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Carrera de Filosofía.

Unidad Curricular: Historia de la filosofía Medieval.


Docente: Martín Menniti

Estimados alumnos,

En este segundo bloque de tres clases efectuaremos un estudio introductorio al


principium individuationis (principio de individuación) en las Disputaciones metafísicas
de Francisco Suárez. Si bien la influencia del autor ha sido notoria en filósofos modernos
como Descartes, Leibniz y Hegel, entre otros, e incluso posteriores (para Schopenhauer
su obra fue “el compendio de la escolástica”, de Suárez Heidegger dijo: “ese es el
hombre” ¿a batir?) decíamos, pese a su gran recepción, hoy en día es poco tratado (menos
aún su obra metafísica) y no es frecuente ver su nombre en los planes de estudios
universitarios. Es por ello que resulta imperativo anteponer al abordaje del tema
específico una breve introducción a la figura y obra del autor. Vale aclarar que su
inclusión en nuestra asignatura tiene más que ver con motivos de orden temáticos que
temporales, toda vez que se trata de un pensador de mediados del siglo XVI y principios
del XVII (1548-1617), por lo que historiográficamente bien lo podríamos considerar
“renacentista” y hasta “moderno” (Descartes nació en 1596 y vivió hasta el año 1650).
Aunque temáticamente también sería lícito incluirlo entre los autores modernos (en
especial por su filosofía política). Sepan con esto que estamos ante uno de esos pensadores
que funcionan como nexo entre dos épocas, por lo que ubicarlo en una o en otra será
siempre problemático. Por lo pronto, si desean catalogarlo, no sería incorrecto que se
valgan del término “neoescolástico”.

El doctor eximius (“doctor eximio”, así se lo conoce) fue oriundo de Granada y a


muy temprana edad inició sus estudios en la Universidad de Salamanca. Tiempo después,
trabajosamente, ingresó a la Compañía de Jesús. Resulta curioso considerar que nuestro
autor, de extensa y rigurosa obra, al que se le atribuiría más tarde el mote o título
referenciado líneas arriba, haya sido resistido por los jesuitas al punto de aceptar su
ingreso solo en calidad de “indiferente”. Esa denominación aludía a un estatus de
miembro transitorio, por lo que el ingresante debía dar mayores muestras de ingenio para
ser considerado miembro pleno o estable.

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Tales muestras no tardaron en llegar (o en ser percibidas): enseñó filosofía en los
colegios de Salamanca y Segovia, elaboró una copiosa obra teológica entre la que se
destacan sus comentarios a la Summa de Santo Tomás de Aquino, en el ámbito filosófico-
jurídico-político escribió De legibus ac de Deo legislatore, una de las obras precursoras
del ius gentium (derecho de gentes, o derecho internacional) enseñada en nuestras
universidades de Sucre y Córdoba y que fue texto de referencia para los próceres
independentistas. En el plano metafísico sus obras principales son De anima (obra
póstuma) y las Disputationes metaphysicae (1597). Debemos señalar que las nombradas
son tan solo algunas de las obras de este prolífico y sistemático autor. Así es: su
pensamiento es un gran sistema, sistema que tiene como base o fundamento la metafísica
en la que desarrolla una abrumadora y erudita concepción del ser, para luego dirigirse al
orden individual reflejado en buena parte de su obra teológica y filosófica, y concluir en
el orden social (De legibus).

Luego de esta muy escueta y general exposición, que podrá ampliar el estudiante
inquieto e interesado, pasemos a una también breve introducción de las Disputaciones
para luego desembocar en los aspectos preliminares de nuestro tema específico. Las
Disputationes metaphysicae, como bien señaló Schopenhauer, son un compendio, crítico,
debemos agregar, del pensamiento escolástico. La obra está dividida en cincuenta y cuatro
disputaciones que ocupan siete tomos (en la edición de Gredos de 1960) en cuyo proemio
el autor declara el fin de tamaña empresa, a saber: problemas teológicos requerían el
“auxilio” de la ciencia metafísica. Dicho fin no es otro que el que anida en el credo ut
intelligam (creo para entender) de San Agustín o en el fides quarens intellectum (la fe que
busca comprender) de San Anselmo que hemos visto en el contexto de la problemática
inicial del Medioevo. Quizás el aporte más importante de la obra haya sido el hecho de
que se trata de la primera exposición sistemática de metafísica independiente de
Aristóteles. Hasta su aparición todo tratado metafísico se circunscribía a comentarios a la
obra del Estagirita, lo que suponía la reiteración del desorden y repeticiones del texto
original en los subsidiarios. Con las Disputaciones los problemas metafísicos estarán
ordenados rigurosamente con criterio lógico. En la introducción a su disputación II el
mismo Suárez señala que ha tenido que valerse de un método que esté más acorde con el
tipo de problemas que la metafísica presenta. Paso seguido, justifica por qué no pudo
valerse del orden aristotélico, a saber: poca utilidad de algunos de los doce libros que
conforman Metafísica a causa de asuntos dejados sin resolver (en especial el III), o por

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“detenerse en la exposición y refutación de las opiniones de los antiguos” (en alusión a
los presocráticos que Aristóteles trata a partir del capítulo III del primero de los libros de
la obra citada, y como si el mismo Suárez no se hubiera valido de la misma metodología
en buena parte de su obra) y también cuestiona reiteraciones que se dan, sobre todo en el
libro undécimo del texto aristotélico. Podemos decir, siguiendo a Étienne Gilson, que
ahora el objeto de estudio es la metafísica, no Aristóteles. No obstante, como hacía tiempo
que el pensamiento aristotélico se había consolidado, Suárez decidió incluir en sus
Disputaciones un índice que permitiría a los seguidores del Estagirita situar los problemas
metafísicos en una y otra obra, cuando hubiera correspondencia, claro está. Pero este
alejamiento más bien metodológico dista mucho de constituirse en parricidio, y lo
podemos comprobar con la evidencia de que en las casi 6.000 páginas que ocupa la obra
del Doctor eximio, el pensador más citado es Aristóteles, seguido de Santo Tomás de
Aquino. Con estos datos ustedes ya podrán darse idea de la inclinación doctrinal del autor
que nos ocupa, pero evidenciarán con su lectura que también se vale de los padres de la
iglesia, de varios escolásticos, de otros miembros de la escuela de Salamanca, y de
prácticamente todo autor que haya abordado el o los temas de su incumbencia.

El orden que utiliza Francisco Suárez en su obra queda plasmado en tres grandes
bloques temáticos. En el primero trata del ser en general (concepto, principios y atributos)
y va desde la disputación II hasta la XI; en el segundo estudia las causas del ser (disp. XII
a XXVII); y en el último, que corresponde a las disputaciones XXVIII hasta la LIII,
aborda cuestiones relacionadas con las divisiones del ser. Nosotros nos situaremos en el
primero de los bloques y específicamente en las secciones 1 y 6 de la disputación V, lugar
en el que Suárez realiza un extenso estudio sobre el principum individuationis. Les hablé
de “secciones”. Estarán ya familiarizados con la estructura argumentativa de las summae
(sumas) a partir del abordaje de Santo Tomás. Habrán visto que, a grandes rasgos, se
parte de una quaestio que luego se subdivide en unidades problemáticas menores (los
artículos) y que dentro de esas subestructuras se pueden “escuchar” distintas voces
siempre en los mismos apartados (videtur quod non, sed contra, etc). En las disputaciones
(como género literario) utilizadas por Suárez en los siglos XVI y XVII (el siglo de oro de
la escolástica fue el XIII) también advertirán una estructura expositiva similar (por
ejemplo: lo que en Tomás es artículo, en Suárez es sección), similar pero un tanto más
libre. Básicamente (en detalle lo veremos andando) el autor inicia su ponencia con lo que
nosotros conocemos como “estado de la cuestión” y solo luego de esa parte analítica y

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expositiva dará inicio a la instancia tética. Para simplificar el asunto: si tomamos como
momentos iniciales y finales en el desarrollo de los modos expositivos académicos-
científicos la suma escolástica y nuestra forma actual, podríamos situar en el medio la
disputación suareciana.

Antes de abandonar lo contextual e introductorio para ir a lo temático, debemos


mencionar que el principio de individuación no tiene como fuente única a nuestro autor.
Su figura, como se dijo, es más bien tardía, por lo que estimo que les será de utilidad
contar con algunas consideraciones previas. Como nos sucedió con el problema de los
universales, recordarán, nos remitimos a textos aristotélicos para dar con indicios del
problema. Ahora se tratará de determinar cuál es la causa de la singularidad de los entes
dada una naturaleza común. Uno podría recurrir a Metafísica, VII, 3, 1029a 15-16 y
concluir de manera apresurada que la causa de la particularidad de los entes de una misma
especie es la categoría “cantidad”, pero si recordamos que “cantidad” no es substancia
sino accidente, deberíamos descartar dicha posibilidad.

Podemos ir al capítulo sexo del libro octavo de Metafísica y advertir que


Aristóteles afirma que no tiene sentido buscar la causa de la unidad de lo que es (tò ón)
puesto que la materia última (hyle) y la forma son en cierto modo uno y lo mismo. Pero
al concluir este pasaje sostiene que las cosas desprovistas de materia son todas absoluta
y directamente singulares. Refuerza tal aseveración al considerar que la esencia primera
o motor inmóvil no tiene materia puesto que es una entelekhia. De lo dicho podríamos
deducir que las cosas sensibles son singulares por el hecho de ser, de estar constituidas
de materia y forma, mientras que los entes inmateriales son de suyo singulares, lo cual
supondría que en ellos el principio de individuación es la forma. No obstante, el Estagirita
también sostiene que: “…lo que es uno, lo es según el número, o según la especie, o según
el género, o según la analogía; es uno por el número aquello cuya materia es una; por la
especie, aquello cuyo enunciado es uno; por el género, lo que tiene la misma figura de la
predicación, y según la analogía, todo lo que es como una cosa en orden a otra”.1 Por lo
cual la causa de lo que es uno sería la materia.
Lejos de ser dilucidado en la obra de Aristóteles, el problema de la causa de lo
singular cobró amplias dimensiones en filósofos posteriores. Veamos muy brevemente la
postura de dos pensadores que trataron el tema.

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Met., V, 7, 1016b 32-35

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En el capítulo segundo de Del ente y de la esencia Santo Tomás de Aquino
consideró que la materia era el principio de individuación, pero formuló una distinción
relevante entre diversas clases de materia, a saber: materia prima y materia signata
quantitate. La primera es pura potencialidad por lo que no podría individuar a la forma.
La segunda es la materia determinada por la cantidad y es en ella donde se daría el
principio de individuación.
Y, por último, para que ustedes tengan un panorama sobre algunas de las
diferentes formulaciones que se dieron respecto del principio de individuación antes de
abordar el texto de Suárez (igualmente, a ellas volveremos), tenemos la postura de Duns
Scoto quien, siendo contrario a Tomás, sostuvo que la materia signata quantitate está
justamente determinada por la cantidad, cosa absurda puesto que, como se dijo, la
cantidad es un accidente. El Doctor Sutil (así se conoce a Scoto) propuso como principio
de individuación “la realidad última de la cosa” la haecceitas, que se podría definir como
“estidad”.
Bueno, que la clase de hoy culmine aquí. Cuentan ahora con un panorama
descriptivo e introductorio del autor, de su obra y del problema del cual nos ocuparemos.
Al inicio de este escrito les indiqué que se tratará de un “estudio introductorio” y estamos
obligados a que así sea toda vez que contamos con tan solo dos clases más para abordar
el amplio y exhaustivo desarrollo que elaboró el autor sobre el principium. Les subí la
meditación V completa, pero como les dije, nos ocuparemos tan solo de la sección 1 y 6.
Por favor emprendan la lectura de la primera, que es introductoria.
La idea es que mañana jueves, durante el horario de la clase, continúen trabajando
el texto y suban (entre las 18:00 hs. y las 22:00 hs.) al formulario que les dejé una o dos
preguntas bien formuladas y concretas de no más de 7 líneas c/u referidas a esta primera
sección. Las leeré y en base a los problemas más recurrentes que surjan, y a aquellos
fundamentales para el tema que nos ocupa, elaboraré una exposición de la secc. 1 que
estaré subiendo el próximo lunes. La actividad no será evaluada (con nota) y la devolución
será general. De esta manera, el miércoles próximo, restará tan solo abordar la secc. 6 y
les estaré cargando al Campus su exposición durante el horario de cursada. Por último,
ese mismo día, también encontrarán otra actividad (esta sí será calificada) pero los
detalles se los daré llegado el momento.
Eso es todo por hoy. Les envío un saludo afectuoso,

Martín Menniti.

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