, y, a su vez, son explicados en
Jn 13, 12-15. Por tanto las expresiones “permaneced en mí” (Jn 15, 4) y “permaneced en
mi amor” (Jn 15, 9) constituyen explicaciones de la comunidad al gesto de Jesús en Jn 13,
1-15; pero, principalmente representan la voluntad de Jesús para con sus discípulos.

La situación histórica de la comunidad joánica está descrita en la segunda lectura (1Jn 3,


18-24). La comunidad creía en Jesús de palabra y de boca, pero no amaban con obras, ni
“según la verdad” (1Jn 3, 18), mucho menos se amaban unos a otros “según el
mandamiento que él nos enseñó” (1Jn 3, 23). La comunidad había dejado de permanecer en
Jesús y en su amor. A esta problemática responden las comparaciones de la vid verdadera,
el viñador, los sarmientos y los frutos (Jn 15, 1-2).

Esta problemática que vivía la comunidad joánica, ya le había sucedido al pueblo de Israel
quien siendo la viña del Señor (Os 10, 1-2), pero “¿cómo es que te has mudado en
sarmiento de vid bastarda?” (Jr 2, 21); la casa de Israel era la viña del Yahveh (Is 5, 7), él
esperaba que diera buenos frutos abundantes y buenos, pero este no dio los frutos esperados
(Is 5, 2), por eso hay que quitarle su seto y quemarla (Is 5, 5). La comunidad de Juan leyó
este texto como advertencia propia, puesto que a ella lo mismo le estaba pasando. Esta
óptica comunitaria eclesial del texto se debe recuperar hoy, puesto que cuando la Iglesia se
desvía de Jesús y no permanece en él, se convierte en una rama seca que debe ser apartada
(Jn 15, 2). Como diría Mt 21, 43: “se les quitará el Reino de Dios, para dárselo a una
pueblo que rinda sus frutos”.

Volvamos al texto. Este está dividido en tres partes: a) Jn 15, 1-3, describen la obra del
Padre en la persona de Jesús, obra que se realiza en el mundo y descrita con el amor
gratuito de el Viñador; b) Jn 15, 4-5, desarrollan el imperativo “permaneced”, este sería la
respuesta nuestra a la obra de Dios, es decir al don de la vida que nos hace Jesús; y, c) Jn
15, 6-8, señala las consecuencias de la obra de Jesús incorporada en nuestra vida por el
“permanecer”; es decir, permite ver cuáles son los frutos de la vida de Jesús en nosotros.
Ello mediante la fórmula “si alguno no permanece en mí… le sucederá esto…pero si
permanece en mí… le sucederá esto otro…”. Estos serían los frutos de la comunión con
Jesús, que en palabras del texto son “la gloria de mi Padre” (Jn 15, 8).

1
2. Sugerencia para la homilía

- “Yo soy la vid verdadera y mi Padre es el viñador” (15, 1), a renglón seguido “nosotros
somos los sarmientos”. La imagen es sencilla pero de una gran profundidad. Los discípulos
y discípulas deberíamos ser los sarmientos que vivimos de la savia que llega de Jesús, quien
es la vid. El Padre es el viñador que cuida personalmente de la viña para que dé frutos
abundantes. Lo que el Padre quiere es que al igual que Jesús, la vid verdadera, dio fruto
abundante, del mismo modo los discípulos deben reproducir esta misma vida. Para ello hay
que estar alimentados de la misma savia de Jesús y dar frutos.

El v. 2 pone de relieve dónde está la dificultad. Hay sarmientos que no dan frutos, es decir,
por los que no circula la savia de Jesús. Discípulos que no dan fruto porque no corre por sus
venas el Espíritu del Resucitado. El texto recuerda a estos que deben permanecer en Jesús
para dar frutos (15, 4-7). La acción del Viñador es podar y limpiar la vid para que dé más
fruto. En la acción de podar y cortar no se esté pensando en condenación o en infierno, sino
en el cuidado amoroso que Dios hace de cada uno de sus discípulos y de la comunidad de
estos, para que esta dé su fruto bueno y abundante. Podar y limpiar son dos acciones
amorosas de todo campesino con sus cultivos.

- “El sarmiento no puede dar fruto por sí mismo, sino permanece en la vid” (v. 4). La vida
del cristiano es estéril sino “permanece en” Jesús. La palabras del texto son categóricas:
“separados de mí no pueden hacer nada” (v.5). El verbo permanecer es hacer en nuestra
vida una reproducción exacta de la vida de Jesús. No es asunto de hacer oración, como hoy
se entiende, pretendiendo con ello parecernos a Jesús. Eso lo hacía la comunidad de Juan,
pero se daban cuenta que quienes oraban o creían en Jesús, no reproducían su misma vida
de fidelidad y obediencia al Padre, no amaban según la verdad. La Diócesis no podrá llevar
adelante su misión en Chalatenango si los que nos llamamos cristianos no reproducimos la
vida de Jesús, aquí y ahora.

La comprensión eclesial de este texto es que no hay Iglesia, si en esta no corre la misma
savia de Cristo. A la luz de este texto revisemos la Iglesia que Mons. Romero soñó: “¡Esta
es la Iglesia que yo sueño!... Un pueblo que vaya creciendo en la fidelidad al Señor y que
se deja llevar por el impulso del Espíritu Santo. La Iglesia no quiere ser una fuerza de
oposición política; ¡jamás! Jamás lo he dicho, ni seré. ¡La Iglesia no quiere ser un partido
más de subversión, no lo será nunca, no lo puede ser!... que haya una Iglesia que desde la
fidelidad al Señor y desde el impulso del Espíritu, denuncia todas las injusticias que se
cometen en cualquier sector de la humanidad, Esta es la Iglesia que tenemos que
construir, queridos hermanos.”1.

1
Cfr. Óscar A. Romero. Homilía, tomo IV, 13 de mayo d e1979, San Salvador 2007, 446.

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