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Comunicación y Educación
Segundo cuatrimestre de 2005
DOCUMENTO DE CÁTEDRA
Además, es necesario resaltar que el carácter y el tono de este trabajo intenta ser
introductorio a las principales nociones del campo, que posteriormente serán tratadas
en el desarrollo de la materia. La intencionalidad apunta focalizar aspectos propios de
comunicación y educación para reconocer prácticas culturales y procesos educativos
en espacios sociales, sean institucionales educativos u organizaciones populares.
Es así que, con el paso del tiempo, las tradiciones fueron operando para que se
produjeran ciertas significaciones hegemónicas que se instalaron a la hora de pensar
los anudamientos entre comunicación y educación. Forjan sentidos unívocos, que
producen propuestas de intervención en esa dirección. Acercar los medios de
comunicación a la escuela con el propósito de corregir problemas de lectura o de
violencia; producir posturas críticas de recepción frente a la televisión; difundir planes y
programas del Estado con vertientes tecnicistas (programas radiales de huerta
orgánica que capacitaban a pequeños productores); entre otras propuestas que
reproducían y reproducen estos sentidos de comunicación y educación.
1
mirada asociada al acto de informar, de transmitir, de emitir.1 En el primer sentido que
tomamos, por ejemplo, una fiesta de inauguración de un departamento, sería una
situación de comunicación.
Una plaza, una sociedad de fomento, una esquina, un picadito, una murga, un partido
político, movimientos sociales, un recital, un club de barrio, un programa de tele, los
juegos en red, etc., pueden ser potenciales espacios en los que se den prácticas de
comunicación y educación. Pero de todas formas, esto no indica que todos ellos sean
espacios para realizar una propuesta de intervención. Puedo reconocer instancias de
comunicación y educación en un recital de rock, ¿pero cómo trabajo una propuesta o
una intervención concreta en ese ámbito, más allá de la organización efectiva del
espectáculo?
Todos estos interrogantes nos llevan a pensar en los sentidos que se originan y se
ponen en juego acerca de un espacio socio-comunitario. Y así, la comunicación
comienza a incorporar otras dimensiones de análisis que no estaban contempladas en
los medios (en tanto transmisores de información). A partir de ahora es posible
reconocer en la plaza, la pertenencia y la identificación que los vecinos (sujetos) tienen
en relación con lugar establecido.
1
Kaplún, Mario. “El comunicador popular”, cap. 1: Modelos de educación y modelos de comunicación. Ed.
Lumen-Humanitas. Argentina. 1996.
2
Bourdieu, P., El sentido práctico, Madrid, Taurus, 1991
2
¿En qué medida, siguiendo con el ejemplo de la plaza, se pueden reconocer prácticas
educativas? Ahora es necesario, tener presente algo más allá de la mera distribución
de los espacios físicos. Si en la plaza suceden ensayos de murgas, “juntadas” de
grupos de amigos adolescentes, encuentros políticos partidarios, hay prácticas que
pueden resultar educativas para los sujetos (no confundir sujetos con individuos, son
concepciones diferentes).3 Un chico que se acerca a la plaza y comienza a intervenir
en la murga, adopta comportamientos y prácticas propias de un colectivo que
representan un carácter educativo para él. Concurrir a un escrache, poner el cuerpo en
una manifestación, cantar y bailar, participar de las asambleas de discusión de la
murga, entregan rasgos de formación que la escuela no contempla.
3
El concepto de individuo proviene de teorías biologicistas, donde se toma a cada cuerpo como parte
única e individual. En cambio, el concepto de sujeto surge de teorías de las ciencias sociales donde se
analizan a los sujetos como parte de un colectivo social.
4
Buenfil Burgos, Rosa N Análisis de discurso y educación, México, DIE, 1993.
5
Mata, María Cristina, Nociones para pensar la comunicación y la cultura masivas, Segundo curso de
especialización con modalidad presencial a distancia, Centro de Comunicación Educativo La Crujía,
Buenos Aires, 1996.
3
interior mensajes y prácticas contradictorias y que, a su vez, remiten a enunciados y
prácticas anteriores.
La vida cotidiana nos impone un tránsito por diferentes lugares de los cuales
formamos parte. En ese transitar arrastramos modalidades y prácticas que llevamos
incorporadas y naturalizadas cuando actuamos e interpretamos el mundo que nos
rodea. ¿Puedo dejar a un lado aspectos referidos a las tradiciones italianas de mi
familia, que soy hincha de tal equipo, que me gustan ciertos grupos de música, al
momento de asistir a la escuela?
Resulta imposible desprendernos de este “mundo cultural” que nos otorga los marcos
de comprensión de nuestra realidad más inmediata. Los espacios nos habitan y
nosotros somos habitados por ellos; es decir, nos portan de significados y, a la vez, los
resignificamos a partir de otras prácticas que ponemos en juego allí.6
¿Qué me hace votar por un partido político? ¿La tradición de mi familia, la propuesta
programática, el carisma del candidato? En el conjunto textual se encuentran rasgos
discursivos que reconozco como dirigidos a mi persona y con los cuales me identifico.
Hay un llamado a ése individuo a constituirse en un sujeto (afiliado a un partido, “soy
socialista”, “soy anarquista”, “soy peronista”, etc.), donde se produce una interpelación
implica un reconocimiento subjetivo. Continuando con el ejemplo, la persona que
escucha ese discurso partidario destinado a movilizarlo, sea votar en las elecciones o
ir a la plaza, es allí dónde abandona posturas solitarias e individuales para adquirir
otras colectivas.
6
Bourdieu, P., op. cit.
7
Cfr. Huergo Cultura escolar/ cultura mediática, intersecciones, Instituto Pedagógico Nacional,
Colombia, 2000.
4
significaciones acordes con su visión del mundo que los diferencie de otros partidos. Y
a la vez, pretende que cualquier ciudadano tome cuerpo en el interior de su propuesta
y adhiera a ella. Este proceso complejo es lo que hace que un vecino cualquiera
adopte posturas (ponerse una flor en el ojal en el acto eleccionario, calzarse la boina
blanca, hacer la “V”, por ejemplo) y/o conductas, o bien que persista en las prácticas
que ya tiene.
Realizar intervenciones sin tener en cuenta quién es el que posee el poder, puede
llevarnos al fracaso de todas nuestras propuestas. Por ello, retomamos a Michel de
Certau8 con la noción de estrategia y táctica. La estrategia es un término relacionado
con la teoría de la guerra, es el dominio del poderoso e implica la derrota de las
fuerzas del otro. En cambio, la táctica es el terreno del débil, quien juega en los
dominios y terrenos del poderoso, sin contar con un lugar propio.
8
De Certeau, M. (1996), La invención de lo cotidiano. I. Artes de hacer, México, Universidad
Iberoamericana.
5
terreno delimitado por el poder, donde no hay acción posible fuera de estos marcos
establecidos (estrategia).
La opción que tomaron los miembros de esta cooperativa, se redujo a la inscripción del
vino como una producción artesanal, y de esta manera obtener la certificación
pertinente. Más allá de la variedad de plantaciones que les requería los lineamientos
de las políticas oficiales para el sector (se trata de un tipo de uva no reconocida por los
exportadores) persistieron en las tradiciones culturales para este tipo de cultivo que se
pasaron de generación en generación. Es posible reconocer la táctica donde en unas
reglas de juego fijadas lograron mantener sus tradiciones culturales y no abandonarlas
para perdurar en el mercado.
Jorge A. Huergo- Eleonora Spinelli- Sebastián Novomisky- Lourdes Ferreyra- Paula Morabes-
Ana Laura Gratti- Matías Delménico- Carina Quinteros- Lucila Fauda- Luciano Grassi-
Cristián Peña- Fabricio Breccia- Irma Brunz- Mercedes Nieto- María Emilia de la Iglesia-
Laura Tocho- Rodolfo Cabral- Darío Martínez
9
Freire, Paulo Pedagogía del oprimido, Siglo XXI, México, 2000.