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Vertebra Literaria No. II
Vertebra Literaria No. II
II
La mente primigenia deambula en sus aposentos, se detiene y se decide a crear la vida, pone
manos a la obra y da luz a la existencia. No estoy hablando Yahveh, el dios de Abraham, ni de
Brahma, dios creador en el hinduismo, me refiero a John Ronald Reuel Tolkien escribiendo El
Silmarillion y dando origen a la “Tierra Media” y todo lo que allí se desarrollaría. Tolkien como
filólogo que era, reconocía el poder del lenguaje y dotaría a sus personajes, ya bastante exóticos,
con sus propios sistemas de comunicación (Alrededor de 15, contempladas en su Legendarium).
Me veo también en la necesidad de señalar que Tolkien era un fanático de la mitología (como si
en este punto se pudiera poner en duda tal cosa) y fue en su momento detractor de idiomas
artificiales como el Esperanto, a razón de que su autores nunca escribieron o inventaron mitos o
leyendas en dicho idioma. El lector pensará (y le daré la razón) en que la crítica no viene al caso,
pues un idioma como el Esperanto no fue concebido bajo las máximas creativas de la Tierra
Media y que su carácter pertenece exclusivamente al ámbito académico y no al literario, pero
hagamos peso al otro lado de la balanza.
1
En el principio creó Dios los cielos y la tierra (Hebreo)
Palabra, aliento y música, lo que sea que salga de nuestras gargantas, es algo que tenemos en
común los humanos y los dioses, incluso para Pāṇini, gramático de la India antigua, el lenguaje
es una facultad heredada exclusivamente al género humano, cortesía del género divino. Tal papel
juega el idioma en la conciencia colectiva, que varias civilizaciones (históricas y ficticias) le
otorgarían a sus lenguas grados de respeto.
Tomemos por ejemplo al Imperio Romano y al Reino de Gilead, este último creado por Stephen
King para la saga de La Torre Oscura, en donde la realeza utilizaría la “Alta Lengua” para marcar
su estirpe, mientras que la gente del común se comunicaría en una variación del inglés moderno
llamada la “Baja Lengua” (Nombre otorgado sin duda alguna, con propósitos despectivos y
clasistas). De esta misma forma, el Imperio Romano delegaría el latín clásico a la escritura de
textos académicos y políticos, mientras que en la práctica, los romanos (y a quienes éstos
conquistaron) hablarían versiones vernáculas del latín (vernacular siendo sinónimo de “el
común”). Así como se usa el hebreo para la Torah y el árabe para el Corán, el latín clásico sería
también el lenguaje obligatorio de los estudios bíblicos, tradición cristiana que se mantendría
hasta la reforma religiosa liderada por Martín Lutero y mediante la cual, la biblia podría ser leída
en tantos idiomas como nacionalidades profesen su fe.
Palabra, aliento y música, lo que sea que salga de nuestras gargantas, es algo que tenemos en
común los humanos y los dioses, incluso para Pāṇini, gramático de la India antigua, el lenguaje
es una facultad heredada exclusivamente al género humano, cortesía del género divino. Tal papel
juega el idioma en la conciencia colectiva, que varias civilizaciones (históricas y ficticias) le
otorgarían a sus lenguas grados de respeto.
Tomemos por ejemplo al Imperio Romano y al Reino de Gilead, este último creado por Stephen
King para la saga de La Torre Oscura, en donde la realeza utilizaría la “Alta Lengua” para marcar
su estirpe, mientras que la gente del común se comunicaría en una variación del inglés moderno
llamada la “Baja Lengua” (Nombre otorgado sin duda alguna, con propósitos despectivos y
clasistas). De esta misma forma, el Imperio Romano delegaría el latín clásico a la escritura de
textos académicos y políticos, mientras que en la práctica, los romanos (y a quienes éstos
conquistaron) hablarían versiones vernáculas del latín (vernacular siendo sinónimo de “el
común”). Así como se usa el hebreo para la Torah y el árabe para el Corán, el latín clásico sería
también el lenguaje obligatorio de los estudios bíblicos, tradición cristiana que se mantendría
hasta la reforma religiosa liderada por Martín Lutero y mediante la cual, la biblia podría ser leída
en tantos idiomas como nacionalidades profesen su fe.
Agradecimientos
Este texto está dedicado a la orden de los 6, de quienes no he recibido otra cosa más que amor y
sabiduría y dentro de los cuales, soy un hermano.
@miserosrelatosoficial @MiserosRelatos