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DESCENTRALIZACIÓN DE LOS ENTES TERRITORIALES EN COLOMBIA

Segundo Informe: la expedición jurisprudencia de Consejo de Estado


descentralización y autonomía de los entes territoriales en Colombia en el año
2.000 hasta el año 2.010.

TEMA: DESARROLLO NORMATIVO DEL CONCEPTO DE


DESCENTRALIZACION Y AUTONOMIA E LOS ENTES TERRITORIALES EN
LA JURISPRUDENCIA DEL CONSEJO DE ESTADO

PRESENTADO AXILIAR DE INVESTIGACION OBJETIVO No. 1: FABIAN


ORTEGA MELO

Integrantes:

GERARDO CASTILLO CARDENAS

YENIFER KATHERIN CELIS QUIÑÓNEZ

IV AÑO DERECHO A-1

FACULTAD DE DERECHO Y CIENCIAS POLITICAS

UNIVERSIDAD LIBRE DE COLOMBIA

SECCIONAL SOCORRO

2011
DESCENTRALIZACIÓN DE LOS ENTES TERRITORIALES EN COLOMBIA

INTRODUCCIÓN
DESCENTRALIZACIÓN DE LOS ENTES TERRITORIALES EN COLOMBIA

La Constitución Política de 1991, en el artículo 1° establece que: “Colombia es un


Estado social de derecho, organizado en forma de República unitaria,
descentralizada, con autonomía de sus entidades territoriales,…”. En el artículo
209 de la Constitución, se dice que:

“La función administrativa está al servicio de los intereses generales y se


desarrolla…, mediante la descentralización, la delegación y la desconcentración
de funciones…”. Interpretando los textos constitucionales, se observa que la
Constitución armoniza el Estado unitario con la descentralización, la
desconcentración y la delegación. Lo anterior está indicando un centro de
impulsión política y gubernamental, lo cual se confirma en los artículos 115 y 189
de la Constitución, al instituir al Presidente de la República como jefe de Estado,
jefe de gobierno y suprema autoridad administrativa. Pero se le atribuyeron
competencias a las entidades territoriales, por ejemplo el artículo 287 de la Carta
expresa: “Las entidades territoriales gozan de autonomía para la gestión de sus
intereses, y dentro de los límites de la Constitución y la ley…”.

CONCEPTUALIZACIÓN

ESTADO:

Es un concepto político que se refiere a una forma de organización social, política


soberana y coercitiva, formada por un conjunto de instituciones involuntarias, que
tiene el poder de regular la vida nacional en un territorio determinado.
Usualmente, suele adherirse a la definición del Estado, el reconocimiento por
parte de la comunidad internacional.

Algunos autores definen Estado como el conjunto de instituciones que poseen


la autoridad y potestad para establecer las normas que regulan una sociedad,
teniendo soberanía interna y externa sobre un territorio determinado.

CENTRALIZACIÓN:

Fenómeno jurídico-político que consiste en que todas las tareas y funciones


públicas se radican en manos de la persona jurídica Estado.  Es decir, que el
estado monopoliza (adquiere-almacena) todas las áreas y funciones públicas.
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DESCENTRALIZACIÓN:

En Colombia sólo existe descentralización administrativa. la razón obedece, como


ya lo habíamos mencionado anteriormente, a la forma de estado que establece la
carta política de 1991, art. 1, así señalábamos que el estado unitario supone:

El principio de centralización política, que se traduce en unidad de mando, unidad


de todos los ramos de la legislación unidad de la administración de justicia,
unidad en las decisiones de carácter político que tienen vigencia para todo el
espacio geográfico nacional.

La descentralización administrativa es un fenómeno que busca más eficacia en el


ejercicio del poder, mediante el otorgamiento de competencias o funciones
administrativas a personas jurídicas públicas diferentes y separadas del poder
central (estado).

DESCONCENTRACIÓN

Es el fenómeno mediante el cual se transfieren competencias para la toma de


decisiones a órganos inferiores, dentro de la misma organización administrativa o
del mismo ente estatal. Sobre el particular, el artículo 8 de la Ley 489 de 1998
define este fenómeno jurídico así: “la desconcentración es la radicación de
competencia y funciones en dependencias ubicadas fuera de la sede principal del
organismo o entidad administrativa, sin prejuicio de las potestades y deberes de
orientación e instrucción que corresponde ejerce a los jefes superiores de la
administración, la cual no implica delegación y podrá hacerse por territorio y por
funciones.

DELEGACIÓN

La delegación se traduce en la transferencia de funciones administrativas del


titular de las mismas (delegante) a un inferior en otras autoridades (delegatorio),
para que este ejerza y actué en forma independiente y definitiva.

Al igual que la desconcentración, con la delegación de funciones se busca


descongestionar los órganos superiores de la administración para agilizar y
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facilitar la gestión de los asuntos administrativos.

AUTONOMÍA:
(del griego auto, "uno mismo", y nomos, "norma") es, en términos generales, la
capacidad de tomar decisiones sin ayuda de otro.
Termino específico, político, consiste en la prerrogativa otorgada por la
Constitución a las entidades internas del Estado (Municipios, Departamentos)
para estructurar y organizar su gobierno, administrar y disponer de conformidad
con el orden jurídico.
Políticas, económicas, jurídicas, y sociológicas que constituyen verdaderos
principios determinantes de la vida municipal, consecuentemente del derecho
administrativo que los estudia.

LA DESCENTRALIZACIÓN TERRITORIAL SE CARACTERIZA POR EL


EJERCICIO DE COMPETENCIAS LIMITADAS

La descentralización administrativa a nivel territorial comporta el ejercicio de


competencias por mandato de la ley, los entes descentralizados tienen autonomía
administrativa, fiscal y personería jurídica, pueden gobernarse por autoridades
propias, administrar los recursos y participar en las rentas nacionales (art.
287C.P.).

También se consagró en nuestro Estado unitario, la desconcentración


administrativa, entendida conforme al artículo 8º de la Ley 489 de 1998 que dice:
“Desconcentración administrativa. La desconcentración es la radicación de
competencias y funciones en dependencias ubicadas fuera de la sede principal
del organismo o entidad administrativa, sin perjuicio de las potestades y deberes
de orientación e instrucción que corresponde ejercer a los jefes superiores de la
administración, lo cual no implica delegación y podrá hacerse por territorio y por
funciones.

Parágrafo. En el acto correspondiente se determinarán los medios necesarios


para su adecuado cumplimiento.

Los actos cumplidos por las autoridades en virtud de la desconcentración


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administrativa sólo serán susceptibles del recurso de reposición en los términos


establecidos en las normas pertinentes”.

NO EXISTE VERDADERA DESCENTRALIZACIÓN TERRITORIAL

Del estudio atento de las normas constitucionales y de su desarrollo legislativo, se

observa que se consagra la descentralización territorial, y la desconcentración, a

pesar de que son figuras jurídicas diferentes (art. 209 de la C.P.), en Colombia no

Existe la verdadera descentralización, sino una modesta “descentralización”, o


técnicamente un híbrido que es la desconcentración. Las razones de esta
afirmación son las siguientes:

a. Las entidades territoriales no son verdaderamente autónomas,

b. tienen competencias limitadas,

c. el patrimonio es limitado,

d. están sujetas a un exagerado control, orientación y evaluación general de sus

Actividades

 NO HAY INCOMPATIBILIDAD ENTRE EL ESTADO UNITARIO Y LA


MODESTA AUTONOMÍA DE LAS ENTIDADES DESCENTRALIZADAS
TERRITORIALMENTE

Conciliación entre el estado unitario y la autonomía

Para entender la descentralización territorial, se debe conciliar el Estado unitario


con la autonomía que predica el artículo 1º de la Constitución, al decir que
Colombia es una república unitaria, descentralizada, con autonomía de sus
entidades territoriales, lo cual en nuestro sentir es letra muerta, por cuanto todos
los actos administrativos encuentran la limitante en las diversas leyes que
determinan la suprema orientación y control de los entes centrales.

 LIMITACIÓN DE LOS PRINCIPIOS DE UNIDAD Y AUTONOMÍA PARA


PRESERVAR LA DEMOCRACIA TERRITORIAL

Conjugación de los principios de unidad y autonomía


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Consideramos9 que para conservar la democracia territorial, evitar las


arbitrariedades, el exceso de intervención, de control, orientación y evaluación,

Debería adoptarse un criterio riguroso de competencias de los organismos


centrales y descentralizados. No debería hablarse de intromisión de lo nacional
en los asuntos locales, sino de cierta conjugación de competencias dentro del
Estado unitario que para lograrlo dispone de principios fundamentales como son
la coordinación, concurrencia y subsidiariedad como observa la Corte
Constitucional.

la vigencia paralela de los principios de unidad y autonomía exige entonces su


realización armónica, no excluyente, que permita afirmar los intereses locales
dentro del marco que delimita el ordenamiento superior; pues sólo así se logrará
el equilibrio requerido, preservando el principio unitario que se consagró en la
carta política.

LOS PRINCIPIOS DE ARMONÍA DE FUNCIONES DE AUTORIDADES

Nacionales y locales no deben lesionar la descentralización territorial del Estado


unitario.

Un ejemplo evidente de armonía de las funciones que emanan de la Constitución


y de la ley, en lo relacionado con las autoridades nacionales y locales se
encuentra en la sentencia de octubre 16 de 1996, relativa a la constitución
ecológica, en donde la Corte dice

“Si el constituyente hubiere querido radicar en cabeza de los municipios la


facultad de regulación integral de los usos del suelo y de la protección de su
patrimonio ecológico, descartando la intervención del nivel nacional, no se hubiera
limitado a otorgarles la facultad reglamentaria, sino que se les hubiere reconocido
una potestad normativa más completa que superara lo puramente reglamentario,
por fuera de los límites claramente señalados en el artículo 287 de la C.P.

Así, se da cumplimiento a lo dispuesto sobre autonomía de las entidades


territoriales en la Carta Política, la cual la atribuye reconociéndoles a éstas
diversos grados de libertad en la toma de decisiones sobre asuntos que
comprometen sus
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intereses propios, libertad que en todo caso, y mucho más tratándose de


protección del medio ambiente y explotación de recursos naturales, bienes que
hacen parte del patrimonio de la nación, está supeditada al propósito de fortalecer
y preservar los intereses y bienes de la República unitaria:

“Es de destacar, que el Estado unitario en sentido estricto, aparece como una
organización centralizada en la cual los entes locales están subordinados a él y
ejercen las facultades propias de la autonomía y la descentralización en diversos
grados, los cuales no impiden, en modo alguno, la centralización de la
organización política.

 LA AUTONOMÍA DE LAS ENTIDADES TERRITORIALES NO IMPLICA


FRACCIONAMIENTO DE SOBERANÍA

No hay fraccionamiento de la soberanía con la autonomía de las entidades


territoriales

La Constitución garantiza la autonomía de las entidades territoriales (arts. 1º y


287 de la C.P.), para la gestión de sus intereses y dentro de los límites de la
Constitución y la ley.

No puede ni debe hablarse de fraccionamiento de la soberanía, la cual es unitiva


e indivisible .La doctrina anterior, la expone la Corte Constitucional al enseñar13:

“La autonomía administrativa y territorial no implica fraccionamiento de soberanía,


entre otras razones, porque ésta es, como decía ROUSSEAU, unitiva e
indivisible, sobre todo en el seno de una República unitaria como lo es Colombia
(art. 1º C.P.). Así pues, la autonomía propia de la descentralización, tanto
territorial como administrativa de servicios, se circunscribe al marco de la
República unitaria, dentro de los límites que le determinan la Constitución y la ley.
Lo anterior se deduce de los artículos 1º y 287 de la Carta Política. En virtud de
ello es que esta Corte ha sentado jurisprudencia sobre la limitación de las
autonomías dentro del Estado unitario, por oposición a lo que sucede en un
Estado compuesto…”.

 NO PUEDE HABER PAZ SOCIAL SIN AUTONOMÍA DE LAS


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ENTIDADES TERRITORIALES

No puede haber paz social con el desconocimiento de la autonomía territorial El


municipalismo moderno, hunde sus raíces en el reconocimiento de la capacidad
de auto administrarse y dirigirse con autoridades propias y legítimas.

Pero no puede hablarse de legitimidad, cuando se ha deteriorado la imagen de


los gobiernos territoriales, en primer lugar, deben citarse las situaciones políticas
y jurídicas que repercuten directamente en la vida de las administraciones
departamentales y municipales, a título meramente enunciativo, estas son
algunas de esas situaciones: el desgaste de los partidos y demás organizaciones
que participan en las campañas y limitan su presencia a la expedición de los
avales que solicitan los candidatos inscritos en su nombre. Las organizaciones
políticas y sociales nuevas, desafortunadamente se han contaminado de los
mismos vicios de los partidos que han buscado remplazar.

LA MALA POLÍTICA CONTRA LA DESCENTRALIZACIÓN TERRITORIAL

La improvisación, la incompetencia, malversación, los peculados y la corrupción,


han deteriorado el mal llamado poder administrativo territorial. La soberbia como
se maneja el erario público, en ocasiones, ha desfigurado la descentralización
territorial por falta de credibilidad y soporte democrático.

CRISIS DE LOS DEPARTAMENTOS Y MUNICIPIOS

Consideramos que los departamentos y los municipios hicieron crisis, no como


entidades territoriales en sí, sino por la aplicación de una política discriminatoria,
odiosa y arbitraria en contra de las clases populares, sumando la ilegitimidad de
la clase política que ha entronizado el desconcierto y la confusión en los destinos
locales.

PAZ SOCIAL Y AUTONOMÍA TERRITORIAL

Para construir la paz social, debemos forjar una sociedad más justa e igualitaria,
devolviéndole a las entidades territoriales lo que lenta e imperceptiblemente le ha
quitado el excesivo centralismo. Podríamos decir que si no se corrige lo anterior,
será inútil seguir hablando de descentralización territorial en el Estado unitario.

CONCLUSIONES
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 La descentralización territorial en el Estado unitario, encuentra fundamento


en la Constitución Política de 1991.

 Debe existir armonía entre la descentralización territorial y el Estado


unitario, por cuanto no hay incompatibilidad entre las dos figuras jurídicas.

 No hay, propiamente, una descentralización pura sino formas


aproximadas.

 En Colombia, técnicamente, lo que existe es una desconcentración


administrativa y territorial.

 Permanece la fórmula de la Constitución Política de 1886 de


centralización política y descentralización administrativa.

 Se deben limitar los principios de unidad y autonomía, para preservar la


democracia territorial.

 La autonomía de las entidades territoriales no implica fraccionamiento de


soberanía, por ser ésta unitiva e indivisible.

 La mala política, las reformas parciales, la corrupción y la malversación de


los dineros públicos va en contra de la autonomía territorial, por cuanto
deslegitima los órganos directivos.

 No llegaremos a la paz social sin autonomía de las entidades territoriales.


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JURISPRUDENCIA DEL CONSEJO DE ESTADO – DESCENTRALIZACIÓN DE


LOS ENTES TERRITORIALES EN COLOMBIA

CONSEJO DE ESTADO

SALA DE LO CONTENCIOSO ADMINISTRATIVO

SECCIÓN PRIMERA

Consejero ponente: CAMILO ARCINIEGAS ANDRADE

Bogotá D.C., ocho (8) de noviembre de dos mil uno (2001)

Radicación número: 11001-03-24-000-2000-6345-01(6345)

Actor: GERMÁN ALONSO OLANO BECERRA

Referencia: ACCIÓN DE NULIDAD

EXTRACTO JURISPRUDENCIAL

REPUBLICA UNITARIA –PRINCIPIOS DE COORDINACIÓN,

La Sala estima que la potestad impositiva de los entes territoriales no es ilimitada.


En un Estado Social de Derecho organizado como Estado Unitario, ese tipo de
facultades "sin limitación alguna", contrarían y desvirtúan los principios
fundamentales del modelo de organización política que adoptó el Constituyente
de 1991, en el cual el equilibrio en el ejercicio del poder se logra a través del
control que ejercen unos respecto de otros, y de la colaboración que éstos se
brinden mutuamente, para impedir el desbordamiento en el cumplimiento de las
funciones asignadas a cada uno de ellos, la concentración de las mismas, y,
principalmente, las consecuencias indeseables del manejo aislado, errático y
desarticulado de asuntos que simultáneamente son de incumbencia nacional y
local. No en vano el artículo 1º. de la Constitución Política dispuso que el Estado
Colombiano "... es un Estado Social de Derecho, organizado en forma de
República unitaria, descentralizada, con autonomía de sus entidades territoriales,
democrática, participativa y pluralista...". Y el inciso final del artículo 113 C.P.
preceptúa que «los diferentes órganos del Estado tienen funciones separadas
pero colaboran armónicamente para la realización de sus fines». A ello se agrega
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el mandato del inciso segundo del artículo 288 C.P. a cuyo tenor «Las
competencias atribuidas a los distintos niveles territoriales serán ejercidas
conforme a los principios de coordinación, concurrencia y subsidiariedad en los
términos que establezca la ley».

El principio de descentralización que la Constitución Política instituye como pilar


fundamental del Estado Social de Derecho, que se traduce en la autonomía que
para la gestión de sus particulares intereses se reconoce a favor de las entidades
territoriales, debe sujetarse a los límites impuestos por el Constituyente en la
Carta Política, y a las disposiciones legales, tal como lo establece el citado
artículo 287 de la C.P. Súmase a lo expuesto que la efectividad de los principios
de unidad y autonomía, que tienen igual valor constitucional, exige su
armonización concreta de modo que se preserve el principio unitario proclamado
en la Constitución Política como pilar fundamental de la organización del Estado
Colombiano, al tiempo que garantice la realización del núcleo esencial de la
autonomía de las entidades territoriales, asegurándoles su derecho de regular los
que se han denominado sus propios y particulares intereses. De todo lo anterior
se colige que, la potestad impositiva de las entidades territoriales no se erige en
un poder ilimitado.

Ello significa que no se opone a la Constitución Política, sino al contrario, se


acompasa a sus mandatos, que al ejercer dicha atribución las autoridades locales
deban conformarse a los lineamientos de política general que para el sector haya
formulado el Ministro del ramo en virtud de lo preceptuado por el artículo 208 de
la C.P. La formulación de la política general en materia de peajes es
responsabilidad de las autoridades del nivel nacional, pues no se requieren
mayores elucubraciones para advertir la evidente relación de interdependencia
existente entre los distintos sistemas viales, lo que sin duda hace inconveniente,
cuando no definitivamente peligroso, su manejo aislado y autárquico por las
autoridades de las entidades territoriales. Se precisa de la acción coordinada y
concurrente de las autoridades del nivel central y de las entidades territoriales. A
unas y otras corresponde el manejo coordinado de los asuntos que tienen una
proyección nacional y local, pues en alto grado la existencia de peajes trasciende
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el interés local y concierne al interés nacional o global que las Leyes 105 de 1993
y 336 de 1996 representan en el denominado «Sistema Nacional de Transporte».
No cabe duda que la política general en materia de peajes desborda el marco
local, puesto que trasciende el interés de las entidades territoriales,
constituyéndose en asunto de interés y proyección nacional, que reclama, en lo
relacionado con su regulación, la intervención directa de las autoridades
centrales, a cuyas disposiciones deberán sujetarse las autoridades municipales a
la hora de ejercer la facultad impositiva que en esos asuntos les reconoce la
Constitución. Así resulta de interpretar el precepto acusado en el contexto
sistemático de la regulación normativa sobre el Sector Transporte (Leyes 105 de
1993 y 336 de 1996) que erige al Ministro de esa Cartera en Suprema Autoridad
del Sector y del Sistema Nacional de Transporte pues, como da cuenta el
encabezamiento del Decreto 101 de 2000 cuyo artículo 6º, numeral 10, se acusa,
para su expedición se invocaron tanto las facultades que al Ministro corresponden
por razón de las referidas calidades, con miras a asegurar la adecuada operación
de la infraestructura del transporte, como «las consagradas en el numeral 16 del
artículo 189 de la Constitución Política, desarrolladas en los artículos 37 de la Ley
105 de 1993 y 54 de la Ley 489 de 1998» y, además sus «... facultades
constitucionales y legales» razón en sí misma suficiente para desvirtuar el cargo
de falsa motivación. Para concluir, la Sala advierte que el concepto previo
vinculante del Ministro de Transporte que para el establecimiento de peajes exige
el numeral 10 del artículo 6 del Decreto 101 de 2000, en nada interfiere con el
ejercicio de la autonomía impositiva que la Constitución reconoce a los Concejos
municipales en esta materia. La Sala reitera que se trata de una limitación a la
autonomía de las entidades territoriales, indispensable para asegurar la
coherencia debida en el Sistema Nacional de Transporte y el adecuado
funcionamiento de su infraestructura, que sin duda exigen que se valore tanto
desde el punto de vista técnico como de conveniencia el establecimiento de
peajes, así como su conformidad con la política general en la materia, cuya
formulación compete al Ministro del Transporte, conforme reza el propio Decreto
101 de 2000 a cuyo tenor «el Ministerio de Transporte tiene como objetivos
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principales la formulación y adopción de las políticas, planes generales,


programas y proyectos en materia de tránsito, transporte y su infraestructura»
(artículos 1º.y 2º.), entre ellas «establecer la política general en materia de peajes,
de conformidad con la ley» ( artículo 3º.numerales 1º. y 15, en concordancia con
el artículo 21 de la ley 105 de 1993). La Sala considera que no se desconoce la
autonomía tributaria de las entidades territoriales por el hecho de que a la hora de
fijar el valor de peajes, los concejos municipales deban tener en cuenta el
concepto previo vinculante que acerca de su establecimiento haya emitido el
Ministro de Transporte, pues ello no hace nugatorios los diversos grados de
libertad en la toma de decisiones que la Constitución Política les reconoce
respecto de los asuntos que comprometen exclusivamente sus intereses propios,
mas no respecto de aquellos que por su impacto, trascienden lo puramente local,
tiene repercusiones nacionales y transnacionales pues incide significativamente
en la circulación de sujetos, bienes y servicios, por lo que de conformidad con lo
dispuesto en el artículo 208 de la Constitución Política, la formulación de su
política general debe hacerla el Estado a través del Ministro del Transporte. La
disposición acusada constituye cabal materialización de la facultad de «formular
las políticas atinentes a su despacho» que bajo la dirección del Presidente de la
República le corresponde desarrollar al Ministro de Transporte «con el fin de
fortalecer la unidad de la Nación y asegurar a sus integrantes un marco jurídico
que garantice un orden político, económico y social justo» (artículo 208 de la C.P.
y Preámbulo) por lo que con ella no se vulnera ni la Constitución Política ni la ley,
motivo por el cual, en los términos de esta providencia, se desestimarán por esta
Sala las pretensiones de la demanda.

JURISPRUDENCIA DEL CONSEJO DE ESTADO – DESCENTRALIZACIÓN DE


LOS ENTES TERRITORIALES EN COLOMBIA.

CONSEJO DE ESTADO

SALA PLENA DE LO CONTENCIOSO ADMINISTRATIVO


DESCENTRALIZACIÓN DE LOS ENTES TERRITORIALES EN COLOMBIA

Consejero ponente: MANUEL SANTIAGO URUETA AYOLA

Santa Fe de Bogotá, D.C., veinticinco (25) de enero del dos mil (2000).

Radicación número: AI-047

Actor: ELVER MUÑOZ BARRERA

Demandado: ARTICULO 92 DECRETO 1421 DE 1993

Referencia: Acción de inconstitucionalidad

EXTRACTO JURISPRUDENCIAL

El estado colombiano se ha estructurado como un estado social de derecho y


organizado en forma de república unitaria, descentralizada y con autonomía de
sus entidades territoriales, democrática, participativa y pluralista, según los
términos del artículo 1º de la Constitución Política. El principio rector de la
organización estatal sigue siendo el de centralización política y descentralización
administrativa, aun cuando ésta se halla fuertemente acentuada, en relación con
algunas autoridades. La lectura atenta del artículo 287, en concordancia con el
artículo 1º, indica que la autonomía de las entidades territoriales para la gestión
de sus intereses está determinada en su contenido por la Constitución y la ley,
con la observación de que los límites legales que puedan establecerse en la
materia deben respetar naturalmente los contenidos constitucionales, que son los
propios del estado social de derecho.

Dentro de estos principios se cuenta la consideración del municipio, según los


términos del artículo 311 de la Constitución, como “ … entidad fundamental de la
división político administrativa del Estado…”.De otra parte, la Sala observa que el
principio de autonomía de las entidades territoriales, cuando se predica del
Distrito Capital, adopta una modalidad propia, más amplia, que la distingue del
régimen jurídico aplicable a la generalidad de los municipios, pues la Constitución
ha querido que este ente territorial tenga un régimen especial que se traduce en
una ubicación similar a la de los departamentos, dentro de la organización
administrativa del estado, con consecuencias en la fuerza jurídica de los actos de
las autoridades que le son propias. Dice el inciso segundo del artículo 322 que
“Su régimen político, fiscal y administrativo será el que determinen la
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Constitución, las leyes especiales que para el mismo se dicten y las disposiciones
vigentes para los municipios”.

La organización administrativa de este ente territorial especial que es el Distrito


Capital está indicada en la propia Constitución, cuando el inciso 3º del artículo
322 prescribe que el Concejo “… dividirá el territorio distrital en localidades…”,
con base en las normas generales que establezca la ley. Y dentro de las
localidades habrá unas juntas administradoras, las cuales “… distribuirán y
apropiarán las partidas globales que en el presupuesto anual del distrito se
asignen a las localidades teniendo en cuenta las necesidades básicas
insatisfechas de su población”, según lo previsto por el artículo 324 constitucional.
Los fondos de desarrollo local tienen personería jurídica y patrimonio propio, de
acuerdo con el artículo 87 del Decreto 1421 de 1993, pero dichos fondos no
distribuyen ni apropian las partidas globales que en el presupuesto anual del
distrito se asignen a las localidades, pues tal función corresponde, de acuerdo
con el inciso 3º del artículo 89 ibídem, a las juntas administradoras, previo el
cumplimiento de los requisitos presupuestales previstos en el estatuto orgánico de
Santa Fe de Bogotá.

La representación legal de los fondos de desarrollo y ordenación de sus gastos


por el alcalde mayor no viola los artículos 322 y 324 constitucionales porque dicha
facultad no significa que el alcalde distribuya y apropie las partidas globales, pues
esa competencia, de acuerdo con el estatuto de Santa Fe de Bogotá,
corresponde a las juntas administradoras, ni tampoco que constituya gestión de
los asuntos de la localidad, pues de acuerdo con el artículo 61 ibídem, dicha
gestión corresponde a las autoridades locales, esto es a la junta administradora y
al alcalde de la localidad. La representación legal que el alcalde mayor tiene de
los fondos de desarrollo y su condición de ordenador del gasto de dichos fondos
constituye simplemente una manifestación del control de tutela que el alcalde
como jefe de la administración distrital ejerce sobre las localidades, con el fin de
garantizar el funcionamiento armónico de esos dos niveles de la administración
distrital. El control de tutela puede ser más o menos intenso, de acuerdo con el
criterio del legislador, sobre todo si se tiene en cuenta que las localidades no
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constituyen entes territoriales, que gocen de sus mismos atributos, pues la


Constitución dice en su artículo 286 cuáles son dichos entes. Formando parte de
la estructura administrativa del Distrito, así como forman también parte las
entidades descentralizadas del orden distrital, no sería lógico que a esas
localidades se les predicaran los mismos atributos del ente distrital, pues de ser
así se estaría en presencia de una nueva entidad territorial, que ciertamente no
ha sido el propósito del constituyente.

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