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¿La búsqueda de Pitol se dirige ha- la energía hacia Dios, o sea la forma de

cia esta pureza? vida escogida por los Peregrinos.


La evocación de Roma Y Venecia en
la novela, sobre todo las escenas en el
Luisa Josefina Hernández Los Peregrinos son unoscuantos se-
res que saben reconocer los verdade-
palacio alquilado por Teresa Reque- ros caminos; son aquellos que cami-
nes, con las visitas de médiums y vi-
b 1 nan con el rostro tendido hacia los vien-
dentes, y el relatoque el narrador cuen- tos Y las alturas, los pies aguantadores
ta de Billie Upward, Cercanía y fuga en el espinoso camino. El espacio pre-
-uno de los misterios del libro de Pi- ferido de los Peregrinos son los bos-
tol-, con su recreación de personajes ques, “la divina floresta, espléndida Y
delirantes -ficción de la ficción-, me frondosa” de Dante. Una extraña in-
hizo pensar en cierto comentario de tuición los guía hacia el último lugar o
Kenneth Clarkque se refiere a Leonar- hasta el último día en que se abrirá el
do da Vinci, cuyas observaciones, por regazo de Dios.
cierto, “le hubieran permitido -preci- Los Peregrinos son una raza de soli-
samente, anticipándose a Goethe- tarios porque son seres sin par, es de-
enunciar el principio de la transparen- cir, sin acompañantes, sin amor, aun-
cia”. El comentario dice: “Leonardo que puedan amarlo todo: “. huyen
) Universidad Veracruzana, Xalapa, 1982;
deja entrever también el principio im- de la convivencia por instinto y si se
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presionista de que todas las cosas se ven obligados a enfrentarla, por más
reflejan unas en otras Y que, además, que se vigilen a sí mismo, son para sus
“Cuando alguna de nuestras facul-
no existen cosas como las sombras tades se halla afectada por causa del acompañantes un raro fermento de
negras”. placer o del dolor, el alma entera se amenazas y salvaciones. Algunos los
‘No esa Billie Upward a quienvemos concentra en esa facultad y parece detestan, resulta muy difícil despre-
en Juegos florales, sino su reflejo en no obedecer a ninguna otra poten- ciarlos”. Entre las dos figuras centra-
cia; y esto demuéstra el error de los
un narrador que titubea (por exigencia les de Apocalipsis cum figuris -el Pe-
que creen que alienta en nosotros
del argumento). Si Leonardo estudia- un alma al lado de otra”. regrino Y la Peregrina- existe una di-
ba las modificaciones del color produ- Dante, La Divina Comedia, Purgato- ferencia fundamental en el origen de
cidas por la atmósfera, Pitol describe no, Canto IV. su poder: el Peregrino está del lado de
los cambios, en la memoria, de un per- la sabiduría tranquila, la Peregrina, del
sonaje inventado. Por esto la novela Decir que el Apocalipsis será la última conocimiento de la bruja: “. la ener-
sólo puede serlo en tanto que es un noche sería bien poco para situar los gía del Peregrino es una dulce poten-
boceto. Pocas páginas antes del final tiempos que lo preceden: esos son in- cia en el ademán y en la mirada, la de
del libro, el narrador todavía se debate situables, en el origen o la nada, están ella, algo como un destello nervioso de
pensando en cómo encarar el relato, en lo cotidiano y en la esencia, tiem- locura y razón. Ambos son temibles, él
“en la manera en que ella describiría pos regulares que permanecen sin co- conquista Y ella seduce. .”
ese día memorable”, si el narrador fue- rrer del todo. El Apocalipsis de Luisa La Peregrina -la Mujer, la Madre,
ra mujer. Así, al perderse en los he- Josefina Hernández bien pudo ser an- la Bruja, la “Divina Gracia”, Beatriz,
chos anteriores al del libro terminado, tes o ser ahora Y después, estático en Eva, Jezabel, Babilonia. . .- es una
Pltol coloca al lector en medio de la sus presentes y absolutamente incier- confluencia, un disfraz de superposi-
creación del libro. Y Juegos florales es to en su porvenir, es una constatación ciones que busca sus propias culpas
un libro anterior al libro que pudo ha- de un estado del mundo mas no una en recuerdos ajenos, que no tiene aún
ber sido si el modelo, Billie o cualquier búsqueda de explicaciones. Es una no- suficiente culpa para constituirse en
otro de los protagonistas, no hubiera vela que niega las causalidades por- sujeto y por ello, se asume “varias”, se
desaparecido. que “los misterios no nos han perte- asume “todas” para luego desechar-
El infierno de Pito1 se inicia enton- necido nunca” y porque “nosotros so- las, como la histérica cuandoactúa sin
ces en un territorio donde no hay mo- mos los misterios que Dios revuelve mentir todos los papeles del gran es-
delo ni habrá obra, donde todo tiende a entre sus dedos”. Quizá, lo que “pa- pectáculo.
ser un símbolo del mal. Como la es- sa” en la novela no es sino un caminar La Peregrina sólo abandona su sole-
tructura misma del boceto, que cues- que es, como diría Christopher Fry, “una dad esencial para escoger a sus dos
tiona el realismo de su lenguaje. La corta experiencia de eternidad”, antes hijos: la Payasa Y el Pierrot, pues no
muerte, por ejemplo, ¿es algo verídico de llegar “a la persona o al sitio que necesita la certeza del parto para reco-
o inventado? Ese es el tema de Pitol, una quiere alcanzar”. Los paísajesdes- nocer a sus descendientes. La Payasa,
un tema imposible, que nadie podría filan como un acontecer interior y re- suerte de virgen sublime, conocerá el
escribir. Su riqueza está en un hilo presentan más bien las circunstancias amor con el mitológico Unicormo que,
central en un trozo de material colma- para los estados del alma. Apocalipsis según las valiosas investigaciones de
do de matices. Es decir, Pito1 también cum figuris es a veces como un paisaje J.L. Borges, suele ser siempre un buen
sugiere, por tanto, varias novelas que de Gran Carnaval mojado por las Ilu- augurio. De esa unión misteriosa, na-
parten de la suya. Y no deja de adver- vias del amanecer cuando la fiesta ha cerá un pequeño Unicornio, un Salva-
tirse el resultado: aunque fantasma- terminado. De este pasar al caminar, dor que aporta consigo la revelación
les, no dejaremos ya de ver a Billie Y a está la transformación que opera la de un misterio: “Es obvio que los uni-
Teresa ya Alice deambulandoen nues- novela en su visión del mundo y de la cornios fecundan con la tenacidad del
tra vigilia. fe. El caminar es la forma de orientar pensamiento” o, según las palabras
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de la Payasa: “Con la fertilidad solita- co, el negrero había sufrido una serie El tren había salido de la vieja Termi-
ria del amor”. Por su lado, Pierrot, el de embolias en la década de los seten- nal de Egida a las diez de la noche, con
ingenuo, el tontito, el torpe, irá a en- ta que lo habían dejado medio parall- el brazo lívido de Chelo diciendo adiós
gendrar un pequeño peregrino con la zado primero y luego paralítico y final- desde el andén, y al amanecer estába-
primera bailarina roja que le da un mente convertido en ese vegetal que a mos todavía en la provincia de Las Vi-
beso en la mejilla. Multitudes pasan, veces parece ser el camino de toda llas, enfilando la inmensa llanura con-
desaparecen, renacen en el cantar y carne. Nunca sabremos de cierto cuán- tinua (Cuba, como Africa, no es más
se pierden en los tiempos. Entre el to sufrió Lino en su parálisis, pero sí que una extensa sabana) que era el
Peregrino y la Peregrina, se insinua sabemos lo que padeció con esta muer- paisaje de Placetas a Cacocún, el em-
como una mala pesadilla la figura re- te en vida su viuda Herminia del Por- palme para Holguín, y el resto del tra-
pulsiva del fraile: un ser a la vez inde- tal. Fuimos con ella Miriam Gómez y yecto hecho en el gastar de vía estre-
seado e imprescindible, junto al que el yo a un hospital en que sólo visitarlo cha a Gibara: lomas, un tunel, el mar.
camino se transforma en calvario pero era una visión violenta del Infierno de Todo ese viaje de fin de año de 1947,
también en desahogo y esperanza. la senilidad. La demencia, la invalidez fin de una era y comienzo de la Iltera-
Apocalipsis cum figuris es una obra y la idiotez senil eran allí el decorado y tura, lo había pasado leyendo y rele-
que contiene dlversas y lejanas raíces: el único paisaje posible. Entre estos yendo la rara prosa de Novás Calvo.
desde la Biblia hasta Grotowski, y pa- reos a los que Jonathan Swift con iro- Rara no por remota sino por prójima:
sando por Dante y Christopher Fry. Sin nía irreverente llamó los Inmortales: esas gentes de nombres exóticos co-
embargo, esas raíces germinaron en condenados a la vida en muerte, pri- mo Acerina Canadio, Silvia Silva, Na-
una escritura fértil que, de siembra en sioneros de su superviviencia en le zario Niela no vlvían en “La luna no-
siembra, de ideas en oficio, ha llegado cárcel de la longevidad, allí Lino dio n a ” , en las afueras, como en el cuento
a dar sus propios frutos. La extraordi- una última muestra de su energía sino entre nosotros. “El reía su risa
naria habilidad de la novela consiste creadora. arrancada”, cuenta Lino sln apenas
en jugar sobredistintos niveles simbó- Tengo en mi anaquel de libroscuba- darle importancia a la imagen vertigi-
licos que no desvirtuan nunca el atrac- nos una primera edición barata pero nosa, “y decía que pensaba acabar con
tivo sencillo de una anécdota adecua- para mí preciosa. Es fa /una nona, tí- todos los carros del garage, y los ojos
da a los mecanismos de la ficción. Por tulo remoto, publicada en Buenos Ai- se le estriaban”. Créanme, no se es-
lo tanto, el libro ofrece distintos nive- res en 1942: es decir hace más de cribía así en español, o en cubano,
les de lectura, con los cuales cada quién cuarenta años. Este volumen de cuen- antes de publicarse ‘.‘En las afueras”.
puede encontrar su altura de vuelo. Su tos es una obra maestra del género y No se volvió a escribir igual después.
desclframiento no es fácil porque mu- cuando un día se escriba la historia Recuerdo hab,e leído luego su cuen-
chas claves se mezclan hasta fundirse definitiva del cuento en América se to “Angusola y los cuchillos” con una
en una ficción poética muy propia de la verá que Lino Novás está entre sus extraña emoción que era el arte emoti-
autora, quien podría concluir ese largo maestros: Horacio Quiroga, Borges, Fe- vo de las palabras que lo traían todo:
viaje retornando las palabras de la Con’- lisberto Hernández, Juan Rulfo, Virgi- los nombres, los hombres y las muje-
desa Rosmarin Ostenburg al flnal de lio Piñera, Adolfo Bioy Casares para res (iAh, Sofonsiba Angusola!) y el se-
Hay suficiente luz en las tinieblas. citarlos en orden cronológico. Llno No- xo sobresaltado en una oscura violen-
“¡Fue una desquiciada carrera por vás fue el primero que supo adaptar cia vital. A pesar de mi respeto por
la nieve a causa de mi excéntrico las técnicas narrativas americanas a Carlos Montenegro (otro escritor muer-
sentido de la orientación!” una escritura verdaderamente cubana to olvidado en el exilio y el hombre
-y lo que es más, habanera. En sus bronco que me había dado a los doce
cuentos se oye hablara La Habana por mi primera lección literaria al sentar-
primera vez en alta fidelidad. Sobre me a la Remington renuente diciendo,
todo La Habana de las afueras, la que “Para escribir bien lo primero que hay
Letras, Letrillas conversaba en Diezmero y Mantilla y que hacer es saber escribir a máqui-
Letrones Jacomino y Luyanó y Lawton Batista: na”), Llno Novás Calvo se convirtió en
en los traspatios. mi escritor cubano favorito y hasta la
Todo ese submundo urbano, subur- llegada de William Faulkner y de Bor-

LA LUNA NONA DE bano, era un orbe nuevo. Cuando otro


escritor cubano nacido en España, An-
ges, en mi escritor favorito entre to-
dos. Habría hecho (de hecho, hice) proe-
LINO NOVÁS tonio Ortega (de Gijón, Asturias) me zas por leer un nuevo cuento de Novás
dio a conocer los cuentos de Lino (des- Calvo. Se hicieron de veras escasos.

b 4 de entonces ya no más Novás Calvo)


fue como si abriera una puerta peque-
Recuerdo a Lino, la persona, a la
puerta de Carteles esperando, viejo
Guillermo ña, la del tomo, a un mundo ancho chofer, a Herminia del Portal, S U m u -
pero propio, contenido bajo el título de jer, entonces directora de Vanidades Y
Cabrera Infante La luna nona. Recuerdo haber llevado la periodista que ella sola había revo-
el tomito en el regreso ritual de Navi- lucionado la prensa femenina cubana
dad al pueblo natal, leyéndolo todo mo- como lo haría después con la C o n t i -
lido en mi vagón de segunda, el tren nental. Lino, a la espera, me saludaba
Acaba de morir Lino Novás c a l v o , e r convertido en mi Transiberiano, el via- al pasar con un falso falsete en que
Nueva York, después de diez años de je largo en el tiempo no en el espacio, siempre se refería a mi programa de
agonía ignorada. El autor de Pedro Blan- un Orient Express a través del espejo. televisión diciendo: “Te vas a convertir
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