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Introducción a la clínica

dei Campo Lacaniano

Jorge Zanghellmi

de ta campana '
ÍNDICE

Prímera Parte: Los fundamentos de la clínica


Cap. 1 Psicologia clínica y clínica psicoanalítica..............................................11
Cap. 2 La clínica psicoanalítica en el desvaído dei Otro.................................. 19
Ciência y sujeto................................ ........................................... ........ 25 ,
Cap, 3 Los cuatro discrusos............................................................................. 29
El discurso dei analista..................... .................................................. 34
El discurso dei amo, los discursos........................................................ 38
Cap. 4 La ética y el dispositivo......................................................................... 45
La ética y la moral............................................................................... 45
Psicólogo? Psicoánolista? ................... ,............................... .................... 49
El dispositivo............................................... ...................................... 51
El acto Psicoanalítico....................... ....................................................56
Cap. 5 La consulta y los tiempos lógicos.......................................................... 59
Cap. 6 Transmicíón de la clínica psicoanalítica...............................................65
Cap. 7 El deseo dei analista............................................................................71
El fantasma en relación al comienzo y final dei análisis...................... 73
Cap. 8 Acting Out y pasaje al acto.................................................................... 77
Dei goce.................................................................................................. 82

Segunda Parte: De la Cura


Cap. 9 Las intervenciones................................................................................. 89
La intervención como corte significativo............................................... 89
La intervención en busca dei vagido de lo real............................... . 94
Cap. 10 La dirección de la cura........................................................................ 99
Clínica de la histeria en la época........................................................ 103
La neurosis obsesiva................................................................... 105
La religión obsesiva........................................................................... 107
De la fobia y sus avatares........ ................. ...................................... 113
Comentário clínico.......................................... 115
Cap. 11 Duelo y depresión .................................. ......................................... 121
Cap, 12 Rasgo de carácter y la sublimación.................................................. 129
Cap. 13 De la perversión y de los rasgos perversos....................................... 137.
Cap. 14 Las presentaciones dei sintoma autista............................ ,..... ......... 139 5
La clínica dei desborde ....................................................... ...............142
Cap. 16 De la marginalidad dei significante fálico................. ;........ ............. 147

Tercera Parte: Las variantes clínicas


Cap. 16 La clínica de la emergencia........ ..................................................... 153
Cap. 17 Amor y clínica en la pareja ........................ ............ ............... ........... 159
Cap. 18 Good by, andariego rojo.................................................................... 167

Cuarta parte: Los neosíndromes de la época (anexo de humor)


Cap. 19 La histeria crepuscular.......................................................... .......... 177
Cap. 20 El trastorno obsesivo al volante............................................. .......... 179
Cap. 21 El trastorno bimultivaríetal (superación de la bípolaridad)............. 183
Agradecimientos *
Agradezco a todos los colegas que, en relación, me han permitido y dado
lugar para este devenir de la escritura.
A mis companeros de la cátedra de Psicologia clínica de adultos de la Facul-
tad de Psicologia de la UNLP.
A mis colegas psicólogos, de planta y residentes, dei servicio de Psicologia
dei Hospital de Berisso.
A mis colegas psicoanalistas dei foro psicoanalítico de la Plata y de la Escue-
la Psicoanalítica de los Foros dei campo Lacaniano.
A mis amigos dei grupo de psicoanalistas "machos”.
A mis dos maestros: Raul Sciarreta y Emilio Dupetit.
A Eduardo Suarez, quien aporto con su lectura, a la tramitación de estas
páginas.
A Nahuel Pèrez Belmonte, Maria Inés Machado y Rocio Mayorga, que a
partir de sus desgraib^ciònès de teóricos, han servido de base conpeptual a
vários de los capítulos dei libro.
A mis alumnos de teóricos y de seminários, que con preguntas y deseo de
saber, provocan a mi entusiasmo por la clínica
A Florehcia Borgoglio, que con su lectura y observaciones inteligentes, con-
tribuyó a la concreción de estas páginas.
PRÓLOGO
INTRODUCCIÓN A LA CLÍNICA LACANIANA

En la6 abiertas reflexiones de los tiempos de la comprensión, antes de con­


cluir en un título, pasé por no pocos nombres que jalonaban el borde dei ca-
mino con indicaciones,
Velocidad máxima, el tema se encuentra 84 kilometros, cuidado, animales
sueltos, a cien metros cruce de caminos.
Y se sabe, un conductor responsable, trata de responder a cada indicación
modificando su ser en movimiento a las cambiantes coordenadas dei Otro.
Pero el respeto por todas estas indicaciones no fue suficiente para que el
título se hiciera ver en el ladrillesco arco de entrada.
Nada se veia allí, pero no solamente nada, sino aquello que estaba en el
lugar de lo que nada se veia, no dejaba de haber algo, enmarcado, sostenido.
Y fue en ese espacio donde me llegó una pregunta simple y literal: y porquê
no, introducción a la clínica dei campo lacaniano,
La clínica psicoanalítica que deviene de Lacan, que es la nominación que
recorre cada frase, cada capítulo, cada subtítulo.
Y cuando pense en ello volví a abrir los ojos y Ias siete palabras formaban
dos lábios en franca sonrisa burlona.
£Es la introducción lo que acompana hasta el borde dei acto?
Si es así, entonces, una introducción debe dejar el suficiente espacio, para
dar lugar a la inscripcíón dei sujeto lector.
Y bien, no es un manual, un “Lo sé todo” exhaustivo.
Más bien supone recorridos, vueltas, autopistas y caminos, algunos sende-
ros vecinales.
Y eso es la invitación al lector, a recorrer no como turista “all inclusive” sino
como viajero dispueeto a poner sus reflexiones en Ia escena.
Porque se trata de un libro de viajes, de itinerários por Ia escena de la clíni­
ca psicoanalítica en el campo lacaniano.
En un tiempo donde se publican libros en cuyas tapas se tiene a Freud bajo
una mira disenada por una asòciación de cogni-armeros, adictos al capitalis­
mo hard.
En un tiempo donde al decir de Giorgio Agamben el mundo es una gran es­
cena de museos para la câmara dei turista de tarjetas gold-platinum.
En el museo, la analogia entre capitalismo y religión se vuelven evidente.
EI Museo ocupa exactamente êl espacio y la función que hace un tiempo es-
taban reservados al templo como lugar de sacrifícios. A los fieles en el tiempo
correspondeu hoy los turistas que viajan sin paz en un mundo enajenado en
Museo1
De allí que pueda planteaxse que ello representa el altar central de la1 reli-
1 Agamben, Giorgio. Profanaciones. Adriana Hidalgo editora. Buenos Aires. 2005.
7
gión capitalista, donde el turismo es una de las mas grandes industrias dei
mundo.
El mundo es una escena donde casi todo es posible enmarcar, cristalizar y
ponerle precío de paquete vendible. Y el “casi” representa a la, aliviadora’y
también esperanzada, lógica dei no-todo.
Los canales venecianos y las favelas de Rio están en las listas de los mismos
folletos; la miséria y la violência de oscuros marginados es tan fotografiable
como la plaza de San Marcos.
En un tiempo donde al sujeto se lo apila en las gôndolas de las clasificacio-
nes DSMIV que localiza cada estante con el nombre de un fármaco.
Belle Epoque, es un término que hace referencia al período de tiempo com-'
prendido entre los anos 1890 y 1914 en Francia. La expresión surgió al térmi-
no de la primera guerra mundial para calificar como ‘edad de oro’ a la época
inmediatamente anterior a la guerra.
O sea que se constituyó a partir de la nostalgia, de lo que ya no era.
Toda belle époque es lo que pasó, si fuera posible de localizar aquello que
era y no es: las relaciones, las palabras, la dignidad dei sujeto, las represen-
taciones de ideales, el nombre que ordenaba.
Entonces como llamar de otra forma al presente que no fuera “Flambée épo­
que”. Es lo que a la mirada dei proletário de la época, se le presenta, como los
autos brillantes y raudos, incontenibles de una autopista hambrienta. Época
llameante.
La época no sólo de la globalización y sus consecuencias, los mortíferos aten­
tados, las invasiones asesinas, la insegurídad dominante.
Las liam aradas dei goce neocapitalista carbonizan a su paso los deseos pre­
cários de la nada subjetiva. *
Si, en este tiempo, en la Argentina, aún así, se publican libros de psicoanáli-
sis y entre otros, uno como éste que propone, partiendo de la psicologia clínica
perdida, un itinerário conceptual por Ia clínica deudora de Freud y Lacan.
Una clínica que cada vez se pone a prueba en una y otra consulta, una clínica
que no deja de transformarse, para estar a la altura de Ia época.
Una clínica a la que Colette Soler2 la definió como antícapitalista en “íanto
el acto analítico es no capitalizable, en la medida en que el beneficio delaope-
ración analítica es para el analizante y no para el analista, siempre y cuando
exista un beneficio, puesto que hay fracasos también en el psicoanálisis. La
posición dei acto analítico no trae ningún beneficio al analista; es lo que me
parece que también comparte con la uocación”
Una clínica, entonces, que hace dei acto su momento cumbre, y su eficacia
incomparable con tantas técnicas y procedimientos eficientes para las fobias
capitalistas. La eficiência es dei mercado, la eficacia, subjetiva.
Una clínica comporta un marco de tramitación conceptual, que una y otra
vez, cada vez, se pone en juego en lo real de su intervención.
De ello tratan muchos de los capítulos de este libro.
Si la clínica p6Ícoanalítica adolece de un manual de procedimientos como
tanto lo requiere los normativistas de la época, lo que tiene, sí, es una posi­
ción ética, que claro, está en relación al acto y no a Ias técnicas terapêuticas.
^Estuvo usted a la altura de su acto?, es Ia interrogación esencial que vuelve
sobre el psicoanalista.
Esa pregunta, atraviesa cada página, cada frase de este libro.
Y que ello, lector, le permita...

2 Soler, Colette. El antícapitalismo dei acto. Versión. taquigrafiada de la conferencia


dada en la Plata el 17-8-04. Inédita.
8
PRIMERA PARTE

LOS FUNDAHEIMTOS DE LA CLÍNICA


CAPÍTULO 1
PSICOLOGÍA CLÍNICA
Y CLÍNICA PSICOANALÍTICA

La psicologia clínica, como tal, es un campo tan extenso que no es cernible


sus limites. Desde 1896, cuando Lightner Witmer comienza a utilizar el ter­
mino Psicologia Clínica plantea una doble orientación. La asistencial y la
investigatíva3. Sin embargo las referencias históricas, no nos orientan acerca
de la actualidad, es decir, la dificultad en establecer sus limites, pues en cada
intento, se nos escapa por las innumerables ventanas abiertas.
Por ello entonces, la forma más correcta, la más adecuada para estar a la
altura de los tiempos que nos toca vivir es emprender una búsqueda, la que
realizo este profesor amigo, este profesor inquieto y curioso, que fue:
En busca de la psicologia clínica perdida
La luna era un ojo asustado; las nubes inquietas le imprimían arabescos
que en su rápido parpadear la hacían agitarse asmática.
El antiguo camposanto hacía ya tiempo que perdió su aire siniestro.
Aún en las penumbras de la noche más bien evocaba la serena tristeza de la
acumulación de capas de tierra y olvido.
Los cementerios mueren en el intervalo cuando se seca la última flor y apa­
rece el primer arqueólogo.
Pero algo parecia animarlo esa noche.
Una sombra se proyectó contra la pared de piedra musgosa.
EI brazo fue a rodear, tierno y familiar, una lápida de mármol agónica. El
víento, que buscaba discreción junto a las cruces derruídas, estallaba.en el.
cielo, en una danza de aleteos sombrios. El brazo, ya cumplido de deseo, se
retrajo hacia la masa oscura que se füe perdiendo al pie de la pared.
Junto a la lápida se hallaba fria de cristal, ya ausente, ya amnésica, una
muchacha fea y poco agraciada, una muchacha que entusiasmo con la belleza
de sus ideales; esperó vanamente que de la luz de las promesas y dei color
de las ílusiones llegara el resplandor necesario que permitiera leer sus en­
cantos.
El profesor, que venía siguiendo su rastro, la ilumino con el haz de su lin-
terna. La muerte le sentaba bien. Sus rasgo6 habían adquirido la serenidad
de la falta de exasperación.
El profesor comprendió que la sombra, amable como pocas sombras, Ia ha-
bía arrullado, compasiva, hasta el borde de la lápida, dejándola, allí, como
dormida, casi como una bella durmiente, sin espera de besos ni de príncipes.
La sombra, que como toda sombra no deja huellas, había conducido al pro­
fesor al encuentro y había desaparecido con discreción, dejándolo solo o mas
bien, casi solo. Es que los recuerdos aleteaban alrededor de sus labios cerra­
3 Referencia de Alberto Vilanoba, catedrático maiplatense, en su libro Contribuciones
a la Psicologia Clínica. Raul Serroni-Copello Editor. Adip. Buenos Aires. 1993.
11
dos.
El profesor, que no perdió ninguno de los films de Indiana Jones, decidió allí
el fin de su búsqueda, dejando una orquídea blanca entre los dedos pétreos
de la muchacha.
La luna era ahora una ausência. Pronto 11overía y con ella, caería una apa-
riencia de las cosas.
El profesor apuro su paso,
Se le ocurrió hacer la historia de una búsqueda. Quizás eso sirviera. Aunque
se Io escuchara como un cuento, una narración amable para oídos amigos.
Penso que un buen nombre sería: Argentina: en busca de Ia psicologia clí­
nica perdida.
Este largo epígrafe plantea una escena, de esas emblemáticas, que al co-
mienzo muestra el nudo de la trama, a la que los sucesívos relatos volverán
una y otra vez, para desentranar un pequeno segmento aqui y luego otro allá
hasta que parece que el sentido cerrará y sin embargo, la metonimia conti­
nua y otro nuevo sentido caerá y así..., hasta que con alivio vemos ia palabra
fin (the end). Veremos a la muchacha embellecer en las palabras de un viejo
memorioso y hacerse pérfida en las de otro. Que un grupô la tiene de ejemplo
mientras en otros se suele contar, entre ausurros y pasillos de congresos, sus
fugas, borracheras y amores secretos.
Pero aquí tenemos al profesor que como arma la historia se reserva la oca-
sión para la palabra fin.
Pero, comencemos por una pregunta que la gente se hace:
iLa psicologia clínica donde está?
Hay una costumbre simple, que llevan nuestros primos mayores de profe-
sión. A cada rama dei saber, le ponen el apellido propio y ya saben de que e$-
tán hablando: Ia. llamarán sociologia médica, ingeniería médica, arte médico,
deportes médicos, humor médico, y hasta Psicologia médica.
Si hay una especie.de Psicologia médica, no se estudia en Medicina, siem-
pre, y claro que el tema se trate con seriedad académica y eso no incluye a
algunaa matérias de esa denominación que circulan por las carreras de me­
dicina que más bien parecen resúmenes de manuales de resúmenes de lo que
alguna vez se llamó conductismo.
A la Psicologia médica podemos definiria como la comprensión dirigida a Ia
farmacêutica.
Si se comprende al enfermo, no solo se descubre las causas (corporales) de
su sufrimiento sino adernas se lo puede comprender en sus íntenciones y en
sus yerros, entonces la eficacia dei acto médico, aumentará.
Ahora bien, el acto médico progresa, aumenta su eficacia, a partir de redu-
cir el intervalo entre la demanda de atención (el sufrimiento) y la respuesta
curativa.
Es mas, podríamos decir que el ideal de la medicina se encuentra en la re-
ducción a cero dei intervalo. Un signo, una respuesta terapêutica.
Porque esto aun no ea posible, porque aun no se desarrolló lo suficiente, hay
varias explicaciones, la Psicologia médica es la encargada de llenar el espacio
cuyo destino es desaparecer.
La Psicologia médica es un saber que trata de velar la impotência clínica de
la medicina cuando choca con el goce.
Si, claro, la Psicologia médica, pero usted £no es profesor de Psicologia clíni­
ca? El profesor que se disponía a seguir hablando de la ciência y la forclusión
dei sujeto, se encuentra sorprendido con ese pensamiento.
{Vamos, hable de Psicologia clínica!
Veamos, de acuerdo, Hablemos de.la clínica, para empezar.
12
Clínica: ensenanza que se realiza al pie de la cama dei enfermo. Ensenanza
clínica.
Esta es la definición dei diccionario. No es solo lo que pasa entre terapeuta
y paciente, sino lo que de esa relación se puede trasmitir a otro caso. Lo que
quiere decir, que no hay clínica sin ensenanza.
Foucault sitúa su nacimiento no hace mas de doscientos anos'1.
La medicina moderna comienza hacia los últimos anos dei siglo XVIII. Es
una reorganización dei espacio donde se despliega una mirada, El ojo se con-
vierte en el depositário y en Ia fuente de claridad.
Sustitución dei qué tiene.usted por donde le duela usted.
La clínica deja venir silenciosamente las cosas bajo la mirada, sin turbarias
con ningún discurso, dirá Foucault.
La caracteriza el rechazo por la teoria, el abandono de los sistemas, la no
filosofia... no es entonces esto que en la psiquiatria desemboca en el DSMIV.
£No es hálito de lo que llevó a la clínica a desarrollarse?.. Sin duda.
Esto define a la clínica, la ensenanza por el hecho mismo.
La clínica es el primer intento desde el renacimiento de formar una ciência
únicamente sobre el campo perceptivo y una práctica solo sobre el ejercicio
de la mirada.
Suponè, la visibilidad de la enfermedad.
El signo anuncia: pronostica lo que va a ocurrir, anamnesia lo que ha ocu-
rrido, diagnostica lo que se desarrolla actualmente.
La formación dei método clínico esta vinculado a la emergencia de la mirada
dei médico en el campo de los signos y de los sintomas.
“Toda teoria calla o se desvanece siempre en el lecho dei enfermo” dice Cor-
visart en 1808.
la historia de cada caso particular lo que llevara verdaderamente estas
cosas a su esclarecimiento. Todo eso vendrá a confirmar y a rectificar nuestra
concepción que opone las cosas esenciales de una parte a Oquellas que son
accesorias o debido a coincidências, por otra.
Por el contrario un diagnóstico que renuncia este aspecto esencial y que
se contenta en describir ciertos signos patológicos no puede ser aceptado. E.
Kraepelin.
Pero ly la psicologia clínica?, le preguntarán al profesor que parece ser,
como todo profesor, parafraseando a Garcia Lorca, un experto en escamotear
los temas como si fueran pecos asombrados.
Está bien, veamos la Psicologia clínica.
Aparece nombrada por Lightner Witrner a fines dei siglo pasado y confor­
mada por dos ramas
Asistencial: ocupada en los problemas dei diagnóstico, prevención y trata-
miento.
Investigativa: estúdio intensivo dei caso individual con vistas a una intelec*
ción global de los sucesos psíquicos.
En nuestro país fue retomada y redefinida por quien es, al modesto enten­
der dei profesor, el padre de la psicologia clínica argentina: José Bleger.
Y si sostiene a Bleger no es porque haya sido el primer psicólogo clínico. Es
José Ingenieros con su obra Histeria y sugestión45 de quien se podría decir
el primer autor de una obra de triple perspectiva: clínica, experimental y
psicoterapéutica. Sin embargo es Bleger, quien en el mismo nacimiento de
las carreras de psicologia en la Argentina, es leído, escuchado y tomado de
modelo por los futuros psicólogos argentinos. Un psicoanalista, de ideologia
4 Foucault Michel, “El nacimiento de la clínica”. Siglo XXI Ed. México, 1966.
5 Ingenieros José. Histeria y sugestíón. Sempere y Comp. Editores. Barcelona. 1904.
13
progresista, que fuera de la instítución a la que pertenece (en realidad perte-
nece a dos instituciones muy fuertes y ninguna de ellas veia con buenos ojos
la pertenencia de Bleger a la otra. Me refiero a la Asociación psicoanalítica
argentina y al partido comunista argentino). Es decír, que fuera de la APA, Se
dirigiera estudiantes para hablarles de la Psicologia clínica, trasmitiéndoles
el psicoanálisis.
Decía Btegere:”En el método experimental la obseruación se realiza en condi­
ciones artificíales. En el método clínico se procede por un estúdio detallado y
profundo basado en la obseruación directa y en la anamnesis con un enfoque
global y unitário. Se tiene contacto directo con la persona estudiada”.
Psicologia clínica y psicologia experimental no plantean campos sino méto­
dos.
Ya Bleger senalaba que al contrario dè lo que pasa entre la medicina y
la fisiologia donde es la primera la que debe a la fisiologia, es la psicologia
experimental la que debe a la clínica, pues se nutre de sus problemas y ob-
servacionés.
La clínica se acerca a la experimental, es decir, a su rigurosidad cuando lo
importante no es la anamnesís sino la observación y el estúdio directo de la
situación (relación interpersonal) y de las reacciones y valoración de todos los
factores que intervienen en cada momento de la entrevista.
La asociación libre es una técnica dei método clínico.
La psicologia clínica es el campo y método mas directo y apropiado de acceso
a la conducta de los seres humanos y a su personalidad.
Decía Bleger: no se puede Ilegar a una ciência dei hombre sin el hombre. Sin
el hombre estudiado y el hombre que estudia.
£Nó está aqui hablando dei hombre como objeto y el hombre como sujeto?
Là clínica para Bleger es esencial.
El. libro de Bleger es el gran intento argentino de hacer dei psicoanálisis
uná^psicología clínica y más, hacer una psicologia fortalecida, consistida por
el psicoanálisis. (Psicologia de la conducta. 1963)
Para Bleger la psicologia tiene como objeto el estúdio de los seres humanos
reales y concretos. La división con otras disciplinas es el plano desde el cual
toma al hombre. Fue en su obra donde abrevó y nació esa muchachita que fue
la guia de tanto psicólogo argentino, orientados por una psicologización dei
psicoanálisis, que encontraba en las escenas dei vínculo, de la interconsulta,
de la prevención llamada psícoprofilaxis el recorte dei campo donde los psicó­
logos podían ejercer su novísima profesión. Bleger, un psicoanalista de APA,
decía: psicólogos no hagan psicoanálisis, hagan psícoprofilaxis67.
El campo se integro con técnicas proyectivas (derivadas dei psicoanálisis),
con técnicas de entrevistas (derivadas dei psicoanálisis) con técnicas preven­
tivas de perdidas y duelos, pedagógicas (derivadas dei psicoanálisis). A todo
ello se llamó psicologia clínica. Pero lo que les trasmitió, aún a pesar 6uyo,
fue el psicoanálisis. •
Por ello si bien podría leerse y con justicia, que su obra fue un intento de
psicologizar el psicoanálisis, al mismo tiempo y con mayor importância, fue
el medio a través dei cual el psicoanálisis freudiano trascendíó las elitistas
fronteras de la APA.
Entonces no es poco importante el lugar de la psicologia de la conducta.
Masfun instante después el profesor comprendió, que entusiasmado por ha-
6 Bleger, José. Psicologia de la conducta. Eudeba, (tercera edición, corregiday aumen­
tada por el autor, Centro editor de América Latina Buenos Aires 1969). Buenos Aires.
1963 >
7 Bleger, José. Psicohigiene y psicologia institucional Paidós. Buenos Aires. 1965
ber encontrado el santo Grial olvido en su alboroto lo central, así como el
lugar de la frícción político gremial con los médicos: la psicoterapia.
Pero se autodisculpa: bueno, ên el entusiasmo y en la pasión, a cualquiera
le puede pasar. La psicoterapia también es psicologia clínica. El profesor sabe
que así como los primos apellidan de médico todos los campos dei saber, los
psicólogos le ponen un primer nombre que es en realidad un sobrenombre: el
psico. Psico diagnóstico, psicoterapia, psicoprofilaxis, psicotecnia, psicosomá-
tico hasta psicobolche (Se suele llamar, claro que no académicamente, psicoa-
vione%a,.alguna$ muchachas muy dotadas que estudian psicologia)
Por ótinlãdo, todà uha definición de la distribución dei poder profe6Íonal,
donde algunos le ponen su apellido a las diferentes áreas dei saber, otros le
ponemos el nombre de pila.
En fin, espero que no se crea con ello que se está llamando a una guerra
santa con el objetivo estratégico de lograr obtener por fin una cirugía psico­
lógica, se entiende.
El campo de la terapêutica es más antiguo que el de la clínica.
Para el examen. clínico psiquiátrico es un término que sigue al diagnóstico
pero que queda incluído en la clínica.
Se comienza por la Anamnesis, luego el examen somático, (la observación,
palpación, auscultación), a continuación el diagnostico presuntivo, los exá-
menes auxiliares (paraclinicos) el diagnostico definitivo, el pronostico y por
fin la terapêutica.
TERAPÊUTICA: parte de la medicina que ensena el modo de cuidar las
enfermedades.
Hay terapêuticas
A- sintomáticas
1. expectantes: que se limita a colocar el paciente en las mejores condicio­
nes para que la naturaleza actúe en su favor.
2. Patõgénicas: atenta al mecanismo de las enfermedades
B. etiológicas; las que se remonta a las causas dei mal.
La terapêutica alude al procedi mi ento probado y repetido al que se some te
al enfermo luego de la conclusión diagnóstica.
£Y psicoterapia? Una masa de procedimientos que se ejercen sobre aquellos
sujebos en los que se ha concluído que su patologia es de origen psíquico, es
decir, que no se ha podido probar su raiz corporal.
Pero £por qué cuando se habla de psicologia clínica, se termina indicando
una forma psicoterapéutica y la clínica se no6 desvanece como arena en los
dedos?
El profesor arriba a un cuarto pequeno.
Debió primero saltar por sobre un pozo lleno de profesores secundários de
psicologia vociferantes y luego debió pasar por la discusión apasionada entre
partidários de una psicologia social y comprometida y los que defendían una
psicologia más social y más comprometida,
Se encontro frente a dos puertas: en una 6e leia la palabra saber y en la
otra, verdad.
Bastó que entornara la puerta primera, la dei saber, para comprender, pues
el magno saber lo encegueció.
Entonces observo cómo la clínica se convertia en una multiplicidad de pro-
cedimientos; vio que era Ia puerta por la pasaban aquellos que cuando se les
preguntaba por la clínica, respondiam.. con una psicoterapia.
Se dijo, crítico, que la psicoterapia sin clínica es simplemente establecer una
enciclopédia de los distintos procedimientos. La suma de los casos, desprovis-
ta de las particularidades subjetivas dei cada caso.
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Clínica y terapêutica se oponen en tanto la terapêutica es dirigida por Ia
sugestión, que como se sabe, es la razón dei amo, el sentido común de la
realidad.
La clínica se vacía, se hace clínica dei procedi miei: to es decir, deja de ser clí­
nica. Hasta el punto de que es posible como en esos procedimientos cibernéti­
cos para tímidos, el paciente se haga paciente de un inventario, que prescriba
una serie de pasos a seguir para superar la fobia de contacto, pret a pòrter.
La psicoterapia discurre por Ia vía dei saber acumulativo, reduciendo en la
medida de su eficacia, Ia posibilidad dei encuentro c n una verdad.
Eficacia es la de Ia sugestión y la realidad, es una fantasmática dei senti­
do común. Hacen serie, y configuran una suma de procedimientos reglados,
dirigidos a una rectificación de la percepcíón de la realidad por parte dei
enfermo.
Las psicoterapias consisten en volver tolerable el padecimíento dei sintoma
mediante el recurso ai fantasma.
El fantasma es lo que lo vuelve soportable, dándole sentido, banándolo en
tolerância. Porque si lo que ordena és el procedimiento, lo que guia es la rea­
lidad dei psicoterapeuta, es decir, su fantasma.
Entonces lo que orienta la cura en una psicoterapia es el recurso dei fantas­
ma...dei psico terapeuta.
El profesor recorrió cada uno de armarios, rebosantes de psicoterapias, pero
ninguna psicologia clínica. Lo peor es que todos decían conocerla, frecuentar-
la; sin embargo ninguno pudo decir como era ella ni como estaba vestida la
última vez.
A los procedimientos no les interesa la verdad, se dijo el profesor, solo la
eficiência. Entonces salió.
Fue hacia la otra puerta. La verdad.
La verdad es aquella que emerge dei sujeto, pero de lo real... La verdad es
subjetiva. Y si la verdad es propia de cada ocasión, no hay un ensenable de
esa verdad. Se encontró con relâmpagos en la penumbra pampeana. Claro:
qué podia trasmítírse de una verdad sino que algo allí ilumino e hizo espan­
tar a los caballos.
Este ca mino nos lleva a una clínica dei fenómeno atmosférico, se dijo no sin
sorna. Sabemos como aciertan los meteorólogos con el tiempo...
Una clínica en verdad, entonces no es ensenable ní transmisible.
Una verdad por inacabada que sea, permite anticipaciones de saber, no so­
bre lo que es sino sobre lo que habrá sido si la verdad alcanza su culmina-
ción.
Pero si una clínica lo es, de la particularidad, porque es allí donde la ver­
dad se semidice, ^podría haber una clínica sin procedimiento? Es decir, £sin
dispositivo?
Diria con agrado Albert Camus, porque no entonces una clínica dei absur­
do. Lo absurdo nace de esta confrontación entre el llamamiento humano y el
silencio irrazonable dei mundo.
Seria algo así como la clínica espontânea, una clínica existencialista, una
clínica que planteara lo inútil de su ensenanza.
Una clínica que ante cada ocasión, fuera como ese personaje de Sade®, Jus-
tíne o las desventuras de la virtud. Ante cada ocasión fuera virgen, una y
otra vez.
^Puede la práctica clínica, sin hacer una parodia, forcluir el saber?
Podemos decir, neuróticamente, que Io que puede hacer, en el mejor de los
casos, es olvidar, con lo que sabemos que vuelve como formación dei
8 Sade, M de. Justine ou les malheurs de la vertu. Gallimard. Paris. 1981.
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inconsciente, como brote metafórico de lo reprimido.
Así entendemos la'recomendación freudiana de atender cada caso como si
fu era el primero.
Si bien el profesor símpatizaba con la verdad, salió de ella con una vaga
tristeza. La clínica no podia ser toda verdad, para ser ensenable, la clínica
debía tener algo de artificio y de ficción.
Se encontro entonces con el psicoanálisis, aiguiendo una abertura entre sa­
ber y verdad.
La clínica psicoanalítica ni apoya todos sus pies en la verdad ni tampoco se
juega todo su aliento en el saber terapêutico.
MLa clínica psicoanalítica no es otra cosa que la posibilidad para cada ana­
lista de sostener Ias preguntas a Ias que lo confronta su acto^. Lo ha dicho
Lacari y nos parece indudable. íS^r
Si la terapêutica es el procedimiento como saber prévio al ac to, la clínica éh-
tonces es el lugar donde el analista dirime si estuvo a la altura de ese acto.
La ética está también en la elección, en la responsabilidad dei analista.
No es el procedimiento el responsable, es quien que opera, interviene o deja
de intervenir.
El profesor se dijo: entonces la clínica psicoanalítica es aquel procedimiento
artificioso que apunta a la verdad, es una puesta en dirección a la verdad y en
la que el analista, cada vez, estará o no a la altura de su acto.
Una vericidad pronunciada (interpretación) es lo que puedo denominarse
un saber en verdad. Un saber que fuerza la cura.
El forzamientó de un saber en verdad: es la interpretación psicoanalítica.
Clínica y terapia se interceptan cuando un dispositivo permite el encuentro
entre el saber acumulado, Ia serie de los procedimientos y la ocasión de la
verdad subjetiva.
Una intersección posíble entre clínica y terapêutica es un dispositivo que
establezca las coordenadas de una situación en Ia que se demarque el vacío
necesario para el acontecimiento, o sea lo que llama al acto analítico, Ia in­
terpretación,
Le pareció que podría ser un buen camino.
Pero claro, que si su búsqueda de la psicologia clínica lo llevó a descubrir el
psicoanálisis, es bien cierto, pero £donde la psicologia clínica?
Podría decir que en esa noche brumosa dei comienzo, se había terminado
su búsqueda.
Sin embargo, sabia que como con Gardel, siempre aparecería alguien que
dijera haberla visto, casada y ya con nietos, en alguna aldea suiza o recluida
en una casa para viejas figuras de Ia psicologia jubiladas o también, rejuve-
necida y rozagante, en una universidad norteamericana o que volvió a apare­
cer en un catálogo de Paidós secreto.
Es decir, quizás haya verdades que la realidad deniegue una y otra vez.
La psicologia clínica es un nombre que recuerda una ausência.
El profesor comprende que aunque no sea una disciplina, tenga ese valor de
ser un fantasma cristalizado, de Ia hechura de un mito.
Ese mito, que como todo mito, hace referencia a un origen.
El de la profesión de psicólogo en Ia Argentina.
Es la dirección que tuvo en nuestro país, quizás incomprensible, pero que
determino su desarrollo, su presencia enlas universidades, enlos hospitales,
en los consultórios, en las escuelas de postgrado.
9 . Lacan, Jacques. Apertura d© la sección clínica Texto extraído de Ornicar Nro. 3
(edicióíi castellana), págs. 37-46, editorial Petrel, Barcelona, Espana. 1981
17
Entonces, se dispone él también a asentir, que seguramente la psicologia
clínica Bigue viviendo, en algún ladoj en algún lugar, feliz, ain ningún deaeo
de volver y que nosotros, mientras tanto, de alguna manera nos debepios
arreglar con aquello que tengamos, esperando su vuelta o algún mensaje que
dé sentido a su ausência.
Más bien creo que se seguirá su búsqueda y que todo este relato será sbcu-
chado como una narracíón literaria de un psicoanalista que se esconde bajo
las ropas de un profesor universitário de Psicologia Clínica.
Y mientras, seguirán los psicólogos clínicos haciendo especialidades, escue-
las de postgrado y cátedras de psicologia clínica,
Porque.la ausência de ella tiene función de agujero y de causa, para investi­
gar, para hacer letra, para producir en... la clínica psicoanalítica,
La historia no6 autoriza.
Por ello vale, en este punto de comienzo, que vayamos tras la psicologia
clínica.

El psicoanálisís no 6e trasmite como una acumulación dé saber, No existe la


transmisión sin conflicto.
El débil mental se define como aquel que no puede atacar el discurso dei
otro, no puede cuestionar. La transmisión dei psicoanálisís no puede ser eva-
luada por mecanismos dei psicoanálisís que priorizan la acumulación dei sa­
ber,
Cuando uno relata un caso hay algo de Io particular de cada caso que lo
coloca como un nuevo caso. El psicoanálisís es un saber en constítución.
También es un saber fundamental, el que se extrae dei propio análisis; no
puede haber analista que no haya hecho experiencia de su propio inconcien-
te,
Lo más importante es "hacer experiencia dei inconciente" tener lapsus, sue-
nos, saber que uno esta dividido, efectos de sorpresa, uno no se la aborra por
más experiencia que se tenga,
Problema: *Cómo se estudia clínica ain un paciente? Necesídad de la pre­
sencia corporal dei otro, para poner en juego la castración (la falta de cada
uno) El encuentro con el otro es un encuentro real, es ese momento y nada
más allí no se ahorra nada, esto es lo que implica estar frente a un paciente.

18
CAPÍTULO 2
LA CLÍNICA PSICOANALÍTICA
EN EL DESVAÍDO DEL OTRO

La época de e6te comienzo de siglo, en el que tantas esperanzas se habían


puesto a todo Io largo dei siglo veinte, no nos ha encontrado justamente uni­
dos, como enunciaba Perón y cuando el ano dos mil era el punto en el futuro
donde la utopia seria real,
Ahora no sólo no es real sino que tampoco hãy utopia.
La crisis Argentina ha sido solidaria dei paulatino desvanecimiento dei
Otro. El "que se vayan todos" de los reclamos en la calle habla mas bien de
un Otro (sus encarnacíones) que ha traicionado, mentido, desprotegido, des­
valido.
Lo titulamos, el desvaído dei Otro. Que ha perdido la fuerza o el vigor, vago
desdibujado, impreciso.
Este Otro de princípios de Siglo ha tenido un soponcio y no responde.
Si en la guerra se produce una degradación de la ética de los indivíduos, qué
no decir en nuestro arruinado país donde lo que no se destruye, se degrada.
Podría hablar de cuatro formas de es a degradación, a forma de una lista
incompleta:
- Degradación de la parodia, que tiene la forma dei reality show(
- Degradación de la palabra, desconectada dei inconsciente,
- Degradación dei político vaciado de toda eficacia,
♦ Degradación dei eujeto en la corrupción generalizada.

Cuatro formas de Ia degradación que confluyen en el estallido de la violên­


cia cotidiana, subsidiarias dei deterioro en la operatividad dei nombre dei
padre.
El reality pasó a ser la forma en que la vida cotidiana parodia la degrada­
ción.
Pero no crea otra escena, más bien la sumerge en la no-variación repetitiva
de los fantasmitas perversos, que Sade ya escribió en los 120 dias de Sodoma
y Gomorra, Una mujer, dos enanos, tres traviesos10. Es de la hechura dei
hiperrealismo pornográfico.
La vida misma se parodia y ee degrada, en ese pequeno grupo de envidia-
bles paradigmas posmo, hacen acordar tanto aquella frase de Groucho Marx:
El puede parecer un idiota y actuar como un idiota. Pero no se deje enganar.
Es realmente un idiota.
La degradación dei político que hizo surgir el uniformante "que se vayan
todos", canalizando la pertenencia a una clase y haciendo dei cada uno, la-
10 Trasvestidos, infaltables en los reality show de la televisíón vespertina.
19
dronzuelos para la corona dei poder.
Y el poder al cual se Ilega porque “El pueblo me lo pide” es solo un beneficio
auto referencial al que el presidente de la década dei noventa ha tenido el
mérito amoral de mostrar en una transparência impudorosa.
Pero también decía la degradación de todo ciudadano, que es consonante
con el se vayan todos. Eso hace dei estado una rechazante inexistência. No
hay estado como Otro en los hospitales, ni en los institutos de menores ni el
PAMI a quien reclamar. Eso parece ser el gran desplazamiento de la huelga
a los piquetes que cortan rutas. La desaparición dei estado como Otro, donde
la huelga ha dejado de tener interlocutor. El piquete es la apelación al otro'
con minúscula, el semejante, el que llega tarde al trabajo pero lo tiene, el que
se le arruina su mercadoria perecedera en la ruta. “Es decir, entiéndanos:
nosotros estamos peor”.
Deben escribirse trabajos de psicoanaliatas que investiguen los efectos en
la degradación de la palabra en Ia opaca responsabilidad política por el in­
consciente que un gobierno votado por la mayoría de nuestros conciudadanos
hizo cristalizar luego de anos de marchar en esa dirección, tras gobierno6
militares y asesinos (Menem; década dei *90: Argentina).
No es solo lo económico ni lo político, sino los efectos de una figura dei poder
no obstaculizada por ningún ideal, asumiendo cualquier semblante sin que el
pudor hiciera algún limite.
Y si digo pudor hago referencia al nombre dei Padre o sea de su degrada*
ción.
La tesis lacaniana de la caída dei nombre dei padre, que formuló ya en 1938,
en su artículo sobre la familia, donde nombró la tesis de la declinación de la
imago paterna y la pone en relación con Ia misma creación dei psicoanálisis
por aquel notable judio vienés.
Si tantos pensadores, taleq como Lipovetsky, Lyotard, Habermas, han defi­
nido al postmodernismo como la época donde no hay futuro y los idealea han
quedado como resto entre la arena de la playa terminal. Esto lo saben muy
bien, los baneros de las playas, lo que queda cuando se peina la arena, por
la manana. Se lo pasan recogiendo ideales retorcidos, ajados, agujereados.
Pocas tosas tan tristes como los suenos de plásticos rotos.
En el siglo XX, la gente se entusiasmaba con la cercana emancipación, ya
sea por una caída dei capitalismo explotador o por la creencia que el miamo
capitalismo terminaria por vencer la pobreza.
Si algo caracterizó a los tiempos modernos es la forma dei progresismo ha-
cia el fin de los tiempos.
Pero el posmo supuso la caída de los ideales. Y para los analistas, de que
otro ideal se trata sino dal ideal dei yo.
El ideal dei yo en algunos casos está descolorido y en atros, ya en coma
cuatro.
iY si no hay ideal dei yo, que orienta al sujeto manque el yo ideal?
Colette Soler caracterizó esta figura de la época como narcinista, la popu-
larización dei narcisismo cínico, el empuje al cinismo sin Otro, fuera dei lazo k
social.
Esto claro produce sus efectos en los neuróticos de la época.
Lleva a la histérica a desdenar o ser escéptica dei saber dei inconsciente.
Desalienta el deseo de saber dei Otro.
De allí a hacer nada como reepuesta al deseo de saber de la madre.
Mientras que al obsesivo lo empuja a la competência y el êxito social.
O a la depresión, cuando cae por fuera de la carrera. .
La angustia psíquica aparece como horror, como ataque de pânico.
20
El sintoma autista, esa forma dei sintoma que no hace lazo social, que 11a-
ruamos las patologias de la época. Las toxicomanías, las bulimias, las ano­
rexias conectan al sujetocon un goce que es al margen dei lazo social.
No son nuevas patologias, son formas de respuestas neuróticas que no ha-
cen sintoma, entendiéndolo como lazo social, como enigma dirigido al Otro.
Son respuestas que se trainan en la complejidad significante sino que son su
déficit.
La denominación de neurosis no transferenciales lo senalan imperfectamen-
te. Si, no se trata de otra cosa que neurosis de sintoma autista, esas anoréxi-
cas que angustian al semejante, esas bulímicas incontenibles que rechazan
todo lazo inconsciente, esos adictos y neoalcoholicos hijos de la ideologia de
Ia ciência.
La ideologia de la ciência (el cientificismo) es lo contrario de la ciência.
Efíte cientificismo responde y parte de la sutura dei sujeto. Y sus determi­
nismos son absolutos. Como sefiala Pommier11 esta ideologia no tiene sujeto
y un “Se" anónimo la representa.
Eae “Se" que aparece en: se investigo, 6e demostro que los teléfonos celulares
podrían provocar danos cerebralea, o ee habría encontrado un gen específico
de las psicosis maníacos depresivas. Esto define inversiones en investigacíón,
porque es la ideologia la que precede a la investigacíón.
Como una referencia que escuche acerca de que en el momento de la guerra
en los Balcanes se destinaron importantes cantidades de dinero para inves­
tigar las reacciones de los monos a los traumatismos cuando desde principio
dei siglo XIX se sabe que en los traumas de guerra lo que expio ta ea el in­
consciente.
La ideologia de la ciência se ha vuelto hegemónica, pues entro en orden de
aquello que Lacan llamó discurso capitalista. Esa forma de relación al otro,
donde la respuesta a la demanda dei sujeto es el fetiche de la mercancia.
La coexistência dé los goces estándares que el capitalismo de fin de siglo
apunta a lo que va dei sujeto al consumidor.
De cada uno según au falta, es el objeto a consumir. Basta remitirnos a lo
que nos atiborran con candidatos a consumir. Compre una sonrisa congelada,
un aburrimiento sólido, una víctima solitaria de la maldad dei Otro, eso le
falta, nada diferencia una campana de otra, se vendan ilusiones o desodo­
rantes.
El target publicitário, el perfil dei consumidor, multiplicado al infinito apun­
ta a lo que se llama la pluralidad de los goces.
Si el goce es la relación dei ser parlante con su cuerpo, es por tener cuerpo
que se goza, de que se produzca una tensión.
Freud no se equívocaba cuando imputo a la civilización moderna un males-
tar irreductible.1112
Para ello había remedios: distracciones poderosas que nos hacen aparecer
pequena nuestra miséria, eatisfacciones sustitutivas que la reducen, narcóti:
cos que noa tornan inaensíbleB a ella.
Si Ia ciência nos ha proveído de innumerablea objetos para curar el hambre
de completud, que cada vez y cada vez, permiten hacer un cortocircuito dei
Otro, si entre el hombre y la mujer está el “muro" dei lenguaje, los tecnoobje-
tos dei capitalismo se colocan entre el lenguaje y el hombre.
Cercándolo, solo basta que se corte el suminístro de corriente eléctrica para
provocar una crisis de abstinência en cada hogar.
11 G. Pommier, Los cuerpofí angélicos de Ia posmodemidad. Nueva Visjón. Buenos
Aires. 2002.
12 S. Freud. El malestar en la cultura.
21
los colores oscuros y grises precipitan la depresión. íHace falta gastar mitos
de dólares en to que ya se decía hace miles de anos? Diría el cientifico cogni­
tivo: Por supuesto. Aunque fuera un saber dei cual se habla hace tiernpo, solo
el procedimiento científico lo define como verdad.
La ciência psicoanalítica no constituye un discurso dominante; más bien
todo 1o contrario. En un hospital se le deriva a un psicólogo un paciente cuan-
do no se comprueba algo orgânico.
En el tratamiento con farmacologia, lo que ee deja afuera en esto, la câU6a,
es lo interesante. NoBotro3 podemos encontrar mediadores dei insomnio; por
ej.: con dopamina escasa cueata dormiree, por lo tanto: con dopamina cura­
mos el insomnio, cu ando sabemos que el insomnio no está en el propio cuerpo
sino en el Otro.
Podemos dormimos cuando podemos abandonamos en los brazos dei Otro,
È1 6ujeto se duerme en la escena. Hay una causa dei dormir y el despertar
que está en el Otro.
Lacan planteó en 1038 el concepto de “nombre dei padre"16. La declinación
dei nombre dei padre la piensa por primera vez desde aqui, y estudió tos efec-
tos de esta declinación.
EBte concepto de declinación Ilevó a que no pocos psicoanalistas fuesen par­
tidários, rememorativoa, de una sociedad patriarcal en donde la ley se impon-
ga. Esto corresponde a una nostalgia de la autoridad paterna.
Y hasta hay quien sostiene que el papa Benedicto XVI puede ser un com-
panero de ruta dei psicoanálisis, en el retorno a Ia solidez dei nombre dei
padre
El nombre dei padre define una posición de goce frente al Edipo. No se 1o
debe confundir con una posición familiar, porque es una función
Cuando se habla de la autoridad de la época y de su inconsistência, es.e 11a-
mado desvaído dei Otro, no hace a que la época sea de psicosis generalizada.
Pero está claro que lo que está en juego es la autoridad.
' Es decir, un déficit de la autoridad. Si situamos conforme al modelo tradi­
cional, 6e asimila la función paternal a la enc^rnación de la ley. Pero es una
deducción demasiado rápida. Lacan lo sostiene en uno de sus últimos semi­
nários, sobre los nom-Dupes errentftos nombres dei padre, 19 de marzo de
1974) lo que da la autoridad al padre es su deseo. Y la ley en si misma,
no se sostiene en ningún deseo en particular. Y de ahí que muchas véces las
liam adas al padre, cuando to social responde a estas llamadas incesahtes se
vería instalarse un orden que Lacan califica de orden de hierro.
Y si décimos que el padre es la primera representación dei sujeto supuesto
al saber, podríamos decir que to que representa al maestro es aquel que fue
bastante tojos en la realización de su deseo para reinstalarlo a su cauâa17.,
El padre que Lacan trabaja en RSI, la llámada pere versión, padre versión,
apunta a aquello que dei goce irreducible y particular deLpadre en relación a
una mujer como sintoma.
Lo que mejor pueda esperarse dè uh padre és sóstener la trinidad padre
madre, nino, introduciendo como cuarto término, la mujer como sintoma.
Lo que marca el paso dei modernismo al postmodernísmo es la caída de las
grandes ideologias.

16 Lacan, J. La familia. (en espafíol la família. Editorial Axis. Buenos Aires. 1975.
17 Seminário X lección dei 3 de julio de 1963
26
Un paso

Hace algunos anos, ên un congreso panamericano de Psiquiatria, fui con el


interés de eseuchar referencias, desde, otras disciplinas, sobre la cuestión dei
dolor.
Había un sólo trabajo sobre el dolor, el cual fui a eseuchar para oír qué es lo
que los psiquiatras decían sobre el tema dei dolor (para que vea qué decidido
estaba les digo que era un domingo a las 9 de la manana, último día dei con­
greso), Como estaba un poco desorganizado el tema de Ias mesas, (no había
un coordinador) había vários trabajos a la misma hora en una misma sala,
pero no se sabía quien iba a empezar primero (se tenían. que organizar los
mismos expositores). Me quede esperando y escuché un trabajo sobre la Berv
zodiacepina. Como no había nadie que regulara, en lugar de hablar 20 minu­
tos sobre Benzodiacepina, el expositor habló una hora diez (yo no sabía como
ponerme ya). La cuestión es que me fui y el experto sobre dolor no apareció.
Lo interesante es que, (medio obligado ahí a eseuchar el trabajo sobre el
Benzodiacepina, trabajo exclusiva mente químico, donde se habló sobre los
efectos, sobre las cuestiones de la operación que produce, sobre qué opera) al
final se generó una discusión.
Algunos psiquiatras preguntaron qué marcadores biológicos había para dar
cuenta de una adicción a la Benzodiacepina.
El que contestó no fue el expositor, sino alguien al que habían presentado
ahí como el mayor investigador en la Argentina sobre el tema de neurotrans-
misores y que era el maestro dei profesíonal que estaba ahí hablando, es
decir, alguien que tenía un lugar muy importante, para la gente de Ia disci­
plina.
Este investigador empezó a hablar sobre los efectos producidos, sobre lo que
era mejor (una especie de política en relación con la Benzodiacepina).
Pero cuando vino la pregunta: *£Ud. nos podría dar marcadores biológicos
de la adicción?”. Este investigador respondió: “Bueno, míren, el cerebro es
muy complejo.No podría decirles que hay marcadores biológicos de adicción,
ni de muchas otras cosas que quizás uds. me quisieran preguntar. Lo que les
podría decir es que si este sujeto ha hecho o tiene una adicción al cigarrillo o
al alcohol, va a hacer una adicción al Benzodiacepina”.
Bueno, produjo cierto desconcierto porque, qué eso lo diga un investigador,
donde todo estaba armado hacia: £hay una pregunta y una respuesta, desde
la química, sobre la adicción?
Después se explayó un poquito más y dijo:"Bueno, miren, nosotros podemos
en este momento determinar, hacer un largei, un blanco muy especial, modifi­
car moléculas alpunto de las endorfinas, operar con una medicación que pro-
uoque un aumento o un descenso de estas endorfinas al nivel de las sinapsis,
que se yo... pero, sobre los factores cognitivos que tienen como consecuencia,
no podría decirles mucho porque en algunos, aumentando se dan unos efectos
y, en otras, con lo rnismo se da un efecto contrario”
Lo que él llamaba el “factor cognitivo” empecé a leerlo como el sujeto (no le
dije esto es lo que nosotros llamamos sujeto...) como si fuera ese factor que no
es posible de ser prevista su reacción. Esto tenía que ver con; ^se puede leer
en una cadena o leer en un análisis químico, si ese sujeto tiene determinada
relación al medicamento, que se pueda renunciar a una adicción y, por lo
tanto, hay que manejar la Benzodiacepina de alguna manera o quizás buscar
un sustituto?
Cuando escuché eso me acorde dei “Proyecto de Psicologia para neurólogos”.
Quizá Freud, en ese momento, en el síglo pasado, llegó a un limite (quizá aho-
27
ra con mayor precisión, pero, les diría que el limite es el mismo).
El limite, digo, de pensar o tratar de llegar p.or la Biologia, por la base bioló­
gica, a esto que nosotros llamamos el aujeto o el aparato psíquico o, digamos,
el deseo.
Me fue interesante escuchar esto porque si bien era una cosa que sabia (lo
había leído aunque no lo había escuchado en la forma tan clara porque no
estaba dirigido a otra cosa que no fuera la terapêutica psiquiátrica) había psi­
quiatras que decían: “Bueno, uds. los investigadores, nos tienen que orientar a
nosotros los psiquiatras prácticos, nos tienen que orientar hacia quê medicar,
cómo medicar, hacia dónde”
Claro, era esperar demasiado, por lo menos, desde lo que le estaban pregun-
tando. La respuesta muy atinada, creo» muy inteligente que dio este inves­
tigador, remitió, de nuevo, a que esta cuestión de la adicción, o digamos de
la medicación, es también una apuesta que tiene que hacer aquel que está a
cargo, que tiene la responsabilidad de hacerlo.
Esto no lo excluye de su responsabilidad. Quiero decir, lo que se está es­
perando o me pareció, por la idea de las preguntas,. es: ipodemos dar una
respuesta automática a determinados indicadores sin que esté el psiquiatra
o el psicoanalista?
La cuestión acá no era tanto el tipo de práctica, sino cómo en la práctica que
uno realiza (sea la Psiquiatria, el Psicoanálisis, Ia Psicologia o las Psicotera-
pia8, todas prácticas psi) todavia no hay algo que nos releve de la responsa­
bilidad de la intervención.
La cuestión es actual, no e6 dei siglo XIX. Es evidente que la Química, la
Biologia, han tenido un desarrollo ímpresionante en estos cien anos, pero no
ha variado, o ha variado muy poco, el hecho de que aún no ha sido posible
crear un programa que determinando ciertos marcadores biológicos (que era
lo que le pedían) pudiera (integrando edad, peso, todo lo que se le quiera in­
formar) dar una prescripción que obviara a la persona, la responsabilidad, la
intervención médica.

28
CAPÍTULO 3
LOS CUATR.0 DISCURSOS

Loa cuatro discursos lacanianos permiten. ubicar la forma de relación, U20


significante, al Otro que ae da en cualquier tipo de aituación social.
En el Seminário 17 Lacan presenta loa cuatro discursos. El discurso dei
amo es:

$ a [objeto a]
Lacan presenta estos cuatro discursos en los famosos sucesos de mayo dei
46ô en ParÍB. Lacan lo llamó a este seminário "El reverso dei psicoanáiisis13'4.
Los sucesos que pasaban en Paris la conmovieron: lòs estudiantes univer­
sitários y los obreroe unieron ciertas reivindicaciones, y durante unos dias
coparon las calles, las universidades, y Paris fue una fiesta, con frases como:
“Seamos realistas, pidamos lo imposible”, que tiene la forma dei discurso
histérico.
Y Lacan tomó esos vientos de la época; había muchos estudiantes inspira­
dos por la revolución China. Y a lo que se opuso fue al poder. En ese momento
el presidente era George Pompidou, ligado al viejo poder dei ejército y por
otro lado a Charles de Gaulle, un emblema dei nacionalismo francês. Se cues-
tionaba a los amos dei poder: presidente, jueces, profesores, etc.
Hay una anécdota famosa de Lacan que da cuenta de cuanto su pensamien-
to se ligaba a las cuestiones de la época.
Dice: "Que levante la mano aquel que crea que no tiene amo”, dirigiéndose a
su platea. Alguien levanto la mano. Lacan le dijo: “Bueno, acaba de adquirir
un amo: respondió a mi palabra”.
En el discurso dei amo hay cuatro lugares. Arriba a la izquierda el agente
dei discurso, el que lo promueve (Sl). El S2 es el lugar dei otro, aquel a quien
va dirigida la acción, el otro dei lazo.
Dice Lacan: el discurso concebido como estatuto dei anunciado, Sl es el que
hay que ver como interviniendo sobre lo que hay actuabnente en una bateria
de significantes que no tenemos ningún derecho de considerar dispersa, o no
formando ya la trama de lo que se llama un “saber”
En el Sl - S2 se trata dei significante binário, que son los elementos básicos
dei discurso. Se los llama 1 y 2 porque están en ese orden. Debajo de Ia ba­
rra escribe aquello que está excluído de la cadena significante: el sujeto y el
objeto. El sujeto en tanto solo puede hacerse representar por un significante
(unario) frente al otro significante, pero el sujeto está excluído de la cadena
como tal, porque no es un significante. Por eso uno dice: En un sueno se18 19

18 Lacan, Jacqueá. Seminário XVII, el anverso dei Psicoanálisis. Paidos. Buenos Ai­
res. 1992.
19 Op. Citada.
29
hace representar por toda una serie de representaciones. El personaje que
me representa no es más que algo que me representa, para ei cual soy sólo un
sueno. El sujeto está todo a Io largo de la cadena dei sueno, aparece en una y
otra representación.
Y por otro lado, el objeto (a) es lo que también está excluído de la cadena: el
objeto causa, el objeto a» el objeto de deseo:. distintas denominacione9 que no
son. lo mismo exactamente. El objeto a representa un agujero al cual vendrán
los diferentes objetos dei mundo a Ilenar. Es un objeto que no es de este mun­
do, por eso Lacan dice que es inconmensurable: no es mensurable.
EÍ objeto siempre es una forma de producto, porque no es de orden simbóli­
co, no se hace representar, sino que cae, queda como residuo, es de lo real, no
es ni simbólico ní imaginário.
El a como real, oscila entre dos dimensiones: la dimensión dei plus de gozar
y la dimensión de ser causa de deseo.
Es decir entonces, que el objeto a está entre el objeto de deseo y el objeto de
goce.
Al escribir “objeto a” estamos tratando de formalizar algo que no tíene re­
presentación. Lo que se representa dei objeto a es justamente aquello que Io
simbólico no cubre, lo que queda por fuera de lo simbólico, no es representa-
ble.
En el esquema Z20, 21la relación a - a' es la relación especular, entre el yo y la
imagen dei yo. De esto toma Lacan Ia nomenclatura a, como la relación con
otro.
Lo que está por debajo de la barra es como toma Lacan al fantasma: $ a.
a: es el objeto que causa el discurso (una falta), y por otro lado es aquello a
lo que se dirige el discurso (eso está ligado al deseo).
Falta, pero la falta que se tiene no es dei orden simbólico. Pero se puede de­
cir: “Deseo tener tal cosa”; eso es un senuelo. Porque lo que está por debajo de
la barra es lo que no puede ser simbolizado, pero eso no significa que el sujeto
no realice algun tipo de demanda en relación a esa falta, por eso hablamos.
La falta se engendra en la articulación dei cuerpo y dei discurso, que es como
se habla.
El objeto a ‘jamásse encuentra enposición de objetivo dei deseo Es, opresub-
jeiivo, o fundamento de una identificación dei sujeto, o fundamento de una
identificación denegada por el sujetó’2J.
O sea que el llamado comúnmente objeto de deseo o es una fantasia que
como tal se constituye en su soporte o es un senuelo, tal como Lacan plantea
el amor a la altura de este seminário.
El objeto a entonces presenta una comunidád topológica en el deseo y en Ia
pulsión.
La demanda viene dei Otro, por eso es que la pulsión viene dei Otro, nos
hablan para que podamos hablar.
En el discurso dei Amo el objeto a es lo que aparece como producción, como
producto dei discurso, Lacan Io Ilama también discurso dei maestro. También
discurso originário. Si no nos hablan nosotros no hablamos, porque estába-
mos colocados en relación a otro que nos hablaba es que podemos hablar, es
decir que es fundante el discurso dei amo en relación a uno.
Lacan refiere al amo antiguo (que supone un esclavo). El amo no era aquel
que sabia, era aquel que decía, ordenaba, era aquel que mandaba. Y el saber
estaba dei lado dei esclavo. Por eso Lacan lo Ilama “el saber hacer dei lado dei
esclavo”. Eran esclavos que sabían hacer.
20 Lacan, J. Seminário Cuatro. La relación de objeto. Clase 1.
21 Lacan, J. Seminário XI, clase 14. Paídós. Buenos Aires.
30
De ahí que esta forma de relación amo - esclavo supone que el saber queda
dei lado dei esclavo, Porque el significante binário representa el saber, así
como el unario es 1 amo, el primero, dei que se parte.
Y el producto (objeto a) queda dei lado dei otro, dei lado dei esclavo. Este es
el conceptq .de plusvalía. Para Marx, dice Lacan, la plusvalía era la diferencia
entre la fuerza productiva (el trabajo de la maquinaria) más el trabajo dei
obrero, eso daba el valor de la mercancia. De eso se puede desprender:
- El trabajo dei obrero, su valor.
- El capital
- La plusvalía,. un tercer valor que se queda el capitalista, y es lo que engen­
dra el capital. Es algo que le arranca al obrero.
La diferencia entre el valor de su trabajo y el salario (que no se le da el que
corresponde) es la plusvalía. Esto descubrió Marx.
Pero, y aqui viene la lectura de Lacan; dice que hay un plus que queda dei
lado dei obrero. Sí hay una diferencia, pero queda dei lado, digamos, dei es­
clavo.
En la lógica marxista la diferencia entre el valor dei trabajo y el salario
llevará a que el obrero derroque al capitalismo.
Bueno, eso al menos nuestra época nos dice que no fue así. Lo que descubre
acá Lacan es que hay algo que queda dei lado dei esclavo, dei objeto, pero
Lacan Io va a llamar plus de goce. Una plusvalía no de riqueza sino de goce.
Lo interesante de esto es que este plus de goce es lo que queda y lo que sos-
tiene a esta estructura, que hay una ganancia dei lado dei obrero. Porque el
problema para Lacan a partir dei Seminário 17 dei psícoanálisis es el campo
dei goce: íQué es lo que sostiene a cada uno en u lugar? òQué ee aquello de
lo cual se goza?
Lo que define como plus de goce, que lo introduce a nivel dei seminário de un
otro al Otro, es la recuperación de una perdida de goce, que el objeto (a) está
preparado especialmente por su estructura. Entonces plus de gozar supone
una renuncia al goce y la recuperación consecuente de un plus.
De allí podemos decir que el plus de gozar es una función que el objeto (a)
puede captar por sus formas de objetos oral, anal, voz y mirada.
^Qué de lo simbólico puede tener intervención en lo real, qué es lo real dei
goce?
El objeto (a) aparece en el Seminário 10, La angustia, pero su valor aparece
en el Seminário 17 donde lo que está en juego es una ganancia que se obtiene
en el cuerpo y que sostiene a alguien en su lugar. Un descubrimiento de qué
es lo que hace que el esclavo siga siendo' esclavo. Hoy diríamos: «iQué es lo que
hace que el pobre note a quien lo empobrece?
Uno podría decir: "Se equivoca la gente”, pero tenemos este instrumento
para entender ciertas cosas, que se dan en la política.
^Qué es lo que hace que alguien se identifique con otro a quien 6Ólo le in-
teresa gozar? Hay algo ahí de la identificación, que Freud nos ensenó: La
identificación con el líder para el cual no hay castración.
Pagamos un precio por nuestro malestar en la cultura, por el pasaje por la
castración, que en los neuróticos, psicóticos y perversos funciona, y la cultura
misnia se organiza por lõ que está en el corte.
Produce cierta fascinación, cierta victoria sobre la castración el hecho de
que haya alguien para quien Ia castración no existe. Este es un efecto que
puede generar ía relación al Otro. Es interesante el fenómeno que causa. Nos
viene a decir, por otro lado, que la palabra no tiene ningún valor: digo una
cosa y otra a los cinco minutos, porque no me regula ningún ideal, no hago
más que regular me por mi propio interés de goce -la posición dei canalla.

31
dice Lacan. Y “el buen argentino*' acota: “Es un maestro7".
Lacan introduce con el discurso dei amo que hay una ganancia que queda
dei lado dei esclavo: el goce dei buen servir. <iQué es Io que hace que alguien
obedezca una orden? Por ejemplo en el ejército, el que obedece no está para
interrogar la orden, está para cumplirla. Qué es lo que hace que vaya cierta
felicidad con el deber cumplido. Freud nos dice algo dei superyo. Pero Lacan
dice que esto está en el lazo "social, hay algo que obtiene aquel que cumple la
orden.
Se busca un amo, porque el amo ordena. Como vamos nosotros, iguales, a
gobernarnos si el amo no nos ordena. Eso nos da algo que hacer.
Lacan habla de los cuatro discursos con las cuatro letras, y si ponemos al
sujeto (barrado) en el lugar dei agente, tenemos al significante unario en el
lugar dei otro, y al signiâcante binário en el dei producto.
Y acá está el discurso más popular en la universídad, el de la histérica. Lo
llama así porque lo que permitió a Freud construir el psicoanálisis es la’ de­
manda de la histérica, y que haya dei otro lado alguien que pueda escuchar y
arrancar de eso un saber:
$-Sl
a S2
Freud escuchó que ése sintoma tenía una significación. En este discurso, lo
que está como agente es el sujeto barrado ($), el sintoma, la demanda.
La histérica se dirige a un amo (sujeto de supuesto 6aber, objeto de idealiza-
ción de Ia histérica). La histérica siempre busca amos para poder barrarlos,
hacerlos caer, pero en principio busca amos. Lo interesante de esto es que se
extrae un saber. Podríamos Ilamarlo también la asociación libre, que supone
algo dirigido al otro, y dei que espera obtener un saber.
Este discurso de la histérica tiene que ver con una forma de lazo social (no
con la estructura de la histeria). También lo podemos llamar "el discurso de
la demanda’*.
Se trata de una lógica donde hay una reivindicación. Pensemos en la deman­
da de la histérica a un marido: La histérica formula desde su demanda algo»
algo que la causa en su deseo, un objeto, una causa, que causa su demanda,
su posición. Pero la causa no es algo simbolizado sino más bíen un intento
de decir el deseo, un anhelo. Busca algo que colme su demanda, pero eso no
existe, es un imposible. La histérica Io sostiene como un posible más allá.
Por eso, una respuesta dei otro, que seria la respuesta dei obsesivo, nunca
la colma. El obsesivo quiere trabajar, quiere responderle, pero no puede col­
maria.
El discurso histérico da la forma de todo lazo social que implique una de­
manda. Por eso la forma de demanda de mayo dei ’68: “Seamos realistas,
pidamos lo imposible”.
Poder escapar de Ia lógica de la reivindicación es esta respuesta de "pedir
lo imposible”. Guando uno pide lo que le pueden dar, queda atrapado en lo
que le dan.
Tomando estos dos discursos, dan cuenta de posiciones en las relaciones
sociales.
Otra cosa es cuando es el saber que comanda:
S2a.
81$
A esto se lo llama discurso universitário. El saber es el agente. El signifi-
32
cante amo, unario (Sl) está en el lugar de la verdad. El otro es el objeto. Y
e! producto es la división subjetiva dei sintoma. Lacan lo llama también “el
amo moderno”.
Luis XIV es el prototipo dei amo antiguo (en Francia): Todo se caracterizaba
por ser para el goce dei amo. Luís XIV de nada sabia, estaba para ordenar
su goce.
Esa forma de amo antiguo se cambio por el capitalismo. El amo actual es un
amo que tiene que saber.
El amo moderno es el tecnócrata, aquel que tiene un saber y ejerce el poder
a partir de su saber, es porque sabe que está ahí. Alguien que se presenta
vendiéndose como un gerente, alguien que no plantea ni utopias ni formas de
posesión de poder, sino que está ahí porque sabe.
Lacan dice entonces que la verdad dei tecnócrata, dei universitário, es el
amo (que lleva en sí). Ahora, el discurso universitário objetaliza, atonta, por­
que el universitário se dirige a un objeto. Cuanto más saber hay de un lado,
más tonto se siente el que êscucha. Hay que poder barrarlo un poquito. Por­
que el saber, su producto es la división subjetiva, sintoma. Se dirige a alguien
objetalizado y produce sintoma.
Por eso es que en la universidad, no por mucho saber que se tenga de un
lado, produce saber dei otro: produce sintoma.
La prevención médica supone transmitir un saber a alguien que no lo sabe.
Explicar los males dei tabaco. Se le da a alguien un saber que se supone que
no lo tiene. Pero lo que produce es que, al chico se le dice que use preservati­
vo: produce que se lo olvide, lo coloque mal, etc., que pasen todas esas cosas
a nivel dei acto fallido.
Una campana que mostraba el sufrímiento de un heroinómano en abstinên­
cia, Io que produjo eran ganas de tomar algo o ínyectarse. Produce un efecto
de división subjetiva.
Cuando uno aguza, aumenta la cuestión dei saber, lo que produce no es
saber: es mayor división subjetiva.

EL DISCURSO DEL ANALISTA

EI discurso dei amo:


CAMPO DEL SUJETO CAMPO DELA

agente otro
Sl S2
S A
Verdad producto
La referencia de las formas de discursos, siempre suponen el sujeto y el otro:
E.l agente, el otro, el producto y la verdad.
Separamos el campo dei sujeto y el campo dei Otro. La clínica psícoanalítica
es una clínica dei sujeto en relación al Otro.
Se puso en cuestión en algún momento si el objeto de estúdio dei psicoaná-
lisis es el sujeto o si es la relación dei sujeto al Otro.
Cuando se hace referencia al sintoma, aquello que vectorializa un análisís,
da que pensar que no hay clínica psícoanalítica sin sintoma, pero se trata de
un sintoma puesto en transferencia. Lá transferencia es esa estructura de fic-
ción que permite hacer presente el sintoma. Pero el sintoma dirigido al otro.
33
Para puntualizar lo que Lacan llama el ‘‘discurso dei analista”, es el inverso
al discurso dei amo, donde es el objeto lo que está en función dei agente:
a$
S2S1
El lazo dei discurso psicoanalítico supone siempre de un lado el semblante
de objeto y dei otro el sujeto barrado (que es el sujeto delinconcienté).
Lacan hace estas letras tratando de hacer inequívoca la transmisión dei
psicoanálisis. Esto no quiere decir que no sea equívoca su transmisión, pero
si hay un intento de trasmitirlo en signos» la matematización. La lengua ma­
terna, en tanto traduce, traiciona.
Esto intenta sostener cierta formalización que tiene que ver con la transmi-
sión. Es un intento lacaniano por la demostración de que, si bien el psicoaná-
lisis tiene mucho que ver con la poesia, la ihterpretación es poesia, también
hay un gran esfuerzo por la formalización.
Lo interesante de esta formalización es que permite cierta visualización y
precisión.
Lacan dice desde siempre que no hay comunicación posible en el sentido li­
teral, como lo planteaba la teoria de la comunicación. Lacan plantea que todo
mensaje es falia do, porque hay ahí una falta de simetria, y esto es lo que los
discursos vienen a sostener.
En los discursos que vimos, en la parte de arriba tenemos Sl - S2 y a -
es decir que no hay simetria de uno y otro lado. Esto es que “no hay relación
sexual". À nivel dei discurso no hay un sujeto y otro sujeto sino que, según
dei discurso que se trate, cambia el agente y cambia el otro. Lacan sostiene
que entonces ni el sujeto ni el objeto estarán a nivel dei discurso. El discurso
amo es el discurso fundante.
Queda tanto fu era el sujeto como el objeto. Y cuando tanto uno como otro
funcionan a nivel dei agente, representan algo diferente. Cuando el sujeto
funciona a nivel dei agente es el sujeto barrado; Lacan lo llama “sujeto de la
demanda”, y se trata de un reclamo, de un pedido al otro. Es una forma dis­
cursiva que Lacan toma de la relación inaugural de la histérica a Freud, que
lo que produce es saber. Pero saber no de la histérica sino dei que queda dei
lado dei otro dei agente, de la teoria psicoanalítica. En el discurso dei analista
ese saber funciona como verdad, porque tiene esa forma como saber incon-
ciente, porque sino seria discurso universitário y seria el saber de alguien
puesto en función de obj eto.
Esto tiene que ver con el por qué no puede haber analista que no pase por
un análisis. El tema es cómo la neurosis dei analista incide, y el analista
no puede estar ahí como neurótico. Sino, por ejemplo, cuando uno escucha
un psicótico, lo más frecuente es que uno le tienda a dar sentido. Es decir:
Se escucha al psicótico neuróticamente. O sea que para poder escuchar la
particularidad dei psicótico, ese discurso que.no, sigue el sentido común (dei
neurótico), que no tiene fantasma -el fantasma no está entre él y el otro-,
tendemos a fantasmatizarlo al psicótico.
Lo que se dio en llamar la Antipsiquiatría22 partíó de una identificación al
loco, una crítica a la posición objetalizante de la psiquiatria, pero no poniendo
una posición, como hace el psicoanálisis, sino pensándolo como un emergente
de una conflictiva familiar, Io que Io hace dei psicótico, un semejante.
Decía Laing: Que la conducta de un paciente se puede ver de dos maneras:
se puede entender su conducta como "senales" de una “enfermedad" (Posición
22 Laing Ronald. El yo dividido. Fondo de cultura económica. México. 1964.
94
dei psiquiatra) o podemos ver su conducta como expresiua de su existencial
(Posición dei antípsiquíatra)
Desde los Derechós Humanos hay paridad. Sin duda que la hay, a partir
dei falo. La sociedad nuestra se organiza en función dei falo simbólico. El
psicótico es ajeno al falo, por esta cuestión de estar fuera dei discurso, porque
no se inscribíó el nombre dei padre, que es el lazo dei falo con el discurso, Al
nombre dei padre Laçan lo llamó “el cero de la cadena”, porque no hay uno sin
referencia a un cero. Se cuenta uno a partir de una nada, desde la cual uno
puede afirmar una presencia. Si no hay cero no hay cuenta.
A est^u.cç^O;.Laçan/lg.hace homólogo de la función dei significante fálico en
la cadena. ror eso dice que es un signiâcante que representa la nada, la cas-
tración: porque el sujeto para introducirse en el discurso supone un pago en
pérdida de goce: la castración.
En condíción, las repeticiones fundadora entre el Uno unificante y el uno
contante. Pondré este Uno unificante en la cuenta de esa experiencia indivi­
dual y el uno contante que se identifica con el cero dei sujeto con esta huella de
la función dei ideal que rodea cada operación. Pero el cero es un doble empleo;
es el cero de la estructura dei sujeto, el cero al cual el sujeto arriesga ser efec-
tivamente reducido, es decir, el silencio que no obra sobre ninguna operación.
Los contadores de cohetes haciendo la cuenta regresiva 5... 4... 3... 2... 1... 0,
ha partido, ha terminado™
Entonces, decíamos que era necesario que el saber esté por debajo de la
barra y no como agente. Esto marca que la interpretación no es un fruto dei
saber, y da una idea dei lugar dei analista. Si no escucha cada caso como un
nuevo caso el saber debe estar entre parêntesis, o sea, puesto debajo de la
barra. Excepto cuando llega alguien con riesgo de suicídio, y uno le dice que
se junte con gente, que no esté solo, etc. Esto parte dei saber, es un saber. Y la
interpretación no parte dei saber. La interpretación es un saber en verdad.
La contribución de Anna Freud al psicoanálisis fue la dei análisis de ninos,
y la otra la de los mecanismos de defensa dei yo. Por eso se hace una lectura
desde la cual el yo pasa a ser como una resistência desde la conciencia al in-
concíente; restablece cierto centro de la personalidad.
De ahí que surgieron autores como Bernfeld también Racker, a sostener
que la interpretación tiene dos tiempos: la comprensión (estar en el lugar dei
otro) y Ia interpretación.
En Bernfeld2623, se 25 una clasificación de las interpretaciones que separa en
24lee
finalista, funcional y genética.
La finalista es la que descubre el propósito de una determinada acción, es
una parte de la cadena en la que se lee el contexto intencional de una perso-
na. Dice: La interpretación final remite al contexto intencional al que pertene-
ce un elemento en cuestión que primariamente aparece aislado o incorporado
a otro contexto.
La funcional relaciona una acción dei sujeto con la utilización que él mismo
le da, para lo que le sirve.
La genética (reconstrucción) es la fundamental dei psicoanálisis y apunta
decir la reconstrucción de los acontecimientos personale6 pasados a partir de
Ias huellas que han dejado tra6 de sí.
Las tres formas de la interpretación, se tratan de decires explicativos que se

23 Texto ibid.
24 Lacan, Jacques. Seminário 14, la lógica dei fantasma. Clase 14 dei 15 de marzo de
1967. edición traducída por la EFBA
25 Bernfeld, Siegfred. El concepto de interpretación en psicoanálisis, en El psicoanáli­
sis y la educacíón antiautoritaria. Barrai editores. Barcelona. 1973
35
suceden a la comprensión previa que ha realizado el analista dei paciente.
Para Racker, todo un teórico de la llamada escuela argentina (denomina-
ción propia de la Asociación Psicoanalítica Argentina), la interpretación es
una cuestión dei saber dei analista, “Cuando mas sabemos, más podemos
interpretar”™.
La interpretación debe ser dada cuando el analista sabe lo que el analizado
no sabe, necesita saber y es capaz de saber, dice, hàciendo dei analista parlo-
teador el eje de la dirección de la cura que propone.
Por el contrario, Io que viene a decir Lacan es que nunca la interpretación
puede funcionar si lo que manda es el saber. Que el saber lo que deja de lado
es el objeto. Por mucho saber de un lado no lo hay dei otro. Es más, todo lo
contrario, lo que se prodüce es sintoma. Cuanto más saber se da al objeto más
se lo divide como sujeto. El productò es un sujeto dividido. En relación al sa­
ber: dividido entre lo que escuchó, que son las palabras dei otro, y sus propias
palabras que no hacen lazo con las palabras dei otro. Míentras uno copia, la
comprensión queda a fu era. Lo que se hace es tomar las palabras dei otro.
Cuando se está anotando generalmente está puesto en Ia mano que escribe,
para luego poder comprender. En eso no hay analista. Cuando se está divi­
dido entre Io que escucha y lo que anota no hay analista. Este es el valor de
que el saber opere debajo de la barra dei inconciente. ^De qué saber se trata?
Lacan habla de dos saberes27:
El textual: el saber propio dei texto de un análisis. Es el saber textual dei
inconciente.
El referencial: es el saber de la teoria psicoanalítica, de Freud, de Lacan,
etc.
Ah ora, el analista, si no estructura su saber referencial y lo hace pasar por
su propio inconciente, no hay analista. Si el analista usa el saber referencial
dividido en dos partes no hay analista.
Para que funcione este saber inconciente es necesario hacer pasar la teoria
por el propio inconciente. Esto es lo que quiere decir el análisis didáctico.
Un análisis donde se pone en juego el deseo de alguien que va a devenir un
analista:
a$■

S2 SI

Acá, en el S2, este saber que funciona es la teoria que pasa, se produce por
el propio inconciente dei analista. <iQué quiere decir que la teoria pase por el
inconciente? Un efecto lo podemos tener nosotros estudiando psicoanálisis:
con esa sensación de extravio que el Iector siente cuando se va encontrando
en Dora o en el Hombre de las ratas. Éste es un proceso necesario. La teoria
debe pasar por la propia vida, por el propio inconciente. Todo ese circuito
es un trabajo necesario; necesario si después se articula a un análisis. Hay
quíenes sostienen que se hace con un autoanálisis. He escuchado quien dijo
haberse analizado leyendo a Lacan, hasta leyendo a un poéta.
No hay duda que una frase, un poema, un giro, puede provocar en nosotros
un lazo asociativo. Pero ese lazo asociativo para que tenga efecto analítico
debe pasar por la escucha de un analista.
El análisis es con el lugar dei analista. Quienes quieren hacer un análisis
leyendo a Freud o a Lacan quieren hacer un análisis sin pasar por la castra -
26 Racker, Heinrich. Estúdios sobre técnica analítica: Paidós. Buenos Aires. 1969.
27 Lacan, Jacques. Proposíción dei 9 de octubre de 1967. En Momento crucíales de la
experiencia analítica. Manantial. Buenos Aires. 1987.
36
ción. La presencia real, décimos, porque el analista hace semblante, sostiene
una suposición de saber, pero lo sostiene con su cuerpo y en eso difiere funda­
mental mente de una pared o de una pantalla.
El neurótico es alguien que está envuelto en sí mismo. Por eso que no es
Io mismo analizarse por internet o leyendo un libro que si se pone en juego
la presencial real, el cuerpo dei otro. Dei mismo modo que no es Io mismo
la masturbación que estar con una mujer. Estar con una mujer supone un
encuentro con la castración, con todos los avatares que supone el encuentro
con el cuerpo dei otro, con saber que a veces puede no ser un buen encuentro.
En la masturbación no hay tanto riesgo: el peligro, es para la mano de una
pequena contractura muscular...
Por eso no es lo mismo el otro imaginário (la fantasia), al otro como real.
Hablamos entonces dei Qtro como analista, la transferencia real.
A partir dei Seminário 17 el semblante de objeto era el objeto a. Después va
a hablar siempre de semblante.
Cuando décimos “semblantea” lo ligamos a la expresión dei otro: “Tiene un
semblante de enojo”, etc. En francês, el semblant es “hacer el semblante”,
constituir no sólo “expresión” sino constituir una “ficción de la expresión”. Se
dice en francês: faire semblant, hacer semblante de algo, no expresar. Faire
semblant es construir algo, que supone cierto velo, cierta ficcíón entre el su-
jeto y el Otro.
Entonces un discurso dei semblante tiene más que ver con lo ligado a la
expresión. Semblant es tener la apariencia de, y se liga a simulacro y al como
sí.23 Acá décimos: “Tener semblante”, tener una expresión.
Lo interesante de Ia función dei semblante es que se popularizo, a partir de
los anos ’40, una especie de “semblante oficial de analista”. Los analistas de
la A.P.A. tenían por ejemplo, su traje de analista: gris, opaco, de forma que
sea tan neutro que pudiera reflejar todo lo que pasaba en le paciente. La idea
era dei analista como neutral, lugar de proyección. Y la idea era que todo lo
que pasaba era dei paciente. Es el analista al que nada le pasa.
Esto tiene que ver con una dirección de la cura dominante en la época: todo
lo que viene dei paciente es proyección.
Lo que tiene que ver con el paciente es aquello que dice y uno escucha. Y no
tiene que ver con si es un error o una verdad. Nosotros, como analistas, no
somos el amo de la realidad para decidir. Entonces, en esa posición dei ’40 el
analista era siempre igual, si el paciente decía que le dio el analista la mano
fuerte era que él la puso débil.
Bueno, nada de esto tiene que ver con el semblante. Lacan dice: “Semblante
de objeto a, de objeto causa”. El analista está en el lugar dei objeto causa, de
cubrir, velar el objeto causa para ese paciente. Esto es otra dimensión de la
transferencia. No como sujeto supuesto saber, no como saber imaginário, sino
como semblante de objeto real, de esa nada que causa, que es el objeto.
El amor se dirige al semblante. Y, si es cierto que el Otro sólo se alcanza.
juntándose, con el a, causa dei deseo, igual se dirige al semblante de ser. Está
supuesto a ese objeto que es el a. Esto sostiene al analista como semblante
de objeto.
El analista debe ser un buen arrancador de causa, un causador.
Se supone que cuanto mejor analista es cuando más puede ser para diferen­
tes pacientes, causa. Cuando esto funciona, el otro que el analista funciona
para un paciente es muy diferente que el otro para otro paciente. Cuando eso
funciona es la forma de establecer los lazos sociales.
Para ver el tipo de lazo social dei dispositivo analítico hay que partir dei28
28 Dictionnaíre du Françaís Robert. Paris. 1983.
37
discurso dei amo por dos razones:
Porque de él parten los otros;
Porque Lacan dice que el discurso analítico es el discurso dei amo al revés.
Esta razón es más específica.

DISCURSO DEL AMO, LOS DISCURSOS


Dei Analista
S1S2 aí
$a S2 Sl
Lacan29 dijo que el discurso dei inconciente es el discurso dei amo; es decir
que el inconciente funciona como el discurso dei amo. Eso lo dijo cuando se
podría haber esperado que diga que el discurso dei inconciente es el discurso
analítico.
Es deciT que habría una comunidad en cuanto al lazo entre los elementos
que componen el discurso entre el inconciente y el discurso de la orden, un
discurso que se estructura a partir de colocar Ia orden como primer término
(discurso dei amo); en el lugar dei Sl tenemos la orden, el mando, el mandato,
en el lugar de lo que Lacan llama el agente. Ahí tenemos una orden, que se
dirige al lugar dei otro, que está en el lugar dei saber.
Sfyo les doy una orden les supongo que sabrán ejecutar esa orden, sino, sino
la orden quedaria en el vacío y no funcionaria el discurso dei amo.
Efectivamente hay ciertas estructuras psicopatológicas que se sitúan fuera
deLdiscurso, dei discurso dei amo, es decir que no están en condiciones de
obedecer ninguna orden.
píaipece ser que ésta es una patologia creciente, lo cual genera un gran pro­
blema para el establecímiento dei vínculo social: Cómo ordenar sujetos si no
es con una orden.
Parece que hay un problema a nível dei vínculo social porquê cada vez más
se producen sujetos así, y desde el psicoanálisis se pregunta si han atrave-
sado el Edipo, si tienen. inconciente, si tienen algún elemento forcluído o se
trata de neurosis de frontera en el que no hay senales de ruta.
De manera que no solo se dirige al otro como esclavo, aquel que va a obe­
decer la orden, sino que además el esclavo tendrá el saber para cumplir esa
orden.
Y esa orden implica que el esclavo, mediante la puesta en ejercicio dei sa­
ber, podrá prpducir un objeto. El ejercicio de ese saber dejará en el lugar dei
producto un objeto que sutura, completa, complementa lo que aparece en ese
discurso como reprimido, que es la división subjetiva,
La parte de abajo es equivalente a la fórmula dei fantasma, ahí vamos a
enganchar al inconciente:

£l-*S2l
$0 a
<—

En el lugar dei producto puede estar a cierta hora, un bello pato a la na-
ranja. Bueno, el inconciente actúa de la misma manera. Tenemos toda la
línea freudiana dei inconciente como trabajador para el principio dei placer.
29 Lacan, Jacques. Seminário XVII, el anverso dei psicoanálisis. Paidós. Buenos Aires.
1992.
38
El inconciente es un saber que trabaja para el placer. Por supuesto que el
inconciente no va a.hacer pato a la naranja, solo de sígnificantes, pero si nos
acostamos con hambre podemos sonar con ello, cual hija freudiana. Desde el
punto de vista dei saber aparece la producción de un objeto. Un objeto como
aquello que aporta una satisfacción en un cuerpo. Se trata de la producción
de placer; no es el trabajo de las cadenas sígnificantes a lo que le llamaxnos
objeto» sino que eso decanta en un objeto.
Hay uii trabajo que se ubica en la producción de un objeto.
^Qué,.^sjq que.qujere el amo? Que todo funcione en pos de un principio de
placer. *ÉÍ"fühcioháifiiènto de las leyes y las normas en la sociedad es el fun*
cionamiento dei discurso dei amo» nosotros obedecemos a una ley que está
inscripta en el inconciente. Las leyes en lo social» que organizan los vínculos,
en-el consultorio de un analista se puede escuchar un sueno que tiene esa
misma organización.-Y los sujetos que se dice que no siguen ninguna ley, esos
sujetos no asocian en un análisis.
Otro es el sujeto eficaz, que es en relación a una orden, pero en relación a la
cual se encuentra sometimiento. Freud hablaba de un. compOTtamiento que el
sujeto desconocía, compulsivo, y una vía para demostrar esto era la sugestión
poshipnótica: el funcionamiento dei inconciente es igual a una orden poship-
nótica. Y el sujeto obedecia a esa orden sin saber que estaba obedeciendo a
una orden. Y Freud decía que el inconciente funciona más o menos como esto.
Esto seria el inconciente como el discurso dei amo.
Esta es la condición para pensar el discurso analítico.
Cuando hablamos de la falta en ser hablamos de quê no hay un significante
que nomine al 6er. La falta de un significante que lo represente. Dei otro lado,
el objeto, tampoco es significante, como tampoco es imagen, pero tiene una
cierta tendencia a forrarse en una imagen (el objeto) y a nombrarse por un
significante.
O sea que uno no puede plantear a nivèl de la cadêna dei inconciente sólo
el significante, ya que por un lado tiene una relación con el objeto y por otro
una relación con el sujeto.
El inconciente es una estructura de lenguaje articulada a la noción de sujeto
y a la noción de objeto; dos elementos que Lacan trabaja en una polaridad.
Cuando se da una orden se suponen dos cosas:
- Que van a obedecer;
- Que el otro tiene los elementos para cumplir esa orden.
Sin estos dos elementQS.no tenemos el discurso dei amo. El discurso dei amo
no es superyoico, porque supone que el esclavo puede llevar a cabo algo, no
le ordena lo imposible. No se trata de una exigencia que lleve más allá dei
principio dei placer. Además, no plantea nada dei esclavo que sufre. Lacan
dice que el esclavo goza, primeramente en su trabajo.
El amo tiene una relación de insuficiência respecto dei saber, por eso nece-
sita dei esclavo.
Y en la dialéctica hegeliana el amo está dispuesto a morir, mientras que el
esclavo le saca dei cuerpo a la muerte para quedarse con el goce. Mientras
que el amo ya por estructura es mortificado.
El amo necesita dei trabajo dei esclavo de quien es dependiente y por ello
esclavo. También es la revelación de un conflicto interno entre el deseo de sí
y el dei otro, en el cual cada uno quiere ser reconocido por los demás y busca
por ello "reducirlo”. El amo debe aceptar morir como tal. La razón es la unifi-
cación de la conciencia con la conciencia de sí. dei pensamiento con el objeto,
dei sujeto con el objeto.
Así que la noción de superyó no entrará en la categoria dei discurso dei
39
amo: porque esa oi*den está articulada en el superyó pritnero a un imposible
y después a un todo. Seria la universalización planteada en la realización de
una orden: “Júntenme todos los juguetes”. Y ese “todo" es relativo» porque
siempre se acepta alguna excepción, algún juguete que queda sin juntar; se
obedece» pero no dei todo. Porque sí uno tiene que obedecer a una orden dei
todo se va a percibir bien objeto y no un sujeto.
La que se articula es la neurosis obsesiva con el superyó. Mas bieh al amo
la que se enlaza es la histeria. El amo de la histérica es un amo de pacotilla.
Está entonces el amo de pacotilla y el amo que realmente seria un amo, que
asusta, si bien tampoco existe realmente.
Bueno, icómo funcionan entonces estos elementos a nível dei discurso dei
analista? ^Cómo hacen funcionar a esto que se nos demanda: la felicidad? Un
sujeto entra al consultorio como un amo: “Vengo para que Ud., en el lugar
dei esclavo, aplique su saber y me restituya el objeto, el orden perdido: me
consiga una novia; trabajo.:.”
Y se entra en relación a ese discurso. Alguna modificación se tiene que hacer
a eso.
El discurso psicoterapéutico aplica técnicas para devolver al amo el or­
den perdido, en las distintas encarnaduras que podemos tener dei lugar dei
amo.
Hay una operación freudiana que es la que inaugura este otro modo de
vínculo social, el analítico. ^Cuál es el truco de Freud para inaugurar este
vínculo social, y qué debe reeditarse en cada análisis? La entrada se produce
La histérica que dice: “Su saber no me satisface” una y otra vez está en el
lugar dei amo.
La histeria tiene especial tendencia a hacer trabajar al otro. Es otro discur­
so, pero no está un Sl en el lugar de la orden,”, pero es: “Estoy muy mal, no
sé qué me pasa”, y ofrece su división subjetiva al otro.
Pero esa división subjetiva, dice Lacan, está en lugar de la orden. Y está
ordenando que el otro produzca un saber.
Por eso es que la entrada en análisis en la histeria es más dispuesta que en
la obsesión. pero después tiene el obstáculo la histeria de que hace trabajar
al otro, la producción dei saber la deposita en el otro, así que suena, pero para
que lo descifre el otro. Y esto causa.
Y el artilugio freudiano es, allí donde el amo se presenta con su cuestión,
es decirle: Ud. qué se le ocurre?” Eso es Io que arma otro discurso, al que
podríamos llamar “inconcíente".
El artilugio * ^qué se le ocurre?” es porque supongo que se le va a ocurrir
algo, hay un saber que determina eso que le pasa. El saber en el lugar de la
verdad. No es un saber universitário, que se pueda exponer.
El S2 ahí, en el lugar e la verdad, seria el sujeto supuesto saber. El sujeto
se articula a la asociación libre, como tal. Eso quiere decir que estarán más o
menos latentes los significantes que determinan su sintoma.
Yo voy con un sueno: “Sueno con una pecera, yo me tira adentro y nado con
los peces” Hay quienes hacen con esto asociaciones simbólicas, y dícen: “Pe-
ces es tal cosa.
En el diccionario de suenos, de autor anónimo, figura que:
“Acuario:
Ver los peces nadando es una senal de tranquilidad y felicidad
Peces:
-Si somos devorados por un gran pez indica que estamos en un proceso de
perfección y purificación.
-En otras ocasiones que nos devore un pez indica un peligro real que puede
40
causamos pérdidas morales o materiales.
■Los peces pequenos que intentamos pescar con las manos y se nos escurren
reflejanel recuerdo o el temor a desilusiones sentimentales.
■Los peces muertos o solitários indican amargura, desconsuelo y soledad.
-El pez solitário que se esconde entre las rocas revela el deseo de escondemos
donde podamos evadir responsabilidades y pesares”.
Ello serviría muy bien para “el todos” de un libro de autoayuda. Si usted
suena con peces es que...
Pero se puede tener una x en ese lugar, es decir: no sé qué significa. Freud
pone a asociar los significantes en relación a ese sueno; el discurso analítico
pone a trabajar un saber» pone al sujeto a trabajar para producir mediante
ese trabajo un saber.
En el discurso analítico el sujeto dividido, la división va al trabajo. En el
discurso dei amo el sujeto dividido descansa y otros trabajan para suturar
su división.
Hablamos dei discurso dei inconciente como el discurso dei amo. ^Cómo in-
terviene allí el analista? Le dice: “Basta de holgazanear; a trabajar”. -“Sabe
sin saber que sabe”. Y le dice: “Es suficiente con que sepa hablar”. Poner al
trabajo eso, es poner la división subjetiva a los fines de la producción dei
saber.
El saber ese está en el lugar de la suposición, porque ponemos al sujeto a
trabajar para producir un saber sobre la base de que hay saber. Esto Lacan
Io ha homologado al dispositivo de la ciência: Para que un científico ponga un
saber a trabajar, por ejemplo: “£Por qué todas Ias manzanas caen?”, supone
una ley que las lleva a eso. El científico también supone un saber entonces,
que se trata de develar. Y así se empieza a extraer y a formular ese saber que
estaba inmanente.
Es decir, mediante ese trabajo aparecerá el saber. Pero una cosa es el saber
supuesto, las leyes dei inconciente que producen el sintoma, el saber incon­
ciente, y otra cosa es el saber que produce el dispositivo analítico, que es el
Sl. Es un saber, la ganancia de saber que produce un análisis, es el saber dei
sígnificante que comandaba, que daba la orden de enamorarse siempre dei
mismo “tonto”. Que funcionando en el discurso dei amo funciona como una
orden inconciente: Por ejemplo el rasgo de la madre que él siempre elige y
después tiene impotência. Es el rasgo que comandaba la elección inconcien-
te. El resto dé saber, el producto dei trabajo dei sujeto es el Sl, la orden, el
significante que determina al sujeto; los significantes de Ia determinación
subjetiva.
EI sujeto, en el discurso dei amo lo tenemos marcado por la palabra: la
marca dei recuerdo, de la família, marcas que ie son inconcientes y que por
eso mismo responde a ellas. Con un recorrido el sujeto podrá saber sobre esas
marcas, y de esa forma podrá, será posible poder responder a ellas de otra
manera. Podrá no sólo producir la marca, sino fundamentalmente separarse
de esa marca. Esa es la idea: separarse de esa marca.
Hay un problemita con el objeto en el lugar dei agente. Es una instancia no
significante. El objeto en el lugar dei agente, dei comando.
La definición misma dei sujeto tiene que ver con el hiato entre los significan­
tes. Un sintoma producido en un sujeto puede ser como un hiato que lo divide,
en el sentido de que ignora la cadena de representaciones que lo ubicaría
como algo que tiene una explicación causal. Ignoramos la causa.
Los desmayos histéricos. - Veo sangre y nie desmayo”. La sangre está en el
lugar dei Sl, y el sujeto se hace vacío de ese significante. Es un significante
que, cuando aparece, desaparece el sujeto. Esta es una de las causaciones

41
dei sujeto dividido; el sujeto dividido es un efecto dei significante; la división
subjetiva como efecto dei significante.
Tenemos la división subjetiva por un significante encarnado en el analista:
Una tos porque el analista recuerda al padre. Peno la división subjetiva tam-
bién puede ser producida por una instancia no significante: un objeto.
Ahí “su presencia me dividd\ "Me pongo como tonto cuando lo ueo”. Se ti ene
la experiencia de una división por una presencia, una división subjetiva.
En el discurso analítico vamos a privilegiar la división subjetiva producida
por el analista en el lugar dei objeto.
Un paciente adicto, jovèn, enviado por sus padres porque se enteran de que
tiene problemas con las drogas. Una dificultad se presenta ahí porque oi pa­
ciente es enviado, además por drogas, y con una presentación no por la falta
en ser sino por el ser: “Soy adicto porque soy bien macho y me la banco” o "por­
que me encanta la joda; esta sociedad no me ofrece nada” Esta es la posición
refractaria al inconciente, porque no hay allí la causación de una pregunta.
El analista conservaba el silencio. Así sostenía el dispositivo. El analista
conserva el silencio varias entrevistas, hasta que de pronto él suena que está
preparándose, peinándose, con su campera, sus símbolos (dei ser), su pelo
(que te va ubicando como un rasgo dei ideal en un ser: un viernes a la noche
sos un cabeza rapada; salís y no te para nadie).
El sujeto sonaba esto, y de repente siente como una presencia extrana, mira
detrás suyo y ve un gato arriba de un escrítorio que lo mira como diciéndole:
V vos quién te creés que sos?" La primera asociación es que el gato era el
analista, que sostenía su silencio. Y luego de contar este sueno el analista
le.dice: “jY vos quién te creés que sos?" Esto remitiu a: "£Vos a quién querés
enganar?”, y de ahí fue a los enganos que hizo para conseguir droga. O se a,
comenzó a asociar.
No fue inmediato, sino que este sujeto vuelve a su mundo, engana, consigue
piá ta, compra la droga, y ahí entra en un estado de angustia.
Se fragmenta todo el campo de sus emblemas, e6 atravesado, porque lo que
sutura la división subjetiva es el ideal dei yo. Y cuanto más fuerte ha sido
la división subjetiva (en la adolescência) más fuerte es el lazo con los ideales
que te ubican.
Esta mirada, entonces, produce una perforación de las insígnias que sostie-
nen al ser de ese sujeto. Pero no es una perforación total lo que produce, sino
se mata o produce un acting out: hay un temblor de sus insígnias, de su ser.
Acá no aparece eso sino una pregunta. El sujeto se reubica con una pregun­
ta. Todo lo otro puede caer, pero él se sostiene con esa pregunta. Él es eso que
no sabe qué es, y producido por el sueno además. Porque no es que el analista
se lo dijo en la primera entrevista o que se puso a decirle cosas a nivel super-
yoico:41 iPero vos te planteasle que a los 20 anos hacés esto?*
Pero sabemos que la mirada es uno de las formas dei objeto a. El objeto
a se produce en algunos de los objetos pulsionalps; uno es la mirada. Esta
mirada de este gato no da signos especulares, no da reflejos. Bueno, así es el
analista.
Esta mirada tarde o temprano pone la pregunta de: ‘7Y qué quiere de mí?\
y esto fundamentalmente en alguien que viene pôr el lado dei ser.
En el sujeto que ya viene dividido no se necesita encarnar esa presencia
para dividido.
Hay un libro: Una temporada con Lacan30, y es interesante, porque el escri­
tor cuenta -es un análisis con Lacan- que al principio Lacan era un sefior de
mundo (él también era un senor de mundo, era un jügador), que le resulta
30 Rey, Píerre, Una temporada con Lacan. Seix Barrai. Madrid. 1997.
42 i' _ i
simpático, muy parecido a los tipos con los que él jugaba, con el único elemen­
to de que Lacan le cobra y muchísimo.
Todo esto es al principio, y de a poquito Lacan empieza a entrar en una
especie de silencio cada vez mayor, y cada vez se juega menos el reflejo espe­
cular.
La intervención que lo conmovió y dio entrada al análisis fue cuando Lacan
le duplica los honorários haciendo una fuerte apuesta, que no lo saco dei
análisis sino mas bien lo alojo enfrentándolo con la necesidad de cambiar su
vida.. 5--z.;
Esta intervención, qüe le hizo enigma en tanto que quiere el Otro de mi, lo
llevó a entrar en su análisis. ;
CAPÍTULO 4
LA ÉTICA Y EL DISPOSITIVO

LA ÉTICA Y LA MORÁL
El tema de la normalidad y la anormalídad se plantea en el seno, por ejemplo,
de cualquier relación de pareja. La anormalídad es una referencia tercera en
relación ai plano de la pareja.
“^Está bíen lo que él hace, etc.?" Se le suele preguntar al analista quién
tíene razón, y quién necesita tratamierito.
Esta cuestión de la normalidad se articula a la moralidad y a la ética. La
moralidad es aquello que tiende a normalizar, la conductá: lo que uno hace
está bíen o mal. En la moral cristiana, si uno no la cumple cae en el pecado.
El pecado es aquello en lo que se eétá a distancia respecto dei deber ser,
En alguien que viene a consultar muchas veces hay una demanda de san-
ción moral respecto a lo que hace. Por ejemplo: Una persona que viene dicien-
do: “Yo toque a una nena de 12 anos, le toqué lospechos y no sé por quê lo hice,
luego pensé que estaba mal y se lo conté a mi mujer y ella me dijo que consulte
a un psicólogo11.
Una cosa es lo bíen o mal y otra lo entendible o lo inentendible. Este era un
sujeto muy religioso, y en determinado momento dice; “Por .algo debe ser que
tantos sacerdotes cometen este tipo de actos con menores”. Es decir que eso, de
alguna forma lo haría más normal, dentro de ciertas norma8.
La explícación seria: ^Córno puede ser que personas que son transmisoras
de moral realicen actos transgrediendo esa moral que trasmiten?
Este sujeto venía a demandar cierto entendimiento ligado al perdón. Por­
que dentro de una estructura religiosa la demanda es de perdón. El perdón
permite unir nuevamente al creyente, penitente a Dios. El pecado tiene una
función fundamental en la relación dei creyente con Dios. No hay creyente si
no hay culpa.
La función de Ia culpa tiene que ver con la forma de presentación con la cual
el sujeto demanda en la cultura. La cuestión de la culpa, la sanción es algo
que aparece en toda demanda. El sujeto que demanda muchas veces está en
relación a la culpa.
Ahora, la culpa es deudora de una presencia, de una creencia en el Otro, de
una creencia en Dios.
La culpa se desplaza a la ciência. Se pasa de no cumplir con Dios a no cum-
plír con los procedimientos o tratamientos médicos. No cumplir el orclen, y el
orden £qué es? La normalidad. Para la medicina hay normalidad. Por eso hay
una sexología: Una disciplina médica que regula y normatiza las relaciones
sexuales.
Hay gran diferencia con el psicoanálisis. Freud decía; “No hay una nor­
malidad sexual”; “No hay objeto para la pulsión”; “No hay ciertas prácticas
45
sexuales que son nor males y otras que noap>.
O sea, Freud no puede partir de la normalidad para explicar la homosexua-
lidad, la perversión, ei fetichismo, el masoquismo. Supone eso una posición
subjetiva frente al objeto sexual y no solamente por la índole de la práctica
sexual. Decir que alguíen es homosexual no nos dice nada de si es perverso
o no.
No podemos plantear a la "normalidad” para construir una moráJ psicoa-
nalítíca.
El tema es como escuchar el analista con un oído que no aparezca pertur­
bado por su moral.
Cada analista tiene sus limites acerca de lo que puede escuchar. Pero eso
no es sin su análisis particular. No puede haber analista antes de que haya
análisis, el primero es una consecuencia dei análisis.
Cuando uno escucha, escucha significantes. Cuando los analistas escuchan,
escuchan la partícularidad discursiva» dei discurso dei demandante. Cuando
Freud decía que había que escuchar con atención flotante, es decir» no que-
darse prendado dei sentido que el paciente trae; “Hoy no tengo nada impor­
tante para hablaf*. Esto de lo “importante’’ tiene que ver con el sentido que el
paciente le da a lo que cuenta. No es el sentido lo que hay que escuchar.
El analista es todo el tíempo analista, pero esto no quiete decir que el ana­
lista siempre escucha como analista. A veces lo hace. La posición de analista
tiene que ver con estar siempre ocupando un determinado lugar respecto al
paciente, y eso no siempre pasa así. El analista debe apuntar a escuchar el
significante, pero a veces escucha el sentido. Porque el analista es un lugar al
que el analista debe apuntar, pero en el cual no puede estar siempre. O sea
contradigo lo que escribí mas arriba.
Una cosa es ser analista como profesión en el consultorio y otra cosa es ocu­
par el semblante de objeto en el discurso dei analista.
La asociación libre es condición de análisis. Pero puede haber una o varias
sesiones sin que haya asociación libre.
La moral tiene que ver con el sentido, con el bien y el mal, es aquello que
permite despejar lo que es de un lado y lo que es dei otro, la moral tiene que
ver con la normalidad, la forma en que se considera lo normal y lo anormal.
La moral propia de cada época hace que se midan las conductas en forma
diferente.
La moral tiene que ver con una determinada época, con preceptos: “La mo­
ral media de determinada época”, se Ilama. ■
Cuando se recibe a un paciente uno se puede preguntar: "^Puedo escuchar a
alguien que abusa de ninos?” Es decir, si uno lo puede escuchar sin repudiar.
No es que no sea repudiable o punible. Esta es una cuestión para no tomarlo
en tratamiento.
Por ejemplo: Una família que viene y dice que el padre (presente) abusa de
la hijastra. ^Qué hace el analista? Porque atenderlps implica decir que el pro­
blema es psicológico, porque venían al psicólogo o iban al tribunal. Pero uno
puede ponerlo en relación a la ley, y decir: "Bueno, yo recibo al paciente pero
después de una Mervención de un tribunal de menores”. Porque no es sólo lo
psíquico dei paciente, también está la chica abusada.
Acá no es lo que está bien o lo que está mal, con. el sentido sino con aquello
que está en relación a la ley. No es una cuestión moral, sino ética.
La mayor cantidad de abusos se dan dentro de las famílias, justa mente allí
donde se má6 difícil que la ley dei estado entre.
Si nosotros tomamos el paciente sin que la ley haya operado, ino estamos en
31 Freud, Sigmund. Tres teorias sexuales. Obras completas. TOMO I.
46 ~i
_ i.___________ií
Ia misma posteión. de decír que alguien que mata y está loco, es inimputable?
Hay ahí una responsabilidad dei analista.
Hace unos 25 anos, en los hospitales empezaron a consultar personas liga­
das a La represión de la dictadura militar de 1976-1983, Personas que habían
colaborado, participado de torturas, matado gente, simplemente, siendo par­
te dei plan que el estado militar organizo y llevó a cabo en la época.
Se planteó en los servicios de salud mental qué se hacía frente a estas cir­
cunstancias.
Desde el punto de vista de la moral médica uno debe recibir a todo paciente
que viene a consultar.
El código de ética dei psicólogo es similar al médico. Uno está obligado a
atender a alguien que viene a pedir ayuda.
Entonces se planteó aquello, no porque esta gente no padeciera: venían con
martírios, delirios, sufrimiento, etc.
El Hospital de Lanús fue el primer servicio, creado en la década dei 60,
con esta condición contemporânea, el primer servicio moderno, en el área de
Salud Mental (psicólogos y psiquiatras), fundado por Maurício Goldenberg
y dirigido por Valentín Baremblit, dos de las mas importantes figuras de la
salud mental en al Argentina.
En el "84, por prímera vez en Argentina, el director de Salud Mental fue un
psicoanalista. Entonces se juntaron los psicólogos y psiquiatras y se decide
no atender a las personas que habían sido torturadores, quienes no fueron
condenados porque por la ley de Obediência Debida sólo se juzgó a los co­
mandantes. Es decir que eran personas sobre quienes el Estado no había
establecido sanción penal.
Se resolvió no atender. Do6 anos después de esto apareció en una supervi-
sión de hospital, un caso de un torturador, que no era eso por lo que consul-
taba sino por otras cuestion.es. El analista que lo estaba atendiendo lo hacía
desde hace un ano y medio y lo cuenta por prímera ve2 en el âmbito de una
supervisión.
Entonces se planteó sí se lo sancionaba a ese terapeuta o no y si ello era
una cuestión de decisión subjetiva o una cuestión dei servicio que está impli­
cado.
Fue famoso el caso “Amílcar Lobo”32. Un terapeuta de Brasil que superví-
saba con otro analista importante de Rio de Janeiro, y que se descubrió que
aquel analista no sólo atendia pacientes sino que había participado de tortu­
ras, en la época de la dictadura, en Rio de Janeiro y que el supervisor sabia
de ello, sin que lo hiciera público.
Esto Ileva a pensar si el psicoanálisis tiene una moral propia: ^Es analista
alguien que tortura?
Esto Ileva a la cuestión dei limite, si podemos pensar que el analista debe
tener una determinada moral. Por ejemplo: pensar que los analistas deben
ser ateos, de centro izquierda y liberales en las cuestiones sexuales. Pero eso

32 El caso apareció en Cuestíonamos 2 compilado por Marie Langer y publicado por


Granica en 1973, donde aparece la denuncia que de Leao Cabernite, hizo Helena Bes-
serman Viana. En aquella época, Leao Cabernite era el Presidente de la Asociación
Psicoanalítica de Rio de Janeiro y era, además, el analista didáctico dei candidato
psicoanalista Amilcar Lobo Moreira, teniente de la policia militar y torturador al ser-
viciD de la dictadura. En su momento, junto a la denuncia en Cuestión amos 2. Marie
Langer y Armando Bauleo envia ron copias de la misma a la I.P.A., a la Asociación
Psicoanalítica Argentina y a la Sociedad Psicoanalítica de Paris. El caso luego a partir
de una publicación de Helena Besserman Viana en 1997, en Paris, tomo estado en el
psicoanálisis europeo.
47
no hace al analista; el análisis no es una concepción dei mundo. La moral de
uno no es Ia moral dei psicoanálisis. El tema es como escuchar al otro, a Io
heterónomo, a lo diferente sin la propia moral. ^Cómo el analista hace para
pagar con su propia persona la escucha?
La propia persona serian los propios ideales: políticos, religiosos.
^Cómo siendo ateo se puede escuchar a un creyente? Sin duda se debe poner
en cuestión todas las investiduras en psicoanálisis, pero eso no quiere decir
que el psicoanálisis sea un convertidor de ateos.
El sujeto advertido, es decir, después dei análisis, ha podido poner en su
propia escala la propia personalidad.
El analista es analista aún a pesar de sus propias identificaciones. Cuando
se pone en marcha el dispositivo, si éste funciona, este es analista. Es más
allá de lo que él crea, de sus identificaciones y su ideologia.
Esta cuestión de cómo escuchar lo diferente es la gran cuestión en la clínica
psicoanalítica. iCómo el analista soporta lo hétero dei otro? El psicoanálisis,
como dispositivo, es uno de los pocos lugares en el mundo que permite escu­
char lo hétero dei otro. Lo hétero es lo radical mente diferente.
El análisis apunta a lo particular dei otro. Lo histérico o lo obôesivo es lo que
permite reconocer, encontrar o sea, lo mis mo en el otro. Por eso el psicoaná­
lisis no es escuchar eso sino qué histérico, qué obsesívo. Cuando se escucha
Ia tipologia clínica no se escucha lo diferente dei otro. Lo que puede escuchar
dei sujeto es cuando escucha algo de lo particular dei sujeto, de lo que se con-
traponé a lo histérico.
La clínica apunta a encontrar lo general en lo particular: la estructura his­
térica en tal, o la obsesiva en tal otro.
Ahora, todo ese saber sirve para analizar io mísmo en lo diferente. Pero ahí
estamos hablando de la homeostasis dei analista y no desde la particularídad
dei caso.
Por eso Lacan insistia que el diagnóstico, a veces, se puede hacer al final de
un análisis.
Ahora: ^E1 diagnóstico sirve para la clínica? En una época el psicoanálisis
partia dei diagnóstico. Es más, la formación dei psicólogo era en técnicas
proyectivas, y el analista le mandaba a un psicólogo el caso, éste le devolvia
un psicodiagnóstico, y con eso empezaba el tratamiento. Es decir que eran
analistas que no querían escuchar. EI problema es cómo ese diagnóstico orga-
nizaba su escucha. Es un diagnóstico fuera de la palabra. Estamos hablando
de psicoanalistas de la A.P.A. en los anos ‘50 y ’60. Se integraba el psicodiag­
nóstico a un análisis?3
Hoy en dia los analistas no derivan para un psicodiagnóstico. Éstos se usan
en el âmbito forense.
Cada caso tiene una lógica propia, la dirección de la cura con sus cuestiones,
una lógica dei Otro. En un ateneo se trata de esto. Otra cosa es centrar el
ateneo en el diagnóstico, como pasa en los ateneos médicos. Con lo cual puede
servir ese ateneo para otros casos.
Ahora, a un ateneo psicoanalítico se va en función de poder dirimir ahí la
partícülaridad de ese caso. No es el diagnóstico o la estructura psicopatológica
lo central sino la particularídad, y en esa particularídad entra el analista. •
En la casuística médica apareceu 50 casos, 100 casos. En cambio Freud
publico pocos casos. óQué grado de cientificidad tiene la particularídad dei
33 En el libro de Carlos Paz sobre la analizabilidad, da muy bien cuenta dei canon de
época respecto a como se debía protocolizar una consulta al psicoanalista. Paz, Carlos
Alberto. Analizabilidad: alcances y limites dei psicoanálisis. — Buenos Aires: Paidós,
1971.
48
Hombre de las ratas, si lo que se transmite en ese caso es la particularidad?
Lo que se transmite es esa particularidad tan rica de su lógica y sus ava tares,
que expone Freud, aunque se puede poner en cuestión si fue un êxito o un
fracaso terapêutico, en el caso dei Hombre de los lobos.
La lógica con Ia cual uno puede poner en consideración un psicoanálísis es
muy diferente a la lógica de la práctica científica.
Para un científico contemporâneo el psicoanálísis se parece a una religión, a
una creencia. Hay una cuestión de creencia en la palabra, en el ínconciente, y
si eso no está no se puede poner en transferencia a un sintoma. En el âmbito
psicoanalítico de la clínica e'so está en primer lugar. Sino para quê alguien va
a consultar a un analista, si no lo va a medicar.
La transferencia es la construcción de esa ficción donde el analista entra en
la serie de las formaciones dei Ínconciente. Esto no quiere decir que eso sea lo
único que había que interpretar, como bacían los kleinianos.
Eso es llevar en el terreno de yo a yo (a - a'), lo imaginário, la relación
dual, lo que son las obsesiones... Pero con Lacan aprendimos que no solo eso
no hace a la transferencia, sino que adernas de la imagen, idealizado, hay
además una “suposición de saber”, lo que quiere decir que el analista se intro-
duce como un término en el discurso dei analizante; como un término quiere
decir como un significante que remite a otro significante.

PSICÓLOGO? / PSICOANALISTA?
Hay psicólogos que atienden -no digamos psicoanalistas-, digamos psicólo­
gos psicoterapeutas o “psicoanalistas”, por qué no, que atienden y digamos
que creen que el Ínconciente no es algo que les atane: es de los otros, y por
tanto no necesitan de ningún análisis propio.
Creen que el ínconciente existe, es operativo, eficaz, pero que ellos no tienen
ínconciente o que se autoanalizan, como lo hizo Freud.' Desde el punto de
vista ético habría que prohibirles trabajar. Y Io décimos no desde la ética dei
psicoanálísis sino desde la ética profesional: EI Colégio de Psicólogos tiene un
código de ética en el que prescribe lo que es un profesional. Es un código que
tiene mucho dei código de ética médico, porque nuestra profesión tiene mu-
cho de la medicina, porque viene de ella. Fue una extracción de la medicina.
La medicina mantiene una relación con la ciência absolutamente contra-
dictoria para lo que es el psicoanálísis. Si hay una profesión hoy día que se
acerca a ía dei psicoanalista es la dei psicólogo.
Pero lo que no puede ser para una profesión es hacer pasar la vía de forma-
ción profesional por el autoanálisis. Si no se hace experiencia dei inconcien-
te por el análisis propio se encuentra un yo inteligente, que puede estudiar
mucho, pero incapaz de escuchar. La escucha psicoanalítica primeramente
pasa por el propio diván, sino lo que se escucha son signos, como en la psi­
quiatria.
Por supuesto que es fundamental el paso por el diván, pero eso no quiere
decir que sea necesario como requisito universitário. Si no se pasa por un di­
ván uno se puede llegar a convertir en un profesor, pero no necesariamente,
en un psicoanalista.
En el psicoanalista el saber es un saber que lo debe atravesar. Un psicoa­
nalista puede ser caprichoso, etc., pero es de esperar que alguien que ha pa-
sado por una buena experiencia de análisis tenga respecto de eso un cierto
distancíamiento, que no se encandile con todos los brillitos fálicos, propíos de
49
nuestra cultura, que no se ciegue con eu propio brillito.
Es necesario que ese alguien que ha pasado por su creencía dei Otro, la
inexistência dei Otro, que su existência se ponga en cuestión: o sea, que es
otro dei código. Porque uno se la pasa buscando en los semejantes otro con
mayúscula: un líder, un patriarca. Lo importante es que a través de la ex-
períencia dei análisis uno se de cuenta que el otro es un poco más o menos
dividido que uno,
Lacan insiste en que es en el final de análisis de donde se puede extraer un
psicoanalista, porque para que pueda escuchar ti ene que haber cierta expe­
riência de la inexistência dei Otro.
Lacan, con el pase, lo que propone es poder dar testimonio de Io que es el
final de análisis o lo que es un psicoanalista, Porque no sabemos lo que son; sí
lo que no son. Un analista es aquel que tiene esa experiencia de la castración,
por la cual puede dejar de hacer pesar su persona, sus ideales, y escuchar la
singularidad dei otro. Se trata de la castración dei Otro, eso que le falta al
Otro.
Hay diferentes formas de sostener la religión dei Otro. Se lo puede hacer
grabando todo lo que alguien habló y después írselo a mostrar al supervisor o
teniendo un cuadro de Freud atento y callado.
Bonavena, el boxeador, decía que “cuando se entra al ring te sacan... hasta
el banquito”. Es una cita ingeniosa para pensar lo que es el que no haya otro
que ampare al estar como analista. "Como analista” décimos, porque en rea-
lidad no sabemos lo que es un analista, porque no hay esencia dei analista.
Por eso no hay analista antes dei acto. Sí podemos decir que hubo analista
después dei acto, de la ínterpretación. Entonces el momento dei analista es
un instante.
Pero sí cuando nos enfrentamos hay un momento en que se hace semblante
cúando alguien viene a consultar a un psicoanalista.
'Nos encontramos en un campo donde Ia garantia es poco consistente. En
nuestro campo no hay garantia.
EI Colégio de Psicólogos debería garantizar por aquellos que trabajan en el
campo de la psicologia.
El grado de variedad que hay en nuestra profesión es muy grande en rela-
ción a Ia medicina. En el Colégio de Psicólogos funciona un Comité de Ética,
a donde se presenta alguien que se atiende con un psicólogo si tiene alguna
denuncia de mala praxis.
^Qué garantiza, qué controla que un psicólogo cumpla ciertas formas míni­
mas en relacíón a la ética con la cual trabaja? No hay nada.
Por otro lado, lo único que regula para los psicoanalistas es Ia pertenencia
a una institución, en la cual uno está conminado a dar cuenta de la forma en
la que trabaja: con charlas, ateneo6, etc. Pero no hay nadie que se meta en el
consultorio; pero hay ahí alguna forma de control.
El mayor trastorno de un psicoanalista’és cüãhdo se queda solo, no media-
tiza lo que hace con nadie.
El otro tema es Ia supervisíón, que es la otra garantia. El hecho de tener
a alguien con quien poder hablar de Io que uno hace. Esta es una forma de
regulación y de cierta garantia en tanto lo que uno hace está de algún niodo
puesto en cuestión.
Porque alguien así podría decir que sin embargo les "hace bien” a los pacien­
tes. 6?oro qué quiere decir "hacer bien”?, salvo que se crea que la psicologia
es una especie de sacerdócio.
Ese es uno de los problemas que tiene nuestra profesión. En medicina hay
lo que se llama el procedi miento necesario y acostumbrado. Quizás éste no
50 —I.. *ll
salve la vida de un paciente, pero si el médico lo siguió al procedimiento acep-
tado, no puede ser acusado de mala praxis.
En nuestra práctica el problema dei procedimiento es mucho más complica­
do. Quizás haya dos, ires o cuatro formas de procedimiento adecuado, consi­
derado necesario. En el caso de riesgo de suicídio hay un procedimiento que
seria el necesario....
En el médico puede haber una gripe, pero en nuestro caso trabajamos con
un sujetq..
En una.dépresióri-grave el psicólogo psicoanalista debe derivar a un psi­
quiatra, si no lo hizo puede ser acusado de mala praxis. Pero son muy pocos
los casos. ^Cómo decir que el procedimiento adecuado frente a un obsesivo
niuy angustiado es adecuado? No hay una sola forma adecuada. Lo que hay
son intervenciones que pueden tener eficacia o no.
No podemos decir que en todo obsesivo hay que poner en claro la confron-
tación entre idea y acto. Esto es para este obsesivo. No hay un procedimiento
adecuado para todos los casos. ^Entonces, como se puede analizar la buena o
mala praxis?
Para un juez, si uno lo puede fundamentar al procedimiento que siguió, y
si no es absolutamente contrario a toda práctica, entonces lo que uno hace
no es mala praxis. Por eso hay pocos juicíos de mala praxis: es muy difícil
sostenerlo, salvo que haya una cesión de propiedad dei paciente al analista o
una relación sexual.
La relación sexual e6 un claro elemento de mala praxis, abí no hubo práctica
profesional. Pero es muy difícil este punto.
Todos sabemos que cuando Freud trabaja el amor de transferencia y el amor
real no encuentra nada que Ie permita diferenciarlos bíen, excepto el hecho
de si hay analista o no. El tema es que uno este en la posición de analista o
no. En Freud no hay una diferencia tajante entre uno y otro, lo que sí hace
la diferencia es que dei otro lado haya analista o no. Y el que haya analista
es que no responda a la demanda. Cuando Freud habla de analista es que no
responda a la demanda de amor con amor.

EL DISPOSITIVO
En el dispositivo analítico se trata de un dejar hacer para darle ocasión a
que la verdad. adopte una dicción, podría decirse que el dispositivo dei análí-
sis apunta a una dicción en el seno de la ficción de la transferencia.
En Ia historia hubo otra forma de dicción, de la que es importante despejar
a la escena psicoanalítica y que voy a traer aqui.
Esta es la confesíón.
La Confesión34 en Ia teologia judia y cristíana, es reconocimiento de los pe­
cados ante Dios con el fin de obtener la absolución. La necesidad. de la confe-
sión se menciona con frecuencia en la Biblia, de forma especial en las exhor-
taciones de los profetas. Èn el judaísmo, Yom Kippur es un dia de ayuno, de
confesíón y oración para alcanzar el perdón.
En Ia tradición cristíana, la confesíón ha tomado una de las dos formas
siguientes: la confesíón privada de los pecados ante un sacerdote, o auricu­
lar, y la confesíón pública por parte de un indivíduo ante la congregación.
En la ensenanza católica, la confesíón auricular es considerada como parte
esencial dei sacramento de la penitencia. Se espera que los miembros de la
Iglesia confiesen sus pecados graves a un sacerdote al menos una vez al ano.
34 Enciclopédia britânica. Formato digital. Y Enciclopédia católica. Versión digital.
I _ _ __ ___ __ jl_________ .!
j
La práctica de la confesión. y la absolución que se basa en el poder de atar y
desatar, es decir, de pérdonar los pecados, fue conferido sobre los apóstoles.
Aunque confesarse a un sacerdote tíene raíces antiguas, la práctica era poco
corriente en los primeros tiempos de la Iglesia (a veces era pospuesta hasta
que la muerte se aproximaba) e implícaba una severa disciplina.
La confesión también se prescribe en las iglesias ortodoxas, coptas y en
otras orientales. La Iglesia anglicana y otras iglesias protestantes han rete-
nido la doctrina general católica de la confesión.
El compromiso de la confesión obliga ai confesor (sacerdote), que es el es­
pectador que oye la confesión a no divulgar los secretos dei confesado. Esta
costumbre de secreto sé remonta a los siglos IV y V, pero sólo adquirió rango
canónico forzoso en 1215 en el Cuarto Concilio de Letrán.
En la confesión el penitente se dirige un sacerdote que coloca sobre sus
hombros una toga que lo inviste de ser la representación de Dios y hacíéndo-
lo mas intermediário que semejante. El confesionario, que oculta su visión,
haciendo consistir una voz, que indaga, que preguntà sobre la índole de los
pecados a confesar, que son de cuatro tipos: de pensamiento, de palabra, de
acto y de omisión.
El penitente se confiesa de rodillas, realzando, precisando, que no es ante
un semejante que el está sino ante el representante dei nrismo Dios y se con-
cluye en Ia penitencia,.que consuma el perdón.
Es un dispositivo para el perdón, o sea para el reestablecimíento de la armo-
nía dei creyente con el Otro con mayúscula, es decir Dios.
Si bien podría plantearse que es volver a un estado primero esto se contra­
ria por el hecho mismo dei pecado original que proviene de los padres(Adán
y Eva),Si se piensa que el pecado eupone el distanciamiento dei creyente de
Dios, este se trasmite de generación en generación por el acto de la procrea-
ción, es decir, dei goce que comporta , tal como San Agustín hizo doctrina.
La confesión es entonces un dispositivo rectificador de la desviación huma­
na dei amor a Dios.
De un manual dei siglo XVII de J. Delumeau
“El confesor debe tener cuidado de no dar ninguna serial por la cual el pe­
nitente pueda conjeturar que se aburre o escandaliza y se asombra de los
pecados que oye. Más bien debe disimularlos y dejarlos posar como si nada.
y de ser esto posible, debe abstenerse de escupir, particularmente citando el
penitente declara pecados de impureza”.
(No es de este manual donde muchos analistas constituyeron su semblan­
te?)
Una poesia de Prudhomme:

Ninguna confesión queda impune


y apenas con los primeros nones
Comienza la era de los dolores
Así pues, de tu boca donde tu corazón se lanza
Quede la confesión desterrada.
Es un dispositivo que tiende a hacer consistir ai Otro a quien el mensaje se
dirige. Supone una dicción que aliviana al creyente. En tanto el pecado hacè
ai hombre culpable.
Esta culpabilidad permite hacer sitio para el miedo (a Dios) en lugar de la
angustia. El miedo permite anticipar el castigo.
De allí que la angustia indica la indiferencia de Dios, tal como mas mo-

52
demamente aparece en el tratado de Kierkegaard3B sobre la angustia. La
angustia por su ínsátisfacción imposibilita de Uenar el alma. La angustia es
un signo de la perdida de Dios.
Kierkegaard dice que puede compararse la angustia con el vértigo. Aquel
cuyos qjos son inducidos a mirar en una profundidad que abre sus fauces,
siente vértigo. Así la angustia es el vértigo de la libertad.
La angustia moderna es la angustia de un hombre sin Dios que surge de un
discurso que ha registrado la ausência dei Otro.
La misma idea dei Apocalipsis llevaba al sujeto a la confrontación con el
Otro consistente, con Dios, -el Otro que al fin de los tiempos impondría prê­
mios y castigos.
Pero ahora tenemos catástrofes, desastres, elevación dei riesgo país, efectos
tequilas, efectos turcos, efectos tangos, efecto torres, que surgep de una lógica
dei mercado globalizado sin Dios.
El dispositivo confesional permite hacer consistir la presencia de Dios para
reducir Ia angustia. Esta es su eficacia y los procedimientos psicoterapéuticos
que hacen de la catarsis y la sugestión sus fundamentos, le son deudores.

Acerca de Ia verdad jurídica y de sus dispositivos


En el derecho feudal había pruebas de tipo verbal. Un sujeto acusado debía
responder a esta acusación con cierto numero de formulas garantizando que
no había cometido delito. Y se podia perder por no pronunciar las formulas
correctamente. A nivel de la prueba se trataba de un dispositivo verbal. Si
era un menor o una mujer podia se pronunciado por otra persona. Es Ia que
en la historia luego se llamaría abogado. Si se equivocaba al pronunciarias
aquel a quíen defendia perdia el proceso.
En el sistema de la prueba judicial feudal no se trata de investigar la verdad
sino mas bien de que el indivíduo acepte la prueba o renuncia a ella.
La prueba termina en victoria o fracaso. ’
La indagación
El representante dei poder reunia a las personas importantes, hacía que
jurasen decir la verdad, les preguntaban y luego dejaba que deliberasen a
solas.
El procedimiento: si se consigue reunir a las personas que puedan garan-
tizar bajo juramento que vieron, si es posible establecer por medio de ellas
que algo sucedíó realmente, podrá obtenerse indirectamente a través de la
indagación y por intermédio de personas que saben, el equivalente dei delito
flagrante.. Entônces se podrán tratar gestos, actos, delitos. Crímenes como si
fuesen delitos flagrantes. Es decir se trata de realizar una escena para ofre-
cerla a la mirada, al saber, como si aun estuviese presente.
Esta inserción dei procedimiento de indagación reactualizando, haciendo
presente, sensible, inmediato lo ocurrido, como 6Í lo estuviésemos presen­
ciando, constituye un descubrimiento capital.

Procedimiento de la iglesia, de Ia inquisición en el siglo XII.


Al tercer dia de ser llevado a la prisión, al acusado se le daban tres audiên­
cias, llamadas moniciones, donde se le pedia que diga la verdad de lo que
35 Kierkegaard, Soren. El concepto de angustia. Espasa Calpe argentina. Buenos Ai­
res. 1940.
53
haya hecho o dicho contra la fe y si sabe de otras personas que hayan hecho
lo mismo, prometiéndole que si así lo hacía, se usaria la piedad con él. En este
punto dei juicio, el reo no sabia aún de qué se lo acusa y qué pruebas tenía
el Tribunal en su contra. El objetivo de estas primeras audiências era para
que el acusado hicíera denuncias que comprometieran a otras personas o que
reforzaranlas pruebas contra otros acusados
En ellas no se le díce qué es lo que consta en el proceso, pero se le hãce saber
que ninguna persona es conducida a las cárceles de la Inquisición sin que
haya pruebas suficientes.
Luego el fiscal producía la^acusación enumerando los cargos de los hechos
relatados por los testigos, considerando cargos distintos a un mismo hecho
relatado por diferentes testigos. La acusación era leída artículo por artículo,
a lo que el acusado debía responder en el momento si era cierto o no su con-
tenido.
El proceso pasaba luego al fiscal que proveta pruebas en contra dei acu­
sado. Son testimonios donde, al acusado no se le informaba el nombre ni el
lugar y fecha de lós hechos.
Esa información35 se reemplazaba por frases ambíguas como: “cierta perso-
nan, "alerta parte de la ciudad'\ “cierto dia”.
Luego se procedia a la publicaciónt donde los testimonios eran leídos al reo
y se le pedia que respondiera acerca de la veracidad o no de los cargos, como
siempre, omitiendo los da tos de nombre, lugar y fecha de los hechos.
.Luego se hacía una nueva calificación a cargo de reconocidos teólogos para
pasar a sentencia.

EÍ. juicio oral actual


Se trata de situar una escena en donde el sujeto(jurídico) sea interpelado
también de alguna forma haciendo consistir a un. Otro(en Ia figura dei tribu­
nal) para que otra escena se constituya. El delito, hecho pasado, se presenti-
fica a través de los testimonios.
La figura dei testigo, que es a quien se lo conmina a decir la verdad adquiere
un lugar relevante, el lugar dei sujeto para el dispositivo.
El testigo jura decir la verdad y este juramento tiene consecuencias. Pues
por ello, puede ser acusado de un falso testimonio.
Se trata de una dicción que se lo lleva a la altura dei acto y se lo despega
entonc.es dei puro blablá.
El momento de la jura de decir la verdad y toda la verdad que estuviere en
su conocimiento (fórmula en el derecho de la província de Buenos Aires) lleva
su decir al nivel de la dicción.
La escena provoca a la verdad jurídica, como procedimiento para su extrac-
CÍÓn. ‘
De allí que la verdad tome la forma de un verificable. Lo que es verificable
son los signos contrastables en la actualidad de la escena y no la verdad de lo
que pasó en la Otra escena.
Solo es en esa actualidad donde es contrastable, de allí este corrimíento en
relación al sujeto de la escena. Si en la Otra escena es el acusado, en la escena
dei juicio este lugar lo ocupa el testigo.
Esto para los actores, no aborra angustia. Es más bien un dispositivo an-36
36 Llorente Juan Antonio, Historia Crítica de la Inquisición en Espana, Tl. p. 56, Ediciones
Hispcrióii, Madrid, 1981

54
gustiante, por el contrario al de la confesión.
Hace aparecer el deseo dei Otro, en tanto el decir dei sujeto pierde su bruju-
la yoica dei cálculo, en la dimensión de decir más de lo que quiere decir.
En. el palacio dei Dux, en Venecia, se encuentra en una pared, en el pasillo
dei primer piso, una boca de león de piedra, por la que los acusados debían
deslizar su mano y mantenerla en el agujero algunos minutos, al mismo tiem-
po que decían su declaración en voz alta. Un recurso, que apunta al valor de
lo siniestro como recurso para la confesión de la verdad. Lu ego se hacía una
nueva calificación a cargo de reconocidos teólogos para pasar a sentencia. Es
un antécésbfdè losj tira mentos ante libros 6agrados( la Biblía , por ejemplo)
qué en Ia época hàh ido gastando su eficacia convocante.

Para el psicoanálisís
En el dispositivo de entrada en análisis, el sujeto no víene por el pecado sino
por el sintoma.
Cuando un sujeto acude a análisis los llamados significantes dei sintoma no
se hallan necesariamente bajo la forma de una cadena significante. Pueden
encontrarse desconectados de los significantes que representan al sujeto.
El significante dei sintoma en las entrevistas preliminares no hace cadena
con los significantes que representan al sujeto. El sujeto no 6abe cual es su
implicación. aunque sabe que le concierne.
La queja se asíenta en lo que lo 6atisface.
El dispositivo preliminar lleva a confrontar al sujeto en ese punto donde la
verdad (dei sintoma) y el goce se enlazan.
En Ia queja se satisface el sintoma. Se trata de consentir al discurso psicoa-
nalítico, al dispositivo.
Como se extrae la situación analítica de la íntersubjetividad, la transferen­
cia es implicación significante.
Sintoma: es una fijación de goce que para un sujeto, para cada 6ujeto, reem-
plaza la relación faltante, la relación proporcíón sexual.
El síntoma es la parte de goce que para un sujeto dado, se sustrae a la ho-
meostasis de los goces ordenados por el discurso
La cuestión es como hacer para que eso que es cristalización gozosa, (se sabe
el goce no se comparte, uno siempre goza sólo), se ponga en relación al Otro.
El inconsciente es un saber. La entrada en análisis supone abrochar el sín­
toma al saber inconciente y esto es a través de la ficción transferencial.
EI objetivo dei discurso analítico es hacer surgir la singularídad reprimida,
a la vez como verdad y como real.
El síntoma que esta fu era dei lazo social Colette Soler87 propone llamarlo
síntoma autista, es cuando sustraen al sujeto de su lazo con el semejante, en
beneficio de una relación sobre sí mismo, de un goce cerrado sobre sí mismo.
EI síntoma insertado en el lazo social hace nudo, es decir, el goce está en­
ganchado, por un lado a Io simbólico, es decir a lo inconsciente y por otro a lo
imaginário, al narcisismo de la imagen dei cuerpo.
Lacan en Encore™: el amor posible, gracias al inconsciente, suple la no pro-
porción sexual que el inconciente excluye. “ El amor suple, hace suplencia, a
la no proporción sexual”.
El síntoma asociativo es eí síntoma en que el goce, siempre autista, se reali­
za, se alcanza, a través de un lazo. con el Otro, un lazo social.
37 Soler, colette. La maldición sobre el sexo. Manantial. Buenos Aires. 2000.
38 Lacan, Jacques. Seminário XX, Aún. Paídós. Buenos Aires. 1981.

La transferencia consiste en hacer existir al Otro que no existe. El Otro que
no existe, es el Otro como lugar de lenguaje.
La asociación libre es un método que programa el extravio dei sujeto. Lo
hace deslizar en la deriva de las palabras, las asociaciones. Supone una sus-
pensión dei juicio, exige hablar sin preguntarse si es decente, si es verdad, si
es inteligente o tonto.
En cambio el bien decir a apunta a la aserción final.
La desconfianza ai ínconciente apunta a la desconfianza a la pantalla dei
lenguaje.(la de la medicina, la dei psicosomático, de la anoréxica).
De allí que se trate de una ficción necesaria la dei amor de transferencia,
que surge de dar un saber que no se posee. Se trata entonces de lograr un
efeeto de falta de saber de que hay un saber latente.
Podría concluir que en relación a los tres tipos de procedimientos de los que
he referido, que el dispositivo de la confesión apunta a recuperar la armonía
con el Otro, procedimiento que indudablemente se emparienta con la psicote-
rapia, la recuperación de un estado perdido.
El dispositivo judicial dei juicio oral se relaciona con la extracción de la
verdad jurídica, en al que el juramento prévio conmina a la presentación dei
Otro, encarnado en el tribunal. Jure que dirá la verdad que es de su saber.
La situación de la cura analítica tiene como horizonte el cambio de posición
subjetiva, siendo la histerización dei discurso lo que funciona como rito de
entrada.
Ya no jura, ni hay un tribunal, ni tampoco un confesionario que haga corte
a la mirada. Se trata de decir todas las tonterías que se Ie ocurran ante cierto
semblante dei Otro que tiene como meta desaparecer en su consistência.

EL ACTO PSI COANALÍTICO


El acto lo que comporta es lo particular dei sujeto. En el acto el sujeto está
implicado, se hace representar. De ahí que no pueda pensarse en un acto gru­
pai en términos psicoanalíticos. El acto marca la particularidad dei sujeto, y
en él está en juego Ia castración.
BadiouSÔ, en relación al acto político, plantea que el acto tuerce algo en la
fractura de un determinado acto político. Esto es otra concepción dei acto, si
bien lo toma de Lacan, de qiie el acto es algo simbólico con consecuencia en
lo real. Si no hay consecuencias en lo real no hay acto. Por eso no se puede
hablar de acto masturbaíorio, porque siempre comporta algo de la castración
el acto, algo de la falta en ser, no dei ser.
Cuandò hablamos dei acto de la clínica psicoanalítica hablamos dei acto
que tiene que ver con la transmisión de Ia clínica psicoanalítica. El acto de la
clínica psicoanalítica es; qué se transmite de la clínica psicoanalítica.
Leyendo la ’Troposición dei '67”, ahí Lacan sostiene que todo analista se au­
toriza a sí mismo. No hay garantia dei analista por la institución, sin embar­
go no hay analista sin institución, porque es en la institución psicoanalítica
donde el analista puede dar cuenta de si hubo ahí acto psicoanalítico, y si lo
hubo o no, no puede darlo por cuenta en la clínica.
El pase es aquello que alguien propone darlo para dar testjmonio de su paso
por ei análisis, y de si su análisis ha terminado. El pase es testimonio entre
su análisis y los A.M.E. -analistas miemhros de la escuela, que han realizado
algún análisis.
3Ô Badiou, Alain. Psicoanálisis y filosofia
56
Hacia 1967 hay una criais en la Escuela Freudiana de Paris, que Lacan ha-
bía creado en 1963 yéndose de la LP.A.^Qué es ser un analista?
En vida dê Freud uh analista era lo que él decía: “Este es o no”.
I>a I.P.A. toma una respuesta que es que se respeten ciertas convenciones:
Que duren 50 minutos las sesíoneô; que tenga en su haber 300 horas de aná-
lisis didactico.
La garantia para los analistas de IPA es la duración, la cantidad -50 mi­
nutos de sesión, tantas horas análisis, tantas otras, de supervisión y tantos
seminários.
En el ’63 Lacan se separa de la I.P.A. y crea la Escuela Freudiana de Paris
En el ’64 propone el cártel, como grupo de investigación, donde cada uno da
cuenta de su trabajo en relación a los otros (4 o 5 personas). Es una idea de
trabajo no grupai sino de trabajo de cada uno en relación a los otros.
En el ’67 propone el pase, con dos formas de miembros
El A.M.E. -analista miembro de la escuela- y otra que es el A.E., que es
temporal (analista de la escuela).
Se es analista de la escuela cuando se ha trascurrido el pase. Pero ese ana­
lista de la escuela no es para siempre: Lacan propone un período de cinco
anos. Lo importante es que para ser A.E. alguien pide serio. En cambio el
A.M.E, no es por pedido personal sino que se lo nomina desde la escuela y no
es a pedido.
Lacan rompe con la I.P.A., y está todo el proceso de críticos, y luego Lacan
rompe con la Escuela Freudiana de Paris, porque dice que ha fracasado en el
cártel y el pase.
Lacan entonces dice: “Yo la funde, yo la disuelvo1*. Lacan la disuelve y dice
que funda la Escuela de la causa freudiana, y que quienes quieran ingresar a
és ta deben pedir admisión o a Colette Soler o a Jacques Alain Miller.
Algunos analistas le hacen juício a Lacan, porque se niegan a que él pueda
disolver la escuela. Fue un juício (legal) contra aquel con quien estaban en
transferencia de trabajo, o sea que fue difícil hacerlo.
Le inician un juicio, que es muy público: salía todos los dias en Le Monde.
Esta gente pierde el juício. Vários de ellos, que entraron en esta colisión con
Lacan, se fueron fundando distintas instituciones ligadas a la ensenanza y
teorización lacaniana.
El acto de la clínica psicoanalítica... no hay acto que uno no lo tiene que
poner en cuestión en la escuela, en la institución. Por tanto no hay acto que
se precie de ser tal sin esto.
No puede sostenerse un analista como maestro, en la ensenanza aios alum-
nos: Un analista es aquel que pone en cuestión su clínica con sus pares. Su-
pone poner en cuestión la clínica que uno hace, y uno no pone en cuestión la
clínica que uno hace con los alumnos que están en transferencia con uno.
Es ahí donde a uno le cuestionan todo, donde se puede poner en juego la
cuestión de si uno es analista o no. El propio análisis o la supervisión es en'
la esfera de lo privado. La escuela es a nivel de Io público, y es ahí donde el
analista da cuenta de si está a la altura dei acto. No hay analista sin escuela,
sin institución.
El analista se prueba a partir de la clínica que hace, a partir de la presen-
tación de casos que analiza.
Lacan, cuando eligió el A.M.E., dice: "que por lo menos no hace grandes dis­
parates”, y que se puede decir que por lo menos ha dirigido un análisis.
El elemento fundamental, en principio, es el análisis personal. Un elemento
fundamental de Ia formación es que esta es en la institución (el seminário, la
discusión, la actividad de trabajo clínico), y las instituciones no pueden ser

57
en las universidades, que son de grado o de postgrado: titular, mientras que
las instituciones psicoanalístas no titulan; mas bien tienen que ver con cierta
posición èn relación a la formación,
El analista tiene que poner en cuestión lo que hace, porque siempre está en
juego su propio goce. Y si no goza en otro lado goza con sus pacientes» Y ser
analista tiene que ver con ei deseo dei analista y no con práctícas gozosas.
Esto es una posición ética: si hay análisis es porque el paciente no encuentra
un objeto en el fantasma, sino es otra cosa.

58
CAPITULO
LA CONSULTA Y LOS TIEMPOS LÓGICOS

Cuando se consulta hay una castración imaginaria, porque quien consulta


es alguien que se le presenta aceptar que no puede solucionar su problema
solo, que necesita de la ayuda de otro, Y esto no es lo mismo que consultar a
un médico por un pulmón. No es lo mismo que uno no sepa manejarse con su
propia vida, eso supone una castración imaginaria, que cuanto mayor iden-
tificacíón fálica más penosa es. Por eso hay más consultantes mujeres que
hombres. Hay una dominância de mujeres consultantes. Y esto es porque
resignar esta prestancia fálica de pedir ayuda a otro es penoso, para algunos
hombres. Se escucha: “^Si no me ayudo yo mismo quién me va a ayudar?” Es
un apego al yo que se resigna de algún modo en el momento de la demanda.
^Qué lleva a alguien a consultar? Que algo en su relación con la realidad ha
producido un quiebre, se ha abierto una grieta, y demanda una reparación
de esa grieta.
Lacan en uno de sus primeros escritos, El tíempo lógico y el aserto de cer-
tidumbre anticipada40, planteó una lógica que la podemos desarrollar en re-
lación a la consulta, y también otros desarrollos en relación a la dirección de
la cura.
Lacan tomó tres tiempos lógicos: EI director de una prisión les propone un
juego a tres presidiários, que quien lo gane saldrá. Se trata de cinco discos:
tres blancos y dos negros. Cada uno de los tres tiene un disco en su espalda,
y no lo puede ver. Quien salga primero diciendo qué color tiene y por qué,
saldrá libre.
Lacan utilizo este juego para poder incluir al otro, la dimensión dei otro en
una conclusión lógica.
Podemos decir que cada uno sabe lo6 discos de los otros y desconoce el pro-
pio, pero tiene que poder leer en los otros qué disco tiene. Cada uno depende
de lo que haga. el otro para saber qué disco tiene.
Los tres tenían discos blancos. En un momento cada uno fue bacia la puer-
ta, y se detuvo para pensar: Si los otros dos pensaran que él tiene un disco
negro, y ellos blancos, podría anticipar, por la mirada de los otros, que el otro
saldría comendo; entonces concluyen que lo tienen blanco. Sólo pueden con­
cluir por su desarrollo lógico qué disco tiene en la espalda por La vacilación de
los otros. Si el otro actuaría con certeza no pasa eso. Es la vacilación dei otro
lo que le permite la propia vacilación y concluir que lo tiene blanco.
El fin dei juego es la explicación dei color blanco por la vacilación de los
otros.

40 Lacan, J. El tiempo lógico y el aserto de certidumbre anticipada. Un nuevo sofisma.


En lectura estructuralista de Freud. Siglo XXÍ editores. México. 1971.
59
òQué tiene que ver esto con la clínica? Cuando se juega al póker tíene mucho
que ver el azar. Pero quien mejor juega es aquel que puede calcular en el otro
Ia posicíón que el otro tíene frente a sus propias cartas.
Un paciente busca en la cara de póker dei analista una confirmación,. un
bien o mal de aquello que está diciendo.
^Cómo poder leer en la cara de un profesor en un final que uno va bien,
orientado?
El mayor gasto de un profesor es el poder soportar esa mirada. Es la bús-
queda dei signo de si está siendo aprobado o desaprobado. Es lo mismo que el
signo de amor: Cuando alguien dice: “Tenemos que hablar”, £nos va a patear
o pedimos que nos caspmos? Todo esto tíene que ver con como leer en el otro
los signos en su rostro. (En el caso de amor, la demanda que haga signó de
amor).
Planteamos situaciones diversas: el juego; el examen; una situación amoro­
sa. En todos estos momentos lo que está en juego para el sujeto es el paso de
su deseo por el otro.
Cuando se juega póker hay que leer que en muchos casos uno realiza gestos
inconcientes: alguien reprime todos los gestos, pero se toca la oreja cuando
tiene dos ases. Hay en el póker toda una serie de partidas preliminares en
las que lo que se hace es aprender como juega el otro, para poder ganar. Hay
signos, que aparecen en la cara o el cuerpo dei otro: ruídos en el estômago
cuando tiene cartas. Signos en el cuerpo que se pueden leer.
Bueno, a Lacan este juego le permitió plantear tiempos lógicos: la sucesión
se debe a un encadenamiento, con intervalos, que precipitan el paso de un
momento al otro: Instante de ver, tiempo de comprender y momento de con­
cluir. Este es diferente a los tiempos cronológicos.
A veces el paciente pregunta: iEsto que me pasa es normal o no? El neu­
rótico se mueve en el mundo con cierto grado de pesadez y sufrimiento que
está normalizado, y por eso no va a consultar. A veces consulta un médico por
dolor de cabeza, pero que nada tiene que ver con él subjetivamente.
Lacan41 Io Ilama a ese primer momento el instante de ver, y es un momento
de quiebre subjetivo: el neurótico se da cuenta de que hay algo que está en él
y de lo cual no puede saber hacer.
La histérica y el obsesivo, lo que menos soportan es anidar el sintoma en sí
mismo. Se resignan al padecimiento. Protèstan, pero se resignan a que “es lo
que me toca vivü*\ o hacen de eso un valor: “A mi todo me cuesta el doble, y
así me la banco".
Eso es cuando se hace un rasgo de un sintoma. El rasgo funciona de forma
acompasada al yo. Eso es dei orden dei ser: “Soy muy teatrercF.
Esos tipos que son insoporiables, y se dan cuenta en el fondo, pero bueno: "Es
así como se hacen las cosas"
Otra cuestión es cuando ese rasgo se trastoca en un sintoma: Se hace des-
conocido, extrano: "Peroyo no debería ser así, no es algo queyo domino, ipor
qué soy o$i?"Ahí el sujeto empieza a subjetivar algo dei orden dei propio
padecimiento.
Eso que Lacan ilama el instante de ver, en el juego supone ver que los otros
tienen un disco blanco y que no se precipitan a la puerta, entonces eso supone
para el sujeto que tiene un disco blanco. El momento clínico de este instante
de ver es cuando el sujeto se ve con una mirada diferente, trastocada. Como
cuando en la repetición se vuelve y vuelve y el sujeto de repente puede ver
desde afuera: “íPero por qué me estoy golpeando síempre la cabeza con lo mis*
41 Lacan, Jacques. EI tiempo lógico y el aserto de certidumbre anticipada. Un nuevo
sofisma. En Lectura estructuralista de Freud. Siglo XXI editores. México. 1971.
60
moV. 0 cuando el sujeto ve que hay algo que no está en el mundo, que hay
algo en él que no funciona.
Ese moníento no en que se hace cargo de lo que le pasa, sino en ver que tiene
algo que ver en lo que le pasa: uYo estúdio, pero algo me pasa porque voy, me
siento ahí y no me sale nada”. O: “Me voluió a pasar un fenómeno de impo­
tência con mi novicF‘} “La primera vez era porque tome muchd\ “la segunda
porque no lenia ganas"> pero de repente hay un momento en que el sujeto
vislumbra algo de sí que es un quiebre: “Algo me pasa”.
Lo más frecuente es que primero se practiquen otro tipo de respuestas antes
de consultar a un analista. Va a ver un médico; a ver si tiene un problema
circulatório con un urólogo.
Quien más deriva problemas de impotência es un urólogo, porque van a
descartar un problema orgânico. Es más tranquilizador que sea un problema
orgânico; el problema es cuando es algo que le concierne, por eso al ultimo
que consultan es al analista.
Es notable porque los problemas de erección se curan muy rapidamente
en la consulta analítica, cuando alguien pudo hablar de eso. Esta forma de
curación es bastante enigmática, pero el poder plantearlo como problema ya
supone un alivio.
El tema de la erección supone siempre una creencia de la mujer, porque la
mujer tiene que participar en la erección. Muchas veces es la mujer la que
impotentiza: ““Veamos a ver cómo te portas hoY\ por ejemplo con un comen­
tário. Entonces el sujeto trata a su pene como si fuera otro, y piensa en otra
cosa para lograr que él se erecte.
El instante de ver supone esa precipitación como una imagen, como una
gestalt, y de pronto lo que uno ve como fondo se hace figura.
Por ejemplo, alguien busca un anillo que perdió, ya pasa varias veces, hasta
que de pronto lo ve en el piso por donde pasaba.
Pasa luego al tiempo de comprender: es el tiempo de la asociación, de la
trama signíficante: “Bueno, pasa quepensé en sacarme el anillo, etc.f*
Ahora, si no hubiera un tiempo de corte, el psicoanálisis seria indetermina­
do. Si uno no pudiese decir: “Si, se me cayó el anillo porque no quiero estar
casado”. Y luego va a hablar con un analista o, con la mujer, lo que es más
difícil, claro...
Entonces supone un momento de concluir, de pasar a otra cosa. Hay enton­
ces entre los tres tiempos (ver, comprender y concluir) dos vacilaciones, que
suponen un corte, que no es una decisión yoica sino que pasa por la relación
dei sujeto con el otro.
El instante de ver en el póker es que un jugador se toca cada tanto en la
oreja. Tiempo de comprender: a£Se toca cuando tiene cartas o cuando no?”
Este tiempo de comprender es el tiempo necesario en que el sujeto tiene que
estar dispuesto a perder tiempo -plata en el póker-, pero en aras de poder
comprender al otro. Pero el tiempo de comprender es el que sabe que *‘se toca
cuando tiene miedo de perder”.
Lacan dice: certidumbre anticipada, que no es certeza, que eso seria psicó­
tico: “Una senora que me indica que se están pasando la información uno al
otro acerca de lo que estoy haciendo yo”. O el canillita, se ríe, cuando me da el
diano: “Lo hace porque ese diário en verdad está armado para mi. Todos los
demás diários no sirvenpara nada, porque son para ponerme a prueba a mi
que soy el verdadero hijo de Dios”.
La certidumbre anticipada supone el.momento de concluir, pero sólo llego
a esa conclusión pasando por el otro. Pero yo leo eso, sé de que se trata, y
apuesto Ia plata. Pero esa apuesta la puedo perder. Ahora, lo importante de

61
la certidumbre es que lo que permite concluir; hay un acto en lo real.
Está el tiempo de ver, después el de saber, el dei despliegue dei saber, que
es el de comprender.
Los obsesivos tienen problema para concluir: '^A ella legustaría comer piu-
cho o no?1 El tiempo de comprender, de desplegar un saber es para poder
“decirle luego de irnos a vivirjuntos”. Se puedeleer su currículum, cartas con
sus ex-novios, pero en el momento de precipitar el acto (decírselo) no hay se-
guridad, si puede haber certidumbre. Es la procrastinación obsesiva: diferir
el acto indefinidamente hàcia el futuro. Aplaza el acto para el futuro, para
cuando esté seguro.
El tinte de nuestra época es que en relación a una pareja los actos escasean.
Se puede vivir hoy como lo hacen dos estudiantes, nada más que se comparte
la cama, los gastos.
El tema es cuando se trata de un acto, porque el acto psicoanalítico es lo
que hace irremediable el antes y el después, produce una transformación
(por ejemplo: decidir tener un hijo). Y a veces un acto puede ser por ejemplo,
ponerse un anillito; a veces para el sujeto que no cree en los anillos “pero tam-
poco me lo quiero ponef*. Es para quitarle esta cuestión de lo irremediable.
El momento de concluir supone el momento en el cual el sujeto apuesta.
Lacan, en su escrito anteriormente citado, pone el acento en el juego lógico
deductivo sin dejar de incluir en ello, el valor que la vacilación dei otro ti ene
para el sujeto.
<.La vacilación dei otro revela su castración? ^Es porque el otro está seguro
de lo que hace, que deja ello lugar al acto dei sujeto?
Lp que se ve, puede ser visto de un golpe. La cuestión es Ia estructura tem­
poral.
La protasis: es la exposición dei poema dramático. Primera parte dei perío­
do que deja inconcluso el sentido.
Lã apódosis: (retribución) proposición en que se completa el sentido de la
otfa proposición condicional. (Si quíeres (protasis)...me marcharé apódosis}
Una instancia dei tiempo cava el intervalo para que lo dado (protasis) se
mude en el dato de la apódosis (uno es blanco) el instante de la mirada.
Es decir que si hay una equivalência lógica dos negros; un blanco, el tiempo
debe ser modulado, para ir a la hipótesis autentica que apunta a la incógnita
real: £qué Ilevo en la frente?
El instante de la mirada es la intuición fode madre?), se objetiva algo más
que los datO6 de hecho.
“Si yo fuese un negro, los dos b lanços que veo no tardarían en reconocerse
como blancos”
Tomar un sentido y encontrar un limite, ante la inércia dei semejante.

Tiempo para comprender.


La maduración es una duración que produce un cambio.
Este tiempo objetivado en su sentido puede medirse en un limite. Se puede
hablar de tiempo lineal (tal como la maduración de un durazno o lo que tarda
un antibiótico en producir la acción específica)
Una mirada puede incluir el tiempo de comprender. Y solo subsiste como
tiempo de comprender en tanto la acción está suspendida por una causalídad
mutua. Ello incluye el valor de la propía vacilación en los otros.
Es por esta modulación temporal que se abre al aserto sobre uno mismo.
El aserto es por lo que se concluye en Ia decisión de un juicio.
62
El modo subjetivo es ei de un tiempo de retraso y por ello se presenta logica­
mente con la urgência (anticiparse al otro) momento de concluir»
Una evidencia en Ia penumbra subjetiva, eclipse que se plantea en la obje-
tividad dei tiempo para comprender.
El momento de concluir; por ello es que el tiempo de comprender adquiere
su sentido. Aunque si el sujeto concluye tarde, perdería su valor en tanto el
sujeto precipita a la vez el juicio y su partida, su acto.
Solo en esa anticipación que puede adquirir su certeza, hay una tensión
temporadajite.ql temor.$e que el retraso engendre el error.
Aserto subjetivo:’éfóüjêto lógico es la forma personal dei sujeto dei conoci-
miento, aquel que solo puede expresarse por Je.
Dos cuestiones de importância: no puede formularse el juicio por otro que no
sea el sujeto mismo (valor de la explicación terapêutica)
No puede serie imputado por algún otro.
1° tiempo: sujeto impersonal (estando ante dos negros s® sabe que se es un
blanco. Forma general dei sujeto, el Sl, amo)
2o tiempo: sujeto indefinido recíproco. Si yo fuese un negro, los dos blancos
que veo no tardarían en reconocerse como blancos. Introduce la figura dei
otro como tal. El semejante, el otro especular.
3o tiempo sujeto bajo la forma personal (je): me apresuro... El je, sujeto dei
acerto conclusivo.
Hace un recorrido donde la escansión Ileva al sujeto donde su puesta en
duda durará solo el tiempo de Ia mirada. EI solo hecho de que la vacilación
aparecida en los otros sea la segunda basta para suprimir la suya apenas
percibida.
Se puede saber que se es un blanco en tanto los otros habían vacilado dos
veces.
La verdad dei sofisma viene a ser verificada por su presunción en el aserto
que constituyé.
La verdad se manifiesta adelantándose al error.
Es en el tiempo para comprender que se revela la función esencial de la
relación lógica de reciprocidad.

63
CAPITULO 6
TRASMISIÓN DE LA CLÍNICA PSICOANALÍTICA

Lacan demostro que el psicoanálisis no podría ser una especie de discurso


con un conciente determinado, elemento por elemento, por uno inconciente,
una relación de causa — efecto. Es en el texto de lo dicho donde aparecen las
formaciones dei inconciente. Pero esto no quiere decir que haya un texto in­
conciente. Esto en última instancia quiere decir que no hay Otro dei Otro, no
hay metalenguaje, no hay texto inconciente.
Con el supervisor el practicante que recién comienza intenta tener esta po-
sición de garante, este Otro dei Otro a quien llevarle lo que escuchamos. El
supervisor puede escuchar los problemas que nosotros tenemos pero sobre la
trama de lo que escuchamos.
Es otra perspectiva en la Teoria de la Comunicación, con el mensaje en lo
dicho, con filmaciones. Hay películas de psicoanalistas norteamericanos don­
de graban todo lo que los pacientes le dicen. Generalmente la grabación suele
servir en las películas policiales. Sirve para encontrar ahí algo dei orden de
una verdad que no es la verdad dei inconciente.
JDe qué verdad se trata? Hay cuatro especies de verdad: Hay una verdad
que tiene que ver con la verdad dei arte. Uno puede decir que una pintura
representa una forma de la verdad que no es la verdad científica, es de otro
orden. Lacan dice que la poesia es aquello dei arte que más se acerca a dar
cuenta de lo reai, mucho más que la ciência. Por eso habla de la interpreta-
ción como poética.
La verdad dei arte es muy diferente a la uenfod de la ciência, y también
es muy diferente a la verdad dei amor.Y otra forma de verdad es la verdad
política, que es una dimensión de verdad muy difereiite a Ias otras verdades,
como tan bien conceptualiza Alain Badiou42, en su lectura de Lacan.
Se trata de cuatro procedimientos genéricos de la verdad. Cuando hablamos
de la verdad dei inconciente, en parte al menos tiene que ver con Ia verdad de
la ciência, porque el psicoanálisis tiene una aspiración científica, aunque no
sea de la ciência clásica. Apunta a una realidad, un real de goce en el sujeto,
eso es lo que localiza.
Y la verdad tiene una “estructura de ficción” diçe Lacan, por eso la clínica
también tiene estructura de ficción: es una forma de construir la verdad de
la experiencia.
Ahora, si filmamos la sesión, eso está muy bien para el psicólogo sistémico,
que va a leer ahí los fenómenos de comunicación, de mensaje y metamensaje»

42 Badiou Alain. Filosofia y psicoanálisis. Edicones Trilce. Montevideo. 1995.


66
de mensajes contradictorios, pero eso quiere decir que está fuera de lo que es,
la concepción fundamental dei psicoanálisis, la transferencia,
Y la clínica psicoanalítíca es una. clínica en transferencia. La sistémica com­
porta un análisis dei mensaje por fuera de la transferencia.
Nasio43 siempre se ocupo de poder definir la clínica en transferencia. Pero,
pone en el campo de lo imaginário Ia interpretación; dice que el analista fan-
tasea la posible interpretación.
Pero siempre se preocupo por analizar esa resonancia transferencial que se
da entre analista y paciente. Hay cierto acompasamiento entre el decir dei
analizante y la escucha dei analista; cuando se produce este acompasamiento
es cuando hablamos de transferencia.
Plantea una clínica por fuera de eso, una clinica de hecho. El hecho de la
filmación supone un armazón, una ficción: elegir qué câmara va y cuál no; Y
eso nos aleja de poder presentar el hecho tal como se presenta.
Todo fílm es la construcción de una ficción, cómo se organiza esa imagen en
grupo. En una filmación así todo lo que se dice va a pasar a la cinta. Ahora,
para nosotros, los analistas, lo que escucbamos en la consonância transferen­
cial, poco tiene que ver con la visión de un tercero de la escena.
La clínica que hace el psicoanálisis es en la escena, no por fuera de la esce­
na. El psiquiatra se coloca por fuera de Ia escena, se ocupa dei paciente y su
sintoma, Ia locura está toda dei lado dei paciente. La clínica psicoanalítíca
es diferente, supone entrar en una escena, y esta es irreductible a una tercer
mirada.
Es muy pobre lo que puede hacer una cinta en relación a lo que es la di-
rección de la cura. La cinta es otro relato, es el relato dei observador, y eso
supone que de lo que se habla es de lo que escucha el observador, y no hay
Otro dei Otro.
Lo que quiere decir la palabra supervisor: alguien que mira desde arriba,
como un panóptico. Otra expresión seria análisis de control.
Es totalmente ínadecuado que alguien cumpla ambas funciones, la de ana­
lista y supervisor con un analizante psicoanalista.
El análisis uno lo puede hacer con un analista durante un recorrido de anos.
Pero una supervisión, es mejor tener diferentes supervisiones: un tiempo con
uno y otro con otro, e ir viendo cómo es con uno y cómo es con otro.
Lo cual no quiere decir que el supervisor a veces haga una intervención que
sea una interpretación, en relación al deseo dei analista. Para eso sirve la su­
pervisión, para cuando hay algo determinado que uno no puede escuchar. Y
esto pasa por dar cuenta de qué nudo hay ahí dei analista en lo que no puede
escuchar: el punto ciego, aquello que no puede escuchar.
Annie Reich44» una psicoanalista postfreudiana fue la que introdujo específi­
ca mente el concepto de contra transferencia, que apuntaba ahí donde el ana­
lista respondia con su propio inconciente, con su propio deseo, y eso impedia
escuchar la particularidad de ese paciente.
Racker45, para decir algo tajante. exi r^laçión qja contratransferencia, co-
menzó haciendo esta fórmula de Annie Reich y después terminó haciendo
cierta orientación en la interpretación. Es decir, lo que hizo fue introducir la
cuestión contratransferencia! como orientadora de la interpretación.
Todo lo que se juega alrededor de la interpretación como acto dei analista
apunta a lo fundamental de la dirección de la cura. Para algunos autores la
43 Nasio, Juan Davíd. Las grandes casos de psicosis. Paidos. Buenos Aires. 2001.
44 Reich, Annie. La contratransferencia. Traducción de Laura Araújo. Ficha cátedra
Psicologia clínica de adultos y gerontes. Facultad de psicologia. UNLP.
45 Racker, Heinrich. Obra antes citada.
66
interpretado n surge en princípio de la contra transferencia.
Entonces, esa fórmula lacaniana de que no hay Otro dei Otro supone que
no hay Otro que garantice la verdad. La verdad siempre tiene estructura de
ficción.
El caso clínico es la produccíón de un texto sobre la experiencia clínica,
cuando se presenta un caso clínico. De ahí que muchas veces tengan la es­
tructura de un cuento o un relato. Como los casos freudianos, y en esa época,
y ahora, aún hay gente que los sigue leyendo como un relato.
El caso supone el punto de referencia de la transmisión en clínica. Aho­
ra, llevar las entrevistas a que construyan un caso quiere decír articular la
teoria también. Un caso no es una yuxtaposición o suma de las entrevistas,
siempre supone una construcción en la que interviene algo de la teoria.
Es interesante, porque se escucha una entrevista y para uno puede ser un
claro ca60 de un perverso, para otro de una neuTOsis obsesíva y para otro de
una psicosis. Entonces, ^quién garantiza que se trate de uno u otra? Muchas
veces, el que funciona como Otro dei Otro es el que tiene más prestigio en un
ateneo clínico.
El profesor titular funciona como quien tiene la verdad. Pero ese peso es
el de la transferencia, no es el peso de la verdad. iY cómo se demuestra la
verdad? En la confrontación; pero no hay un árbitro. Pero lo que sejuega ahí
es la transferencia, la suposición de saber, no la verdad. Esto quiere decir
también, es otra forma de decir: "No hay Otro dei Otro”. No hay Otro que
garantice la verdad.
El terreno de la clínica es el terreno de la confrontación. En un ateneo se
organizan las entrevistas para demostrar de qué se trata claramente, por
ejemplo de una obsesión; es la puesta en juego de una ficción.
Los ateneos más interesantes es cuando se pone en juego Ia confrontación:
alguien dice que es una cosa y mengano dice otra.
Decir que un neologismo se caracteriza por estar fuera dei discurso, un sig-
nificante que no remite a otro, eso no es una evidencia. Cuando alguien dice
una palabra sobre la cual no puede asociar. Para eso habrá que hacer todo un
desarrollo teórico para decir que es una psicosis o una neurosis obsesiva.
Un problema que suelen tener los analistas lacanianos es que la mayoría de
los casos suelen ser tan armados que no dejan hacer ninguna forma de inter-
pretación, porque están armados para demostrar una teoria o un concepto.
Con lo cual es imposible trabajar clínicamente.
No es fácil para un analista hablar de lo que hace, Mucho menos exponerlo
clínicamente.
La clínica, cuando se habla de la clínica está en la posición de un analizante,
porque uno habla de lo que hace y de las equivocaciones, Cuando se habla
comete fallidos, etc., está en posición de analizante, entonces supone dei lado
dei que escucha una cierta consideración.
Por eso, cuando es entre analistas, hay cierto respeto y cierta consideración
que hay que lograria y que tiene que ver con la propia práctica
No hay garantia cuando se habla de Ia clínica. Transmitir Ia clínica de Io
que hace cada uno es transmitir los tropiezos. Por eso lo mejor es cuando uno
puede presentar un caso donde se lo puede escuchar al analista.
El analista a veces se enoja en un análisis, y eso se ve en la intervención
superyoica que realiza. Eso después 6e lo puede leer en Ia supervisión. No
es que no haya contratransferencia o sentímientos propios, el tema es que
Lacan nos ensenó que eso no puede dirigir la cura. Pero esto no quiere decir
que no debe haber.
Lacan, para revertir el postfreudismo de trabajar con la transferencia po-
67
si tiva, dice que uno escucha mejor cuando no le cae tan bien, porque ahí
escucha el agujero, porque si está fascinado con ei paciente no escucha nada.
Lacan decía por eso que era bueno algo de transferencia negativa.
El analista debe poder actuar sin que esos sentimientos que tiene intemim-
pan la escucha.
La cuestión en relación al diagnóstico: hicimos referencia a que el psico-
diagnóstico en los anos '60 tuvo un lugar -Ia batería de tests- en relación al
psicoanálisis, porque era como que el analista orientara su cura a partir de
elementos objetivos como ser los tests de personalidad: Rorschach, T.A.T.
Esa batería de tests, desde los que determinaban algún trastorno neuroló­
gico a un C.I. y a la organización de la personalidad, es lo que podia orientar
Ia cura para los analistas kleinianos de los anos '60. Esto 6upone dejar fuera
de la transferencia lo que es la conducción de la cura.
En esas épocas al paciente se le hacían dos a tres entrevistas cara a cara,
luego dei psicodiagnóstico, y a la cuarta se le indicaba el diván.
El diván es siempre una intervención: Es decir que el análisis está en curso,
pero también puede ser el precipitar la entrada en análisis.
En un significativo libro de esa época ya citado, Carlos Paz46 propone esta-
blecer los critérios con el que determinar la analizabilidad de un indivíduo
que consulta y adjudicaba puntajes que tenían que ver con su predicción.
Con lo cual establecía un orden jerárquico que iba de un analista didacta
de la APA, punto máximo a un psicólogo formado fuera de la APA, punto
mínimo(Los psicólogos recién fuera aceptados en la APA en la década dei
ochenta). Y aumentaba la analizabilidad, si se le realízaba un psícodiagnós-
tico prévio que permitia orientar al analista, como saber, por donde discurrir
ese análisis.
El diván tiene varias implicaciones:
Una puede ser cortar esa forma de discurso imaginário que trae el paciente.
Un paciente busca siempre alguna forma de aprobación o de correspondência
imaginaria. Si a uno le sonríen en una situación social tiende uno a sonreír,
es decir, realizar especularmente lo que el otro espera de uno. Es decir que
siempre hay en lo especular, de la mirada, una tendencia a lo recíproco. Tam­
bién si nos miran con cara de ôdio.
Bueno, esto Lacan lo de mostra ba con los pececitos de combate, que las se-
nales de uno Ievantaban las senales de ataque dei otro. Y Io mismo en las
cuestiones de amor.
Esto es lo que el diván trata de cortar, esta correspondência biunívoca.
Pero esto significa que no se puede indicar diván a todos, porque hay algu-
nos a quienes la angustia los devoraria. La indicación de diván no es para
todos, se puede hacer psicoanálisis cara a cara.
La indicación de diván en muchos casos se convierte en un obstáculo, sobre
todo en histerias, en esta demanda de lo imaginário especular.
Uno'en la vida aprende a poder leer en los gestos dei otro la aprobación de
los dichos de uno. Entonces, si vio una mueca de desaprobación, va a intentar
de hacerlo reír por la seducción. En esos casos es importante poner un corte.
Porque además para un psicoanalista es bastante insoportable no hacer ges­
tos. Este semblante tiene su peso poder realÍ2arlo, uno lo puede hacer no por
mucho tiempo.
Muchas veces reírse con un chiste no tiene consecuencias en la dirección de
la cura, pero otras veces sí: Cuando eso suele ser un instrumento para que el
otro no escuche. Y la posición dei neurótico es la de ser lo que al otro le falta,
46 Paz, Carlos Alberto. Analizabilidad; alcances y limites dei psicoanálisis. — Bue­
nos Aires: Paidós, 1971.
68
y se han dedicado a hacer encantar al otro. Ahí se debe indicar diván.
Y todo lo contrario en los casos en que lo imaginário o lo especular es un so-
porte indispensable para poder sostener la palabra. Por eso a veces en casos
de extrema angustia se le pone cierto dique a Ia angustia con el cara a cara.
Y ni hablar en los casos de psicosis, el cara a cara es una condición esen-
ciai, por las desarticulaciones de lo imaginário que se dan en la psicosis. La
indicación de diván en un prepsicótico (no desencadenado) puede hacer des-
encadenar el delírio.
En estos casos, claro, el diagnóstico es fundamental. Ahora, £qué diagnós­
tico? No el que nos puede dar el Borschach, porque los tests de personalidad
plantean la generalidad en lo particular dei sujeto, o sea, un camino contrario
a un análisís, donde lo que uno puede escuchar es lo particular dei sujeto.
Hay obsesivos donde lo particular es aquello que rechazan: “Nada particu­
lar, lo de siempre”, "Como’Ia vida de todos, a todos le pasa Io mis mo”. Este es
el recurso obsesivo: “A todos nos pasa lo mismo”. Nada de donde poder asirlo,
todo está bien, el problema es dei otro: uSi Ud. me dice qué desea, yo respondo
a la demanda”.
Un paciente así cambió cuando estaba diciendo lo que hacía: “Los sábados
fútboF. Entonces el analista preguntó cómo era jugando al fútbol: “No; ahí
soy otro, puteo al que no tiene la suficiente voluntad\ Y luego dice: "A mí me
gustaría ser como soy en el partido de fútboV. Lo interesante es que pudo per-
cibir que es en el fútbol en donde no es "todo lo mismo” para él.
En este paciente no había matices, variedad, "todo era lo mismo'’. Hasta que
pudo subjetivar que la crisis con su mujer que lo había traído al análisis era
porque él tenía ya de antes cierto malestar en relación a su mujer, malestar
que él actuó: Apareció cierta mujer y él se fue con ella, y cuando volvió la mu­
jer se lo reprochaba, y si no era por eso "él no tenía problema”.
Para un buen burocrata, como es el obsesivo, porque cumple la ley, el tema
de que el otro insista es un problema, y él puede localizar la solución en el
futuro.
Esta persona pudo localizar algo de su deseo: de dondé su palabra apunta a
algo de su deseo, es justamente en la escena, jugando al fútbol.

69
CAPITULO 7
EL DESEO DEL ANALISTA

EI deseo dei analista, que es referenciado en el Seminário 11 de Lacan<7, en


la última clase. Menciona una máxima kantiana dei lado de Sade; habla de
la voluntad de goce; habla de aquello que posiciona al perverso en una posi-
ción por un lado, en una posición dei yo de Ia voluntad, y por otro lado, el ser
instrumento dei goce dei Otro.
El perverso se identifica con el código, con el instrumento. Esto se lo ve en
Sade.
Lacan invierte la moral kantiana. El supremo mal en lugar dei supremo
bien. Esto es el fundamentalismo: un significante al extremo. La moral kan­
tiana de llevar todo al ideal lleva a producir el otro como resto, y esto termina
en el nazismo.
Entonces Lacan diferencia la moral kantiana dei deseo dei analista. Lacan
sostiene al deseo dei analista diferenciándolo de Ia contratransferencia de
la que hablaban los postfreudianos: la contratransferencia entendida como-
aquella que siente el analista. No se trata de que no exista la contratrans­
ferencia, sino de que cuando uno responde como analista no responde como
sujeto, porque el analista es una función, no un ser.
Colette Soler, dice que al analizante lo define el deseo dei analista. La dife­
rencia entre el amor de transferencia y el amor real es la que tiene que ver
con una posición de abstinência dice Freud, y Lacan llama a eso “deseo dei
analista”.
El deseo dei analista es el que anuda a la falta, se trata de soportar la falta.
La falta es ese objeto dei que el analista es semblante; objeto a como agente
de discurso. EI analista en esa posición /Undona como analista. El ser dei
analista en último caso es el deseo dei analista, y eso entonces es Ia falta.
Tiene más que ver con una posición que tiene eficacia; provoca un acto, pero
que es a posteriori.
No hay algo definible como “ser dei analista”, puesto que es algo que funcio­
na en determinado momento en que Ia eficacia se ve en el acto.
Décimos “acto” porque es a partir de que inscribe algo. La interpretación es
la anticípación de un algo, como acto, pero siempre es a posteriori: Podemos
decirle la mayor de las verdades a un paciente, pero eso no es interpretar.
El acto permite inscribir la castración y deja como resto un significante,
produce un significante que es el discurso. No se trata solamente de mostrar

47 Lacan, Jacques. Seminário XI, los cuatro conceptos fundamentales dei Psicoanálisis.
Edit. Síntesis. Buenos Aires. 1986.
71
la falta ei funcionar como analista; esa falta es la que permite arribar a un
objeto. Por eso Lacan llama a la función dei analista ‘semblante de objeto”.
Porque si no el histérico podría ser la esencia de un analista, porque xnues-
tra su falta para arrojársela al Otro.
Margarette Little, en el caso que Lacan presenta en el seminário X, dio
lugar para ubicar el objeto. Muchas veces los pacientes que se relacionan por
actings pueden estar en relación al deseo que se juega en el analista/A veces
hay que senalarlo y otras veces hay que prohibir.
El analista frente al acting out se encuentra con una gran impotência, por­
que la palabra es impotente. <,Cómo hacêr que este acting pase por el desfila-
dero dei significante?
Un paciente que pidió en el medio de la sesión un vaso de agua varias veces.
El analista se daba cuenta qüe era un acting pero no sabia como incdrporarlo
al discurso. Un dia el analista, cuando la paciente preguntó cuánto era, le
dijo que si preguntaba cuánto era ‘$con o sin vaso de agua?\ y la paciente,
indignada, empezó a hablar.
Se trata de chocar con lo imposible, lo que no cesa de no inscribirse, es de-
cir: lo real. La posición dei analista toca el acting out cuando surge algo de
lo real.
Entonces, respecto de la posición dei analista: todo depende de la posición
dei analista en cuánto hará muestra de su deseo. Esto no es una fórmula.
Otro ejemplo: Una paciente que interrumpía la sesión levantándose para
ir al bano siempre, hasta que un dia el analista le dijo que o bien iba antes o
bien después, y que si no, se iba. La paciente iba al bano para vomitar, enton­
ces ahí surgió la dimensión bulimica como un sintoma en transferencia. Lo
que transmite el deseo dei analista cuando está funcionando es la castración,
transmite la castración.
No transmite saber ni sintomas ni ideales, como los otros discursos tera­
pêuticos. Por eso es tan importante que el analista pase por su propia cas-
tracíón: hasta que no se confronte con la presencia real dei analista no puede
analizar.
El analista como otro, como cuerpo no se puede ubicar, porque se pone en
juego la castración, y en análisis esto es fundamental.
No hay analista sí no pasó por la castración propia, porque no hay deseo dei
analista. Podrá haber võluntad de saber, pero no analista. Un análisis apun-
ta a la subjetividad. Como efecto de un análisis puede producirse un analista.
Es decír, es importante el pasaje por la castración, la no existência dei Otro.
Retomo la máxima kantiana dei lado de Sade: Võluntad de goce: aquella
que posiciona al perverso. Por un lado al yo de võluntad y por el otro, al ser
instrumento dei goce dei A. El perverso se identifica con el Iátigo, con el ins­
trumento dei goce dei Otro.
Lacan invierte la moral kantiana, el supremo mal en lugar dei supremo
bien (esto también en el fundamentalismo» significante amo al extremo). La
moral kantiana de llevar todo al ideal, lleva a producirla otro como resto,
termino en el nazismo.
La moral kantiana £ al deseo dei analista, y este distinto a la contratransfe-
rencia (psotfreudianos). No es que ella no exista, sino que el problema es que
cuando se dirige la cura desde ahí, el analista no debe responder como sujeto.
El analista es una función y no un ser.
Al analizante lo define el deseo dei analista.
La diferencia entre el amor de transferencia y el amor real es que tiene que
ver con la posición de abstinência.
Lacan dice que tiene que ver con el deseo dei analista.
72
El deseo dei analista es el que anuda a la falta. Soportan la falta. La falta,
ese objeto dei que el analista es semblante (objeto a como agente dei discur­
so). En suma, el ser dei analista es el deseo dei analista, y así la falta.
Tiene que ver con una posición con eficacia, provoca un acto pero que es a
posteriori. El ser dei analista funciona en distinto momento, no es algo conti­
nuo, se ve sólo cuando hay actos.
Se entiende acto, a partir de que se inscribe algo, algo dei orden de la cas-
tración y deja como resto un significante.
De ahí entonces entender a la Interpretación como un acto: Anticipación de
un tíempo, que supórié eso que en el analizante está al borde de su decir
No es solamente mostrar la falta, funcionar como analista. Esa falta es la
que permite anidar un objeto, semblante de objeto (Lacan 11ama así a la fun-
cíón dei analista).
M. Little dío lugar para ubicar el objeto: Mucbas veces pacientes que se
relacionan por acting puede estar en relación al deseo que se juega en el
analista.
El analista ante el acting está en impotência, porque la palabra es impoten­
te ^Cómo hacer que este acting pase por el desfiladero significante?
Lo que transmite el deseo dei analista cuando está funcionando, es la cas-
tración: no saber, no sintomas ni ideales. Por eso es que el analista deba
pasar por su cas tración.
La presencia real dei analista pone en juego la c.astración. El deseo dei ana­
lista solo es posible cuando este pasó por su propia castración.
Como efecto de un análisis puede produeirse un analista, no antes. Es inehb
dible el pasaje por la castración, por la no existência dei Otro.

EL FANTASMA EN RELACIÓN AL COMIENZO Y AL FIN DE ANÁ­


LISIS
Un sujeto 9e constituye en el campo dei Otro. Algo v^-a representar la falta
tanto para el sujeto como para el Otro. La falta es el objeto a. El objeto a es
inconmensurable, es una falta lo que va a representar, algo que no es ni el
sujeto ni el otro, una falta en ambos. La fórmula dei fantasma es la siguiente:
$0a
El sujeto es en el objeto a y al mismo tiempo se separa dei objeto a. La causa
separa y une al sujeto con el Otro.
El fantasma es una escena. Este rombo, en la fórmula dei fantasma, cons­
tituye los limites de la escena en Ia cual el sujeto barrado está en relación al
objeto a.
Freud hàbla de fantasia tanto en el caso de las fantasias preconscientes (los
ensuenos) como de laa inconcientes.
Cuando se introduce la clínica lacaniana era un momento en que la clíniça
kleinianã predominaba, y en ella era toda fantasia. En espanol fantasia es
escena. Fantasia es un objeto imaginário. Para Ia clínica kleiniana todo era
fantasia.
Algunos autores hablan dei fantasma como de la fantasia.
La fórmula entonces es: $ 0 a; lo escribimos así porque la fantasia funda­
mental es aquella que se constituye al final dei análisis, es una escena con la
cual el sujeto responde al deseo dei Otro.
El fantasma es una escena. El rombo implica la clínica de la escena sonde
el sujeto esta relacionado al (a). Freud habló de fantasia, tanto preconciente
como inconciente.
73
Para el castellano, fantasia es una escena y fantasma es un objeto imagi­
nário.
Fantasias' en plural, tiene que ver más con las ensofiacíones, están piás
relacionadas con los anhelos.
El sueno se ha dicho que es una realízación de anhelos que apunta al deseo.
Hay una trama de fantasias que remiten a una escena a construirse en el
análisis: el fantasma o la fantasia fundamental.
En todo sintoma está en juego la fantasia fundamental.
Hablar de fantasia fundamental es más apropiado que hablar de fantasma,
porque la primera remite a una escena.
fdentificarse, por ejemplo, con un personaje en una película supone poner
en juego una fantasia.
La fantasia es más difícil de transmitir en el marco de un análisis, cada uno
la tiene como más propia.
Es esa relación al objeto, mientras que el sujeto está más en el campo dei
objeto.
La fantasia es una respuesta al deseo dei Otro: óqué soy para el Otro? El
atravesamiento dei fantasma supone entonces encontrarse con el vaciamien'
to dei Otro: resulta que no hay Otro que desee. Nos pasamos la vida poniendo
a los semejantes en el lugar dei Otro.
La fantasia neurótica tiene que ver con qué quiere el Otro de mi, qué lugar
ocupo para el Otro. Es una fantasia de hacer consistir al Otro.
Alguien que atravesó un análisis también busca alguna forma de Otro.
Lacan habló respecto de quienes habían atravesado un análisis de una po-
sición de deseo advertido; quedaria una ética de la castración. El análisis
transmite castración.
Lo que el analista tiene para dar, contrariamente al partenaire dei amor, es
eso que la más bella desposada dei mundo no puede superar, esto es a saber:
lo que él tiene. Y lo que él tiene es, como en el analizado, no otra cosa que su
deseo, con la única excepción que este es un deseo advertido,4*
ELneurótiço lo que más teme es la falta dei Otro, porque si es neurótico es o
porque asumió la castración o porque la reprimió.
Encontrarse con la inexistência dei Otro puede deprimir, puede angustiar.
Tampoco se trata de pretender que el sujeto quede despojado de todo ideal.
Hay que ver muy bien hasta dónde conducir la cura, porque hay sujetos que
no están en condiciones de encontrarse con la inexistência dei Otro.
No se trata de una exigencia moral en la que el análisis le debe mostrar la
inexistência dei Otro, es una cuestión ética.
Por eso cada sujeto debe ser conducido según su propio deseo, no según los
deseos dei analista como persona
No se debe conducir al sujeto a pesar de su deseo; no se debe dejar al sujeto
sin recursos; no se lo debe dejar deprimido.
Algunos analistas suponen que la posición.dèl analista se asemeja a la mo­
ral kantiana, es decir, llevar al paciente hasta el máximo.
Pero la posición dei analista tampoco se trata de responder a la demanda,
porque muchas veces el sujeto no quiere saber nada, pero se angustia ante
eso. El analista debe respetar el deseo dei paciente.
El final de análisis supone la identificación con el sinthome.
Lo que es aquello que de un sintoma queda al fin de análisis.
El sujeto se las ar regia con aquello que lo marcó. El análisis apunta a ahue-
car lo que no falta.
48 Lacan, J. seminário VII, la ética dei psicoanálisis. Cap. XXIÍ. La demanda de felici-
dad y la promesa analítica. Pag. 358. Editorial paídós. Buenos Aires. 1988.
Hay un go.ce en exceso que le impide al sujeto arreglarse con su falta, es de-
cir: muchos neuróticos demandan porque sienten que les falta algo, y quieren
a través dei análisis conseguir algo,
El sujeto se constituye en el campo dei Otro.
Algo va a representar la falta tanto para el sujeto como para el Otro.
Es el objeto a que es inconmensurable, es una falta que no es ni el sujeto ni
el Otro (falta en ambos). ,
Aún terminado el análisis se busca Otro, pero ahora la posición es otra, es
un sujéto^idvér£i'do::^üedaría una ética de la castración, el análisis transmi­
te la castración.
El neurótico lo que más teme es la falta dei Otro, encontráse con la inexis­
tência dei Otro puede angustiar, deprimir. Tampoco 6e puede pretender que
el sujeto quede despojado de todo ideal. Hay que ver hasta donde conducir la
cura," porque hay sujetos.que no están en condiciones de encontrarse con la
inexistência dei Otro.
Es una cuestión ética hasta donde llegar, es según el caso.
CAPÍTULO 8
ACTING OUT Y PASAJE AL ACTO

mo Inhibición Impedimento Embarazo


vi
mien Emoción Sintoma Pasaje al acto
to
Turbación Acting out Angustia

Esto aparece, tiene que ver, conla clase 6 dei seminário de la angustia*10; un
seminário fundamental en la obra lacaniana.
Este eje es una lectura dei texto de Freud Inhibición, sintoma y angustia,
que Io ubica.del menor al mayor movimiento y de la menor a la mayor difi-
cultad.
Entre la inhibición, que es el punto mínimo, y la angustia, que es el máxi­
mo, hay términos intermédios.
La angustia representa así la mayor dificultad y el mayor movimiento, de
ahí que sean el punto más difícil en el dolor psíquico.
Angustiae60: estrecho de angustus: es trecho. Angostura, desfiladero, lugar
estrecho
Pobreza dei espíritu (lugar dei alma)
Angustia itineris: .los maios pasos, dificultad de los caminos
Angustia u Temporis angustiae: lo limitado dei tiempo, corto tiempo
Angustia stipendis: insuficiência dei sueldo
Verborum angustiae: concisión de palabras
Angustia. (Dei Iat. angustia, angostura, dificultad). f. Aflicción, congoja, an-
siedad. 112. Temor opresivo sin causa precisa. | | 3. Aprieto, situación apu­
rada. | | 4. Sofoco, sensación de opresión en la región torácica o abdominal.
11 5. Dolor o sufrimiento. | | 6. náuseas (II ganas de vomitar). U. solo en
sing. II 7. p. us. Estrechez dei lugar o dei tiempo.
La angustia se define desde lo estrecho, desfiladero y lo angosto, así como
afecto máximo. Es un afecto de un tiempo que urge y al mismo tiempo su
causa íe ès oscura al sujeto,
Freud pensaba que el afecto de la angustia, era un efecto, un resultado de la
represión. Un resultado de la privación pulsional que la represión implica.
49 Lacan, Jacques. Seminário X, la angustia. Paidós. Buenos Aires.2006.
50 De Miguel y Morante. Diccionario latino espanol etimológico. Librería general de
Victoriano Suarez. Madrid. 1958.
77
En lg221a angustia no es un efecto, la angustia es una causa, es causa de
la represión.
La idea de que la angustia surgia de la privación pulsional le permitió ex­
plicar la psiconeurosis de defensa y las neurosis actuales. Pero que en 1927
encuentre a la angustia como causa, llevará a plantear que toda neurosis es
traumática.
Redefine claro el traumatismo ya no traumatismo de la seducción sino como
traumatismo de la fantasmática.
Ee de ese punto freudiano dei que Lacan parte para establecer su redefini-
ción de la angustia y con ello, su declinación conceptual.
Por el lado dei movimiento, Lacan en el lado de la inhibición coloca luego
la emoción y la turbación, que implican diferentes movimiento6 pero igual
dificultád.
..Primero la inhibición: es la retención de toda respuesta. Freud coloca a la
inhibición como previa al sintoma en Inhibición, sintoma y angustia; luego
hace sintoma, por tanto la inhibición es reconocible pero no interpretable.
O sea que no hay de esto sefíales. La inhibición es exitosa en tanto no hay
resto de este acto detenido que es la inhibición.
En la fobia lo que hay es un temer, miedo, no hay inhibición. La evitación
fóbica implica que el sujeto realiza conductas evitativas, hasta la mayor que
es la claustrofobia. Pero ahí no se inhibe sino que surge el miedo como un
ciclo. Un fóbico transpira, etc.: hay respuestas corporales. En la inhibición lo
que hay es una ausência de respuesta, que no es lo mismo que la emoción.
La emoción es un concepto que viene de la psicologia de las emociones, como
una especie de sentimiento pero de orden más bien corporal, que tiene que
ver con un compromiso corporal. Y Lacan lo relaciona con eso que surge que
en.la psicologia se llama “la mancha”: la mancha de Rorschach. Eso de que
el sujeto al ver la mancha y encontrar ahí algo surge la emoción. Esta es dei
mismo orden que encontrar en el dibujo una mancha. Es algo tenue en rela-
ción a lo que podría ser la turbación.
La inhibición es la ausência total de respuesta. No es el obsesivo que tiene
la duda de "£le digo o no le digo?”, sino que es un grado anterior, una ausên­
cia de pensamiento, y que no puede decir nada: En el momento no me surgió
nada, después me di cuenta de todo lo que le pude haber dicho”.
Esto es dei orden de la inhibición: no tiene pensamiento, no hay ningún
contenido en ese momento, no surge nada.
La emoción, dice Lacan, produce no saber de qué se trata eso, como la man­
cha, no saber de qué se trata eso que se encontro, pero hay ahí un saber, de
alguna forma concernido.
Y cuando uno está turbado aparecen rasgos de esa turbación. La turbación a
veces se relaciona con cierta construcción. Lacan lo define como “la evocación ■
de uh poder pero que no se presenta”. Es decir, se busca algo que realizar, en
relación al acto, pero no hay poder para ^ealjz&xlo?i.entonces podemos decir
que está turbado.
En la misma dimensión de la inhibición, en relación a la dificultád está el
impedimento y luego el embarazo.
— El impedimento; impedir, es la dificultád en retener: retener su deseo. Y
esto en relación al obsesivo se llama "compulsíón”: es la compulsión obsesiva,
Io que lo lleva al obsesivo a realizar actos que quisíera detener. Lacan lo ubi-
ca a nivel dei impedimento, impedido de impedir.
En cambio el embarazo, que supone una mayor dificultád: embarazo tiene
la acepción de llevar algo dentro, pero a su vez supone primero que es un em­
barazo en relación al otro, con el enrojecimiento que sucéde a un acto fallido.
78
El embarazojBS cierto desnudamiento frente al otro, cuando uno dice más de
lo que queria decir. Está en relación con la causa. £Qué diferencia hay entre
un acto fallido que es una equivocación y un acto fallido en relación al sujeto?
El embarazo; ahí se escucha cuando está en relación a una causa^
Lu ego Laçan incluye el pasaje al acto'. mediano movímiento y mayor dificul-
tad; y el acting out: mediana’diíicultad y mayor movímiento.
En otro lugar Lacan dice que el ánálisis transcurre, se desarrolla a partir de
la formalización de un sintoma en transferencia, porque es interpretable.
El ánálisis se desarrolla entre la inhibición y el acting out. Porque la inhibi-
ción no es interpretable y el acting out tampoco.
El sintoma se hace interpretable en el ánálisis. Si no es dei mismo orden
que interpretar el asma o cualquier fenómeno psicosomátíco. Es en el discur­
so donde uno puede operar por ejemplo una impotência, Si no, queda en el
discurso sugestivo, como bacen los terapistas sexuales cuando dicen que ese
es un trastorno sexual por fuera de Ia transferencia. Esto es dei orden dei
saber, no dei saber supuesto sino dei saber efectivo.
Y un analista trabaja sólo en transferencia. ^Por qué una sucesión de vómi­
tos son sensibles a un psicoanálisis? No por lo que hace un conductista, que
indica qué se debe hacer» funciona a través de la indicación y sugestión en
base a un saber efectivo, y que responde a Io general, por tanto no al sujeto.
Entonces, estas técnicas que llevan lo particular a lo general lo que hacen es
desubjetivar.
Una paciente que se presenta con una serie de vómitos aparentemente invo­
luntários, que se le aparecen en forma más o menos diaria desde los 15 anos.
En ese momento tenía 19. Cuando ella entra en ánálisis los vómitos cesaron.
Habló de los vómitos en la primera entrevista, Iüego se quejaba cada tanto. Y
al entrar en ánálisis dejó de vomitar.
Ese sintoma fuera de transferencia fue tocado por algo que sí sucedió en
transferencia, en donde ese vómito tenía que ver con la relación que ella tenía
con su madre, de sentírse no catectizada por la mirada de la madre, y que se
catectizaba con cada varón que encontraba.
Es una cuestión de que Io que se arma de orden simbólico es desatable por
la palabra. Pero si nos hubiésemos metido con la realidad dei vómito, èse vó­
mito no es tratable por la palabra. EI acento no hay que ponerlo ahí sino en lo
transferencial, en la organización de un sintoma a nivel transferencial.
Los neuróticos tienencomo cierta “creencia”, digamos, en el valor de la pala­
bra. Eso un asmático o un buEmico o un anoréxico no lo tiene. Menos que todo
un asmático. El neurótico mayormente tiene cierta creencia en la palabra, la
palabra que evoca, que hace sentir. No así en el anoréxico y el bulímico. Por
eso en estos últimos casos no podemos hablar de sintoma.
El sintoma es algo a construir en el ánálisis.
Enel psicosomátíco la transferencia está obstaculizada poria falta de creen­
cia en el valor de la palabra. El psicosomátíco responde más a la medicina. Y
responde tardíamente al psicoanálisis. La demanda es a la medicina, porque
es a una solución general. Por eso la medicina objetaliza y dice: “Se trata de
un estômago’1; porque eso es lo que generaliza: Hay 10 tipos de úlcera, no
tantas úlceras como sujetos hay.
Y también el adicto es alguien que cree más en el valor de la sensación dei
goce de Ia sustancia que en el valor de la palabra. El adicto dice: "Me trae
consecuencias, pero el goce es irrenunciable e inmediato”.
■ En un momento el ataque de asma era interpretado en relación a la madre,
en la época de los postfreudianos; pero en Klein todo era en relación a la
madre.

79
Los desordenes psicosornátícos no son. dei orden de la interpretación, y la
dirección de la cura pasa por una somatización en otro lugar. Porque los tras-
tornos psicosomáticos producen un goce que está por fuera dei valor fálico,
dei orden fálico» y esto los hace inoperables.
Lo mismo que el toxicómano, cuya demanda en relación a la droga no pasa
por el otro, por tanto la adicción por esta via no es sintomatizable.
Un adicto no dice: °No sé por qué me aspiro una línea”, No; ahí generalmen­
te hay un saber: sabe sobre el goce, en el cuerpo. Es un goce dei orden de lo
inmediato, y por tanto no pasa por una demanda al otro. No hay Otro.
Retomando Io afirmado más arriba. La clínica psicoanalítica se da entre la
inhibición y el acting out, es decir que entre la inhibición y el acting out se da
el sintoma. La angustia está más allá dei acting out, no hace enigma, es un
dolor sin causa, por eso Lacan dice que no es interpretable.
La angustia es algo que está por fuera de lo interpretable en tanto comporta
el mayor dolor, y hay ahí una falia dei sintoma; porque el sintoma anuda, es
entonces cuando el sintoma no opera. Lacan coloça al sinthome como lo que
anuda, lo que sostiene, y es por esta falia de su función de anudamiento la
aparición de la angustia. La angustia no es sin objeto. La angustia siempre
supone la cercania dei objeto. Cercania dei objeto que tiene que ver con una
identiâcación, con ser objeto frente al Obro.
Y Lacan refiere el goce incestuoso o el goce dei Otro como ese goce imposible,
que es el de ser un puro objeto a merced dei Otro. Y es cuando este goce está a
punto de irrumpir, la inminencia de este goce, cuando aparece la angustia.
Es cuando deja de haber parâmetros. Porque uno se sostiene frente al otro
por ciertas regias, parâmetros, que me hacen no ser un objeto frente a la boca
dei cocodrilo: frente a esta se pone el falo. El falo es lo que localiza frente a
este goce dei Otro.
La angustia brota en la inminencia de este goce dei Otro. Aunque puede
haber niveles de angustia, en general se dice "estoy angustiado” para decir
que está ansioso, conmovido, etc.
Pero la angustia es un concepto muy preciso: supone la pérdida momentâ­
nea de todo parâmetro: nó hay lugar en el mundo donde ponerse en la angus­
tia, porque no hay lugar donde estar a salvo de la angustia, no se sabe donde
ir. Por éso hablamos dei máximo movimiento y la mayor dificultacl.
El angustiado se siente un objetito en la boca dei cocodrilo.
La angustia es inequívoca: no se tiene dudas de que se está angustiado. No
es tan frecuente estar angustiado, Y no alcanza con que el sujeto diga que
está angustiado. En la vida cotidiana se dice angustiado por machas cosas,
pero este es un valor banal de Ia angustia.
Es cuando el sintoma falia, que se produce. El sintoma liga algo dei orden
dei goce (cuerpo) con algo dei orden dei significante (inconciente). No es así en
la angustia: en la angustia hay una separación dei inconciente.
La angustia es la coyuntura donde el $ se percibe como equivalente al obje­
to, sea su objeto o sea su objeto para el Otro.
Ser el objeto. El sujeto se aprehende como objeto y donde ei deseo en tanto
desconocido, está en suspenso.
Pensemos que el inconciente es un sistema de control, de transformación
dei dolor corporal. Es una estructura que permite procesar la excitacíón que
nos viene dei cuerpo. Produce anudamiento entre lo que es dei orden dei cuer­
po y de la representación, decía Freud.
Por eso es tan importante entender el esquema dei peine51.
51 Freud, S. Interpretación de los sueno. Cap. Psicologia de los procesos oní­
ricos. Pag, 545 y siguientes. Tomo I Obras completas, Lopez Ballesteros. Editorial
80
El esquema dei peine es fundamental para entender el procesamiento que
realiza el inconciente de las excitaciones corporales. Permite traducir la exci-
tación con alguna forma de representación, que Ie da alguna forma de salida.
Por eso el inconciente está entre la percepción y el polo motor. Este inconcien­
te es lo propio dei ser parlêtre, lo que nos diferencia dei polo animal. Y que
es justamente por la vía de la palabra, porque tenemos inconciente en tanto
nos hablen.
El suje to es una respuesta por la vía dei cuerpo ante la palabra. Es una
respuesta de lo real dei cuerpo ante la insistência de la palabra. Porque si no
hay cuerpo (cuerdas vocales, cerebro) no hay posibilidad de respuesta subje­
tiva, pero tampoco la hay si no hay Otro. La respuesta subjetiva es ante la
incidência dei Otro, dei discurso.
Entonces, entre el sintoma y la angustia, por otro lado, Lapan incluye al
acting out y ai pasaje al acto. Son dos formas de respuesta: el acting out es
una respuesta y el pasaje al acto es una reacción.
EI acting out es una respuesta salvaje a la demanda dei Otrq. En tanto no
es por el orden de la palabra sino por el orden de la actuación, de la respuesta
corporal. El acting no es algo dei orden de lo interpretable ni dei orden de lo
prohibido; ni tampoco es interpretable, porque no es dei orden dei sintoma, es
decir, articulado a la palabra. Justamente, si alguíen lo interpreta lo que se
hace es darle un sentido a la actuación, sea la conducta que sea que suponga
cierta mostración. Es decir, conductas en las que lo que caracteriza es Ia mos-
tración. No es Io mismo la mostración que el mensaje, el discurso al otro. Lo
que se muestra es una conducta, una forma de actuación.
A veces también las palabras funcionan mostrativamente: Por ejemplo, uno
puede insultar a alguíen que nos dice algo. El insultar muchas veces tiene el
valor de acting, porque a veces tiene el valor de odio, no de decir algo, mues­
tra. Otras veces no.
Hay un uso mostrativo de las palabras y también hay un uso evocativo,
referencial, indicativo de Ia palabra.
El acting out es una conducta mostrativa que busca hacerse un lugar en el
Otro. Se muestra algo que supone abrir una falia en el otro: ‘Viste, me podés
perder”.
Muchas veces en relación al acting out, en relación al intento de suicídio,
que muchas veces son dramáticos y otras dei orden de la parodia. Pero tam­
bién hay otro orden dei acting out en què el sujeto, en la sucesión, puede
realizar apuestas cada vez más mostra tivas.
Lacan al “caso de los sesos frescos” lo planteó en lo que no entendia el ana­
lista: que el acting out es una respuesta frente a la sordera dei otro.
Con los sesos frescos, el paciente simplemente le hace senas a Ernest Kriss:
"Todo lo que usted dice es cierto, pero sencillamente no loca a la cuestión; que-
dan los sesos frescos. Se lo demostraré iré a comerlos al salir, para contárselo
la próxima ve2?2”.
A veces esto es escuchado por el otro (sea el padre, madre, novio) y el acting
out precipita cierta modificación de la posición dei Otro. Por lo menos a esto
apunta cierta clínica dei acting out de los intentos suicídio: apuntar a que
haya cierto movimiento de alojamiento dei Otro.
Se trata de respuesta en una escena. En el acting está el sujeto y está el otro
en la escena, y el sujeto procura sustraerse para producir una falia en el otro.
Por ejemplo en el intento de suicídio: “Puedo desaparecer” Son comunes las
Biblioteca Nueva. Madrid. 1967.
52 Lacan Jacques. Seminário X la angustia. Clase 9. Paidós. Buenos Aires.
2006.
81
ínternaciones por intento de suicídio en jóvenes y adolescentes por problemas
familiares.
Una hija que intento suicidarse porque la madre no escuchaba que su pro-
pia pareja intentaba violaria. Y el intento de suicídio fue la via para que la
escuche y la mande a vivir con su hermana.
La sordera dei Otro es lo que causa un acting. El acting lo causa el no encon-
trar lugar en el Otro, sea responsabilidad dei otro o sea dei sujeto.
Muchas veces hay gente que opera siempre por la via de] acting, porque
es la forma de tirarle toda la responsabilidad al otro: lo podemos ver en un
obsesivo, en una histeria.
Hay toda una clínica en relación al acting; no es una estructura porque pue-
de estar tanto en la perversión como en la neurosis. Hay una falia en la rela­
ción al Otro. Lacan lo ubica en relación a la separación al otro, en el “puedes
perderme”. El Otro es significante, el lugar dei discurso. En el cual el sujeto
va encarnando a lo largo de su vida a distintos otros.
Es porque se le hãbla al cuerpo que responde un sujeto.
Hay sujetos que viven en actings constantes, que son incapaces de sostener
en su propio seno un sintoma: en6eguida se Io arrojan al otro y le enrostran
al otro siempre la responsabilidad de su dolor, de lo que les pasa. La cuestíón
es siempre el otro. Hay toda una clínica y maniobras para hacer ese sujeto
analizable, pero no por la vía de la interpretación dei acting out sino de la
sintoma tización.
Y la transferencia también es dei orden de una escena, pero de una escena
en donde juega la palabra.

DEL GOCE
La doctrina lacaniana acerca dei goce, si bien aparece en el Seminário 10, es
recién en el Seminário 20 donde Lacan hace mayores precisiones y delimita
goces.
Porque se puede decir:
- “El goce es dei cuerpo”
- “El goce es lo real”
- “Todo sintoma tiene una cara gozosa”
Se puede plantearlo en Preud, sobre todo en la última parte de su obra, en
relación a:
1- La reacción terapêutica negativa.
2- La tipologia de los que fracasan al triunfar.
Si bien Preud habla de displacer para un sistema y placer para otro, lo ve­
mos hoy como goce.
La reacción terapêutica negativa*3 es; iQué es.lq-.que hace que alguien deci­
da abandonar un tratamiento en unpuhio determinàdo?, se pregunta Preud.
Y dice: La reacción terapêutica negativa es aquello que hace que se elija el sin­
tonia a la cura. La reacción terapêutica negativa apunta a eso indiferenciado
pero insistente de la pulsión, de la satisfacción pulsional. Esa adherencia pa­
tológica al sintoma que se preHere en relación a la cura. ^Qué quiere decir “en
relación a la cura”? En relación a la cura en tanto se elige no dejar de gozar.
Lacan dice que la cura psicoanalítica es pasar dei goce al deseo. Ahí donde
se deseaba el sujeto debe advenir, pero el sujeto barrado.
En la tipologia de los que fracasan al triunfar Preud habla de sujetos que
cu ando ganan algo, le hace perder eso. Por tanto se ve-que hay una satisfac-53
53 FREUD, Sigmund. El yo y el ello. Volumen XIX. Paídós. Buenos Aires
_i..
ción en la perdida, que va por el lado dei anhelo.
Estamos hablando de la clínica freudiana cuando Freud plantea que la
cuestión no pasa sólo por un placentero y un displacentero sino por un más
allá: otra forma de satisfacción pulsional.
En la clínica vemos cómo muchos sujetos persisten en la elección de aquello
que les duele: dolor psíquico.
Porque las interpretaciones tienen dos caras: Si uno no toma ambas vertíen-
tes, el lado deseante y el lado gozoso, el sintoma queda inmutable.
El problema .-de. hablarí ^EZ hctblar reduce elgoce”, dice Lacan en el Seminá­
rio 2O54. Lãcan dice: "Là sublimación se traia de esto: yo no cojo, habla”.
Lacan dice que la palabra supone algo dei orden sublimatorio. La subli-
mación es un destino pulsional que supone el orden de una satisfacción no
sexual.
Entonces, en Freud, si la reacción terapêutica negativa supone una adhe-
sión à la parte gozosa dei sintoma, porque el goce no habla -ello goza, el cuer-
po goza- no hay un goce que no sea dei cuerpo.
Y por esta definición tenemos lo más paradójico: el goce fálico, o sea el goce
articulado al significante.
El goce fálico es la consecuencia de la demanda invocada sobre el cuerpo.
La respuesta de eso es el sujeto, y la consecuencia es el cuerpo penetrado por
el falo, es decir, es el cuerpo penetrado por el significante.
El falo es lo que ordena la cadena significante, ordena el mundo.
El falo es el concepto de castración. Si hay falo es porque operó la castración,
y esto es una perdida de goce: Fala supone perdida de goce.
Falo es función de perdida de goce, de castración operada por el significante,
si bien tiene su inserción real en la diferencia anatómica entre los sexos.
Lo que se desdobla, lo que producen los monumentos fálicos, etc., ése se
trata dei falo imaginário. Los obeliscos que están para marcar el centro de la
referencia: a partir de él se pone uno a contar. Eso supone valor de referencia.
Hay un uso significante, simbólico dei falo imaginário, que de eso se trata el
obelisco.
Pero también, en Ia represèntación fantasmática, para el muchacho, la nina
fálica es lo que le produce la excitación.
Lacan agrega a la oposición entre fálico - castrado la posición de ser (feme­
nina: ser falo para el otro) o de tener (masculina). Por ejemplo, en la posición
que supone el ser ídolo (de fútbol), que da lo mismo si se es hombre o mujer;
es la posición frente al falo lo que juega.
Que se hable no supone hacerse representar en el discurso. De hecho, los
psicóticos hablan pero no se pueden hacer representar por un significante
ante otro significante. Generalmente cuando se conmina a un psicótico a ha­
cerse representar, entra en el delírio. De eso habla Lacan con la aparición de
un padre en la p6icosis: es cuando se conmina a alguien a hacerse representar
con un significante fálico.
Si hay condiciones que al cambiar -de vida, por ejemplo, una inmigración-,
que provocan el brote, para muchos psiquiatras llamados culturalistas se re-
vierte eso volviendo a su lugar de origen, pero ellos no piensan en términos
de estructura.
Hay sujetos que se brotan por el cambio de condiciones. El cambio de la
lengua es un trastrocamiento fuerte para un sujeto. Se paga un precio por ser
inmigrante: historia, lengua; que sin duda produce dolor. Esto en alguien que
tiene una estructura prepsicótíca sin duda desehcadena.
El tema en el cambio en la lengua es que se pierden las referencias fálicas y
54 Seminário ya citado.
82
hay que reconstituirias. Las referencias fálicas tienen según la cultura otras
formas de precipitación.
Hay una modificación de las referencias fálicas cuando uno se muda de un
lugar a otro. Y lo que se pone en juego es la vacilación dei Sl.
El falo imaginário es aquello que se desprende dei cuerpo. Pero esto tiene
valor sexual, de excitación sexual, pero supone también lo que orienta: la
mujer falo es Io que produce justamente excitación.
No hay lo que produce excitación que no pasa por esta diferencia entre lo
fálico y lo castrado. De ahí que el falo sea siempre un indicador.
El sujeto es una respuesta de lo real. El sujeto no es ni el yo ni la personali-
dad ni la conciencia ni el inconciente: una definición de sujeto de Lacan es lo
que representa un significante en relacíón a otro significante.
Y que esta función de representación está signada por el valor fálico. La
psicosis.es esa imposibilidad de hacerse representar, por un significante en
relación a otro significante. En la psicosis es la posición de “fuera dei discur­
so” lo que la define.
En sentido estricto no hay sujeto sin esta posibilidad de representación.
Pero, por otro lado, si tomamos esta definición de Lacan de que el sujeto
es Ia respuesta de lo real, lo es en tanto el encuentro entre un significante y
otro. Este cuerpo ai que se le habla responde con un sujeto. El sujeto es una
respuesta de lo simbólico a lo que proviene de lo real.
Y tenemos referencia de sujeto: la primera aparición subjetiva es la ne-
gación a la demanda dei otro. Y todo el sufrimiento que supone siempre la
aparición subjetiva es porque supone un ‘"no”.
Cuando hablamos de la clínica psicoanalítica como una clínica de la parti-
cularidad subjetiva es cuando hay sujetos que dicen '‘no” ai diagnóstico, a la
clasificación. Ahí leemos algo de la aparición subjetiva.
Retomamos el concepto de goce. Lacan en el Seminário 20 introduce formas
de goce:
- Goce dei Otro.
- Goce femenino.
- Goce místico.

Al goce femenino lo 11ama en la fórmula como el significante de la falta en


el Otro: S(A), no se lee como el significante que falta sino como lo que falta, lo
que ahueca al Otro, lo que descompleta al Otro. Y Lacan ahí hace referencia
al goce femenino como goce de todo el cuerpo, es decir, no fálico.
El goce fálico está producído por Ia hiancia que produce el significante en lo
real, que lo lleva a la cuenta.
Lacan se pregunta cómo la palabra, el significante, opera en relación al
goce. Porque sabemos la implicância dei significante en lo simbólico. El tema
es cómo opera en lo real.
El goce fálico es el goce escandido por el falo. De ahí Ia secuencia entre la
erección y la caída. También podemos hacer referencia en el goce fálico a la
búsqueda dei goce clitoridiano, que opera como centro dei goce fálico.
Freud decía que la mujer debía pasar dei clítoris a Ia vagina. Que esa era
una forma de asumir la feminidad. Y esto estaba ligado a la salida normal
que Freud le daba a la mujer que era la maternidad: ligada al goce vaginal.
Con Lacan leemos esto de modo muy diferente. Refiere que es una tontería
plantear el goce como referido al clítoris o a la vagina. A partir dei Seminário
20 esto se entiende cuando Lacan plantea un goce particular, el femenino,
que es un goce no fálico. La mujer está en relación a dos goces:
- Uno fálico, que busca con su pareja.
84
. Un goce no fálico, no referenciado por el falo, de todo el cuerpo, pero que
también es un goce que enloquece.
Por eso la defensa histérica frente al goce femenino es la reeurrencia al falo.
Las histéricas mantienen identificaciones masculinas, de ahí esa posición de
Dora frente al hombre y la mujer, pero supone ídentificarse a un hombre
frente a una mujer.
La forma de goce femenino es terriblemente angustiosa para la histérica,
porque son experiencias de despersonalización, la falta de referencia fálica;
el falo supone siempre un limite.
En el hombre no pasa esto: está superpuesto el orgasmo con una eyacula-
ción.
La histérica organiza su goce a partir dei falo.
El goce sexual es un goce que rodeando el cuerpo dei otro estalla en el propio
cuerpo. Eso es el “goce sexual”.
En el obsesivo no hay una pregunta por su propio goce; el goce de ella es lo
que lo hace gozar a él. Por eso dice: "iEstuve bien?"; “iTuvíste un orgasmo?";
“tQué puedo majorar?”
Lacan introduce entonces esta versión dei goce femenino. Otro goce aparece
definido en el femenino. Y goce dei Otro es el que aparece siempre en el ho­
rizonte de la angustia, porque la angustia supone la objetalización frente al
goce dei Otro.
Entonces aparecen tres variedades de goce:
- El fálico.
- El femenino.
- El dei Otro.
Después introduce elgoce místico (muy ligado al femenino), que es Ia exalta-
ción de ser todo tomado por el Otro, que lo lleva a desaparecer en el Otro. El
interés de este goce místico es que permite referenciar el goce femenino, ese
goce no fálico, no secuenciado por el falo.
Ahí Lacan termina diciéndole al goce fálico “el goce dei idiota” cuando la
importância está en la masturbación, el goce mas turbatorio.
Tanto en el goce masturbatorio como en el sexual - genital el punto es lo
fálico, nada más que en el genital hay un paso por el otro, que supone una
espera, mientras que el masturbatorio es inmediato. De ahí que en Freud la
masturbación aparece a la base de toda ficción. Es como el adicto que no so-
porta esperar a tener dentro suyo la sustancia. Es un goce de no espera.
En el goce masturbatorio está la fantasia, en el adicto no.
En el genital el otro está ahí como otro real, entonces supone una espera.
La masturbación produce culpa justamente por esa no presencia dei otro: no
da esa vuelta por el otro. Mientras que en el encuentro con el cuerpo dei otro
siempre hay algo ligado con Ia angustia: por el tema de la impotência; por el
tema dei no buen arribo al placer mutuo. Esto porque no hay relación sexual:
no hay encastre justo, no hay complementariedad, porque el encuentro no
es sólo dei cuerpo, son I06 fantasmas que se entrecruzan los que tienen que
ver con el goce, donde cada uno ocupa un lugar en el fantasma dei otro, como
objeto.

85
SEGUNDA PARTE
CAPITO L© 9
LAS INTERVENCIONES

LA INTERVENCIÓN COMO CORTE SIGNIFICATIVO

Cuando se dice: "El inconciente interpreta”, ya supone una. interpretaçión el


inconciente pero otra cosa es referir a la intervención cojno corte significativo,
aunque no-sea significante.
Colette Soler65 en el seminário ^Qué es el psicoanálisis?, cap. 1, da un ejein-
plo de una interpretaçión winnicottiana00. Ahí Colette Soler lo que planteaba
es que las formas de interpretar tienen ya que ver con una teoria dei incon­
ciente,
Winnicott, como todo kleiniano, hace una interpretaçión donde le dice al
paciente, el paciente le dijq que luego de una relacíón sexual con una amiga
había quedado insatisfecho.
Entonces Winnicott llevaba la interpretaçión a escena dei yo - yo, bacia una
escena especular y en ese marco él interpretaba. Toda referencia la hacía a
ese marco especular.
Tenemos por un lado una teoria dei inconciente dei sintoma en transferen­
cia donde sostenemos que aquello interpretable es lo que está en el orden de
la transferencia. El sintoma no.es interpretable, porque no es operable por
fuera de la transferencia. Por eso no podemos interpretar ,un fenómeno psíco-
spmá tico,.porque no se formaliza en transferencia, no está puesto en relacíón
..al Otro que es la suposición de saber que está al comienzo de un análisis.
Lo mismo, una impotência sexual se hace interpretable cuando pasa a cam­
po dei discurso, en relación al Otro. Esto supone una teoria dei inconciente,
que parte de la afirmación lacaniana de que el inconciente se estructura como
un lenguaje.
Winnicott, que retoma a Melaníe Klein, tiene una teoria dei inconciente çle
traducción simultânea: a un renglón que habla un paciente le responde con ■
tres renglones.
Habla más el analista winnicottiano que el paciente, y todo lo que habla es
interpretaçión, porque supone que todo dicho de un paciente es interpretable,
todo dicho es remitido a otro texto.

55 Soler, Colette. ^Qué psicoanálisis? Colección orientación lacaniana. Seminário 1989-


1990 en paris. Buenos Aires. 1994.
56Wínnicott Donald W. sostén e interpretaçión. Fragmentos de un análisis. Editorial
Paidós. Buenos Aires. 1996.

89
Es decir, la teoria dei inconciente que hay aqui no es dei lenguaje sino que S
el inconciente son objetos que se juegan en la relación dual con la madre, y a á
esa escena remite toda interpretación. Zj
Winnicott además sostiene que hay una “verdadera interpretación”:-ésta 5
alude a que el analista interpreta ponien.do palabras a una escena que es dei ■
orden inconciente, fantasmático.
En un texto de Kohut, que fuera presidente de la I.P.A. y uno de los dos re­
ferentes norteamericanos dei psicoanálisis 6e encuentra una teoria dei yo un
poco más desarrollada que la clásica t,eçría-del yo norteamericana.
... Su concepto fundamental es el dei falso selffqp&es una respuesta.a la.max
dre carente de afecto, una madre de orden abandónico, que no toc_a a.su híjot^
fria y distante.
Entonces, Kohut57 da un ejemplo de una analista kleiniana argentina que
presenta un caso en un congreso de la I.P.A.
Se trataba de una analista mujer que le dice a su paciente mujer que la va
a dejar de atender por dos semanas porque se va a tomar unas vacaciones.
Después de esto Ia paciente no responde nada en toda la sesión, Luego de las
vacaciones sigue igual y dice que le molesta algo en el cuello. Y la analista
le interpreta que es por el abandono que ella se Ilenó de angustia, y que este
abandono tiene que ver con la relación mala con la madre y por la envidia:
el orden de la envidia es cuando alguien tiene algo que el sujeto le queria
arrancar, por ejemplo, la envidia dei pene. Pero hay algo dei orden de lo real,
pulsional, que el concepto de envidia puede evocar.
Bueno, entonces le analiza la envidia, sale el dolor de la garganta, y le dice
que tenía como la boca muy cerrada. Y la interpretación tiene que ver con el
pecho, morder el pecho de la madre, el objeto maio.
Entonces Kohut dice que a pesar de que le dijo todo este disparate se le fue
el nu do de la garganta y pudo hablar. A pesar de que la interpretación era
errada en su teoria, tuvo un efecto en levantar el sintoma.
Entonces dice que Anna Freud en la mis ma situación diría: uUd. está con
odio de la misma martera que cuando su madre le cerraba la puerta de su
habitación y se quedaba con su padre y Ud. afuera”. La interpretación clásica
edípica, que acá también es errónea. Pero pudiera haber provocado un efecto
también.
Y dice que para una interpretación kohutiana, que seria la verdadera, se le
diría: uUd> se sintió sin la base de reconocimiento necesaria cuando yo le dije
que fne iba de vacaciones, de la misma manera que cuando Ud. le extendía sus
brazos a su madre, que no la tomaba”.
Entonces, Ias tres tiene efecto dice Kohut, pero qué tiene valor dice Kohut:
^Tiene valor lo que se dice? Evidentemente no.
Bueno, Lacan,58 en uno de sus últimos trabajos que él hace sobre la inter­
pretación dice: “El decir es lo que se pierde tras el dicho después que eso fue
.consumado’’. Es decir que el decir, como acto, enunciación, se pierde tras el
enunciado en la significación qué tiehé párà aqüel que lo escucha. Es decir
que Lacan se juega por el valor, de ,1a enunciación por .sobre.d enunciado.
Y RÓEüt’ con las íimitaciones de su formación pragmática, dice que no tiene
tanto valor lo que 6e dice sino el acto de decirlo.
Y agregamos nosotros: No solo el actq, sino el lugar en que se pone el analis­
ta cuando dice, haciéndole lugar a lo que dice, es decir que eso tiene valor de
sintoma y eso está en relación al analista.
Kohut plantea que lo que se dice tiene un valor banal en relación al acto en
57 Kohut, Heinz. Cómo cura el psicoanálisis. Edit. Paidós. Buenos Aires. 1986.
58 Lacan, jacques. E) atolondradicbo.Escansión 1. Paidos. Buenos Aires. 1984
90 f
que se dice. La diferencia con Lacan es que para Kghut la interpretación.es...
una expliçaçiôn, que tiene dos tiempos::Un primer tiempo en que el analista
*séidentifica y asimila lo quele está pasando al paciente, y un segundo, tiempo
' en que se separa y le da la signiôcación d.e espt Ãcá está la brecha entre Lacan
y la êscüélá norteamericana en lo que hace a la interpretación.
Entonces» si décimos que "el diçhp es lo que oculta el.deci/,*.,^es.una experiên­
cia de la clínica, dei primer tiempo de diván, que el analista de pronto ‘dícF'
’aljgb..que dijo uri amigo.. Un paciente de 19 anos que dice que está muy mal
porque su novia lo dejó, Lo dejó el viernes. El miércoles le dijo que lo amaba,
que no podia vivir sin él, “el jueves fue a una fiesta con una amiga y no me
extranó; entonces el viernes me dijo que se dio cuenta que no me amaba porque
no me extranó”.
Pero dice que esa mujer era el sentido de su vida, y que él queria darle todo
y esperaba que ella le diera todo a él.
Entonces el analista le dice: K^2Vo demasiado para una chica de 19 anos
querer que seas lodo el sentido de su vida ahora?”, ese demasiado no te
tocas a vos también?
Apuntando a descompletar al objeto, como que quizás no es que ella no quie-
ra sino que por ahí es que no pueda y él tampoco; esta intervención en rela-
ción a este sujeto. Luego de decirle esto el analista, al rato le dice el paciente
que si, que le parece que es demasiado, que quizás el problema es suyo, y que
eso se lo había dicho un amigo, pero que ahora lo entendia.
Esto marca la diferencia entre que se lo diga un amigo y que esto venga de
una posición diferenciada.
•? TJn efecto de íin de análísis tiene que ver con poder hacer un desprendimien-
to entre el.grari Õjtrp y.el otrq.semejante^ Esto no quiere decir que no se vàya -
a enamorar, pero no es el amor a Dios (el gran Otro) la única forma de pensar
el amor- Él Otro dei código es alguien que.no ..existe, es, un lugar...,
Lacan dice que la interpretación toma las dos vertientes dei fantasma, como
eri“la bárida de Moebius. Y plantea que la çréaíidadjy la fantasia tienen la
estructura de la cinta de'Moebius: uno se puede deslizar de“una'á 'Otro"de
una manerá que nõ és muy diferenciada, para el sujeto. La realidad como lo
.compartido y la fantasia como un terreno propiõ; 7 ‘
El otro muchas veces juega un lugar en el imaginário propio como agresivo,
perseguidor.
Cuando se habla de Ia realidad compartida y de la fantasia propia, donde
cada uno de nosotros responde muchas veces con su fantasia, y todo eso se
descarga, por ejemplo a las golpes o a los tiros.
Esta prolongación entre la fantasia y la realidad hace que no haya corte
entre una y otra, y hace que cuando aparece una, la otra está en la cara
oculta.
;Entonces, la interpretación apunta a poner en relación estas dos caras, lo
que está en la cara oculta, que no es lo inconciente, porque no es que no esté
presente en su discurso, sino que no lo puede articular. La interpretación es
Ió que puede unir.je6tos dos tiempos de la fantasia y la realidad.
-Lo que hace ,el pbsesivq es justamente aislar los términos. Es lo que hace
continuamente el neurótico obsesivo: “Una cosa es una cosa y otra cosa es
otra cosa”; “Una cosa es que yo haya estado con esta mujer en la cama y otra
que yo la ame". Lã histérica en cambio une todo: “Pófquè vos en el r86 hiciste
tal cosa”. Son dos lógicas diferentes: la dei todo fálico y la dei no todo. La
interpretación entonces en el neurótico obsesivo apunta al nexo. Freud de-
cia que en el neurótico obsesivo la represión no aparece como en la histeria,
sino que su mecanismo fundamental es aislar Ia conexión entre dos sucesos
91
o fenómenos.
Hasta acá la vertiente simbólica de la interpretación. Todo el último tiempo
de Lacan, dei *72 en adelante, tiene que ver con la eficacia de lo simbólico en
Io real, cómo interviene en lo real, que dio en llamarse, a fines de los *80, como
'la clínica de lo real”, con una bandera milleriana de aquellos que se ocupa-
ban de la última parte de Lacan, y los que seguían sosteniendo el valor de lo
simbólico sin dejar de lado lo real.
Lacan al principio de su obra decía que lo simbólico predominaba sobre
lo real, y después dijo que lo real sobre lo simbólico, pero todo es relativo y
tiene que ver con a qué se apunte: Si apuntamos al goce, el efecto debe ser
de corte...Todq£orte-es„un.corte, de. goce. Hay sujetos en que la palabra actúa
como corte.
s “Eródfté; Ta escansión, apunta no a hacer un acto significante sino a tener la
eficacia dei significante, a hacer un corte en lo real. El significante es Io que
permite escandir
Está en la Génesis, en la Bíblia, que había dia y noche, desde el origen de los
tiempos, pero hasta que Dios no los nombró así eso era un continuo. El signi­
ficante permite escandir el real de esta variación lumxnica, y uno puede decir
que al día se opone la noche, pero en realidad hay un continuo. El lenguaje, la
lengua es una intervención simbólica sobre lo real, entonces uno puede decir
que conoce tanto como palabras tiene.
Entonces, la palabra tiene el valor de nominar, y la nominación es lo que
{.permite sostener la diferencia, la oposición. No hay diferencia sin Ia oposi-
■çión. Al punto que el sujeto se sustenta en el primer “no” a la demanda dei
Otro, Ahí podemos hablar de Oposición subjetiva: Hay algo, dei .sujeto cuandq
algo dice “no” Hay ün elemento diferehciador que permite decir un no al otro:
No soy el otro; hay una diferencia entre el interior y el exterior -esto que
Freud trabaja en relación al yo.
El significante entonces permite escandir, nominar, pero esto no quiere
decir que toda intervención pase por la palabra. Y en muchas ocasiones la
intervención dei analista es decir: “Basta, terminemos, no lo voy a escuchar
más? Esto no es una interpretación, pero puede llegar a tener un v^lor de
corte. Muy diferente es decir: “Vamos a interrumpir la sesiónporque Úd. está
diciendo muchas tonterías y debiera decir cosas importantes". Eso entraria en
el juego de yo a yo.
Cuando uno dice “basta*’ se posiciona desde otro lugar, no está como analis­
ta, muy probablemente como Amo, per_o ese “basta” puede llegar a funcionar
corno una interpretación enigmática: “^Por qué me dijo basta?'. El acto de
nominación tiene que ver con la posicíón de Amo.
Muchas veces las intervenciones de un analista van por la vertiente dei cor­
te al goce. Cuando alguien habla no en función de decir algo sino de descar-
gar, esa descarga tiene que ver con un goce dei cuál le resulta muy difícil* al
.sujeto poder abstenerse. Esto se da cuando alguien no puede dejar de. contar
algo, penoso o feliz, el contar remite, al goce fálico. La cuestión es cuando este
gócé une y no’permite que haya intervalo eh èí"discurso. Siempre las inter-’
venciones de corte apuntan al intervalo, a que el paciente se vaya con algún
significante que ha quedado ahí.
EI tema es que uno apunta a un intervalo. El tema es cuando esto se hace
una escena.
De cualquier clínica uno pude hacer cliché, como cuando la intervención
se repite como recurso. Si uno no está, como analista, en ahálisis -sea con
un analista o no- es muy fácil pasarse a la posición de profesor. No es fácil
después de 30 anos de hacer análisis escuchar a un paciente como si fuese el
92
primero. Ahí hay que tener una determinada ppsición frente a la castración:
Uno no sabe todo sobre .ese paciente. EL saber.es. el que.gstáen juego.
Si eí psicoanálisis tiene una singularídad es que trasmite la castracíóh>, la
falta en ser. Es un discurso acerca de la falta en ser, y en ésta está también
en juego la, falta, en ser dei analista, y 'esto es algo èn lo que el analista no
está siempre bien ubicado. El analista debe siempre estar poniendo en juego
esta cuestión de la falta en ser, y si uno no pasó por un análisis no es muy
posible.
La posición del.canalla es la dequien se.presenta.como. sienàQ-ôl.Ptrpj no,
representando el Otro. Un ejemplo de esto, son los analistas que no hicieron
su propio análisis, como sí la represión no es para ellos, la castración no los
afecta. Y así no se puede trasmitir la castración. No puede haber analistas
que rechacen la castración, porque justamente el dispositivo analítico supone
la transmisión de la falta en .ser,..y la.transmisión de, Ja.falta.en ser es jo que
<porta la interpretación. . ' '

El estándar de la interpretación

Definir el estándar supone que cada elemento presente es definido previa­


mente por algo que se dio en llamar teoria de la técnica.
Si.analizar es una de las. profesiones imposibles, para Lacan cada vez que
habla de Io imposible, es muy preciso el término, quiere deçir que hay allí un
real.
Y el real que el psicoanálisis ha precisado, aislado^ e$ el,r.eal dei gope,.
^Se puede plantear una intervención psicoanalíticá que no hinque, que no
cierna este real? Si no fuera así, el psicoanálisis seria pura palabrería, un
ingenioso juego de salón para demostrar ingenio, para sorprender con in-
terpretaciones de suenos, de lapsus, que sirviera para demostrar que hay
inconsciente, que la conciencia es una ingênua abotagada, que no para de
tropezarse, que tontuela.
Definir al psicoanálisis como profesión imposible determina entonçes.que
x no hay estándar, de la misma manera que la asociación, libre no es.splo uií
’ juègo jd^_ palabr_as.>. .
ÈI estándar íleva al aburrimiento. En el aburrimiento diría, lo que nos ocu-
rre es que accedemos a una percepcíón dolorosa de la repetición, la repetición
se da en nosotros bajo el sesgo de lo monótono.
Las metáforas se gastan. Se puede observar en un chiste, produce efecto por
un tiempo, un chiste se gasta por el uso que una vez gastado, efectivamente
él es monótono. Diría que el desgaste de la metáfora, e] efecto, el efecto de
ese desgaste y ese desgaste se produce justamente bajo el efecto dei impacto
de esos significantes que persisten en lo Real y que son corrosivos para la
metáfora, ese desgaste, diría que él está ligado a la aparición dei desecho en
nuestro universo.
Si he elegido lo Uniano es que es el anagrama de aburrimiento dice Lacan
en O peor.
Ahí donde se constituye el estándar, la práctica se burocratiza, no quiere
decir que no pueda hacerse.una serie no completa de recursos posibles, solo
eso, posibles, cuya eficacia no es prévio al acto.
■ Que.se pueda dar una lista abierta de intervenciones supone que no se pue-
;,da dar una lista <Je interpretaçiones.
’x Los.analistas, lo he dicho en otros lugares.,.estamos ávidos de identiíica-
gióhes. Quizás con ese afán denegatorio de ya ío se, que. no hay estándar dei’

93
analista pero aun así. al menos yo...
EI estándar es una protección contra el no-todo. El estándar pone orden
y lo sabemos al menos por la IPA. Estandarizar las intervenciones supone
poner bajo un orden. a los cien psicoanalistas medíocres que se pregonaba en
la década dei cincuenta.
El orden de un nombre dei Padre protege de la anarquia que el no-todo
arríésga.
Y no solo Ias intervenciones, sino el setting, la forma dei pago, las díreceio-
nes dè la cura, el.final de análisis.
Si la interpretación es el decir dei analista que apunta al deseo subjetivo
y es una construcción significante, no es a una palabra que se dirige sino a
aquello que esta en el intervalo de la palabra, es decir al parêntesis vacío dei
sujeto.
Que no haya estándar es como se debe escuchar aquella propuesta lacania-
na de 1978, en el congreso sobre la transmisión dei psicoanálisis: que todo
analista se vea obligado a reinventar el psicoanálisis.
La indicación, la prohibición, el corte para reabrir la lista de las intervencio­
nes posibles no tienen mas que ver que con. la libertad de la táctica pero que el
analista debe dar cuenta en ese otro espacio que es de la institución analítica,
la de los congresos, la de las jornadas, dar cuenta de su acto con respecto a la
confrontación con sus pares.
Deallí que pueda decirse que si el analista solo se autoriza de sí mismo no
puéda pensarse mas que analista eh relación a la institución, de la que for­
ma, :de Ia que formo, de la que va a formar.
Potque la dificultad, lo que traba el análísis es que el analista se define no
por su ser, sino por su falta en ser y eso no es fácil de soportar.
Es por ello, por esa falta de identidad, que muchas veces suele sobrevenir lo
quejQuy Clastres llamaba lã infatuación:. que es una forma clínica agravada
dei desconocimiento o sea el desconocimiento dei desconocimiento.
El analista se desentiende dei inconciente. La infatuación tiene como fun-
ción la de cubrír la falia dei sujeto.
De allí a pensar que la infatuación tanto como el estándar apuntan a ocul­
tar el punto ciegp donde el analista no puede saber (allí donde sobreviene el
horror por su acto).
Bueno es en este lugar que Lacan propone el pase, donde el cuestionamiento
sobre el acto le viene dei Otro.
La apuesta dei psicoanálisis: soportar el horror en la soledad de su propio
acto.

LA INTERPRETACIÓN
En busca dei vagido de Io real
Pobre, la interpretación. Lejos está de ser la espada filosa de los heroicos
tiempos freudianos, en los que solo un seco silbido anunciaba que había dado
en el blanco. Es su misma madre la figura desconocida dei sueno....
Pero ahôra ese filo parece haberse vuelto romo. Y así como las monedas
gastadas solo tienen valor para los historiagrafistas, las espadas envejecidas
van a parar a los coleccionistas que guardan en sus paredes la vida ya muerta
de anta no.
Tanto el rey Ar luro como Freud extrajeron su espada de una roca, con Ia
fuerza que les daba su convicción épica,
Pero, dije, pobre la interpretación, si se trata de leer algunas referencias que
94
le dan su sentido actual. Lejos también de lo que propuso Strachey hacien-
do de ella una varita mutativa?9 Interpretación mutativa es la que produce
câmbios estructurales apuntando tanto al estado de tensión. y angustia así
cuando se contrasta ei objeto real con ei arcaico(trasferido). La interpretación
debe ser concreta y específica. pebe ser progresiva, bien dosificada.
" Claro que esta lectura de la interpretación llevó en la IPA por el camino,
cuando los tiempos heroicos dieron paso con la muerte de Freud, a que su efi­
cácia hiciera pie en la técniçQ.,y la interpretación pasó a ser una verbalizacíón
explicadora de ía comprensión dei buen técnico?0 7 '‘‘
Lo queteiL-Kóhut (plánteado mas arriba), llevà a definir la buena interpre­
tación como aquelia que estableçe .una buena relación entre la explicación de
lo çomprendido por el analista y.la buena teoria sustentada por el analista.
Para el, por cierto, el análisis dei self?1
Pero claro muy lejos de los aires sibilantes freudianos y si muy cerca, dei
sentido concluído, cristalizado, Aquello que algunos terapeutas gestalticos
les dan a sus pacientes guardado en un cassette, para que se aseguren de que
el olvido no haga su estrago...
Pero también fuéra de Ia IPA y en el campo de los que se orientan por La-
can, se puede leer los signos de lo que el óxido hace con los mejores hierros.
Cuando Miller sostiene con cierto espíritu provocador, la muerte de la inter­
pretación, rèfiriendo que las teorias analíticas dela interpretación solo dan
testimonio. dei narcisismo de..l.Q§..aiia.fetas.w Y que la edad en la que Freud
cÓnmocionaba al discurso universal con la interpretación se ba cerrado. Con­
cluía : la interpretación ha muerto, no la resucitemos.
En un texto mas cercano, el mismo autor, quizás dando una respuesta que
va mas por el lado de la política buena...(se trataba de un encuentro entre
lacanianos de la EOL y analistas de APA y APDEBAG3),liga a las interpre-
taciones con el arte de dar repuestas, con la misma^esgrima delias réplicas
Brillantes.
" Los analistas como brillosos replicantes (poco que ver con los robots re-
plícantes de BI ade Runner o no...?) pero si el brillq; queda..en la., espada, delí,
analista, no queda mas cerca dei lugar de í o propiamente ornamental que de
Ja función de corte? .
Como hace el analizante para llevar esas monedas prestadas en su bolsíllo
<O.agar.algõ de.sus deudas?
Es justamènte una enunciación que no hace existir al Otro, dice Colette
Soler, refiriéndose al decir interpretativo.64
60 61 62 63
No hace ni debe hacerlo existir.
Ultima referência de estos signos de la pobre interpretación.
59 La naturaleza de la acción terapêutica dei psicoanálisis (comunícación deí 13 de junío de
1933. Intemational Jouma! de 1934)

60 Ver la enumeración de ello en libro de Horacio Etchegoyen, Los fundamentos de la técnica


analítica, lo que dedica a la interpretación. La polémica Wallersteien Etchegoyen 35® congre-
so IPA 1987.La inteipretación es una metáfora, La interpretación debe ser considerada una
metáfora teórica, pues se formula cn una lengua que no es la lengoa común de la clinica. Se
convierte en una construcción.
61 Ver Heínz Kohut, Cómo cura el análisis hoy. Paidos. Buenos Aire. 1986.
62 Jacques Miller, la interpretación al revés. En Entonces shh... Libros Eólia. Barcelo­
na. Buenos Aires.1996.
63 Encuentro de Buenos Aires: Miller, Etchegoyen y otros... Editorial Polemos. Buenos
Aires 2001.
64 ColetteSoIer, El decir dei analista. Nueva Biblioteca Freudiana, Paidós. Buenos Ai­
res. 1995.
95
Juan David Nasio define a la ínterpretación psicoanalítica como la repre-
sentación en palabras, hecha por el analista, de la escena imaginada tal como
se dibuja en su espírítu. El terapeuta la comunicara al paciente o por el con­
trario, la guardará para si.65
Lo que resulta de gran espiritualidad para la posición dei analista, pero
no se diferencia demasiado de la Ilamada explicación que deja fuera a la in-
terpretación de la dimensión de acto y por ende de corte conmocionánte y si,
dentro dei sentido dei sentido.
Justamente aquello que Lacan oponía a la ínterpretación analítica, que jus­
tamente no da testimonio de ningún saber.66
Que no es el sentido verdadero lo que hace que los analistas estén en lo ver-
d adero respecto a la Ínterpretación, puesto que de lo que se puede decir, sus
efectos son incalculables mientras que el saber uerdadero solo se asegura en
una posible previsión.
Lacan, es indudable, siempre prefirió definir por el desvio. Un desvio que
Lleve lejos dé las amplias avenidas de los manuales universitários, esos des­
vios que hagan despertar dei soponcio que Ias buenas líneas rectas provocan
en ias mejores voluntades.
Eso nos hace, a nosotros, analistas dei campo lacaniano, a volver, en su
lectura, nunca por lo mismo, mas bien, como por donde se fuga el sentido, por
la chicana.
De allí que nunca me causaron mucho entusiasmo esas lecturas históricas
de la enumeración de citas lacanianas que llevan a un sentido ânal. Se saben,
los sentidos fihales son religiosos y mortíferos.
Lacan es un campo tan amplio que no tiene un solo ojo de agua donde saciar
la eed, ni tampoco esas fuentes se suelen disciplinar obedientes sin hacer
exceso a la voluntad universitária.
Si bien se puede decir que el L'Etourdit 67es uno de sus últimos escritos
sobre la Ínterpretación, no podría decirse que ahí dice lo último sobre la in-
terpretación.
El decir de Lacan, parafraseando lo que el mismo Lacan hace referencia al
decir de Cantor, en tanto un dicho no va sin el decir y el de Lacan que allí
no es sin Cantor, nos lleva hacia el muro de lo imposible de decir, allí donde
surge el vagido que clama por lo real.
Y de lo que se aísla en la lógica, le permite hacer de refutar, incompletar,
inconsistir, indemostrar e indecidir, nombres que dar a lo que dei analista
guardan estilos de intervenciones.
Se trata de las formas de la ínterpretación? NO,. más bien que la interpre-
tación no es sin ellas.
Quizás aqui ya no se trate de la ínterpretación que abre a una nueva vía
asociativa, remite ã otra cadena de signiíicantes. Sino de una ínterpretación
que lleve mas bien hacia la exhaustación dei dicho, al borde de lo imposible
de decir.
Es de los dichos de lo que Ilama la ‘superyomitad’, la voz dei mas allá dei
goce fálico, sobre los cuales pueden completarse, inconsistirse, indemostrar-
se, refutarse, indecidírse. Quizás la manera de cómo declinar ínterpretación
de otros decires que intervienen en la dirección de la cura.
Se completa.... aquello que el analizante estaba a punto de decir, si el mismo

65 Juan David Nasio: Los mas famosos casos de psícosis. Paidos. Buenos Aires. 200.
66 Jacques Lacan: Introducción a la edición ale mana de los escritos. Revista Uno por
uno. Nro 42. 1995
67 Jacques lacan, el atolondradicho, en Escansión 1. Paidos. biblioteca freudiana. Bue­
nos Aires. Pags, 17 a 69.
96
goce iiü io detuviera, me refiero al goce cristalizado, haciendo simbiosis con
el signíficante.
Se inconsiste... lo que es dei pensamiento ocluyendo todo intervalo,
Se refuta... la leyenda con la que el yo se da un sentido inamovible, un ser
en la vida familiar. Se refuta el sentido común con que el yo sufre su pasión
neurótica.
Se indemnestra... las conclusiones con las que se muestran la inevitabilidad
de sus ciertos actos, haciendo causa en la demanda dei 'Otro que existe''. Es
el Otro quien explica mis actos
Y por último, se indecide... estableciendo lo imposible de establecer la ver-
dad o falsedad de determinado dicho.
Tal como recordaba a un viejo exponente de nuestro ser nacional que nos
permitió esclarecer lo indecidible. Yo no estoy ni a favor ni en contra, sino
todo lo contrario. (Saúl Ubaldini dixit).
Todas esas intervenciones abren dei dicho a su ser en falta, los ponen en
cuestión, los abre a la fuga de sentido, de la que deçía Lacàri por donde se
orienta hacia lo réal.
Pues el goce sexual esta en el ciframiento dei. inconsciente6* Lo que per­
mite dar testimonío de un reates pups, la fuga de sentido a la que responde
todo discurso. De allí, otra forma de decir, que no hay complementariedad
sexual.
Pero Lacan refiere un poco mas de la interpretación, dei lado de un decir
apofántico.60
Asertivo, cuando es eficaz y que se distingue de Ia proposición que es enuiu
ciado afirmativo de verdad o falsedad.
Se trata de un decir sustractivò, que hace resonar el goce. Sustraer no es lo
mismo que extraer, que es lo que tira a partir de. Lo que sustrae, tira hacia
abajo, descompleta.
Por eso a modo de conclusión inconclusa podría decir que las .diferentes
intervenciones que apuntan a los giros de los dichos, se nominan como inter-
pretación cuando como efecto dei decir se realiza una sustracción de goce/ Eso
que aliviana, aligera al signíficante.
Es decir, cuando hace acto. De allí que se pueda decir que no hay tantas
interpretaciónes en un análisis y claro, no pocas intervenciones.
Interpretación, es.a particular relacíón estrecha entre sentido y sonido68 70, 69
que a veces hace parecer la verdad como poética y en otras hace brotar el
in-humano vagido que clama por la falta en su ser de goce. Por qué habré
nacído...?
Entonces, si es así, estamos en condiciones de refutar la proposición Pobre
interpretación', dei comienzo. Es probable que Ia espada freudiana no tenga
ya el brillo para encandilar el discurso universal, pero seguirá soportando
su capacidad de hendir goce y signíficante, mientras haya quien sostenga su
apuesta ética.

68 Lacan, Introclucción a la versíón alemana.... citada anteriormente


69 Atolondra dicho antes citado, pag 62.
70 Jacques lacan Seminário 24, clase 11. Inédito
97
CAPÍTULO 10
LA DIRECCIÓN DE LA CURA

Así como hay una clínica de la histeria y una de la neurosis obsesiva, hay
también una dirección de la cura histérica y una obsesiva; nos referimos a
cuando el analista dirige la cura segun su fantasma. Cuando el analista se
encuentra o en la rivalidad o en cuestiones que le hacen perder la dirección
dei trata miento, y que es justamente cuando hay que hacer una supervisión.
Uno puede leer muchas veces tanto en supervisiones como en esos pacien­
tes que vienen de otros analistas, se puede leer ahí cómo las intervenciones
se organizan muchas veces, cuando el analista deja de ser analista, porque
el analista es una posición dentro dei discurso. Entonces, muchas veces se
puede conducir un tratamiento siguiendo la impronta dei fantasma histérico:
el fantasma histérico, es la cuestíón de la otra. Por ejemplo un analista que
trató a un paciente neurótico obsesivo sosteníéndole otra como ideal en con-
traposición con Ia novia que tenía. Donde le sostenía una especie de mujer
ideal. A este hombre el próximo analista le empezó a buscar la responsabi-
lidad: ^Qué tenés vos que ver con eso de esa mujer?” Y de pronto apareció
una dimensión de una mujer muy diferente a la dei otro análisis. Entonces
mucho tuvo que ver con la dirección de la cura, que le cuestionaba a la novia
como objeto poniéndola en relación a una mujer ideal. Esa es la dirección de
la cura histérica.
La cura obsesiva seria dirigir toda una cura por lo razonable, no tocando lo
real. Lo razonable es aquello que es coherente de pensamiento a pensamien-
to.
Cuando se hace la modificación en la clínica contemporânea, de la clínica
dei significante, termino síendo un juego significante.
Y toda clínica termina siendo una teoria de la técnica, porque no hay clínica
que no se haga en relación a la cuestión de Ia posición.
En cuanto se privilegia la técnica se degrada la clínica, porque esto tiene
que ver con la posición y no con un arsenal técnico. LIega un momento en que
no se sabe qué se debe hacer, se trata de una posición.
Después vino la llamada clínica de lo real, de fines de los ochenta. Los ana­
listas que abrían las carteras de sus pacientes, le sacaban un libro que el
paciente llevaba consigo y se le rompían varias páginas.
Era la clínica de hacer presentificar el objeto, con recursos técnicos que se
hicieron normativos, un para todo, que disolvió en esos analistas, la clínica
psicoanalítica. Devinieron, psicocognitivos.
Otra corriente plantea una clínica de la angustia: hacer surgir Ia angustia
en el sujeto, una clínica que parecería perversa.
Lo que sacamos es que lo que no hay que hacer es una estandarización dê
99
la clínica, porque ahí perdemos la radicalidad de la clínica psicoanalítica.. Lo
que define a la clínica es una posición ética, no técnica.
Se trata de apuntar al deseo, la particularidad subjetiva, la intervención;
llevar al sujeto hasta el punto de lo imposible de decir. Y ahí está la particu­
laridad de cada uno en ese imposible de decir. El imposible de decir es cuando
se toca lo real.
Al hablar de las formas de intervención a Io que se apunta es a tocar ese
imposible de decír.
Después hay particularidades. Si bien la clínica psicoanalítica s.urge como
una clínica de la histeria, no se va a trabajar igual con un obsesivo.
El problema de la obsesión es que el sujeto es muy paciente para ir acumu­
lando saber, porque èl llegar a algo es como la infinitud dei deseo: siempre
está mucho más allá.
Por eso Ia particularidad de la clínica de la histeria hace a esta demarcación
que le hizo la histérica a Freud: “No hable, no me toque”, que apuntabá a la
asociación libre diferenciándose a la clínica médica,
El sintoma histérico es el que más se aviene a la particularidad de cada épo­
ca, Hay luego clasificaciones de la histeria que hacen a la clasificación, pero
no a la estructura de la histeria.
Porque si Io pensamos desde la clínica dei discurso y no de la estructura,
esta clínica dei discurso_.es que se trata de sostener una posición en relación
a alguien puesto como agente a quien se lê dirige una demanda. Está dirigi­
da la demanda a otro puesto en posición de amo por Ia histérica, y lo que se
produce es un saber.
La clínica psicoanalítica es histerizante porque sólo desde esa posición hay
demanda de saber: se hace desde un sujeto dividido. De ahí que al obsesivo
le cueste tanto esa posición, porque rechaza la división desde la unificación
yoica. Su demanda es la de completar un saber en el Otro. De ahí que la direc-
cióri de la cura en la neurosis obsesiva pasa por histerizar al obsesivo.
En la histérica se trata de ponerla en transferencia a una determinada for­
ma de saber, que es la suposición de saber.
Si décimos que toda histérica dirige su demanda al Otro puesto en una po­
sición de amo pero para barrario y 6er su falta, es decir, ocupar el lugar en la
falta dei Otro, esto es ser el falo para el Otro; de ahí Ia posición histérica de
ser la excepción: en la fila, en el examen, en Ia pareja, etc.; “Eso para mí no,
para el otro”.
Esto es sostener la excepción, porque es la forma de localizarse siento la
falta en el Otro: “No soy como cualquiera, soy lo que te falta". Además: “Ni
quiero ser lo que te falta, pero lo soy".
La excepción supone que al mismo tiempo se convierte eso en una amenaza,
la objetalizacion es una amenaza, de ahí que se libera. Ahí es lo contrario a
la obsesión.
El horror de la histérica es quedar objetalizada para el otro. Esto es angus­
tioso: Al mismo tiempo de localizarse como objeto le viene el aplastamiento
subjetivo, y necesita en ese segundo tiempo desembarazarse dei Otro.
La angustia en la histérica se presenta bajo dos condiciones fantasmáticas:
A: ser objeto
B: para un SI absoluto, total (padre perverso, tirano, etc.)
Se ofrece como objeto privilegiado para el Otro, pero en cuanto este la acep-
ta, la objetaliza.
De ahí el movimiento de seducir y escapar. Y la histérica lo hace porque en
ese punto es donde se angustia, al quedar objetalizada por el otro.
La violación es fantasma de toda histérica, porque ahí queda objetalizada
100
para el Otro.
Esto suppne ese movimiento de: "Me ofrezco, no quiero”. Y después de la
senal dei Otro no puede quedarse en ese lugar.
Este juego termina en una medida violenta cuando el hombre no es capaz de
soportarlo (una violación por ejemplo.). Esto se juega en el análisis.
Hay un tiempo dei "idilio”, donde el analista lo que dice es maravilloso. Aho-
ra, en el mísmo momento en que el analista responde a ese idilio lo barra.
Si en la histérica hay un movimiento hacía la identificación fálica, ponerse
como hombre en relación a otra mujer, a esto se lo confunde muchas veces con
una homosexualidad, pero no es una cuestión de relación objetai sino de qué
es ser una mujer para uri hombre.
En el caso dei varón histérico es también aquel que quiere ser tomado como
la excepción: ser la excepción, y hay cierto movimiento hacía la feminÍ2ación,
porque es poner en juego la seducción: quiere ser tomado por el otro como un
objeto de seducción.
A esto no hay que confundirlo con “querer ser el mejor” como el obsesivo.
EL obsesivo está en lacadena, no es excepción, está siempre en competência;
tener más, menos, etc. En cambio la excepción está por fuera de la rivalidad:
quiere ser querido por lo que es y no por lo que tiene como el obsesivo. El ob­
sesivo cuenta quién tiene más, quién menos, etc.
La histérica muchas veces se presenta por eso también dirimiendo de po-
sesiones. Hay cu adros virilizados que van por ese orden, por el orden dei
tener.
La eyaculación precoz y la impotência son dei orden de la histeria mascu­
lina.
El histérico, tal como la histérica, quiere ser tomado por ser la excepción,
por lo cuãl en la relación sexual con una mujer 6U identidad no pasa por lo
que tiene sino por lo que es, entonces su posición no pasa por tener un pene
erecto siho que quiere ser un pene erecto: quiere todo el tiempo encandilar,
deslumbrar.
Para una mujer histérica no pasa por ser un falo, mientras que para el va­
rón sí pasa, y de ahí que en todo momento tiene que deslumbrar a la mujer,
y cuando se encuentra con una histérica puede que ella rechace ese deslum-
bramíento barrándolo, y ahí aparece Ia impotência.
En el varón la histeria rio es una posición imaginaria a qué es una mujer
sino que e trata dei ser. El ser siempre está en relación al Otro como tener, es
decir: ser para el Otro el falo, que no es lo mismo que tenerlo.
La pregurita no es “Zqué es ser una mujer”, sino “£qué es ser el falo para
el Otro?”’; esa es Ia pregunta histérica. Esto deviene muy cercano a ponerse
como objeto.
La mascarada femenina, el pintarse los ojos, las unas, tiene que ver con una
posición frente ai otro.
Es propio de nuestra época que el hombre también puede hacer una masca­
rada, manteniendo ciertos rasgos masculinos: aparecen frente al Otro como
un objeto, frente a la mujer.
Y son formas de mascarada que tienen que ver con la posición histérica.
Más allá de la estrüctura, la forma de aparición es tomando la posición dei
“ser para”. La pregunta de un hombre histérico es: ^Qué es ser objeto para el
Otro?; ôQué es ser falo? El falo es ese significante que es a Ia vez objeto. Tiene
su doble vertiente: una vertiente objeto y una significante.
En el caso dei. hombre es diferente por una cuestión de posición postedípica:
porque acceder a Ia mascúlinídad es pasar de la pasividad frente al otro (ob­
jeto frente al otro en el Edipo, la feminización dei nino frente al padre, de ahí
101
que la gran agresividad en el varón esté puesta en relación a otro hombre) a
la actividad.
Hay entonces una dificulta d, vemos lo que supone arribar a la posición mas­
culina. Lo mis mo pasa con la homosexualidad: A muchos hombres la homo-
sexualidad masculina les produce agresividad, porque pone en cuestión el
hecho de que ser hombre no es una cuestión de naturaleza, y que la elección
de objeto no es algo fijo, no hay objeto preciso, definido para la pulsión, De ahí
esa agresividad que aparece en ciertos hombres aún a partir de estar en una
posición pasiva frente a una mujer.
Para Freud Ia pasividad y la actividad es la única posición inconciente que
puede diferenciar los sexos. Y Lacan dice, con ironia, que en una relación
sexual no se puede diferenciar quién es el pasivo y quién el activo. Esto a
algunos hombres los llena de angustia, les hace tambalear el fantasma de en
qué posición están en relación a los otros.
La posición de Ia virilidad, el arribar a la masculinidad, supone un esfuerzo
dei salir de ser pasivo frente al padre a ser activo frente a otros.
Freud hablaba dé que tanto en la neurosis obsesiva como en la paranoia se
trataba de formas de defensas en relación a la elección homosexual. Lo pode­
mos rectificar así: No se trata de la elección homosexual sino de la pasividad
frente a otros. Esto aparece muchas veces en la adolescência.
El ser objeto respecto al Otro no es identificante, no lo identifica como hom­
bre al histérico; de ahí lo angustioso de lá cuestión. No es como en la neurosis
obsesiva, donde se rebaja el deseo a la demanda y se puede responder con Io
que:se tiene. Pero en el histérico, ser un objeto para el Otro no lo identifica
como varón frente al Otro.
Muchas veces Io que angustia es la diferencia sexual: pone en juego la cas-
tración. No es lo mismo que el otro sea igual a que sea diferente.
En una relación heterosexual entre un hombre y una mujer se pone en juego
la castración; de ahí que aparezcan los sintomas sexuales. Esto no aparece
cuando el otro es igual. En una relación entre dos homosexuales, ahí es donde
se pone en juego lo mismo.
La posición frente a la histérica en Ia clínica: Hay que soportar por momen­
tos ser el “hijo de puta” y en otros ser el “boludo”. Tíenè que ver con la queja
histérica.
Porque si se espera ser el hombre amado siendo marido de una histérica se
va por mal camino. Porque lo que está en juego es la objetalización y en eso
mismo el aplastamiento subjetivo, por ese mismo al cual desea.
Por eso se pasa de "boludo” a "hijo de puta”: es "boludo” cuando ella lo puede
barrar.
Ahora, si esto está en juego en la relación amorosa, la transferencia es una
relación amorosa, con la diferencia de que el otro no es un amante sino un
analista, y la posición dei analista no es técnica sino ética. Es esto que Freud
llamaba "abstinência”. La abstinência es.un^pqsiçión ética.
Hay una oposicíón entre la técnica y lá ética, áí igual que se opone psicote-
rapia y psicoanálisis. La psicoterapia ha apuntado a dar una respuesta por el
lado de la técnica: apuntan a la culpa. Si apuntan a la reducción de la culpa
es una psicoterapia.
El psicoanálisis no apunta a la disminución de la culpa sino al ejercicio de la
responsabilidad subjetiva; a eso apunta la dirección dei análisis.
Trabajar contra el superyó es a reducír la culpa. Hablar de responsabilidad
no es sin el Otro: supone hacerse cargo de uno, de su acto, pero no sin el Otro.
Es importante para pensar Ia clínica esta dicotomía.$ntre lo que va por la vía
de la culpa y lo que va por la de la responsabilidaɣLa culpa es una forma
102
ímagmaria de lidiar con'el otro; la salida es que pueda hacerse responsable.

CLÍNICA DE LA HISTERIA EN LA ÉPOCA

El psicoanálisis surge como una teoria de la clínica de Ia histeria. Maleval


trabajó muy intensamente para diferenciar la histeria y la psicosis histérica.
Muchos psicoanalistas trabajaron sobre histeria. La pregunta es: £Cómo ha-
blar hoy-.cle histeria? ..
Vamos a7tíãbâjár el tema de "la otra” en relación a Ia histeria. Cuando ha-
blamos de los distintos discursos, cada uno está dirigido a gobernar, educar y
analizar el discurso de la histeria. Se define como el de la demanda; le deman­
da al Otro puesto en posicíón de amo. Esto es una deducción lógica, ya que la
demanda siempre se dirige a un amo. Hay una esperanza de respuesta.
Senalamos la diferencia entre “Ia huelga”, que es una demanda al Otro, y “el
piquetero”, que es una demanda al semejante.
Vamos a ver un poco la presentación contemporânea de la histeria. Dora y
su presentación actual. La histeria es una respuesta fálica a la feminidad.
Diferenciamos entre histeria y feminidad: La histérica responde por iden-
tificación fálica, pregunta dei goce femenino. Hay algo muy en común entre
1895 a 1915: Suponía una forma de presentación histérica que implicaba un
rechazo de la genitalidad. Los sintomas histéricos presentaban una inver-
sión simbólica. A partir de aqui el psicoanálisis pudo hacer una teoria y uná
clínica eficaz.
La presentación actual difiere bastante en relación- a la genitalidad. Hace-
mos una aclaración en relación al sentido común que se creia que al hablar
más libremente de lo sexual se levantarían o no habría más histéricas; no es
así.
En este sentido no hay histérica sin su relación al Otro. Y si el Otro de la
época ha cambiado, tiene su incidência en relación a la histérica.
Entonces, £qué forma toma la histeria? La histeria es una forma de respues­
ta neurótica, vía iden tificación fálica, al enigma dei goce femenino, Este es el
nudo de la histeria.
Colette Soler71 habla de que lo que caracteriza a nuestra cultura es la per­
formance fálica: hombre y mujer se rigen por lo fálico.
Freud habla de la salida femenina dei Edipo en términos de la salida por
el hijo; y de la salida masculina por el falo y su valor. En ambos son salidas
por el falo. Hay una plurisexualidad: se aplacan las diferencias y aparecen
.muchos sentidos o significados.
Hay una amplia gama de sexos. Se ha precipitado a partir de la diferencia
sexual que hace al otro dei sexo. El otro dei sexo es aquel radicalmente dife­
rente.
Nuestra cultura intenta aplacar esta diferencia a todo nivel, y por otro lado
hay que plantear una disparidad radical. La paradoja se plantea entre la pà-
ridad eri cuanto a los derechos y Ia disparidad en cuanto al otro dei sexo.
La solución histérica va por vía de lo unisex, no quiere tener un hombre que
le corte su carrera profesional.
Elija lo que sea, siempre se priva de algo. En la histeria es central la iden-
tificación de la otra mujer; la histérica se identifica al hombre y por esta vía
se acerca a la mujer.
Presentación histérica por excelencia es la que surge justamente en Ia pelí-

71 Soler, C. Lo que Lacan decía cie las mujeres. editorial NO TODO. Medellín. 2004.
103
cuia La otra mujer72.
Justamente se trata de una mujer exitosa en su carrera profesional y que
no había tenido hijos, escucha por azar los dichos de otra mujer en análisis,
hablando de que su apues ta por tener hijos le hacía encontrarse con una falta
en su carrera profesional. La primera entonces, se enfrenta, con su propia
perdida, en relación a los hijos y los actos que realiza a partir de ello.
Los problemas en relación al otro sexo y Io difícil de poder situar la diferen­
cia Y se da más por el lado dei sujeto de derecho y ya no por el otro dei sexo.
La presentación alude al exceso de la demanda masculina: “No me permite
ser”; o la otra: “No hay hombre que quiera sostenerse”, queja acerca dei hom-
bre: El hombre histérico; 'él que seduce y luego... nada.
De uno u otro lado hay una histeria reducidora de toda diferencia. Hay mu-
chas patologias actuales en donde tanto el hombre como la mujer no pueden
o no quieren postergar nada por el otro. Colette Soler habla de la “salída
narcisista".
En un muy interesante trabajo de Luis Izcovich, la histérica moderna73. 74
Da cuenta de los câmbios en sus present aciones, en tanto el Otro de la época
ha cambiado respecto al tiempo de fundación.del psicoanálisis. El sintoma
histérico clásico, que es el retorno en el cuerpo de lo reprimido en la pulsión,
estaba ligado al amor prohibido.
Basta leer a Elízabeth Von R., de Freud7fl.y su amor prohibido por el cunado
ligado al sintoma de dar el “mal paso”, Io que la tenía impedida de ca minar.
Podría decirse entonces que el amor inconfesable ya no está en el núcleo de
las demandas de análisis de la época.
En ias costumbfe, en los hábitos de los tiempos dei desvaído dei Otro hay
tal liberalización en las relaciones que nada está prohibido. Se permite, la
cultura lo hace, la libre expresión de la pulsión.
Es mas, la época de los goces impulsados y generalizados, la cuestión pasa
mas bien por limpiar con saber las dificultades que impiden el goce pleno.
Izcovich indica que es la depresión, una de las máscaras de la presentación
histérica actual. La deprimida es la que dice No al Otro, pero no es un no que
precipite sabér, tal como el sintoma histérico clásico.
Plantea que la histérica moderna idealiza el goce. La histérica busca el
Hombre, como su sueno, El Todo Hombre. Pero esa procuración la hace por
intermédio de un goce na determinado por Ia diferencia sexual, lo que podria
llamarse un goce unisex, un- goce no limitado por la diferencia.
fíolo en la medida que renuncie a ese goce, a esa búsqueda de El hombre,
que otro goce puede ser posible. Es decir, un goce conectado a la ley y enton­
ces en el dispositivo deseante.
Eso süpone poder arribar a aquello que Lacan75 define a una mujer, como
sintoma de un hombre.
72 Título original: Another Woman Dirección: Woody Allen? Drama
Guión: Woody Allen
Protagonistas: Gena Rowland6 , Ian Holm ,Woody Allen/1988/ Estados Unidos
Film - color - 84' - inglês Resumen argumentai: La crisis de los cincuenta de una pro-
fesora universitária que, habiendo orientado a varias generaciones de estudiantes, no
encuentra el rumbo emocional de su propia vida, escuchando por casualidad las tribu-
laciones de otra mujer con su analista y las diferentes elecciones realizadas.
73 Izcovich, Luis. La histérica moderna. Lacaniana, revista dei Foro Psicoanalítico de
Buenos Aires. Número VI. Editorial Dunken. Buenos Aires. 2008.
74 Freudy Breuer. Estúdios sobre histeria. 1893-1895. Tomo I Amorrortu. Paidos. Bue­
nos Aires.
75 Lacan, Jacques. Conferencias sobre Joyce. (Vincennes,1975). En Joyce avec Lacan.
Navarin. Paris. 1987.
104
Lacan, en la ya citada conferencia sobre Joyce, hace referencia a la histérica
como el sintoma de ser “la penúltima", es decir, de ser la penúltima de un
hombre y que entonces para él habrá siempre una ultima que será la otra
mujer.
Si entonces para Ia feminidad lo específico es volverse el sintoma de un
hombre, ser el objeto de su goce, lo que implica el cuerpo a cuerpo.
El sintoma histérico aparece como interesada por interesarse como goza la
otra mujer.
Si la mujer es acomodaticia al fantasma de un hombre, la histérica puede
ser acomodaticia, pero sólo para hacer entrar al hombre en su fantasma.
Otra versión de ello, en clave de no poco humor, es la llamada histérica
crepuscular (ver artículo sobre los síndromes de la época, en este mismo vo-
lumen) donde la verdad se convierte en un goce absoluto.

DE LA NEUROSIS OBSESIVA: LA POSICIÓN

En el Seminário 5 Lacan hace referencia al obsesivo: Por un lado, como una


posición en relación al deseo; y por otro, como una estratégia respecto al de-
seo, y por lo tanto, respecto a la castración.
El obsesivo es un enamorado dei tapón, lo que cubre, Io que no falta, en
el terreno de la lógica fálica. El obsesivo está en su salsa en la lógica fálica,
donde se juega el tener.
En el Seminário 5 Lacan76 introduce la hazana obsesiva, que tiene que ver
con la cuenta. La hazana obsesiva tiene en juego ires personajes:
El sujeto de la hazana
Aquel para quien se realiza
Aquel para quien se relata la hazana; acá el obsesivo localiza al analista.
EI obsesivo se mueve en la lógica fálica dei tener, dei cerrar. Hace dei deber
ser la orientación de su vida.
Igual los obsesivos esperan que se los premien por esto. Orientación que se
hace siempre dei ser, el deber ser. Hay en esto un imperativo kantiano: ílevar
la conducta particular al arreglo universal.
Y da ejemplos éticos. Hay una sola manera de actuar, lo que implica que no
hay elección posible. Hay una lógica de la voluntad obsesiva: La voluntad es
la creencia de que “hay que poner un poco más de voluntad”.
La voluntad está en el lugar dei deseo, porque encontrarse con el deseo dei
Otro es Ia confrontación con la falta, y de ahí su estratégia: "Ya sé que algo
falta, pero tené paciência, que de a poco te voy a irsatisfaciendo”.
La hazana tiende a la enumeración de conquistas o de lo que sea. Son enu-
meraciones fálicas.
Lo masculino, cuando se neurotiza, es obsesivo. Obsesión es una posición
frente al ac to, en referencia a la posición masculina; se defiende dei ac to, el
acto què de alguna mánera define lo masculino, con la procastinación.
Se pone a distancia dei acto porque en él se juega la estratégia. Todo acto
verdadero pone en juego la castración.
Aparece la postergación: No toma decisiones hasta que el ají le llega a los
ojos, porque siempre la elección pone en juego Ia castración, porque lo que se
elige hacè que se pierda Io que no se elige, y acá entra en la duda obsesiva:
“&No me habria convenido elegir a otra y no a esta no via?”'
Para el hombre, hacer de una mujer su mujer supone perder a las otras. Y
76 Lacan, Jacques. Seminário V, las formaciones del inconciente. Clases 23 y 24. Pai-
dós. Buenos Aires. 2001.
105
elegir una mujer supone enfrentarse con la castración. La hazana tiene el
lugar de la enumeración: “^Cuántas personas atendí en mi vida?”, porque la
serie es lo que va en un orden diferente a la falta.
La lógica obsesiva es que cuando más hay, más lejos se está de la falta. El
tema es encontrarse con lo que falta, porque remite a la falta; por eso, mejor
que sobre y no que falte, en el rubro que sea: mujeres, comidas, bebidas,
hombres.
En relación a la hazana es necesario que haya tres: Siempre está dirigido
a otro, ese otro sobre el cual se cumple la hazana, es el mismo obsesivo, no
es diferente de él, por eso no pone en juego Ia falta, la renuncia o la perdida.
No pone en juégo la falta por esta particular escena donde el otro es el propio
obsesivo, se identifica con el otro. El otro no es lo diferente porque si no lo
pondría en relación con la falta.
La clínica psicoanalítica es una clínica de la diferencia. El obsesivo se rige
por la medida de : "Tanto me das, tanto te doy; si yo no te pido, ipor quê vos
me pedis?*
Toda la piedad dei semejante se basa en el pequeno otro. Esta lógica de la
obliteridad la lleva a toda escena donde él participa. '
Por eso lo descentra el amor: El amor es dar lo que no se tiene, y acá el ob­
sesivo no puede, él sólo puede dar lo que tiene; en la pronunciación "te amo"
no está dando nada, vale sólo por Ia propia enunciación. Porque iqué significa
"te amo"? Podríamos decir que es una demanda: esperar un "te amo" dei otro
lado, en la histeria.
Pero el obsesivo no sabe qué promete al decir "te amo”: "iEn qué me com­
prometo cuando Io digo?" Te amo es diferente de decir te quiero. Te amo no
remite a ningún objeto, significa nada. Te amo porta el dar lo que no se tiene.
Te quiero en cambio tiene un valor de significación. Esta locución produce
muéha dificultad a la mayor parte de los obsesivos, no lo puede decir por lo
qué porta en falta el te amo.
Todo esto es la posición dei obsesivo en relación al deseo. En la histeria
tenémos el deseo insatisfecho: el deseo de deseo; en el obsesivo el deseo, que
Io confronta con la castraoión, es siempre rebajamiento a Ia demanda. Quie-
re decir que escucha en la demanda la respuesta a esa demanda sin què so
remita a nada más: "Quiero que me digas qué queres y qué no”. El otro signi-
ficantê toma la posición de Otro, con mayúscula, y la aparición de su deseo,
que el obsesivo no puede cubrir.
El obsesivo se defiende de la castración dei gran Otro, no de la propia, mu-
chas veces se presenta como en falta, en perdida» como castrado. Puede po-
sicionarse como el que tiene o como el que no tiene, pero ambos se cuidan de
la castración dei Otro: No tiene pero va a aprender, va a saber, con el trabajo
va a cubrir lo que le falta, pero lo que nunca deja de sostener es la suposición
de saber en el Otro.
El obsesivo le da al analista el saber que nó tiéné^trata de calcular o prever
las formaciones dei inconciente: un fallidó o un lápsus. Toma al analista como
a alguíen a completar; siempre hay algo que no fue dicho y debe serio, pero
siempre dei lado dei saber, no dei no saber.
Eso e6 la lógica fálica. La lógica fálica trasmite tanto la presencia como. Ia
ausência; siempre remite a lo que falta. El obsesivo remite a Ia lógica fálica
en la escena dei tener. De aqui el valor dei fantasma obsesivo.
El obsesivo es aquel que atraviesa los fantasmas paso a paso a lo* largo de
su vida, Son atravesamientos dei fantasma. Hay una posición frente al fan­
tasma donde el fantasma irrumpe como impulso o çon ideas obsesivas. Por
ejemplo: "Si pienso en mi novia desnuda le va a pasdfalgo”.
106
Soti ideas que se despYenden de los fantasmas que lo acechan. Los fantas­
mas siempre tienen que ver con el-6exo y Ia muerté; son de sexo o muerte
dei otro. El fantasma es lo que permite organizar la realidad, pero al mismo
tiempo hace de la realidad una contínuidad de lo ima^tnario.
El fantasma es la forma como organiza la realidad. lo cual es diferente a lo
real. .
EI obsesivo organiza la realidad paranoidemente por esta cuestión de su
posición en relación al falo, y lo disputa con ei otro por el tener. Siempre se
juega,ep.£S,ta. competência que supone que el otro no tenga. Esto hace que su
realidad secbhS&üyai’ paranoidemente.
La relación entre paranoia y obsesión en Freud tiene que ver con la homo-
sexualidad reprimida.
Esta homosexualidad tiene que ver con la rivalidad fálica en relación al
Otro, con mayúscula, fúndamentalmente al padre. De ahí que el obsesivo se
pase su vida midiendo su pene con el dei padre, y donde siempre queda en
falta. De aqui Ia hazana.
La realidad fantasmática está puesta en. relación al otro respecto a la com­
petência fálica en donde perder supone la pasividad frente al otro. Que el otro
le gane es colocarlo en un lugar de pasividad que lo angustia, y puede llegar
a matarse por eso en Ia competência: tal como querer pasar a un auto que lo
pasó por la derecha, y lo bu6ca y no se queda tranquilo hasta que él le hace
lo mismo77.
Siempre la culpa es dei otro que inicia el juego, siempre espera Ia demanda
dei otro, porque su posición es de responder a lo que le piden. Deja su deseo
para el momento en que pueda desear; £cuándo? Cuando el otro esté efectiva-
mente muerto, y eso nunca Ilega aunque e6e otro padre esté muerto.
El padre le sigue diciendo y sigue estando en disputa con ese padre. Lo que
va más allá de lo finito. Esa es la lógica en juego;. és la lógica de esperar el
momento en que el otro lo reconozca, que el otro reconozca su posición ex­
cepcional; tiempo de lo transfinito; siempre esperando a los 80 anos a quedei
padre reconozca que él tiene méritos para trabajar;
Espera que el Otro le pida que él viva» que actúe, sólo puede actuar si el
Otro se lo pide. El obsesivo es un esclavo perfecto dei Otro.
£Por qué duda el obsesivo? Porque espera encontrarse con la certeza, pero
ningún acto garantiza la certeza. Para que ün acto lo sea supone cierta dig-
nidad que para el otro tiene significación. En Ia vida uno tiene actos que
suponen un antes y un después. No hay muchas cosas en la vida que tienen
este valor.
El acto también está en relación a una escena, en el dispositivo analítico, en
la escena transferencial la palabra tiene un valor diferente al que tiene fuera
de análisis: una equivocación tiene valor de acto fallido. El análi6is sostiene
una escena que le da a la palabra dignídad. Si para el obsesivo algo tiene
valor de acto, eso lo confronta con la castrãción.
La obsesión es entonces una posición frente al acto. El discurso obsesivo
tiene la forma dei discurso universitário.

LA RELIGIÓN OBSESIVA

Hay una idea freudiana de que la estructura obsesiva tiene la estructura de


la religión. La religión obsesiva.
77 Ver trastorno obsesivo al volante, en Los síndrome6 de la época. En este mismo
volumen.
107
Si partimos de que el obsesivo es alguien que intenta prever el deseo dei
Otro, es justamente porque el Otro está vivo. EI obsesivo hace dei Otro un
muerto, sólo que no termina de morir. La religión es una religión de un padre
muerto, de ahí que el deseo de Lios sea incognoscible.
Basta ver las religiones particulares que tienen los obsesivos. Es interesan-
te por ejemplo ver las cabalas y Ia creencia en cábalas que tienen algunos téc­
nicos de fútboL El que cree que darle Ia mano al técnico dei otro equipo tiene
esa consistência que hace vivir al Otro, por lo que se niega absolutamente de
hacerlo antes de un partido..
Se puede ver como tienen religiones donde la magia, la creencia tiene un pa­
pel estelar en sus vidas. El obse que va llegando a la esquina y dice: “Si está
la luz amarüla ella aiín me quiere". El hombre en cada esquina encuentra
una prueba de su relación, dei signo dei Otro.
Todos los ri tu ales y las creencias que estas personas tienen en el Otro, por
eso Freud le da el carácter de religión privada.
El obsesivo siempre trata de anticiparse un paso al Otro para prevenir lo
que venga dei Otro, porque la angustia es el deseo dei Otro, entonces dice: <fSz
lo sé, ya no me afecla”. De ahí su creencia eh el propio pensamiento.
Un paciente salido de una clínica psiquiátrica con la idea de que él tenía
S.I.D.A. Cuando se le preguntapor qué piensa eso, dice que porque un día en
un hotel una sábana por ahí tenía el germen, y no habían cambiado Ia sába-
na. EI obsesivo está en relación a la contaminación, la contamínación de una
idea que le aparece como intrusa, como parásita.
El analista le dice que él no podia diferenciar la idea, el pensamiento, dei
acto. Esto lo alivio muchísímo, y dice que él pensó que en Ia clínica es taba
desparramando de S.I.D.A. a todos, que al darle la mano al analista lo había
contagiado.
A lo largo dei tratamiento aparece el origen de esta idea: Él entrenaba con
un equipo de natación y lo dejan afuera de una competência.
Se encuentra mirándola desde la tribuna y se le aparece este pensamiento:
que si el tuviese S.LD.A. podría tirar una gotita de agua en Ia pileta y todos
morirían.
Esa idea da cuanta dei origen.
De Io que da cuenta siempre el obsesivo es que su creencia en la solidez dei
Otro está presente en todo momento, y hay que ver las estratégias que él rea­
liza para poder separarse dei Otro, o lo que es la solidez dei Otro.
“Se está configurando la idea de una separación”, decía un paciente que se
estaba por separar de su mujer. En el “se está” él queda afuera.
El obsesivo trata siempre en su estratégia de separarse dei discurso dei
Otro.
El discurso científico sostiene que se va a llegar al saber. Es Io mismo que
creer en Díos o en Alá o en el cientificismo. Se hace una aseveración de la
ciência como ante la presencia de Dios: "Tal cosa es científica".
Un paciente alcohólico que había consultado a un psiquiatra que le sacó la
adicción pero le dio un “cócteF de pastillas, decía él. EI problema es que al
sustituir un “cóctel” por otro el problema es que no se le dé medicación, y no
tiene nada que ver el sujeto.
Puede ser preferible para ese sujeto que sea borracho pero que se respon-
sabílice de ello.
Es muy difícil sostener la cura de un alcohólico en un psicoanálisis, pero eso
es una cosa y otra es decir que <4la cura es ésta”, como dice la psiquiatria.
Otro problema es cuando se les da la pastilla que toman y si beben, vomi-
tan como reflejo producido. El problema es que el alcohólico enseguida se da
108
cuenta de que no tiene que tomar... la pastilla.
EI problema es .que la psiquiatria apunta a la voluntad dei paciente es de-
cir, apunta al tema desde una carência, una lógica deficitária.
El matrimonio entre ei alcohólico y la botella deja afuera al Otro, no se pone
en juego la castración.
79 que la interpretación une significante y vo*.
En el Seminário 23 Lacan78 dice
La voz es la parte real de la interpretación.
Un análisis via mail pone en juego que no hay ahí paso por lo real dei otro,
lo sexual dei Otro. Para el psicoanálisis el otro que existe es el Otro dei sexo*
porque se pone en juego justamente la castración. El chateo es una buená
defensa contra la castración, porque está en juego lo imaginário y lo simbólico
dei Otro, pero no Io real.
La voz es lo real de la interpretación, de ahí que no podemos pensar en una
interpretación que seâ de letra, de carta. Lacan dice que Io real tiene que ver
con el tiempo en que se da la interpretación, y el tiempo es aquello que está
trastocado en una relación de chat o de mail.
Entonces, la religión es algo que hacè consistir al Otro, y hay una cuestión
que Lacan habla en el Seminário 23: que la religión supone dar sentido. Se
trata de un sentido inmanente a todo ac to.
De ahí que el sentido religioso puede marcar hasta los actos más íntimos,
como el acto sexual: de ahí que para los creyentes el acto sexual tiene el sen­
tido de la comuníón con Dios.
El sentido es algo que cubre el goce. EI sentido, tiene que ver con la muer-
te. Es la muerte lo que da sentido a la religión. Lacan se preguntaba7í)si un
analista debía ser ateo, porque para ser analista, la operación analítica -la
interpretación- supone una operación sin Otro, sin Dios, sino seria dar senti­
do, como o hacen los psicoterapeutas.
Con lo cual, ^como pensar un analista creyente religioso?
De ahí que para el obsesivo estos rituales dan sentido a su vida.
Un paciente que consulta porque no puede decidir entre su novia de toda la
vida y su amante. Con su novia convivia, pero no la deseaba; era su compane-
ra, y su amante le decía: vagina es mia y yo hago con cila lo que quiero”.
El paciente consulta entonces porque no puede decidir entre una mujer y la
otra: esta que desea o su companera. La novia era una chica bárbara, pero no
tenía deseo con ella. Esto era en el ano ’77, época de la dictadura militar.
Este joven empieza a entrar en cada vez mayor desorganización y dista
mucho de elegir entre una mujer y otra, cuando algo de lo real comienza a
angustiarlo.
De ahí empezó a hacerse mas intensa una religión íntima: rituales,que tenía
para entrar a la casa, para subir a la cama, pèro no terminaba ahí: El, cuando
se acostaba, empezaba un rezo, en silencio, donde pedia por todos sus afectos.
Pero el problema es que en esa ocasión se le introdujera un interrogante.
El interrogante es donde aparece el demonio, porque es el deseo dei Otro:
Dios es consistente. Entonces, ese temor hacía que ese intervalo desaparezca,’
y era una sola palabra en la que nominaba a todos y que si no nombraba a
alguien algo maio le pasaba.
Pensemos que la vida que se vivia en ese entonces hacia que esto esté muy
andado en lo real: todos vivían angustiados por gente que podia desaparecer

78 Lacan, Jacques. Seminário 23, El sinthome. Edición digital. Clase dei 20 de enero
de l976.Traducción Escuela freudiana de Buenos Aires. También edición de Paidós.
Buenos Aires. 2006.
79 Lacan, Jacques. Seminário X. La angustia. Clase 23. Ediciones Paidós. Buenos aires.
2006.
109
y lo hiciera culpable.
Él hacía cada vez más grande esa frase, porque al que quedase afuera algo
maio le iba a paear. Esto era una convicción que nada tenía que ver con la
realidad compartida, pero encontraba sustento en ella. Esta frase él debía re­
petiria tres, trece, veintiuna, hasta treinta y tres veces. Cuando se interponía
por ejemplo "culo” entre una palabra y otra debía reforzar la frase repitiéndo-
la,tantas veces. En ese orden numérico de cantidades.
Él creia que “algo maio podia pasar”, y esta religión que fue era para po-
nerle algún coto a esta idea obsesiva. Luego empezó a ir a la iglesia; no era
creyente pero íba "por las dudas”, y se sentia a salvo en la iglesia.
Esto es lo que 6upone la intromisión de ese pensamiento parasito, acusán-
dolo. Él no era creyente de Dios pero era un creyente absoluto de esta religión
privada.
El obsesivo intenta siempre prever lo inesperado.
Un obsesivo no pasa por una esquina porque teme encontrarse con su novia
con un tipo, cosa que ya pasó en esa esquina. O sea, el obsesivo teme encon­
trarse con lo mismo. En cambio Barreda80, 81 por ejemplo, posible psicótico, al
ser preguntado si lo volvería a hacer díjo: “No; si ya lo hice”.
El obsesivo teme encontrarse con una castración que ya sufrió.
Esto es la represión de la castración.
Todo lo que hace es para poner a la castración en el infinito, lo que está más
allá de lo enumerable, lo que no se puede enumerar. Esto está en relación con
la procrastinación: el remitir a lo infinito.
Todo obsesivo demanda, pero espera completar el saber dei analista. In­
tenta sostener con el Otro como si se tratase de poner información en una
computadora, porque la computadora no desea. De ahí la buena relación dei
obsesivo con la computadora. Esto no es un sintoma, es justamente uno de los
rasgos: obtiene ahí un plus de gozar. Pero este goce no es con el Otro, tiene un
valor aproximado a una masturbación, digamos que es un casamiento con su
propio pene. La dirección dela cura e6 sustraer ese goce.
O también en el trabajo encuentran ese goce: “Tendria que encontrarme con
vos”, le dice a Ia esposa, “es lo que más quiero verte hoy a la tarde, pero no
puedo, me surgió una reunión”.
Son formas de no encontrarse con la castración. Es lo que Lacan trabaja con
Hamlet en el Seminário 6ei.
Hamlet es un personaje, Lacan no dice que es un obsesivo pero Ia cons-
trucción de un caso clínico también es dei orden de una ficción, porque deja
algunas cosas afuera, escucha algunas cosas, y hay por tanto también un
personaje.
Entonces, en Hamlet lo que analiza Lacan es todos los vericuetos que hace
para no encontrarse con el acto: matar a su tio, que él lo sabe desde el comien-
zo de la obra cuando el espectro de su padre le dice que su propio hermano
lo asesinó y se và a casar con su ma<ire,...entpnç;es..lQ pide a él que realíce la
venganza. *' ‘ '
Hamlet lo sabe desde el primer acto, pero llega al último acto haciendo de­
sastres, en forma de maios entendidos, pero no puede dar en el blanco y debe
entonces, para arribar a lo que había formulado en el primer acto, hacerse
envenenar para poder matar al rey asesino.
Lacan analiza ahí lo que hace el obsesivo para no dar en el acto.
80 Famoso autor de un asesinato múltiple y familiar en La Plata., matando a su suegra,
eu mujer y sus dos hijas.
81 Lacan, Jacques. Seminário VI. El deseo y su interpretacjón. Clase dei 11 de marzo
de 1959. Edíción digital.
110
Todo acto está en contra de la reglamentación corriente, por eso el obsesivo
lo que hace es arreglar su acto para que esté en correlación con la ley.
*'Hay una norma, que es caprichosa, pero yo estoy para hacerla cumplir”. Es
una posición de impotência frente al capricho de la ley.
Realizar un acto tiene que ver con transgredir esa norma -no décimos que­
brar la ley.
En el acto Io que se pone en juego, lo que se transgrede es un determinado
dicho dei Otro: “Papá me decía que antes de casarme tengo que estar muy
segurq.de con quién me voy a casa?.
El á'ciõ;èb’:sin gârànlías, porque el acto es sin Otro. Por eso que el obsesivo
dice: “Bueno, iqué hago?, lesta todo bienP Pero el acto supone este desva-
necimiento dei Otro, por lo tanto hay un desvanecimiento subjetivo: deja al
sujeto con un antes y un después. La interpretación es un decir dei analista
que hace acto.

De la posición

Tomando Ia posición dei obsesivo podemos localizar esa forma particular de


relación al Otro que tiene el obsesivo, que está por fu era de la escena, que se
sitúa como observador.
Por eso frecu entemente el obsesivo se presente hablando de aquello que
pasó en la otra escena sin entrar en la escena de la transferencia. Son nece-
sarias una serie de apuestas y maniobras dei analista para que el obsesivo
entre en la escena.
Porque el obsesivo habla ahí donde no está, ahí donde no habita el cuerpo.
En un momento hace los trabajos administrativos en relación a determinado
hecho y en otro momento habla de eso; puede hablar de eso cuando ya pasó.
El obsesivo por eso siempre llega tarde ahí donde tiene que estar:
Llega a declararse cuando ella ya se fue con otro-llega a mataria cuando
ella ya se murió. La respuesta dei obsesivo es siempre retardada, porque en
el momento donde tiene que responder se queda mudo. La queja dei obsesivo
es siempre que todo lo que se le ocurrió se le ocurrió después de lo que pasó.
Esto no es algo de orden intelectual, tiene que ver con el no estar en la esce­
na.
En cambio, la histérica está siempre puesta en la escena, mientras que el
obsesivo está fuera. ^Por qué? Porque es üna posición frente a la castración.
Hicimos referencia a la oblatividad como uno de los rasgos de la cuestión dei
obsesivo. Dice Lacan: la oblatividad, ese sensacional invento dei obsesivo?2
Mayormente, por la tenencia dei órgano, se liga al varón por el lado de la
obsesión, y por la carência de pene se liga la histeria a la mujer.
Con Ias mujere6 obsesivas 63el problema pasa porque estando dei lado de la
posición femenina, en relación al Otro, no podemos hablar de que haya “la
otra mujer”, un elemento fundamental que hace a la condición histérica.
Tanto como en el obsesivo, el Otro es la muerte, ante el cual está siempre
en relación. ^Qué quiere decir esto? Que su posición frente al otro es estar
no - muerto y no — vivo.
Una fantasia básica de la obsesión es aquel que se hace el muerto para que
no lo maten. óQué quiere decir “hacerse el muerto”? No desear. Es esto de.

82 Lacan, jacques. Seminário 3.9, Ou Pire. Clase 3 dei 6 de enero de 1972. edición digi­
tal,
83 Hay un inuy interesante trabajo de Maria Anita Carneiro Ribeiro sobre la mujer
obsesiva. Se trata de Um. certo tipo de mulher- mulheres obsesivas e seus rituais. Rios
ambiciosos. Rio de Janeiro. 2001.
111
que el obsesivo al deseo lo sostiene como imposible, porque hace imposible al
deseo trabajando para la demanda.
La demanda es lo que puede entrar en lo oblativo: Te doy tanto, me das
tanto. Es el ojo por ojo, diente por diente. Lo oblativo es una ley feroz, no
regulada por un tercero: por el Otro.
Lo que regula la ley justamente es el plano de la oblatividad: Si me sacaron
el ojo pido condena para el otro, no le saco el ojo. Es lo que llamaríamos la
ley anal: Aquella regulada por la demanda dei Otro; seria la madre que pide:
"Haceme caca”. •
Esto también hace a la particular posición de la mujer obsesiva. La mujer
obsesiva, en relación al otro, a'diferencia de Ia histérica, no busca barrar al
Otro sino completarlo. EI obsesivo mas bien tiende siempre a completar al
otro: que no aparezca la falta en el Otro, que generalmente el obsesivo lo pone
en el nivel de la oblatividad: 'Tono busco lo que a vos te falta, uos no indagues
lo que a mí me falta”.,
La lógica de la oblatividad es la responsabilidad recíproca.
La histérica busca completar al Otro, pero le hace la barra al otro para po­
der en esa falta dei Otro localizarse. Es por lo que al otro le falta por lo cual
yo me aseguro ocupar un determinado lugar:4Vos sos tan idiota que necesitás
una mujer como yo para que te avive”.
La mujer obsesiva sostiene al Otro pero taponándole la falta. La histérica
puede hacer una división al Otro; la mujer obsesiva va a sostener al Otro
como completo.
Un rasgo diferencial de la histeria y la obsesión de cómo la mujer sostiene
en la pareja: Si ella dice que su novío es divino, lo otro y lo otro, seguramente
es una obsesiva, porque la histérica puede decir: “Es divino, /pero se viste tan
mall” Esto es la estratégia en relación al Otro: Una cosa es barrarlo y ser su
falta y otra cosa es taponar su falta.
La mujer obsesiva rehúsa en usar a la Otra mujer como conector para la
interrogación sobre la feminidad.
El dolor de existir de las mujeres obsesivas, que están privadas de la pa-
labra de amor y dei brillo fálico que les atribuye el deseo dei otro, hace que
lleguen a análisis diagnosticadas por la psiquiatria como melancólicas.
Por otro lado, lo que hace la histérica en relación a su segundo tiempo le
permite tener unavisión dei Otro que pasa poria castración. En cambio, Ia
obsesiva se puede sumar a la admiración por el falo.
Cuando uno habla de la indicación fundamental de las intervenciones en la
clínica, se podría decir que no es la misma Ia posición dei analista en relación
a la histérica y a la obsesión. Si el analista no hace determinadas interven­
ciones se corre el riesgo de que el obsesivo quede anos fuera de la escena, sin
que nada de lo que se diga ahí se toque.
Una interpretación de un caso de neurosis obsesiva64:
Un joven de 28 anos que su problema tenía que ver con Ia idea obsesiva de
tener el pene chico, y realizó mediciones, comparaciones, etc.
Ligado a que él podia concluir con esto que su pene era normal, pero al
mísmo tiempo sostenía la idea de que su pene era chico.
Esa idea giraba a lo largo de vários aspectos de su vida, tenía un profundo
sentido no solo en el plano sexual sino también en el laborai, etc., donde lo
que tenía era demasiado chico.
En un momento el analista dice que si ha podido comprobar que no era así:
ipor qué tanta insistência? Y él dice: “Sí; pero esto me impide tener un lugar
84 Presentación oral de Maria Anita Carneiro Ribeiro en las terceras Jornadas
de los Foros psicoanalíticos de la Argentina, Tucumán, octubre de 2003.
112
en mi profesión”.
La analista le dice que si le impide tener un lugar en su profesión, entonces
lies muy grande su pequenez?. Digamos que ahí le completo el diclío, porque
podríamos pensar que iba en esa dirección lo pequeno de su pene. Esta in-
tervención lo dejo perplejo, porque era él quien todo el tiempo decía que era
pequeno, y escucharlo dei lado dei otro lo Ilevó a que a partir de la siguiente
sesión no habló nunca más dei tema dei pene, y más tarde dijo que ya no le
importaba más.
Había olvidado de que eso había sido una interpretación, y aqui otro rasgo
de la interpretación: la buena interpretación es la que se olvida.

DE LA FOBIA Y SUS AVATARES

La época parece tomar el signo de la fobia por la declinación de la autoridad


paterna. ..<t-
La posición fóbica tiene que ver con el deseo prevenido.
También el obsesivo se previene dei deseo: "Por suerte ya lo sabia”. La psi­
cologia preventiva es dei orden de la neurosis obsesiva.
Pero esto es diferente el fóbico, que no bueca saber de lo que va a pasar sino
que busca evitar.
El discurso de la prevención es discurso universitário: transmite un saber
para que algo no pase.
El discurso universitário se opone al psicoanalítico ya que este último apun-
ta a la particularidad. El discurso psicoanalítico apunta a io particular de lo
subjetivo» es decir a Ia nada, pero a una nada müy particular.
La poesia es una organización simbólica que rodea lo innombrable. La ver-
dad de lo dícho tiene una dimensión poética.
La fobia tiene el deseo prevenido; diferente al obsesivo que busca saber para
no encontrarse con la sorpresa.
En la fobia el tema no es la sorpresa sino la presencia dei objeto de lo que se
previene, si bien tiene una dimensión de sorpresa. La castración opera siem-
pre con la presencia dei objeto. En la presentación fóbica se da la dimensión
de que es inespecífico el objeto, a veces la sustracción dei objeto es un trabajo
clinico.
Muchos apareçen con agorafobia: fobia fundamental, fobia que no puede
precisar un objeto: todo el afuera se convier te en un mótivo de temor.
El objeto estabiliza a la fobia. Es una estabilidad no tan estable como el
obsesivo o el sintoma histérico, porque el objeto es menos regulado que un
sintoma en el cuerpo (universo significante). EI objeto tiene una movilidad
propia para el fóbico. Si bien es un objeto que opera como significante no deja
de tener lugar de objeto.
La derivación. tiene que ver con cuando el objeto caballo se traslada también
a la palabra caballo: ahí está el efecto metonímico.
Es un tipo de neurosis, de su estructura, si es que se trata-de tal, pero si
hablamos de lo clínico se justifica un lugar propio.
La angustia es Io que la caracteriza: la angustia flotante apenas controlada,
y esto es importante en las formas de presentación de una fobia. Hay que
hacer un dispositivo hospitalario para la fobia. Éste supone cierta escena con
limites precisos, simbólicos, para que pueda tener lugar la transferencia de
orden simbólico. Porque la suposición de saber está ocluida por la angustia
flotante. El paradigma de esto es el ataque de pânico.
El ataque de pânico es el temor angustioso, donde la angustia no tiene nin-

113
gún limite: irrumpe la pulsión en forma de angustia y pasa algo diferente a
estar triste o nervioso. No se trata de eso, sino que no puede estar, no hay
lugar para poder estar, no puede estar en un lugar y salir corriendo, y no
pueden estar. Se busca algo que pueda poner un limite.
El desborde angustioso es la imposibilidad de localizarse frente al Otro, por
eso no encuentra un lugar.
El nino con fobia busca construir un lugar a salvo de la mirada dei Otro, por
ejemplo se hace una casita abajo de la mesa para buscar un lugar en donde
pueden mirar a salvo de la mirada dei otro.
Y los gestálticos usan este recurso con los fóbicos, lo trábajan desde lo ima­
ginário. Porque en el desborde de angustia no hay interpretación, hacerlo es
empeorarla. Porque en su aplastamiento no puede sostener la división de la
interpretación. Lo que hay que hacer en ese momento es alojar.
Con el fóbico hay que ser muy cuidadoso con la interpretación. La interpre­
tación es un decir con la forma de un dicho. El decir produce una operación.
El fóbico no quiere saber nada dei decir, quiere un dicho que le permite dar
sentido, y es el fuera de sentido lo que angustia.
Hay clínicos (lacanianos) que ven la angustia como algo a lo que hay que
apuntar siempre por su valor desestructurante: es un estropício porque la
clínica psicoanalítica no es una "para todos”.
El objeto fóbico tiene más valor como signiíicante que como objeto. Es dife­
rente al objeto fetiche, que tiene que ver con la metonimia dei objeto, no dei
signiíicante. De ahí el valor inamovible de condición dei goce dei fetiche.
La murada fóbica establece barreras de orden simbólico para que no haya
griétas por donde aparezca lo metafórico de lo fóbico.
Láfobia está cercana a las patologias dei acto, porque el fóbico en la irrup-
cióri de Ia angustia aparece como proclive al acting out y el pasaje al acto:
Corre para salir de la escena donde perdió toda localizacíón.
Lás terapêuticas cognitivas y conductistas tienen una mayor predilección
por Ia fobia: por ejemplo en el acercamiento en espiral al objeto, por lo que
la superación de la fobia es igual a tocar el objeto fóbico. Esto no es casual,
porque son terapias que trabajan con Ia realidad.
Tenemos un supuesto: el sujeto ignora la realidad ya que se sobrepone la
fantasia, por lo que intenta separaria.
Fantasia y realidad se interconectan continuamente, es muy difícil en el
relato diferenciar realidad y fantasia, porque cualquier hecho es interpretado
desde el propío fantasma. Toda la realidad se organiza fantasmati camente.
Las terapias intentan separar lo fantasmático dei objeto fóbico de la reali­
dad: esto es establecer la sugestión. Establecen un Sl: signiíicante uno por
el cual organizar la realidad. —*^Qué dice Ia estadística?”; ”y entonces, £de
qué tienes miedo?”. Establecen asideros (Sl) para tranquilizar al fóbico. Es lo
mismo que alcohólicos anónimos o neuróticos anónimos o tímidos anónimos.
Una cosa es identificarse con el sintoma vàciadb de goce: fin de análísis, y
otra identificarse con ser un ex -tímido. Muchos áctores que superan Ia timi­
dez y luego pueden ser el centro de la escena.
La inhibíción es no signiíicante a la fobia antes que se constituye la fobia
como sintoma. La inhibición aparece como un rasgo de personalidad a dife­
rencia dei sintoma fóbico.
El rasgo de personalidad aparece como el "yo soy así”. En un momento deja
de contener la angustia, se deshace la inhibición y aparece el sintoma fóbico.
La conversión dei tímido al exhíbicionista va todo por el lado dei rasgo y mo­
dos ligados al goce.
El rasgo de carácter es un signo de goce pare el sujeto. En la neurosis ob-
114
sesiva el rasgo de carácter aparece como sintoma que no produce dolor, al
cual el sujeto se identifica. Esto a veces hace a muchos sujetos inanalizables,
porque el rasgo opera como Ia gotita mágica que tapa: “Yo no soy obsesivo,
soy cuidadoso”.
El rasgo pone en el cuerpo dei otro el trastorno: ‘To soy ordenado, si te mo­
lesta, el problema es tuyo”. La histeria, la exhibición, la seducción también
pueden ser rasgos de carácter.
El fóbico está más acá de poder constituir rasgos de carácter, por lo que
está má^ligadojadaip.hibición, por lo que un viaje en el ascensor puede ser
terribíè.' '■
En la clínica el tema ee propiciar un lugar; acá hacemos una casita en donde
podemos jugar con el significante. El tema dei fóbico es que el significante
arrastra lo real de la angustia, puede asustarse de la palabra arana y no de
la arana:
“No puedo hablar. de eso porque hablar dei terror nocturno hace que este
aparezca en la escena". Hay palabras en Ia lengua que tienen mayor convoca­
tória sobre lo real que otras. La injuria en toda lengua ti ene poder de convo­
catória de lo real. Por ejemplo, “hijo de puta" ahora no quiere decir ser hijo de
una madre puta. Se van modificando a partir que se banalizan, el significante
se desgasta y va perdiendo convocatoria.
Hoy el “boludo" no es un insulto sino que convoca ã un semejante. En el fóbi­
co las palabras tienen grietas por donde se introduce Io real. El manejo de la
lengua dei fóbico es contrario al dei obsesivo, que puede hablar de todo (por el
aíslamiento), que para él son sólo palabras relacionadas con otras palabras.
El discurso obsesivo tiene que ver con el aíslamiento de las palabras respec-
to al afecto.
En el caso de los fóbicos, lo cuidadosos que son. con .las palabras responde
a eso, y ni hablar de un lapsus, que para el obsesivo és: “Bueno, no es para
tanto".
El manejo clínico de la palabra debe ser muy cuidadoso. Siempre busca rea-
seguramientos: ftVoy a hablar de esto si es que esto no me deja en mi posición
de uulnerabilidad".
ler tiempo dei sintoma: cuando la angustia tiene lábil localización.
2do tiempo: cuando se estabiliza localizándola en un objeto.
3er tiempo: miedo a tener miedo, miedo. a estar fuera de casa por temor a
que le vuelva el miedo, entonces, se distancia dei objeto.
Lo poco que el significante puede poner limite a la irrupción de lo real, al
goce dei Otro, por eso muchas veces, difícil de diferenciar de la psicosis.
El temor tiene como característica lo poco que es significante, que pone limi­
te a lo real. En esto el temor se parece a la psicosis. El significante tienen poco
valor instrumental a la irrupción dei goce dei Otro (en el psicótico).
Hay que poder ver lo positivo de la presentación delirante para diferenciar
la esquizofrenia de la agorafobia.

UN COMENTÁRIO CLÍNICO

Una noche recibo un Ramado dè un hombre solicitándome atención para


una hermana. Me cuenta que ella, Dina, se encuentra mal, triste, y que des­
de hace un tiempo bastante largo, no sale de su casa, teníendo una licencia
en su trabajo, por psiquiatria. Me pide si puedo ir a veria a su casa, dado su
problema.
Le digo que me pase con ella. Ella, con voz llorosa me dice que le dió mi
1 lã
nombre una colega conocida de ella.
Le pi do que me cuente lo que le pasa.
Hace mas de un ano que no puede salir de su casa porque le da miedo. Ese
miedo no es algo preciso y determinado. De las cosas de su casa» en lo' que
hace a compras necesarias, se ocupa su madre con quien vive. Es maestra
pero pidió licencia psiquiátrica a partir de no poder salir.
Me pregunta si creo que la puedo ayudar. Le digo que si pero queda espero
en mi consultorio» que es donde le propongo que hablemos. Hay algo en su
forma de hablar que me hace pensar que ella podría venir a verme.
Me dice que no sabe si va a poder salir para ir a mi consultorio. Le propongo
un horário y que si ella no puede salir me vuelva a llamar.
Pasan dos dias y me vuelve a llamar, diciendo que intento salir pero no
pudo» aunque Ia angustia no fue tan intensa como esperaba. Le digo que ha-
remos una nueva cita para la entrevista y que la espero junto a su hermano.
En el horário de la entrevista Ilega con su hermano, a quien Ie digo que
espere afuera y la recibo.
Ella me dice que venir ya fue empezar a curarse. Que no creia que hubiera
podido salir y viajar en auto. Estaba contenta con el hecho de haber llegado.
Tan contenta estaba que se daba por satisfecha por ese paso y casi no queria
mas que hablar de la importância que había tenido para ella poder salir de
su casa y llegar a mi consultorio. Eso le daba confianza, en que, poco a poco,
podría mejorar.
Le digo que ya que había venido hasta aqui, me contara algo de lo que le
pasaba.

La historia
Vivia con su madre y su hermano. Su padre había fallecido hace ya cuatrò
anos. Ella tenia 35 anos. Desde hace 16 meses que había dejado de salir de su
casa, casi sin darse cuenta.
Estuvo de novio con un hombre, periodista y que poco antes de la época de
su enclaustramiento habían tenido una pelea y el le dijo que no queria salir
mas con ella.
Dina espero que él la llamara.
Hace un mes se enteró, por una amiga, que él se caso; ahí se dio cuenta que
él no la iba a llamar.
Su madre era una mujer muy protectora y la acompanaba muy bien en su
enclaustramiento. Ella solo salía para hacer mandados por lo que Dina se
quedaba sola en esos únicos momentos.
Lo extranaba mucho a su padre aunque casi no se hablaba de él en la casa.
Todavia mantenían el galpón tal como el padre Io había dejado y en la parri-
Ua el ultimo asado lo había hecho el padre.
Si bien sentia que de alguna forma él seguia estando en la casa.
Habían formado una hermosa familia, los padres se querían mucho y la
madre no había aceptado esa pérdida.
Dei ex - novio, Paco, decía que fue una relacíón que duro seis anos. Que últi­
mamente no se llevaban bien, aunque no tenían peleas. El le había propuesto
casarse anteriormente pero ella no acepto. No queria dejar a la madre sola.
Con el había viajado a Punta dei Este, cuando su padre vivia. Pero luego
de la muerte de su padre no quiso salir mas de vacaciones ni viajar a ningún
lado.
Su hermano, mayor, era alguien muy hosco con el que no podia hablar. A
116
él la madre le aceptaba todo, dijera lo que dijera, mientras que con ella era
crítica y rezongona.
Apareció en ella como recuerdo un episodio de cuando eran chicos y estaban
de vacacíones en Mar dei Plata. Su hermano, jugando en Ia orilla la toma dei
cuello y le mete la cabeza bajo el agua, dejándola un momento sin poder res­
pirar. Liga la idea de la angustia que le pasa ai intentar salir de su casa con
lo que sintió en aquel momento de estar a merced dei hermano. Luego de ese
recuerdo y como habría de ser cada vez que hablaba de la madre, decía que
por otra parte su hermano era chico y que seguramente sólo queria jugar, que
tenía las mèjores ihtencipnes con ella.
Al él le tenía miedo por sus reacciones, era alguien que nunca aceptaba
hablar.
De su padre decía, generalmente llorando cada vez que recordaba en los
primeros tiempos dei análisis, que era alguien muy bueno y la pareja de sus
padres se amaban mucho. Que su madre Io cuidaba, le tenía continua mente
la ropa planchada y lista junto a la cama.
"Después de la muerte de papá, solo estuuo para cuidamos a nosotros”. Su
madre, tan buena, se preocupaba cada vez que ella salía, cada vez que por
trabajo o por salir con alguna amiga o el novio salía a la calle la llenaba de
recomendaciones. Tené cuidado, Diria, tené cuidado.
Ahora ello no fue tan importante hasta la discusión con su novio, Paco.
La madre, asmática, requeria atención de Dina, porque no estando su ma­
rido, no tenía razón de salir.
La madre muere al ano dei tratamiento de Dina, de una patologia pulmo­
nar que se fue complicando. Eso abrió un período de duelo donde la relación
con su hermano se hizo mas dificultosa aunque él ya no vivia con ella. |Los
intentos de Dina de establecer acuerdos con él chocaban contra un muro de
silencio.
La casa era grande para ella.
A los pocos meses de la consulta aún no salía a trabajar, aunque ya venía a
mi consultorio sola en un taxi que pedia desde su casa Venía sola, Io que para
ella le parecia un logro casi inimaginable. Ella sabíà, que poco a poco, iba a
poder salir, pero despacio, despacio.
Un día un hombre de unos pocos anos mas que ella le toca timbre y le dice
que quiere conócerla. Que un día la había visto pasar y como sabia que ella no
salía de su casa, se decidió ir a tocarle el timbre para hablar con ella.
AIlí empezó con él üna relación que toda la primer parte se desarrolló en el
living de su casa.
Este hombre, Simón, que luego va a ser el eje de toda su queja posterior, si
bien había ido a buscaria a su casa, ella dice que es tímido y que casi tuvo
que sacarle la ropa para tener la primer relación sexual. En su living el miedo
era dei otro.
El temor en la transferencia
Sus reclamos para que le diga, le dé mi opínión son constantes. Y cada vez
con la fórmula de la excepción. Ya se que no es algo que debo esperar de us-
ted, pero por esta vez quiero que me diga lo que debo hacer.
Se enoja cada vez que la remito a su asociación. Que la dejo sola sin una
palabra de comprensión.
Por otra parte, cuando ella escucha por un cambio en mi respiración, que
puedo hablar, hace un pequeno quejido, angustioso. Teme cada vez que estoy
por hablar. Quiere que las .cosas se las diga poco a poco. Esos câmbios respi-
117
ratorios son para ella signos de angustia. Le resulta violento que irrurnpa mi
voz. Una voz antes que hable.
Cuando hablo se calma o se enoja..
Luego de una sesión que ella no viene sin avisarme, digo que me debé la
sesión pues la esperé. Ella tiene un ataque de llanto de bronca de cómo puedo
ser tan inflexible si ella no víno porque no se sentía bien y eso a mi no me
importaba, solo me interesaba que me pagara. Como se podia ser'así, tan
indiferente a Io que a ella le pasaba, tan poco comprensivo con sus buenas in-
tenciones. Que para mi el carifio que ella me tenía no signiRcaba nada, etc.
No estaba de acuerdo aunque me pagaria» pero que desilusión...
Le digo que a mi solo me tiene que pagar con dinero.
Ella cômienza al poco tiempo a trabajar en la escuela. Tiene que hacer* un
no fácil trayecto porque no queda muy cerca de su casa y no podia subir a un
micro. Hace un acuerdo con un remisse y a la salida la va a buscar el novio,
Simón.
Ver que puede le da alegria y cuando hace algo que supone un paso, no
quiere que le diga nada. Solo quiere estar contenta y teme que le diga algo
que la perturbe en su festejo. Solo poco a poco y el analista callando. La voz
angustia.
Eso fue marcando cada vez que daba un paso. Un paso era llegar a caminar
sola por el centro y mirar vidríeras, anos que no lo podia hacer.
Y a la vez me decía que yo sabia seguramente cosas que podían ayudarla
pero me las callaba dejando que 6e encontrara con ellas sola.
Su vida se fue modificando. Trabajaba en dos escuelas y tomaba micros tan-
tapara ir a ellas como para venir a verme. Los temas se fueron centrando en
la relación con Simón, el que siempre la esperaba en la puerta dei consultorio
para volver juntos.
Simón la presionaba para que ya no viniera mas a análisis porque ahora lo
tenía a el.
El tenía dos hijos y estaba divorciado.
La requeria para que fueran de viaje juntos así como para asistir a reunío-
nes familiares, pero ella se negaba sistematicamente.
Un vez lo intentaron viajar y a los 80 Km. de un viaje a la costa le empezó a
pedir de volver, a angustíarse y tuvieron que hacerlo.
Dejar la casa era el problema. Aparecían los dichos de la madre. Pero como
criticar y adjudicarle culpas a la madre, viva o muerta, si ella todo lo hizo
con la mejor intención... ^Con la mejor intención de ella de no quedarse
sola?t le pregunto.
Lo que desata su enojo y su fúria. ^Como yo podia ser tan cruel de poner en
duda las intenciones de su madre?
Durante mas de un mes (la veo a razón de dos sesiones semanales) llora
cada vez que habla de la madre. Se queja. £Como puede ser que ella critique
a su madre, que su madre pudo no haberhechqjp.m^jor para ella? La culpa
Ia inunda solo por pensar que la madre se équivócó, claro, con la mejor ínten-
ción, etc. Casi no intervine mas que diciendo que sabia lo doloroso que era
para ella. No podia dejar de Ilorar con congoja cuando decía: “mamá no hacía
lo mejor para mí cuando me llenaba de miedo para que no saliera.
Pero ella lo hacía con la mejor intención, entiende, con la mejor intención”.
El ucon la mejor intención’* fue el recurso, cada vez mas impotente, para ocul­
tar Ia sombra de Ia falta en el Otro.
Este tiempo hizo desaparecer las senales de angustia en mí respiración.
Otro momento en su análisis, bastante posterior, fue cuando frente a sus
miedos respecto a irse de vacaciones unos pocos dias, con sus consabidas an-
118
ticipaciones, que iba a viajar y que no iba a poder volver, pues ir con su pareja
la dejaba a merced de él y si él no queria volver, como ella se iba a poder vol­
ver sola y además dejar la casa todos esos dias, quien sabe lo que pasaría.
Quizás debía esperar un poco mas para poder viajar. Aún faltaba un poco
aunque ella queria ir. Le daba miedo, por mas que Simón le asegurara que se
volvían si ella se sentia mal.
Le digo: ya es tiempo de viajar. Me dice, ^cómo es que si yo siempre me
mantuve sin decirle lo que tiene que hacer, ahora le digo que vaya? Además
(icomo se yo que a ella no le va a pasar nada, que no se va a angustiar, que no
se va a désè^érá^.a SOOkm de su casa?
Le digo qúe no ío sé pero que es ya-.tiempo... de un paso.
Ella viaja y permanece en la playa durante diez dias. Cuando vuelve, esta
satisfecha, contenta con todo lo que había podido hacer, que le había parecido
imposible poco tiempo antes.
Entonces comenzó el tiempo de tener miedo al miedo. Miedo a que el miedo
reaparezca. Como asegurarse de que no reaparezca el miedo.
Y aún más, £puede tener la liberta d de tener miedo?

119
CAPÍTULO 11
DUELO Y DEPRESIÓN

Hace tiempo estaba escuchando por radio ,a un interesante escritor y perso-


naje, Dalmiro Saenz, en un reportaje que le hacía a un especialista italiano
en Salud mental, dei que no recuerdo el nombre.
Este especialista definia, con certeza y precisión, los males dei mundo mo­
derno y daba cifras de la incidência apabullante de la depresión en esos ma­
les.
El câncer, el SIDA, los accidentes de auto, las diversas patologias orgânicas
tenían, para su exposición, causa en la depresión.
Por otro lado, los diversos usos de tóxicos, como la ingesta de alcohol, el
cigarrillo (no sé si incluía los habanos), las diversas drogas, de las cuales
decía que había que abstenerse. Es decir atacada la depresión y resuelto los
diversos consumos de sustancias auguraba que el nuevo siglo nos encontraria
plenos de perspectivas.
Entonces Dalmiro, le preguntó con ingenuidad no exenta de intención: Está
bien Doctor, pero íQue hacemos con el aburrimiento? No esperaba el funcio­
nário sémejante pregunta por lo que hubo un pesado silencio. Lo ayudó luego
el condüctor a salir dei mal paso, pero termino diciendo que eso no era un
problema de él sino de cada cultura.
Lo cual es cierto, depende de cada cultura, las respuestas a dar a aquello
que Freud llamó el malestar en la cultura. El pèsó que Ia vida depara en
sufrimiento, decepciones, empresas imposibles. El.precio de pertenecer a la
cultura por la pérdida en goce que supone.
Freud nòs hablaba de tres ejspecies de lenitivos o consuelos:
Distraccíohes poderosas que nos hacen aparecer pequena nuestra miséria
Satisfacciones sustitutivas que la reducen
Narcóticos que nos tofnan insensibles a ella.
Es decir, los consuelos o bálsamos, los remedios de la cultura se ofrecen
para hacèr soportable el malestar. Cada cultura le decía el especialista al
escritor, tendrá sus propios remedios.
Pero aquello que estaba en la base de los problemas, causa de mortalidad,
era la depresión.
Bien, çreo que nos Ileva decir, esta difusión de la depresión, a que se trata
ni más ni menos que de un nombre dei malestar en la cultura
Que põdríamos decir que está bajo los accidentes de auto, bajo la prolifera-
ción dei sida y la falta de medidas de prevención, bajo cada uno de los males
que asolan nuestra humanidad y que llevan a consumir drogas, alcohol, me­
dicamentos sin regulación.

121
falta.
Como resultado de la desestabilización hay un aplanamiento de los signifi-
cantes dei Ideal dei Yo.
Todo animal después dei coito esta triete, después de la perdida dei goce
sexual.
Eso que sucede a todo animal, en el sujeto humano no deja de acusar la
perdida dei brillo fálico, perdida de goce, la pérdida de potência, la perdida
de tensión.
Eso, que alguna vez aprendí en. mi ingreso a Psicologia en un texto de Da­
niel Lagache, que ni la mujer mas hermosa dei mundo podia motivar alguien
en ese momento, justamente por esa caída de brillo fálico en el .otro, lo que
hace a no pocas histéricas eludir el encuentro sexual ante el duro trance de
esta caída de valor fálico.
JSfo es acaso que el depresivo nos muestra el ca mino hacia la pulsión de
muerte, a la falta absoluta de tensión?
En la depresiõn neurótica el atravesamiento dei fantasma refuerza el man­
dato superyoico.
Podríamos construir una serie: pérdida de goce fálico, disminución dei de-
seo, aparición de un goce nuevo, reforzamiento dei superyo, renovación dei
conflicto.
La culpabilidad ocupa el papel de fijar esa particular forma de goce ligada
al superyo.
Lácan plantea que la alienación al deseo dei otro y la rivalidad agresiva que
deriva de ello deja un vacío imposible de reparar. En la melancolia delirante
hay un real que se toca, la identificación al resto, el desprecio de 6Í mismo, el
dólòr de existir.
Voy a tomar esa cita de Lacan89 en televisión donde justamente hace dei
duelo una cuestión moral.
Dice: “se califica a la tristeza de depresión, no e$ un estado de ânimo, es una
falia moral como se expresaba Dante o Spinosa, es decir, una cobardia moral,
que no cae mas que dei pensamienlo o sea dei deber dei bien decir”,
Sorprende que lleve la depresión de su lugar como trastorno dei duelo al
orden de lo moral, dei acto o más bien dei rechazo dei acto que supone la
cobardia.
Lacan hace referencia al Dante de la Divina Comedia y a Spinoza que dice
que si lá tristeza retrae fuerzas es porque hay ideas inadecuadas opuestas a
las ideas claras y distintas, garantias dei bien decir y de la disolución de las
pasiones.
Entre las patologias dei acto si la procrastinación es dei obsesivo, remite el
acto al futuro, Ia cobardia entonces es menos eficaz, pues elude un acto que no
es lejano, que lo conmina al sujeto. No es postergar sino retroceder.
Lacan no acuerda con la reparación que Klein le da a la depresión. No en-
cuentra autenticidad. De allí Ia indignidad que^gtqcongelamiento dei duelo
le otorga al sujeto. ; r>
En la depresión se busca la restitución dei estado anterior, con lo que ello
súpone de rechazo de la falta, en una voluntad de ser sin pasar por la cas-
tración.
La tristeza dura mientras el sujeto se queda en el eterno instante de Ia pér­
dida. Que agujerea al otro.
Si no se trata de una estructura y sí, de una posición frente a la pérdida,
para hablar tan solo de la depresión neurótica, para el analista el asunto no
89 Lacan, J. Psicoanálisís, Radíofonía y Televisión. Editorial Anagrama. Barcelona.
1977.
126
es acentuar la cobardia moral dei sujeto deprimido.
Y rnuchas veces la via de diferenciar culpa de responsabilidad para des-
ustancializar el peso el agobio dei autorreproche, para llevarlo a la posición
frente al acto, no es fructífera en tanto se deje de lado el goce obtenido de su
posición.
Debe pensarse que el sufrimiento es el dolor imaginarizado. Tiene que ver
siempre con una escena, con una imagen. Si el dolor es lo que debe tramitar-
se, de allí que pueda diferenciarse a dolor sin. goce de dolor psíquico, el sufri­
miento es la forma de darle imagen a ese dolor, en la escena de humillación o
de soméiítói’ênt<>; p‘ór ejemplo.
Con lo que la condena moral es claro que, no es lo que debe guiar la inter-
vención, Ya que supone reduplicar la condena superyoica.
No es por ese lado la cura.
Se debe tener en cuenta que si la depresión comporta un desfallecimien-
to dei lenguaje, supone un rechazo al inconsciente, un rechazo a la división
subjetiva que este realiza y por ende un rechazo a la creencia en el valor de
la palabra.
Lo que hace a los deprimidos encausar un pedido de farmaco que Ie resta-
blezca el humor perdido» tal como era antes...
Retomo Io dicho al comienzo. La depresión es uno de los nombres dei males-
tar en la cultura y nuestra cultura ofrece remedios, no solo los de la psiquia­
tria, dei psicoanálisis sino de los médios, de las empresas, de los carteies, de
las sèctas religiosas.
Remedios que son más rápidos, instantâneos, remedios entre los que de-
bemos lidiai* cuando aún así alguien nos consulta porque no es suficiente su
diversidad de consumo.
El mismo padre muerto está en el origen dei significante dei Nombre ‘dei
Padre y a la vez dei superyo, de ese superyo persecutório, casi melancólico,
dado que la incorporación en el fondo que se hace dei padre, el duelo que
hacemos dei padre en tanto que es o que seria ese indivíduo inacabado que
por habernos hecho mejor que eso, es un duelo imposible que linda con la
melancolia.
Es la antinomia que está presente, por defecto, en la depresión, entre aque-
11o que va de la culpa a lo que va de la responsabilidad respecto a la separa-
ción dei objeto que ya fue perdido.
Sostener una causa, hacer una apuesta poria palabra, darle tíempo al com-
prender y acompanar hacia un duelo, no es otra cosa lo que hace un psicoa-
nalista:
Sostener la dignidad dei duelo respecto al sufrimiento repetitivo de la de­
presión.

127
CAPÍTULO 12
RASGO DE CARÁCTER Y SUBLIMACIÓN

“En otros términos, ilustra tal rasgo de carácter, tal ras­


go adquirido de la regulación social, como algo que, lejos
de llevarse a cabo como prolongación, en continuidad di­
recta con una satisfacción instintiva, necesita la construe-
ción de un sistema de defensa; antagónico por ejemplo a la
pulsión anal. Hace intervenir entonces, como fundamen­
tal, una oposición, una antinomia en la construcción de la
sublimación de un instinto. Introduce pues el problema
con una contradicción en s.u propia. formulación’*.
Lacan seminário VII, La ética dei psicoánalisis, (Ed. Paictós)

Esta cita que pone relación al rasgo de carácter y la sublimación, hizo y me


promovió una serie de reflexiones.
Sublimación y carácter apareceu en Freud30, tomando su trabajo <rLa predis-
posición a la neurosi6 obsesiva”, como puestos en relación.
Dice “En el càrácter falta, algo peculiarj en cambio al mecanismo de las neu­
rosis: el fracaso de la represión y el retorno de lo reprimido. En la formación
dei carácter, la represión o no intervienen para nãdá o alcanza por completo
su fin de sustituir lo reprimido por produetos o sublimaciones”.
En el carácter, es un campo donde la represión no cuenta.
No ha sido, el carácter, motivo muy atendido en ele psicoanálisis. Freud lo
oponía al sintoma neurótico, constituyendo Ia peculiaridad de estar confor­
mado por trazos que pueden ser contradíctorios entre si.
Aunque cuando habla dei carácter anal plantea cierta integración entre or-
den, tenacidad y economia, también es claro, y en relación a la misma neu-
rosis obsesiva que un rasgo de bondad esta en función de compensar otro de
profunda crueldad, que hace su aparición de manera inesperada.
El rasgo caracteriza, el rasgo se conforma a partir de Ia identíficación. El zig
freudiano lo lleva a Lacan a plantear la cuestión dei rasgo unario, segunda
forma de Ia identíficación freudiana.
De allí que el carácter, estruetura de fachada, tenga a la identíficación como
soporte.

90 S. Freud. La disposición a la neurosis obsesiva (una aportación al problema de la


elección de neurosis. Obras Completas, tomo II. Biblioteca Nueva. Madrid. 1968.

129
El carácter dei yo se forma a partir de la identificación simbólica que es lo
que permite resignar relaciones de objeto al precio de identificarse con los
objetas perdidos,
El carácter adquiere asi consistência, fijeza con la inmutabilidad que han
dejado los objetos, objetos guardados en el museo, museo particular, pues lo
que allí se atesora son marcas de lo que ya no esta.
Pero estas marcas son emblemáticas.
El yo se presenta como un blasón, Yo soy asi, que al contrario dei sintoma,
la incomodidad esta dirigida hacia el otro. Es el otro el que no soporta como
soy.
Pero también el carácter tiene otra dimensión.
Recordando Io que Freud plantea a partir dei final dei complejo de Edipo y
de la instauración dei superyo, es través dei carácter por donde el superyo
pone en practica el mandato de cumplimiento imposible. Lacan ubico el impe­
rativo superyoico en términos de goza, goza, con el máximo goce.
De allí una dimensión de real y de imposible a la cual el carácter se presenta
como vía.
La cuestión de la clínica dei carácter aparece enfatizada en dos autores con­
temporâneos de Freud y discípulos de.suerte diversa.
Son Reich y Ferenczi, entre otros, quienes hacen referencia y subrayan la
cuestión dei carácter en referencia a la clínica.
En el caso de Reich01 pianteando que la insuficiência orgásmica debía ser
analizada a Ia luz de las inhibicionee sexuales dei carácter.
Lo que lo llevaba a cuestionar el procedimiento de hacer consciente lo in­
consciente como insuficiente.
La llamada coraza caracterológica, producto de una cristalización de rasgos,
es impermeable a la interpretación.
La interpretación es homomórfica dei sintoma, se complementa a este.
El rasgo se racionaliza en medida suficiente como para no aparecer falto de
sentido.
Dice Reich que el rasgo tiene una historia y un sentido, pero que llegar a el
supone una vía distinta de la interpretación.
Pues en principio debe tratarse de recortar el rasgo en la continuidad dis­
cursiva y esto supone una acción dei analista.
El rasgo sí a alguien molesta, no es al paciente sino al analista, con lo que
el analista debe enfrentarse y denunciar.
Este accionar reichiano lo llevo mas adelante en su deriva a plantear for­
mas mas contundentes, mas directas de atacar Ia coraza.
Asi a parece la orgonterapia orgânica medica. Ya mas allá dei psicoanálisis,
absolutamente Bubsidiario de una técnica centrada en la movilización de la
energia orgónica, la realidad de la llamada energia psíquica.
El carácter, Ia contractura muscular, Ia impotência orgásmica mojones de
un camino que Io precipito en la biologia y lqego.ep la física “alteraativa”.
Ferenczi9192 plantea que un análisís integYaf idefee suponer pasar por dos mo­
mentos, el dei sintoma y luego el dei carácter.
Y si bien tal cual lo plantea Freud en sintoma puesto en transferencia esta
abierto a la interpretación, al rasgo de carácter en principio se lo debe sinto-
matizar.
En su artículo acerca dei fin de análisis93. (1928) propone Ia necesidad de
91 W. Reich. Análisis dei carácter. Paidós. Buenos Aires. 1975.
92 S. Ferenczi. El tratamiento psicoanalítico dei carácter. (1930) en Psicoanálisis.
Tomo IV. Espasa-Calpe. Madrid. 1984.
93 S. Ferenczi. El problema dei fin de análisis. (1928) en Psicoanálisis. Tomo IV. Es-
130
una verdadera reeducación en relación al carácter.
Se debe primero disolver la estructura cristalina dei carácter para producir
una recristalizacíón mas adécuada. Los tics, los actos mímicos son reacios al
análisis.
Se debe advertir al sujeto sobre ellos, es decir, analizar es interpretar lo
inconsciente y pedagogizar el rasgo.
Para el carácter: el sostén dei discurso universitário. El saber orienta la
demarcación.
Reich y Ferenczi son a mi entender dos caminos paradigmáticos, ante la
cuestión de lo que no bace sintoma.
Uno toma la vía de la acción corporal» el otro la de la educación.
Desvios» desvarios de los Hempos difíciles, derivados de la necesidad misma
de convencer?

Rasgo de perversión

El rasgo de perversión se puede definir como toda particularidad de que da


testimonio el sujeto y que tiene que ver con su vida sexual» siempre y cuando
esta vida sexual no este limitada a la vida genital.
Freud en Leonardo dice que el carácter es la consecuencia de fijaciones in-
fantíles a pulsione6 que mediante defensas trata de mantener a raya los im­
pulsos perversos
La pulsión sigue funcionando satisfacíéndose a nível dei carácter como ras­
go. Tiene fijeza y esta relacionado a los aspectos dei yo que se satisfacen a
través de Ia conjunción dei goce dei (a) con esa zona dei cuerpo dei que deriva
este rasgo.
Hasta aqui no parecen diferenciarse estructuralmente rasgo de carácter y
rasgo de perversión, salvo que se remitan cada uno, a diferente estructura
psicopatológica.
La diferencia parece estar en la defensa, En el rasgo de carácter el dique
que contiene a las pulsiones esta constituido mientras que en el rasgo de
perversión, no.
La diferencia entre Leonardo y un perverso £es el pudor ?
Leonardo no atraviesa la barrera. Es decir que la diferencia esta en la inhi-
bición que detiene el movimiento.
La cuestión es la operación analítica sobre lo que no hace enigma.
Plantea Leguíl, en relación a ello que, "el acto analítico para modificar la
posicion dei sujeto que sufre, tiene que atacar lo que no sufre en el sujeto, es
decir su fantasma y su rasgo de perversión o sea su parte sana, ya que la parte
sana dei sujeto es el fantasma”"*
En la respuesta a este atacar puede hacer deriva distintas ínnov.aciones
técnicas,
Mas adelante propone que el rasgo se lo debe enfrentar con el silencio, la
buena técnica interpretativa,
La demanda que sintomatiza el rasgo no es necesariamente el fruto de una
acción dei analista. Entre uno y otra referencia sigue la interrogación acerca
dei rasgo en análisis.

pa6a-Calpe. Madrid. 1984.

94 F. Leguíl. en Rasgos de perversión en las estructuras clínicas. Manantíal Buenos


Aires.

131
Falta la articulación. al término de sublimación.
Freud mismo liga el rasgo con la sublimación, desde los tres ensayos.
Sublimación, por ejemplo, en la latencia.
Tomando una cita de Lacan dei seminário XIV: la sublimación es aquello
que nos va a permitir comprender de que se trata en esa opacidad subjetiva
que Freud articula como satisfacción de la repeticíón95 96
La sublimación entonces permite volver a reencontrar el goce ante la obra
, por ejemplo, un recuerdo de lo que la realidad hizo adoptar como sacrifícios
antiguos en el orden dei placer.
La sublimación es un proceso en el que se reitera la reproducción de una
falta.
Sublimación, rasgo de carácter, rasgo de perversión, son respuestas en rela-
ción a la falta de proporción sexual.
Cuestiones que si bien surcan un análísis se encuentran por fuera de la
estratégia dei sintoma. De allí su dificultad.
Pero dificultad que haya llevado a serias desviaciones, mejor, a hacer tam-
balear al analista de su lugar
Las dos definiciones fuertes que da Lacan: la primera en el seminário 7
“sublimar es elevar el objeto a la dignidad de la cosa”
Y la segunda: “que la sublimación es la reduplicación de la falta “ dei semi­
nário 14.sfl
Lacan la llama fruto típico de la situación analítica como tal.
Sublimar es lo que hace el poeta dei amor cortês separando al objeto, de
la amada como semejante. Y esta amada es llevada a la altura de la falta
materna.
La sublimación comporta una satisfacción que va por otra via a la de la sa-
tísfacción sexual. Sublimar implica descatectizar al Otro y recrear su falta en
la producción de un objeto que es social, que va a ordenarse en lo social.
Descatectizar a la amada supone un primer tiempo de retorno de Ia libido al
yo. Y es en ese punto de retorno donde aparece la angustia.
La ausência, el abandono, la muerte precipita una vuelta libidinal que no
tiene semblante donde fijarse.
La libido vuelve hacia Ias representaciones dei objeto amado y lo que pro-
mueve dolor es la sobreinvestidura de esas representaciones. Trabajo dei
duelo, entonces.
La sublimación entre la angustia, por un lado, ante la inminencia dei des­
amparo y, por otro lado, el dolor dei duelo, la tristeza, ante el desprendimien-
to de un objeto.
La angustia senala al sujeto en tanto caído dei Otro, en su dimensión de
reconocimiento, de sentido, de saber.
. Si la angustia es el “revés dei sujeto”, en tanto es el punto de máxima suje-
ción dei sujeto al Otro, la sublimación va a operar como el trabajo significante
donde la falta es bordeada, redoblada.
Nadíe sublima con el objeto presente de la satisfacción.
Para que este proceso se desencadene debe mediar una ausência, una in-
satisfacción. De allí que la sublimación comporte una satisfacción obtenida
mediante objetos distintos de los objetos sexuales eróticos.
Podemos decir, plus de gozar lo obtenido.
Estos objetos, desexualizados y sociales están en relación a los valores socia-
les en la cultura y en una determinada época.
95 J.Lacan. la lógica dei fantasma. 1966-1967. Versión no autorizada, Buenos Aires.
1991
96 J Lacan. Seminário VII ya citado. J.Lacan. seminário XIV. ya citado
132
Entonces, si las condiciones de la creación están en relación a un proceso
en ei que la angustia de castración no le es ajena, hágase referencia al ideal
dei artista doliente y torturado, solo creando con el capital de su propio su-
frimiento.
Los museos, las libreríâ6, las cinematecas están Ilenas de objetos que el
sujeto ha producido con su angustia, con su propia perdida con la marca de
ese goce perdido. Ya esto esta sostenido desde la propia cosmogonia judeo
cristiana: nacimos para sufrir...circunstancia que suelén celebrar y ratificar
algunas madres, algunos poetas y todos los analistas...
Y el goce obtenido por la obra? Lo que llamamos satisfacción parcial según
Freud, plus de goce con Lacan.
Toda creación la comporta?
Si hubiera una teoria de la creación, psicoanslítica, se opondría, redefiniría
que ante la creación de la nada se trata más bien de crear una nada interior
a un trabajo dei significante.
Si en este siglo los artistas han sostenido, como Marcei Duchamp, como
Joseph Beuys de que el artista crea a partir de realidades preexistentes, de
que cada hombre puede ser un artista, en tanto hay creatividad en todos los
hombres y en todos los domínios dei trabajo humano, quizás eso nos lleve a
diferenciar creación artística y creatividad, dejando a la primera como especi­
fica de la producción de arte y la segunda lo que se abre a cualquier actividad
humana.
La creación como ese llenado dei espacio circundante donde la cosa brille
por su ausência.
La perversión comporta el llenado dé ese vacío con un fetiche. El arte per­
verso tiene como rasgo la recreación de catálogos de fetiches.
Lã creatividad, por otra parte, decíamos abierta a todo hablante esta en el
punto de aquello que nos conmueve de nuestra rutina, nos mueve en la pro­
ducción de una nueva significación.
Como bien dice Kovladof que, respecto al idioma materno, aprendimos a
comprender palabras que pronunciamos primero sin saber lo que quieren
decir?7
Con mi lengua materna puedo desmarcarme respecto de lo que comprendo
para empezar a descubrir lo quiero detir".
La creatividad podría pensarse y en relación al arte como aquello que se
pone en juego en el espectador, en aquel reproduce la obra al veria, leerla,
escucharla.
La obras de la sublimación son capaces de producir efectos fundamentales
en el espectador, en la via, por un lado, de la fascinación estética (narcisista)
y por el otro, el suscitar el deseo suspendido, aquello que llevó al artista a
engendrar su obra.
La perduración de una obra en el tiempo quizás tenga alguna relación en-
tonces con esta capacidad de suscitar en aquel que la recrea, al veria, un pro-
ceso quê es también de orden sublimatorio porque supone una satisfacción
no sexual.
Como bien lo dijo Nasio que la obra de arte “ha abierto en el otro la dimen-
sión intolerable de un deseo de deseo, de un deseo en suspenso sin ningún
objeto asignadoni}6
De allí que pueda leerse a la emoción intensa y poderosa que suscitan cier-
tas obras cuyos autores hãn desaparecido vários siglos antes.
97 S. Kovadloff. la creación dei arte, en La creación dei arte. Incidências Freudianas,
Nueva Visión .Buenos Aires. 1991
98 J.D.Nasio. El magnífico nino dei psicoanálisis. Gedisa .Barcelona. 1986.
133
Juarroz para diferenciar 11ama creación poética a la construcción de un
poema y creación de la recepción poética a ese trabajo dei que lee, dei que
escucha, esa creación que se realiza frente ai texto sin la cual el poema será
inaccesible?9
Hablamos de dos dimensiones de la creación en las cuales e! concepto de
sublimación da cuenta de produccíones diferentes.
La creación de un objeto artístico por un lado, la creatividad puesta én juego
en el espectador, aun más, en todo hablante en relación a las actividades que
emprende.
Pero hay dos produccíones que parecen no caer plenamente en uno solo de
los campos.
Por un lado aquello que se da en análisis, que Lacan llama fruto típico. Su-
blirnaciones que van orientando la dirección de la cura en relación al trabajo
dè reducción dei goce y por otro lado la experiencia dei fin de análisis.
AIlí donde la sublimación produce en el punto que hay un acceso que lleva
al analizante mas allá de los objetos, bacia la experiencia de la inexistência
dei Otro, hacia el peso de no ser sin estar muerto.
La producción de un sígnificante, que pertenece a Ia lengua a la cual respon­
de, no adquíere sentido por el saber dei Otro.
Esa invención que soporta el silencio dei Otro y que va a significar su ser,
plantea entonces un trabajo sublimatorio; £será dei orden de la creación ar­
tística?
Pór el otro lado, aquello que se refiere a la mujer, a una producción que
hasta ahora y a pesar de la corona inglesa y su prêmio nunca cobrado por un
horiibre, le es propia a la hija de Eva.
Láproducción de un hijo no es acaso Un trabajo sublimatorio.
Cuándo una mujer tiene un hijo, lo da a luz, se desprende de su obra, bueno,
la historia de muchos esta signa da por la dificultad que tíenen sus madres
de desprenderse de ellos. Los cuentos de idische mame y la clínica analítica
lo confirmam
Elias producen una obra que esta en función social, le hablan, lo que les
trasmite al hijo su acceso al inconsciente.
Pero los artistas no suelen desprenderse de sus objetos con facílidad, algu-
nos, como algunas madres, que no pueden situarse como causa dei deseo de
su pareja; lo cual perturba, impide la producción sublimatoria en relación al
hijo.
Y los analizantes?
Es el pase la forma de dar testimonio de un proceso sublimatorio de fin de
análisis?
La inexistência dei Otro comporta en su consta tación, Ia producción de un
vacío y no puede nombrarse a ello mas que una sublimación.
^En la vía dei rasgo? Si, en tanto sea aquello dei sintoma que reste a la di-
solución. £Ün rasgo de fin de análisis?-’v:* v•
Para decirlo de otra manera, es el hilo de Ariadna con que este Teseo de fin
de análisis retorna de su pasaje por el laberinto de la nada.
Marcei Proust, en Un amor de Swann, dice como los grandes poetas, mucho
mejor aquello que los analistas intentamos bordear, sobre la sublimación.100

99 R. Juarroz. Intervención en La creación en el arte. Incidências freudianas. Nuevà


Visión. Buenos Aires. 1991.

100 M Proust. Un amor de Swann. En busca dei tiempo perdido. Tomo I. Santiago
Rueda editor. Buenos Aires. 1945.

134
“Aunque, desde ese punto de vista (hablaba de una melodia) era humana
(lenia un autor) pertenecía a una clase de criaturas sobrenaturales que nun­
ca hemos visto, pero que, sin embargo, reconocemos estáticos cuando algún
explorador de lo inuisible captura una de ellas y la trae de ese mundo divino,
donde le es dado penetrar para que brille unos momentos encima de nuesiro
mundo".
Sentia Swann que el compositor se limitó con sus instrumentos de música a
quitarle su velo, a hacerla visible, siguiendo y respetando su dibujo con mano
tan delicada, prudente, carinosa y segura que el sonido se alteraba a cada
momèSíò^Hifumíffandose para indicar una sombra y cobrando vigor cuando
tenia que seguir tras un perfil mas atrevi do..,?Quiso (Swann) coger una fra­
se o una armonia, no sabia exactamente lo que era que ai pasar le ensancho
el alma, lo mismo que algunos perfumes de rosa que rondan por la húmeda
atmosfera de la noche tienen la virtud de dilatamos la nariz?.
...A través de la aterciopelada suavidad de una luz intermedia, aparecia la
frase, bailarina, pastoril, intercalada, episódica, como cosa de otro mundo
distinto.
‘L/jEn la frase musical percibía Swann un matiz de desencanto, como si la
frase conociera lo vano de la felicidad, cuyo camíno mostraba a los hombres.
En su gracia ligera había algo ya consumado, algo como la indiferencia que
sigue a la pena?
La antinomia de la satisfacción y el rasgo, se frasea y se consuma, si hay
analista hasta el final...

135
CAPÍTULO 13
DE LA PERVERSIÓN Y
LOS RASGOS PERVERSOS

Una pregunta: <j,La perversión es una patologia que pueda estar en el orden
de lo ilegal, ya que su posición en relación a la ley es la de Ia trasgresión?
Lo importante es diferenciar lo que es el perverso como posición frente a la
castracíón de Io que es el canalla como posición frente al Otro. Esto es lo im­
portante, y no responder a esa pregunta.
En el siglo XIX empíezan a salír las enciclopédias de las perversiones, donde
la perversión era toda aquella práctica sexual que no es natural y dei orden
de la genitalidad católica, lo que se llama "la posición dei misionero”.
Y Freud hace como una respuesta a estas enciclopédias. Esto de la "posición
dei misionero” viene de la índia, qüe descubren, cuando invaden los ingleses,
que los "misioneros” ingleses creían que esa erá la única forma de realizar el
coito, y todo lo que diferia era perverso.
El tratado freudiano sobre la sexualidad pone en juego la cuestión de la
“sexualidad normal”, y pone en juego lo que es definir la sexualidad y su pro­
blemática: lo que hace al objeto, lo que hace al deseo, etc.
En el manual de Podolsky?61 Enciclopédia de las aberraciones, que ya es de
los anos cincuenta y de inspiración psicoanalítica, resume el inventario de to­
das las patologias pero no incluye en sus 650 páginas una patologia llamada
perversión.
El fetichismo, la homosexualidad se encuentran definidas como formas de
desviación sexual.
La perversión desde el punto de vista de la época -princípios dei siglo XX-
estaba planteada desde una posición renegatoria en relación a la castración.
(Fetichismo: Io que está en lugar de la falta: el fetiche). De ahí que décimos
que toda la sexualidad masculina es fetichista, porque buscan la renegación
en el partenaire, en el lugar de atestiguar que no hay falta.
Esto es una cosa, y otra cosa es la homosexualidad en relación a la ilega-
lidad. Siempre las prácticas sexuales se nominaron desde la moral sexual
propia de cada época. La sexualidad dei cuerpo femenino es algo abominable
y demoníaco cuando aparece disociado de la maternidad, para el fundamen-
talismo católico.
iLas. personas que prostituyen ninos son perversos? No necesariamente.
Esto tiene que ver con una posición frente al Otro. Uno puede ser perverso y
tener cierta consíderación en relación al otro que un canalla no pone en jue­
go. Son dos cosas diferentes: una patologia y una posición ética.
Lo que caracteriza a la perversión es la fetichización. Todo hombre tiene
101 Podolsky, Edgard. Enciclopédia de las aberraciones. Editorial Psique. Buenos Ai­
res. 1959
137
una relación de rasgos perversos frente a la mujer, porque el deseo masculino
es fetichizante: recorta el cuerpo de la mujer; puede disparar se con un pedazo
dei cuerpo de la mujer.
Los encantos femeninos (ponerse silicona, etc.) tienen que ver con aquelld
en donde la mujer trata de capturar la mirada dei Otro.
La mujer viste su cuerpo para la mirada dei Otro dei sexo, no sólo dei hom­
bre. Porque Lacan dice que para una mujer toda mujer es otra, en. tanto
organizan su cuerpo en relación a otras mujeres, que es distinto a como un
hombre vestiría a una mujer.
La ropa interior femenina tiene que ver con lo que corta el cuerpo de la mu­
jer; el cuerpo tapado y mostrado.
El deseo masculino es un deseo fetichizante, pero no es lo mismo que el
perverso. Una cosa son los rasgos perversos y otra la posición perversa frente
a la castración.
Una cosa es que el hombre se excite con cierto velo puesto en el lugar de la
diferencia sexual y otra cosa es tener una relación sexual con una bombachi-
ta3 donde el género, la prenda, ocupa el lugar dei objeto.
Ahí marca la diferencia entre una posición perversa y el rasgo perverso. Por­
que podemos decir que ningún neurótico se aviene bien con la falta en el Otro.
De ahí que los monumentos sean a los obeliscos, no, à las vaginas.
Encontrarse con la diferencia remite a la propia falta.
Lacan plantea lo que llama la "voluntad de goce”, que es el punto en el cual
el sujeto decide identificaT el goce dei Otro con un instrumento dei goce dei
Otro. .
Lacan define al canalla como “el senor todo el mundo102”, el que se hace el
Otro, que define a la realidad. Suele ser el rasgo de algunos políticos de dere-
cha.: alguien que está fuera de toda regulación; alguien que no está regulado
por un ideal. Una cosa es un fascista que tiene el ideal dei odio racial y otra
cosa es la posición dei canalla, que no tiene regulación dei ideal, Se manejan
no regulados por nada.
No hay por qué responsabilizar a la perversión de la trasgresión dei Otro.
No eran perversos los que torturaban tampoco: muchos de ellos eran neuróti­
cos, Tiene que ver esto con la degradación y la desídentificación con el otro.
Fr eu d habla dei reconocimiento dei otro, porque es reflejo propio. El nazis­
mo puso un corte en esto. Los nazis sólo se reconocían consigo mismos, no con
los judios.
Muchas veces la cocaína propone en un delincuente la deseonsideración dei
otro, porque si lo ven como un semejante no lo pueden matar.
Lo interesante dei nazismo es cómo llegó a esa desconsideración dei otro que
se ve en los pequenos gestos, las pequenas historias, y que hablan dei grado
de desemejanza con que se manejaban los nazis para con los prisioneros.
Este fenómeno de desemejanza dei otro a veces aparece en las culturas, con
lo cual se puede hacer dei otro un puro resíduo donde no está en juego nada
dei semejante. ’’: '
Es la posición dei canalla: aquel que se hace el Otro, el que nos dice cual es
la realidad.
El pensar algo no hace a un canalla; lo que hacé a un canalla es que haga .
dei otro un objeto al cual le aplica la única realidad. El canalla es aquel que
nos define la realidad.
Lacan acá toma a Kant, y dice que es llevar el imperativo kantiano a sus úl­
timas consecuencias, que hace dei otro un puro resto, mostrando el universal.
Sade hace lo opuesto a esto.
102 Seminário XVII, ya citado ut supra.
138
CAPÍTULO 14
LAS PRESENTACIONES
DEL SÍNTOMA AUTISTA

La patologia dei sintoma autista se refiere al sintoma que ho hace lazo so­
cial, Y la medicación psiquiátrica suele ser algo complementario a la dírec-
ción de un tratamíento. Pero en algunas prácticas hay una solución medica­
mentosa. Lo que se medica es la depresión que está por debajo de Ia buli mia,
anorexia, etc.
Hay efectos que produce en algún paciente la sustitución el goce ligado al
sintoma.
Es un problema cuando la medicación se ofrece como sus ti tu to de algo que
falta en el sujeto, hasta llegar a sostener muchas veces que ese esa sustancia
lo que le falta.
La medicación, además dei efecto químico que funciona en lo real dei cuer-
po, tiene un efecto simbólico y uno imaginário, que patentiza una eficiência
con Ia práctica médica, para la cual va a ser el sustítuto, ese saber definido
de la medicina, va a funcionar operando ahí donde aparece la for macio n dei
inconciente.
La medicación sustituye y cristaliza la formación sintomática. De ahí que
podamos encontrar dependientes dei alcohol o de una droga, etc.
La religión que no se cree religión es el cientificismo, que es lo que viene a
operar produciendo rechazo dei inconciente.
Buscar la inteligência en las moscas, como hacen los cognitivistas en una in-
vestigacióh, supone que el inconciente no existe, no hay valor de la palabra.
O psiquiatras que dicen que gran parte de las esquizofrenias se originan en
un problema cerebral. Van por ahí hoy día las investigacion.es y las solucio­
nes.
La industria de la salud mental va por un camino diametralmente opuesto
al psicoanálisis.
Los laboratorios venden que se es esquizofrénico por la falta de una sustan­
cia, y que la solución es proveérsela.
Una cosa es decirle a una madre que lo que le pasa a su hija anoréxica tiene
que ver con Ia relación que tiene con ella, y otra decirle que lo que le falta es
“esta pastilla”.
Y Ia otra es Aluba, donde el ideal es que la anoréxica llegue a reconocerse
como “exanoréxica”. Es decir, plantean un tratamíento moral, porque va por
Ia via dei prémio y el castigo: es moral.
Aquel que consulta por su histeria, por su neurosis obsesiva o por su fobia,
es dentro de lo que podríamos decir: “aquel que se quiere analiza?'; y después
hay diferentes opciones; psicoanálisis; gestáltica; sistémica; etc.
El problema aparece con estas patologias que se inventan en la misma es-
139
tructura social: adiccion.es, alcohol, bulimia y anorexia. Es el gran campo de
batalla de los planes educativos y preventivos.
Aluba fue gran transmisora de anorexia y la bulimia.
Es decir que este campo está muy surcado por propuestas político - institu-
cionales, eje de todos los planes de prevención, los cuales se dirigen a alguna
forma que tenga inscripción política, sin duda.
Los planes de prevención tendrían que ve con algo que convoque la castra-
ción, no el saber.
Justamente en la década dei 90 en la Argentina fue cuando más campanas
con la droga hubieron. iQué previnieron?
No es que la información o la ensenanza no sirvan para nada, pero cuando
se. pone todo en un saber que tiene quê seguir... Fíjese que el saber universi­
tário lo que produce es división subjetiva entre lo que sabe y lo que no.
Pero en las campanas no hay sujeto, en las campanas se dirige a un otro que
es una esponja que uno pudiera empaparia de saber. Es un saber dividido, se­
parado dei sujeto, y los únicos que tiene rédito en esas campanas son quienes
las disenan y pueden sacar un rédito político»
No se puede transmitir saber sin fisura; hay que dejarle lugar al otro que
escucha, y eso implica que no se puede hacer una campana para todos.
Por ejempio: “El tabaco es maio”. Está bien, pero no es maio para todos; por
ahí a alguien lo está salvando de hacer un brote. El tabaco es maio para todo
pulmón.
Hay un imperativo de goce, que cuando el nombre dei padre, como en nues-
tra época, no discrimipa lo suficiente, es puesto en cuestíón su lugar, hace
que este goce sea más vociferante en su imperativo. Hay un imperativo de
goce, pero que no es algo dei capitalismo, es algo de lo que Freud ya hablaba
como el malestar en la cultura.
Bueno, no vivimos el mismo tiempo dei malestar en la cultura propio de
nuestra época.
^Cómo diferenciar el suicídio de un adolescente que se saca una mala nota
en Ia universidad y el de aquel de la villa que roba un revolver y se enfrente
a diez policias? No es demasiado diferente.
Esa cuestíón de que el goce es imperativo: “No hay tiempo para nada”,
apunta a la inmediatez.
iQué es lo que hace el amor con el goce? Lo ahueca, porque permite la espe­
ra. Porque el goce como goce eaimperativo: gozar más inmediatamente.
Los problemas que pasan a nivel de la violência en la cual vivimos no son
diferentes a los de una clase media - alta donde un chico se suicida porque
Io dejó Ia novia.
^Qué es lo que permite ante una falta en lo real construir un duelo? La
referencia fálica. Pero una cosa es que es té fallada y otra que esté limitada
en la misma cultura para su operación. Y el adolescente es alguien que está
en un tiempo de caída de identificaciones y tiene que hacer un trabajo que le
permita construir un lazo social.
Si el nombre dei padre no opera en nuestras culturas latinoamericanas,
donde hacerse un lugar para .el otro es muy difícil parà cada uno, después
cada uno tiene que hacer un trabajo para construirse un lugar para el otro,
no le es facilitado.
El sujeto tiene determinadas condiciones imaginarias y simbólicas donde el
sujeto se ubica respecto al otro.
Acá en Argentina para la gente no hay Otro, y eso tiene consecuencias en
las formas de presentación clínica, y cada uno tiene que ser tratado a veces
casi como un psicótico: Está puesto en el lugar de construir algun tipo de
140
sinthome para construir un lazo al Otro.
La degradación de las relaciones tiene efectos clínicos. Hay un aumento de
suicídios en el gran La Plata ano a ano. Nosotros leemos el caso por caso, pero
no hay que dejar de ver como ese caso está ubicado en la trama social.
Hoy día si algo caracteriza las consultas en el hospital es la gente descreída
dei Otro, que le agradece a uno por haberlo escuchado cinco minutos.
Bueno, en estas patologias que llamamos sintomas autistas, o sea, sintomas
que no hacen lazo social, sintomas fuera dei Otro, que no hacen transferencia
-eso es sintoma autista-, por eso vemos una profusión de este tipo de pato­
logia. Es estos casos no se puede interpretar si no hay metáfora. Porque la
transferencia es la constrücción de una escena que hace referencia a la otra
escena, la dei inconciente. Entonces o primero es construir una escena.
A veces se puede pensar a estos casos como si fuesen una psicosis, y darle
lugar a que pueda hacer algo con su sintoma planteándole la escena sobre la
cual eso puede ser hecho.
En cambio, Aluba apuesta a la reducción subjetiva, a alguien que responda
adaptándose a las condiciones que proponen mediante prêmios y castigos
regularizados y sistematizados.
íCómo hacer con alguien que está en esos bordes de la necesidad, y que si
sigue una semana más puede morirse? Suje tos que dicen: “Como más allá dei
hambre”; ese goce que va más allá de la saciedad, algo que lo impulsa a seguir
comiendo. Es diferente dei atracón, que no hay un limite que uno diga: “Más
allá de acá”. El limite para el bulimico es la falta de comida en la heladera.
Cuando no se puede comer uno se constítuye de otra manerâ, en relación a
algo que falta en lo real (esto con la gran .indigência en Argentina).
En los servidos hospitalarios con grupos de anoréxicos y bulimicos es un
problema porque nominan al ser: o se es bulimico o exbulímico. Es impor­
tante no legalizar la denominación, si bien no es que no siga habíendo los
grupos especializados. El problema es que la especialización es algo dei orden
médico.
Lo que llaman la "depresión básica” es efecto de la posidón de algunas ano-
réxicas frente al Otro, donde hacerse algo por la via dei Otro..., cuando no
opera algo en relación àl goce materno. El goce materno es: “Que la nina le
coma”.
Es una forma primitiva de rechazo cuando no termina de operar eso que lla­
mamos la ley paterna. En el caso particular de la anoréxica décimos que esto
le ímpidió construir un fantasma que le dê cierta ubicación frente al Otro.
Porque el fantasma le permite al sujeto ubicarsa frente al goce dei Otro; el
fantasma opera con la realidad. Por eso en el psicótico si la realidad se tras-
toca el psicótico pierde toda forma de localízación.
Esto le pasã a veces a algunas anoréxicas, donde el significante no opera
a veces con el suficiente peso para producir un corte; se ubican haciendo un
rechazo claro de Ia palabra.
Cuando este rechazo de la palabra opera, esto es lo que hace consonância
con la práctica de Aluba. Aluba le sostiene esto y le dice que no hay sujeto, no
hay inconciente, y que ella lo que no tiene es suficientemente internalizadas
las normas institucionales, y que no tiene un Otro suficiente mente fuerte que
se las sostenga.
Por eso Aluba tiene êxito, porque es complementario dei sintoma anoréxi-
co.
La anoréxica descree que haya algo dei orden simbólico que le pueda poner
limite al orden pulsional.
Pasa a veces cuando los padres dicen: “Bueno, hacé lo que diga tu madre”.
141
La madre puede tener la mejor de las intencíones su goce sólo se limita con
algo que la castre. Sino el único limite es en lo imaginário: El decirle que no a
lo que la madre le pide. Por eso Lacan dice: “Paga con su propio cuerpo”.
Entonces las anoréxicas sostienen que el agua tiene grosor, sustancia; y
pueden diferenciar el sabor de agua mineralizada de otra. Se podría decir
que el agua es lo que menos sustancia tiene de lo que uno ingíere. Bueno, la
anoréxica puede rechazar un agua y otra no. Por eso, el horizonte es sacar
sustancia a este deseo materno. Es como si fueran a existir a condición de no
tener cuerpo.
Chicas.donde toda sustancia dei cuerpo la hace caer, le da rigidez: quieren
sacarle a su cuerpo la masa como para poder ser un “espíritu bailarín”. Están
'7oca$”en estos casos, pero no en el sentido de la psicosis sino en el de llevar
la lógica hasta sus últimas consecuencias. Esta es la forma como puede loca-
lizarse como síendo un puro espíritu frente a este deseo materno.

LA CLÍNICA DEL DESBORDE


ôHay clínica psicoanalítica de la toxicomanía o de la obesidad?
No creo que se pueda decir que hay una clínica específica, aunque el desbor­
de de la pulsión pueda agruparias bajo su nombre.
El concepto de plus de goce, íntroducido por Lacan en el seminário de Un
otro al Otro permite definir aquello de lo que esta en juego en esta serie de
perturbado nes.
El plus de goce, una ganancia, que se arranca dei objeto, es una función de
la reriuncia al goce, bajo el efecto de discurso. O sea renuncia al goce como
absoluto que es consecuencia de entrar en la cultura.
Si bien este concepto es retomado por Lacan en seminários posteriores, a
partir, ide Encore se va referir a goces en plural, al goce de la palabra, al goce
fálico, al goce de la mujer, al goce dei idiota, en fin ,a aquellos goces que de
alguna manera suponen perdida y recuperación dé algo dei goce imposible,
dei goce incestuoso.
A mi entender el concepto de plus de goce permite definir a aquello de
lo qüe se trata en la clínica en aquellas formas en las cuales la demanda
esta obturada por una compensación, obterüda a expensas de un objeto.
Lacan dice que es bajo el término de feliz como es aprehensible esta función
que se encarna en el plus de gozar. Relación con él objeto donde todo6 los
torníllitos parecen adecuarse a todos los agujeritos, un instante sín fisuras,
un vínculo bien avenido. El plus de goce se asienta en una positivizacíón dei
objeto a, en un bien que lo envuelve. Si la ganancia es efecto de una renuncia
previa, esa perdida es causa de una mezcla de saber y animación feroz que
suele percibirse en el adicto, en. el bulímico.
No es de saber de lo que carecen acçrçã.:del-gpGe<C[.ue obtienen. El bulímico
se podrá culpabilizar luego de la realización dei inip’úlso, el alcohólico podrá
prometer, prometerse que nunca mas deberá caer, pero dei goce obtenido no
hay dudas.
De allí esta certeza, ese descreimiento que aparece en el brillo burlón de
unos ojos que miran a quien les dice que por su propio bien, por su propia
vida que debería abstenerse, que haga una elección de salud y no de muerte.
La elección no puede ser hecha pues ya ha acontecido.
De allí que no se pueda hablar de sujeto de la demanda en tanto no hay mas
sujeto, en su sentido psicoanalítico mas que de un decir. Mientras que goce
no hay más que de un cuerpo. La dimensión dei goce para el cuerpo, es la
142
dimensión dei descenso hacia la muerte.
De allí que el goçe es mudo. El goce no se analiza. No hay sujeto dei goce
Lacan llega a plantear que lo que pertenece al goce sexual esta forcluído, de
allí que el goce sea enteramente real.
El significante fálico es aquello que dei orden simbólico intenta represem
tarlo. De allí que podida decirse que el significante fálico es el significante dei
goce siempre que se entienda que el goce como tal es ajeno al significante.
De lo que tiene consecuencia en la clínica, cuando se trata de personas que no
están cerca de hacerse una pregunta acerca de aquello que no funciona sino
de pêrSonás7qúê^iènen preocupados por la consecuencia que tiene aquello
que funciona.
Cuando hay sintoma en sentido estricto se dirige a vérselas con la traduc-
ción en palabras de su valor de verdad. El neurótico busca saber y en su bús-
queda se dirige a un otro que si encarna al Otro. Se llama Sujeto de supuesto
Saber, precisamente porque la neurosis supone una creencia en que el Otro
6abe, lo que eso quiere decir.
Pero en el adicto, en el obeso, en el transgresor hay ya un saber anelado a un
goce por lo que en ese lugar no puede suponerle un saber a otro.
Es por lo que la adicción, o la bulimia no hacen sintoma ahí. La palabra
adicción ha tentado a no pocos para definiria una a—dicción.
Lo que obviamente no los deja mudos, pero si silentes en cuanto a lo que es
el motivo de Ia consulta.
Hacer hablar, si, promover el decir, claro, pero eso no supone la oferta
de asociación libre que tiene en el Sujeto de supuesto al saber, su norte.
Es preciso que esa dimensión sea establecida, donde la palabra tiene valor de
equivoco y el sueno es promesa de decantar un saber.
Decía, mas arriba, que estos trastornos suscitan terapêuticas que se orien-
tan en la reeducacíón dei vicio, dei desborde pulsional. Es decir terapêuticas
que complementan al goce, de la misma manera como un criminal busca la
cárcel que le permita Ia cristalízacíón dei goce obtenido.

Dei desborde en el cuerpo


Si la obesidad es un critério externo, médico, en tanto supone un valor nu­
mérico por encima de aquello que es Ia normalidad relativa, la bulimia como
el padecimiento por el impulso voraz que lleva a alguien hacia Ia búsqueda
de una saciedad de difícil medida.
La clínica dei obeso tienen en nuestro médio una profunda y amplia­
da oferta, en tanto los critérios y valores de lo bello están aqui aplicados.
Surcado de ideologias dei tipo new age a mandatos de la salud, dei tipo los
efectos de la obesidad en el corazón, en los músculos, en el sistema digestivo,
en Ia piei, y en los órganos sexuales y en los talles en las boutique de ropas.
La clínica de la obesidad ha pasado más bien al domínio de dietistae, profe-
sores de educación física, esteticistàs y médicos de sociedad y televisión.
En la década dei cincuenta los analistas de la APA, muy promovidos por
los Ilamados trastornos psicosomáticos produjeron una serie de trabajos re­
feridos a la obesidad, con referencias clínicas de cierto interés, sobre todo el
trabajo de Garcia Reinoso.103
Trabajos signados por el kleinismo dominante, donde la obesidad era refe­
rida a un mecanismo de defensa somático ora en relación a la aparición de la
103 Garcia Reinoso, D. Notas sobre la obesidad a través dei estúdio de Falstaff. Revis­
ta de psicoanálísís de la APA. 1956. 2. Buenos Aires.
143
sexualidad, en otras en relación a la aparición dei objeto maio.
Dos series de significaciones podrían agregarse, esto es una obesidad al ser­
vido dei sentimiento de culpa y otra como identificación a la madre.
Los sentidos tienden a colocar a la obesidad por la via sintomática, de aque-
11o que suscita a la interpretación.
Lo que habla en ei obeso, queda claro entonces, son sus interpretadores, en
relación al goce que denuncian y al que dan significación, menos al impulso
que al efecto, el llamado panículo adiposo, ya sea como símbolo excrementicio
o como filtro de impulsos libidinales.
La clínica se orientaba entonces a dar sentido al impulso dentro de un cam­
po donde el império de lá pulsión de muerte ténía el rasgo de la agresividad.
EIlo ha precipitado un lugar común que aciertan significar gran numero de
personas con problemas médicos de obesidad que suelén decir: Io que pasa es
que no me quiero, lo que sucede es que me autoagredo.
Ello con-figura una invariante que orienta multiplicidad de tratamientos
dirigidos a... querer se mas.
En un trabajo x04de hace unos anos, realizado en colaboración, presente un
caso clínico dei que ahora podría hacer algunos comentários.
Se trataba de una paciente Cora, de 50 anos que habia participado de casi
todos los tratamientos para adelgazar. Habia sido incluída en un grupo de
orientación, donde habia dado gran muestra de su saber. Algunos meses des-
pués de esta experiencia, realiza su consulta.
Esta, en principio, se orienta como un complemento de la dieta que le resul-
taba dificultosa sostener. Es decir, complemento de la propia voz dei médico
ailí donde desfallécía, respecto al domenamiento de sus impulsos.
Lo que aparecia en su relato era cierta satisfacción referida al êxito con que
habia atravesado cuanto tratamiento de adelgazar existia. No habían podido
con ella y sus kilos de más.
Habia sido obesa “desde siempre” y desde siempre la intentaban pner en
forma. Recuerda que su infancia como una permanente restricción sobre su
apetito, con sentencias y amenazas diversas. Su madre la perseguia para que
no comiera y ella Io bacia, “de bronca".
Su padre, en cambio, se relacionaba con ella a través de ciertos valores
intelectuales de los que la madre quedaba excluída. En la actualidad dei tra­
tamiento ella estaba empleada en la misma institución donde su padre ocupo
un importante lugar.
Consulta al poco tiempo de la muerte de su pareja con quien habia sido feliz.
Su primer matrimonio habia sido para ella, desgraciado y en el cual lo que
aparecia como un rasgo predominante, era la infidelidad. De su marido, de
ella. En la que habia complicidades y coberturas mutuas, entre ellas, al poco
tiempo de casados ayudarle a su marido a escribirle una carta a una mujer
de la que éi estaba enamorado. Ella ubica en ese momento el comienzo de su
conducta “transgresora”, en Ia via de la infidelidad. Una serie de relaciones
con hombres casados.
Cora luego de la separación de este marido y un tiempo en el que vive con
sus hijos, hace pareja. Es una relación que le depara el mejor tiempo de su
vida,
Con el comia y a nivel sexual la satisfacía. El era un hombre que precisaba
mujer “todos los dias", y le daba de comer todo lo que queria. Junto a esta sa-
tisfacción, llegó al mayor peso de su vida. Había en ella una serie de sentidos,
de saberes, donde la prohibición, ia trasgresión sexual y alimentícia corrían
en forma paralela. Comer y coger, con este segundo marido parecieron ya no
104 Costa Gil, J, Goroyesky, C y Zanghellini, J. El que se abrocha con mi cinturón.
144
teuer el sesgo de lo prohibído.
Pero ahora ya no lo tenia y volvia demandar al Oiro
Que le mande poner coto
a su voracidad. Una dieta, una disciplina.
Así se suceden mia serie de entrevistas donde sostengo un equivoco rin ore
cipitarme a disolverlo. Ella venia a terapia como complemento como ívud»
a su tratamiento médico. Ella aguardaba, esperaba cual era mipronuesta Y
lo que hacia era proveerme de datos, que harían precisar mejor mi resnuesta
Pasaron varias semanas de entrevistas donde la cuestión de la obesidad si-
guió siendo el centro de referencia de su relato, donde no dejaba de dar el par-
te semanal de Io que había aumentado o rebajado o mantenido estacionaria
Luego de ello, le pregunto si ella cree que estoy interesado en lograr que
baje de peso. Mi pregunta la desconcierta. íSi no era para eso para que ven-
dría? Allí interrumpo la sesión, diciéndole que la esperaba el próximo turno
Al siguiente no viene^ pero luego me llama, solicitando otro. Cuando reini­
cia, me dice que decidíó dejar el tratamiento médico que ella ya sabia, lo que
tenia que dejar de comer y sabia, también, que no lo hacia. Y también '‘sabia”
porque. ^Qué otra cosà podría hacer ahora que su marido no es taba?
De dieta con psicoterapia había pasado a análísis sin dieta, porque conchv
yó, en el tiempo transcurrido que no era un problema médico.
“Mi padre me decía la gordita mas hermosa dei mundo. A O. (su marido)
no le importaba que engordara. Yo le gustaba. Los dos comíamos mucho. El
murió de un problema cardíaco. Le habían dicho que tenia que cuidarse”.
Cada frase es un fragmento de una entrevista, que arma una secuencia en
su recorrido. Como el goce atravesaba el limite dei "tenia que cuidarse’\Un
limite que convocaba a su madre y a la serie de los tratamientos allí comen-
zados, junto a su madre. Lo que se armaba en una rivãlídad imaginaria con
cuanto saber médico, y ella se le oponía.
De allí la complementación que a su voracidad desbordada, le hacia cada
tratamiento emprendido.
La trasgresión supone un cierto limite al goce oral, pero que necesita que en
repetición constante volver a configurar un limite a ser transpuesto.
Que esto apareciera, su busqueda de tratamientos, supuso una inversión en
su saber. Aquello qüe era una sucesión de tacazos dei Otro dejó entrever la
demanda que los producía.
Luego y en relación con lo anterior, apareció una pregunta donde esta de­
manda se hizo representar.
Cuando le pregunto de si habrá para ella alguna consecuencia si pone algun
freno a su voracidad. Ella responde: me pregunto si una abuela puede seguir
teniendo fantasias sexuales. El “soy una abuela” permítió abrir a una cadena
asociativa donde su cuerpo y sus limites corporales en su inflación la preserva-
ban de la voracidad dei Otro. Si bajaba muchos kilos, estaria de nuevo disponi-
ble para los hombres, pero una abuela debería hacer otra cosa. Y si no bajaba
su cuerpo su corazón estaban en riesgo. EI soy una abuela tuvo como efecto un
corrimiento, que permítió realizar una demanda un sacudimiento en su saber.
El objeto oral como plus de goce que arranca brinda a su vez una coherencia
yoica, alimentada de significaciones. Su voracidad engordaba la significación
dei Otro. De allí al, si comes, los hombres no te van a desear, si comés, tu
corazón va ã estalíar, ella respondia comiendo.
Que haya pacientes que se ubican desde la respuesta y no desde la pre­
gunta, aseguran con ello la consistência dei Otro. No los hace inanalizables
aunque és dificultoso que se logren situar en la posíción de Sujeto.
Si bien no ès posible, en la clínica dei caso por caso, prever que solo con pa­
ciência o con cualquier otra virtud puede abrir una demanda de análisis, el
145
sostener una oferta es realizable. Cora decide dejar el análisis cuando arriba
a una decisión, la de ocupar un lugar en la família con sus hijos, con sus nie-
tos. Sostenerse como abuela en un lugar donde no había podido sostenerse
como madre.
Seguia en ese momento una dieta que ella llamaba “posible”.Una obesa para
la medicina, pero ella lograba una cierta vestidura para la mirada dei Otro, lo
que la estabilizaba en un peso “posible”.

146
CAPITULO 15
DE LA MARGINALIDAD
DEL SIGNIFICANTE FÁLICO

La holofrase es Io que impide localUar al sujeto en relación al discurso.


Si se está enfrente a un saber (S2, una estructura significante), si es posible
localizar un intervalo (en el intervalo entre dos significantes), es ahí donde
puede localizarse el sujeto. Eso quiere decir que el Otro no lo dice todo; cuan-
do el Otro no lo dice todo, es posible interrogar lo que el Otro dice.
Ebo no pasa en el discurso universitário, en el que se termina repitiendo lo
que el Otro dice.
Si uno dice: “No hay relación sexual”, y eso funciona como una holofrase, no
quiere decir nada más allá de que “no hay relación sexual”. Es eso que pasa
para dar cuenta de un neologismo.
Un psicótico exige dei analista algo que el neurótico no exige -no de la mis-
ma manera- y que es responsabilizarse por ellos.
Se puede pensar: “aquel que pide ser atendido es un neurótico porque de­
manda"; no es así. Guando alguien demanda no por eso es posible hacer un
diagnóstico. Hay que ver cuál es el pedido que trae. Lo raro en un neologismo
no es porque sea una palabra rara, lo raro es la posición discursiva.
A veces una intervención desata un brote. ^Porquê? En general, nosotros,
una y otra vez tendemos a pensar al otro como semejante. Uno tiende al re-
conocimiento -en función de su imagen especular- y un desconocimiento -en
relación a las diferencias.
Esto funciona siempre. Cuando uno lo reconoce a alguien, lo desconoce. Esta
función de reconocimiento y desconocimiento es habitual que se juegueen los
comienzos de un análisis, si no, no lo podríamos tratar. Este reconocimiento:
darle la mano, tener la misma lengua, etc., tiene que ver con una dímensión
imaginaria. Y a partir dei reconocimiento dei otro es que podemos apuntar a
la diferencia dei otro.
Ese reconocimiento que uno lo puede ver cuando el otro no funciona de la
misma manera. En muchos casos el psicótico no funciona de la misma mane­
ra en lo que hace al reconocimiento dei semejante.
Este orden en el que creemos estar, este orden universal, e el fantasma.
Cuando se sale de esto algo aparece: la angustia, etc. Uno va haciendo esta
especie de tejido imaginário.
Nosotros como analistas tendemos a escuchar la particularidad y a poderia
soportar. Cuando alguien se brota, y en la cuestión de lo semejante aparece
el desborde imaginário propio de la psicosis.
La vertiente imaginaria dei falo es tomar todo por “más o menos”: más gran­
de, más chico, es pensar que eso se comporte.
EI psicótico no desencadenado es el que se presenta y no se ba presentado
147
en su vida lo que Lacan llama la falta en lo real» de lo que regula.
El erotomaníaco es la condición delirante de: "EI otro me ama”.
La dirección de la cura en un neurótico apunta a Ia separación (entre signi­
ficardes) y en un psicótico» no,
Un rasgo de la psicosis es lo no dialectizable: supone no dialectizar su dis­
curso en relación a los otros.
La estabilización de la que hablamos no es algo normativizado para el otro.
La clínica de la psicosis es apuntar a una estabilización, no a un cambio de
estructura.
La separación no es el final de análisis propio de la psicosis. En un neuróti­
co, si fue un buen análisis le permitió separarse, y es que el analista estuvo
ahí diciéndola algunas cosas que se las decía un poquito antes de que él se las
pudiera dar cuenta. En un buen análisis el paciente dice: "Dijo justo lo que yo
estaba pensando”, porque si no queda dei lado dei analista.
La verdad tirada a la cara puede doler, dar bronca, etc., pero nunca uno lo
va a escuchar como una verdad propia, es un delirio dei otro.
La psicosis es una clínica de la finalización -el tratamiento finaliza-, pero
no de la separación.
Es diferente el suje to advertido al de Ia neurosis: -“Hay ciertas condiciones
en que yo me enloquezco: cuando me doy cuenta que estoy fumando muchos
cigarrillos, etc.” O sea, hay signos, es decir que de alguna manera no hay se­
paración. La clínica de la neurosis es Ia clínica de la separación.
La última parte de la clínica de la psicosis es lo que tiene que ver con la su-
blimación, que es tan importante y es porque la sublimación le permite tener
un cierto acotamiento gozoso.
“No retroceder ante la psicosis” es una cuestión que se torno en como una
épica, pero Ia cuestión no es ni retroceder ni avanzar, porque Ia clínica psicoa-
nalítica es muy eficaz tanto en Ia psicosis como en la neurosis. De hecho, es
Ia más eficaz para la psicosis: de hecho los tratamientos psicofarmacológicos
dicen que son eficaces en el 12% de los casos psicóticos, más allá de que sin
duda moderan.
Un psicótico puede vivir una vida, quizás con ciertas dificultades en relación
a la de un neurótico, pero una vida estabilizada. Y con un psícoanálisis uno
puede darle ciertas suplencias de borde.
Las diferencias entre paranoia y esquizofrenia
En la psiquiatria clásica siempre se mantuvo una distinción: las esquizofre­
nias con Bleuler lo mas importante son los distúrbios de las asociaciones y,
en la paranoia con Krepelin principalmente, el distúrbio es la enfermedad de
la interpretación, dei sentido.
Antonio Quinet105 en una conferencia dada en La Plata, sostuvo que: Lo que
podemos decir en términos lacanianos es que hay en la paranoia una fijación
en la imagen dei otro -pequeno otro, dei semejante- resumiendo la fijación en
el narcisismo, en Freud. Y en la esquizofrenia la regresión al autoerotismo,
quiere decir que no hay una fijación en la imagen: es por eso que hay despeda-
zamiento de la imagen corporal.
Esta distinción propone de que en la paranoia es posible hablar de deseo, a
partir de Ia fijación fuerte a la imagen dei yo y a la imagen dei otro mi.entras
que en la esquizofrenia es imposible en tanto la díspersión dei goce, de la
imagen y de los significantes.
Lo que a partir de ello, aparece en Krestchmer el Delirio de Relación, lo que
nombra Krestchmer es la verhaltung que es el mecanismo especifico de la
105 Quínet, Antonio. Conferencia dada en el Foro psicoanalítico de La Plata, el 20-7-
2004. Inédita.
148
paranoia. Es la retención, la retención dei significante
El sujeto es retenido por un significante, mas que es representado como
en el caso de la neurosis. Este significante en alemán verhaltung viene dei
verbo halt que significa alto, pare. Quiere decir parar, detener. Entonces acá
también encontramos el prefijo ver que lo encontramos en verwerfun«-
El paranoico entonces no se hace representar por un significante como el
neurótico sino que se aliena a él, cree absolutamente en él, no entra en fadin<'
como el neurótico, tal como algunos obsesivos que ante el peso abrumador de
cierto significante, se sustrae a él, apareciendo en fading, en borramiento.
El paranoico no tiene posibilidades de separarse de ese significante esta
retenido a él.
De allí que pueda decirse que Todo paranoico se hace a la idea que es el
único, el único que sabe, el único que puede cambiar el mundo etc. Porque el
sujeto -diferentemente dei neurótico- no esta descentrado.
Pero este centramiento le permite ai paranoico hacer una forma de laxo so­
cial y hacerse representar en el discurso amo por el significante unario:
Claro que ello no le permite deambular por los otros discursos como al
neurótico.
Pero esta forma de hacerse representar lo hace, en ciertos casos, exitoso
en tanto se presta para la identificación de los neuróticos, pues hace de la
certeza delirante su brújula en el mundo. De allí que grandes paranoicos
queden en la historia como líderes supremos. El ejemplo paradigmático es
Adolf Hiler.106
106 El historiador germano Henrik Eberle publica el libro ‘Cartas a Hitler. Un pueblo
escribe a su Führer’, un novedoso ensayo y análisis sobre el correo popular que recibía
el dirigente nazi.
El estúdio se basa en los miles de cartas de todo tipo de ciudadanos que
Hitler recibíó entre 1925 y 1945 y que, tras la caída dei nacionalsocialis-
mo y el fin de la Segunda Guerra Mundial fueron confiscadas por el Ejérci-
to Rojo y se encuentran depositadas en ei Arclnvo Estatal Militar de Moscú.
En esos 20 anos se acumularon decenas de miles de mensajes postales dirigidos a
Hitler con felicitaciones y peticiones, propuestas e iniciativas, pero también ira­
cundas quejas, suscritas por profesores y alumuos, curas y monjas, desemplea-
dos e industriales, oficiales y afiliados al Partido Nacionalsocialista (NSDAP).
El rotativo alemán ‘fíild’ publicó en exclusiva un adelanto con pasajes dei libro y
comenta que la mayoría de las cartas iban encabezadas con un “Mi Führer”, ‘'Es­
timado senor Canciller dei Reich” o “Querido Führer'’ y que tan solo una per-
sona osaba dirigirse a él con un “Querido Adolf’, su hermana Angela Raubal.
Las cartas, la mayoría no recibía respuesta, contenían en muchos casos juramentos de
“fidelidad ínquebrantable a su Führer Adolf Hitler7* como la de un tal Walter Zíckler
en 1925 o de apoyo a los princípios dei nazismo. “En AJemania la mujer debe volver
a Ia cocina, el hombre al trabajo y la maternidad es un principio santo”, escribía en
ese sentido en 1930 Elsa Walter, una mujer que se quejaba de que “la patria está
enferma •.
A partir de ese ano y hasta mediados de los 40, Hitler recibió siempre mas de 10.000
cartas anuales de particulares con todo tipo de mensajes.
Hitler encontro parte de su motivación irracional en el campo de batalla.
«Estaba comiendo en una trinchera -relata el libro The mind of Adolf Hitler, de
Langer Walter- con vários camaradas. Repentinamente una voz pareció decirme:
Levántate y márchate de aqui. Era tan clara e insistente que obedecí de modo auto­
mático, como si fuese una orden militar... ínmediatamente cayó una granada sobre el
grupo en el que yo había estado. Muriaron todos sus componentes».
Su interpretacíón equívoca de la realidad -el paranoico percibe
la realidad, aunque la interpreta conlos propios parâmetros delirantes-, su hipervalora-
ción de los hechos (ya que el que no muriera en aquel momento fue fruto de la casualidad o
149
Un psicótico con lo que se tiene que arreglar es con Ia falta de un signífican-
te de su propio ser. Es Ia falta de significante fálico.
Esta falta de significante lo deja en la situacíón de vulnerabilidad propia de
su marginación en una cultura donde el significante fálico ordena el mundo.'
Por lo que, no es su mundo fuera de orden sino la cuestión es lo que puede
tramitar que baga función de lo que no tiene.
Respecto a ello, la perplejidad como respuesta á esta falta de significante,
define toda una posición propia de la psicosis.
Es una tesís lacaneana, que toma en el seminário tres* 107, 108
respecto al vengo
dei fiambrero. “Las relaciones de la sujeto con el exterior se carácterizan más
bien por la perplejidad*.
La perplejidad supone una repuesta frente a lo que no se sabe. No se sabe
la significación dei mundo.
Colette Soler, relaciona perplejidad con conjunción de enigma y certidunv
bre.’08
Es que hay certídumbre de un sentido, pero de un sentido enigmático.
Y es por el enigma por lo que aparecen los dolores de la angustia,
Y de la perplejidad se pasa, en muchos casos, a la respuesta alucinatória.
El sujeto psicótico esta más expuesto a Io real, por esta nada de significante
fálico.
Y a diferencia dei paranoico, el esquizofrénico no tiene eje de su deseo y de
allí que el goce deviene infinito.
Entonces la forclusión, la falta de un. significante, hace aparecer lo real en
bruto y de allí la angustia esquizofrénica.
El psicótico esta expuesto a esa angustia sin freno y es el lugar que cumple
su eficácia, el medicamento antipsicótico.
El delírio mismo es un intento de tramitación de la angustia.
Puede decirse, que tanto la catatonía como evitación, como los pasajes al
acto cõmo respuesta, son efecto de una contestacíón a la angustia que sobre
vuela siniestramente.
Hay otra como respuesta y se trata de la sublimación, de la que tantos ma­
temáticos, filósofos y pintores han dado muestra.
O como también, una investigación sobre la docência, permitió a una pa­
ciente, tramitar su fuera de nombre dei padre, haciéndose consistir en la
trama de una elaboración, dándose a la creación de nuevos significantes.
De allí que las direcciones clínicas en relación a un psicótico se orientan por
las particularidades de su ser.
Esta es la gran cuestión clínica de la psicosis.

de la intuición), le condujo a creerse un píótegiào’dé ÍJiós. Según reflejaba Vallejo


Nágera, «este es el punto de arranque dei complejo mesiánico de Hitler que le lleva a
creerse “Elegido por el Destino”». El convencimiento tan arraigado que Hitler tenía de
su propia condición de «Elegido».
Se puede leer en la excelente biografia de Hitler de Marlis Steinert cómo la escritura
de Mi lucha, se da luego de un aplastamiento dei cua! salê haciéndose nombrar por su
texto, como un Sl, bajo el cual, se organiza su plena identificación como causa.
No es pequena la lista de paranoicos que han hecho historia en la política.

107 Lacan, Ja. Seminário 3 la psicosis, clase 4. paidos, Buenos aires. 1981.
108 Soler, C. Conferencia sobre la angustia en la psicosis. Hospital Alvarez. Buenos
Aires.2001. inédita.
150
TERCERA PARTE:
LAS VARIANTES CLÍNICAS
CAPITULO 16
LA CLÍNICA DE LA EMERGENCIA

Cuando pienso en la emergencia, las representaciones guardan una lógica


difícil de que se entienda como una lógica, se me representan, como suele su­
ceder, escenas concatenadas, algunas de películas donde todo el mundo corre
y viste de blanco, conecta aparatos, aplican descargas eléctricas a un corazón
detenido, entuban, ocluyen, inyectan, mientras algunos tit tit tit marcan un
ritmo de fondo amenazante. Pero tan rápidamente como vinieron me dije
pero se trata de emergencia de la salud mental, y entonces me libré de tanto
hospital de película, de tanta ambulancia estridente. Nb, se trata que refiera
acerca de salud mental. Las imágenes entonces fueron por el camino que de
mi servicio hospitalario Ileva a la guardia, a la que no pocas me veces me lia-
man y en otras, también no pocas, vienen médicos de guardia al servicio.
Pero mientras iba caminando para encóntrarme con historias fuertes de
donde la angustia brota a borbotones, se derrama de las camillas y de los
bancos de espera, cuando ya iba a atravesar esa puertà vaivén que Ileva a la
sala de espera de guardia y encóntrarme justo con los rostros de familiares
que me esperan para decirme...
Recuerdos, me dije, se trato entonces, en primera instancia, de la emergem
cia de recuerdos. Es una forma de emergencia, como emerge un geiser en la
tierra liana, como emerge un submarino inesperado, como emerge la angus­
tia en un sujeto.
Entonces, me dije, es de esa emergencia de la que debo escribir, de la urgên­
cia psíquica, de lo qué urge y no hay tiempo, de aquello que hace desaparecer
el tiempo de comprender, que conduce a concluir anticipadamente, que apla­
na los tres tíempos lógicos de un proceso, y hace un proceso entonces reducido
a una línea que atraviesa un punto.
Emergencia: punto dei cual sale un rayo luminoso dei medio que atraviesa.
Lo que brota EMERGERE: salir dei agua, aparecer en la superfície.
Un tiempo donde no hay tiempo, donde la sucesión pierde todo limite, donde
justamente lo que se pierde es el cuantifícador de la sucesión.
Con esto podría concluir que la emergencia psicológica nos convierte, nos
reclama que seamos operadores temporales
Creo fundamentado plan.tear que èl tiempo es real y que la irreversibilidad
cumple en la naturaleza un papel constructivo fundamental, al decir de Pri-
gogine.
Lo irreversible se consuma en la falta de tiempo.
153
Entonces podría definir a la emergencia psicológica como la clinica de la
falta de tiempo ante la irrupción de angustia.
Bien, dentro de esta definición cae el conjunto de los problemas neuróticos y
psicóticos dei desborde subjetivo, cuando un paciente no soporta más aquello •
que ayer era su padecimiento clasificado o cuando el brote psicótico estalla y
solo un limite real o un posible pasaje al acto lo encausan.
Si, estaria bien; pero... £y cuando la emergencia está en el campo dei Otro?
íDónde colocar a unos padres desesperados por un hijo adicto que no para y
no para de consumir heroína o la família de una melancólica que no busca
otra cosa que la muerte?
Entonces seria mas claro establecer dos subconjuntos,
Uno, cuando la emergencia está en el campo dei sujeto y dos, cuando la
emergencia está en campo dei Otro.
Creo que ambos campos presentan problemas y respuestas diferentes, no
sólo porque localiza una demanda necesaria para la operación, sino también
porque ello orienta las intervenciones posibles.
Dos campos: la zona de relacíón llamada acting out y Ia caída de la escena,
el pasaje al acto.
Cuando la emergencia se topa con el acting out es la repetición de lo mÍ6mo
que emerge y a la vez la espera de la diferencia: sucesión de intentos de sui­
cídio que no logran inscribir en el campo dei Otro algo que falte, un no saber
que le de lugar en ese Otro.
Sí se.encuen.tra con el fastidio (ante la actuadora esa, la histérica esa, el
tarádo ase que se hace la histérica), con el saber de quien sabe lo que le falta
(un limite mas fuerte, un castigo mas contundente, hacerse hombre, en fin,
algo que lo colme).
Si definimos al acting out como actuación, una demanda, una transferencia
sin analista, dirigida al Otro como los paseos de la joven homosexual freudia­
na con la cocotte escandalosa frente a la mirada de su padre, mostración que
grita, y bordea el peligro más insensato.
En el acting lo que se dice es verdad pero no hay sujeto, por lo que una in-
tervención debe apuntar a que el deseo se realice, como insatisfacción, en el
circuito de la satisfacción pulsional.
^Que quiero decir con ello?» Se trata de apuntar a que un acto se realice y un
acto es acto, cuando se inscribe en referencia a algo que falta.
Esta operación en un caso pudo ser Ia indicación de una presentación judi­
cial en unjuzgado de menores y en otro una entrevista familiar..
Esta indicación, que nos viene de Lacan es llevar el acting a la dignidad dei
acto. Claro, indicación, que en el caso por caso» requiere no siempre la misma
respuesta y se tiene no siempre el mismo êxito. Con la peculiaridad de que de
los êxitos es seguro que no se pueda repetirlos y que de los fracasos se püede
por lo menos aprender.
Cuando lo que viene se topa es un pas.aje al açto». es decir una violenta salida
de la escena supone que no hay Otro â qüíèíi se dirigió. Su determinación es
fundamental en el tiempo de la emergencia pues se debe 109operar para resta-

109 Jeremy Leven toma al personaje de don Juan Tenorio, basándose sobre todo en.
Lord Byron, y lo traslada a la época actual en forma de joven mujeriego con tendên­
cias suicidas, que ayuda a su psiquiatra a recuperar el mortecino amor que tiene a su
mujer, a medida que le cuenta en el diván. sus aventuras amorosas y sus ideas sobre
el amor.
Director: Jeremy Leven. Intérpretes: Johnny Depp (Don Juan De Marco), Marlon
Brando (Dr. Jack MickJer), Faye Dunaway (Marilyn Miclder), Rachel Ticotin (Dona
Inés), Géraldine Pailhas (Dona Ana), Talisa Sotos (Dona Julia), Bob Disliy (Dr. Paul
154
blecer algún Otro para ese sujeto y ello, Io primero es operar tiempo.
Muchas veces uno tiene la segura percepción de que se trato de un pasaje
al acto, por la angustia de los que lo rodean. Tanto me refiero a una forma
de pasaje al acto que es el intento fallido de suicidio como un pasaje al acto
criminal intentado y fallido o su inmínencia.
El tiempo a veces se logra con una internación y en otras con un sistema de
atención que incluye la deriva para una asÍ6tencia farmacológica y siempre
con una apuesta a demandar palabra, (Un ejemplo al que se puede acudir, el
Otro que le constituye el personaje de Marlon Brando, psiquiatra a ese Don
Juan de Marco, al borde de la escalera por la que se íba a tirar al no tener ya,
lugar en el mundo. Soy un caballero espanoly a mi puede contarmé)
Ahora hasta aqui plantee las formas con que me represento la irrupción de
una emergencia,
Cita de Lacan: ‘7a función dei apresuramiento en la precipitación lógica
donde la uerdad encuentra su condición irrebasable.
Nada creado que no aparezca en la urgência, nada en la urgência que no
engendre su rebasamiento en la palabraN®'
El sujeto esta bajo el aplastamíento de un sentido, cerrado a toda diversi-
dad.
Hay fracaso de la función que llamamos fantasma, esa ventana pacificadora
con la que los neuróticos disciplinan el mundo, lo llevan al registro dei placer-
displacer. El fantasma es una respuesta que da consistência al lugar que el
sujeto tiene en el mundo.
Cuando una perdida importante lo conmueve o la inminencia de un de­
sastre subjetivo lo trastoca, ese fantasma, vacila, trepida y ya no cumple su
función estabilizante.
Una fuerte conmoción desaloja al sujeto de la habitualidad y las fieras que
asolan la intemperie dejan caer su baba en derredor.
Que el fantasma no opere quiere decir que no hay un adentro tranquilizante
ni hay lugar que aloje.
Si Ia categoria de fracaso dei fantasma puede Ilevar por toda una serie de
presentaciones clínicas, tales como la anorexia, bulimia, los trastornoe psico-
somáticos y las toxicomanías, pensar en un fracaso transitório dei fantasma
permite encuadrar una serie de presentaciones ligadas a la emergencia sub­
jetiva.
La decisión seria de una mujer harta de las infidelidades de su marido, de
separarse lo llevó a este a la desesperación, donde me consulta en lo que po-
dríamos 11amar una emergencia.
Desesperado me viene a ver por que ocupaba una función importante en
una institución y algo le hizo venir a hablar conmigo antes de lanzarse a un
pasaje al acto.
Tenía en su cintura un revolver que estaba dispuesto a usar y al cual le
apretaba la empunadura mientras me preguntaba que hago.
Esa mujer había siempre ocupado un lugar aparente de deshecho en su

Showalter). País: Estados Unidos. Ano: 1995. Producción: Francis Ford Coppola,
Fred Fuchs y Patrick Palmer, para Amerícan Zoetrope. Presentada por: New Une
Cinema. Argumento: Adaptación a la época actual dei mito de Don Juan. Guión:
Jeremy Leven. Editorial: Novela a partir dei guión de la película (Ediciones B.). Mú­
sica: Michael Kamem B.S.O.: AM/PoIyGram. Fotografia: Ralf Bode. Dirección ar­
tística: Sharon Seymour. Montaje: Tony Gibb

110 Lacan, J. Función y campo de la palabra en el lenguaje. En lectura estructuralista


de freud. Siglo XXI editores. México. 1971
155
vida.
Depresiva y poco atractiva, hasta ineficaz madre de sus hijos, había pade­
cido sus mültiples relaciones amorosas en todos los âmbitos en los que se
desempenaba y que no eran pocos, de pronto, quizás inducida por la psicóloga,
que la trataba, le dijo que se queria separar.
La certeza de perderia desnudo el valor que ella tenía para ordenarle el
mundo.
La serie de mujeres tenían sentido y con ello digo ser fuente de goce, a con-
dición de que esa mujer depresiva y poco atractiva ocupara su lugar.
Tuvimos una larga entrevista donde entrevi que Ia palabra chocaba otra vez
contra su desesperacíón. No había posibilidad de diversidad para él.
Estaba dispuesto a todo. A entregar todo de él pero a la mujer ya no le sig-
nificaba nada lo que el tuviera para entregar, ni promesas ni viajes ni regalos
ni cesiones, ella nada queria de él.
De ahíj urgido por concluir, solo mataria o matarse pero más bien mataria
y matarse le era inminente.
De las opciones elegí una, comprometerme con él a llamarla para tener una
entrevista y él a dejar el arma bajo mi custodia durante el tiempo en que iba
a operar.
Bueno de ahí surgi eron entrevistas, algunas de pareja, con la dirección de
llevar el tiempo de comprender a establecer su intervalo.
Tuvo una resolución, claro, realizo un acuerdo con esa mujer.
Se preguntará iqué hice con el arma? Se Ia devolví tal como me había com­
prometido (tuve mis razones, aunque fue difícil resolver el momento)
Se trató solo de una consulta que atendí durante ese período y al que derive
a otro profesional luego de la operación, en el borde dei estropício, que no
ahorró mi propia angustia.
Quizás lo que pude hacer fue un compromiso con lo que le causaba.
Una mujer que es traída por uno de sus hijos, luego de un intento de suicídio
que intento ser una llamada a su marido que le había dicho que la dejaba por
una mujer más joven.
Su intento fue un fracaso, al que se le sucedíó otro, luego que su marido
dejara la casa familiar y que fue dei orden dei pasaje al acto. Sin mensajes,
sin dar posibilidad ni senales y que solo un conserje dei hotel al que se dirigió
para consumar su acto, qúizás podemos decir algo en su rostro envio una se-
hal desesperada a pesar de ella, pudo intervenir propiciando la íntervención
médica.
Pero ella estaba decidida a matarse, ni bien el cuidado sobre ella se descui­
dara. La emergencia estaba en el Otro, y la urgência era de ella por no sufrir
más.
Entrevistas con los hijos, entrevista con el marido.
Resolví internaria, hacer intervenir a un psiquiatra. Ella se presto a eso,
pero diciendo que no iba a servir para nada. Nada tenía sentido y eso estaba
claro para su lucidez.
En el marido había solo indiferencia y deseos de iibrarse de cualquier res-
ponsabilidad. Me dijo que el tenía derecho a vivir, con la que ustedes enten-
derán de consecuencia para ella.
Ambos eran investigadores en un tema muy específico y toda investigácíón
de ella había siempre girado alrededor de la su marido y sin embargo aposté
que allí podia abrirse algo. Y bien, encontramos algo allí más allá de él. Una
línea que él había desechado, pero que guardaba para ella un resto de valor.
Y el ^entonces porquê no? Abrió una brecha en la hasta ahora consistência
calcárea dei Otro.
156
Esa fue toda la operación mientras duró su internación de 20 dias. Situar
algo más allá dei marido, un pequeno soplo de deseo.
Ambas, ambas situaciones se trato de un amparo de tiempo, antes de con­
cluir.
Para estas emergencias, de los derrumbes fantasmátícos, he tratado de
armar alguna formade ficción que haga de las veces de dispositivo para la
espera.
Pero lo sé, no son tiempos propicios para ello. Nuestra época no es piadosa
con Ias perdidas ni generosa con los duelos.
Mucho fast food, mucho zapping, abreviemos y los analistas parecemos en-
dosar la queja de Hamlet: con los restos de las viandas dei entierro. Se festeja
los esponsales. Nuéstro tiempo parecen llevar el lema de Gertrudis la madre
de Hamlet: abreviemos, abreviemos, rey muerto rey puesto, que el lecho no
se enfríe.
Y esto no deja de tener consecuencias para la constitución subjetiva y sus
respuestas, en tanto producto de la época.
Las emergencias proliferan y no dejo de relacionarlo con el rebajamiento de
la dignidad dei duelo, que no es otra cosa que tiempo para constatar la falta
en lo real, y tiempo para construir Ia falta en el propio sujeto, de bordearla
y excavarla, tiempo de comprender la finitud en cada ocasión y si, después
concluir.
Ningún significado puede clamar al sujeto más que por la preocupación por
la causa, Creo que eso es lo que podemos hacer. Preocupamos por lo que lo
causa.
Y operar en el tiempo para restablecer la función dei deseo.
De eso se trata, en mi entender, nuestra apuesta en la emergencia.

157
CAPÍTUL© 17
AMOR. Y CLÍNICA DE LA PAREJA

Clínica de la pareja:
Quienes hacen psicoterapia de pareja o suelen tener una orientación psi­
coanalítica de relaciones vinculares» toman la cuestión de "lo que vincula”, es
decir, lo que cada uno pone en el oiro en Ia relación de una pareja.
También toman algo sistémico: toman la pareja como un sistema de relacio­
nes en donde hay repartos, como la cuestión de los roles. Los sistémicos tra-
bajan con la pareja leyendo la descompensación dei sistema como tal. De ahí
que sean funcionalistas. Las intervenciones que hacen suelen. ser dírectivas
y paradojales. Pero creen en la comunicación.
Justamente Lacan pone en cuestión que haya comunicación y que haya
posibilidad de complementariedad, lo que quiere decir que “no hay relación
sexual”.
Por eso, pensar una clínica lacaniana de pareja parece tan absurdo como
pensar una clínica lacaniana dei grupo -esto que planteaba Pacho O Donell
de “poner a rodar el signidcante”..
Lacan no era muy afecto al grupo o a la clínica grupai, llegando tener afir-
maciones como que "lo grupai lleva a lo obsceno”. Hablaba de la obscenidad
en relación al fuera de escena para el sujeto que produce el grupo, porque lo
que funda al grupo es la identificación.
Esto es freudiano: cada uno pone el ideal dei yo fuera. De ahí que sostenga
que lleva a lo obsceno cuando no da lugar a la diferencia subjetiva sino a la
particularidad personal, Io que lleva a los roles. Esto no dajugar ã la parti-
cularidad subjetiva, mas bien el grupo juega por el lado dei ideal dei yo, y el
grupo crea un ideal dei yo,
EI grupo permite cierta clínica grupai, pero ésta.dista de ser una clínica
psicoanalítica, entendiendo por clínica psicoanalítica aquella que apunta al
deseo subjetivo.
Dei mismo modo £puede haber clínica lacaniana de la pareja?.
Cada pareja logra -o no logra- cierta forma de sostener una determinada
escena donde cada uno se ubíca en relación al otro. ¥ eso tiene que ver con
la posición propia dei amor. El amor es lo que permite hacer suplencia dei
"no hay relación sexual”. Y esta suplencia es inestable. Lacan111 habla de la
valentia dei amor. La valentia ante fatal destino.
Eso que hace suplencia mantiene cierta estabilidad y cierta mvulnerabilidad.

111 Lacan, Jacques. Seminário XX. Aún. Pag. 174. Paidós. Buenos Aires. 1981.
159
Cuando hablamos de amor no hablamos ni de monogamia ni de deseo ni de
goce:
— La monogamia es una forma de relación normatizada en una cultura.
— Goce es aquello que se obtiene en relación al cuerpo dei otro.
— Deseo es lo que extrae, lo que hace dei otro un objeto parcial.
Le debemos a Lacan el trabajar a partir dei "goce femenino” esto de lo demo­
níaco propio de la mujer: aquello que escapa dei falo, de la vara fálica -vara
fálica porque supone una norma).
La sexualidad, Lacan la escribe en relación a dos elementos fundamenta-
les:
— En relación al falo
— La relación al significante de la falta, es decir: de lo que falta, que es la
forma de escribir el goce femenino. Lacan Io escribe así: S (A).
El goce femenino es aquello que esta más allá de la falta.
El goce masculino es un cuerpo' que tiendé a Roma: ahí donde todos los ca-
minos conducen. Su pene es el corte de todo goce. No hay un punto así en la
mujer, más allá de que los sexólogos busquen el punto G. No hay en la mujer
un organizador dei goce.
EI goce fálico es un goce cortado, un goce secuencial. La cultura está orga­
nizada fálicamente.
El goce fálico, entonces, es el goce al cual el significante ha cortado, escan­
dido. Goce fálico es el efecto dei encuentro entre el goce y el significante; es el
goce afectado por el significante. Por eso la raodalidad es la erección y la caída
de la erección dei pene en el varón, que supone un. goce corto. Esta abrupta
caída dei pene marca la modalidad dei goce fálico: es el goce discontinuado.
En la mujer remite en realidad a un goce más.allá dei cuerpo, un goce que
no se localiza en ningún punto particular. EI goce fálico es un goce puntual.
Lacan en el Seminário 10112 dice que el poner como un ideal al orgasmo vagi­
nal en la sexualidad femenina tiene más que ver con el orden de la moral que
de Ia clínica, porque lo que se privilegia en la mujer es su capacidad de ser
madre, porque los hijos son falos. Esto regula a la feminidad: la maternidad,
porque regula el goce femenino.
En las mujeres que no son madres puede venir a ese lugar otra cosa que
no sean hijos, como un trabajo, una profesión, etc. Para la moral cristiana lo
que regula a la mujer es la maternidad. EI hijo es la forma en que se puede
localizar el goce femenino. La mujer es "para” tener hijos.
Lacan dice que el tema es que el goce femenino angustia: angustia a la cul­
tura. De ahí el sesgo demoníaco que le daba la edad media.
Las dos vertientes de la cultura son: la madre y la puta. La puta en tanto
aquella dèsregulada por todo goce fálico; cosa que angustia a muchos hom-
bres.
Ya Otto Weininger, a princípios dei siglo pasado (1903), en su curioso trata­
do Sexo y carácter113, plantea que elpolo opuesto de la madre es la prostituta,
son los dos tipos a los que pertenecen las mujeres. Y Iuego, la prostituta abso­
luta solo piensa en el hombre; la madre absoluta solo se preocupa los hijos.
Con lo que hace de la mujer un ser que Ilega al matrimonio, temblorosa e in­
consciente de sus deseos, sin el Yo inteligible dei hombre. Weininger retoma
y sostiene la dimensión demoníaca que abre en la mujer.
Es decir que ese goce femenino, ^demoníaco”, es un goce que subvierte. Sub-
vierüe al goce fálico, porquê está más allá dei corte fálico.
El amor es lo que permite regular, disfrazar Io desidentíficante dei goce fe-
112 Antes citado
113 Weininger, Otto. Sexo y carácter. Editorial Losada. Buenos Aires. 1942.
160
menino. Y eso se ve en muchas histéricas que tienen un rechazo al orgasmo,
porque este es desidentificante para ellas: es decír que pierde toda identidad
frente al otro, todo limite, por lo que es un goce angustioso: Ese goce de ser
un puro objeto para un hombre.
El sintoma histérico muchas veces se organiza como una forma de acota-
miento de este goce femenino. Esto se ve en la anorgasmia, en los dolores
vaginales. El sintoma regula, produce una regulación, es una respuesta dei
sujeto a lo imposible dei goce, que es desidentificante.
Para el hombre el goce sexual no es desidentificante, porque la referencia
fálica es identificante.
El amor es lo que permite -el amor con Ia concepción de Lacan dei Semi­
nário 20’, es la única forma de relación que pone en juego a dos sujetosi es
intersubjetivo, por lo tanto es identificante. Es lo que permite identíficarse y
allanarse al goce. Y fuerá dei amor, el goce, cuando no está regulado fálica­
mente puede ser angustioso, porque ahí-aparece el punto de la degradación
frente al Otro: el ser un puro objeto.
El amor es justamente lo que impide: esà demanda que aparece en la mujer
insistente de: ‘TMe queres?”, *‘£no me querés?” El amor es lo que permite que
en la escena amorosa se pueda jugar libremente, porque el amor es el que
pone los bordes a esa escena.
A veces las parejas consultan cuando esa construcción de esa escena se mo-
vió de un lado. Las condiciones de goce que hay en los sujetos son innumera-
bles: no se puede decir como hay que gozar.
Lacan dice que una pareja se arma en la medida en que cada uno es para
el otro el objeto de su fantasma; eri la' medida en que logran esto esa pareja
hace una escena en común.
El sujeto se relaciona con el objeto parcial que es el objeto de deseo. Es el
amor lo que permite la relación intersubjetiva. Es la única forma en que
Lacan plantea la relación intersubjetiva, al definir el amor como lo que pone
en relación a dos sujetos?14 “En este caso relación de sujeto a sujeto, sujeto en
cuanto no es más que efecto dei saber inconsciente”
El amor es el lugar donde se denuncia la diferencia; es la escena donde se
negocia la diferencia dei wno hay relación-.proporción sexual”. Y una pareja,
cuando consulta es porque está en crisis en esa negociación.
Hay una diferencia entre una pareja en la que surgen modificaciones y brO’
tan como crisis a una pareja que no se ha podido armar como tal.
Hay movimientõs de constitución de la iniciación de una pareja que tienen
que ver cõn como se aceptan las diferencias dei otro, en relación a los ideales
y tambíén en relación a los fantasmas. Porque si no hay entrecruzamiento
entre los fantasmas dificilmente puedan estar.
Esto no quiere decir que no háya otras formas de dirimir la cuestión: A ve­
ces hay parejas que no se arman en relación a lo sexual, donde lo sexual es
una cuestión secundaria.
^Entonces para qué airven estas “entrevistas de pareja”. Las 11amo así eh
tanto les permite una forma de arreglo.
Y porque en la entrevista de pareja, Ia dirección no es hacia el sujeto sino a
su otro, partenaire, en tanto supone una clínica dei intervalo, que dé posibí-
lidad de emergencia al sujeto.
A veces es posible encontrar cierta forma de arreglo cuando una pareja vie-
ne agobiada por la agresividad especular: se pelean todo el tiempo114 115.
114 Seminário XX antes citado.
115 Una excelente escena de la mano de Leo Masliah:
El otro día mi mujer me díjo que yo !e había dicho una cosa que yo jamás le diría a nadie.
161
No podemos hablar de: “toda pareja tal cosa”.
Sabemos que uno no puede ser todo para el otro: eso tiene que ver con un
ideal. Hay que poder soportar los puntos de imposibilidad, es decir, soportar
la castración dentro de la pareja. A veces uno necesita que en todo el otro-
siempre esté, es decir, esto es no soportar la caGtración.
El otro puede ser un acompanante fóbico, un remedio contra la castración,
etc.» etc.
Estas entrevistas de pareja, entonces, tienden a darles una escena para la
negociación de Ia diferencia.
Pero es un campo interesante. Nadie como los psicoanalistas están tan ca­
pacitados para trabajarlo, pero siempre y cuando no se tome a la pareja como
una unidad sino como una escena en donde se juegan cuestiones libidinales.
Cuando hay una situación de estrago, no siempre Ia salida es el cambio de
pareja. Porque además están en juego en la pareja todos los ideales.
Los arreglos son tantos como las parejas que hay, y en eso hay que saber
sostener la diferencia. Si hicieron un arreglo de x manera, bueno, eso está por
encima de lo que a nosotros nos parezca ideal.
En el caso de la violência en la pareja, hay que ver también la propia par-
ticularidad que tiene la violência en esa pareja. En las parejas, en relación
a la violência no solo se juega el tema de la víctima o el victimario sino otras
cosas. Hay que entender la lógica de una pareja, ver si esa es la única forma
de relación que tienen, ver si esto genera sufrimiento o no, y el cuanto de goce
va en ello y la significación de su renuncia.
En una pareja no se puede decir desde fuera lo que está bien y lo que está
mal.
El enfoque de la víctima y el victimario supone ya, una orientación ideológi­
ca. Más allá de que esté bien o mal, supone una orientación ideológica y para
otro tipò de práctica, de dirección legal o de derechos humanos.
No hay en esto una forma de operar que vaya por la via de la generalidad.
Lacan habla de que Ia canallada116 es uno de los limites éticos en relación
al psicoanálisis: Por ejemplo, la elección de no atender un torturador, a un

Porque yo lo que lc había dicho era otra cosa, yo le había dicho” decime £quc fae 1° que te
dije, Yo?”. Y yo no me acordaba de lo que le había dicho, pero ella pensó que yo se lo decía
como reproche, y me dijo “jQue decis! jPcro escucbá lo que estas diciendo!”. Entonces yo
le dije “y qué te estoy diciendo si no te dije nada”. Y ella se quedó muda, sin decir nada. A lo
que yo dije “decime algo, por favor”. Ella siguíó callada y yo le dije “no me digas que no vas
a decir más nada”. Y ella no dijo que no fuera a decir más nada, pero tampoco dijo nada más.
Y yo le pregunté “é,no decis nada?” Y como no decía nada, le dije “qué te dije: te dije, que no
ibas a decir nada”.
Y ella me dijo que rio iba. a decir más nada que lo que estaba diciendo en ese momento. Yo,
esccptico, le dije “no me digas”. Y ella me lo dijo de nuevo. Entonces yo le dije que al decir
de nuevo que no iba a decir nada se estaba contradiciendp3 y ella pe dijo "por qué; qué dije”.
Yo le dije lo que había dicho, pero ella pensó qúe êsó sé.ló estaba diciendo yo a ella, y me dijo
cosas que a mi nadie me puede decir. Yo, para asegurarine de lo que me había dicho, le dije
“qué querés decir”. Y ella, con otras palabras, me dijo lo mismo. Y enseguida dijo también
“iVes cómo no me contradigo? Te dije lo mismo que te había dicho reciéri’. Y yo le dije “jCon
eso no me decis nadai “Entonces si ya sabes lo que te digo no preguntes qué te dije”, dijo ella,
Yo le dije que no dijera eso. Ella dijo que me iba a decir otra cosa y entonces dijo algo que no
me gustó. Pero yo no se lo dije, porque hay cosas que no se dicen. Yo digo, <,no? Digo yo, no
sé. Sé que hay un dicho, para decir esto, pero yo no lo sé decir. Que querés que te diga.
Decires por Leo Masliah. Perfil: 14-5-98 Pag 56.

116 Lacan, J. Seminário XVII. El reverso dei psicoanálisis. Pag.64. Paidós. Buenos
Aires. 1992.
162
asesino inmune. Hay un limite en Ia clínica a la hora de atender a alguien
que transgredió la ley y no pasó por sus limites. La canallada no define ni
perversión ni psicosís ni neurosis: es una posíción ética en relación al otro.
Los neuróticos siempre esperan que al menos el otro se arrepienta, que
haya conciencia de que cometió una trasgresión. Se espera que haya cierta
conciencia de La trasgresión, de que se hizo algo maio.
Se puede llegar a perdonar a alguien que dice que se equivoco en mucho,
alguien que muestre cierta consideración en relación al otro.
Cada uno de los integrantes de la pareja espera que el otro Ie de alguna
razón enflíçbnniínàèión de su demanda.
EI amor prodücé familiaridad en relación al otro; a partir de la radical di­
ferencia que hay, produce familiaridad en relación al otro. Está en juego la
localización de su ser en relación al otro.
El amor es un espacio de crisis permanente, donde el particular arreglo de
dos se procesa y se negocia.
El amor tiene una escena, necesaria. No hay amor sín escena. Y es en los
rasgos particulares de la escena donde la crisis de la cultura le da sus deter-
minaciones.
El amor, como suplencia dei no hay proporcíón sexual, se constituye como
sintoma, claro dei lazo establecido al Otro.
Hay amores dei presente, pues siempre hay amores en plural.
El efecto mortífero dei todos somos consumidores labora contra la estabi-
lízación de las escenas. Y claro, se hacen inestables, en tanto eclipses de la
función regulante dei nombre dei padre.
Los amores se desenrollan librados a la faz imaginaria dei odioamoramien-
to y de los goces dei cuerpo. La escena, inestablemente bordeada se convier te
en efímera.
Y si los encuentros proliferan, no llevan al sujeto más que a cortocicuitar
la castración. De ahí la falta de prestigio de los duelos mientras aumenta el
valor dei siga participando.
Paradoja: el amor se busca y al mismo tiempo se rechaza la falta que con-
lleva el encuentro.
Esto sucede, que eitos griten, en el caso en que ellos no logren oírse de otra
manera. De otra manera, es decif, sobre un asunto que es la prueba de su
convênio. Esos asuntos no fallan. Aqui está incluído, en este caso -es el me-
jõT' el convênio en la cama, Esos asuntos no fallan por viento, pero es en eso
que les falta algo, o sea oírse como un hombre, como mujer, lo que querría
decir sexualmente. Entonces, &el hombre y la mujer sólo podrían oírse si se
callan117?'
Con ello Lacan plantea la paradoja de una escena clínica de pareja. Es po-
sible solo oírse en el silencio, claro, en el silencio de la palabra propia, en el
silencio de lo que implica hacerse oír las verdades por el otro.
Por ello llamo a la clínica de pareja, una clínica dei intervalo.
De amor, cuando se habla o es cuando se fue y suena el odio, el rencor o la
pena o por lo contrario el alborozo de que está, por venir, que se asoma por el
borde la ventana. Y qué otra ventana sino la dei fantasma. Puede haber dei
otro lado un sujeto, ahí en el lugar en que la producción libidinal coloca al
objeto dei fantasma.
Esta paradoja define a que sea el malentendido la consecuencia de aquello

117 Lacan, Jacques. Seminário 18, de un discurso que no seria de apariencia. Clase 9.
9 de junio de 1971. Versión digital. Traducción. EFBA.
163
que hace al otro cubrir el pequeno a?l?
Porque en un hombre tanto como en una mujer, aunque de diferente mane-
ra el otro esta conformado por el respectivo objeto en el fantasma; el fantas­
ma fundamental comanda la vida erótica de cada uno.
El fantasma es el.anhelo de unir el objeto que uno es, al cuerpo dei Otro ca­
rente, dei otro al que un enunciado ha transformado en sujeto y un enunciado
en el cual el fantasma no se dice en primera persona.
Si comanda Ia vida erótica, el fantasma ya es la escena que separa al sujeto
definitiva mente de la naturaleza, por la que tantos proyectos new age pro-
meten el reencuentro y Ias terapias de vidas pasadas, localizan el origen dei
malestar actual.
El fantasma organiza, constituye, una separación entre el sujeto y el Otro,
es decir, el fantasma aparece en el punto de Ia separación dei Otro. El fan­
tasma cubre Ia carência dei sujeto y la carência dei Otro. El fantasma es esa
ficción, esa organización, que cubre y une ambas carências, la carência dei
sujeto y la carência dei Otro, lo que supone que el fantasma es la forma de
cubrir la castración dei Otro. De allí que Ia vida se mire desde su marco y los
recuerdos se moldeen a su constricción. •
Peró como decirle a un proletário tanguero que esas mujeres que siempre
lo terminan traicionando, solo concluyen una historia fantasmática de roles
muy fijos.
Que el azar le hace encontrar siempre a minas traidoras que lo dejan o ma-
ternales a las que él deja, es que esa historia lo arroja a esos seres que solo
son consideradas si están en posición de cumplir uno de esos dos sentidos.
He escuchado no pocos psicoterapeutas que ante tanta y consistente queja
le terminan concluyendo: Don Gardel, esas mujeres no le convienen, elija
otras. Don Gardel que díce, si, iiene razón, pero me gustan éstas.
Entonces Ia conclusión: usted es un masoquista y no se quiere bien.
Y dei lado mujer, cuando se le dice a una mujer estragada por su hombre
que lo deje, sin considerar la vertiente de que el asunto no es separarse de ese
hombre sino separarse de una posición sintomática, fallida o fantasmática
respecto de ese hombre y de darse el tíempo de verificar y de poner a prue-
ba qué ocurre porque predsamente aflicción y estrago son contingências. Es
cuando los consejeros bíenintencionados no dejan de empujar .a pasajes al
acto, de separaciones que sólo sirven para la repetición.
En ambos, se pone en la escena la cuestión de la elección.
De un lado el paratodo función fálica y dei otro, el notodo es función fálica.
Es decir que la mujer está dividida entre el bujeto que es como hablanteser
y el Otro que es en la sexualidad que tiene otro goct que el goce fálico.
Las elecciones dei amor se definen por la posición que la comporta?19
Elección dei lado masculino que en su paroxismo objetai lleva a como bien
lo denunciaba una mujer a su marido: él es el senor gerente y el que decide que
la bombachita roja es para que la use el viernes...
De allí la violência que. le supone cuando el objeto le dice que no a tanta
precisión localizan te o con menos intensidad, el malestar resignado pero do-

118 Dice Badiou: "El amor encuentra existência entre dos bomes: entre el malenten­
dido de un hombre y de una mujer sobre su objeto, causa de su deseo y la construccíón
empírica de la escena dei Dos, donde el amor se establece en exceso sobre este objeto.”
A. Badiou, la scéne dv Deux en De L'Amour. Champú Flammarion. Paris. 1999.119

119 Poniendo en relación con ello lo que Laean ya sostenía en Ideas directívas: "Si la
posición dei sexo difiere en cuanto al objeto, es con toda la distancia que separa a la
forma fetichista de la forma erotomaníaca dei amor”.
164
loroso, de cuando ella apaga el celular.
Bei lado mujer la elección supone que el objeto, es necesario, que el ser
amado hable,
Su paroxismo a diferencia dei fetichismo masculino, es la erotomanía?20
Creo que uno de los pocos tangos argentinos que se localízan dei lado mujer
es ese que demanda: habláme, rompe el silencio121...
El amor es la terapêutica más antigua en relación al dolor que su-
pone, la castración de la entrada en la cultura.
Pero la época tiene, benefícios dei tecno mercado, respuestas que al dolor de
la horadación faltante, son más inmediatas, y que no implican ningún tipo de
elección subjetiva en términos de acto.
De allí la diferencia de llamar elección a lo que se pone en juego respecto a
las características de la 4x4(camioneta) japonesa, donde lo que define es dei
orden dei saber, a la elección de un amor donde lo que se pone en juego es dei
orden dei no saber qué dèl otro suscita nüestra falta de razón.
Es la cuestión de porque el amor no parece de la época sino cuestión de
época.
Tanto que esa nominación (creo que me enamore) hace sintoma de lo que no
marcha en la previsible senda dei êxito narciso.

120 El film de Laetitia Colombani y actuada por Autrey Tatou, Un amor loco, lo ejem-
plifica maravillosamente, pues pone al amor en dos versiones diferentes sin definirse
por ninguna. Ella es amada ardorosamente por un médico que nada sabe de ella. Y la
cuestión es el cruce entre ese no saber y la certeza que hacen colisión.
121
Fueron tres anos
Tango
1956
Letra y música): Juan Pablo Marín
No me hablas, tesoro mio,
no me hablas ni me has mirado.
Fueron tres anos, mi vida,
tres anos muy lejos de tu corazón. jQué cosas que tjene la vida!
jQué cosas tener que llorar!
jQué cosas que tiene el destino!
Será mi camíno sufrir y penar.
Pero deja que bese tus lábios,
un solo momento, y después me voy;
y quítame este tormento,
porque tu silencio ya mo dice adíós.

iHáblame, rompe el silencio!


£No ves que me estoy muriendo?
Y quítame este tormento,
porque tu silencio ya me dice adiós.

Aún tengo fuego en los lábios,


dei beso de despedida.
iCómo pensar que mentias,
si tus negros ojos lloraban por mi?
jHáblame, rompé èl silencio!
^No ves que me estoy muriendo?
Y quítame este tormento,
porque tu silencio ya me dice adiós.

165
El contrato capitalista impulsa a constituir el otro dei amor incierto e in-
aprensible, de una consistência definible y de un valor preciso, como bien
diría un psicólogo científico. El otro dei apego será, en una elección adaptada
a la lógica de la globalización, un otro con ropajes de Dior y con esencía de
caja de seguridad.
No es acaso la principal cuestión, para el mercado, las cuestiones de segu-
ridad?
El amor es entonces anticapitalista en tanto que pone en juego el no tener
con la falta en ser.
Por ello, de uno u otro lado, un-amor es lo que hace suplencia en la escena de
negociación de la diferencia y donde se dirimen las elección es subjetivas.
De allí lo que comporta la tesis lacaniana devenida dei no hay relación-
proporción sexual: valentia ante fatal destino.
La elección que precipita el mismo amor, caída la pasión flamígera, es so-
portar ó no la diferencia y el desplazamiento incesante, entre el otro como
objeto y el otro cómo sújeto, ese ardoroso aletear inconmensurable.

166
CAPITULO 18
GOOD BY, ANDARIEGO ROJO
(LA CLÍNICA POSTFREUDIANA
Y SU ENSENANZA)

"Pongamos que todas las teorias metafísicas sobre el


hombre, Dios, el fundamenta, lo esencia, etc., no son sino
formas de enmascarar la insensatez de lo real”. Gianni
Váttimo.122

La clínica psicoanalítíca es aquella práctica cuya eficacia se revela enel desen-


mascaramiento de lo real,”... iS3lo real en tanto se pone en cruz para impedir que
las cosas anden", dicho lacaniano, que no deja de evocar a aquel que se sacrificó
por todos, para hacer consistir un sentido en ese real de la carne desgarrada.
Si, vivimos un tiempo de desencanto, no guarda la clínica su impronta, £no es
la nuestra una clinica dei desencanto?
El sujeto de la modernidad, era, entre otras cosas, carne de partido™,
tal la expresión de Lacan, mientras que mas bien se ha pasado a ser car­
ne de consumo, acertado nombre que opuso Colette Soler (referir carne de
partido no a la militância, sino a la identificación con las grandes ideas).
Ahora bien, £podría pensarse una clínica que haya operado en este sentido,
que Ias marcas de su dirección vaya en camino de operar una salida que de­
posite al sujeto en las entradas subterrâneas de un Alto Palermo shoping?
Robert Lindner y el caso dei carne de partido125

Le llega a la consulta un paciente que tiene la peculiaridad de que ya se ha-


bían cruzado con él, en asarnbleas acerca de los derechos humanos, en plena
época dei macartismo en Estados Unidos, en la ciudad de Baltimore (1949).
Este paciente, Mac, pertenecía al partido comunista y tuvieron algún crnce
verbal en estas asambleas, acerca de la discrimínacíón de los negros.
Algunos meses después, Mac lo consulta. Le dice que a los dirigen­
tes dei partido: “TVo les gusta el psicoanálisis, o los psicoanalisias. Es-
122 Vattimo, G. Ética de la interpretación. Paidos Studio. Buenos Aires. 1992.
123 Lacan J. Apertura de la seccíón clínica. Ornicar 3.Barcelona
124 Lacan, J. Psicoanálisis: fadiofonía & televisión. Editorial Anagrama. Barcelona.
1977.
125 Lindner , R. The Fifty-Minute Hour: A Collection of True Psychoanalytic Tales.
Capitulo : Come over, red rover. publicado 2002 Other Press, LLC.

167
peciabnente los tipos como usted. Lo llaman democrata social...”
Lindner le responde que sabe la cantinela dei partido, pero que quiere saber
porque consulta.
Se trata de que su mujer lo dejó hace tree meses, se fue con sus híjos y a el le
importa un bledo. Y que Io mismo le pasa con todo, su trabajo, su militância.
Es como una maquina sin alma. La esposa lo dejó porque su “...pito cuelga
muerto”, desde hace dos anos. Lo ha intentado muchas veces, aun con otras
mujeres con el mismo resultado. No se excita ni siente nada y eyacula sin
erección. Fue un urólogo quien lo mando al psiquiatra.
Cuando Lindner le pregunta porquê lo eligió a él, Mac dice que es la
única persona en quien confiar aun a sabiendas de que si el jefe dei
partido local lo supiera, se enfurecería.Mac sabia que el analista ha-
bía atendido a dos militantes dei partido anteriormente y que uno de
ellos sé había ido y otro no faltaba tiempo para dejar la organización.
“Parece que la gente que se qnaliza, luego no se pueden contar con ellos para
seguir la disciplina dei partido”.
Este es el punto en que la demanda de Mac se anuda al nombre de Lindner.
El analista, queda prendido dei enunciado de Mac: “si analizarme significa
que tengo que dejar el partido, no es para mi”.
Mac víene para poder hacerle falta a la disciplina dei partido. Lindner no
repara en la enunciación por la fascinación de la disputa imaginaria, reinvi-
dicativa; allí estaba el para desprenderle un militante mas al PC, en nombre
de ios valores liberales.
Así planteada Ia cuestión desde el comienzo, el analista decide no recha-
zarlo sosteniendo frente al paciente que puede haber análisis solo si esta
dispuesto a someter a ello, todas sus creencias y opiniones.
Mac esta dispuesto, a pesar de quecree que sus convicciones se mantendrán
bajo cualquier examen.
Lindner plantea con gran honestidad sus propias razones para tomarlo,
mas acá de las características de las demandas de Mac y de su presentación
sintomática.
Desde un comienzo dice que lo que orienta su interés es la oportunidad de
analizar otro comunista y de poner a prueba sus ideas sobre la evolución de
los hombres que llegan a ser socialistas militantes.
Un obrero comunista,! que mejor! Dice" me encontre planeando ex-
cusas para dar a mi esposa cuando le dijera que iba a tomar otro pa­
ciente por ires o cuairo horas semanales, con honorários reducidos”.
Hete aqui el valor de la esposa dei analista, que pone en cuestión la sensatez
de una práctica, le hace borde...
Creo que es difícil abstenerse de no reducir a un valor de obscenidad esta
confesión. A la militancia_.de Mac, Lindner le oponía una militância psicoana-
Iítica que en un sentido contrario daria muestra de su potência.
He aqui un psicoanálisis con posibilidades de êxito... Convertir carne de
partido en carne de consumo?
En el caso de Lindner126 el comienzo ya plantea su suficiência. Hay allí algo
que no es una x que guia la intervención. Pero es el mismo punto en el cual
Mac despliega su sintoma y esta aceptación dei analista, a tomarlo en trata -
miento le ofrece un dispositivo en el cual despiegarlo.
Voy a puntualizar tres momentos de este tratamiento, Mac, entusiasta, fue
desplegando, en las primeras entrevistas las líneas generales de una histo-
126 Lindner , R. The Fifty-Minute Hour: A Collection of True Psychoanalytic
Tales. Capitulo : Come over, red rover. publicado 2002 Other Press, LLC,
16Ô
ria. Criado por un abuelo y una esposa mucho mas joven de este, hasta la
núsma muerte dei abuelo, momento en el que deja la casa y se convierte en
un andariego (rover), périplo que lo hace pasar por ser un mendigo hasta su
conversión al comunismo y su paso por la guerra civil espanola, la marina
mercante, el casamíento con una camarada y luego una serie de destinos que
culminan en Baltimore, mandado por el partido.
Un primer tiempo, dei análisis, donde la asociación fluye, plena de sen­
tidos, donde la figura de la esposa dei abuelo aparece con eficacia super-
yoica. Reconocer su núcleo de dependencia (en relación a una ama de
leche que lo amamantó prévio a vivir con su abuelo) y la agresión ligada
a Ma fla mujer de su abuelo),le permite liberar su rabia y tener una me-
jora de su estar en el mundo, volver a encontrarse con sus sentimientos.
Efectos de una abreacción.
Lindner no se confunde con ello.
Dice, se trata de una cura transferencial. (Aunque más bien debiera de-
cir sugestiva). La culpa se apacigua en el ofrçcimiento dei sintoma al Otro.
Pero Mac intenta tener relaciones sexuales con dos amigas, volviendo a fra-
casar.
Un sueno marco una deriva por la transferencia negativa.
Alguien catnína detrás de el; quiere llegar a un monumento. Trata de llamar
al hombre No tiene lenguay no puede pronunciar ningún sonido..
Mac interpreta su sueno. El monumento es el falo erecto, objetivo dei tra­
tam lento.
Debe pasar por el monumento camino al partido.
Lindner le apunta: usted prefiere el silencio, la impotência antes que hablar
dei partido. Si, significa castrarse, tal como lo había dicho en las primeras
sesiones, por el socialismo.
To harta*', dice Mac. Lindner interviene: "Lo está haciendo".
Tuvo valor de interpretación, en el paso dei potencial al presente, toda in­
terpretación Io es de la castración. "Estar haciendo*’la revela en acto.
La línea de interpretación dei sueno tiende a dar cuenta de un sen­
tido acabado, es por el andarivel que Lindner camina entusiasta.
El suenoexpresaeldeseode que su analista sepongadesu lado, se haga comunis­
ta y entonces no habría secretos entre los dos y podría ayudarlo en la impotência.
Es esta interpretación dei sueno Io que lleva a Mac nuevamente a la es-
cena de la rivalidad imaginaria. El analista se hace uno con el sentido y
Mac, que no deja de leerlo, recuerda que le han advertido que el ana­
lista es demasiado listo y que hasta puede ser un agente secreto dei
FBI (Lindner precisa que hay rumores de que en Los Ángeles y Nue-
va York hav agentes federales que se hacen pasar por psicoanalistas.)
A todas luces, queda presa de su sentido, encarnando a otro especular,
un militante socialista. contra un representante dei poder establecido.
Mac a partir de allí comienza a tener intensas resistências ligadas al hecho
de si podría o no confiar. Desde el sentido, tiene profundas razones para ,no
confiar, pues solo el camino ofrecido por el analista, ejerce sus seguridades,
pero a costa de resignar su militância.
Las interpretaciones armadas por Lindner chocaban en la indiferencia de
su paciente.
A las demos tr aciones, Mac le respondió que es taba fantaseando, cuando
intentaba articular su actitud transferencial con la relación que había man-
tenido con Ma y los secretos de masturbacxón.
Cuando comenzó a hablar, relatando experiencias, Lindner no se equívoca.
Mac le ofrece una serie de regalos asociativos y generalmente precedidos por
16Ô
discutir algún punto de un panfleto o documento.
Trataba de ser amable, además de querer convencer ai analista de las bon­
dades dei socialismo militante;
Cuestiones de la. transferencia imaginaria, pero que el analista si bien com-
prendía que no era eso un trabajo asociativo, no tenia los médios para disol-
verlo, precisamente porque era el punto donde su deseo se dejaba entrever.
Tal como se ve, Mac siguió el plan que la interpretación de Lindner le tendió:
Solo convenciendo a su analista de los puntos de vista dei partido, podría
confiar en el.
Ello planteó un impasse dei cual el analista duplicaba la impotência de Mac.
Pero un hecho exterior a la propia lógica dei tratamiento, que tuvo valor de
acontecimiento, hizo una rajadura en su identificación al partido y aquello
que la insuficiência en la dirección de la cura, había llevado a un tope, algo
dei avatar propio de la vida, lo permitió sacüdir.
Tratamiento y vida cotidiana mantienen una relación marcada por lo impre­
visto, lo inesperado. Que ellp suceda y suceda mas allá de toda conducción de
la cura, no concluye en abandonar a Ia fortuna Ia salida de un impasse, claro..
Fue un problema en el propio partido, lo que hace vacilar a Mac en su posición.
Lo van a cambiar de lugar pues no están satisfechos con su trabajo. Fracaso
en el partido, fracaso con Ias chicas y fracaso en el análisis, pues no puede
asociar libremente por temor a dejar escapar secretos.
Lindner le pide asociación sobre dejar escapar, dado que era una frase muy
recurrente. ■
Se trata de un recorte significante allí donde había aparecido en el mismo
terreno de l& confrontación imaginaria, repetida en las discusiones sobre el
partido.
Pero es la intervención dei analista lo que permite aqui dar un giro. Dejar
escapar eraúna expresión idiomática para la micción, función dei pene. La
otra es transportar semen..
Mac saltó dei diván. "Santo cielo, quiere usted decir que ..." Lindner le com­
pleto la frase: "usted ha estado revelando inconscientemente secretos dei par­
tido todo el tiempo"
Semen y secretos aparecían entonces en una serie ligado a dejar escapar.
La impotência aparece así ligada a un deseo de revelar secretos, había estado
goteando revelaciones prohibidas, incesantemente, con cada mujer, aquellas
que por su propia índole no se le debe contar ni a la misma esposa.
Lindner abrocha la historia: que su deseo de ir contra el partido está en
conjunción con el deseo de ir contra la abuela.
De allí, esta Ma de la que huyó cuando podia quedar a merced de ella a la
muerte de su abuelo, aparecia equiparada al partido.
A la sesión siguiente Mac relató la primera éxperiencia sexual exito6a en mu-
chos anos. Dela impotência ala actividad, el secreto pasó a ser hecho de palabra.
Lindner le dice, que a pesar de su entusiasmp^àun, no es suficiente para con­
cluir. Le dice hay mucho que andar. Invitación que eí ahdariego no rehúsa.
EI camino pasa precisamente por su neurosis infantil, lo que Ilevo a nume­
rosos recuerdos, tiempo de gran producción asociativa.
£Pero donde entraba en todo esto el partido comunista?,punto alrededor dei
cual, Lindner hacía horizonte de este tratamiento.
Un sueno dio los vínculos faltantes.
Mac relata que se trata de venir a sesión, temprano y aprovecha para sacar
un libro dei estante "empiezo a leer. Justo entonces lo oigo entrar. Me siento
confundido. Por alguna razón no quiero que usted sepa que es tu ve leyendo sus
libros. Trato de esconder el libro en m pero no entra en ninguno de mis boi-
170
sillos. De repente me lo meto en la boca y parece irse hasta la garganta, Pero
cuando lo saludo, el libro sale disparado de mi boca y lo golpea a usted en la
frente, Usted se cae y yo tengo miedo de haberlo matado”
Mac asocia con la educación que le dio el partido, que de nino pensaba que
el abuelo era Dios por todo lo que sabia, que el analista estaba en esa serie,
pero que Mac era alguien mas educado que el analista, pues este solo sabia de
Freud y fuera de ello no tenía ningún marco coherente de referencia,
Mac sabia teoria socialista mejor que nadie; no, habia otra persona que
sabia más, que era un Ph.D. Era alguien con un saber dei marxismo equiva­
lente al dePanãliétafsobta. Freud. Pero para Mac, esa persona era un asno
pomposo, al que õdiabà.'
Obsérvese la interpretación que hace el analista en este punto, donde recién
abre la boca para decir: entonces “el sueno no se refiere a mi”.
Via denegatoria por la que el analista afirma que no hay otro que él, al cual
se dirige el odio de Mac. Y no solo odio, piénsese lo que va dei goteo seminal a
la posición de una boca que al abrirse, voltea con violência al Otro.
Mac toma la via propuesta por su analista. “Si, ese bastardo está siempre
alardeando con su educación”.
De allí Mac enfoca que su odio es al partido: “Los mataria a todos sipudiera.
Les haría tragar el maldito partido tan adentro que les saldría por el traste.
Odio al partido y los odio a ellos y me odio a mi por ser semejante cobarde, hijo
de puta, que tengo que estar acostado aqui contándole esto”.
El exabrupto en términos de una confesión, de un alivio catártico, lo lleva a
la idea de que por fin lo ha dicho todo.
Lindner solo le dice, en referencia al tiempo que odiaba la organización
en la que militaba, se mantuvo no obstante, tantos anos: ^sabe por qué?
Confirma: aún lo tenemos que averiguar. Este aún es lo que determina la con-
clusión, pone un limite a la asociación y plantea que el saberlo, recolocaria a
Mac en el murido. El saber que falta tiene nombre. Hace signo. -
Lo que despliega en las siguientes sesiones terminan en la conclusión de
este tratamiento.
El partido era la neurosis, en tanto su disciplina se hallaba en continuidad
con la disciplina de Ma. La hostilidad respecto de Ma, buscó conciliaria lo­
grando aceptación para su agresividad. Mac pagaba con su nulidad, el precio
de la aceptación.
Funciono mientras la política dei partido pasó por la guerra de Espana y
luego la segunda guerra mundial. Pero èl cambio de política a fines de los
cuarenta precipito el comienzo de su crisis.
Habían dejado de ser necesarios los combatientes, se precisaba de los mili­
tantes participación en sostener y ampliar las bases de la organización.
Lindner termina planteando que la conclusión de este análisis, hizo desapa­
recer los sintomas y que seis meses despüés de la última sesión, Mac dejó el
partido. Ya no lo necesitaba...
Conclusión que por la via de la identificación, lleva el punto en el que la -
interpretación dei sueno se desliza.'
No es a mí sino al partido a quien odias. Y particularmente cuando en to­
das las interpretaciones Lindner se nombra, aparece; en ésta se saca de la
escena, como un torero. Oye toro, a quien debes atacar es al pano rojo... Es,
justamente, que una cura que solo es operable por la via de la transferencia
amable, precipita, cristaliza como término, la identificación al analista. Al
fin, Mac se pasó dei otro lado, de la potência dei psicoanálisis.
Bien ,pero £ese no era el punto de su demanda, no es lo que le habia hecho
elegir a Lindner como la única persona que lo podia ayudar?. En realidad po-
171
tencia de la posición dei analista, a quien en el sueno se trata de hacerlo caer
a fuerza de tirarle un saber por la cabeza, es decir, desuponerlo. Sabemos,
que en la medida de la carência de su respuesta, el analista provocará en el
sujeto la agresividad, incluso el odio, de la transferencia negativa.
El ombligo de la mira, aqui la de Lindner, lo lleva en un modelado dei sujeto.
Cura que en el eje imaginário a—a’ da las pruebas de su comodidad, sin em­
bargo y creo que es lo interesante, que mas allá de la enumeración de insu­
ficiências, el dispositivo permite giros discursivos que la carência teórica no
permite recuperar para la reconducción de la cura, jugada desde un primer
momento hacia una conclusión en que la medida de su êxito estaria marcado
por el abandono de Mac dal Partido; nombre dei “aun”.
Así podemos situar la formulàción interpretativa al primer sueno, donde
apunta al decir en relación a un acto, pero que luego al volver al dicho, como
esencia dei decir, desaprovecha ese instante de apertura que el relato dei
sueno había abierto. La salida es un suceso de la realidad exterior, pero que
se resuelve, se dirime en la vía identificatoria. Hay una razón triunfante.
Si, pero también un deseo que va mas allá de la simple cuestión dual en el
analista y que lleva a Mac a una desidentificación, deseo podríamos decir,
íno puro? que se permite luego recubrir por una oferta identificatoria. Pero
no es poco.
Tanto como discernible lo que es posible desprender.
Leer un texto ensena como se escucha un psicoanálisis. De allí que se pue-
da hacer clínica tanto de un Hamlet como de un historial, hartmananiano,
kleiniano, hasta incluso de algunos lacanianos que pueden ir mas allá de la
resistência dei maestro a testimoniar de la clínica que dirigia.
Este relato, Lindner lo encabeza con una breve cita de dos rusos, Gurevich
y Sereiskii: “Dicen que puede obtenerse una influencia calmante sobre el siste-
ma nervioso mediante un viaje por el Volga”
No nos queda claro si un viaje por el Patapsco(río que bana la ciudad de
Baltimore, escena dei análisis) tiene las mismas propiedades curativas.
Quizás un viaje por las aguas dei delta tenga su propio efecto. Seguramente
debe haber quien lo este ofreciendo...
Que una clínica lacaniana derive en una forma específica de tramitar lo
real, no debe hacer olvidar que la época y Ia cultura dan sus marcas a la lec-
tura, organiza los mojones simbólicos, da su configuración privilegiada a las
formas imaginarias dominantes.
Donde estamos planteando una transmisión posible para el psicoanálisis
que en todo caso deja a cada uno la tarea de descubrir por su cuenta la praxis
psicoanalítica.
Y avanzar se avanza a partir de los errores, de las vacilaciones, de los fallos
que un caso precipita en su conducción, aunque su única enumeración, solo,
determina un êxito, si, un gran êxito... histérico. Aqui muestro mis errores
para que aprendan de mi.
Una impostura, claro, pues frente a quien ofrece sus sintomas debe haber
un analista y no justamente un alumno, por lo de que transmisión podría
conllevar.
Se trata de un trabajo de invención, pues en cada cura se ve interrogado
todo el psicoanálisis.
Quizás una pregunta queda como resto determinado en 6us limites. Los la­
canianos de diversas píeles plantean algunas vias recurrentes por las que se
conduce un análisis y esas vias podemos leerlas, sin dejar de ser lacanianos?
<;Neo-ortopedia lacaniana? iModelaje de un deseo lacaniano?
Yos desaparecidos, fantasmas atravesados, agujeros interiorizados.
172
Esa anécdota que cuenta Allouch137 acerca de una “lacaniana” en análisis
con Lacan, qye, en pleno desamparo, le declara pomposamente a Lacan que
no tiene mas yo. La respuesta: -Ah! Le hace falta más...?
El lacanismo como forma de interpretación de la "realidad clínica”, es a
lo que Ilamo esas frases lacaniantes que asolan las presentaciones clínicas,
aquellas en las que se encuentran alas particularidades simbólicas que cinen
moebianamente el registro de una causa que en su falta en ser, nó dejan de
hacer eíercicio de su provia ética pgrgdo/gL/Yconcatenación inventada de
autor colectivo, pero escrito uno por uno, claro).
Que algo debe caer para no perpetuarse como obstáculo, se atisba en algu-
nos trabajos, los últimos anos, en las distintas parroquias.
La mayor resistência contra ello son los lacanistas, tan inevitables, así como
necesario es, para cada uno, progresar sobre las definiciones, en función de
eficacia y productividad, allí donde cuenta: en los relatos de lo real de la clí­
nica.
Lo real es lo que resiste a la simbolización y el sintoma viene en el lugar de
la imposibilidad de saber. Podría decirse que no importa tanto la definicíón
de que se trate, sino la eficacia en operar el corte entre significante por un
lado, ocupante y el objeto, como lugar vacío.
Se trata entonces, de no cesar de explorar, con la teoria de Freud y de La­
can., aquello que no está en principio para ser sabido, pero no cesa, insiste, no
deja de golpear las puertas y hasta las ventanas.
Para tramitar los lobos en la ventana de cada cual y cada vez, no hay casa-
miento posible con la verdad.
Es decir que de la via que va de la religión a la producción de carne de con­
sumo, haya un desvio posible que pase por la estación de nuestro deseo, no
basta, pero no es poco.

127 Allouch, J. 213 ocurrencias con Lacan. Sitesa. México. 1995


173
CUARTA PARTE:
LOS iMEOSÍNDROMÊS DE LA ÉPOCA

(APORTE PARA UN DSMV ARGENTINO INS­


PIRADO EN LA OBRA DE FONTANARROSA)
ANEXO
LOS NEOSÍNDROMES DE LA ÉPOCA (APORTE PARA UN DSMV
ARGENTINO inspirado en Ia obra de Fontanarrosa)

CAPÍTULO 19
LA HISTERIA CREPUSCULAR (SHC)

Este síndromé, cuyo título guarda un homenaje que da nombre a lo que


es una producción de Ia época, en las presentaciones actuales de la histeria
clásica.
Podríamos llamarla, según algunos autores irónicos pero que dicen realizar
todo un homenaje, Lilitopatía (el homenaje es al personaje público, como
personaje constituído y trabajado y no al sujeto que lo habita, porque no es
en este caso una lecbura de la clínica sino una mirada escuchante a las decla-
raciones públicas)
Esta conformación aparece y es propia de la época dei Desvaído dei Otro.
Porque es consecuencia directa de la liquidación, en el siglo, dei nombre dei
padre.
La crepuscular es una histérica absolutamente resentida, corroída por la
decepción de su caída como objeto de deseo dei Otro. Por ello corresponde lo
de crepuscular. El Otro se desvanece, se ahoga en el horizonte.
Una histérica clásica apunta siempre a agujerear al Otro para justamente
alojarse en las grutas que se ocupó de perforar para hacerse desear, lo que la
hace vestirse de brillo fálico.
Pero para la crepuscular este Otro no la aloja, pues sus márgenes (los dei
Otro) se deshacen y no queda más que una duna de arenas frias, donde su
cuerpo, no solo no percibe que es deseado sino también no puede localizar que
se refleje en algún espejo.
Este brillo perdido que alguna vez supo y creyó tener, hace que su falta, *
propia de todo sujeto, le resulte una grieta imposible de nominar o de hacer
palabra de ello.
La respuesta es la identidad con la verdad. La SHC es la verdad y entonces
denuncia, denuncia la corrupción de todo nombre dei.Padre en el campo dei
Otro.
La crepuscular siempre anuncia lo que va a pasar en términos de corrupcio-
nes y fracasos, ya sea a nivel de las políticas de estado o a uivei de la genera-
lización dei hombre como malintencionado y/o boludo.
La crepuscular siempre tiene en su boca, en el borde de los lábios, la palabra
indígnación. La frase que la identifica es: esto es indignante.
Supone claro, sostener un lugar que sea excêntrico nominalmente al poder
y a Ia gestión.
La denuncia política u hogarena refulge y se engrosa cuando se tiene una
profesión de profesora, de periodista o de política, que son excelentes proscê­
nios para su ardiente denuncia, para su gozosa indígnación.
La crepuscular es concluyente y en eso comporta una variante dei discur­
177
so amo, con el cual hacia el Otro le da filo de espada inoxidable y hacía su
campo, la identificación con el Amo, padre perdido. En sus partidos y en sus
familias son dictadoras, lo que es lógico porque son la VERDAD y en el campo
dei Otro, Io denuncian siempre como Amo díctador.
El Otro es siempre pura apariencia vestida con uniforme de general y pleno
de mala intención.
Expresiones tales como entendes lo que digo?, deja siempre la-difi­
culta d dei lado dei otro, la insuficiência, el no entendimiento.
Todos estos elementos son patognomónicos de la histeria crepuscular e indi-
can para su diagnóstico preciso, si por lo menos, se localizan cuatro de estos
rasgos:

1. Indignación furiosa y recurrente.


2. Identidad absoluta con la verdad
3. Frase repetida; esto es indignante> por lo menos una vez por dia.
4. Frase repetida: esto ya lo había anunciado yo hace mucko tiempo.
Por lo menos una vez por semana.
5. Frase repetida: ^entendes lo que digo? Por lo menos una vez por hora.
6. Denuncia de la corrupción dei presidente, dei jefe, o dei padre. Por lo
menos una por manana.
7. Frase repetida: esto es preocupante. Más de tres veces por manana.
8. Expresión en el rostro: levantamiento de las cejas al tiempo de un suspiro
jaahyx.sssh luego seguido por la frase: &No te lo dije yo? Mas de una vez
cada 90 minutos. (Si los noventa minutos corresponden a un partido de fútbol
observado por su marido, novio o concubino, esto se multiplica y es completa­
do poria frase: así son los hombres...)
Contestación preferida: si9 pero... (Por lo menos una vez cada diez minu­
tos)

La cura
Para ello es necesario empezar por la absoluta verdad (cuestión de Pero-
grullo cuando se trata de Ia HC) y esto supone que su diagnóstico significa...
aceptar que es incurable.
El crepúsculo es inevitable. La indignación por eí À barrado es abrumadora
y concluyente.
Puede haber instrumentos morigeradores de su furor, tales como la mari-
huana, el vino blanco espumante y dulzón, la ducha fria y los antípsicóticos
químicos.
Hay antecedentes de que en algunos casos muy particulares cedieron (en
forma temporal) con una relación sexúál sègiiiàa^un hidro masaje, claro,
que supone siempre, un abnegado voluntário y sufriente, dispuesto a traba-
jar para ello 6in hacer notar en absoluto que se trata de un trabajo y si, que
aparezca su puro deseo encendido y sacrificial.
Aunque se sabe que ciertos obsesivos se encuentran muy dispuestos a ello,
hay que encontrarlos para que funcionen como acompahantes terapéúticos
exclusivos.
Pero ello ya es tema de otro síndrome de la época.

178
CAPITULO 20
TOV (TRASTOR.NO OBSESIVO AL VOLANTE)

Si la época en el desvaído dei Otro, deja la ley neblinosa a nivel de la rela­


ciones entre los sujetos, el âmbito dei tráfico urbano e interurbano comporta
la escena flamígera por excelencia donde los sujetos dirimen su relación con
el Otro y con la castración en su vertiente imaginaria.
Podríamos llamarlo síndrome al volante argentino, en tanto comporta no
solo una conformación de la obsesión sino también, adquiere los colores y los
olores, los blanquicelestes aromas, de la parrilla humeante.
Aquello que en la escena, entre chorizos y asados de tiras, la expresión Yo,
el que la tíene mas grande, remitente a cualquier discusión y otra, cuan-
do vos fuiste, yo ya fui y vine, como... treinta veces128, 129 la obsesión
da a130
algo mareada por la enofilia dominante, sus rasgos telúricos.
Pero es en la escena dei pavimento donde esta cuèstión se pone en juego y
adquiere su consistência dramática y aún trágica y lleva a ser considerado
una de Ias causas primeras de tragédias en el país.
Es que en la escena dei pavimento, el Otro, adquiere todos los rasgos dei
semejante éxtimo, en pos de su propio goce. EIlo lo remite a la otra escena, la
dei asado de hombres.
El otro dei auto vecino está siempre, para el sujeto obse al volante, hacién-
dole la demostración gozosa de su paquete métrico mas extenso.
Y el Gran Otro ausente, distraído, ocupado en otros menesteres.
De allí que se pueda denominar al obsesívo como retaliativo, forma de la
época, donde el impulso superyoico atrona allí donde la ley desfallece.
(La ley dei talión: compensación dei efecto de algo con el efecto opuesto de
otra cosa, el ojo por ojo y diente por diente, propio de los tiempos en que las
sociedades no tenían la ley que rígiera los lazos, dejaba a cada uno como jus-
ticiero de la falta dei prójimo120).
Lo que no puede soportar es a ese otro que lo goza sín una sanción de la
ley.
(Colette Soler propuso el neologismo de Narcinista para definir a la figura
propia de la época de aquel que solo procura, en su cinismo, el goce narcisista
130)
Ese semejante gozoso, puede pasar una luz roja sin consecuencias para él,
puede andar por la banquina y pasar otros autos sin ninguna réplica, puede
cruzarlo y hacerlo casi detenerse, sín que la ley lo castre o limite.

128 Como muy bien lo expresa el tema de la Bersuit Vergarabat, La argentinidad al


paio)
129 Es decir, que los víejos tiempos no están tan lejanos de los nuevos tiempos.
130 Soler Colette, La maldición sobre el sexo. Manantial. Buenos Aires.2000.
179
Y entonces, el único disminuido por el otro semejante es el OAV, el que lo
lleva en cada minuto, en cada esquina, en cada tramo de su recorrido diário,
a encontrarse con el dolor de la castración iinaginaria sin consecuencias para
el horrendo depredador, el gozoso automovilero otro, que evoca el fantasma
tenebroso dei Otro que lo objetaliza y lo goza.

Diagnóstico
Se debe encontrar por lo menos tres de estos rasgos para su conclusión:
1. Guando el sujeto viajando a cualquier velocidad mirando a otro que lo
pasa dice: mirá ese pelotudo (Por lo menos una vez por kilometro)
2. Cuando el sujeto debe frenar en una esquina ante otro que pasa primero,
dice: pasá, pasa, pelotudo/a. (por lo menos una vez cada cuatro esquinas)
3. Cuando el sujeto, respecto a otro que va mas lentamente que él y por al-
guna razón debe esperar para sobrepasarlo, dice: no puedo creer que haya
semejante pelotudo. (Por lo menos, una cada tres situaciones similares)
4. Cuando el sujeto, en una ruta, alguien lo pasa por la banquina en un em-
botellamiento, dice: Ipodés creer que haya semejante hijo de puta? (por
lo menos un insulto por auto en la banquina)
5. Cuando el sujeto, en una ruta, pasa a otro por la banquina en un embo-
tellamiento de transito, mirando al que está parado, dice: que me mirás,
pelotudo. (Por lo menos una vez cada auto sobrepesado).
6. Cuando el sujeto, al ser sobrepasado por otro en una ruta, cerrándose,
lo que lo obliga a apretar el freno y dice. Hijo de puta, ya vas a ver..., al
tiempo que acelera. (Este signo, es patognomónico y es suficiente para su
diagnóstico, aún presentándose solo y una sola vez en un viaje).
Aclaración: la utilización de los significantes, peZotudb e hijo de puta, son
absolutamente necesarios para el diagnóstico y por ello su referencia, a costa
aún de la incomodidad que comporta que en un manual científico de diagnós­
ticos psiquiátricos131, sean incluídos manifestaciones de vulgar data.
Se pide disculpas si se hieren sensibilidades o dignidades universitárias.
Tratamiento
La neurosis obsesiva es bastante remanente a la cura psicoterapêutica y
algo más sensible a la cura, psicoanalítica. Pero el TOV se manifiesta recha-
zante, en general, a toda interpretación que ponga en juego la ferocidad ma-
nejante por lo que se debe apelar a Ias lecciones de Ferenczy132 y su técnica
activa, que tal como nos ensenó ya en los anos veinte, hay goces que no se
disipan mas que con una intervención en lo real, que corte, en un lazo social
de amo, el impulso coercitivo.
Algunas intervenciones que suelen dar algún resultado:
Al análisis vengq en remisse o si esposible y no llueve, caminando.
En las rutas, ante elprimer insulto, deje el volante a su mujer (lo que
supone entrevista de oríentactón a la mujer o pareja homosexual)
Compre tarjetas amarillas y rojas que pueda sacar por la ventanilla
para mostrarle al otro, en sustitución de un insulto o pasaje al acto.
En los casos donde ya hubo uno o más pasajes al acto retaliatívos, prohibirle
manejar en los dias impares, como condición de mantener el tratamiento.
Indicación, en esos casos, que en los dias pares, ponga un cartel en el para-
131 A los catedráticos responsables dei próximo DSMV, las disculpas dei caso)
132 Fereuczy, Sandor, la técnica psicoanalítica. En Obras completas. Tomo 2. Espasa
Calpe, Madrid, 1981.
180
brisas de Trastorno Obsesivo al volante, ni bien saque el auto dei gara-
ge.
También como consejo a las municipalidades, la adjudicación de anexos al
parabrísas delantero y a la luneta trasera de la sigla TOV, que anuncie a los
otros, la índole de quien maneja.
Esto propiciaria que al encontrarse dos autos con calco manias TOV, se ha-
gan cómplices senales de Iuces, lo que localizaria a ese otro como un seme-
jante tan barrado como el propio sujeto, lo que desinfla el furor y Ia posible
retaliación.

181
CAPÍTULO 21
EL TRASTORNO BI-MULTIVARIETAL

La época ha traído al diagnóstico psiquiátrico dominante al síndrome 11a*


mado bipolar I133, que domina la consulta psiquiátrica por debajo sólo de la
depresión generalizada.
Para ei diagnóstico de lo bipolar I basta con un curso clínico caracterizado
por uno o vários episodios maníacos seguidos por uno o vários episodios de-
presivos.
Los cursivos para senalar su clasificación son, leves, moderados y graves.
Mientras que para el llamado trastorno bipolar II, aparece en primer término
el episodio depresivo recidivante seguido por episodios hipomaníacos. Tam*
bién se aplica para su localización, leve, moderado y grave.
Como es claro, en ambas categorias la lógica geográfica domina en el esta-
blecimiento de la escala.
De allí que el polo norte en el trastorno bipolar I sea la mania y de allí los
distintos acercamientos al trópico de capricórnio definan la variedad. De allí
que leve, moderado y grave pase por las diferentes latitudes ordenadas desde
el polo norte.
El trastorno bipolar II tiene con punto de referencia el polo sur de la gran
depresión y su referencia sea el trópico de câncer, a lo que Ilaman hipómanía.
Y lo leve, moderado y grave 6e define desde lo sureno.
De allí que un juego moderado sea viajero entre trópicos y lo grave, seria
antártico- ártico.
Como no deja de quedar claro que esta métrica es excelente para la consti-
tución de un mapamundi, para saber ubicarse de donde uno se encuentra y
cuanto frio y calor se puede esperar, pero dista mucho de dar cuenta de las
diferencias subjetivas que tomen las particularidades que vayan de una his­
teria voluble a una obsesión propensa a estallídos, a los avatares de un duelo
rechazado y a las innumerables diferencias, donde lo que hace lo bipolar es
ponerle un centímetro para medir, en líneas sumatorias, la estructuración
psíquica de un sujeto.
Por ello y como aporte argentino a los importantes científicos de la Ameri-
can Psychiatric Association134, propongo el síndrome bi-multivarietal.
Este síndrome, lejos de la geografia, se enriquece de las variedades que en
Ia época, habitan disímiles regiones de cultivo subjetivo.

133 DSM-IV, manual de diagnóstico y estadístico de los trastornos mentales. Masson,


S.A, Barcelona. 199 j.
134 Svn los que realizan el ya citado DSM-JV.
183
No deja de ser una concesíón al intento de clasificación de los sujetos, pero
aumentando exponencialmente, la posibilidad de $u descripción.
Por supuesto que esto deberá demandar innumerablea grupos de eno-psi-
quiatras y eno-psicoanalistas, para ir desplegando la tal clasificación.
A forma de prólogo se propone y para una muy insuficiente clasificación
regional, los rasgos siguientes.
Tenemos por un lado, el lugar masculino de la sexuación(planteada .por
Jacques Lacan en su seminário Aún135) con los varíetales cabemet, syrah,
malbec, tempranillo y merlot, todos en referencia fálica y que se fiechan por
el objeto dei lado femenino.
Dei campo femenino, el campo dei no todo, tenemos a las subjetividades
chablis, sauvignon blanc, chardonnay y torrontés, que no solo se referencia
a lo fálico, sino tienen también una flecha hacia el Ilamado goce femenino
(también Ilamado goce de cava o champagne)
Lo que hace que así como cada sujeto no es sin el Otro, tampoco un vino es
sin el otro bodeguero, lo que hace muy diferente un malbec de Santa Julia
que un malbec salteno orientado por Roland o de la Newen de Neuquen.
Así como en la psiquiatria se tiende a normalizar desde Ia globalización
capitalista y el DSMIV es un manual dei acuerdo entre los próceres de la
medicina Psi y los grandes laboratorios, en el campo de la enologia parecidos
acuerdos se realizan ente los próceres de la degustacíón (el mayor, Robert
Parker) y Ia industria viti de Califórnia para sostener un canon universal.
De allí que sostener subjetividades malbec men doei nos y subjetividades
syrah sanjuaninos no contarían seguramente, con la aprobación ni de Ia APA
yanqui ni de los Parkersianos.
Los síndromes bi o trívarietales 6ostienen la enjundia de la diversidad y
pueden engalanar las computadoras de los psl, para localizar en ellas lo que
mas se apega en sus rasgos al sujeto que tienen en frente, con algo que supo-
ne una lógica no lineal
Con ello, por ejemplo, una subjetividad que padece de excitaciones recu-
rrentes, pero que a ello sobrevienen arrepentimientos tristes desde donde
se culpabiliza, al mis mo ti empo que de ello le permite embriagarse de olo­
res alegres y frutados, se le podría diagnosticar como síndrome trivarietal
cabernet(mendocino), merlot(sanjuanino) , malbec(salteno) desde una posi-
ción masculina.
(Para la consulta de varietales en la Argentina se debe direccionar hacia la
enciclopédia llamada Anuário Brascó 2006, que permitirá precisar, ade más,
cada varietal con la bodega produetora, el ano de cosecha, los modos de su
1producción y Ias diferentes cal idades de uva).
Reparos; es indudable que aún solo atendiendo a ocho varíetales (podrían
ser 108, para dar un número posible) la misma diversidad tanto de sus terru-
nos como de sus calidades y sabores, complejizarían tanto al diagnóstico que
quizás haya un solo diagnóstico por sujeto.
Pero a su vez ello pone en cuestión la irrelevância dei trastorno bipolar para
dar cuenta de algo que permita nominar de alguna manera a un sujeto, mas
que poniéndolo en Ia fila y haciéndolo apilable en torres de absoluta inconsis­
tência. (El Ilamado sujeto apilable y puesto en gôndolas farmacêuticas, dei
DSMIV)
Tratamiento
La diversidad diagnóstica y Ia absoluta riqueza de sus diagnósticos hacen
135 Lacan, Jacques seminário XX, Aún. Pag. 95 y siguientes. Paidós. Buenos Aires.
1981.
184
que solo sean atendibles en-un dispositivo eno-psicoanalítico, si es que se
quiere ser responsable y de seriedad consistente.
Y el final de análisis no será sencillo ni fácil de alcanzar y ni es predecible
en medida temporal, pero si habrá una certeza.
El brindis dei final de análisis se hará con el caldo cuyo color, sabor y tex­
tura, represente al sujeto en su identificación sintomática ya vaciada de toda
etiqueta bodeguera.

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